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115 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
10
La vida hecha cine
Al hablar de esta película me sucede lo mismo que ´cuando la película "¿Quién teme a Virginia Woolf?", porque se trata de una película tan profunda que sobrepasa. Estamos sin duda ante la mejor obra de Tennesse Williams, toda una reflexión sobre la pasión, la familia, el amor, la envidia, la codicia... Es toda una reflexión sobre la vida y sobre el ser humano. Lo mejor de la película, a parte del maravilloso guión, son sin duda las interpretaciones, no hay ni un solo actor que sobre y ni uno que haga una mala actuación en esta película. todos estan brillantes; Elizabeth Taylor, Paul Newman(en uno de los mekores papeles de su filmografía), Burl Ives(soberbio), Judith Anderson... Todos bordan su papel, todos dotan a sus personajes de un realismo y una vida que asombra. Los diálogos son también de una viveza que atrapan al espectador de principio a fin y que hacen que las horas vuelen. La primera hora de la película es del todo portentosa, toda una ironia. En definitiva es una obra maestra, es toda una lección de lo que es hacer cine y de lo que es saber dirigir una película. Es una película que después de vista no se olvida tan fácil y que llega a conmover al espectador y no lo deja indiferente.
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139 de 158 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La mendacidad
Obra teatral, ganadora del premio pulitzer 1955, de Teneessee Williams adaptada por Richard Brooks. Juega, a través de una historia familiar asociado a las tensiones de las relaciones de pareja, con temas tan delicados como la fidelidad, la lealtad, la ambición, la paternidad y el cinismo. Perfectamente retratado gracias a unos soberbios actores, una dirección espléndida y un guión perfectamente desarrollado e hilado.
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76 de 86 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
En todas las casas cuecen habas
Desde el primer minuto de metraje de la película todos y cada uno de los personajes que la componen logran transmitir la impresión indicada para la que fueron creados. Esto se consigue gracias a un elenco de actores inmejorables. Desde Paul Newman hasta el magnífico Patriarca interpretado por Burl Ives todos hacen un excelente trabajo, pasando por la cuñadísima, Madeleine Sherwood; y es que... ¿quién no odia a esa mujer desde el primer momento que abre la boca?

Una obra llena de metáforas. Los dos personajes con los conflictos internos más marcados (Brick y el Abuelo) son precisamente los que poseen algún tipo de tara física, y de esa manera se cosifica su dolor a los ojos del espectador despertando en él la lástima y la compasión por los dos gruñones tullidos.
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61 de 65 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La gata
Adaptación realizada por Richard Brooks de la obra “Cat on a Hot Tin Roof”, de Tennessee Williams, ganadora del Pulitzer de teatro de 1955. Se rueda en MGM Studios (Culver City, CA), con un presupuesto de unos 3 millones USD. Producido por Lawrence Weingarten para MGM, el film se estrena el 20-IX-1958 (EEUU). La acción dramática tiene lugar en la mansión de una gran finca rural de Mississippi, a lo largo de una única jornada.

La obra reúne a una actriz consagrada, acreditada y de moda en aquellos momentos, un actor novel que todavía no había conseguido imponerse (sus últimas interpretaciones no habían convencido a todos) y un actor veterano que había interpretado el mismo papel, el del abuelo, en las tablas. La elección de los tres protagonistas principales es acertada y eficaz, como demuestra la fuerza e intensidad de los trabajos que entregan. Elizabeth Taylor crea un personaje que trasmite una potente sensualidad, especialmente en algunos pasajes culminantes. Paul Newman dota a su personaje de fragilidad, indecisión y frustración, de acuerdo con las necesidades de la historia. Burl Ives compone un papel fuerte y brillante que hace que el actor se coma la pantalla en casi todas sus intervenciones. Newman gana su primera nominación al Oscar y Taylor su segunda nominación.

El film recrea con pulcritud y precisión el clima mórbido e insalubre del Sur de EEUU, reconstruido con maestría por Tennessee Williams en sus obras de teatro. Analiza temas diversos y complejos, como la familia, el amor y el afecto, y contravalores como la codicia, la envidia, la hipocresía, el culto a las apariencias y el engaño. Reflexiona, además, sobre las relaciones de padres e hijos y de marido y mujer en la pareja. Añade un apunte sobre el deseo, la pasión y el paso del tiempo. De modo implícito, pero claro, aborda el tema de la homosexualidad masculina.

La acción, ajustada a una puesta en escena brillante y rica en recursos, se desarrolla en tres ubicaciones de interior: el salón de la planta baja, un dormitorio del primer piso y el subterráneo dedicado a almacén. La lluvia y el viento que baten el jardín, junto a los truenos que se oyen, contribuyen a crear la atmósfera densa y agobiante que envuelve a los personajes. El film no oculta su condición de teatro adaptado al cine, pero la acompaña de un movimiento diligente de cámara, una fotografía espléndida de William H. Daniels (creador de la imagen de Greta Garbo) y unos diálogos bien construidos, no exentos de detalles de humor.

La banda sonora recoge composiciones de archivo de la MGM. El “Tema de amor”, de Charles Wolcott, es el leitmotiv de la película. Se sirve de varios temas de André Previn (“Lost in a Summer Night”) y otros y de un fragmento de la Sinfonía nº 5, de Beethoven.

Por la intensidad que desarrolla y por su interés como reflejo de una época y de un tipo de cine de moda en los 50 y 60, la película es atractiva y recomendable.
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52 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Arde Mississippi
Tennessee Williams era asfixia, calor sofocante. Era un dramaturgo tan opresivo como el vapor hirviente dentro de una olla express. Era el clima ardoroso en el Sur, donde lo que menos ahogaba era la canícula.
Uno de los más grandes dramaturgos de la historia, desmenuzó una agonía de tormentos psicológicos en unos argumentos y unos personajes torturados, aprisionados entre los barrotes del fracaso existencial.
Williams, alcohólico, adicto a los calmantes y a las drogas, posiblemente recreó en su protagonista, Brick, gran parte de las angustias que a él mismo lo consumían. Alguna vez he leído que lo más acertado es escribir acerca de lo que se conoce. Y estoy más que convencida de que Tennessee, de verdadero nombre Thomas Lanier, escribió acerca de cosas que conocía muy bien. Las decepciones afectivas en el plano familiar, la agresividad de su padre, la quebradiza salud mental de su querida hermana Rose... Hay muchas familias que no son felices y que viven un infierno casi constante, unidas tan sólo por los lazos de la farsa, o que han olvidado en algún peldaño el cariño, la confianza y la comunicación que pudieron poseer en un principio, y que no deberían haber extraviado. Aunque también suele suceder que desde el comienzo nunca hubo cariño verdadero. Y ahí está la fuente del fracaso.
Maggie, la frustrada esposa de Brick, se revuelve como una gata colérica, como si estuviera posada sobre un tejado recalentado que le quemara los pies. Nada parece sacudir de su apatía a su marido, decidido a dejarse morir lentamente en el abrazo evasivo del whisky.
En un tórrido día de verano, en la plantación algodonera familiar de Mississippi, se desatan las fieras con motivo del 65 cumpleaños del patriarca. Las mentiras se van cayendo, las máscaras se destapan para exhibir la verdad desnuda, sin ornamentos, sin adornos que amortigüen la seca certeza del desamor, de la rapiña, del desprecio. Las personas, incluso las que más se quieren unas a otras, tienen tendencia a alejarse, a destruirse, a atacarse, y a no comprenderse. Hay un punto en la difícil trayectoria en el que se escoge ignorar egoístamente a esos seres que más nos necesitan, seguramente por cobardía, por desidia y por nuestra natural inclinación a deplorar lo que poseemos.
Y es triste que haya que llegar al final y darse cuenta de que queda muy poco aliento, para despertar y ser consciente de lo que se ha perdido.
Pero puede que nunca sea demasiado tarde para ciertas cosas. Puede que no lo sea, mientras exista hálito, mientras el cuerpo, el corazón y la mente sigan en pie, para reconciliarse. El espíritu tiene infinitos recodos, y se está a tiempo de hallar el adecuado, dando con la puerta precisa.
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45 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La gata sobre el tejado de zinc caliente (8.3)
La adaptación cinematográfica de la obra teatral de Tennessee Williams –una de mis favoritas sin ninguna duda– no implicaba mucha dificultad: el trabajo se reducía a encontrar a los actores adecuados y escribir un guión que no se alejara casi nada de los diálogos originales. Hoy nos parece que por aquel entonces no podrían haber elegido a otros que no fueran Newman y Taylor.

Cualquiera con un mínimo de sentido común se meterá de lleno en una historia de rencores familiares, de envidias y frustraciones, en la que una homosexualidad implícita del protagonista, en un momento y en un lugar inoportunos que obligaban a ocultarla, es la causa de todos los problemas.
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49 de 64 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Los temas eternos
Alquilé la película en DVD y me pude dar el gusto de descubrir lo que tienen esas obras que son eternas: Lejos de parecer una película vieja, tiene la actualidad del arte que toca temas eternos.
Impresionante la actuación de Burl Ives, que empalidece las muy buenas intervenciones de Paul Newman y Elizabeth Taylor.
En continuidad con una manera de mirar cine, no pude dejar de sorprenderme al advertir la quintaesencia del estadounidense del Sur: Un hombre que, en aquel entonces, era un descarnado emprendedor y que en la actualidad se traduce en la abstracción de las corporaciones.
Como dice el personaje de Newman, el amor está ausente en todo ello. Entendido el amor por el brindar atención, consideración, compasión. Las cosas, el adquirir y amontonar, no pueden reemplazar sentimientos, caricias y todo aquello que forja entre los seres humanos la comunión de compartir.
Los tiempos narrativos del film son adecuados para quien no requiere ser meramente "empujado" por un guión: El argumento se desarrolla a tiempo, sin que la atención decrezca en desmedro del interés por saber qué pasa en medio de la sureña familia norteamericana.
Me gustó mucho esta película y confirma lo que siempre he sentido y pensado: El arte no sabe de épocas ni del paso del tiempo. Yo no había nacido cuando se estrenó esta película, pero el drama del hombre es el mismo ante la existencia.
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32 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Maravillosa, lo mires por donde lo mires.
Genial adaptación cinematográfica en la que la química de los dos personajes protagonistas es indiscutible al igual que la profundidad de los diálogos. Saltan chispas de las palabras, de las miradas. Magníficas interpretaciones y soberbio guión. Esta película tiene como tema principal la vida misma, con sus miedos y rencores. Es inquietante la atmósfera que se crea entre los dos protagonitas, a cada cual más sexi, más orgulloso, más herido y con más miedos. Cierto es que si uno se calla las cosas y se las traga al final se va pudriendo en su interior. Newman se evade con la bebida, Ives con su carácter y Taylor con el optimismo de que las circunstancias pueden cambiar. Otro punto interesante es la forma de reflejar el deseo, palpable en cada gesto de Taylor y ello sin besos ni caricias ni desnudos. Hoy día me parece impensable crear ese clima sin tener que recurrir a lo morboso. Esta película consigue con "lo menos, lo más".
Como he dicho, los diálogos son muy buenos, a destacar por su profundidad la frase del padre "...déjame, quiero sentir el dolor, eso indica que aun estoy vivo...".
En cuanto al final, no deja indiferente al espectador, ya que lo lleva esperando desde los diez primeros minutos de la película.

Obra imprescindible.
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29 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
¿Nos gusta reflexionar?
Nos encontramos muchas veces, por lo menos a mí me pasa, con gente que dice que le da pereza ver películas antiguas. Algunas son hasta en blanco y negro!!!! Ufff!!!! Me comentan que deben ser muy aburridas porque…”no están al día”. Me dan pena, porque se pierden grandes películas como ésta por esos prejuicios.

Películas además donde no valdrían sus excusas, porque tratan temas universales y actuales, no pasa el tiempo por ellas. Este film nos habla del amor y el dinero, de la verdad y la hipocresía, de la pasión, de la familia, incluso de la homosexualidad, aunque por este tema se pasa de puntillas. Todo muy desfasado, no hay duda!!!

A parte de unas actuaciones sencillamente impresionantes, unos conmovedores diálogos, unos personajes que marcan… Pena de gente que, por sus manías, se perderán una gran reflexión sobre la vida y todo lo que rodea al ser humano. Quizás ese sea el problema y esa la verdadera pereza… no queremos reflexionar.
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24 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Bella Liz
Adaptación de una obra de teatro de Tennessee Williams (1954), (autor también del gran clásico llevado al cine: Un tranvía llamado deseo), trata explícitamente de los valores sociales amor vs. dinero, verdad vs. mentira (autenticidad vs. hipocresía). De todos modos, el cine de Hollywood de aquellos años (los años 50), acostumbrado a la autocensura, esquiva el verdadero problema que perturba al protagonista Brick (Paul Newman) en la obra teatral, que fue la atracción homosexual por un amigo. Una sátira de la codicia, un drama familiar con la deliciosa presencia de Maggie (Liz Taylor, la gata). Paul Newman no convence como alcohólico pero alcanza todo su esplendor cuando está en sus cabales. Buena actuación de "Big Daddy" (Burl Ives) y todo el elenco, dentro del género.
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24 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La homosexualidad latente.
William Thomas Lannier, conocido en el teatro como Tennessee Williams, estrenó “La gata sobre el tejado de zinc” en el teatro Morocco de Broadway el 24 de marzo de 1955, dirigida por Elia Kazan con Ben Gazzara y Barbara Bel Geddes en el reparto protagonista. El éxito le sonrió llegando casi a las 700 representaciones y la Metro adquirió enseguida los derechos. En principio iba a dirigirla Joshua Logan, el papel de Maggie estaba reservado para Grace Kelly. Pero la Kelly se convirtió en princesa abandonando su carrera, se consideró a Ava Gardner y a George Cucor en la dirección, incluso a Joseph L. Mankiewicz. Según su costumbre, Richard Brooks cuidó el guión a la par que la dirección. De acuerdo con Williams, la pieza original sufrió importantes modificaciones, seguramente puliendo los aspectos más escabrosos, aligerando el peso enfático y plomizo de la obra, aunque el autor expresó su descontento “de cara a la galería”.

El papel de Maggie sería para la Taylor por la presión de Brooks que la había dirigido con anterioridad. Creo que acertó con la Taylor que está asombrosa, desprendiendo una sensualidad y un erotismo candente que flota en el ambiente. En aquellos momentos Newman no era un actor consagrado aunque había heredado el papel de James Dean en “Marcado por el odio”, realizando un estupendo trabajo con su gestualidad que esconde esa homosexualidad latente. “La gata…” ha pasado a la historia del cine como un melodrama de fuerte tensión sexual, pero que a día de hoy, también hay que valorar su retrato del caciquismo sureño, su despiadada sátira de la institución familiar y su pintura de la hipocresía que sirve para enmascarar la ambición.

La importancia de la puesta en escena, la frustración sexual de Maggie, los movimientos de los actores, esa cama que preside el dormitorio donde la pareja discute sobre sus relaciones íntimas. La trama te va atrapando como una tela de araña, enriqueciendo a través de la descripción de unos personajes, una serie de factores colaterales en la que no es tan relevante su texto, como en lo primordial, su ubicación en el conjunto y el peso de la evidencia. La utilización dramática del color con una excelente fotografía.

Richard Brooks ha sido siempre un director proclive a los grandes temas, a cierta grandilocuencia conceptual, en mi opinión, pero por fortuna, ha acostumbrado a tener el suficiente talento y la necesaria perspectiva como para encauzar esa tendencia dentro de unos márgenes adecuados, diríase que moderando sus impulsivos discursos y dedicándose, sobre todo, a esa noble tarea que a menudo muchos directores olvidan: ser un buen narrador en imágenes. La adaptación es impecable por su vigor narrativo y su capacidad para explorar el alma humana. Siempre salió airoso en sus adaptaciones: Dostoievski en “Los hermanos Karamazov), Sinclair Lewis en “El fuego y la Palabra”, Joseph Conrad en “Lord Jim” y Truman Capote en “A sangre fría”. Dos nuevas versiones de “La gata…” fueron rodadas, pero ambas inferiores, una por Robert Moore para la televisión en 1976, con Natalie Wood y Robert Wagner, y otra en 1985 por Jack Hoffsis, con Jessica Lange y Tommy Lee Jones.
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14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
TEATRO QUE NO ES TEATRO
Si hay un director capaz de adaptar a la pantalla los farragosos y opresivos textos literarios de Tenesse Williams y otros autores de estilo similar, y no sólo de adaptarlos sino de lograr que el público los entienda y se identifique con alguno de los personajes, ese no es otro que Richard Brooks. Lo hizo varias veces y en todas ellas salió airoso: "Los hermanos Karamazov", "La gata sobre el tejado de zinc", "El fuego y la palabra", "Dulce pájaro de juventud".
"La gata sobre el tejado de zinc" cuenta la historia de un rico patriarca y de sus dos hijos: Gooper y Brick. Gooper, el mayor, ha hecho siempre lo que su padre le ha pedido, es un hijo modélico y que espera, por ello, una pronta recompensa. Brick, el menor y favorito del padre, se ha convertido en un alcohólico y desdeña todo lo que se refiere al dinero de su padre. Pero las mujeres de ambos tienen mucho que decir.
Como obra maestra que es, muy poco se puede añadir a todo lo que se ha escrito sobre ella. Comentaré sólo dos aspectos. De un lado la extraordinaria interpretación de Paul Newman. Es todo un compendio de lo aprendido en el Actor's Studio, brillantemente reflejado y remarcado en esa manera de coger el vaso de whisky, caminar con la muleta de madera o llenar la jeringuilla del padre. Es una actuación prodigiosa casi al nivel de la de James Dean en "Al este del Edén".
De otro lado, uno no deja de preguntarse cómo diablos Richard Brooks consigue que el teatro no sea teatro, es decir, cómo una obra tan 'brutalmente' teatral nos sea presentada con tanta naturalidad. Naturalidad en la dirección, en los ambientes, en las interpretaciones. En definitiva, cómo puede ser tan sumamente 'creíble'.
Lo dicho, una obra maestra. Cine del bueno para disfrutar, admirar y reflexionar. Esto de reflexionar... ¿nos acordaremos de lo que es?
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13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
EXCELENTE ADAPTACIÓN
Excelente adaptación de la pieza teatral que, pese al paso del tiempo, no ha perdido absolutamente nada de vigencia; el mensaje principal que transmite -la "mendacidad" del ser humano- es perfectamente aplicable a una sociedad como la actual, y los problemas -de todo género- a que se enfrentan los personajes son plenamente actuales. Todos los actores están espléndidos, destacando una pareja protagonista con mucho feeling y las soberbias actuaciones de Burl Ives y Judith Anderson. Extraordinaria en todo. Un modelo para actores y directores, con una envidiable tensión narrativa, una perfecta estructura y unos clímax muy conseguidos. Excelente

FERRAN
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14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Mendacidad
Magistral obra de teatro y no menos magistral captación a la gran pantalla apoyada en una dirección sobria (Brooks), unas interpretaciones inconmensurables (Paul Newman, Elizabeth Taylor y sobre todo Burl Ives) y un guión y unos diálogos inmensos, donde las palabras alcanzan el grado de verdad.

Enorme disputa familiar la que cuenta su historia, alrededor del cumpleaños del patriarca, donde todas las mentiras que nos permiten aparentar desaparecen, y con ello las máscaras que sujetan una vida absolutamente infeliz y una ambición miserable. De una tarde apacible a una eterna noche de tormenta.
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13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Clásica y ejemplar
Elizabeth Taylor y Paul Newman forman una pareja inolvidable, despreciada e inseparable. Como Brando y Leigh de otro tono. Todo comienza con una lesión de tobillo en una situación sensacional. Todo evoca un tiempo que fue mejor, y que por alguna razón se rompió. Los culpables se irán desvelando poco a poco. Pero el drama no sólo es personal, si no social, cuando los hijos de la familia deben posicionarse en esa supuesta guerra por la herencia que sus mujeres llevan al quicio (para sobrepasarlo). Newman al principio no convence, parece tambalearse, no estar seguro. Pero según le van dando diálogo, según entona sus primeros enfados, impresiona, deja huella y te embauca. Mientras oyes a Elisabeth Taylor no piensas en otra cosa, aquella muñeca seduce dialecticamente, dulce y desgajada, tenaz y desbocada. El ritmo hace que todo discurra como agradable paseo donde en algunos momentos hay que agarrarse a la butaca. Gracias Tennessee Williams por otro estupendo drama que Brooks elevó con mérito. Me quedo con una imagen, en la que se ve al hipnótico Newman y entabla un diálogo de miradas con Taylor, no se dicen casi nada, y casi todo queda dicho cuando tira ese cojín sobre la cama. Pulso el botón, se pausa la imagen, los veo abrazados y se pausa también mi pulso.
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11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Las mentiras afloran
Basada en la obra homónima del dramaturgo Tennessee Williams y ganadora en 1955 del premio Pulitzer. Esta adaptación al cine basó su éxito en un excelente guion, con diálogos sobresalientes, aparte de un gran elenco dirigido con maestría por Richard Brooks. Cada papel está bordado con profundidad y los actores funcionan en un perfecto engranaje donde nadie es eclipsado. La pareja protagónica (Elizabeth Taylor y Paul Newman) se devora la pantalla y embruja con su complicidad. Somos testigos de una historia profunda del sur estadounidense, sin época, debido a la universalidad del argumento. Los escenarios son claramente distinguibles. El jardín representa a la Naturaleza y, en medio de ella, los integrantes de la familia hablan, gritan y su discurso carece de sentido y permanencia. En contraposición, al interior de la mansión conviven los diferentes estados de la precariedad humana. El segundo piso es apto para la hipocresía y las frases entre líneas y, al descender al primer piso, aparecen la ambición, la envidia y la codicia, siendo este estadio propicio para verdades y mentiras descarnadas. Finalmente está el sótano, donde emergen los sentimientos profundos y donde no hay cabida para la mentira, el gran tema de la obra. Este último es el sitio de los afectos, del amor no brindado, de la lealtad, el lugar desde donde se puede apreciar lo que le da sentido a la familia. Si bien no es explícito, el tema de la homosexualidad es central, dando a entender que proviene de la carencia de amor en la relación padre-hijo. Hay algo de puritanismo en esa premisa, debido a la presunción de que el protagonista (el hijo predilecto de Big Daddy) no asume responsabilidades y ello conduciría a su afición a las fiestas y al alcohol, lo que supuestamente lo llevaría a ser homosexual, o quizás, dicha cadena de causa-efecto sea a la inversa, que en cualquiera de los casos lleva a una estigmatización de su condición. En cualquier caso, dicho punto de vista es nítido e interpretado cabalmente por Newman. Por su parte, el papel de la esposa representa la lealtad a toda prueba, una especie de variante del amor, matizada por su origen de precariedad de recursos. Es la gata sobre el tejado caliente que irradia vitalidad sobre el mundo, defiende con celo sus intereses y que representa la esperanza, el empuje y la fe ciega en un futuro mejor. Brillante película.
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11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
LAS MULETAS DE LA VIDA (O COMO UTILIZAR LOS MECANISMOS DE DEFENSA PARA NO FRACASAR EN EL INTENTO)
Ser fiel a la novela de T. Williams obliga a pagar un elevado tributo porque forzosamente la película tiene que llenarse de renglones librescos. Y nunca mejor que en esta ocasión puede afirmarse que R. Brooks y James Poe consiguen minimizar el peaje.
Construyen la eficacia en base a la magnífica interpretación de P. Newman y E. Taylor.
También de los demás.
Esos diálogos se convierten en corrosivos, enervantes y dolorosos cuando la comunicación pretende un punto de sinceridad porque se desnuda el alma y parece que el mundo se desmorona.

Para vivir necesitamos la verdad, el sudor y el dolor pero eso sólo puede conseguirse con el apoyo de las muletas.

En la novela quedó escrito en forma de frases, párrafos y capítulos.
En la película el celuloide se llana de expresividad cinematográfica.
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11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Demasiado teatro para ser cine.
Tennessee Williams es dramaturgo y por tanto lo suyo es puro teatro. Y el teatro puede o no funcionar en cine, dependiendo mucho de la adaptación y, sobre todo, de la labor de los actores.

Siento disentir, una vez más, de todo el mundo, pero para mí “La gata sobre el tejado de zinc” es un verdadero homenaje a la hiperactuación cinematográfica. De ella sólo se salva un actor, Paul Newman, curiosamente el que interpreta al personaje supuestamente más desquiciado.

Elizabeth Taylor, sí, está preciosa, fantástica, divina, espectacular, pero… claramente sobreactuada. Sus idas y venidas emocionales, su bipolaridad manifiesta y su exaltación constante son muy de personaje de Tennessee Williams, a quien le encantaba la exageración, sobre todo en sus personajes femeninos, a juzgar por su historial (recordemos a la histérica Blanche de “Un tranvía llamado deseo”)

Del resto qué se puede decir? La embarazadísima cuñada con su patulea de niños cuellicortos insoportablemente ruidosos, otro paradigma de personaje caricaturesco y ridículo. Su constante pelotilleo a los suegros, su descaro y su exagerada estupidez huelen a falacia. Por no hablar del personaje de la suegra, sus aspavientos, sus melodramáticas intervenciones… uffff, puro teatro!!!! Demasiado teatro para ser cine!!!!

Mención aparte merece Paul, mi Paul, el gran, bello e inconmensurable Paul. Su personaje, Brick, es el único en la obra que está alejado e incluso asqueado de la codicia y la mezquindad que caracterizan a los demás, incluída su repulsiva esposa, Maggie la gata. En justa proporción, su interpretación es la única que aporta sobriedad (paradójicamente, puesto que se pasa toda la cinta bebiendo whisky como un cosaco), contención y sencillez. Está tan comedido en su papel de alcohólico compulsivo que hasta cuesta creerlo. Ni un tambaleo ni un balbuceo ni una mijilla de opacidad en la mirada… Desde luego es un alivio entre tanto histrionismo, pero en mi opinión se queda pelín corto.

Otra cosa muy chocante son los cambios súbitos e inesperados en los conflictos emocionales: del amor al odio, del odio más atroz al perdón, del asco al deseo… En este sentido la escena final entre Brick y Maggie es… cómo lo diría? Simplemente un disparate. Puro teatro.
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22 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
¿Por qué le tienes tanto miedo a la verdad?
Todos le tenemos miedo a la verdad porque la verdad puede ser dolorosa y, aunque siempre es preferible a una mentira, muchas veces puede condenarnos a una vida de amargura, una vida en la que nuestro interior se retuerce como hoja que la llama engulle y sólo el alcohol con su efecto de sueño de los sentidos puede aplacar tanto dolor. Eso es lo que le pasa a Brick, un hombre que parece que sintió algo más por un amigo suyo y ahora ahoga esos sentimientos prohibidos entre whiskys y con un matrimonio no muy bien relacionado, en el que él llega incluso rechazar un vaso en el que ella ha bebido. La tensión es patente en esta magna obra del cine y el tándem Taylor Newman nos hace vibrar e incluso estremecernos con ese drama existencial en el que el amor, lo prohibido y el pasado se entremezclan con endebles hilos que parecen se fueran a romper en cualquier momento. El tejado de zinc quema, pero la gata resiste, comprende lo que Brick siente y sigue amándole a pesar de todo, una gata con un precioso vestido blanco que resalta esos ojos violáceos tan bellos, una gata que lucha por lo que cree que es suyo y que llora con una terrible dulzura sentada en su cama de cabecero dorado. Completa esta magna obra un padre moribundo, pedante y odioso que sabe ver en el corazón de las personas y admira a las almas atormentadas, pero de buen fondo, rechazando la hipocresía y la mediocridad de su horrorosa nuera coneja y esos nietos tan relamidos e insoportables. El padre ama a Brick a pesar de ser un auténtico fracasado y ama a la gata luchadora, ama la dolorosa cara de la irremediable verdad, de la muerte que afila su guadaña y se enfrenta a ésta para asentar su imperio sobre los nobles corazones, no sobre las apariencias y falsedades... Destacar la frase de Liz: "Estoy viva, ¿comprendes?... Vivo todavía, ¿por qué le tienes tanto miedo a la verdad?" Sencillamente genial, he llegado a poner esa escena múltiples veces con enfermiza obsesión y no me cansaré nunca. A mis 19 años uno de los mejores clásicos que he visto en una atmósfera agobiante y opresiva que nos transporta al calor sureño, a los corazones atormentados, la lucha por el dinero y el amor en todas sus posiblidades... Disfrútenla.
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12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Maggie, la gata
A 50 años de su estreno, no puedo encontrar esta película más vigente. Y es que ésa es una de las virtudes de las grandes películas: el no envejecer; así Richard Brooks consiguió hacer una de las mejores películas de los 50's en esta fabulosa adaptación de la estupenda obra teatral del talentoso Tennessee Williams.

Aquí hay de todo como en botica: envidia, resentimientos, desamor, hipocresía, ambición, frustración, celos, muerte....... y en medio de todo esto una mujer dispuesta a todo por salvar su matrimonio. Personajes inolvidables encarnados por un puñado de grandes y extraordinarios actores.

Elizabeth Taylor es la gata del título: sensual, aguerrida, pero frágil y vulnerable a la vez todo en una interpretación memorable que la hacía vislumbrar como una de las grandes actrices de la historia del cine. Paul Newman es su atribulado marido quien esconde un secreto que sumado a sus resentimientos le impiden ser feliz pese a que tiene todo para hacerlo, una delicia de personaje a quien Newman dota de gran humanidad y aporta tremenda credibilidad.

El gran Burl Ives es el plato fuerte en una excelente actuación interpretando a Big Daddy, el patriarca de la familia que quiere controlar todo y a todos, pero que en el interior no es menos sensible que cualquiera de nosotros. La talentosa Judith Anderson interpreta a su amante esposa, tan perfecta que raya en lo insoportable al punto de tolerarle todo al marido incluso el gran desprecio que él en algún momento de la película le evidencia. En la contraparte figuran Jack Carson y Madeleine Sherwood como el hijo mayor del matrimonio y su esposa, cuya ambición desmedida puede llegar al punto de fomentar la destrucción de la relación de la pareja protagónica.

Perfecta por donde se vea, este es un film que seguirá perdurando.
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8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
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