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21 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
9
MAGNÍFICA
La Biblia dice: “quizá hayamos acabado con el pasado, pero él no ha acabado con nosotros”.

“El refugio de mi padre”, película bellamente subestimada, hace una clara alusión a dicha frase. Por muy lejos que huyamos, el mundo seguirá siendo muy grande y nosotros muy pequeños y allá a donde vayamos acecharán en la sombra nuestros demonios.

Independientemente de que sean mayores o no, toda persona está fascinada con la vida de sus padres, especialmente las partes que tal vez nuestros padres optaron por no compartir con nosotros. Quizás porque para comprendernos mejor a nosotros mismos debemos retroceder en el tiempo y comprender nuestros orígenes.

Matthew MacFadyen interpreta a Paul Prior, un famoso fotógrafo de guerra que vuelve a casa tras 16 años, por la muerte de su padre, encontrándose con una cita pendiente con sus miedos y siendo consciente de que todos estamos irremediablemente encadenados al pasado. El film muestra a sus personajes ante la búsqueda de su propia identidad, en una ciudad en la que todos quieren huir y escapar.

Por otra parte el director neozelandés Brad McGann complica la trama sobremanera, mezclando drama con suspense y manteniendo al público constantemente trabajando para desentrañar sus misterios, ése será su principal encanto, dando una voltereta sobre la trama, los personajes y sus dilemas humanos.

La película tiene un aguijón en la cola, pero no será hasta mucho tiempo después en que seamos conscientes de que nos ha pinchado. Sólo entonces será imposible no sentirse turbado por una cierta sensación de tristeza.

Película muy recomendable, además de ser la única del director, que nos dejó en el 2007.
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30 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Pueblo chico...
Nueva Zelanda es un país de perfil bajo. Misterioso, pequeño y aislado como pocos, la vida pueblerina parece acoplarse a su identidad nacional. No sorprende entonces que una historia como ésta, de drama familiar y thriller policial encuentre su lugar en el mundo con tanta facilidad y naturalidad en el relato.
Un aclamado fotógrafo vuelve a su terruño y se enfrenta con reproches de su hermano, alli entabla una relación amistosa con una adolescente (extraordinaria actriz la tal Emily Barclay).
Lo que parece ser una buena película sobre el viaje interior y la vuelta a las fuentes, de pronto cambia su tono cuando la adolescente desaparece y empieza a resurgir un oscuro pasado familiar como posible explicación del misterio.
Muy interesante pelicula con grandes interpretaciones y satisfactoria vuelta de rosca final. La falta de ritmo de los tramos iniciales se compensa con creces ante la vertiginosa resolución.
Linda joyita perdida en los fríos mares del cine "independiente".
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19 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Prefiero no ser nadie en algún lugar que ser alguien en ningún sitio
Potente y semidesconocida historia que nos llega de las antípodas, escrita y dirigida por Brad McGann (de quien pudimos ver en Gijón su excelente corto Possum, premiado hace una década, y que lamentablemente sólo nos dejará este largo, pues ha fallecido hace apenas año y medio).
Lo que empieza siendo la típica trama de vuelta a las raíces, a la búsqueda de un mundo anterior y/o interior, evoluciona repentinamente hacia un thriller policiaco, un tanto peculiar, ambientado en un sitio donde no parece pasar nada que altere la tranquila y aburrida existencia de sus habitantes. Pero ya se sabe que hay que escarbar un poco para descubrir los demonios que habitan bajo la tierra de cualquier lugar, por muy pulcro y apacible que sea en apariencia, y la peli se transforma en algo casi "lynchiano" (tanto las particularidades de las historias familiares como esa ambientación en la neozelandesa Otago me recuerdan bastante, salvando el punto surrealista, a Twin Peaks).
El tour de force interpretativo entre Mathew MacFayden (a quien pudimos ver de Mr. Darcy en Orgullo y Prejuicio), que hace de Paul, ese fotógrafo de guerra que vuelve a su tierra, y Emily Barclay, Celia, la inquieta adolescente con la que mantiene una relación que se presume extraña, es sumamente interesante.
Otro aspecto notable es la banda sonora, a cargo de Simon Boswell, tan agradable como ecléctica, en la que se intercalan temas de la superestrella de la ópera local, Kiri Te Kanawa y de la grandísima Patti Smith, como el Free Money que acompaña a los créditos finales. También me parece estupendamente fotografiada por Stuart Dryburgh, que tiñe la belleza de los paisajes de Nueva Zelanda de tonos grises y oscuros, que acentúan la melancolía y la cierta perversión de lo que nos cuenta su director.
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14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Ay, que me atraganto
Cuando, tras casi una hora y pico de película, el guionista parece no querer dar descanso a un machacado espectador que, contrariado y prácticamente violado, sigue atendiendo a lo que sucede en pantalla, es este mismo quien no puede reprimir un leve chillido como respuesta. Porque una cosa es que, de tantos giros y giros circenses, te la intenten meter doblada sutilmente, y otra muy distinta, que de tanta insistencia la sutileza se haya ido a tomar por saco.

Mi pregunta, tras un atroz intercambio de golpes entre el machaca que escribió la historia y las mejillas de un servidor no es otra que: ¿para esto dejo yo apagada la tele los domingos? ¿para evitar un telefilm rancio, pestilente y agotador, encontrándome luego con un refrito neozelandés con muchos premios y poco cine entre líneas? Pues menuda gracia, oiga.

Quien crea, de todos modos, que la pega de "In My Father's Den" está en los burdos giros que da, que sepa que la cosa todavía puede ir mucho más lejos. El film de McGann pasa de lo que podría haber sido un drama crudo, a un telefilm encubierto sin demasiado talento de por medio. Bueno, talento si que hay: para meter la cancioncilla indie en el momento de confesión más dolorosa, para dejar cabos sueltos a lo largo y ancho del metraje, fingiendo que nada ha sucedido (como cuando la madre encuentra las fotos, por ejemplo) y para olvidarse de más de la mitad de los personajes durante, aproximadamente, media peli. Si a eso se le llama talento, aquí lo hay. A montones.

Los únicos aspectos positivos a destacar, pues, serían las interpretaciones de un entonado Matthew MacFayden, la, en ocasiones, exquisita fotografía de la que hace gala, y sus primeros instantes, en los que para ir desgranando este drama familiar al espectador y ponerlo en situación, se usa el elemento idóneo (la cámara), aunque todo ello sea sólo un espejismo y otro modo de que al final termine cayendo, y se coma enterito el mojón. Sin dejar ni rastro.
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21 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
El deseo de evadirse para encontrar la propia identidad
Animado por la presencia de Matthew MacFadyen, un actor al que auguro -o como poco, deseo- una gran proyección, me dispuse a ver el único trabajo en la obra de Brad McGann, a quien se llevó el cáncer en 2007, apenas tres años después de la realización de esta cinta, que hubiera sido un gran comienzo en la carrera del susodicho. Nos deja como recuerdo de su fugaz experiencia como cineasta un remanso de paz, soledad, reflexión y melancolía enmarcado en una historia nostálgica en la que sus protagonistas comparten entre sí la coincidencia de unos pensamientos instalados en vivencias pasadas. Es un deseo de evadirse de un lugar para intentar encontrar la propia identidad, hecho que queda reflejado en la genial frase extraída del guión que el propio McGann escribió basándose en la novela de Maurice Gee: “Prefiero no ser nadie en algún lugar, que ser alguien en ningún sitio”.

Como hilo conductor de estos sentimientos y expresiones, Paul Prior (Matthew MacFadyen) un reputado fotógrafo de guerra que trabaja para importantes agencias en Europa, que regresa a Nueva Zelanda tras conocer la noticia del fallecimiento de su padre. La vuelta al mismo hogar, situado en un pueblo tranquilo que abandonó en su etapa de adolescente, se convierte en una sucesión de buenos y malos recuerdos que buscarán ser encajados por el solitario protagonista. Encontrará en su hermano Andrew (Colin Moy) un imponente obstáculo a su presencia y verá en una joven y fascinada Celia (Emily Barclay), un reflejo de su infancia. Mientras van apareciendo más figuras relacionadas con el pasado de Paul, la historia va girando dentro de una espiral que combina drama y thriller desde un formato pausado y de fuerza irregular, que hace ver a esta película como un producto bien hecho y de admirables intenciones, de liviana fortaleza. Contiene escenas poderosas, maravillosas, que intuyo perdurarán en mi cabeza, pero en general mantiene un ritmo ligero que impide que su historia -que tiene todas las cartas para ello- se eleve hasta un dramatismo más puro, que afecte al espectador de una forma más contundente.

Las notables interpretaciones de Matthew MacFadyen y Emily Barclay y lo regular de un correcto reparto consiguen que veamos con credulidad lo representado. La fotografía, que encuadra parajes inmejorables y que se caracteriza por un movimiento reposado y una iluminación atenuada dispuesta generalmente bajo la niebla o la oscuridad de la noche, se conjuga a la perfección con el exquisito gusto musical de su protagonista, que en un viejo pero bien conservado tocadiscos reproduce vinilos que ejecutan temas tan sublimes como “Chants d'Auverge”, cantado por la soprano neozelandesa Dame Kiri Te Kanawa y tocado por la English Chamber Orchestra, que descubrí gracias a esta película y que no me he cansado de volver a escuchar repetidas veces.
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10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Thriller existencialista
Me parece un ejemplo exacto de película densa, en cuanto a la historia que cuenta, y en cuanto a los personajes que intervienen en ella, pero que gracias al talento del director neozelandés Brad McGann se disfruta como si fuera un thriller.

En un momento sabemos que los personajes protagonistas se intercambian un libro de Albert Camús. Sin ser algo explícita, la presencia del filósofo francés es constante. Los personajes, como en muchos de sus textos, andan a la búsqueda de su propia identidad y en cierta medida huyendo de sí mismos. Personajes con deudas con el pasado, presos de sus miedos y sus dudas, que deben enfrentarse a su propia realidad.

Para una película así era necesaria la presencia de actores curtidos en una construcción de personajes compleja. Matthew MacFayden es excelente, con una formación inicialmente teatral que le hace superar de manera brillante, ahora en el cine, el estereotipo externo siendo capaz de conseguir la profundidad de los rasgos internos de su personaje –el fotógrafo Paul Prior-.

Finalmente la película es un mosaíco de comportamientos magníficamente retratados en el marco de una pequeña ciudad de la que todos, o casi todos, se quieren escapar. La inmensidad y la belleza de sus paisajes no evitan la claustrofobia y los pequeños escondites finalmente no sirven para huir. Todos tienen relación con todos. Todos son culpables o cómplices, y herederos, no solo de sus propios actos, sino de lo que otros antes hicieron.
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8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Los neozelandeses también lloran
Hay películas buenas que gustan necesariamente a todo el mundo y películas malas que, objetivamente, no se merecen otro calificativo superior a truño. “El Refugio de mi Padre” no es del primer tipo ni del segundo… por el contrario es de esas películas que gustarán o no según los gustos del espectador, de su estado de ánimo en el momento de verla y de si aguantan hasta el final.

Porque es que “El refugio de mi padre” tiene una primera hora absolutamente árida en la que no sabe uno muy bien qué hace tragándose ese tostón Neocelandés que no va a ninguna parte: un conjunto de personajes atormentados por miles de traumas y secretos del pasado que no van quedando claros hasta la segunda mitad de la película y aún ahí, cuando la cosa toma forma, el interés global es completamente relativo. Puedo entender perfectamente a quien haya mandado a paseo la película en el minuto cincuenta… claro que entonces se habrían perdido un final que, sin ser el no va más, sí entrelaza y cierra de manera inteligente los diferentes traumas de la historia.

Las interpretaciones son correctas y la música es de las que animan a esperar a los créditos finales para quedarse con la lista de canciones y conseguirlas. Seguramente no vuelva a verla, pero la recomiendo. Como anécdota, el doblaje del sobrino del protagonista es lo más penoso que he visto/oído en muchísimo tiempo (claro que no es culpa de la película), suficiente como para querellarse por atentado contra el buen gusto.
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8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Una buena sorpresa
Una bonito descubrimiento en el mar de películas que te encuentras habitualmente en tu video-club. Tiene argumento. Una historia que contar que flaquea al principio y va "in crescendo" hasta llegar a un final inesperado. Lo adereza una buena banda sonora y magnífica interpretación de Matthew MacFadyen. Me ha gustado.
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7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Una gran interpretación de su protagonista.
La interpretación de Matthew Macfadyen no tiene fisuras. Hace que su personaje sea absolutamente creible y que tenga una personalidad muy bien definida.
La dirección es impecable y hace que el desarrollo de la historia no aburra ni se precipite innecesariamente.
Es de lo mejor que se puede ver.
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10 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
De vuelta a casa
Una película sencilla, sin aspavientos ni pretensiones, basada en unas interpretaciones muy correctas y en un trabajado guión, que adolece de una preocupante falta de ritmo en su tramo inicial, pero que se compensa con un desenlace emotivo y sorprendente. Sustentada casi en su totalidad por un convincente Macfayden y una deslumbrante Emily Barclay (un valor a seguir), su mayor inconveniente radica en su falta de homogeneidad, en sus constantes altibajos, que provocan que se pierda el interés en más de una ocasión. Pese a ello, puede dársele una oportunidad.
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Lenta y aburrida
He querido validar esta crítica que en su momento escribí con poco texto. No recordaba la película, así que me leí otras críticas. No fue suficiente. Vi entonces que podía visionar un trailer para poder rememorar el argumento. Nada. Al final, al final del vídeo me empezó a sonar la chica protagonista. El hecho es que había olvidado por completo la películas, su guió, sus actores, el título no me decía nada y al ver trailers tampoco aportó salvo al final.

Tenemos un mecanismo para defendernos y olvidar lo que no nos gusta. Esta película fue borrada sin querer de mi memoria. Y fue porque su ritmo era lentísimo y aburrido, esa es la palabra. Cuando los personajes dejan de interesarte su presente, pasado o futuro pues la película entra en barrena.

La película va de más a menos y de tan lenta estás deseando que acabe de una vez, es simplemente aburrida. Para olvidar.
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4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
La cebolla de mi padre
Aviso que puede ser todo spoiler.
¿Porqué todos y todas tienen cara de alga pocha en esta película? ¿Porqué nadie se muestra con afabilidad, con buen rollo, con ganas de estar un poco vivo? ¿Porqué las actuaciones de todos y todas son en exceso estándares, son actuaciones-tipo que no muestran nada de lo particular de la persona?
El valor de esta cinta se encuentra en la historia, en unos hechos que no se van a desentrañar hasta el final del metraje. ¡Ah, qué increible! ¡Lo que nadie sospechaba!... ¡Já! Aquí acaba todo, en una historia rocambolesca. Que sí, que es una historia sorprendente, pero no tiene nada más.
Sí, tiene lo que tienen la mayoría de las películas de ahora: Del sexo masculino no se salva ni el gato. Todos son unos pervertidos y unos violadores. Unos desalmados. El único que no, el protagonista, aún así lo ponen como un tipejo raro que no se sabe explicar, atontado, y que juguetea atándose un cinturón en el cuello cuando quiere copular. Ah, también se salva de la quema el policía gordo; como siempre, los servidores del orden, que son la mano larga del Estado, también se salvan.
La película no aporta nada más. Aún así, por el guion, podría salvarse, pero al menos necesitaría algo que le de vida a lo largo de los 120 minutos que dura. Pero no. Actuaciones planas, repetitivas en su esencia. Personajes sin nada especial, vacíos, con diálogos comunes y corrientes...bueno no, a veces dicen cosas que lanzan al vacío, con miradas hacia la nada, evocando una y otra vez el bostezo del espectador. Y sobre todo, esos gestos cansinos, lánguidos, tan propios del cine español, esos tonos de voz tan monótonos...mi conclusión es que se trata de una película pretenciosa, que camufla esa pretenciosidad en la manera sencilla que tiene de rodar las escenas.
Es posible que la sociedad, la población, en el mundo de hoy, sea como se muestra en esta película. O es adonde nos quieren llevar. La película es tendenciosa, pues no muestra ningún relieve, ningún contraste que ayude a la reflexión, a la comprensión de algo. Pero no, solo interesa la historieta, como si fuera un "basado en hechos reales"; el problema es que tal planteamiento juzga a las personas por lo que hacen, sin atender en absoluto a las circunstancias (esto se comprende observando el encefalograma plano de los personajes)
Bueno, he dejado mis impresiones por aquí, sin ordenar, simplemente he bosquejado los pensamientos que me han surgido a bote pronto, más viscerales. Espero que a alguien le sirvan.
En conclusión, historia quizás interesante pero que se derrumba al no haber absolutamente nada más que la sustente. Un generoso 3.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Lento comienzo, interesante desarrollo y fallo imperdonable de montaje al final.
Relato lento, pero interesante de la vuelta al pueblo natal de un fotógrafo de guerra internacional Neocelandés que vuelve tras la muerte de su padre y se queda para descubrir secretos de su pasado. La trama no pierde interés en ningún momento, pero la película tiene un fallo final gordísimo, no sé si culpa del director o del montaje. Aún así merece la pena, pese al desliz.
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6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
POLLO, QUÉ MAL TE LO MONTAS
Encuentro muy acertado que McGann se acuerde de su padre en el título de la peli. Yo también lo hice.

No sé si definir el argumento como indie, punky, culebronesco o telefilmnesco… el caso es que funciona a ratos, pese a su rebuscada sordidez, pero termina produciendo una inexorable desgana en el sufrido espectador, que se aburre y se hace la picha un lío, a partes iguales.

De hechuras, en general, bonitas de ver, la peli podría haber quedado bien, pero el realizador se aseguró de destrozarla en la sala de montaje. Es como si, al llevar los rollos de película al proyeccionista, éste se hubiese formado un cacao con ellos y los proyectase en completo desbarajuste.

Una farragosa mezcolanza de secuencias, amenizadas por Patti Smith.
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4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Sorprendente joya de Nueva Zelanda
Buenas, no me va a caber toda la crítica. Os remito a www.culturaencadena.com. Allí la encontraréis íntegra.

Sorprendente calidad y recomendable para todo el mundo. No sólo porque narra una historia que se puede considerar lineal con un clímax más que interesante y elaborado, sino porque goza de cierta profundidad e introspección de los personajes que nos resultan familiares en seguida por compartir con ellos parcelas de nuestra personalidad.


Una familia que oculta un secreto que puede o no ser el que pensamos desde el principio. Asistimos, a través de las vivencias de los personajes y de sus flashbacks, a la desintegración de dos familias y todo por culpa de los secretos y las mentiras.

Habla de la culpa, la inadaptación al medio, las mentiras y los secretos, el lado oscuro humano, etc...

Es una muy buena opción para todo tipo de públicos, eso sí, la película tiene un tempo pausado, se puede decir, en lenguaje barriobajero cinematográficamente hablando, que es lenta. No me lo parece ya que esa lentitud es necesaria para ir desentrañando el intríngulis y el mensaje y, de no ser por los primeros planos de los personajes, no podríamos disfrutarla tanto como lo hemos hecho.
A destacar la banda sonora y las reiteradas menciones a Patti Smith.
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3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Entre lo delicado y lo anodino
Si sabes de antemano el argumento de la película, si estás informado de por dónde van a ir los tiros, te será llevadera. De lo contrario, difícilmente superarás los primeros tres cuartos de hora, por la frialdad y la insipidez de todos los personajes, y en especial del protagonista, un tipo francamente anodino e inexpresivo, por más que sea obvio que esconde cosas que acabarán teniendo su miga.
Estamos ante un drama familiar duro, emocionante en su parte final, y muy bien ambientado en uno de los lugares más remotos del mundo (para nosotros), pero también demasiado falta de ritmo y de precisión, con un empleo de flashback que resulta confuso, o al menos anticlimático, y con una resolución poco convincente y que, a mí al menos, me hace sonreír por las comisuras.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Ópera prima y testamento de un buen director.
Es muy poco el cine de calidad que nos llega desde un país como Nueva Zelanda, aún teniendo un embajador de lujo como el propio Peter Jackson. El caso de Brad Mcgann, es especialmente dramático por habernos dejado el 02/05/2007, poco después de habérsele diagnosticado un cáncer.

Allá por 2004 rodaría esta pequeña joya del cine independiente, que destila sensaciones de belleza e intranquilidad a partes iguales y que nos narra ese viaje interior hacia lo más inescrutable de nosotros mismos. Fue premiada con el Fipresci en Toronto ese año y ha quedado en la historia del cine indie, como vestigio de lo que podría haber sido una gran carrera en el séptimo arte.

Basándose en la novela homónima del prolífico Maurice Gee, nos narra cómo tras la muerte de su padre, el renombrado fotógrafo Paul Prior regresa desde Europa a su recóndito pueblo Neozelandés, diecisiete años después de marcharse, para encontrar ese pasado del que resulta imposible desprenderse.

La estructura narrativa parte de un drama familiar cargado de búsquedas personales de la verdad propia, con una sensibilidad palpable y patente en cada mirada y en cada frase de unos personajes genuinos y hermosos, interpretados con una responsabilidad dramática que me produce una empatía e identificación considerables. Parte de la clave de esta veracidad y credibilidad, viene dada por un guión redondo y unos personajes llenos de matices, pero todo se reafirma con la brillante relación dramática de sus dos personajes principales: Matthew Macfadyen en el papel de Paul Prior y la fulgurante Emily Barclay. La relación entre los dos y sus paralelos viajes existenciales para encontrarse a sí mismos es el arma dramática que hace de la cinta un pequeño tesoro.

El otro punto de vista narrativo interesante es cómo partiendo de ese drama, el director va recargando la historia con cierto oscurantismo y con una sensación de suspense in-crescendo, para terminar convirtiéndose en un thriller policial solvente en su clímax, y relajarse hasta un final que aunque rompa la estructura narrativa posible, devuelve al espectador a la situación natural, la de las emociones tristes y bellas.

El uso de elipsis y flashbacks de forma coherente no hace más que incrementar una riqueza en sus formas que ya tiene en sus contenidos.

La fotografía de Stuart Dryburgh cumple su papel, pero no aporta absolutamente nada, salvo el tratamiento de la luz en ciertas escenas interiores con un estilo de iluminación de zonas, capaz de crear los ambientes más favorables.

(sigue sin spoiler)
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2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
¿Seguro que no es una pelicula española?
Lo digo porque tiene todos los elementos básicos de una película española actual (salvo las inevitables referencias a la guerra civil):

- Personajes absolutamente desquiciados, torturados, nada creibles, prepotentes, egocéntricos ,... ¿pero donde se mete la gente normal?
- Historia truculenta donde las haya.
- Sexo (no demasiado explícito) intergeneracional.
- Adolescentes raros, raros, raros. ¿Pero donde están los adolescentes normales?
- Resolución de la trama ridícula, absurda y nada creible. ¿De verdad hay que recurrir a 'eso'?
- Ataques (velados) a la religión y a los sentimientos critianos. Aquí se junta todo: Los personajes truculentos son, además, fanáticos rezadores. ¿pero donde están los creyentes normales?
- Referencias poco claras a hechos y circunstancias del pasado que, reconozcámoslo, a esas alturas de la película, poco importan.
- Escenas de nubes, de pájaros que vuelan, de ríos, ... (pero sin pasarse)
- Familias desectructuradas. Es decir, gente rarita donde las haya.
- Maniqueismo simplón. A Celia solo le falta tocar el piano y ganar alguna medalla.

Por otra parte, magnífica banda sonora.
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7 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Genuíno Tennessee Williams neozelandés
Pues eso, melodrama de nivel 9 con sus dos horas largas como mandan los cánones, bastante bien llevadas (con alguna que otra miradilla al reloj) tristón y deprimente, en el que sobresalen sobre todo los temas de la gran Patty Smith.

Nada nuevo en el horizonte, pero, al menos, las lentejas están comestibles.
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4 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
El refugio de mi padre
Entre las mejores películas jamás vista y contada de un modo fascinante. Cada escena es una gota, ninguna tiene más peso de la otra. Con una densidad tan compacta que no te puedes distraer ni perder una palabra. Es como un rompecabezas cuyo diseño se va formando de a poco para mostrarnos al final, lo que sucede cuando en la vida se prefieren callar las cosas por miedo. Todos son aquí débiles en algún modo. Se guardaron sus acusaciones y secretos. Mientras tanto, cuando la pregunta parecía que estaba bien enterrada, y la gente se enorgullecía de no haber dicho nada, la respuesta aparecerá de la manera más explosiva, como una supernova, tan pequeña y escondida en el universo que parecía inofensiva, sorprenderá a todos con la fuerza de su revelación. Quién se guarda una pregunta dentro, tarde o temprano se responderá sola, y será peor que haberla dicho en principio.
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