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28 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
6
...o como con la sencillez, brillar con luz propia
Visto lo visto, a estas alturas, cuando uno se encuentra con una propuesta como Kolya, lo mínimo que puede hacer es atender, disfrutar y agradecer el esfuerzo realizado por llevarla a cabo.
Ya que, en el tercer largometraje conducido por el cineasta checo Jan Sverak, nos encontramos con unos engranajes tan simples como lúcidos, que logran aportar al espectador una buena dosis de melancolía y encanto al mismo tiempo, donde una trama sencilla funciona de modo notable gracias a los múltiples aspectos que se nos presentan en la cinta, desde las entrañables y penetrantes interpretaciones, hasta momentos de cine con mayúsculas, verdaderamente sensibles y delicados.

Sin embargo, nada funcionaría igual sin la cuidada y trabajadísima realización de Sverak, que combina a la perfección planos detalle que sugieren más que muestran, una banda sonora gratamente racionada a lo largo de toda la película, sin caer en los peores excesos sensibleros, una fotografía magníficamente manejada, en la cual ningún encuadre parece estar fuera de lugar o un tempo llevado con estabilidad y fuerza, pese a lo largo que se pueda llegar a tornar dicho trabajo en el tramo final.
Detrás de esa gran labor, también hay alguna que otra falencia, como un final que parece poco trabajado, aun y sin caer en los abusos sentimentaloides, un relato al que le falta algo más de dedicación durante ciertos puntos o algunas secuencias que no parecen tener cabida dentro de esta deliciosa historia.

Tampoco le faltan intérpretes competentes (todos cumplen su parte del compromiso con sencillez y amabilidad) y un tema, que se podría haber tratado con mas pericia, y se deja en un segundo plano, en detrimento de la historia principal.
Ojalá de vez en cuando pudiesemos contemplar y aplaudir simpáticas crónicas como esta, aunque hoy en día el cine parece más empeñado en sorprender con forzada originalidad o torpones giros que no con naturalidad y lucidez.
Un aplauso para Jan, y otro para su guionista y protagonista, que pese a no tener un gran guión, pone empeño y fuerza, obteniendo un más que encomiable resultado para los amantes del arte cinematográfico más clásico.
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30 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
SOLTERO MADURO, SIN HIJOS, SE RECONCILIA CON LA VIDA POR ACOGER A UN NIÑO
Sentimental y encantadora complementación de dos personas que se necesitan: un hombre sin hijos y un niño sin padre. Pero con la sazón genial de que encima el pequeño es un foráneo extranjero en el país del adulto que le acoge, y para mayor inri ambos hablan idiomas diferentes.

Las sucesivas circunstancias por las que tienen que pasar estas dos personas hasta despertarse en el interior de ambos el afecto de uno hacia el otro, es de una naturalidad, belleza y comprensión aptas para cualquiera. Conmueve profundamente ver como ese hombre que no sabe tratar con niños, ha de aprender de repente y con la ternura, paciencia y pedagogía tan espontánea que lo hace. Luego el final, debido a su gran realismo (como suele ser la vida: sí, la vida que no se casa con nadie), completa un film muy bueno y con méritos de sobra para obtener todos los premios y reconocimientos que ha obtenido en el mundo.

Felisísima exposición del hombre maduro y soltero, independiente, liberal, que eligió la soledad y no el matrimonio como la manera menos complicada de vivir a gusto; que no obstante para mantenerse más o menos feliz se busca de vez en cuando el mejor antidepresivo que existe: una amante. Porque una amante a la que amar, acariciar, abrazar... es lo que más apasiona y nos hace sentir dichosos o equilibrados; porque una amante, con la que acostarse y disfrutar piel con piel, ocupa terapéuticamente nuestro pensamietno antes de acostarnos e incluso después de quedarnos dormidos, o también en buena parte del estar despiertos; porque una amante, mujer, es lo que más nos hace sentir la vida, la felicidad y el sentido universal.

Fej Delvahe
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34 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Frantisek Louka
Cuarto largometraje del checo Jan Sverak, que consiguió el Oscar a la mejor película en lengua no inglesa. El guión es de Zdenek Sverak, protagonista de la película y padre del director.

Frantisek Louka es un afamado violoncelista, de 55 años, soltero y donjuan, que ha sido excluído de la Orquesta de Praga por su desafección al régimen pro-soviético. Ha de ganarse la vida tocando el violoncelo en funerales y dando clases. Vive solo en una buardilla, donde cultiva con empeño su condición de donjuan. Gasta más de lo que gana y contrae deudas que le llevan a aceptar, por dinero, una propuesta de matrimonio de conveniencia con una joven rusa, madre de un niño de 5 años, que quiere obtener el permiso de residencia en Checoslovaquia para pasar, de inmediato, a Alemania Occidental, donde reside su amante. Deja al hijo, Kolya (Nicolás), en Praga al cuidado de la abuela. Cuando ésta cae enferma y muere, los funcionarios gubernamentales entregan el niño a Frantisek. Pese a la resistencia inicial de éste y a las dificultades derivadas del hecho que el niño sólo habla ruso, nace entre ambos una relación de afecto que les une fuertemente y que llena el vacío afectivo y emocional de Frantisek.

La narración se desarrolla con gracia, ironía y ternura, mientras el espectador es testigo de la antipatía que los checos sienten por los rusos, de la ostentosa presencia militar rusa en las calles de Praga y de las acciones de protesta que se suceden hasta la caída del régimen en 1990. La interpretación del niño rebosa simpatía y una naturalidad entrañable. La bonita historia que cuenta la película se complementa con la visión de una Praga monumental y espléndida, rodeada de paisajes idílicos. A ello se añade una banda sonora magnífica que recoge numerosos fragmentos de Dvorak, uno de Mendelshonn y reserva para el final una pieza de Smetana. A destacar la secuencia en la que el niño se pierde en el metro, mientras Frantisek lo busca con desesperación.
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24 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Los niños pueden sacar lo mejor de uno mismo
Entrañable y entretenido film checo, que con sencillez, sensibilidad y algo de humor narra las desventuras de un músico checo, inmaduro, terriblemente mujeriego y siempre al borde de la ruina economica, pero aún así el hombre siempre con espíritu positivo. Me gusta la naturalidad y la verosimilitud en la relación con el niño ruso, desde el desconcierto y la desconfianza inicial, hasta la complicidad y el cariño finales,buen retrato de esa sociedad que convive como puede con el axfixiante comunismo de la época, película modesta pero muy entretenida y entrañable.
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10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Metáfora reconciliadora con Oscar.
Ganadora del Oscar a la mejor película extranjera, "Kolya" es una película checa que cuenta la historia de un músico en decadencia y donjuanesco que debe convivir y cuidar forzosamente a un niño ruso -Kolya-, hijo de la mujer con la que se ha casado por conveniencia para salir de sus problemas económicos, puesto que la madre lo ha abandonado.
Se trata de una comedia suigeneris o más bien de un drama político con genuino sentido del humor. La figura de este niño es una metáfora esperanzadora y de reconciliación, un puente, entre el invadido, resquemado y desconfiado pueblo checo, y el invasor pueblo ruso.
Escrita por el padre del realizador, también actor protagonista (una versión muy buena de Sean Connery en checo) es, sin duda, una noble, loable y buena película de una cinematografía ahora mismo parca en títulos pero que tiene dos importantes tradiciones artísticas dentro del cine que son muy desconocidas: el cine de dibujos animados y los teatros de marionetas.
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9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Fronteras, y no solamente estatales. (ni políticas)
La historia de dos vidas totalmente distintas que se cruzan en un difícil momento para ambos. Dos personajes bastante interesantes, bastante completos, bien retratados. Y la relación entre ellos muy bien llevada, con una evolución trabajada, lógica y creíble.
A los secundarios quizá les falte un poco de profundidad, pero aún así no acaban de estar mal, aportando y sirviendo de gran ayuda para el desarrollo de la historia y de los personajes principales. Cuando menciono que quizá falte algo de profundidad en algunos personajes en concreto me refiero a la madre del niño y a la mujer que canta en los funerales. Me pareció que tratándose con un poco más de profundidad se resolverían algunas lagunas que de algún modo puede dejar la cinta. Son algunas preguntas que se quedan sin respuesta, aunque ciertamente lo que importa es el final, pero tampoco estaría mal poderlas resolver.
El reparto me pareció muy adecuado, con excelentes interpretaciones de todos y cada uno, sin destacar a nadie por encima del resto, pero a muy buen nivel todos.
Y por supuesto, lo mejor es la historia, una historia bonita y conmovedora, posible, real, pero sin las habituales exageraciones sentimentalistas que se vienen haciendo en el otro lado del charco. Se muestra una historia dramática tal y como puede llegar a ser, sin necesidad de añadir innecesariamente “maquillaje” para llegar a un número de espectadores que de otra forma habría congregado.
Interesante.
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7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
EL CINE CHECO NO ES SÓLO MILOS FORMAN
Las pequeñas filmografías, cines periféricos o industrias alternativas, como queramos llamarlas, suelen deparar joyas cada x tiempo y alguna figura reconocible. Tras el telón de acero, muchos paises emergieron desde los noventa con una personalidad nacional que en época comunista no era tan evidente, posibilitando la diferenciación entre cines polacos, hungaros, checos, etc... Quizás con el denominador común de la revisión crítica de guerras, deportaciones, depuraciones, dictaduras y deshielos.

El caso de Kolya encaja perfectamente en esto último, pero sin dejar de ser en cada plano un claro exponente de la cultura checa, de tanta personalidad y para muchos desconocida. El resultado es una de esas pequeñas joyas que se pasean por festivales o, como en este caso, logran un oscar que suena como modo de atención de lo que se crea en otros paises. La cinta está bien rodada, con unos actores, en especial el protagonista padre a su vez del director, que funcionan con nitidez. Incluso el niño ruso tiene la mirada perfecta de la escuela de los Pablito Calvo del mundo. No se puede decir que Kolya sea una obra maestra, pero sí que está bien realizada, que su historia nos engancha y nos enternece sirviendo a su vez para observar el transfondo político de una transición con final feliz. Una película hecha desde dentro, sin necesidad de recurrir a retoricas made in hollywood.

Como queda dicho, el cine checo no es sólo Forman, ni el polaco Polanski o Kieslowski, ni el español, supongo, sólo Almodovar o Buñuel. Lástima que esas otras fuentes emanen con cuentagotas por nuestras carteleras.
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6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Matrimonio de conveniencia
Un maduro músico checo acepta un matrimonio de conveniencia con una joven rusa, madre de un niño de cinco años. Por una serie de circunstancias, tendrá que hacerse cargo del pequeño.
Título ganador del Oscar al mejor film extranjero, escrito y protagonizado por Szedenk Sverák, padre del realizador, Jan Sverák. El argumento recurre a una fórmula de probado éxito, consistente en ablandar el corazón de un adulto apático poniendo en su vida a un tierno infante; por fortuna, Sverák hijo esquiva las tentaciones sensibleras. Asimismo puede verse como una metáfora de carácter conciliador entre el pueblo checo y el ruso.



"Eres menos egoísta de lo que pensaba. Jamás creí que te preocuparías tanto por el hijo de otra persona."
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Qué niño
Aunque le cuesta un poco entrar en materia, desde que se concentra en la relación del músico cincuentón y soltero con el niño ruso la película es una completa maravilla.
Rodada con esmero, con atención a detalles y una fotografía espléndida, lo que más asombra es la actuación del niño. Mérito del director pero también del niño. Hay primeros planos de él que enternecen a cualquiera.
Además la película es un testimonio más del imperialismo comunista, que se comió Checoslovaquia como tantos otros países.
Se demuestra de nuevo la calidad del cine checo.
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6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Un hijo
Esta película que trata de un músico en paro. Y además violoncelista: maduro, independiente. Que no tiene esposa, pero tiene amantes. Que no tiene hijos, y ésa es su perdición.
Ayer vi una película, que comentaré en su momento, en la que el protagonista dice que un hombre debe tener un hijo.
Yo creo que esta película trata fundamentalmente de eso: no de la mujer rusa que hace carambolas para llegar hasta su amante que vive en Alemania Occidental, aspecto que hubiera dado lugar a otra película diferente; ni de la mujer cantante de ópera a la que el sátiro protagonista levanta la falda mientras canta en una misa de difuntos.
Trata fundamentalmente de un hombre solo que necesita un hijo.
Su vida es perfecta: tiene su instrumento, tiene su buhardilla, su madre, su libertad, sus amantes como hemos dicho; pero no tiene un hijo.

Y ahora tiene la ocasión de tener uno, y su vida da un giro inesperado de trescientos sesenta grados: porque no es una media vuelta y a buscar el tiempo perdido, sino que es una vuelta completa para seguir hacia delante.
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5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Sorprende agradablemente
No todos los días se ve una película de la Antigua Checoslovaquía (por favor el que haya visto tres esta semana que me mande un mensaje) y como ganó Óscar se hizo conocida y la echaron en la dos y ésta bien.

Cuenta la historia de un músico bohemio que es veterano y es un seductor y lo interesante es que mezcla la música con contexto histórico, social y la personalidad del citado músico y sus vivencias, que aunque no lo parezca es un seductor (en Estados Unidos el actor haría de lavaplatos). Habla de diferentes países, del comunismo, de la Antigua Alemania etc..

Es interesante porque no sólo está bien hecha también aprendes del citado país, de su historia etc..
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4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Ha nacido un padre
Doy mi voto y manifiesto mi simpatía por esta película en la que un solterón consumado, carente de todo compromiso por nada que no fuera su música, rehuye sistematicamente, -como si de una efermedad contagiosa se tratara-, la paternidad y la familia.

Circunstancias imprevista, -un matrimonio de conveniencia que se le complica-, le colocan ante el cuidado de un niño de 5 años, al que ningún afecto le une, ...
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7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
¡La nuestra es roja!
Una película perfecta como aperitivo para adentrarse y comprender la República Checa y su compleja relación con los rusos que viene de tan atrás. Kolya es un retrato sencillo y suave de ese país, con un guión y una fotografía repletos de pequeños detalles: la tradición musical de los checos, la melancolia de los tejados praguenses, el sabor de un viaje en Travi, la cocina tradicional de mamá o el ambiente de provincias; la frialdad de la burocracia rusa, el extraño magnetismo de los cementerios o el color de Praga al atardecer.

Y mientras, sin darnos cuenta y junto al transistor con el que Franka se acuesta cada noche, nos han contado la Revolución de Terciopelo.

Kolya funciona como historia personal y dulce que, con semejante telón de fondo, nos cuenta a la vez muchas cosas. Se disfruta, se aprende y además, arranca unas cuantas sonrisas con un guión muy ingenioso. Totalmente recomendable.
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4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Simplemente es tan tierna...
Kolya es de esas emocionantes películas y por muy buenas razones, una película que no se queda en el simple hecho de una preciosa historia, una historia que tiene más fondo, un fondo realmente grande.
Una historia que demuestra que los valores humanos más profundos van más allá de cualquier pensamiento o sistema político y así queda demostrado en esta película.
Situada en un entorno comunista donde este ya llega a su fin narra la realidad social de aquellas personas afectadas por el sistema, una realidad que no mira ni por los sentimientos ni realidad emocional de cada persona y así queda reflejado.
Una mujer rusa se casa con un checo para poder obtener los papeles y poder cruzar la frontera a Alemania dejando a su hijo en Praga, esa es la base de la película, critica el sistema pero la película tiene, por supuesto más fondo que esa simple historia, tema amado por los americanos y del que ya estamos cansados de escuchar, sobre todo aquellas personas que vivimos en algunos de los países eslavos.
Durante la película podemos observar una preciosa historia entre dos personas, un hombre maduro y un niño de cinco años, que hablan diferentes idiomas y no se pueden comunicar y ahí lo bello de la película, no importa ni el idioma cuando los valores humanos están presentes y así nos muestra, ni el sistema político ni el idioma están por encima de los valores humanos.
Historia en diferentes momentos bastante sobrecogedora y con preciosos momentos tan tiernos donde a uno es fácil que se le caiga la lagrima, a pesar de que a veces busca esos momentos de lágrima fácil gracias a dios no es el cine americano de sentimientos fáciles al que estamos acostumbrados.
La película demuestra en todo momento que es cine checo pues muestra la realidad de la Republica checa y en más concreto Praga, ciudad al que el turismo habitual no está acostumbrado a mirarlo de esta manera sino simplemente una ciudad de preciosas fachadas donde se obtienen preciosas fotografías así que la película muestra un realismo auténtico en bastantes aspectos como por ejemplo las viviendas y vida diaria de cualquier persona que viva bajo la presión del sistema.
Una vez más aplaudo a la película por no quedarse solamente en la anécdota de la realidad política-social que vivieron los países eslavos sino que por encima de todo eso están las personas sin importar raza, ideología o tendencias, las personas somos personas y eso es lo importante.
Una gran película.
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3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Paternidad inesperada y Revolución de Terciopelo.
Frantisek Louka (Zdenek Sverák), violoncelista, de 55 años, soltero y mujeriego, que fue expulsado de la Filarmónica de Praga, se tiene que ganar la vida tocando en funerales y cementerios, donde también repinta las letras de las sepulturas. El bueno de Franta, así le conocen sus cercanos, ha acumulado deudas y cuando su amigo Broz, sepulturero, le propone un matrimonio de conveniencia con una joven rusa no se puede resistir. Lo malo para Franta será que su mujer se marcha rápidamente a Alemania, para ello quería el pasaporte checo, y deja a su hijo Kolya, de 5 años, al cuidado de su tía, quien morirá al poco tiempo, pasando el pequeño a depender de su padrastro.

Efectivamente, estamos ante una película con niño, tierna y entrañable (estos dos adjetivos no tienen por qué tener el significado peyorativo que el cinismo de hoy en día les quiere dar), pero que en modo alguno resulta ñoña ni empalagosa. Zdenek Sverák (toda una institución en su país donde, a sus actuales 83 años, sigue trabajando en teatro, habiendo sido a lo largo de su vida, además de actor, humorista, dramaturgo y letrista de canciones), su guionista, al tiempo que protagonista (y padre del director) escribe una historia llena de gran y buen humor que llega a resultar realista, siendo eficazmente dirigida por su hijo Jan.

La de los avatares de Fran con el pequeño Kolya, excelentemente interpretado por Andrej Chalimon (quien poco después abandonaría toda relación con la interpretación y dijo no guardar buen recuerdo ni del rodaje ni de la productora), no es la única narración que se hace, el orgullo patrio checo ante la continua presencia militar soviética se hace patente; y además se sitúa la acción en el verano-otoño de 1989 desembocando en el comienzo de los acontecimientos de la Revolución de Terciopelo, verdadero preámbulo de la caída del comunismo en Europa.

La música clásica elegida, más la original de Ondrej Soukup, reconocido director de orquesta y compositor, así como la luminosa fotografía de Vladimir Smutny y la belleza del casco histórico de Praga, donde la mayor parte del relato se desarrolla, son valores a añadir a la calidad de la obra.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
simplemente tierna
Sencilla, tierna y nostálgica te va llevando de la risa a la lágrima con fluidez, cuando menos lo piensas ya estás totalmente enamorado de Kolya y de su papá.

Inolvidable cuando ves despedirse en el aeropuerto a Kolya de su padre y la escena donde pone su manita en la ventana del avión, me dió la impresión de que en esos breves momentos se juntaron todas las emociones vividas del filme, muy bien manejada la idea del tiempo en esos instantes que finalmente terminó esperanzadora con la llegada de un hijo propio. Maravillosa, maravillosa.
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4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Lo que se hereda no se roba
Praga, 1990, poco antes de la Revolución de Terciopelo, contra la ocupación rusa. Una Checoslovaquia ocupada por los soviéticos.

Frabtisek Louka (Zdenek Sverák) es un violoncelista soltero, mujeriego como pocos, hombre maduro entrado en canas. Su complicada situación económica, tras haber perdido su puesto en la orquesta filarmónica, hace que acepte un matrimonio por conveniencia con una mujer rusa, la cual necesitaba conseguir la nacionalidad checa. La joven tiene un hijo de cinco años, Kolya, que no entiende una palabra de checo, con el que, debido a una eventualidad, Frabtisek, deberá hacerse cargo.

"Kolya" es uno de esas cintas que resplandece por si misma y uno de los mayores aciertos es la fusión entre el drama y la comicidad, la cual no es para nada fácil de obtener sin caer en tópicos. El manejo de la cámara logra retratar los paisajes de Praga ofreciendo unas postales que se conservan en la retina aún finalizado el film, al igual que los planos cercanos de el rostro tan bien elegido de Kolya. Cada secuencia tiene una belleza única. El ritmo es parejo, preciso por donde se lo mire. El elenco logra interpretaciones acertadas, y aunque la historia se centra en Frabtisek y Kolya, los secundarios aportan lo suyo con la misma nobleza que los anteriormente mencionados. Jan Sverák, es el director de esta maravillosa película. El guión es de Zdenek Sverák, padre del director y protagonista del film. (Lo que se hereda no se roba señores).

Haberme topado con esta película de casualidad, sin recomendación alguna, hace que sostenga, que el séptimo arte es una maravilla por donde se lo mire.
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3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
El roce hace el cariño y la distancia el olvido?...
...esta frase es relativa en muchos casos e incluso se pueden intercambiar los sujetos o predicados, y el caso que nos compete es uno de ellos porque no creo que los protagonistas se olviden mutuamente; sin darse cuenta el niño consiguió cambiarle, y a la vez éste recibió el cariño y protección de un mayor, ya sea hombre o mujer.
El guión es normal, tiene planos y escenas curiosas, buena fotografía y música; pero la película en su comienzo no engancha para nada y no es hasta que empieza la relación con el niño que no se ven momentos interesantes.

Dr. Hackenbush.

Vinodelfin - Barcos
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2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Hermosa sin producir diabetes tipo 2
Generalmente las producciones con una una premisa como la de Kolya suelen ser bastante empalagosas pero no es el caso. Kolya es un claro ejemplo de que se pueden hacer películas hermosas, emotivas sin necesidad de meter un subidon de azúcar industrial. Es una película que te saca una sonrisa y una lagrima a la vez.

Kolya tiene momentos emotivos, momentos cómicos y una hermosa fotografía de Praga.

Además nos enseña una pequeña parte de la historia de República Checa nos acerca a este país centroeuropeo.

Lo dicho, vean Kolya.
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2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Ese chico...
Es difícil encontrar por dónde empezar a hacer la crítica. Hay varios planos, todos excelentes: la situación personal del músico solterón, la vida en Checoslovaquia después de la invasión rusa en 1968, los signos de un sistema opresivo (pero que deja curiosas vías de escape personal), el progresivo vínculo del personaje solterón y maduro con el niño Kolya y en este último punto hay que detenerse.
Una de las cosas que me asombran de las películas en las que trabajan niños es cómo logran actuaciones tan buenas, y en este caso llegan a límites superlativos. El chico tiene ¡5 años! Es asombroso como actúa en toda la película y más llamativo cómo se maneja en algunas escenas (puedo citar el llamado telefónico desde la bañera, pero hay otras). Digna de verse sólo por eso aunque esto no desmerece la excelente actuación del protagonista y el resto del reparto, sólido y convincente. Sólo falta la hermosa fotografía y la música, que es un placer, y ya no falta casi nada.
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2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
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