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41 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
9
La última salida de Alain Leroy
Hay algo que necesita comprender Alain Leroy cuando al principio sale del sanatorio. Él tendrá que esperar al final de la historia, pero nosotros lo sabemos casi desde el inicio. ¿Por qué consigue tocar las cosas pero no sentirlas?

Quizás es la pérdida de la juventud. Recordar la juventud es tratar de coger con las manos un manantial: no podemos evitar intentarlo pero siempre se nos escapa.

Quizás los amigos. No los puede tocar, ahora los amigos están muertos en vida, o al menos en un estado tan lejano a su vida que si estan vivos el muerto debe ser él.

Quizás las ideas. Los ideales son máscaras y él lo que desea es eliminarlas todas.

Quizás las mujeres. ¿El amor? El amor se toca en un instante, desaparece en otro más pequeño, ni siquiera hay tiempo para la agonía.

¿Qué queda?
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90 de 98 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Alain Leroy
Escrita y dirigida por Louis Malle, se basa en una novela corta (1931) de Drieu La Rochelle. Se rodó en exteriores de París y Versalles y en estudio. Obtuvo el premio especial del Jurado y el premio de los Críticos Italianos de Venecia. Fue nominada el León de oro de Venecia. Se estrenó el 15-X-1963.

La acción tiene lugar en París y Versalles a lo largo de 48 horas, en 1962/63. Narra la historia de Alain Leroy (Maurice Ronet), de 28 años, escritor, sin afinidades políticas, casado con una norteamericana (Dorothy) desde hace 3 años, vivió con ella en NY hasta hace medio año. No se adaptó a la vida de NY y cayó en el alcoholismo. Regresó a Francia para curar su adicción. Lleva 4 meses sin beber, pero se siente presa de angustias y miedos. Decide visitar a sus antiguos amigos y conocidos en busca de calor humano, apoyo y amistad.

La película expone el proceso interior de un hombre débil, ex-alcohólico, interno en una clínica privada que le ha llevado a la abstinencia, sin investigar las causas de su adicción y sin curarla. Las adicciones son una enfermedad que exterioriza carencias profundas que se han de investigar y tratar hasta la reinserción social y laboral del enfermo. Es excelente el crudo realismo con que la película describe la patología de Alain, olvidando tentaciones románticas, idealistas o surrealistas. Tampoco busca culpables o responsables de los hechos. Para Malle la realidad es tan compleja que no permite entrar en este tipo de cuestiones. No explica, pero indica las causas del problema. En este sentido resulta desolador el panorama de desinterés, frialdad, egoismo y rechazo contenido que Alain encuentra entre sus antiguas amistades. Nadie está dispuesto a darle el apoyo que necesita, busca y pide. Dos imágenes muestran con elocuencia la desesperación interior del protagonista: su curce a pie de una calzada saturada de coches en una tarde lluviosa y el paso inesperado frente a la clínica de Versalles de una carrera ciclista (tal vez la última etapa del Tour) que atrae mucho público e impide la circulación. Malle incluye un breve homenaje a Scott Fritzgeral: Alain lee un ejemplar de "El Gran Gatsby".

La música para piano solo, de Erik Satie, aporta el apoyo sonoro más brillante y adecuado que se podía esperar. La fotografía, de Ghislain Cloquet ("Las señoritas de Rochefort", 1967) ofrece largos travellings, junto a una cámara que busca y acaricia a los personajes y destaca detalles relevantes (teléfono, pistola, mano temblorosa). El guión se centra en la exploración del proceso interior de Alain en su itinerario desolador de 48 horas. El narrador es uno de los elementos de trasmisión de los pensamientos y sentimientos ocultos de Alain. La interpretación de Maurice Ronet es extraordinaria. La dirección construye un drama psicológico, complejo y realista, de gran profundidad.

Película realizada por Malle a los 31 años. Confirma sus grandes aptitudes y muestra su pasión por el drama humano.
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75 de 81 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
El paraiso perdido de Leroy
Es "el fuego fatuo" una película que intenta representar a una generación entera- generación que Malle no llego a vivir, otorgándole aun más mérito. Todos aquellos jóvenes que vivieron la bohemia parisina de la posguerra. Sus hígados machacados se han convertido en libros de egiptología, drogas blandas con las que alejar el recuerdo o puestos administrativos respetables. Sólo Philip Leroy, protagonista de la historia, es incapaz de pasar página; sigue siendo incapaz de asumir su madurez. A la vez, mira hacia atrás para ver en que se quedaron todas sus juergas: en unas amistades que las arrugas se encargaron de separar, en un matrimonio roto y en la más absoluta de las soledades.
No es ni mucho menos "El fuego fatuo" una crítica hacia la vida bohemia o libertina, más bien es una reflexión sobre la incapacidad de dejar atras el paraiso perdido, pese a que éste, nunca haya existido más que en el recuerdo. Leroy asume su incapacidad para amar, siempre pendiente de una carrera contra el tiempo que finalmente, le ha alcanzado y ante el que se niega a claudicar. Por eso el principio de la película es tan lento y la segunda mitad tan acelerada. Los primeros 40 minutos representa la monotonía de la vida en la clínica: ese letargo que adormece los instintos de Leroy. Cuando llega a París, los personajes se suceden, las acciones también. La genialidad de Malle radica en hacer ver que ese ritmo acelerado de vida ya no es el de antes, sino una continua negación de él. Todos niegan a Leroy, que se defiende en un momento de la película con una frase memorable: "admiro lo que hace, en especial porque no cree en ello". ¿Quien lleva la razon? Malle huye de la moralina y deja que cada espectador saque sus consecuencias.
La preciosa banda sonora y la actuacion de Ronet son la guinda para una película redonda.
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48 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Prólogo al fuego fatuo
Tengo casi 40 años, aún siendo bastante joven estoy ya cansado. Siempre he sido guapo, para que negar y la modestia es algo que no comprendo ni comparto.
Mujeres nunca me han faltado, os sorprendería conocer a las bellezas que me he llevado a la cama, muchos me envidiaríais pero para mí siempre fue demasiado fácil. El dinero nunca fue un problema real, para comer y beber siempre he tenido aunque no fuera yo el que se lo ganara. Siempre había alguna dama dispuesta a permitirme todos los lujos que se me pudieran antojar. Antes de que se me olvide, os comento que me casé en un último intento de ser uno más. Ella me amó, tantas otras también, pero nunca me he conformado y sigo sin entenderlo. Ella es neoyorquina, dejé Paris para vivir con ella pero esta jungla de asfalto ha sacado mis más terrible demonios que ni con grandes cantidades de alcohol he conseguido aplacar. A parte, como anécdota, me siento atraído por su mejor amiga.

Amigos nunca me faltaron, en mis años locos tuve cientos de conocidos y me moví con las personas más inteligentes e influyentes de la época. Bebíamos todas las noches, hacíamos locuras todo el tiempo y las mujeres bonitas eran una en nuestras vidas. Como echo de menos esos años, donde el ritmo precipitado de los acontecimientos no me permitían pensar en el futuro o en mi vejez. Era un "carpe diem" continuo donde los planes o compromisos a medio plazo eran automáticamente desechados. Añoro esa vida, no sabéis cuanto, pero las dudas sobre la forma de vida que elegí me abruman, tengo la sensación de haber perdido el tiempo o de que el mundo a mí alrededor se ha vuelto loco. Siento que nadie me comprende, que nadie puede entender mi agonía.

Con el paso de los años toda esa vida libidinosa, se fue apagando, mis amigos fueron asentando la cabeza, ¡odio esta expresión!, por lo que opté por intentarlo también casándome y yéndome a vivir a New York. Como ya dije, no estaba preparado para esa vida, ni creo que pueda, por lo que me di a la bebida cayendo en un profundo pozo. Todo me daba igual, estaba cansado de esperar algún cambio e intenté comenzar de nuevo. Para ello e fui a una clínica de desintoxicación en Francia. Creía que si dejaba el alcohol podría retomar las riendas de mi vida, no sé si me equivoqué pero la respuesta a esta duda la encontrarás en este filme que espero que encuentres tan intenso como yo mismo lo viví.
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52 de 63 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Mañana me mato.
Se dice Alain. Aunque lleve muerto mucho tiempo.

Hay personas que sólo mueren una vez. Otras, en cambio, se pasan muertas media existencia mientras intentan recordar qué es la vida. La vida...
… la sonrisa ancha, los ojos bien abiertos y aquellos años de gloriosa juventud. Juventud eterna, bella, maravillosa, extrema, perenne durante aquellos años. La vida...
que se escapa, incontrolable, fatigosa, dolorosa.

No hay necesidad de amor. Su ausencia puede ser sumatoria, pero jamás será decisiva. Si no hay amor, es porque no hay vida que amar, porque no hay causa que justifique su búsqueda.

¿La amistad? ¿Hablamos de aquellos que siguieron avanzando junto al reloj? ¿Aquellos que con ojos misericordiosos nos observan varados en mitad del camino?

Es el ayer. Es lo que se escapa de las manos; que como el viento jamás podremos retenerlo.

Es el tiempo, como siempre.


<<Mañana...
La vida...
Conmigo no transcurre lo bastante deprisa, así que la acelero. La corrijo.
Mañana me mato.>>

(Alain Leroy)
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36 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Amanecer
'El fuego fatuo', junto a 'Amanecer', es la película de mi vida.

Representan las dos caras de la moneda. Son, para mí, hermanas siamesas de apariencia completamente diferente.

Dependiendo de mi estado de ánimo, me sentiré más cercano a una u otra.
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36 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Cuando el dolor no procede de ningún órgano
Eso es lo que Alain Leroy proyecta en este inercial paseo de despedidas: llamaradas que se escapan de un ser humano en absoluto deterioro. Porque para profundizar en este oscuro drama de Louis Malle, en el que un cuerpo supuestamente restablecido es incapaz de contener un alma, que huye de una morada que ya no siente como suya, es bueno saber el significado exacto de su título. Y según el DRAE, Fuego fatuo es " Inflamación de ciertas materias que se elevan de las sustancias animales o vegetales en putrefacción, y forman pequeñas llamas que se ven andar por el aire a poca distancia de la tierra, especialmente en los lugares pantanosos y en los cementerios"
Entenderás, cuando veas esta imprescindible obra del gran maestro francés, lo ajustado del encabezamiento.

Pocas veces en el cine te transmitirán de manera tan certera sensaciones, vacíos existenciales, dolores del alma, soledades incurables, paraísos perdidos...; que afectan a otros, pero que te aproximan al doliente de manera que huelas la gangrena. Te alejas, sí, pero tiemblas de miedo ante la indiscutible posibilidad de que el virus de la nada se esté instalando en tu conciencia y acabe alimentándose de lo que tú conoces y los demás no entienden. Hayas llegado a esa percepción a través del alcohol, el acto trivial del amor o cualquier otra sustancia esclarecedora.
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20 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Un preciso y admirable trabajo.
Autoconvencida hasta la médula de lo que cuenta, esta arriesgadísima y admirable película, resulta un cruce ejemplar entre el desarraigo existencialista y nihilista con un lirismo tristón, hermoso y rotundo, que la dan un aire de obra redonda e insólita, para mí una obra maestra, realizada por Louis Malle cuando éste solo contaba con ¡31 años!. De genio.
Resulta impresionante como el director es capaz de atrapar y pegar justo dónde quiere, con semejante argumento resbaladizo y peligroso, absolutamente propenso a estrellarse contra su propia osadía.
Malle nos hace un relato preciso de un drama humano introspectivo, complejo, desamparante, directo a la mandíbula, autoral en el más legítimo y hermoso sentido del término.
Este ser sin asideros, sin convicciones ni entorno, sin apego alguno a la vida, sin apego incluso a la nada, me convence absolutamente por el absoluto autoconvencimiento de su estilo, de su guión, de su música. Un film admirable, digno de estudio. Gran interpretación de Maurice Ronet.
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15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Al pobre Leroy se le escapa la vida
Louis Malle, el maestro francés, presenta un drama que no gusta a todos. Más que un retrato de un alcohólico es el de una persona ajena a la vida, con un pasado que define inexorablemente sus pasos y hace que su presente inmediato sea lamentablemente previsible. Al pobre Leroy se le escapa la vida, y el que no entienda lo que esto significa va a encontrar que "El fuego fatuo" es una estupidez. Por eso no es una película para todos, aunque el existencialismo que destila sea algo tan habitual que a cualquiera puede pasarle algo parecido.

Sí, desde luego, puede pasar que de repente uno no siente las cosas, que ya no se percibe la realidad como quisiera, darse cuenta que el vacío lo es todo y que no hay esperanza por tener una vida como la de cualquier mortal. Vaya he dicho mortal, lo que somos todos, claro, hasta Leroy. Hablar de existencialismo es hablar de la vida y, de otra manera no podría ser, de la muerte. Y ser consciente de todo ello es lo más grave...

Mi pequeña reflexión es la que es, mínima. Podría ir a más, pero lo que me interesa constatar es que he podido creerme la historia de Leroy porque puedo entender lo que le pasa. Que haya sido un borracho me da igual incluso, que no tenga oficio ni beneficio, que caiga mal o que caiga bien. A mí lo que me interesa es que Leroy es consciente de su drama y que Louis Malle sabe explicarlo. Ya he dicho que el director francés es un maestro y lo repito, porque no es banal "El fuego fatuo" y me creo la tragedia que Leroy vive dentro. A él ya le daría igual volver a emborracharse cada día, eso ya no importa, da igual si hace gracia o no. Su desgracia, su losa, es tener la maldita lucidez de saberse derrotado. Hay quienes ignoran esa desdicha y al pobre Leroy no le queda otra que afrontar unos hechos que, por supuesto, le hacen ser pesimista.

A mí "El fuego fatuo" me convence porque me hace pensar. Por eso es buena película, aunque sea el drama de un tipo que parece rarito. Lo voy a decir por tercera vez, que no se me quitan las ganas: Louis Malle es un maestro.
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12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Más que cine, vida
Cierto es que “El fuego fatuo” es un film atípico y difícil de dirigir, pero también hay que hacer patente la vigorosidad que ofrece Malle a todos y cada uno de los momentos que aparecen en pantalla, sin jugar con recursos excesivamente facilones como la voz en off (aparece en muy contadas ocasiones) o las secuencias llevadas a extremos totalmente antinaturales, las cuales son prácticamente inexistentes. Y es de agradecer.

La interpretación a cargo de Maurice Ronet es uno de los mejores pilares de la obra, pues afronta con compostura y solidez un papel para nada fácil, además de inusual, logrando con gran solvencia que el espectador se vea aturdido por algunos momentos que, además de contar con la ayuda del gran cineasta que hay tras este artífice tan natural y bien desenvuelto, están llevados con gran vivacidad.

Quizá algunos de sus pocos puntos negativos son que en un inicio es demasiado parsimoniosa, dando a ofrecer interesantes aspectos que, quizá no requiriesen tanta atención, y que tarda en arrancar aunque, otorgando a posteriori enormes momentos que sorprenderán a más de uno.

Sin embargo, gran parte del mérito de llevar y culminar un gran trabajo como este, la tiene Louis Malle, que logra instantes de una vitalidad palpable, sin necesidad de artificios, haciendo que más de uno se vea inmerso en el pedazo de vida que extirpa... porque, más que cine... es VIDA.
Por cierto, paralizante final, sin lugar a dudas.
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16 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
LA DESESPERACIÓN DE UN HOMBRE LÚCIDO
Pierre Eugene Drieu De La Rochelle era un escritor non grato en la Francia interesadamente desmemoriada de la década de los 60, precisamente cuando el director Louis Malle decidió adaptar una de sus más conocidas novelas, "Le fue follet". De La Rochelle se había quitado la vida en 1945, tras haber colaborado con el gobierno títere de Vichy y abrazado, poco antes del inicio de la II Guerra Mundial, el credo brutal de los fascistas. Louis Malle posteriormente trataría tan espinoso tema en una de sus más aclamadas películas, "Lacombe Lucien", pero en el momento del rodaje de "El fuego fatuo" la sociedad no estaba aún preparada para aceptar un exorcismo necesario para cerrar las heridas de una vez por todas.

Malle, autor en solitario del guión, decidió decontextualizar la historia del escritor condenado a la ignominia, desideologizarla, a través de una astuta adaptación del original. Trasladó la acción a la época contemporánea del director y cambió las razones que llevan al suicidio al protagonista. De La Rochelle, en su novela, describía los últimos días de un poeta surrealista amigo suyo, Jacques Rigaud, un personaje arrogante que no toleraba la compasión de nadie, para, a partir de este homenaje, realizar un discurso totalitario y atacar la democracia, culpándola de ser la causante de la decadencia que lleva al suicidio. Louis Malle, por supuesto, no podía torear con semejante bazofia. Por esa razón, dió una base existencial a la angustia del protagonista, Alain, omitiendo toda carga ideológica polémica. "El fuego fatuo" acabo siendo un sombrío, negrísimo estudio de las últimas horas de vida de un hombre de 30 años que, tras salir de una clínica de desintoxicación para alcohólicos, descubre que la única forma de evitar la madurez es suicidarse. Interpretada magníficamente por uno de los grandes secundarios de la cinematografía gala de mediados de siglo, Maurice Ronet ("A pleno sol"), "El fuego fatuo" es una desoladora película, terrible, de una austeridad casi bressoniana, un retrato de unos personajes poseídos por el nihilismo y la desesperación. No sólo Alain es una sombra es un mundo sin calor. Los otros personajes, aquellos que visita antes de dispararse un tiro en el pecho, son igualmente lastimosos (la glacial pareja de la alta burguesía, los dos amigos del partido comunista, los poetas vanidosos que atesora Jeanne Moreau en su casa ...).
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10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
La despedida
Autopsia de un cadáver.
En busca de Alain Leroy. El intento de entender por qué sufre tanto, por qué la vida le resulta tan insoportable. Se "investiga" y se dan varias razones:
- La principal: Tántalo; no puede tocar a nadie, se siente intocable, como si viviese en un túnel, con una vida paralela a la de los demás, incomunicable y glacial.
- El alcohol: al principio bebía por diversión y esperando que la vida se ordenase y tuviese un sentido. Cuando comprobó que reinaban el caos y el absurdo, empezó a beber de verdad, "a muerte", con rabia y desesperación.
- "Relaciones cobardes": amigos, en el fondo, superficiales y ocasionales, egoístas y vanos.
- Juventud perdida: los viejos tiempos; se estiró la época "del esplendor en la hierba, de la gloria en las flores...", de la irresponsabilidad, los amores fugaces, las fiestas y las huidas; acabó todo eso y la madurez duele y horroriza.
- Tedio: perteneciente a una clase acomodada en la que el trabajo no es de primera necesidad, es un escritor angustiado, abrumado por la especulación circular, el ensimismamiento y la enmienda a la totalidad.
- Las mujeres: son la conexión directa con la vida, el sentido crucial, y él lo ha perdido, ya no las desea, no se siente capaz, ni con fuerzas ni con ganas; comprende, finalmente, que nunca las tuvo, fue incapaz de darse.
- Lucidez: se acabaron las máscaras, los engaños y las coartadas; ha llegado el momento de ver las cosas en su esencia y desnudez, sin tapujos, a la cara; el resultado es desolador.
Buena película. Austera, despojada y sensible. Un tanto pomposa y altiva, pero cruda y sincera.
Densa y honda; rica en sugerencias y planteamientos, quizás peca de demasiado coyuntural (tics del momento que vistos hoy son un poco ridículos: esa bohemia de chichinabo, esos ricos papanatas...) y de cierto envaramiento social (el sobado asunto de la burguesía opulenta y sus aburridos vicios).
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7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Existencial, profunda, emocionante...-Un tesoro del cine Francés.
Película inspirada en la novela de Pierre-Eugène Drieu, « La Rochelle ». Y plasmada con grandeza por un joven Luis Malle en 1963.
El Fuego Fatuo (Le feu follet) se convertirá en piedra angular de la filmografía del cineasta. Legando a su vez un radiante prestigio al cine Francés.

Trágica, existencial…. y delicada, si se permite decir. El Fuego Fatuo, nos describe la historia de desesperación espiritual de un joven Alain (Maurice Ronet). A quien la indiferencia absoluta ante la vida le lleva a recorrer un viaje sin esperanza.
Un personaje ensimismado en un mundo, que siente que no puede tocar. Un Impecable retrato pausado en su forma pero vivo en su expresión. Un mundo de reflexión, que Malle, si nos permite acariciar con el privilegio de una expresiva imagen.

Destacable la hermosa melodía de Eric Satie, con notas, que en algunos momentos rozan lo poético.
Un clímax fatal, que se deja sentir con las brillantes interpretaciones de Maurice Ronet, Jeanne Moreau o Bernard Noël. Y que expresa con belleza una sólida fotografía mano de Ghislain Cloquet.

El camino de una vida sinsentido, un mundo del que sientes que no formas parte, un mundo que no puedes tocar.


……..sencillamente perfecta.
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7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Cuando sólo queda una pistola.
Alain ha llegado al final de su camino. Hace mucho tiempo que se ha bajado del mundo y tras haberse encerrado durante meses en una prisión espacial y anímica decide realizar un último viaje a la realidad. Una realidad a la que se enfrentará sobrio, distante y sin nada que perder.

Alain camina como una sombra entre viejos amigos y antiguas amantes, serpenteando un París decadente y triste que ya no es el suyo. El alcohol rebota en Alain como recuerdo de su juventud y el paso del tiempo le apuñala a cada paso porque todo ha cambiado y ya sólo es un fantasma en punto muerto. El pasado refleja en su rostro a un borracho al que todos han olvidado, el presente es el vacío, un callejón sin salida en donde ni siquiera puede servirse una copa para intentar ser él mismo de nuevo. El futuro es una pistola apuntando al corazón.

Y Alain, como un Peter Pan aniquilado por el reloj de la madurez, sabe que no quiere seguir jugando, porque todo es mentira para él. Es una sombra caduca, rodeado a su vez de sombras adultas que viven también en un engaño perpetuo. El futuro se abre entonces para Alain. Una pistola. Nada más. Y un fuego fatuo que nunca ha brillado, apagándose para siempre, como un epílogo de alguien que nunca ha existido.

https://corazonesenelprecipicio.blogspot.com
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8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Apología de las sombras
"El fuego fatuo" es el que representa los restos de una persona, la sensibiliad que pueda quedar en ella tras perder la salud e intentar volver a la vida, París da miedo cuando la desgracia ha sido ahogada una y otra vez, las diversiones de ayer son los problemas de hoy, la tristeza y la soledad, el dilema del qué hacer para no recaer, pone en duda si una persona se cura del alcoholismo y demás excesos, la vida es esperar entre una angustia perpétua y la voluntad que podría hacerla desaparecer, dentro y fuera del centro hay convivencia y una aventura por intentar contactar con lo civil, luego están los planes y la pistola.

La película genera tremenda y oscura curiosidad por recorrer ese pasado lleno de vacíos de realidad y por conocer esa despedida, pasiones y esperanza, certeza de que no volverá a brillar, aceptar y rechazar su propio destino, nostalgia y promesas de mentira que condenan a las personas hasta hacerlas despreciables, el refugio de vivir colgado de mujeres y la escusa de hacer apología de las sombras cuando en realidad es el sol el que encandila.

Toda una generación de personas cambiadas que avisa del uso del sexo, alcohol y otras drogas, en mi caso aterra como se pasa de ser grande a mediocre, la ciudad no perdona y un hombre satisfecho es un marciano, no sentir nada, ni querer ni desear, se confiesa, un borracho plagado de moralejas y recuerdos, incapaz de cautivar a nadie, incapaz de ser amado.
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6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
MAÑANA ME MATO
Louis Malle, filma una película sobria, elegante, con una exquisita fotografía en B&N que me encantó (aunque en un principio Malle empezó a rodarla en color, pero no satisfecho con el resultado hizo el cambio a B&N) y una banda sonora excelente (de Erik Satie-Gymnopédies (1988) y Gnossiennes (1983)) cuyas notas de piano desnudas resultan el apoyo perfecto a la melancolía y el tono existencialista de "El fuego fatuo".

Y sí, la película es puramente existencialista, no encontraremos en ella, escenas de acción o una trama de simple pasatiempo. "El fuego fatuo" hay que verla con dedicación, no como entretenimiento (que también) si no como ejercicio reflexivo sobre el dolor, el tiempo perdido, la depresión y el sentido de la propia existencia. Con estos ingredientes, no parece una película muy atrayente ¿no?, no se dejen engañar, a mí me atrapó desde el principio, empezando por la fotografía, siguiendo por el rostro (guapo pero triste) de Maurice Ronet (me ha encantado su interpretación), y terminando con el tema que trata, la forma de tratarlo y la música exquisita.


(SIGO EN EL SPOILER SIN SPOILER)
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6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Existencialismo
Le feu follet (El Fuego Fatuo) es una de las películas más icónicas del cine francés de la década de los años sesenta. La película está dirigida por uno de los directores más inclasificables del momento, Louis Malle. Y es que este cineasta nunca estuvo totalmente adscrito en los movimientos que estaban revolucionando el panorama cinematográfico, como la celebérrima Nouvelle Vague (aunque sí tuvo ciertos contactos con el movimiento y sus miembros) o la marginada desde la historiografía, Rive Gauche. Pero esto no significa que Malle no fuera a su manera un revolucionario en la exploración de nuevas vías cinematográficas y el Fuego Fatuo es testigo de excepción de este hecho. De todas maneras, el Fuego Fatuo fue una de las películas con las que se sintió más orgulloso el director, por ser una de las más personales de toda su carrera[1].

Sí es verdad, que la película podría relacionarse más con la Nouvelle Vague que con su homólogo izquierdista. Y eso se debe a la temática que desarrolla la película. A diferencia de los filmes de la Rive Gauche, El Fuego Fatuo se centra en la vida de un rico burgués, aislado totalmente de la sociedad y durante toda la película él es el personaje principal absoluto y prácticamente exclusivv (la individualizante investigación de la personalidad, más propia de la Nouvelle Vague que de la Rive Gauche).

El Fuego Fatuo nos presenta a un personaje atormentado, interpretado por Maurice Ronet. Es un ex alcohólico que parece haberse curado después de haber pasado mucho tiempo por tratamiento médico. Sin embargo, se encuentra totalmente vacío. Es un personaje totalmente nihilista, y la película desarrolla precisamente el naufragio del intelectual contemporáneo en el contexto moderno. Ese Vacío, tan literario y poético, es el eje total del filme.

Maurice Ronet, el personaje principal de la película, realiza una de las mejores interpretaciones de la Historia del cine. El actor, que ya había colaborado en otras películas de Louis Malle, como la pionera Ascenseur pour l’Echafaud (Ascensor para el Cadalso, 1957) encarna la perfección el papel que le pide Malle para la película, de un burgués que deambula por la vida y que ha perdido todo interés por esta. El actor nos deja escenas para el recuerdo, como aquella en la que sube lentamente las escaleras en el piso de su compañero, mientras debate internamente el destino final de su existencia.

El Fuego Fatuo se encarga de diseccionar diversas temáticas, como el Nihilismo, la adicción a la droga (el alcohol), o la amistad. En pleno desarrollo de la literatura existencialista[2], la película se encarga precisamente de desarrollar los resortes filosóficos de un representante de la alta burguesía que no encuentra su sitio en la sociedad actual. Parte de la debacle transcurrida por la segunda guerra mundial queda heredada en la tradición que encarna el protagonista. Lo vemos hablar y entablar conversaciones con los diversos personajes con los que se entrevista, pero realmente parece un muerto viviente, que pasa sin pena ni gloria por la pantalla. De hecho, gran parte de la película es un perpetuo recuerdo, un viaje por parte de nuestro protagonista a todos los recuerdos más gratos que ha tenido durante toda su vida y que se han esfumado para no volver. El tiempo que inevitablemente ha transcurrido y ha hecho mella en todo su ser. La película podría definirse perfectamente como un deambular constante hacía el pasado, siempre con unos infructuosos resultados para el presente. Una película poética, que no puede abrazarse racionalmente.

Temas muy personales construyen la película, y de hecho la muerte de uno de sus amigos más cercanos le impactó en el momento de concebir el filme (y obviamente tiene una correlación argumental con la película). Por eso ello mismo realizó la escritura del guión (adaptándolo eso si de la novela de Drieu la Rochelle, que está ambientada en los años treinta) sin contar con guionistas profesionales, por primera vez en su carrera.

Hay que destacar también la fotografía que firma Ghislain Cloquet. Una fotografía realizada precisamente en Blanco y negro porque el presupuesto con el que contaba Malle era muy ajustado, pero que cumple perfectamente sus objetivos, mostrando una vena intimista que es capaz de plasmar los detalles amargos que presenta el filme, pero también desarrollándose bien en las partes que suceden en espacio abierto.

[1] V.V.A.A, En torno a la Nouvelle Vague, Ed. Institut de Valencia, Valencia, p. 296

[2] AGUILAR, José Maria, El cine y la metáfora, Ed. Renacimiento, Madrid 2007, p. 34

https://neokunst.wordpress.com/2015/04/29/el-fuego-fatuo-1963/
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
El borracho chic
Un señor que tiene esposa y amante que le dan dinero se pone a quejarse de la vida en plan de quinceañera aburrida, que suerte que tiene este borracho que siempre encuentra casa y comida, cenas esplendorosas, un borracho que no trabaja pero vamos debe ser el borracho más afortunado que conozco, alguien que llega a tener una adicción es lógico que pierda cosas, se vuelva insoportable, que las personas más cercanas a él se alejen, pero no, este señor borracho es mimado por todos, es el amante más solicitado, pero en medio de todos los mimos él se sigue quejando de lo miserable que es vivir, todo esto me huele al peor cine teatral.

Pues he visto con mucho interés esta famosa película francesa y mi opinión es que es muy interesante en el aspecto de las imágenes, me refiero a esas imágenes tan cercanas y tan cambiantes.
Todo bien con las cosas técnicas pero lo más importante para mi es que la historia de una película me haga suyo, me haga partícipe de sus emociones y nada de eso pasa, no puedo dejar de sentir una gran impostura en todo lo que me cuentan, no logro sentir el esplín que supuestamente debería ofrecer esta película.

Que feo ha envejecido la Nouvelle vague, hay escenas tan ridículas como el encuentro del borracho con unos seudos-poetas, que asco de escena, que falso, que ridícula, todo tan solemne, soltando frases rimbombantes.

El borracho de Freddie Quell en la película The Master: ese sí que es un borracho autodestructivo, que impresiona y da miedo y te hace pensar hasta que punto se puede llegar cuando te vuelves alcohólico.
Las películas Solas y Fat City sí que supieron mostrar esa vida angustiosa que te arrastra al alcoholismo, ésas películas transmiten vida a diferencia de la película El fuego fatuo que sólo transmite una cargante teatralidad.
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18 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Crónica de una despedida
A Louis Malle le conocí hace poco por accidente, sin recomendaciones y sin análisis previos. Ha sido producto del confinamiento como muchos de esos momentos de inadvertida felicidad que aparecen cuando menos se espera.

Esta película narra la crisis existencial que Malle sufrió al cumplir los 30 años en 1962, un año antes de estrenarse. Y es que por aquella fecha sus compatriotas Truffaut, Godard y demás habían marcado un estilo, del que sin embargo él no se sentía identificado. Encuentra en Maurice Renot su alter ego perfecto para completar un guión basado en la novela de Pierre Drieu La Rochelle publicada en 1931 e inspirada en el suicidio del poeta surrealista Jacques Rigaut.
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5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
El viaje de Alain Leroy
Alain Leroy se cura de su alcoholismo en un sanatorio. Recibe la visita de una amiga de su esposa, quien permanece en Nueva York y hace tiempo que no se pone en contacto con él. Leroy, que sabe que pronto tendrá que abandonar la clínica, escapa a París para reencontrarse con antiguos compañeros de juerga.

Alain siente un gran vacío, se halla muy lejos de todo lo que le rodea, como si un halo invisible le separara de las cosas. “Yo no tengo angustias, doctor, tengo una angustia continua”. Los viejos amigos han pasado página, han dejado atrás los días de juventud y de bohemia, están casados, se han conformado. Las mujeres que pasan a su lado le traen de vuelta su fracaso con Dorothy, su incapacidad para conservarlas, algunas de la época de entonces le miran con lástima al comprobar en lo que se ha convertido.

Louis Malle tiene 31 años cuando rueda la cinta. Toma como inspiración la novela de La Rochelle, que adapta; el recuerdo de un amigo; y sus propias experiencias personales. Emplea una dirección armoniosa, elegante, imprime una suave cadencia que sólo interrumpe en momentos concretos, para subrayar la desolación de Leroy. Para algunas de las escenas por las calles de París utiliza largos travellings que reflejan una tensión a punto de romperse.

La narración está plagada de sutilezas, poblada de detalles: una fecha escrita en un espejo, fotografías, recortes de periódico, el teléfono, “El gran Gatsby”, la pistola. Conocemos parte del pasado de Alain gracias a retazos de conversaciones. Todo confluye para crear una sensación de abatimiento, de tristeza insuperable, de despedida.
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