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146 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
9
El bello y la bestia
No podría ser sino Haneke quien le hiciese justicia al verbo acerado y visceral de su paisana, la austriaca Elfriede Jelinek, que poco tiempo después de rodarse la película, recibiría el premio Nobel de Literatura (para algunos merecido; para otros, no tanto). Tampoco podría ser otra sino Isabelle Huppert la que encarnase a la terrorífica y sin embargo, convulsa y bella profesora de piano, uno de los personajes femeninos mejor trazados de toda la historia del cine europeo. Combinación de fría intelectualidad y una sexualidad viciada, casi animal, el personaje de Erika parece condenado a expresar sus pasiones a un nivel tan primario como exquisita es la fachada que transmite hacia el exterior: una fachada que empieza a resquebrajarse en el momento en el que un joven y atractivo alumno comienza a seducirla, haciendo que se tambaleen los cimientos en los que la profesora ha apoyado su retorcido universo.

Ambos iniciarán un peculiar juego del ratón y el gato en el que nunca estará bien claro quién desempeña cada papel: alternativamente, ambos personajes se buscan y se rehúyen en un angustioso tour de force que ha dado lugar a algunas de las escenas más polémicas y perturbadoras de esta película. La capacidad revulsiva de la historia no sólo reside en el carácter enfermizo de la relación amorosa entre profesora y alumno, sino también en la maravillosa capacidad de Haneke de convertir en transparente para el espectador a un personaje que nunca abandonará su gélido hermetismo hacia los demás y de tensar con maestría los hilos que someten a esta mujer a su entorno, desde aquellos que la unen con su madre medio demente (¿o no?) hasta los que determinan su relación con lo más degradante y con lo más elevado del espíritu humano.

“La pianista” no es ninguna fruslería para pasar el rato; se trata de una intensa disección de un personaje en cuya enigmática dualidad reside gran parte del atractivo de la película. Al igual que Erika, el espectador se encontrará dividido entre la admiración y la repulsión por lo que se está narrando y sobre todo, por la manera en la que se está narrando.
Es una película incómoda, pero terriblemente fascinante de la que cuesta abstraerse...muy recomendada.
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264 de 284 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
DESAGRADABLE... PERO GRANDIOSA
No es 'La Pianista' una película apta para cualquier tipo de público. Desde mi punto de vista es, junto con 'Funny Games' y 'Caché', la obra maestra de Michael Haneke, un genio de la sugestión, que gracias a este film demuestra, una vez más, que es uno de los mejores y más interesantes cineastas del momento.
'La Pianista' es una historia de amor violenta y terrible, narrada sin convenciones y de una forma cruel, apoyada en una magistral interpretación del elenco protagonista, desde una apoteósica y deslumbrante Isabelle Huppert, que se come la cámara, hasta el más que convincente Benoît Magimel y la veterana Annie Girardot.
Está basada en una novela de Elfriede Jelinek (premio Nobel), obra que es aún más difícil de digerir que la propia (y personal) adaptación de Michael Haneke.
Una película que reflexiona sobre la realidad, una realidad que se apoya en la 'normalidad aparente', y que esconde tras de sí comportamientos humanos reprimidos. Para ello, el film se ayuda de un personaje femenino impresionante y desgarrador, Erika (Isabelle Huppert).
Nos nos engañemos, 'La Pianista' es dura, desagradable, triste y repugnante... pero maravillosa, cargada de secuencias memorables y silencios que cortan la respiración, junto con una más que adecuada banda sonora y una magistral puesta en escena.
Se trata de un film en el que, como espectadores, debemos no sólo hacer un esfuerzo para soportar ciertas secuencias, sino también para conseguir 'comprender' a los personajes y no quedarnos en un simple acercamiento.
Una película excelente, no apta para personas sensibles.
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180 de 214 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
El espectador violado
Erase una vez una princesita que vivía dulcemente arropada por su reina madre, que no madrastra, y que dedicaba los días a ilustrar al pobre vulgo sobre el elevado arte de la música. La bella joven enseñaba la riqueza de emociones que desprenden todas y cada una de las notas que un piano puede verter, como si de un mágico lenguaje se tratara, reservado exclusivamente a quienes le dedican todo su cuerpo y alma. Al anochecer, la ejemplar joven sentía su soledad como un pesado lastre y, a la espera del príncipe azul que le librara de las cadenas de su clausura, calmaba su ansioso corazón educándose para el amor, observando curiosa la pasión de otros amantes y preparando todo su ser para su querido. Hete aquí que el galante caballero hace su aparición y el esperado fulgor de efusiones une en delicada armonía a la deslumbrante pareja, que se reconocen creados el uno para el otro y el otro para el uno...

- ¡Oiga! ¿Me está tomando el pelo? Permítame corregirle (suerte que estoy yo aquí, amigos, o este payaso les confunde). Esa joven princesita es una seca, hosca y arisca cuarentona que malvive con su madre, con la que no es raro que tenga tensos episodios de violencia verbal e incluso física. Esa profesora de piano recrea sus noches contemplando espectáculos porno, espiando las aventuras sexuales de sorprendidos chavales en cines al aire libre e incluso lastimándose con hojillas de afeitar en busca de no sé qué dolores placenteros. Lo único que no me atrevo a rebatir es su virtuosismo y amor por el piano... Ah, y en cuanto al príncipe azul, no es sino un fogoso atrevido con el que intercambia una malsana y cruel relación sometimiento-dominación. Ahora, siga, por favor.

Michael Haneke, director con cintas como ´Funny Games´ y ´Código desconocido´ en su haber, también fue estudioso de filosofía y psicología, y así lo viene dejando patente en sus trabajos. Con ´La pianista´ parece usarnos como conejillos de indias, como cobayas para tantear nuestras indignadas quejas o enfebrecidos aplausos por un cine provocador y embarazoso. Discúlpenme si he pretendido experimentar yo también con mi opinión.

¿Desean asistir a las enfermizas actitudes de una sombría y confusa solitaria? Más que nunca, sólo apto para cinéfilos recalcitrantes y curiosos con sólido estómago.

Tengan especial cuidado de la bomba de relojería tras estas grises secuencias. Mañana mismo tal vez, o quizás dentro de un mes, pueden despertarse en medio de la noche recordando el sutil tic en el ojo de la protagonista, su cruel agresión a su más voluntariosa alumna o el juego de humillación y orgullo con su alumno. Algo les estremecerá. Ése es el gran logro de Haneke: mostrar un personaje enfermo (o socialmente inaceptado), acompañarlo de uno aparentemente sano y plantear la relación entre ambos y su intercambio de papeles, la transmisión de una transgresión, de un violento grito a medio camino entre la pasión y el soez atropello. Rotas las reglas una vez, ¿pueden volver a imponerse?
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123 de 136 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Cine para mirar de reojo
En alguna ocasión, sentados en el metro, hemos encontrado en el asiento de enfrente, a alguna persona con alguna "macabra" enfermedad, o con las tétricas secuelas de algún accidente. Nuestra primera reacción siempre es no mirar. Nuestra conciencia, nuestro estómago, nos invitan a ello. Pero unos segundos después, nuestra curiosidad nos empuja a mirar un poco, de medio lado.

Michael Haneke, nos pone de nuevo delante de otro personaje enfermizo, un personaje masoquista, con extrañas vertientes sexuales. Y mira de reojo con su cámara, para que nosotros podamos mirar de frente a la pantalla. Y así poder disfrutar de la gran actuación de Isabelle Huppert.

Se trata de la segunda ocasión en la que me enfrento con un personaje masoquista. La primera fue con Secretary, producción americana con final feliz. En esta segunda experiencia, he encontrado situaciones mucho más extravagantes, pero por contra me ha parecido un personaje mucho más próximo y creíble. No me ha sorprendido el contraste entre la reconocida pianista de día y la inaudita ninfómana de noche. Siempre he pensado que las vidas sexuales más tórridas, se esconden detrás de los personajes más solemnes.
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134 de 169 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
... palomitas?
Hacía tiempo que no veía una interpretación tan magnífica como la de Isabelle Huppert en esta película. Consigue llenar de vida a una mujer áspera y gélida. Conmueve y exaspera. Se contiene y se excede. Un 10 para ella.

Haneke hace todo un despliegue de sobriedad y detalle. Y consigue crear un universo visual acorde al mundo de la pianista. Pero una vez más no puede reprimir su tendencia natural hacia la crudeza y la atrocidad.
Así, posiblemente (y por desgracia), la película queda resumida en la retina por 3 o 4 escenas desoladoras.

En el cine pude observar como el de la butaca de mi derecha iba aminorando el ritmo en su ingestión de palomitas,…no pudo terminarlas (aunque también, a quién se le ocurre llevar palomitas...)

Como ha dicho Haneke “los que hacen películas de entretenimiento son los pesimistas. El optimista intenta sacar a la gente de la apatía”.
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81 de 93 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
EL ASIENTO DE PINCHOS. Un romance psicosexual
1) ¡Mira que es feo insultar a una madre, pegarse con ella y arrancarle los pelos!
Pues así empieza esta película.

2) El contacto con el noble arte de la música no garantiza el equilibrio personal.
Si se vive exclusivamente para la música se puede ser una profesora especialista en Schubert, que reprocha a los alumnos el desprecio a Bruckner o interroga por lo que Adorno dice sobre Schumann, pero estar atrofiada en los demás campos de la vida.

Con la detención y el toque realista que otro autor usaría con un argumento intimista y romántico, Haneke describe la disposición frígida de la pianista ante la relación amorosa, marcada como está por la relación sadomasoquista con una madre con quien comparte dormitorio, como un matrimonio.
La pianista ha vivido sólo para la formación musical bajo vigilancia materna. La renuncia disciplinaria a la diversión tiene su coste: retorcimiento del carácter y amargura, conocido el sexo a través de la pornografía.

Todo ello se mantiene en equilibrio dentro de las instituciones educativa y familiar pero entra en crisis cuando llega al conservatorio un joven alumno bien parecido y talentoso, atraído por la profesora, y empieza a cortejarla del modo más franco.

La respuesta de la pianista consiste en un repertorio de comportamientos atípicos que Haneke pormenoriza con minuciosidad de entomólogo, a distancia pero sin ahorrar detalle.

3) Al libro fielmente adaptado el director añade la capa social en el insistente televisor al fondo, emitiendo siempre mensajes siniestros, atemorizantes: noticias de robos y agresiones, catástrofes devastadoras, mundo infernal en consonancia con la mentalidad de madre e hija, a quienes la TV programa subliminalmente y a cuyos pensamientos sirve de resonancia.

4) En las películas de Haneke los actores se limitan a interpretaciones funcionales pero en ésta Isabelle Huppert aporta una creación extraordinaria que la enriquece decisivamente. Hace un trabajo silencioso y psicológico, con la actitud y sobre todo con el rostro, atravesado por temblores y crueldades casi invisibles.

5) La fotografía, entonada en colores pálidos y grisáceos contribuye al necesario invierno ambiental.

6) La música viene toda del conservatorio y los conciertos.
Son una delicia los abundantes planos cenitales de los teclados en acción y el instante acústico de “La Muerte y la Doncella”.

7) El talento de Haneke apenas se discute pero sus películas se ven con notable incomodidad, por los temas escogidos y por el tratamiento asignado, frío, distante, sin complicidad alguna con el espectador, a quien suele preparar encerronas; por ejemplo, si espera encontrarse con una historia de amor, aunque tal vez llena de ásperos conflictos o dotada de algún toque trágico, pero de amor en el fondo.

Haneke no sólo niega al espectador un clima confortable sino que le reserva una butaca con asiento de pinchos, donde practicar el fakirismo estético-intelectual que le propone.
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64 de 69 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
Estupefacción
Tenía ganas de ver “La Pianista” ya que, por un lado, su puntuación en Filmaffinity invitaba a ello (esto no tiene por qué coincidir con el criterio personal de uno pero, como poco, suele ser garante de unos mínimos), y por otro, me interesaba seguir descubriendo a Haneke, del cual sólo había visto “Funny Games” (las dos), película que me gustó bastante (la primera, más). Ahora que ya la he visto, no sé bien por dónde empezar, de estupefacta que me he quedado.

El caso es que considero que está rodada con seriedad, está cuidada, y eso se aprecia en la calidad de su factura. Sin embargo, la historia que me cuenta, así como la forma elegida para contármela, no me suscita ningún interés y sí bastante desconcierto.

Para empezar, yo a los personajes no sé por dónde pillarlos. Muchas de sus acciones me parecen extrañas, pero no por lo mórbido, desagradable y enfermizo de éstas, sino por la casi inexistente ligazón entre su modo de proceder y las reacciones que cabría esperar en ellos. Y es que incluso en los comportamientos más dementes existe una suerte de lógica que no acierto a descubrir aquí. Tal vez esto haga que la película resulte inquietante, que serlo, lo es, pero para mí, dicha inquietud, a fuerza de no encontrar recompensa, acaba por convertirse en exasperación. Además, ese ritmo parsimonioso –sustento de secuencias eternas que languidecen frente a mis ojos sin decirme absolutamente nada– no contribuye a infundirme motivación para con la película.

Reconozco, eso sí, el gran mérito de los actores. Hacen un trabajo loable.
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70 de 85 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El crepúsculo de la mente
Esta es una de esas películas que consiguen que te sientas sucio por dentro. Que el aire que respiras parezca viciado, malsano, tóxico. Que tengas que levantarte y abrir las ventanas obsesivamente, tal vez en un acto reflejo de intentar dejar salir el veneno que se te ha metido en los pulmones y en la sangre.
Esta es una de esas películas que, tras verla, te hace sentir que el día se ha oscurecido y necesitas salir al sol y recordarte que aún quedan cosas luminosas, sencillas, hermosas y limpias. Que tú sigues siendo tú, que no te has transformado en un monstruo plagado de hirientes obsesiones y de cortantes heridas en el alma que te incitan a destruirte.
Porque la pianista de esta historia vaga como un alma en pena, tan sola, tan terriblemente sola, tan perdida, con un afán de autodestrucción tal, que busca caminos extremos, aberrantes y monstruosos para arrojar de alguna forma al exterior todo su caudal de desesperación.
Toda su rigidez, su dureza de profesora exigente, sus maneras frías y distantes, son su mensaje con el que grita al mundo su soledad, su hastío de vivir una vida tan áspera con la única compañía de una madre demasiado controladora y asfixiante, de una interminable sucesión de días en los que sólo encuentra el aliciente de autolesionarse y de escapar unas horas al férreo control materno para dar rienda suelta a sus inclinaciones de voyeur sexual, con culpables tendencias sadomasoquistas.
Su enfermizo y retorcido acercamiento al amor y a su reprimida sexualidad chocarán de frente con la irrupción de un joven de carácter abierto...
Un crudamente retratado hundimiento en una extraña relación angustiosa, frustrante y descarnada. En un descenso entre alambres de espinas que desgarra durante el trayecto, viajando entre tumbos hacia lo más siniestro, patético, tortuoso y frágil del interior humano.
Una incursión muy dolorosa en el alma de una mujer atormentada y, por extensión, en las obsesiones de cualquier alma lastimada, que deja una dura huella en quienes somos testigos de tanta desolación.
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56 de 61 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Las ocultas sugerencias tras Schubert
Lo mejor:
- La interpretación de Isabelle Huppert y la exploración de Haneke en la psicología humana y las reacciones de las personas.
- La complejidad de los personajes, especialmente de la protagonista.
- Haneke es un maestro de la sugestión: hace entender sin mostrar.

Lo peor:
- El sabor a poco que queda tras ver la peli.
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56 de 73 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El Haneke más convencional
Resulta complicado escribir algo de esta película, porque al sugerirte tantas cosas, no es fácil ponerlas en orden para redactarlas. De todas las películas de Haneke es, en mi opinón, la menos Haneke de todas. Me explico: Aún teniendo silencios y planos largos, es la que menos tiene con diferencia, y en esta lo importante es la historia que te cuenta en vez de serlo las consecuencias provocadas por esa historia (con lo que igual de válida sería otra historia que tivuera las mismas consecuencias). Es un cine más convencional y menos de ensayo. Donde sí mantiene su identidad es en el realismo y la falta de tapujos a la hora de relatar: así son las cosas y así se las hemos contado. La interpretación de todos los actores es soberbia, pero lo de la Huppert no tiene nombre. No soy capaz de imaginar sus reacciones tal y como iba leyendo el guión que le proponían, supongo que una mezcla de "ya, y qué mas?" y "este papel tiene que ser mío!!". Aunque eso se podría decir también en el caso del sr. Maigmel, para el resto los papeles son también más convencionales.
Resulta increíble cómo puede provocar sensaciones de admiración y repulsión/lástima tan seguidas y sobre el mismo personaje. No la considero tan imprescindible como "El 7º continente", "Caché", "71 fragmentos" o "Funny games" por lo convencional, aunque (y parodiando a Woody Allen) dentro de lo convencional es de lo mejorcito.
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36 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
El dominio
I

Las manos que escarban en la basura de la cabina de un sex-shop en busca de un clínex sucio de esperma, o sujetan la cuchilla de afeitar para infligir una mutilación, son las mismas que reproducen las sublimes composiciones para piano de Schubert a la perfección.

II

Madre e hija habitan la misma agrura. Duermen juntas, como un anciano matrimonio que se guarda exclusividad. Se quieren, pegándose. Están unidas, bajo insultos y reproches. Su malsana unión tiene la fuerza de las antiquísimas costumbres que nunca se desharán. Podemos sentir el hedor de la juventud corrupta de ella, la vigilancia materna obsesiva, la férrea y feroz disciplina.

III

No son las interpretaciones mi principal objeto de interés en el Cine, pero recordar 'La pianista' es recordar las gélidas miradas de Isabelle Huppert, de tal potencia emocional que no dan lugar a ser enturbiadas con adjetivos que las describan.

IV

'La pianista' es, en la superficie, una historia extrema sobre una soledad extrema, sobre una incómoda incapacidad social, agravada por una sexualidad insólita, masoquista y sádica. No obstante, creo que la película, lejos de ser un drama sobre seres muy concretos, contiene ciertas claves generales que no la limitan al relato cruel sobre personajes remotos: existe en su fondo una cualidad universal.

En mi opinión, las relaciones humanas se rigen, en mayor o menor grado, por estrategias. Uno se comporta y expresa según con quién. A veces, uno se moldea conscientemente; otras, estas estrategias son automáticas. Creo que el corpus de 'La pianista', como retrato de caracteres y relaciones personales, versa sobre cómo este juego de estrategias puede llevar a una de las partes a la miseria absoluta.

Comenzamos viendo cómo una hermética y disciplinada Huppert se mantiene inicialmente impermeable y desapasionada ante los intentos de seducción de un atractivo y jovial alumno. Él es insistente y tenaz; ella, distante y fría.

Esta situación (estrategia) de dominación (de ella), se quiebra en dos escenas capitales.

1. La profesora, celosa ante la simpatía surgida entre su alumno y su alumna, hiere deliberadamente (con alevosía) las manos de la segunda. Es el primer signo que muestra ella de un interés real hacia alguien. Y la manifestación es abominable. Es entonces, y no antes, cuando la alumna observa sus manos llenas de sangre, cuando se produce el primer encuentro sexual entre la profesora y su alumno: la frialdad e impersonalidad del encuentro abrume y aturde. Ella controla la situación: dice qué quiere hacer y cuándo hacerlo. Él, contrariado, como un títere, obedece. La relación ha surgido; ella, desde su isla, desde su hermetismo, controla; él, desde su desnudez emocional, sinceramente intrigado e interesado en ella, es controlado.

2. Esta asimetría pronto da un vuelco: cuando ella decide desnudarse ante él, con la entrega de una carta. Está entregando su oscura personalidad. Todos tenemos una trastienda: vicios y hábitos inconfesables que nos hacen más banales, incluso ridículos. En el caso de la pianista, esta trastienda es terrorífica. Ella es eso; quizás ha llegado a serlo por encima de su control, quizás sea una víctima, pero 'lo es'. Pretendiendo corresponder a una total entrega con otra total entrega, le pasa el control a él. Es él, ahora, quien la menosprecia.

[Que el escenario del primer encuentro sexual fuese el cuarto de baño de la escuela de piano no limitaba el deseo de él. Que el escenario del segundo encuentro sexual sea el vestuario del pabellón deportivo ahora sí le resulta, a él, un lugar inadecuado y sin erotismo. "... me deseabas, ¿no es así?", le recuerda ella, ahora derrumbada].

...

La obra de Haneke conforma una visión despiadada, dura y misántropa sobre el mundo. Se me ocurren varias ideas deslavazadas, a modo de conclusiones dispersas, en sintonía con lo visto. Quien conozca tu alma al completo, la devorará y te devorará con ella. Practicar la sinceridad plena es exponerse a las fauces del prójimo. La más terrible quizás sea no ver más cabida en nuestra relación con los demás que, o dominar, y ser inflexible y tiránico dominando; o ser dominado, y llegar a tal soledad, a tal pequeñez, que el único contacto que nos alivie sea el de la fría cuchilla en el pecho.

Gracias.
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27 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Magnífica película de un director que muestra como nadie la dureza de la realidad
Michael Haneke dijo una vez que “sin la música la vida sería otra cosa”. Pues yo digo ahora que sin Haneke el cine sería otra cosa, porque actualmente son pocos los directores que se atreven a realizar películas que muestran la cruda realidad. Sin embargo, el director austriaco va mucho más allá, pues esa realidad la expone de manera incómoda para el espectador, el cual hace el amago de retirar la mirada de la pantalla. Pero no puede. Las escenas, a pesar de su dureza, llevan consigo algunos temas que nunca nos hemos puesto a pensar y que reflexionaremos una vez acabada la película.

En “La Pianista” Haneke nos presenta a Erika, una profesora de piano que esconde una doble personalidad debido al permanente control impuesto por su madre. La película nos hace ver que hay personas que, a pesar de su apariencia, poseen un lado oscuro que, en el caso de ser descubierto, sería la perdición para cada una de ellas. Por otro lado, hay que reconocer que Haneke es un director que exprime hasta la última gota la capacidad interpretativa de cada actor. El resultado son unas increíbles interpretaciones. En este caso Isabelle Huppert (Erika) hace una interpretación inolvidable. Las escenas con Annie Girardot (la madre) son de lo mejor de la película. Además, existen largos planos-secuencia de gran brillantez, fruto de un trabajo bien hecho.

Otro de los puntos fuertes de la película son las escalofriantes escenas de violencia, física y psicológica, pero que para nada son gratuitas, ya que son necesarias para comprender la mentalidad de la protagonista. La magnífica música elegida (que suena más bien en la primera parte de la trama) juega un gran papel.

En fin, estoy seguro que cuantas más veces se vea esta película más detalles serán recogidos por el espectador. Muy recomendable, pero no para todo el mundo.
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26 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Haneke reinventa el ocultismo humano
El apócrifo y transgresor Michael Haneke continúa intacto en su estilo turbador y sombrío que ya dejó escrito en “Funny games” o en “Código desconocido”.

Haneke no carece de talento, pero éste está cargado de un especial desagrado. Su filosofía permanece intacta: se trata de desmitificar la imagen y convertirla en concepto absoluto, algo que vemos diariamente con fervor ( boletín informativo de hoy: un hombre degolla a su compañera sentimental y después se suicida; un niño de tan solo cinco años muere ahogado en la piscina de su casa……….)

El director austriaco es sabedor de ello y así lo plasma: lo que ofrece es algo que la gente sabe que existe y (a corta medida) conoce, pero que no le gusta ver.

Y de nuevo volvemos al mismo discurso: los prototipos de belleza, de educación burguesa y de disciplina no son capaces de estabilizarse. La apariencia es trivial y superflua. ¡Seguro que recuerdan "American Psycho"!

Hay que destacar, en cierto modo, que en la época que vivimos, en la que es constante la profusión por menear la cámara para conseguir movimiento y agitación a cada escena, aun quedan directores que practican su actividad a la vieja usanza (largas tomas de cámara inmóvil en las que el peso dramático recae únicamente en los actores. El director permanece en segundo lugar y solo se encarga de instruirles plano por plano).

Los actores principales destacan por su robustez y sus poderosas interpretaciones: Isabelle Huppert que conjuga perfectamente su exasperante disciplina de profesora con su peligrosa afición al sexo mas desastrado; y Benoit Magimel que demuestra sinceridad e inquietud pero sin caer en típicos gags dramáticos que sirvan de cara a la galería.

Exportada desde Francia, la película obtuvo malas críticas dentro de sus fronteras (famosos cronistas la puntuaron con 3 o 4 puntos sobre 10), pero en mi humilde opinión supone una gran forma para vituperar a las masas y a sus ineficaces convicciones, y para vencer con cine independiente (así tendrá que ser) a muchos insustanciales productos hollywoodienses.

Reflexión: el cine independiente no lo suele ver nadie porque te hace reflexionar. Pues vamos apañados.
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24 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
2
Me da palo esta pianista tan tan sadomasoquista
Una vez más Haneke, en su línea habitual, nos obsequia con una historia de personajes y emociones extremos, naturalmente plagada de imágenes pretendidamente impactantes específicamente diseñadas para golpear con saña la sensibilidad del espectador más incauto.

No se puede negar que el personaje de Isabelle Huppert es fascinante y tiene una fuerza magnífica. Una mujer completamente fría, hermética, que nunca ha conocido el amor y que vive la sexualidad de una forma brutal, instintiva, únicamente capaz de sentir a través del dolor y la humillación. Vamos, un regalazo para cualquier actriz.

En realidad lo que vemos es una historia de amor imposible entre esa mujer de emociones extremas y un tipo que se siente irremediablemente atraído y repelido a partes iguales por la inquietante personalidad de ella.

Sin embargo, lo que podía haber sido una película interesante porque el planteamiento inicial efectivamente lo es, se queda en mero estudio clínico de la supuesta patología de la mujer. Sí, hay muchas imágenes destinadas a sacudir emocionalmente al espectador (la de la cabina de cine porno, la del autocine, la de los cristales, por supuesto la de la cuchilla) pero todo se queda en eso, en golpes sueltos e inconexos que tampoco explican demasiado bien las reacciones de la protagonista.

No entiendo tampoco qué pretende Haneke con el personaje de la madre. No sé si insinúa tal vez que es ella la culpable de la forma de sentir de la hija. O que las tendencias sadomasoquistas se explican por la existencia de un padre o una madre posesivos o castradores. Me parece un poco simple.

Y ya puestos a diseccionar personajes…no sé si es más normal el comportamiento de él que el de ella. Ni si esa atracción que el alumno parece sentir hacia su profesora, una estricta gobernanta de manual, es absolutamente sana. Dónde está la barrera entre el sexo enfermizo y/o anormal y el “normal”?

Me decepciona muchísimo el tratamiento que Haneke le da al tema. Me parece muy simple, muy básico; sí, las imágenes tienen muchísima fuerza y pueden hacer pupita a determinadas sensibilidades (desde luego no a la mía) pero se queda en lo accesorio y lo deja todo en manos de la crudeza visual.

Una de las escenas más desgarradoras y a la vez más fallidas es el momento en que él lee la carta en la que ella le pide lo que quiere. Ninguno de los personajes reacciona con un mínimo de credibilidad; ella pasa del dominio de la situación a la sumisión absoluta, a la humillación total. Y él muestra una sorpresa que no se explica muy bien después del encuentro sexual en el baño, donde ella da ya claras muestras de no entender la sexualidad de una forma demasiado ortodoxa.

En definitiva, como me suele pasar con Haneke, todo me suena a impostado. No consigo creerme casi nunca a sus personajes, y muchísimo menos empatizar con ninguno de ellos. Puedo reconocer y valorar el esfuerzo interpretativo que hacen los actores, muy especialmente Huppert con ese personaje bombón que le ha tocado, pero en ningún momento terminan de convencerme. Y el problema no es de ellos, es del director, que ha cargado tanto las tintas que los ha convertido en imposibles.

Pero bueno, el tío con todo lo pretencioso que es, al final cuela la bacalá y consigue su objetivo. La crítica lo aplaude, celebra sus películas y hace sesudos análisis sobre ellas, lo considera un gurú del cine, y encima le inflan a premios chulos de esos que dan muchísimo prestigio. De paso imagino que se estará forrando, por lo cual no tengo más remedio que darle mi más sincera enhorabuena aunque a mí sus películas me parezcan pura bazofia.
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26 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Delicioso rechazo
El amargo sabor a bilis puede incluso resultar sublime cuando proviene de ciertos estómagos refinados y distinguidos, o un corte de cuchilla, en la mejor de las manos, resulta a la vez el más perfecto y sutil de los trazos. Cuando con sangre se escribe poesía, el exquisito paladar del buen degustador sabe saborearla y disfrutar de ella.

“La Pianista” de Michael Haneke es agridulce, perturbadora, hiriente pero extremadamente deliciosa. Es la distinción del dolor en los delicados dedos de una pianista, capaz de componer la más hermosa melodía en el teclado de un piano pero las más perversas fantasías fuera de él. “La Pianista” no destruye, al contrario, crea en todo momento su particular obra que, sin duda, incomodará a muchos por su explícita proximidad entre dolor y placer, fundidos en un contundente mensaje difícil de digerir. Porque cuando el sexo parece estar agotado en nuestros desayunos, en el trabajo, mientras tomamos un café con los amigos, y nada parece molestarnos ni molestar, un inquieto dedo consigue hurgar en el interior de nuestra garganta provocando el rechazo y dejándonos, durante un tiempo, un desagradable sabor de boca.

Es necesario, por lo tanto, entender “La Pianista” como ese delicioso plato que nunca llegaremos a probar, ya que cualquier tentación de convertir en real su sabor, terminaría, indudablemente, por trivializar la magnífica historia que se nos cuenta, repleta de perfección y sentido en todas sus situaciones. No se trata de juzgar el rechazo, sino de asimilarlo y disfrutar de él. Al igual que la música, “La Pianista” no necesita de referentes exteriores para cobrar sentido, sencillamente, es pura y simple melodía.
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26 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
¿Por qué vale la pena ver La Pianista?
La pregunta del título es retórica. No espereis encontrar la respuesta a lo largo de esta crítica, por qué, sinceramente, no tengo ni idea. No sé ni siquiera si vale la pena ver La Pianista, pero fuerzas superiores a mí me impiden prohibirselo a nadie... Espero que esta crítica os ayude a haceros una idea sobre por qué me muestro tan frío al respeto.
Si le he puesto un 6 a la película ha sido porque, por un lado, todos y cada uno de los planos que la conforman son sublimes, y, por el otro, consigue suscitar emociones, aunque turbias y negruzcas, en el que la ve - y el suscitar emociones, sean buenas o malas, es siempre un logro para cualquier película, especialmente hoy día, viviendo en el mundo de placer estético y sentimientos estereotipados en el que vivimos.
Había visto de Haneke hasta ahora Funny Games y La Cinta Blanca. Ambas me parecieron películas estupendas, aunque con un claro trasfondo misantrópico. Pero este último dato se salvaba por los juegos de metacine que Haneke domina con tanta maestría, por como demuestra saber lo que piensa el público al ver su película ofreciéndoles a cada instante precisamente lo que NO quieren ver. Tendrá su motivos para chinchar al público de esta manera, cuales perros de Pavlov, aunque dudo que motivos muy cuerdos. Pero el efecto de quedar atrapado dentro de la película y a la merced de este despiadado director causa un efecto, a lo largo, grato y de gozo más o menos intelectual.
En La Pianista, solo observamos la primera faceta de Haneke que he destacado: el misantropismo. No hay ni un personaje que suscite la menor simpatía entre el público, todos son igualmente odiosos, fríos e inmorales. Y al terminar la película, no hay la más mínima gratificación intelectual, solo un regusto de asco y bilis en la garganta. Ya desde el comienzo de la película Haneke demuestra cómo no siente compasión por cualquier cosa mínimamente humana o bella, cuando corta tajantemente piezas musicales para piano - interpretadas sublimemente - para insertar intertítulos con los créditos iniciales con su insufrible pero característico silencio de fondo.
¿Por qué vale la pena ver La Pianista? Intentaré contestar:
Sencillamente, creo que Michael Haneke me fascina. Y como dijo Oscar Wilde, es muy distinto que te fascine una obra de arte a que te guste. La Pianista me fascinó, pero está lejos de haberme gustado.
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21 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
La Pianista
Si el libro de Elfriede Jelinek me resulto duro en su momento, ver plasmadas en imágenes las obsesiones de esta madura profesora de piano se hace a ratos incluso desagradable. Si Michael Haneke exploraba en Funny Games los límites de la violencia, aquí lo hace en los del sexo y el amor.
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14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Con Schubert y Schönberg de fondo, Haneken utiliza su terrible bisturí.
La pianista, casi me atrevería a decir que es una película de terror, no es que de miedo sino que te deja una sensación de pánico en el cuerpo que pocas películas de terror han llegado a lograr.
Una película magnífica, extraordinaria, excelente, una película completa, Haneken da miedo pero quizás de más miedo Huppert, pocas interpretaciones han resultado ser tan profundas y reales como la que ofrece Huppert.

El retrato de este personaje podría decirse que llega a la perfección bergmiana pues analiza el entorno social y familiar de la protagonista que se refleja en su vida diaria, desde la relación con su madre y sus alumnos hasta su vida amorosa y sexual.

Haneken lleva este retrato con una inteligencia espectacular, me asombra su dominio del bisturí pues analiza a la perfección este peculiar personaje.
Tal análisis no hubiera sido posible sin la sorprendente actuación de Huppert la cual sorprende por su mirada, una mirada que encierra un dolor y un grito incapaces de salir.

El resto de la crítica sigue en el Spoiler pues comentaré algunos detalles del argumento de la película.
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14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Análisis de la locura en una jaula de grillos
Sexo, violencia, corrupción, hipocresía… Esto y mucho más ofrece este retrato psicológico de una mujer madura amargada, dominada por una madre posesiva que impide su liberación y que con el paso de los años, le fue provocando una serie de problemas psicológicos que derivaron en unas pautas de comportamiento malsanas. Volcada en sus clases de piano, tras una carrera frustrada como pianista es devorada por la envidia y la perversión, y emprende un camino hacia la perdición entregada totalmente al fetichismo, al voueyerismo y a las relaciones personales artificiales.

Sin embargo todo cambia cando aparece un atractivo alumno, que pone patas arriba su mundo, y que se constituye como su última posibilidad de salvación, como un clavo ardiendo al cual debe agarrarse para no seguir cayendo en picado. Pero puede ser que sea demasiado tarde, y el monstruo interior que la domina, le impida alcanzar la felicidad.

Con la dureza habitual, y el clima catastrófico marca de la casa, Michael Haneke continua así con este filme, rodado en francés y por actores franceses, su profundo análisis sobre los entresijos más pérfidos, oscuros y ocultos de la burguesía europea, tomando el testigo del español Luís Buñuel, y demoliendo los principios básicos sobre los que se asientan las sociedades occidentales del S. XXI.

La Pianista es próxima por temática, tratamiento y estilo, ya no solo a otros filmes del propio Haneke, como Funny Games, o la posterior Caché, también galardonada en Cannes, sino también a los filmes de Lars Von Trier, especialmente Dogville y Manderlay, o algunos de los directores más irreverentes del panorama indie de Estados Unidos, como Greg Araki o Todd Solondz. Sin embargo, esta película es mucho más accesible al gran público, sin por ello sacrificar ningún gramo de denuncia o irreverencia.

Todo aquel que se atreva a entrar en el juego provocativo y brutal, planteado con maestría por Haneke, se encontrará con un film espléndido, atrevido, difícil, que se adentra en los rincones más oscuros del ser humano gracias a las geniales interpretaciones de Isabel Huppert y Benoît Magimel, y que en ningún momento deja indiferente. Sino más bien todo lo contrario, ya que cuando aparecen los títulos de crédito, el espectador se siente vacío, como si las imágenes le hubieran comido las entrañas y una masa negrísima ocupara el hueco que estas dejaron.
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16 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
La pianista sadomasoquista
'La pianista' continúa el empeño de su creativo e interesante director, Michael Haneke, por sumergirse en las oscuridades secretas del ser humano en el mundo contemporáneo. Si en 'Funny Games' trataba la violencia psicópata, ahora la protagonista es una ninfómana sadomasoquista. Debido a ello, la película cuenta con una serie de secuencias no aptas para estómagos y mentes sensibles, especialmente aquella en que la Huppert, soberbia en este papel, se automutila sexualmente en la bañera, en una escena que no es explícita pero que provocó desmayos y abandonos en varios cines, pues lo que no llega a mostrar Haneke lo muestra la mente humana.

Un trabajo muy interesante, aunque algo hinchado de prestigio, como suele ocurrir con ciertos títulos "de qualité" europeos, y muy bien interpretado por sus dos protagonistas (premiados por ello en Cannes), y por una recuperada y excelente Annie Girardot, en el papel de madre de la pianista Huppert.
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14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
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