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199 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
9
Atticus
Atticus lleva un sombrero de fieltro que enhebra entre sus fibras partículas de humedad sureña, un traje de lino blanco y el calor pegajoso en las muñecas y tobillos.

Lee un libro en su porche; cabeza gacha, gafas grandes, sueltas, que resbalan por su nariz como una araña. Atticus se balancea dulcemente, y a cada sacudida le responde un crujido de madera y metal como un estertor cansado de los cimientos de la casa quejándose de su edad, del tiempo.

Oye los grillos, reverberando su grito entre las cuatro enormes paredes azabache que la noche le brinda. Y piensa en sus hijos soñando una madre perdida, viviendo una infancia soñada.

Atticus reflexiona y se siente dichoso: ¡una noche como esa, un pueblo como ese! Pero la vida no es simple ni siquiera allí; microcosmos de oligofrenias, odios y envidias a pequeña escala. Piensa un rato y obtiene conclusiones. Sean las que sean a algo llega, algo que nunca podrá expresar con palabras, solo con la mirada y el tacto. Pero llega a entender, por un momento, algo de lo que respira y jadea entre esas estrellas que alumbran su techo y el polvo adherido a sus zapatos.

A Atticus le escupirán después. En plena cara. Él sacará un pañuelo enorme y arrugado y se secará con una mirada de odio, odio humano, comprensible reacción, mientras le pide autocontrol a cada fibra de su cuerpo. Luego se marchará triunfante, en su coche, de vuelta a casa.

Y yo me pregunto si por un momento todos fuéramos como Atticus. Cómo sería el mundo.

Y entonces, tras ordenar pensamientos que estorban mi sueño, pienso que quiero ser como Atticus.

O mejor aún, que voy a ser como Atticus.

Qué coño.
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410 de 479 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
EL ESPEJO DE LOS OJOS DE UN NIÑO
Perfecta adaptación de la novela de Harper Lee, sobre la vida en el Profundo Sur de los EE.UU. durante la Depresión de 1929, vista a través de los ojos de unos niños, hijos de un padre viudo, interpretado admirablemente por Gregory Peck en la mejor interpretación de su carrera, que le supondría ser galardonado con el Oscar al mejor actor de 1962, por su creación del íntegro abogado Atticus Finch, que acomete la defensa en el juicio de un hombre negro, falsamente acusado de violar a una mujer blanca.

Todo el film supone una conmovedora y sublime aproximación al mundo de la infancia, a través de cuyos ojos, percibimos su descubrimiento del mundo y su forja como seres humanos comprometidos y responsables.

A través de las ávidas y curiosas miradas de los hijos de Atticus, se nos muestra la intolerancia social sureña con toda la carga de desprecio, odio y prejuicios hacia la comunidad negra.

La integridad y la admiración por la figura paterna, en la calurosa noche en que reciben la magistral lección de principios, por parte de su padre en el porche del hogar.

El descubrimiento del auténtico valor, que no supone ignorar el miedo, sino aprender a controlarlo y a dominarlo, tanto el miedo subjetivo (la casa vecina que se supone maldita), como el miedo objetivo (el sobrecogedor enfrentamiento a la multitud que pretende linchar al acusado).

El respeto, mantenido por encima de la consecución de las justas pretensiones, expresado por la comunidad negra al ponerse respetuosamente en pie en la sofocante galería del juzgado, para rendir homenaje al hombre que tuvo el valor de defender sus ignorados derechos.

En definitiva un excelente modelo de adaptación literaria que sabe, a través de una sobria dirección y una excelente actuación, efectuar con rigor y sin paternalismos hipócritas, una cruda reflexión sobre una realidad social claustrofóbica y excluyente, vista con la sencillez y la ternura de los ojos de un niño.
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203 de 221 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
¿Quieres dar las buenas noches a Jem, señor Boo?
Una caja. Ceras. Un reloj roto con cadena. Una medalla. Una navaja. Dos muñecos de madera. Unas cuantas canicas. Céntimos. Una armónica. Un silbato.

Ese es el gran tesoro de Jem.

"Atticus había dicho una vez que nunca se conoce realmente a un hombre hasta que uno se ha calzado sus zapatos y caminado con ellos"

Esta es la gran sabiduría que adquiere Scout.

Mientras entablan una nueva amistad con Dill Harris, juegan en neumáticos gastados, planean excursiones terroríficas a la casa del vecino loco, se escapan a espiar Atticus en el juzgado, se impresionan con el sacrifício de un perro rabioso, se asustan con vecinos borrachos y racistas... Mientras transcurre todo eso pasan los veranos, esos veranos que de mayores recordarán con nostalgia.
Recordarán porque matar a un ruiseñor es pecado, porqué ser fiel a los principios de uno mismo y a lo que se debe hacer te ayuda a mantener la cabeza bien alta. Recordarán cuando aprendieron que no siempre lo malo se puede evitar y que muchas veces las apariencias engañan.
Y sobretodo recordarán a Atticus y se enorgullecerán de que sea su padre.

Y mientras echan la vista atrás y sonrien, nosotros recordaremos que una vez, Gregory Peck nos dejó una de las mejores actuaciones (y por ahí dicen que la mejor) de su carrera y que Robert Mulligan dejó en nuestros corazones secuencias y sensaciones que jamás olvidaremos.
Y cuando la sonrisa sea tan amplia que no podamos sonreir más, y nuestros corazones vibren tanto que casi vayan a estallar, recordaremos que un día vimos por primera ver "Matar a un Ruiseñor", y desde entonces ya ninguno podemos ser igual.
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177 de 187 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
La magia del cine
Señores, esto es cine.

Uno de los mejores guiones de todos los tiempos.
Adaptar una novela al cine nunca es sencillo, pero visto el resultado final lo único que se puede hacer es aplaudir. Un viudo y honesto abogado de Alabama, Atticus Finch tiene que defender a un hombre negro de la acusación de violación, frente a la intolerancia sureña de la época, y de paso dar una lección de moralidad a sus hijos John y Scout. La narración la pone la joven Scout, pero desde su punto de vista adulto, y recordando aquellos dos veranos en Alabama. Dos veranos en los que los hijos de Atticus forman su personalidad en peleas en el colegio, investigando en una misteriosa casa donde está encerrado Boo Radley (Robert Duvall), y siguiendo a su padre donde quiera que vaya. La admiración que sienten hacia Atticus crece por cada paso que dan tras él sin su consentimiento. Historias cruzadas llenas de la más absoluta magia del cine, con puntos de suspense, intriga, drama, comedia y con un mensaje sencillo y nada empalagoso. El guión es sencillamente mágico.

Una dirección asombrosa.
Robert Mulligan pareció estar tocado con una varita mágica cuando dirigió "Matar a un ruiseñor", la primera de las seis películas que haría junto a Alan J. Pakula durante esa década. Espléndida ambientación, todo en su sitio. Mulligan no volvería a toparse con nada parecido.

Unas interpretaciones perfectas.
La mejor interpretación de Gregory Peck en el papel de Atticus Finch, quien lleva el peso de la película. Todos los niños están fabulosos y actúan con una naturalidad increíble. La niña Scout Finch (Mary Badham) nominada a la estatuilla, es la inocencia y la ternura personificada, una niña maravillosa. Su hermano y su amigo también cumplen perfectamente.

Una fotografía insuperable.
Este gran film tiene una atmósfera muy difícil de conseguir. Hay imágenes que se te quedan grabadas en la retina por su perfección. Matar a un ruiseñor tiene una fuerza visual deslumbrante.

Una banda sonora celestial.
La música de Elmer Bernstein (Los diez mandanientos, y otras muchas), también fue nominada al Oscar. Te dejas llevar, apropiada, bonita, sentimenttal, tensa. Para todo tipo de estados, para todo tipo de situaciones.

Porque no darle un 10 a esta película sería algo así como Matar a un ruiseñor.
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125 de 144 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Un clásico con pies de barro
Es difícil enfrentarse a esta película después de tanto tiempo, habiendo leído tan buenas críticas y esperando una obra maestra atemporal y que la película colme las enormes expectativas creadas en torno a ella. Así que, en cierto modo, la decepción es algo comprensible.

Pero sinceramente, no esperaba que fuera tan grande. Señores, lo voy a decir bien claro: “Matar a un ruiseñor” me parece una película mediocre. No me funciona ni como alegato contra el racismo ni como narración sobre la infancia de la protagonista, que son las dos bazas en las que se sostiene.

Y creo que el problema está en el guión, y más concretamente en el hecho de querer poner demasiadas cosas al mismo tiempo y no tener la habilidad de desarrollar ninguna convenientemente. En especial, el enfrentamiento de Atticus con el pueblo, los problemas derivados de su decisión de asumir la defensa de Tom hasta las últimas consecuencias y esa supuesta presión a la que se ve sometido y que yo apenas noto. Pero tampoco se queda atrás ese retrato de la infancia tan incompleto, tan poco evocador, que para lo que ocupa en pantalla bien podría haber dado algo más.

En especial a medida que estas dos tramas avanzan es cuando se ven los problemas con más claridad. Particularmente destacable por su poca efectividad me ha parecido el discurso antirracista que se marca Atticus durante el juicio. El contexto está claro y que un abogado en los años 30 lance ese discurso es un hecho de por sí incendiario, pero eso en una película, sin más referencia que el guión, no basta. No percibo la amenaza, ni el juicio mediático, es que está todo tan, tan diluido y poco desarrollado que parece que tengo que llevar los conceptos ya asumidos antes de verla y yo lo siento, pero no puedo pasar por el aro.
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115 de 160 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Excepcional adaptación.
Llevar a la pantalla la novela “Matar a un ruiseñor” de la escritora Harper Lee, por la que había ganado el Pulitzer, fue un verdadero éxito que todavía perdura, pues a pesar de los cincuenta años transcurridos desde su estreno, la cinta no ha perdido ninguno de los matices dramáticos que la escritora nos quiso hacer llegar con su obra. Pero este éxito cinematográfico tenemos que atribuirlo totalmente a ese magnífico guionista que fue Horton Foote y aquellos que lo contrataron.

La dirección de Robert Mulligan, el trabajo de Gregory Peck y de todo el resto de actores es soberbio. Ese hombre Atticus Finch, que el destino le ha situado en un pequeño pueblo sureño, con dos hijos a los que trata de inculcarles los valores de rectitud, respeto y humanidad, que el mismo posee, deberá enfrentarse a uno de los mayores desafíos de su vida.

La mayoría de escritores, y Harper Lee no es una excepción, suelen inspirarse en sus propias vivencias al escribir una novela, por este motivo para ella el libro tenía una carga emocional muy significativa, ya que el personaje de Atticus Finch estaba inspirado en su propio padre.
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70 de 74 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
La infancia recobrada
Una mirada infantil recorre cada fotograma de la cinta y nos ofrece, con la mayor naturalidad del mundo, la magdalena de Proust. Todo transcurre a través de los ojos de los niños y le da a la película esa maravillosa pátina onírica, tierna, terrible y aventurera. Especialmente recomendable para los que alguna vez creímos que nuestro padre, Atticus (¡si hasta el nombre tiene resonancias de grandeza clásica y parece un desván en el que se guardan los milagros!), era Dios. ¡Y cómo atravesábamos el porche, a la carrera, desde el miedo hasta el misterio, desde el frío hasta la mano de Boo Bradley! Y cómo abandonamos la memoria, con el paso de los días, antes de intuir el resultado de la lucha. No quisiera obligarme a buscarle defectos. Me quedo con la magia.
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90 de 117 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
“Nunca se conoce realmente a un hombre hasta que uno se ha calzado sus zapatos y caminado con ellos”
Muchas veces he admirado a mi padre, y me he sentido orgullosa de ser su hija. Porque es un buen hombre, un hombre honesto que se cuenta entre esas personas constructivas y que logran que la sociedad sea un poco mejor.
Por eso entiendo cómo se sentirían Jem y Scout Finch al ser testigos de cómo su padre se encaraba con el pétreo muro de los prejuicios, cómo andaba con la cabeza bien alta entre gentes de escasas luces que alimentaban absurdos e irracionales odios, para defender a los agraviados y clamar justicia en un país donde la justicia se medía por el rasero del color de la piel, de los orígenes, del dinero, del poder y, en resumen, de los que tenían la sartén por el mango.
Atticus Finch debía de ser, a los ojos de sus hijos, un pequeño David que hacía frente, con su escueta honda, a un Goliat del tamaño de una montaña. Luchando bravamente, pese al gigantesco obstáculo que el Sur le imponía, portando simplemente con el arma de sus principios.
“Hay hombres en este mundo que han nacido para cargar con las tareas desagradables de los demás.” Atticus Finch asumió esa carga sobre sus hombros, y la soportaría hasta el final. Porque él era una de esas personas que, como se suele decir, tienen agallas, riñones, coraje. Que los tienen bien puestos.
Para unos niños, no debe de haber muchas cosas más dignas de admiración que ver cómo su padre mantiene a raya a las fieras sin perder jamás la compostura y espetándoles a la cara toda la dignidad con la que deja al descubierto la vileza de quienes envenenan el mundo con sus actos mezquinos.
En un estado sureño, en plena Gran Depresión, dos hermanos, que cuentan con el impagable ejemplo de ese gran hombre que es su padre, aprenden a quitarse el velo de los dañinos prejuicios.
Muchas veces juzgamos por las apariencias, antes de conocer. Y hay quienes llegan mucho más lejos que eso. Hay quienes no vacilarían en eliminar a otros semejantes por el simple hecho de que tengan la piel de un color diferente. Y que no dudarían en ampararse en el poder que les concede un Estado y una “Justicia” igualmente lastrados.
La justicia no es ciega ni sorda. Casi siempre se inclina hacia el lado que más le interesa y le conviene.
Atticus es de los pocos que tiene como objetivo impedir que ese sistema corrompido se perpetúe.
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54 de 63 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
FUERTE CON EL FUERTE Y DEBIL CON EL DEBIL
Pienso cada vez que leo la sinopsis de esta película, que la dan equivocada. Lo que cuenta no es la defensa que hace un abogado de alguien injustamente acusado, que también. Ello sólo es una anecdota para narrar la verdadera historia del film: la relación entre dos hermanos y la educación en la honradez y la verdad que intenta darles su padre. Y la idea de que siempre hay que proteger al débil: ser fuerte con el fuerte y débil con el débil. Desde esta perspectiva si que tiene explicación el título de la película.
Estimo notable la interpretación de los dos crios. Me ha gustado más que la de Gregory P.
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45 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Tocada por la magia
Hay películas especiales, esas que tienen un "no sé qué" que, más allá de la dirección, la interpretación, el guión o la fotografía, las hace diferentes. Quizá ese "no sé qué" no responda a nada objetivo o cuantificable, y sólo esté en la pupila, y en el corazón, del espectador. "Matar a un ruiseñor" es una de ellas. Desde los títulos de entrada uno puede darse cuenta de que está viendo algo diferente. El guión es excelente, la música es maravillosa, los actores (niños y adultos) formidables, pero más allá de estas cuestiones, toda la película posee una atmósfera especial, una regresión a la infancia, tan ambigua y excitante como sólo pueden ser los recuerdos. La película explica cosas tan intensas que no pueden expresarse mediante palabras (por ejemplo, cuando Gregory Peck, en la que para mí es su mejor interpretación, está sentado en el porche de su casa, por la noche, y escucha a sus hijos), eso es, simplemente, magia. No es extraño que esta película se vea asociada a La Noche del Cazador. Ambas poseen ese ruido de fondo por debajo de la propia narración que explica por qué una película puede ser arte.
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45 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
La dignidad del héroe
La obra maestra de Robert Mulligan, que relata la historia del inolvidable abogado Atticus Finch, y su empeño por defender la justicia, aún con el riesgo de perder el respeto y la consideración de los vecinos de una pequeña ciudad del racista sur norteamericano durante la Gran Depresión.

Está escrita, fotografiada y filmada prodigiosamente, y envuelta por un diseño de producción verdaderamente admirable, que recrea a la perfección el ambiente de una ciudad provinciana y sureña de la América de la segregación racial. Gregory Peck, además, ofrece el mejor trabajo de su carrera, por lo que fue justamente recompensado con su único Oscar.

Otro de los descubrimientos de la película es la pareja de niños que interpretan a los hijos de Atticus Finch, especialmente la niña, Mary Badham, que consigue enamorar a la cámara y ofrecer una gran gama de matices al mostrar la creciente admiración que siente por ese héroe de la vida real que tiene por padre.

Una excelente película, en definitiva, de esas que tienen el mérito de permanecer en el recuerdo de todo aquel espectador que la sepa apreciar, especialmente secuencias tan magistrales como aquella en la que, al final del juicio contra el hombre negro acusado de violación, el abogado Finch/Peck se levanta y se aleja por el pasillo ante la mirada respetuosa de la población negra puesta en pie. Una niña le pregunta a su madre que si pueden irse, y la madre le dice: "No, todavía no; el señor Finch todavía está en la sala".
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43 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Malos tiempos para la lírica.
Desde hace más de cien años el concepto de "cine" ha pasado por muchas etapas, cualquier cinéfilo que se precie lo sabe. Etapas de todo tipo, tendencias y modas del momento han variado la forma y estilo de hacer películas. Gracias a estas "modas" hemos podido disfrutar de alguna joya inmortal.
Obviando los inicios del cine (Lumière y sus coetáneos) actualmente se está haciendo el peor cine de la historia, (dentro de mi humilde opinión, claro).
El otro día ví los vengadores y su era de ultrón, una de las pelis más rentables de la historia, y poco después revisité "Matar a un ruiseñor".
Lo siento, me gusta el cine de ciencia-ficcion, de aventuras y acción. Pero eso no tiene nada que ver con el tema que nos ocupa. Cada tipo de film cumple una función y está enfocado a un "público".
Pero la cosa es que el otro día revisité esta obra maestra de Mulligan.
Maldito cine actual...
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31 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
El crimen más terrible del mundo
Pocas veces una brillante novela –como la que se inspira esta película, una de mis favoritas- ha sido tan bien llevada a la pantalla. Matar a un ruiseñor es más que un drama judicial de carácter racial ambientado en los años 30. El protagonista es abogado, pero ante todo, un ser humano. Y es que, en nuestros tiempos, es posible ser las dos cosas, aunque no sea cosa común. Y padre. La educación subyace detrás de un argumento apasionante.
La grandeza radica en la apasionante historia, que narra la historia desde el punto de vista de los niños. Es su visión lúcida e inocente, que ven cómo su padre viudo se la juega en nombre de la justicia y es repudiado por ello. Gregory Peck interpreta a Atticus Finch –el único personaje entrañable que le valió un Oscar-, el honesto abogado de un joven negro acusado de violar a una muchacha blanca, durante los años de la Depresión. Todos hemos querido un padre como Atticus. Y quien mejor que Gregory Peck para interpretarlo. Atticus, viudo, intenta educar a sus hijos, transmitiéndoles la perspectiva razonable de las cosas. Si a la historia le faltaba fuerza, ésta se la da la voz de fondo de la hija, desde su timidez y desde un lejano futuro.
La novela, ganadora del Pulitzer -única obra de su autora, Harper Lee- fue respetuosamente adaptada por el también oscarizado Horton Foote, y mi estimado director Robert Mulligan realiza un gran ejercicio de estilo en el que, más que la letra, respeta los climas, el aire de ese pueblo en el que se respira verdad a pesar de haber sido reconstruido en estudio. Un clásico con grandes personajes que supuso el debut de otra estrella, Robert Duvall, como hombre mudo clave en la trágica historia. Produce Alan Pakula y musicaliza Elmer Bernstein. Y si no ganó el Oscar a la mejor película fue porque competía con Lawrence de Arabia, quizá un mal año para estrenar una obra maestra de tal sencillez.
"Una página dulce... y amarga... ¡arrancada de la vida misma!". Pocas veces he visto un eslogan tan certero. Conforme vamos creciendo, recordamos estas lecciones de vida. Gregory Peck siempre dijo que se trataba de su película favorita. Y la mía. Pocas películas enseñan tanto sobre la integridad humana, el sentido del deber, la honestidad, la justicia, la familia, y la importancia de vivir en comunidad y de aportar algo a la misma.
Concluyendo con una cita: "Ver Matar a un ruiseñor hoy es más que ver una película, es todo un ejercicio espiritual para sanear el alma en este mundo veloz en el que los peajes de los atajos se pagan con la inocencia, un precio extremadamente caro..." (El especialista).

-El spoiler no es tal, falta de espacio-
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34 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Los recuerdos de Scout
Primer film realizado por Robert Mulligan (“Verano del 42”) para la productora Pakula-Mulligan, de Alan J. Pakula y él mismo. El guión, de Horton Foote, adapta la novela autobiográfica “To Kill a Mockingbird” (1960), de Harper Lee, que se alza con el Pulitzer (1961). Se rueda en un plató al aire libre que reproduce una parte de la localidad natal de la autora y otros platós de Universal Studios. Nominado a 8 Oscar, gana 3 (actor principal, guión adaptado y decorados). Producido por Alan J. Pakula para Pakula-Mulligan/Brentwood/Universal, se estrena el 25-XII-1962 (EEUU).

La acción dramática tiene lugar en una pequeña población rural del profundo Sur llamada Maycomb, a lo largo de tres años de la década de los 30 (1936-38 aproximadamente). La niña Jean Louise “Scout” Finch (Badham) y su hermano Jem, hijos del abogado Atticus Finch (Peck), viudo desde hace 4 años, viven una infancia feliz y apasionante, rica en experiencias maravillosas y llena de aventuras infantiles increíbles, que Scout escribe según sus recuerdos unos 20 años después. Scout tiene 6 años al comienzo del relato, es despierta, desenvuelta, respondona, curiosa, terca e ingenua. Admira a su padre y sigue al hermano. Jem, su hermano, de 10 años, es juguetón y travieso. Le gusta alborotar y organizar aventuras prodigiosas. El padre es íntegro, cariñoso y comprensivo.

El film suma drama, crimen y análisis social. Sexta película de Mulligan, es uno de sus mejores trabajos. La narración está hecha desde el punto de vista de una niña de 6-9 años, según los recuerdos que conserva 20 años más tarde (1957-58, aprox.). A través de los recuerdos de Scout, el relato construye una descripción casi documental de las costumbres, relaciones, conflictos, fiestas y vida comunitaria de un pequeño pueblo del Sur durante los años de la Depresión.

La pobreza, la desocupación, el arraigo de los prejuicios raciales, la división entre comunidad blanca y comunidad de color, etc., son realidades descritas con la ingenuidad sorprendida, tierna y cariñosa de Scout. Es interesante la galería de personajes que pueblan la localidad: el borracho y violento Bob (Anderson), la vecina amable, la señora cascarrabias (White), el indeciso sheriff Tate (Overtone), el vecino discapacitado “Boo” Radley (Duvall), el juez ecuánime pero con genio (Fix), el médico, el granjero Cunningham (Denton), etc.

Un tercer tema objeto de atención preferente es el padre: el tirador más certero del condado, el abogado más eminente, el padre más comprensivo, el hombre más inteligente, el mejor profesor de lectura y el mayor amigo de la niña. Recuerda casi todo lo que le enseñó: cómo conseguir ser comprensiva, en qué consiste y cómo ser valerosa, etc. Compone, además, una descripción cálida y emocionante del mundo infantil, el propio de Scout, con sus juegos, correrías, travesuras, peleas, disfraces, ilusiones y fantasías.

(Sigue en el "spoiler" sin desvelar partes del argumento)
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28 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Cuando sobran las palabras
A principios de los 60, Dios se encargó de recolectar todos los recuerdos de infancia de toda la humanidad. Todos los juegos infantiles, todos los amigos que tuvieron, todo el amor paternal que se recibió, todos los descubrimientos y aventuras vividas...todo fue reunido, transformado y enviado a los creadores de esta obra maestra.

Ahora, 45 años después de ese acto divino, los recuerdos aun perviven en la memoria de todo aquel que ha tenido la suerte de acercarse a esta cinta. Esos recuerdos se convirtieron en inmortales.
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30 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
ATTICUS FINCH Y LAS VIRTUDES ARISTOTÉLICAS (Ética para Scout)
Hoy toca clase de filosofía, así que si padecéis de déficit de atención adquirida no sigáis leyendo. Distinguía Aristóteles dos clases de virtudes generales: las éticas y las dianoéticas o intelectuales. Las primeras se adquieren por hábito y engloban valor, templanza y liberalidad. Las segundas se logran por aprendizaje y son: ciencia, inteligencia, sabiduría (razón teórica), arte y prudencia (razón práctica). Y por encima de todo y englobándolo, surge como virtud suprema la JUSTICIA: legal, distributiva y conmutativa.

¿Y a qué viene tanta pedantería? Pues bien, porque el personaje fundamental de “Matar a un Ruiseñor” es el compendio vivo de todo lo anteriormente expuesto como ética aristotélica. Atticus Finch -inmenso Gregory Peck- es uno de los personajes más emblemáticos de la historia del cine, y la película, una retrospectiva narrada por su crecidita hija Scout, nos muestra aquel tiempo inolvidable en el que se juzgó a un hombre negro por una falsa acusación de violación por parte de una zagala blanca. En contra de la opinión imperante y ganándose la enemistad generalizada del pueblo sureño de Maycomb, que solo busca un cabeza de turco fácil en el que descargar su ira, el abogado intentará demostrar la inocencia del injustamente inculpado, en pro de ejercer la verdadera justicia (ética) y de la buena educación de sus hijos (dianoética). Bajo toda la maravillosa historia subyace ese tono didáctico en el que el esforzado letrado procura inculcar a sus revoltosos retoños los valores correctos, a pesar de que sea a contracorriente y les condene al ostracismo social. Lección que se refleja aprendida en su final, al abogar Scout a favor de una decisión ética irreprochable: “Sería como matar a un ruiseñor…”

Es este uno de los mejores films de la historia, que aglutina gracias a la maestría del gran Robert Mulligan el drama judicial, la crítica social y el thriller desde el punto de vista de unos niños que asisten sin comprender del todo a la convulsión de un pueblo retrógrado en los años 30, en el que la irracionalidad, el racismo y la violencia salen a flote demoliendo la fachada idílica que poseía como cascarón. Un delicioso cuento, basado en la novela de Harper Lee ganadora del Pulitzer, que nos muestra que matar a un inocente es matar un poco más al mundo.
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28 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Con cierta apatía
Es la segunda vez que la veo, en esta ocasión, en V.O. La primera, simplemente me gustó y esperaba disfrutarla más ahora. Sin embargo, la sensación ha sido casi idéntica. Las voces originales dan más credibilidad a la historia, a pesar de tratarse de una narración a medio camino entre el cuento moral y el drama jurídico-social. Temas como el racismo o los prejuicios grupales se tratan de modo encomiable, Peck hace una gran interpretación y los diálogos son sobrios y certeros.

No obstante, la película casi nunca llega a emocionarme –con excepción de la secuencia en la que todos los negros se ponen en pie- tal vez porque trata el asunto con un distanciamiento que en mi caso se traduce en frialdad. La introducción infantil se me antoja demasiado larga y algunos pasajes judiciales me parecen pasados de ampulosidad. Tampoco acabo de creerme al personaje principal, un improbable abogado guardián de la ley y la moral, que en un condado racista y ultraconservador representa un elemento totalmente anacrónico. El plano en el que Atticus aparece sentado a la puerta de la prisión es una mezcla del western más tradicional y del Moisés más bíblico.

Es difícil cuestionar el mensaje que lanza la película, pero me cuesta aceptarla como obra excepcional, porque creo que se trata simplemente de una buena obra, sobrevalorada por motivos emocionales. Que por otra parte son los que yo más tengo en cuenta. A ver si a la tercera es la rrrefinitiva.
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26 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Dudo de si está mas sobrevalorada esta o "la noche del cazador"
Siempre me ha dejado perplejo la alta consideración de esta película.

Me pasa lo mismo que con “La noche del cazador”: siendo tan unánimemente valorada, me obliga a verlas con frecuencia para ver si en uno de esas doy con la clave que explique tan excesiva valoración. Y fracaso; no acierto a comprender que es lo que la crítica (y también los usuarios de esta Web) aprecian con tan exagerada admiración.

La película se divide en dos partes, radicalmente separadas

En la primera media hora aproximadamente la película se centra en las andanzas de los hijos de Aticus y un vecinito amigo, siendo prácticamente toda la anécdota argumental el miedo infantil de las criaturas en su acercamiento a una casa donde habita un extraño vecino. Toda esta primera parte tiene un poco un aire de película de “Tom Sawyer” (cabaña infantil en el árbol incluido), pero tiene escaso interés (en lo que se cuenta y en cómo se cuenta). Es un episodio de cine infantil/adolescente mas propio de serie Walt Disney.

En los siguientes tres cuartos de hora, aproximadamente, se nos endilga un juicio con componente moral (pues hay un asunto de racismo involucrado que seria muy novedoso en su momento) con todos los tópicos habituales del genero, que hemos visto hasta la saciedad: la actitud de aburrimiento del juez, los paseos de los abogados y el fiscal por la sala, las dos personas del publico que llegan tarde cuando se esta cerrando las puertas, el asistente duro de oído que se pone en la oreja la mano a modo de pantalla para oir el juicio, etc...En fin todo ya visto hasta el aburrimiento.

El desenlace conecta ambas partes. El espectador por poco avezado que sea lo intuye desde el principio.

Otras cosas que me desagradan son:

Que la niña recuerde al final la frasecita de marras de “matar a un ruiseñor” que su padre le explica al principio del film. Aparte de ser sonrojantemente cursi, es el típico recurso fácil que se usa para que el espectador diga: “ahhh, claro ya entiendo por que la peli se llama “matar a un ruiseñor!!!””

También me irrita, por inverosímil, que los niños le llamen a su padre por el nombre de pila. ¿Alguien se cree que en la sociedad de los años 30 en donde existía un temor reverencial a la figura del padre, se iba a tolerar que los hijos menores le llamaran por su nombre de pila? . Si trascurriera en Paris, Mayo del 68, todavía...

Y un remate: por lo visto, el Aticus protagonista es considerado por no sé que encuesta como el “héroe del cine más importante del S. XX” en USA...

En resumen, película menor de tono “telefilmero”, fastidiosamente sobrevalorada.
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62 de 105 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Excesivamente sobrevalorada.
He vuelto a ver “Matar a un ruiseñor” y me reafirmo en puntuarla con un 6 y no más.

La primera parte, la trama infantil, me resulta más interesante o más amena que la segunda, la trama judicial. Y es que el juicio me resulta muy pobre, con unos personajes (la víctima y su padre) muy “baratos”.

Y viendo luego el coloquio de Telemadrid me pareció que se estaban dedicando a vender su producto como fuera. En efecto, decir como decía uno de los contertulios que “hay escenas en las que es dificil reprimir una lágrima” me pareció de una osadía inapropiada. Vi la película con mi mujer y no la vi emocionarse y, bueno, ya sabemos que las mujeres son más propensas al llanto. Que conste que a mí más de una vez se me han llenado los ojos de lágrimas con otras películas.

Sobre la actuación de Gregory Peck pues, bueno, está bien, sí, pero a mí me gustó más en “Duelo al sol”, por ejemplo, haciendo de “malo”. Y lo de que el Aticus protagonista es considerado por no sé que encuesta como el “héroe del cine más importante del Siglo XX” en USA me la trae al pairo como suele traérmela las encuestas: suelo estar siempre con las minorías.

A mí no me preocupan los votos “noes” a las críticas que escriba sobre películas aclamadas por todo el mundo y que a mí me han parecido pasables y, a veces, rollos de tomo y lomo. Con que haya un solo “sí” entre decenas de “noes” me doy por satisfecho. Además, a veces escribo críticas para provocar.

Bueno, pues eso, un 6 y no más.
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50 de 84 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Un Atticus grabado a fuego
Como tengo una memoria muy frágil (rejuro que hace mucho que no fumo marihuana… entonces si que tenía una memoria de pez) no puedo asegurar que sea una buena adaptación. Lo que si me acuerdo es de las sensaciones que me dejó el libro de Harper Lee cuando lo leí en mi adolescencia. Y puede, como suele pasarme, que en pantalla no me trasmite las mismas sensaciones. Porque aunque no recordara mucho la trama, recordaba las sensaciones que me trasmitía Atticus Finch. Unas sensaciones de respeto, valor, calidez y honor que Gregory Peck no consigue trasmitirme. Igual porque en la adolescencia Atticus se me grabó con fuego. Y ese es el mayor problema que le veo a la película de Robert Mulligan.

El resto de la cinta es fascinante. Fascinate los niños, que enternecen y desesperan con sus aventuras. Fascinante la música de Elmer Bernstein y la fotografía de Russell Harlan y emocionante un gran guión con escenas inolvidables.
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