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17 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
5
La pasión cazurra
Musical cafre con trasfondo negro como el abismo del infierno.
El conflicto más antiguo o dícese de hembra joven con macho viejo y un tercero al acecho. O mujer pobre con hombre rico que se enamora del sin dinero. O en el campo se mata, y se canta, por supuesto, mucho mejor.
Una preciosa y graciosa Emma Cohen, un soberbio, y muy cachondo, Fernán Gómez y un Paco Algora como sosias del Landa más cavernario, troglodita y de pocas luces.
Parodia, recochineo, fiesta, alegría y la España negra de los catetos.
La tragedia siempre presente; esa que tiene que ver con la hombría, la sangre espesa y el sexo que se nos come los pulsos, las canciones, los adentros y todo lo que le pongan por delante, no tiene freno; desvarío salvaje que no conoce a nadie y solo pide carne.
Está llena de frases ingeniosas y cantables chocarreros. Y además tenemos a la Santpere como bruja imperial y a la Rufa con sus funestos augurios de reprimida mujer de la casa que todo lo sabe y nada puede hacer por evitarlo, el mal que nos viene seguro, anunciado, avisado, contado y proclamado sin descanso.
Comienza mejor que acaba. Va perdiendo fuelle, gracia y divertimento. Termina un poco fofa, repetitiva y apagada, bastante cansada. Pero durante un buen rato fue una obra jocunda y libérrima, estupenda en su iconoclastia desprejuiciada y caricaturesca, tan salerosa.
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16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Una época absolutamente horrorosa en la que todo son sucedáneos. El cine no es cine ni nada es nada.
Nos encontramos con una comedia negra delirante, a la par que un zarzuelero musical para más inri, que ilustra un desternillante drama rural. Anterior a la genial trilogía de Berlanga esta película, estrenada en 1977 coincidiendo con la primera huelga de acomodadores y taquilleros de España, cuenta entre sus valores con la presencia de un trío inolvidable: Emma Cohen, Fernando Fernán Gómez que cumple también funciones de Director, y el insustituible Paco Algora. Pero no se agota acá su valor, tanto Mary Santpere; genial en su papel de bruja) como los valiosos y entrañables secundarios, entre los que se cuenta su guionista Pedro Beltrán, cumplen con creces en sus papeles. Eran otros tiempos del cine español, recién terminada la Dictadura, donde aún había algo que decir, gente que sabía muy bien como hacerlo y cuando, no habiéndose entronizado aún el abierto culto a la mentira y al simulacro vigente con muy escasas excepciones hasta la actualidad. Existía aún por entonces una audiencia humana minoritaria no emasculada que podía sin dificultades disfrutar y comprender este tipo de cosas. Tempus fugit…

Película calificada de “maldita”, aunque cubrió gastos, "había sido pensada como un melodrama rural tradicional que funcionara a la vez como parodia del mismo género" (Pedro Beltrán).

Rodada en un San Agustín de Guadalix netamente celtibérico, yo diría incluso que prerromano, cuenta la historia de un amor traicionado que se acaba cobrando la revancha. Un joven (Paco Algora) marcha a la mili jurándose con su novia (Emma Cohen) amor eterno para encontrarla, al regresar, convenientemente casada con su tío (Fernando Fernán Gómez) el hombre rico del pueblo. La vieja pasión renace con la cercanía, contratando los jóvenes servicios variados de una hechicera (Mary Santpere) a la cual que seguirán en los más aciagos y aberrantes consejos lo cual acarreará una sangrienta y desternillante resolución. La música de Carmelo Bernaola, junto con una escena antológica al final, acompaña continuamente la acción dando a la película un tono paródico muy marcado. Claro que hay referencias políticas, críticas e inteligentes, a las vicisitudes de la época del rodaje pero no se imponen a un humor lozano y transgresor poco o nada doctrinario, aunque alguien hable ahora de “feminismo”, por lo demás muy eficaz.

No hay una reconducción del humor hacia postulados ideológicos de ningún tipo, como los hay hoy en día incluso en la crítica de cine de género; como mucho, quizás, se nos advierte con una revelación melancólica sobre el ser humano y esa pertinaz credulidad que muchas veces le aqueja y que suele dar al traste con sus mejores proyectos.

Película bufa pues donde aparece marcadamente reflejada, sin demasiada amargura, la España Negra; que cuenta también con interesantes escenas de brujería, para quien esté interesado en esta cuestión, aunque sea una brujería fingida, de perra gorda, de alcahuetas, pero no por ello menos eficaz desde el punto de vista de la psicología de sus usuarios.
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13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
El reestreno de una gran comedia española olvidada
Con motivo del 40º aniversario del estreno de ¡Bruja, más que bruja! de Fernando Fernán-Gómez, llega de nuevo a algunas salas de cine una copia digital restaurada de este especial film que pasó bastante desapercibido en su día. Lo hace un año más tarde del que fuera también el reestreno de otra de sus grandes películas: El mundo sigue. El propio director Fernando Fernán-Gómez explicó sobre su película: “Pensé que quedaría muy cómico rodar una película como el neorrealismo italiano, pero en el que la gente cantara de manera tan lírica y ridícula como en la zarzuela. Un musical absolutamente contrario a los norteamericanos.“

La sinopsis es la siguiente: Un pequeño pueblo de provincias vive sometido a los caprichos de Don Justino, el cacique local. Éste obliga a la joven y encantadora Mariana a casarse con él, aprovechando que Juan, el sobrino de Don Justino y novio de la chica, está lejos cumpliendo el servicio militar. A su regreso, Juan se ve burlado y acude a una bruja para que le asista en su venganza.

Se trata de una película muy alocada, original e interesante, repleta de humor y de dobles sentidos. Un guión escrito de forma muy inteligente que sabe sacar jugo a todas las escenas a base de humor blanco y negro, con muy mala leche pero de forma sutil. Rodada en 1976 con el sistema franquista todavía vigente aunque ya en decadencia, Fernán-Gómez logró crear un film lleno de frescura, sin anacronismos, encomiablemente rupturista, y de un enorme potencial metafórico, repleto de esperpento y escenas grotescas. En la de por si especial y gran filmografía del nunca suficientemente valorado Fernando Fernán-Gómez, éste es uno de sus películas más especiales, donde saca a relucir su faceta más mordaz y desquiciada en estado puro, incluyendo escenas cómicas musicales a modo de parodia, en la que vuelve a mostrar de nuevo su particular visión del mundo rural.

El reestreno de ¡Bruja, más que bruja! se ve enturbiado tan solo con la reciente muerte de Emma Cohen, la viuda de Fernán-Gómez, y Paco Algora el pasado mes de marzo. Pero no hay mejor forma de homenajearlos que reestrenando esta película con sus grandes interpretaciones, junto a las del resto del magnífico reparto.

En definitiva, una comedia muy recomendable. Con más aciertos que fallos, se trata de una película española muy singular que merece la pena descubrir. Vuelve a las salas de cine de la mano de SHERLOCK FILMS.

https://revista.tviso.com/bruja-mas-bruja-reestreno-una-delirante-comedia-espanola/
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11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Extraodinaria
La película se centra en la historia de Juan y Mariana que son novios y quieren casarse. Pero este se va a la mili.. A la vuelta con la promesa de casarse descubre este que se ha casado con su tío... Esto hace desembocar una serie de situaciones entre la comedia, la zarzuela y la opereta magistralmente dirigido y coreografiado por Fernán Gómez. Entre el surrealismo y el neorrealismo italiano esta película se puede considerar de las mejores de su director. Lo mejor la escena de las aguas (Hay que verla para ver a que se refiere)... Y la escena donde los protagonistas se lo montan sobre sacos. Sencillamente divertidisma y tiernisimo. Unos personajes al cual mas esperpéntico. Una gran Mary Sampere acompañada por los recientemente fallecidos Paco Algora y Emma Cohen. Hacen de esta película de visionado casi obligado. Un guión soberbio y una puesta en escena maravillosa. Todo funciona aquí
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7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Una patochada
Una de las estrategias más exitosas del régimen franquista fue la identificación que pretendió llevar a cabo entre cultura popular y el propio sistema político, como una de las múltiples formas que utilizó para legitimarse ante el pueblo que sometía. En esta añagaza falaz cayeron muchos, entre ellos la inmensa mayoría de la intelectualidad “progresista” a la que, como forma cómoda y poco comprometida de mostrar su antifranquismo, no le dolieron prendas en rechazar de plano todo lo que desprendiera ese aroma popular, desde el flamenco y la copla hasta la zarzuela o la ópera española, y desde luego el folclore. Todas esas expresiones populares se convirtieron para esa “inteligencia” con ínfulas demócratas en representaciones viles de la dictadura hispana, contra las que había que combatir, con lo que el franquismo pudo anotarse otra victoria más, pues alejaba de las tesis de esos intelectuales a buena parte del pueblo que no quería desprenderse de su tradición cultural, por otra parte de una riqueza casi inigualable, y que no comprendía el empeño de muchos artistas en combatirla.
"¡Bruja, más que bruja!" no es más que un producto de ese estado de opinión que bullía en los ambientes eruditos y artísticos, producto encarnado en burla caricaturesca, no sólo de un aspecto de la cultura popular española, como pueda ser la zarzuela, sino de una parte del pueblo español. Fernando Fernán-Gómez, que nos ha sabido dar grandes y sólidos retratos de la sociedad española ("El mundo sigue", "El extraño viaje", por ejemplo), nos ofrece aquí, influido quizá por el ambiente de la época (1976), un simulacro falso y de estampita, plagado de zafios estereotipos de la sociedad rural española de los años cincuenta. Y para ello utiliza el recurso de la zarzuela a la que también quiere en cierto modo ridiculizar, asociándola con esa adulterada estampa rural, ignorando así por un lado, lo que ocurría en el agro patrio en aquella época histórica, y por otro el gran patrimonio cultural que supone el teatro lírico español. Fernan-Gómez sacrifica a sus prejuicios políticos, en los que parece que empezaba a caer por aquellos años setenta, una historia más que atractiva, perdiendo así una oportunidad de oro para aportarnos, sino una gran película, si al menos otro filme interesante más de un gran maestro que aquí, por desgracia, sólo nos ofrece algo cercano a la patochada.
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7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
LA SUBVERSIÓN CÓMICA EN "!BRUJA, MÁS QUE BRUJA!"
Quienes fuimos adolescentes durante la década de los setenta en Alcalá de Henares, experimentamos una sensación muy parecida a la esbozó Quevedo al inicio de uno de sus sonetos: “Retirado en la paz de estos desiertos, con pocos, pero doctos, libros juntos”, etc. Sin embargo, cuando comenzaba la década de los ochenta y, por lo tanto, nos aventurábamos a la veintena, descubrimos que los veranos de la villa, es decir, Madrid, que sigue siendo villa, ofrecían una cosa muy interesante: los cines de reestreno.

Es así como pude ver, muchos años después de su estreno, 2001, una odisea del espacio (1968), de Stanley Kubrick, La Vía Láctea (1969), de Luis Buñuel, o Muerte en Venecia (1971), de Luchino Visconti.

Hoy día, lamentablemente, la cosa es de otra manera. Sin embargo, todavía queda un resquicio para el Séotimo Arte, según sucede en el cine Albéniz de Málaga, donde mantienen desde hace tres años un festival de cine denominado La edad de oro, cuyo título ya es lo suficientemente explícito, existe una película semanal que recupera las grandes creaciones cinematográficas y los veranos permiten recuperar producciones inolvidables, como El mundo sigue (1963), de Fernando Fernan Gómez y Las vacaciones del señor Hulot (1953), de Jacques Tati, en 2015, y, cuando todavía no nos hemos recuperado del dolor por la muerte de Emma Cohen, Bruja, más que bruja (1976), de Fernando Fernán Gómez, en 2016, una auténtica reelaboración humorística de los grandes mitos del cine, en particular, o la cultura, en general, del siglo XX.

Veamos cómo es ésa subversión cómica que tiene lugar en Bruja, más que bruja. La historia se plantea desde un primer momento como un triángulo amoroso en un ambiente manifiestamente rural y lo primero que debemos destacar es que dos de los grandes dramas campesinos de Lorca, de manera muy destacada Bodas de sangre y Yerma. No alcanzo a descubrir ningún vínculo con La casa de Bernarda Alba, por lo que me concentraré en lo que sí veo con facilidad. Así, la llamada de la sangre está constantemente presente en la película de Fernán Gómez, así como una boda de la que sólo esperar fatales consecuencias. De la misma manera que la desesperación por la maternidad frustrada está también en este filme, pero el planteamiento en él se realiza en clave paródica: las pulsiones de la sangre se evocan mediante los ruidos del apareamiento de dos asnos y para la esterilidad se busca la ayuda de una bruja farsante, magníficamente interpretada por Mary Santpere.

Otro tópico sobre el que se divierte este filme es el del bel canto en clave de zarzuela, pues los momentos en que aparece, que deberían ser con arreglo a los cánones del género, los de mayor intensidad amorosa, aquí se muestran para ilustrar situaciones grotescas. La propia aparición del canto sublime en clave humorística se recuperará luego en otra comedia rural: la inigualable Amanece, que no es poco (1989), de José Luis Cuerda, donde los campesinos cantan madrigales, con arreglo a la deformación clásica de la vida bucólica.

Un guiño hay al chasqueo de dedos en West Side Story (1961), de Robert Wise y Jerome Robbins, en un par de ocasiones, además, sólo que en este caso no son pandilleros de Nueva York, sino garrulos de aldea en la España más profunda. Podemos considerar, por lo tanto, que la película norteamericana también es otro de los referentes a parodiar en Bruja, más que bruja.

De la misma manera que lo es otro de los grandes tópicos de la historia del cine: las historias negras o la mujer fatal. Para muestra un botón y es que en la película española que ahora nos ocupa el seductor/seducido es un gañán sin ningún tipo de atenuante, papel interpretado por Francisco Algora. Poco hay de El cartero siempre llama dos veces, cuya primera versión, dirigida por Tay Garnett, es de 1946, por ejemplo, salvo en la idea central: mujer guapa, Emma Cohen en el filme español, quiere matar a su marido, a quien interpreta Fernando Fernán Gómez en nuestra película.

El beaterío y, en el polo opuesto, el poder de las fuerzas ocultas tampoco escapan al escalpelo ridiculizante del largometraje que nos ocupa precisamente en un momento en el que, por ejemplo, El exorcista (1973), de William Friedkin, o todas las sagas de Drácula interpretadas por Christopher Lee campaban a sus anchas por las pantallas de todo el mundo.

Por todo ello, la vida en el campo de la España de mitad del siglo XX se muestra en todo su rudeza en cuanto al medio físico en que transcurre la acción, pero. Pienso, de hecho, que esas condiciones animalescas de supervivencia son el contraste necesario para que en Bruja, más que bruja brillen con especial subversión los elementos cómicos elegidos, es decir, todos los elementos del filme.

Es así que, si comparamos dos películas tan próximas en el tiempo como Furtivos (1975), de José Luis Borau, y Bruja, más que bruja, ambientadas ambas en lo más sórdido del medio rural, hemos de concluir la deliciosa broma que constituye el filme de Fenán Gómez frente al naturalismo degradante de Furtivos. Mencionemos tan sólo que en esta película Lola Gaos apalea a un perro hasta su muerte, lo que no fue un efecto escénico, sino que efectivamente sacrificaron un animal.

Pero quiero cerrar esta crítica comentando que, cuando el panorama, sobre todo literario español había estado dominado por un fuerte realismo, un largometraje como este de Fernán Gómez significó un soplo de aire fresco y unas ganas de abrirse a otras cosas. Nada que ver con novelas como Los bravos, De Jesús Fernández Santos, Los clarines del miedo, de Ángel María de Lera, o Las ratas, de Miguel Delibes, por no hablar de La familia de Pascual Duarte, de Camilo José Cela. Frente a un panorama tan axfisiante como el recién mencionado, Bruja, más que bruja significó un cambio de rumbo, que hallaría luego su más gloriosa continuación en la ya aludida Amanece, que no es poco.
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5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
ALTO VALOR
F.F. Gómez se dedica a despachurrar la cosa rural con un sentido del humor corrosivo, cáustico, terrible y descarnado y ofrece un pintoresco relato lleno de situaciones cómicas capaces de interesar desde el primer minuto de proyección.
La líbido desbordada o contenida, los resabios de ciencia popular, el ambiente cutre de la incultura y las reacciones primarias ofrecen al inefable director y actor limeño la oportunidad de lucirse en un relato salpicado de escenas que dejan constancia de su estilo gracioso y socarrón.
Ocurrente su incursión en el ámbito de la ópera bufa, estupenda ambientación y magnífica interpretación de sus protagonistas.

Película inusual y de alto valor cinematográfico.
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4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
La España negra canta
Para mí es una divertidísima comedia musical, ambientada en una España rural que parece anclada en el tiempo, pues la acción podría transcurrir en el momento de la producción de este film lo mismo que diez años antes. Más en concreto, es una parodia de zarzuela rural en la que los actores hablan y cantan según el momento. Pese al tono libérrimo, que ampara el cachondeo, la crítica social, la sátira y la caricatura, no es una película tan insólita en el cine español como se cree a veces: recuerda bastante a un film español coetáneo tan desmelenado y desprejuiciado como "Caperucita y roja" (1977), de Aitor Goiricelaya y Luis Revenga, y en la propia filmografía de su director está la previa "La venganza de Don Mendo" (1962).

Los actores protagonistas están perfectos en sus respectivos papeles, seguramente porque en ese momento eran los más idóneos para sus personajes: Mary Santpere como bruja, Paco Algora como gañán, Emma Cohen como esposa insatisfecha y Fernando Fernán Gómez como el amo del pueblo. A ellos hay que añadir a Estela Delgado, una actriz interesante que no conocía de nada.

No es la obra maestra que pregonan algunos, pero indudablemente es un largometraje muy curioso.
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3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Una genialidad
Una delicia completa, de un humor directo, inteligente y cazurro a la vez. La idea de hacer de la vida de un pueblo perdido -ese tipo de pueblo que ha dado tan buen cine en España desde Bienvenido Mr. Marshall hasta Amanece que no es poco que debe mucho a esta película- un musical es original. Los arranques líricos son magníficos. Las interpretaciones no tienen un fallo, desde Fernán Gómez, en un papel a su medida, a Francisco Algora, Emma Cohen, la inefable Mary Santpere, que aquí ya tenía sus años. Todos en realidad.
He disfrutado desde el primer momento. Hay momentos felices como cuando ella está cantando y le hacen el coro las gallinas. La idea de de un dúo romántico como Juan y su antigua novia (ahora tía política) están plena faena es un acierto. Es lo que hace falta, ingenio y no incidir una y otra vez en lo trillado, como hace el cine español (descontando algunas cosas buenas) en los últimos 40 años. Pensar que en los setenta, donde ese deprimente cine alcanzó un paradójico cenit de malo, se hacía esto consuela un poco.
La música es nada menos que de Carmelo Bernaola. Todo es muy de zarzuela, pero es que la zarzuela es algo muy bueno.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
LA TRAGEDIA GRIEGA Y LA ZARZUELA SE DAN LA MANO
Deseamos advertir al respetable público que no es intención de los poetas creadores de la presente historia recomendar a los espectadores que imiten la conducta de los personajes que en ella intervienen.... dicho lo cual, y en añadidura a la advertencia que, medio en serio o bien con solapada ironía adorna el relato, quien esta reseña suscribe estima de conveniencia advertir al respetable lector que evite tratar de exponerse a la primera de una nueva etapa de títulos en la filmografía de un cineasta que, a partir de aquí, practicamente sólo abordaría (en su mayoría) trabajos en los que creyese, sin desear experimentar de antemano lo que se siente degustando un ácido potaje lisérgico de surrealismo rural, algo de tragedia griega a golpe de zarzuela y el mismo sabor de boca que te dejaría -ahora que, a diferencia de en 1977, sí existen- contemplar a la vez 'El crimen de Cuenca' (1980, Pilar Miró) y 'Amanece que no es poco' (1989, José Luís Cuerda).
Ver a Fernando Fernán Gómez levantarse del suelo un año después de estrenar su peor película para lucimiento de Rocío Jurado es una experiencia revitalizante que aconsejo encarecidamente.
Que Mary Santpere fuese la única en todo el reparto capaz de hacer playback de forma coordinada es lo de menos.
Un tesoro que, como la mayor parte de la filmografía de su director, nunca es suficientemente reivindicado.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
De lo peor...
Fernando Fernán Gómez acumuló una abundante filmografía como director, en la que los grandes aciertos (El extraño viaje, Mi hija Hildegart, Viaje a ninguna parte) se codean con enormes disparates alimenticios (Los palomos, Mayores con reparos, La querida). ¡Bruja, más que bruja! se considera una película maldita, ausente de las pantallas durante muchos años, y no es de extrañar. He leído críticas que la califican de desternillante, rompedora, osada y no sé cuántas tonterías más. Es posible que yo esté equivocado, una vez más. El realizador intenta componer una comedia bufa sobre la España profunda en la que mezcla caspa, zarzuela, brujería y drama rural. El resultado es estomagante. El cuadro actoral compite en incompetencia y torpeza. Baste decir que el miembro, con perdón, que sale mejor parado es Mary Santpere, en una divertida pero contenida interpretación. Francisco Algora pone cara de pasmado todo el rato, Fernán Gómez se ríe hasta de su sombra, y los demás hacen lo que pueden. Parece rodada por un principiante, tal vez a propósito, los diálogos son ridículos y las situaciones más tópicas que la bombilla de Raphael.
Nos queda Emma Cohen, nuestra querida musa, con sus preciosos ojos, sus preciosos pechos y su precioso talento echado a perder por culpa del repulsivo sátiro. Francamente, aunque no nos brinda una gran interpretación, es lo mejor de la película.
Para coleccionistas compulsivos del pelirrojo malhablado.
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8 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Divertida
Quizás la mejor película de Fernando Fernán Gómez junto a "El viaje a ninguna parte". Sagaz e inteligente, esta tragicomedia hilarante trata de explicar qué es España, sin nada que envidiar a las mejores obras de Berlanga. Algora, Cohen y Gómez se bastan para crear una película entre ellos. Sus voces, ya lejanas -siempre en el recuerdo-, miradas y acciones, componen una película llena de sarcamos carente de la pretensión de otros directores contemporáneos por contarnos lo mismo. Divertida.
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3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Marcianada de humor añejo
Recomendable para rastreadores de rarezas.
Su extravagancia puede que haga gracia sólo a unos pocos, yo me quedo con una impecable fotografía que refleja como pocas veces ese ambiente rural que ya pertenece al pasado y con disfrutar de un reparto (Fernán-Gómez, Cohen , Algora, Sant-Pere) que nos remite a otra época y otros modos de interpretar y hacer cine que ya se ven muy lejanos.
Las escenas musicales son discutibles y responden a un tipo de comicidad que hoy en día no cala en el público, aunque hay un momento con Emma Cohen lanzando gorgoritos zarzueleros interrumpida por el cacareo de las gallinas que es realmente tronchante.
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7
Las malas artes contadas con mucho arte.
Sátira de Fernán Gómez con piezas musicales sobre los intereses del amor y el dinero con un marcado tono picaresco. La composición del melodrama es tan simple como productiva y se reparte en esencia entre cuatro personajes: el Tío Justino (Fernando Fernán Gómez), hombre ya de una cierta edad que pasa por ser la persona más rica del pueblo; Mariana (Emma Cohen) la joven casadera; Juan (Francisco Algora) el gañán recién licenciado del servicio militar y Tía Larga (Mary Santpere), bruja de profesión, embustera por vocación. El argumento lo sustenta, con dimes y diretes, en las distintas formas de beneficio tras conseguir algo pretendido. Una lectura sacada desde la absoluta jocosidad y sin concepto de denuncia, pero no muy alejada de los estándares buscados en muchos ámbitos de la vida real. El primero consigue la admiración de sus adláteres, la segunda la estabilidad y la posición buscada, el tercero el objeto de deseo y la última en cuestión, el vil metal.
La comedia, revestida en la España más mísera y profunda, entona habladurías y acusaciones a través de canciones y una puesta en escena más propia del musical que de la estricta comedia. Sin embargo, no por raras en su ubicación se hacen menos vistosas ni menos descriptivas de la situación puntual, al contrario, subrayan la condición del entorno y de quienes lo protagonizan. Teniendo en todo momento en la memoria presente el reflejo de 'La Celestina', por la mezcla de géneros y de fantasía y realidad, por rebelde para con su propio estilo, por estar llena de contrasentidos, es toda ella inusual, incluso hasta para su época, también por no andarse con remilgos, lo que no impide la función que busca (reír) y seguir admirando la multifuncionalidad, siempre con maestría, de ese genio de las artes escénicas que ya se fue llamado, Fernando Fernán-Gómez.
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7
El hacha invisible.
18/18(17/01/21) Jocosa astracanada es este film de culto escrito, dirigido y protagonizado por el gran Fernando Fernán Gómez, guionizada en colaboración con Pedro Beltrán (“El extraño viaje” o “Mambrú se fue a la guerra”, la idea era confeccionar una zarzuela que fuera a la vez la escandalosa refutación de todo el género chico, riéndose a la vez de la España Negra mediante la caricaturización de un suceso real (spoiler) y de los musicales, ello haciendo que con letra de los guionistas de vez en cuando los protagonistas se arranquen a cantar en exagerado playback (los gorjeos de la Cohen en una escena son apoteósica prueba de ello) compuesto por Carmelo Bernaola, donde la rima se amontona de modo risible en su descripción de lo que ocurre. Mezclando géneros como es la comedia negra, el drama, y el musical, Fernán-Gómez explicó sobre su película: “Pensé que quedaría muy cómico rodar una película como el neorrealismo italiano, pero en el que la gente cantara de manera tan lírica y ridícula como en la zarzuela. Un musical absolutamente contrario a los norteamericanos”. Destaca por ser la primera ocasión en que Fernán Gómez dirigía para la gran pantalla a quien fuera su pareja, Emma Cohen, tras colaborar conjuntamente en los trabajos para Televisión Española Juan Soldado (1973) y El Pícaro (1974).

Teniendo como eje uno de los mantras del cineasta nacido en Lima como es la deconstrucción de la institución marital, en este caso una historia con efluvios a “El cartero siempre llama dos veces”, sobre un triángulo amoroso donde se mezclan avaricia, celos, infidelidades, embarazos y brujería, teniendo como telón de fondo la España rural, rodada en el post-franquismo esta casa y pueblo son epítome de la España atrasada, la que cree en supercherías, la cainita, la endogámica, la reprimida sexualmente. Desarrollándose de modo inteligente una historia muy sencilla, con toques de humor ingeniosos e imaginativos (ejemplo esa noche con el burro rebuznando a modo de pulsión sexual en la casa, o las escenas de sexo sobre los sacos de harina, con los golpes de polvo estallando a cada empujón fornicador).

Todo enaltecido por unos protagonistas iluminados como son un gran Fernán Gómez como Justino, el hombre mayor casado con una joven, y que no se entera de lo que pasa a su alrededor; Francisco Algora como Juan, el gañán sobrino celoso; una gran Emma Cohen como Mariana, la adúltera joven mencionada; Estela Delgado como Rufa, la áspera criada de la casa que todo lo sabe; y sobre todo una roba escenas Mary Santpere como Tía Larga, sensacional como la ‘bruja’ y alcahueta del título, radiante en su guiñolesco rol cercano a Doña Rogelia.

Como debe, se le puede achacar que va perdiendo fuelle conforme avanza, y eso que no dura mucho, no llega a la hora y media. Estancándose un tanto en su tramo central.

Rodada principalmente en el pueblo de Ledanca, Guadalajara, se localizan varias de las escenas exteriores, así como la plaza, calles adyacentes y el interior de la iglesia, existen localizaciones en el pueblo de Almadrones, Guadalajara, como son el exterior de la iglesia y la escena final con la banda de música. Esto filtrado por la cinematografía de Leopoldo Villaseñor (“Jamón, Jamón” o “Tacones lejanos”) que con tonos ocres transmite ese ambiente rural del campo.

«Pensábamos que podía funcionar como melodrama rural tradicional y como una parodia del mismo», comentaba Pedro Beltrán. «Era una acumulación de grosería, desfachatez y zafiedad... Se trata de esperpento puro», zanjaba Beltrán. Juan José Daza, el productor de todo esto, recuerda la primera vez que oyó hablar del proyecto: «Fernando me comentó que venía dándole vueltas a una producción muy loca para la que no encontraba nadie que le prestara dinero. Me pareció una provocación». Daza, que se dedicaba a la exhibición, no se lo pensó dos veces y puso sobre la mesa lo que, más o menos, hacía falta. Con 12 millones de pesetas se apañaron cuatro semanas de rodaje. En taquilla, no fue ni bien ni mal. «Cubrimos gastos», recuerda Daza tras admitir que le costó vender la película: «Los que esperaban una zarzuela al uso se iban escandalizados y los que buscaban otra cosa más intelectual no acertaban a ver más que una zarzuela». De hecho, de las 23 películas que ha firmado Fernán-Gómez, sólo La vida por delante (1958), La venganza de Don Mendo (1961) y Mi hija Hildegart (1977) han resultado rentables. Cuenta el productor que el 10% del presupuesto se lo llevó la escena final: una orquesta en mitad de la nada que interpreta la música de Carmelo Bernaola. La idea era que esta secuencia cerrara un arco figurado que había tenido su presentación justo al inicio de la película. Esta escena perdida (no se llegó a rodar por demasiado costosa) colocaba a los intérpretes en un teatro abarrotado y con el público en pie. Se trataba de poner en primer plano el carácter de representación de la propia representación de lo que iba a contemplar el espectador.

A destacar en lo referente a la puesta en escena la cinematografía de Leopoldo Villaseñor (“Jamón, Jamón” o “Tacones lejanos”) captando la esencia del medio rural, de sus campos, sus casonas, sus patios, el blanco de la cal de las fachadas, buen trabajo.

Me queda un degustable film, original y con buenos momentos, enaltecidos por las actuaciones. Fuerza y honor!!!
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8
La España negra retratada de forma esperpéntica por su director
Un joven cateto de pueblo (Francisco Algora) se marcha a hacer la mili, dejando a su novia( Enma Cohen) y pidiéndole que lo esperara hasta que volviera, pero ésta no hace caso y se casa con el tío( Fernando Fernán Gómez) de su novio, bastante mayor que ella, pero rico y cacique del pueblo. Al volver el novio de la mili al pueblo, acuerda con su exnovia eliminar a su tío con la ayuda de una bruja del pueblo (Mary Santpere)para poder quedarse con su chica, la que por cierto está embarazada del joven. La película es también de género musical, en concreto zarzuelístico y operistico, con escenas de canto muy cómicas por parte de los personajes. Reseñar la escena de los burros, que provocan la excitacion sexual, la de los sacos echando polvo cuando hacen el amor, la de la sirvienta auto flagelándose, etc etc. Gran papel de la sirvienta del cazique, en su rol de mujer devota y abnegada cristiana. También de la bruja, así cómo de Enma Cohen y Francisco Algora. Neorrealismo italiano en estado puro…Mención especial a Carmelo Bernaola ( El Pícaro) por la música …
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3
DE HERMOSA CRISÁLIDA EN MARIPOSA SINTÉTICA
Es como lo de Larra, Mariano José, que ponía de vuelta y media a esta España nuestra si se terciaba pero, bizarro, se batía con denuedo de todas las formas posibles si venía un extranjero a faltarnos el respeto. Así, defensor a capa y espada de Fernán Gómez y de sus circunstancias, admirador del actor, del director y del escribiente, ávido degustador de La Puerta del Sol, El vendedor de naranjas o El viaje a ninguna parte, no me queda otra ante una revisión que no ha podido ser completa de ¡BRUJA, MÁS QUE BRUJA! sino decir, lastimado, que no encuentro siquiera la sombra del gigante en este juguete de poca monta.
Muy falta, a mi juicio, esta historia. A caballo entre la zarzuela y el sainete, con algo de destape y las sobras de don Mendo, apenas hay nada en la película que no espante.
¡A la mier...!
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