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43 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
7
La inercia como guía cuando se percibe que las piezas van a encajar bien.
Las películas rurales españolas son la mejor alternativa (casi única) a la bazofia habitual, y suelen ser buenas, e incluso muy buenas, por distintos motivos. Estos cinco entre ellos:

1) Los actores interpretan a pueblerinos rudos y brutos; gente dura y seca, de poca conversación. Siempre es un aliciente que en el cine ibérico los actores hablen poco. Cuanto menos abran la boca, mejor.

2) La fotografía suele ser magnífica. Sea la amarillenta estepa castellana, los caseríos vascos o los acantilados astures, todos ellos dan mucho juego al objetivo. Esto es destacable en casi todas las películas de Medem (sobre todo en Vacas, es espectacular), con lo que supongo que él es responsable en cierto modo.

3) La historia es directa e ingeniosa, a la usanza de siglos pasados. A veces, por estar basada en alguna novela de la época. Pero otras, siendo la historia original, por alguna extraña inercia, ésta toma los cauces de la narración clásica, sin rizos ni espirales absurdas...

4) En el reparto se suele encontrar lo mejorcito del momento, excluyéndose casi siempre a la carroña de las series televisivas, a los cantantes que quieren ser actores cuando ni siquiera son cantantes, y a famosillos y modelos a los que les da por la interpretación, cuando se percatan de que saben mentir en un plató. Pero lo más importante es que no hay cameos ridículos.

5) La música se compone para acompañar y no para emocionar. La emoción sólo se consigue si acompaña bien, y por tanto no se puede llegar a ella sin pasar por el primer paso. (Esto es discutible en cualquier caso, más que nada porque no tengo ni idea de lo que acabo de decir).

Y Medem se concede el lujo, en su opera prima, de dar un toque propio, semisurrealista, un pelín grotesco, aunque interesante a mi parecer, colando la cámara por troncos huecos o por las retinas de las vacas.

Pero además esta película cuenta en su haber con un comienzo impresionante, de los que enganchan. Y con la escena de los aizkolaris. La majestuosa escena de los aizkolaris. Sublime. A parte de encerrar en ella la base de la trama y tener una belleza especial, te mantiene con el corazón en un puño por su extraño suspense... es muy buena, y es una pena que casi no se rueden escenas de ese calibre, ni en este, ni en ningún otro cine allende nuestras fronteras.
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115 de 131 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
AL OTRO LADO DE UN OJO DE VACA
1) En su primer largometraje, Medem deja claro que es cineasta-poeta más que cineasta-narrador. Su baza, mucho más que el relato pormenorizado o la progresión dramática, es la atmósfera, lograda con potentes imágenes, llenas de inspiración visual. Vigorosas imágenes que activan una poesía violenta y primitiva. La secuencia inicial, en la que se insertan los créditos, ya marca ese tono. Con ritmo, con seca fuerza, el hacha del aizkolari clava el filo en el tronco a milímetros de sus pies descalzos. En cualquier momento, con las astillas puede saltar algún dedo.

Medem sabe que su fuerte no es un argumento muy tramado y se apoya en el andamiaje histórico (las Guerras Carlistas y la Guerra Civil), así como en una estructura de cuatro episodios. Con ello se ahorra construir en profundidad los personajes y elaborar situaciones.

2) Hay una épica heterodoxa, nada folklórica, del hombre que sobrevive en un aislado caserío erigido en la orilla del bosque, bosque que no es paisaje de fondo sino fuerza ancestral y protagónica. Una cámara subjetiva y trepidante culebrea entre los helechos.
La leña, unas pocas vacas, la huerta, la familia y los antepasados, los desafíos con aizkolaris de la comarca… Así se va sobreviviendo, sin apenas decir palabra.
El zumbido de las moscas que viven pegadas a las vacas ocupa buena parte de la banda sonora.

Dos familias, de caseríos vecinos, se relacionan en tenso silencio a lo largo de los años, en saga endogámica que incluye la insinuación del incesto.
Son pocos diálogos y muchas miradas, cargadas de mudos mensajes, reflejo de la proverbial parquedad vasca:

—¿Cómo lo sabes? ¿Quién te lo ha dicho?
—Nadie me lo ha dicho. Lo pienso yo sola.

3) Todo remite a un mundo más amplio que el humano, supeditado a fuerzas naturales más imperiosas, como las que rigen en el bosque.
En el mundo humano las cuestiones se dirimen en guerras. El aizkolari de los tiempos carlistas huye de ello. Su espíritu se adentra por el ojo de una vaca como por un túnel. Sale al otro lado y desde ahí adopta la mirada distante y mansa del hervíboro. Túnel visual que se corresponde con el de la cámara de un fotógrafo que llega al caserío, y con el agujero del tronco de un gigantesco árbol muerto en el corazón del bosque.
“Al otro lado estáis vosotros. Yo estoy aquí, a este lado”, dice a su familia el abuelo, el patriarca medio ido, enfrascado en pintar vacas.
A través de una máquina de fotos observa con los nietos en el bosque el detalle de los pequeños organismos: insectos, gusanos, moluscos, reptiles. “Esto es muy importante. Es importantísimo”. Mientras, en los caseríos prosiguen las pasiones y arrebatos humanos.

4) La fuerza del aliento poético, que origina un lenguaje visual poderoso, repleto de oleadas sensoriales y sugerencias, contrapesa de largo la relativa inconsistencia de los personajes y la flojedad del final. *
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71 de 72 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Érase una vez en Gipuzkoa
La película narra la historia de tres generaciones de dos familias distintas a través de cuatro episodios correlativos: I) El aizkolari cobarde, II) Las hachas, III) El agujero perdido y IV) Guerra en el bosque, los cuatro episodios tienen un elemento en común: las VACAS.

Medem (uno de mis directores preferidos) ya nos da muestras en esta su primera película de la gran y exitosa carrera cinematográfica que se le avecinaba, demostrando que es tanto un gran fantasioso a la hora de contar sus historias como un gran director a la hora de rodarlas.
Un pecado sería no mencionar la gran BSO de uno de los inseparables de Medem: Alberto Iglesias.
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28 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Agárrame fuerte, dime algo al oído
Encerrada en mi mazmorra verde y amarrada a un cojín del mismo color, puedo hablar de una noche de nostalgia. Entre todo lo que queda por descubrir, fui a parar en manos de una película perdida en la memoria más de diez años, cómo no, y de la que me sorprendo al sólo recordar los ojos de las vacas, el agujero, la música y el caballo alejándose. Suficientes recuerdos para rememorar ese diez que le puse cuando ni siquiera sabía que existían las notas para las películas. Porque entiendo que Medem confiara en Carmelo, porque su sonrisa es franca, cuando él sonríe parece que todo vaya a salir bien. Lo mismo ocurre con Emma, su sonrisa transmite dulzura pero sus ojos, al mismo tiempo, se transforman en complicidad. Y qué necesita Cristina, su personaje, además de complicidad para descubrir el mundo de Manuel el Primero, y crear el suyo propio a través de sus enseñanzas.

Todo está relacionado, está clarísimo, cada vez que Manuel nos adentra en las vacías pupilas de las vacas con semblante sereno, nos transporta de una realidad a otra sin que sepamos distinguir donde nos encontramos cada vez, porque no importa, cada uno habita a un lado del agujero, el otro se alimenta para doblar la identidad.

“Siempre que quiero pensar en alguien, pienso en ti”, le decía Peru a Cristina, cuando no adivinábamos si estaba interesado en contemplarla a ella o a las vacas que evocan recuerdos en los cuadros, de todos modos tenía su permiso: “él puede mirar todo lo que quiera”.

Entre las verdes hierbas que crecen en el bosque hay espacio suficiente para esconder la pasión más rocosa, las mentiras, las batallas entre familias y sus aizcolaris experimentados, cuyas hachas suenan distintas entre sí. Porque las palabras son pocas, las justas y necesarias para competir con la espectacularidad de la naturaleza, y los sonidos son precisos, enclaustran las imágenes para compartir protagonismo. Y aunque los años pasen rápidos, la locura es contagiosa, así que entre los pastos, las vacas serán hombres y nunca quedará definido en qué lado del agujero encendido habita cada uno de los personajes.

Número diez, aquí te quedas conmigo y con Julio, los años parecen no afectar tus esculturales formas, aunque haya cambiado mis ideas por otras con el paso del tiempo, o tal vez la forma de mirar, no voy a traicionar algo importante, el recuerdo, pues no hice otra cosa en una noche que alimentar la nostalgia con más detalles al volver a ver Vacas. Esto es una historia sin fin, que se mezcla con otras, y al final todas son una, partidas en algún punto exacto.

Quizás quede un hueco para nosotros entre esas hierbas, porque esto es importante, es importantísimo, nunca lo debemos olvidar.
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23 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Tótem
El instinto animal del hombre hace su aparición de nuevo. Esta vez nace en algún lugar de Guipúzcoa, durante tres generaciones de dos familias vecinas, de la mano de Manuel Irigibel y Carmelo Mendiluce, rivales y compañeros de trincheras. Mientras Manuel, ya anciano, se dedica a pintar vacas - que no son sino alegorías de sí mismo, de un fragoso remordimiento que le persigue desde aquel día en que cruzara la mirada con una vaca, único testigo presencial de su "bajeza"-, su hijo y su nieto desarrollan distintas formas de ver la vida, pero siempre cargando con ese lastre que el apellido Irigibel parece llevar inscrito.

Seguramente nadie nunca haya podido disfrutar de esta película como lo he hecho yo, y posiblemente sea porque no soy el tipo de persona que se queda mirando la lluvia tras los cristales, porque prefiero notar cómo se hunden mis pies en el barro y saber que, cuando me acueste, el constipado traerá a mi memoria esa dulce sensación. De este modo, donde en el film ustedes vieron un ojo lleno de moscas, yo vi la mirada crítica de la sociedad del siglo XIX, carroñeros que se alimentan de las desgracias ajenas; el fotograma de un hombre frente a una vaca es algo más que un hombre y una vaca, es la misteriosa distancia que separa al hombre del animal, es el oscuro abismo que se esconde tras dos ojos, que aunque aparentemente sólo se ven, se están mirando, se están reconociendo.

Tras los prados, los bosques, los olores; tras la sangre y el sudor se encuentra una auténtica obra maestra, extravagante, sutil y de belleza grotesca. La mezcla de sencillos efectos visuales, el impacto de algunos de éstos en consonancia con el guión y el desasosiego que provoca la música de fondo hacen del complicado argumento todo un reto, ya que entre el simbolismo y las diferentes relaciones entre los personajes a veces resulta un poco difícil no perderse. Un detalle que favorece, o no (según se vea), lo anterior es que tanto el abuelo, como el padre y el hijo de las diferentes familias están interpretados por los mismos actores.

El reparto es espectacular (el que aparezca Carmelo Gómez contribuye mucho), la historia original y escalofriante, y la película... la película es Julio Medem en todo su esplendor. De las mejores de los 90.
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30 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
UNA DE AIZKOLARIS
Siempre he considerado el cine rural como un auténtico tostón. Será por mi idiosincrasia urbanita. No aguanto más de un día en el campo sin ponerme de mal humor y como triste, y no aguanto más de veinte minutos de visionado de un drama rural. Pues he aquí una excepción (bueno, alguna otra hay, pero pocas)

Afortunadamente para mí y los de mi calaña, el pastoreo, el esquilado bovino, los problemas de la vendimia, las plagas de insectos que arruinan las cosechas, y, sobre todo, los adolescentes que están en pleno despertar hormonal y echan la tarde en el pajar, no tienen cabida en Vacas.

Vacas es otra cosa. No sé muy bien que clase de cosa. Es una especie de cine psicodélico-rural.

La historia que cuenta es sencilla y extraña a la vez. Nos habla de tres generaciones de rivalidades y afectos entre dos familias, cuyos diferentes personajes (abuelo/padre/hijo) son interpretados siempre por el mismo actor. En el caso de Carmelo Gómez, esto es de agradecer.

La historia se vuelve apasionante por momentos, y eso se debe a la cámara de Medem. No hay otra explicación. El arranque en las trincheras, las persecuciones por el bosque a través de la vegetación y, sobre todo, la secuencia del reto de los aizkolaris, desprenden un inquietante suspense.

Luego están esas cositas que hace Medem, como lo de mirar a través del ojo de una vaca, del objetivo de una cámara fotográfica o lo el travelling ese que empieza por la cabeza de una vaca que está comiendo, la recorre entera y, claro está, termina en el rabo, con una magnífica cagada con su pedorreta y todo. A mi estas cositas me sobran, porque afectan a mi interés, ya que no aportan nada a la historia y se limitan a convertir la película en rara, pero admito que, por lo menos, el realizador es original.
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23 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
sólo tú me comprendes, amiga vaca...
Ya desde su ópera prima nos encontramos con el Medem amante de las relaciones personales tensas, dolorosas e imposibles; simbolista y tremendamente genuino, con ese estilo que más tarde depuraría, pero que aquí se nos muestra en su estado más puro e intrigante. Quizás lo que hace de Medem uno de los directores con mayor magnetismo del panorama europeo sea ese tratamiento mágico y bastante metafórico con el que impregna sus imágenes, creando sensaciones y sentimientos más allá del argumento de sus cintas, algo que no deja de ser interesante y cuanto menos atrevido. En Vacas se nos narra la historia de dos familias vascas a lo largo de tres generaciones, desde la Guerra Carlista hasta la Guerra Civil, amalgamando un cuento de conciencias enturbiadas, amores apenas disimulados, inocencias interrumpidas, y competiciones de ''troncolaris'' a ambos lados de un misterioso bosque que sirve de nexo espacial y temporal para todos los personajes que aparecen en la cinta, muchos de ellos interpretados por los mismos y geniales actores (Carmelo Gómez en su primera película, qué gran descubrimiento, la bellísima y medemiana Emma Suárez, Ana Torrent, etc.) Se trata de una película que penetra tímidamente en las raíces del denominado Conflicto Vasco que tanto preocupa a Medem, pero cuyo propósito más íntimo es el de mostrarnos una vía de escape para las conciencias intranquilas, que abundan en esta cinta. Aquí es donde entran en juego las vacas, animales omnipresentes en las vidas de esas yentes, símbolos de ''lagunas en calma'' donde poder evadirse cuando uno no entiende por qué ha de ir a la guerra, por qué ha de luchar si es feliz en su tierra, en paz y con los suyos.
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16 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Curiosa y distinta.
Película curiosa y original. Lo cierto es que la idea inicial me resulta muy interesante, con esas vacas que no hacen sino juzgar a las distintas generaciones de hombres con mirada penetrante e inquietante. En el plano visual es también muy recomendable, con una bella fotografía y un estilo propio que permite identificarla como una película de Medem. Más virtudes, por ejemplo, un halo extraño, frío, que otorga un aire desazonador a la película. Una música que no hace sino reforzar la extraña atmósfera que envuleve al film.

Defectos, unos cuantos, empezando por el guión, deslabazado, a trompicones, diálogos algo empaquetados, sucesos bastante poco creíbles, ni siquiera como licencia. El director trata de contar demasiadas cosas, sin que ningún personaje llegue a desarrollarse bien. Alguna escena roza el ridículo, algo habitual en las pelis de Medem. Un final, desde mi punto de vista, poco acorde con el tono de la película y, dicho sea de paso, poco inspirado.

En fin, bien por la intención de Medem. Se agradece que hayan directores que prueben a hacer un cine tan distinto y personal. Además, llega a conseguir algunos resultados muy interesantes, pero la película en sí es poco consistente.
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11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Historia de dos baserris
Nada nuevo tengo que añadir a modo de resumen a lo ya dicho por los demás usuarios, "Vacas" ofrece un estilo visual muy original y poético que alcanza uno de sus puntos más álgidos en las escenas de los aizkolaris, logra algo tan enormemente complejo como es conseguir transmitir al espectador la visión de la naturaleza como un poder arcano, indomable y superior al hombre y presenta un ambiente costumbrista en el que se muestra tanto la vida cotidiana como su cara más oculta y oscura, marcada por envidias, odios entre familias cuyo origen nadie tiene claro, malos tratos, infidelidades...si hago en realidad esta crítica es para compartir unas posibles interpretaciones que me han venido a la cabeza y que incluyo en el spoiler.
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7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Merece la pena porque es la única película española en la que aparece una trinchera carlista
Si, señores, aunque sea solo durante la primera escena, aunque sea solamente cinco minutos recreando el miedo, el terror, la paralización que se siente al estar tan cerca de la muerte de una trilogía de guerras que fueron tremendamente importantes en el desarrollo de la historia de España y que injustamente, sus héroes, sus batallas, sus sitios y su verdadera razón estén hoy olvidadas a nivel cinematográfico en España.Lo bueno de los americanos es que con un país de 200 años de historia han sabido hacer grandes películas de sus héroes y figuras nacionales teñidas muchas veces de épica y mezcladas con una intención y perspectiva comercial. Aqui en España, a excepción de los acontecimientos históricos que al régimen implantado le interesa resaltar, no se han hecho apenas películas sobre el turbulento siglo XIX, sobre la lucha entre el campo y la ciudad, entre el sistema de propiedad foral tradicionalista e igualitario de las regiones del norte y el Maestrazgo y el sistema liberal desamortizador, expoliador y anglófilo del resto de España que obligo a los campesinos minifundistas a proletarizarse ante el imparable auge de la revolución industrial y el afán liberalizador y expropiatorio del nuevo regimen.

Guerras en las que se condensa gran parte de los problemas actuales y guerras que están olvidadas y que no interesa promocionar.¿Quien conoce a Ramón Cabrera, a Tomas de Zumalacárregui, a Marcoval, a Pardiñas, a Carnicer? ¿Sin embargo quien no conoce a Lee, Custer o David Crocket? La diferencia esta en que a los americanos si les interesa promocionar su historia y bien que lo llevan haciendo con grandes peliculas de su guerra civil o de la independencia de Texas y de la colonización del oeste americano.

Disquisiciones históricas aparte, el resto de la película es magnifica, ese microverso recreado en un húmedo valle guipuzcoano, ese ambiente rural tan genuinamente hispano, tradicionalista y carlista, donde se ve el enfrentamiento de dos familias durante tres generaciones, desde la tercera guerra carlista hasta la guerra civil (que en País Vasco y Navarra podría considerarse una cuarta guerra carlista) por viejas rencillas y rivalidades entre caseríos relacionadas con lindes, mugas y otros aspectos de la vida rural, la conjunción magnifica del caserío y de los habitantes del mismo con la rudeza, aspereza, simple y llana de la naturaleza de los valles vascos, análogos a los del carácter parco, llano de vecinos del norte y reflejado magníficamente en la película con una actuación espectacular de Carmelo Gomez, gran actor infravalorado.Como digo, la fotografía es espectacular aunque los medios técnicos fuesen algo limitados.

En fin, gran film de Julio Medem, como digo, una pena que no haya mas películas que tengan como trasfondo, aunque sea durante poco tiempo, las guerras carlistas.
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9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Cine de sensaciones
Impresionante operara prima, absolutamente arrebatadora, Medem consigue realizar una obra de innegable originalidad que aporta algo de aire fresco al peliagudo panorama fílmico nacional de los 90, dando las bases a un estilo propio de gran calidad (la pena es que muy pocos directores siguieran sus pasos, y más aun, una pena que el mismo olvide esas bases en sus últimos trabajos). Todo esto lo consigue por medio de unos planos y un ritmo muy pocas veces visto en nuestro cine, con unas escenas realmente impactantes. De hecho dudo que se me borren de la retina varios momentos del film (cuando la veais sabreis a cuales me refiero).

La película cuenta las relaciones de dos familias vascas a través de tres generaciones, desde finales del S.XIX hasta la guerra civil española, pero no se trata de una acercamiento a la realidad social de la época, aunque en cierta medida si, más bien es una mirada diseccionadora de sus personalidades y los conflictos que les atañen, todo ello desde una perspectiva con ciertos matices surrealistas, son estos matices los que sobrecogen al espectador, lo envuelven y lo dejan con una sensación de cierta incredulidad positiva durante la mayor parte del metraje.

En el plano puramente técnico, se puede considerar como una de las mejores películas españolas de los 90, unas interpretaciones brutales, en las que ninguno de los intérpretes lastra a los demás, brillantes Emma Suarez y Ana Torrent. La música es cautivadora actuando como mero acompañamiento, pero imprimiendo una extraña fuerza a las imágenes. Por último la fotografía es digna de mención, aunque hay que de reconocer que con la belleza natural de Euskadi el trabajo resultaría mas sencillo.

En definitiva una de las mejores (sino la mejor) películas de Julio Medem y por consiguiente una de las mejores películas del reciente cine patrio.
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7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Primera película de Medem
En esta su primera película, Julio Medem ya nos muestra cuáles serán algunas de sus líneas maestras y obsesiones en su posterior filmografía: ambientes apartados de la urbe, elementos oníricos, personajes atrapados por sus pasiones, importancia del sexo, etc. La diferencia con el resto de sus películas sería que Medem encuadra la historia de Vacas dentro de sucesos históricos que han marcado la historia de España, aunque el marco reconocible sea el País Vasco: las guerras carlistas (1875) y la Guerra Civil Española (1936). En esos 60 años, tres generaciones de dos familias protagonizan historias de dolor, traición y pasión.
Destaca en Vacas la ambientación rural y las interpretaciones, sobre todo la de una irresistible Emma Suárez. Medem regala a sus actores muy buenos momentos y ellos saben aprovecharlos. Gran debut de un director polémico, experto en dividir al público, pero que siempre nos regala algo que no nos deja indiferente.
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7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Y Medem empezó con un mugido
Una vaca en la última Guerra Carlista, una vaca en los cuadros del abuelo, una vaca para los del caserío, una vaca pariendo, viviendo y muriendo... hasta sale en las fotos de familia y sus ojos dicen más de lo que suponemos en un animal. Normalmente no entiendo a Medem, y en este primer largometraje tampoco sé muy bien dónde pillarlo, y es que pudiendo hacer sangre en una época tan conflictiva a nivel político en Euskadi, finales de S.XIX y principios del S.XX, se centra en los amoríos y miserias de dos familias y la vida rural que soportan. Al menos en esta ocasión no me ha parecido tan críptico, creo que la compartimentación en cuatro capítulos bien definidos ayuda a no perderse. Es cierto que es medio mágica medio real, sobre todo la locura que aporta el abuelo cobarde, que ofrece todo un repertorio de elementos indescifrables que ahí quedan para la libre interpretación.

Respecto a lo mundano, que lógicamente es lo que más me ha gustado, encuentro un arranque sorprendente en esas trincheras y la incuestionable belleza de las escenas de los dos cortadores de troncos. Ahí arriba, descalzo, con ese zumbido del aire y el sonido de las astillas, me he encontrado a mí mismo absorto. No creo que nos equivoquemos mucho los que pensamos que Medem debía tener en su mente esta película desde hacía tiempo y que al realizarla por fin, con lo que debe costar realizar la primera película, se desata sin complejos de forma más que correcta. Personalmente echo de menos más minutos de Pilar Bardem, de la que no hay tiempo apenas para disfrutar y sin embargo he quedado satisfecho totalmente con Emma Suárez y Carmelo Gómez.

Lo que más fastidia de estas películas que abarcan los sucesos de una o varias familias en un determinado espacio de tiempo es que nunca hay final. De una manera u otra acabar siempre es quedarse corto, siempre podría haber habido más información, así que quedarse en el inicio de la Guerra Civil sabe a poco. Yo quisiera saber qué sucede después, en el transcurso bélico, quisiera saber qué hacen estos dos enamorados, más allá de la guerra, si emigran, si quedan satisfechos o jodidos con los sucesos bélicos...

Con todo, "Vacas" es un buen ejemplo del personal cine de Julio Medem, un director-poeta que crea mucha discordia por sus mensajes ininteligibles, fastidioso a menudo, pretencioso según un buen sector de opinión y que en esta ocasión me ha parecido muy sugestivo y eficaz con la cámara. Hay que reconocer que el cine rural siempre cuenta con una simpatía de partida que lo hace todo más llevadero, por la simplezas de sus vidas, por los paisajes, qué sé yo, el campo engancha.
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7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Mágica
Creo que, desde su debut, la carrera de Julio Medem ha ido hacia abajo, con la excepción de Tierra, que pienso es su otra gran película.

El principal defecto de sus obras son algunos excesos argumentales y una recurrente aparición de casualidades bastante poco aceptables y creíbles.
Sin embargo, lo que sí tiene Medem es una capacidad visual fascinante y muy personal, hecho que en esta película destaca sobremanera.
Así, una historia rural de rivalidades familiares a lo largo de los años, en sus manos se ve enmarcada en un mundo mágico y suugerente, con las vacas como espectadoras de los hechos que acontecen.

También quiero destacar la música del gran Alberto Iglesias, que contribuye enormenete a crear estas sensaciones, no sólo en ésta sino en todas sus películas.
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10 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El Aizkolari Cobarde, Pero Vivo.
Con Vacas, la primera película de Julio Medem, nos viene ese evocativo olor que en la infancia nos ata a la tierra, a los campos y arroyos, a la fragante brisa (fría o caliente), a los primeros recuerdos, a las grandes alegrías, a las negras tragedias y al adormecedor sonido de los campanillos. La mirada profunda del amoroso animal bovino en la que caemos como en un pozo, nos hará viajar antes de nuestro nacimiento y después de que hayamos muerto.
Así, con su mirada de niño, ve el director vasco la historia de tres generaciones marcadas por el hacha, la pasión, la guerra, el resquemor, la locura y la supervivencia.

Muy buen comienzo el de Medem que establece unos resistentes cimientos sobre los que posteriormente desarrollará su estilo y el amor que siente por su entorno natal.
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6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Magia
La película nos cuenta una historia pequeña, apenas pincelada, y en la que vale casi tanto lo que imaginamos y lo que no nos cuentan como lo que vemos.
A pesar de que es innegablemente lenta, el manejo que hace Medem de la cámara, de los planos largos, de los silencios, de las miradas.... es simplemente magistral.
Claramente, es su fórmula, y yo personalmente me he cansado ya un poco de ella, porque no es que haya evolucionado mucho.
Pero creo que al ser esta su primera película, esta forma de narrar se nos presenta fresca, no forzada como en posteriores películas suyas. No es Medem haciendo de Medem, sino contando una historia pequeña de la única forma que sabe, y haciéndola grande, emocionante e intensa.
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Onírica, curiosa y extraña película.
Si las anteriores premisas no te tiran para atrás, puede que la disfrutes. Medem apunta rasgos que se acentúan en sus ulteriores films (amores difíciles, fuerza motora de los sueños).
Buenas interpretaciones -quizá Elejalde roza el esperpento en algún momento-, parajes preciosos del mundo rural vasco de principios del s.XX, y acción algo atropellada para mi gusto.
Lo mejor: El abuelo pinta vacas. La influencia de Dalí.
Lo peor: Se reiteran demasiado algunas ideas.
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10 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
El baserri y las apuestas
Ópera prima de Medem en mayúsculas. Se nota que es una película que la tenía en la cabeza desde tiempo atrás. Nos muestra la relación entre 2 familias de baserritarras a lo largo de tres generaciones, con sus envidias, odios, amor,..... y todo alrededor del mundo de la apuesta, tan intrínseca en el mundo de la cultura vasca, y de la naturaleza (vacas, paisajes,...), tan importante en todas las obras de Medem. Muy bien todo el elenco y además por partida "triple" en el caso de Carmelo Gómez. Una película en la que Medem nos muestra ya su estilo de hacer cine.
Película muy interesante que nos aproxima a la realidad del baserri en el periodo que comprende entre la tercera guerra carlista y el inicio de la guerra civil en España.
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5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Las vacas
Película española que representa el primer largometraje de Julio Medem, quien fue participe del guion junto a Michel Gaztambide. La obra se desarrolla mediante cuatro episodios que transcurren a lo largo de 61 años: 1875, 1905, 1915 y 1936. El film se enfoca en dos familias rivales y vecinas que viven en una zona rural de la región vasca.

Vacas tiene muchos elementos que la convierten en un trabajo de mucho interés, donde Medem expone mucho para hacerse notar, principalmente desde la forma en como está filmada, aunque también en cuestiones propias del argumento.

Toma elementos históricos para contextualizar su film, las guerras carlistas y más tarde la guerra civil española, además, cuestiones propias de la cultura vasca como el Aizkolari, que es una competencia de cortar troncos con hacha, algo espectacular. Así mismo, todo lo referente a las vacas y el simbolismo detrás de ellas, que mucho va con el asunto del cine fantástico.

Vacas es una obra que también tiene elementos de romance y sensualismo, además de un constante sentir de transgresión y violencia, con personajes en su mayoría toscos mal encarados e hirientes.
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5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Familias enfrentadas
Los rencores entre dos familias vecinas a lo largo de tres generaciones en el país vasco rural, desde finales de la Tercera Guerra Carlista hasta inicios de la Guerra Civil. Los ojos de las vacas serán testigos del paso del tiempo.

Debut en el largometraje por parte de Julio Medem, con un argumento muy original estructurado en cuatro actos, de gran carga simbólica y atmósfera enrarecida. Recibió el Goya al mejor director novel, savia joven para el cine español de entonces.



"Eso es importantísimo."
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
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