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29 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
8
SON CAMINOS SIN RETORNO
A través del misterioso señor de Saint Colombe, de quien se ignora el nombre, esta película de Alain Corneau realiza una bella aproximación a la naturaleza del Arte. Presenta la música como “Ars Magna”, que permite transmutar el dolor y afecta a la manera de estar en el mundo, manera incompatible con la que usa la música como espectáculo, entretenimiento o malabarismo.

Toca también la necesidad de transmitir el conocimiento sin profanarlo, la relación crispada y conflictiva que surge entre maestro y discípulo, la duda sobre si éste merece ser instruido.

Todo el film es un extenso flasback: ya mayor, y saciado de triunfos cortesanos, el violagambista de la corte de Luis XIV, Marin Marais, evoca intensamente conmovido los años de complicado aprendizaje junto a la familia del señor de Saint Colombe, enigmático maestro de la viola. Enigmático porque estaba tan entregado a crear música que no se molestaba en anotarla. Crear música la mayor parte del día era su forma de vivir; y apasionadamente, además. Inventó la sujeción de la viola entre las piernas, añadió la 7ª cuerda y depuró la técnica del manejo del arco. Quería conseguir que el instrumento abarcase todas las inflexiones de la voz humana.
La muerte prematura de su esposa le había hundido el ánimo. En un rincón del jardín construye una cabaña de madera y allí pasa los días, tocando sus violas para moverse entre los mundos e invocar al espíritu de la amada. Jansenista vinculado a Port Royal, rechaza con inmenso desprecio la llamada del rey para que toque en su presencia. Como a mercachifles, expulsa desafiante a los mensajeros. “¡¡Díganle que su palacio cabe en mi cabaña!!”, les ruge.

Cuando el joven Marais se presenta con voluntad de aprender, el señor de Sainte Colombe recela: lo encuentra habilidoso, con ambición social, y le pronostica lucrativo éxito mundano. “Estás envuelto en música, pero no eres músico”. Intenta enseñarle a captar la música en los sonidos del agua, del viento (durante un paseo en que sopla, le señala el aria por encima del bajo), de los pasos, del pincel en el lienzo…

Jordi Savall se encarga de ejecutar magistralmente la selección musical, piezas del señor de Sainte Colombe, Marais, Lully y Couperin. Entre los actores sobresale un impresionante Jean-Pierre Marielle; también la clara fisonomía de Anne Brochett.

El texto, adaptado de la ‘nouvelle’ del filosófico novelista Pascal Quignard (Gallimard, 1991) tiene pulcra altura literaria. La recreación de la época, minuciosa en cada detalle de vestuario, muebles y edificios, con depurada fotografía de aire pictórico y frecuentes interiores iluminados por velas, es de exquisita estética y pide un ritmo sobrio y pausado, el idóneo para la casi humana voz de la viola.

(8,5)
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63 de 67 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
SEVERIDAD, VIOLA DE GAMBA E INSTROSPECCIÓN
«Todas las mañanas del mundo son caminos sin retorno». En esta frase se resume el argumento severo, artístico, musical, hemosísimo, centrado en los dos violagambistas franceses más notorios del siglo XVII, Sieur De Sainte-Colombe y Marin Marais (el primero maestro del segundo), además de la hija mayor de Sainte-Colombe, también violagambista, la cual mantuvo amores con el citado discípulo de su padre, Marin Marais, quien años más tarde fuera importantísimo músico de la corte del rey de Francia.

Impresionante film por dos cosas principales: la fotografía tan excelente y la música de la viola de gamba que nos cautiva el alma poniéndola en comunión con la tristeza, la nostalgia de lo que no vuelve y el misterio del más allá.

Estamos ante una película extraordinaria, un majar para los oídos, un regalo para los que gustan de la música serena, introspectiva, clásica, barroca. ¡¡¡Sensacional dirección musical!!!, nada más y nada menos que a cargo del mejor maestro de viola que hay en el mundo: el violonchelista y musicólogo español, especializado en la viola de gamba y en música antigua, Jordi Savall; éste toca composiciones suyas y también de Sainte-Colombe, Marin Marais, Jean-Baptiste Lully y Francois Couperin. ¡¡¡Una verdadera delicia para el estado meditativo!!!

Fej Delvahe
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44 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
La mística del Barroco
Creo que si hay pocas películas que consigue transmitir la esencia de un estilo musical, una de ellas, sin duda, es esta.

Este conmovedora historia, ambientada en la época de Luis XIV (no de Luis XVI, como dice el argumento de Pablo Kurt), trata el momento en que se encuentran dos de los mayores intérpretes y compositores de la viola da gamba: Mr. Saint-Colombe y su discípulo Marin Marais. El segundo fue de gran fama reconocida en la corte del llamado Rey Sol, mientras que del primero sólo sabemos de los relatos de Marais y poco más.

Entre la leyenda y la historia, la vida de Saint-Colombe y sus hijas, a partir de la muerte de su mujer, será el foco de este relato de gran belleza escénica e interpretativa.

Pero si al menos no consiguen la película, al menos escuchen la banda sonora. Sin duda, la música es la verdadera protagonista de este film y con cada pieza, mientras van pasando las imágenes, sentimos su "magia" o, lo que pretende mostrar la película, la mística del barroco. Cada una de las piezas están interpretadas por el famoso violista Jordi Savall, uno de los mejores en la escena internacional, juntos a sus colaboradores (cuyo resultado es magnífico).

Un drama de amores y desengaños, mezclado con una alegoría y una reivindicación de la belleza del estilo barroco y de la viola da gamba. Una película que merece muchísimo la pena ver y se lo recomiendo especialmente a aquellos que le gustan películas como Barry Lyndon o Amadeus.
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27 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Una gran película
Por varias razones este film merece ser visto y recordado. Por la excelencia de su mensaje poético, por su ritmo sosegado y la belleza de sus imágenes. También por las loables actuaciones de sus intérpretes musicales y actorales. Además, por la elegancia de sus componentes estéticos y la notable reconstrucción de época. Es una película para ver con una cierta actitud introspectiva, en un ámbito preferentemente silencioso, con la mente un poco alejada del "mundanal ruido", para introducirse en ella y disfrutar toda su esencia. Para usar palabras entresacadas de otro libro, puede decirse que es "fruta regalada" y nada de lo que lleva está "fuera de sazón". Un regalo, en fin, para sensibilidades agudas, para quienes saben gozar de estas gemas infrecuentes en las que se aúnan -con particular encanto- el ritmo, la melodía, la belleza escénica, el retrato de época, las actuaciones y el argumento. Todas las mañanas del mundo fue, por varios años, mi película preferida.
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25 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
“La música está en todos lados, todo lo que tienes que hacer es escuchar" August Rush
Todas las mañanas del mundo, dirigida por Alain Corneau, con la actuación de Gérard Depardieu, está basada en la novela del francés Pascal Quignard, y ambientada en el siglo XVII durante el reinado en Francia de Luis XIV; narra la historia del músico Sainte-Colombe célebre compositor que se refugia en la Viola de Gamba a la muerte de su esposa, y educa a su dos hijas en su arte.

Su renuncia al mundo y a la corte no lo libra de la tragedia. Un joven músico ambicioso llega para ser su discípulo y desata pasiones… que no les voy a contar para no estropearles la historia.

Puedo decir, que este filme es un homenaje a la música, un himno a la Viola de Gamba, un descubrimiento de Sainte-Colombe, y un ejercicio de maestría de Jordi Savall quien realizó la adaptación e interpretación.
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24 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Corsé
Creo que "Todas las mañanas del mundo" realiza una bella aproximación a ese material abstracto e indefinible que llamamos "música". Aproximación, he dicho, porque no llega a rozarse con el misterio: demasiado académica, demasiado formal, demasiado terrenal. Las meditaciones trascendentales y las frases poéticas se insertan con total artificio, con solemnes pausas entre ellas, jalonando unas escenas pintadas de color señora luterana que muestran formalidad en contraposición de la libertad. Hay cierta sustancia, pero asfixiada dentro de su corsé. Hay literatura, pero hay poco cine, poca música.

La voz en off como casi siempre, molesta.

Se queda en meramente interesante, gracias a unas buenas interpretaciones (en especial Jean-Pierre Marielle como el enigmático Sainte-Colombe) y una exquisita -como no podría ser de otra manera- banda sonora con piezas de Lully, Marais y el mencionado Sainte-Colombe reinterpretadas por el milagro Jordi Savall.

Un tratado sobre la magia que contiene demasiado de tratado y demasiado poco de magia.
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24 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Espléndida recreación del barroco
Son varios los adjetivos con los que podría calificar esta película: sublime, maravillosa, inmensa, profunda...

Es una de las películas más bellas que ví. Una verdadera obra maestra. Un manjar para los sentidos y para el alma.

Comencemos hablando de los aspectos formales: una increible puesta en escena y recreación de época y una exquisita fotografía que se nutre de la estética de la pintura barroca. Para quien ama la pintura, como es el caso de quien escribe esta nota, cada fotograma es digno de ser degustado como se merece, incluyendo un homenaje a la obra del pintor Lubin Baugin "El Postre de Barquillo" (cuadro que vemos en la película, cuyo original se puede apreciar en el museo del Louvre de París).

Una banda sonora exquisita, que nos deleita con el sonido áspero de la madera de las violas, los borbotones de un vino cuyo aroma casi podemos adivinar, cayendo en las finas copas de cristal, o el crujir de los barquillos.

Unas actuaciones conmovedoras, profundas e inolvidables. Unos diálogos repletos de poesía. Y ni que hablar de la música, la principal protagonista de esta película. Inmensas composiciones barrocas de Saint. Colombe y otras tantas que disfrutamos y que le otorgan todo su significado a esta película.

Pero más allá de la exquisitez de todos sus aspectos formales, se retrata una profunda y bella historia que nos habla sobre el sentido del arte, la ambición y el amor, en el contexto de una historia real (la relación entre el músico compositor Saint Colombe y su discípulo Marain Marais).

No es un cine para cualquiera. Requiere de un espectador que ame el arte, aprecie la música, y sea capaz de sumergirse en una historia que necesita degustarse lentamente, y con cada fotograma. Pero la experiencia es maravillosa y merece ser disfrutada.
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19 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Preciosidad de película
Bellísima película, con una escena final inolvidable, en claroscuro y brillante por su musicalidad, y una historia del siempre vigente conflicto entre la ambición y la inspiración pura. Mucho tendrían que aprender los músicos de hoy de esta película.
Una de mis tres películas favoritas.
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25 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Toda belleza
Una verdadera obra maestra desde todo punto de vista. La "historia de mentalidades" encuentra aquí un film emblemático, devolviéndonos una genuina pintura del barroco donde se enfrentan dos concepciones de vida y de música. La banda de sonido, magistralmente interpretada por Jordi Savall, es una de las grandes protagonistas de esta película sin par, pródiga en sutileza y en buen gusto. La fotografía, sobresaliente, recupera esos claroscuros plenos de melancolía, tan caros al espíritu del siglo XVII francés. Las actuaciones, a la altura de la propuesta, contribuyen a la realzar este film hondo y poético, por muchas cosas inolvidable.
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11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
El secreto del arte es la sorpresa
La sencilla y profunda definición que da sobre el arte, en una escena de la película, el maestro Sainte-Colombe, toca el corazón mismo de esta producción francesa admirable.
Por eso, cuando su discípulo Marin Marais se ve acicateado por el maestro para que dé una razón sobre el misterio de la música, no encuentra la palabra justa, porque esta no existe. La belleza de la música es un misterio inasible, tan incierto como una sorpresa.
Toda la película, con sus claroscuros, su música melancólica, sus silencios, sus protagonistas que se consumen en pasiones imposibles, es un tributo a la gloria de un arte humano que supera siempre al mismo ser humano que lo crea.
Paso a paso la película nos va revelando que la música es un arte incontenible e irreversible, como todas esas mañanas del mundo que "no regresan". Es una fuerza que, una vez desatada como arte y no ya como mero espectáculo, no permite volver atrás, no acepta retorno, porque toma todo, la vida, el amor, las ambiciones, las esperanzas, y las transforma en otra cosa.
Quien quiera percibir algo de este misterio de la música, de su fascinación infinita, de su implacable exigencia vital, que vea esta película. Pocas veces el cine ha logrado acercarse tanto a la maravilla de la música, una arte que nos cautiva sin palabras ni imágenes, que nos parece tan cercano, hasta íntimo y, sin embargo, nunca deja de sorprendernos.
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10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El misterio Ste. Colombe
Sainte Colombe fue un misterioso músico del siglo XVII, del que ni siquiera se sabe cual era su nombre de pila, y sólo dejó un puñado de obras escritas. No cayó en el olvido debido a que su alumno más conocido fué el más famoso músico francés de su época, Marin Marais.
Esta película trata del periodo en que fué maestro de Marais, que apenas duró unos meses. Sobre estos pocos datos conocidos, el autor crea una película de relación maestro difícil-alumno. Aunque el primer nombre es Depardieu, el protagonista es Jean-Pierre Marielle, aunque la verdadera protagonista es la música recopilada e interpretada por Savall. La fotografía también es notable, inspirada en la pintura barroca, especialmente Latour y sus cuadros a la luz de las velas. Recomendada a los melómanos.
Lo mejor: Música, interpretación de Marielle, fotografía y dirección artística.
Lo peor: quizá no es muy entretenida, pero esta no es una película hecha para ser entretenida. Esto para mí no es un defecto, sino una advertencia.
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7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
LEJOS DEL MUNDANAL RUIDO
Magnífico ejemplo de hasta qué punto puede servir el cine como espacio único de encuentro entre las artes, esta película va mucho más allá del relato del que se sirve y del contexto histórico en que se enmarca.

Construida a partir de escasos diálogos, una reflexiva y evocadora voz en off -pues toda la historia no es sino una rememoración del pasado- y los pensamientos de sus principales protagonistas, la película trata de capturar la esencia de la experiencia artística durante el barroco francés, contraponiendo con tal fin las divergentes actitudes de dos músicos, que encarnan a su vez las dos caras de la época; así, por un lado encontramos al artista ascético, misántropo, que crea a partir de si mismo y para si mismo (Sainte Colombe), y por el otro al artista de éxito, que busca el reconocimiento y la popularidad (Marais). Más allá de esto, lo que hace verdaderamente valioso el filme es que esa contraposición, y las reflexiones a las que da lugar, son perfectamente universales, aplicables a cualquier otra época, manifestación artística o personas. También hoy podrían plantearse las mismas cuestiones que inquietan a los personajes de la película, y qué mejor medio que el cine para ejemplificarlo, toda vez que en esta moderna manifestación artística ése es un debate ya tradicional, aunque no necesariamente resuelto (tal vez porque no es necesario hallarle solución).

Pero es que además la realización de la película se erige en un verdadero diálogo entre las artes; la literatura, que se manifiesta en los poéticos pensamientos de los personajes, y en el hecho no menor de ser el filme una adaptación; la música, cómo no, que es el medio del que se sirve para reflexionar sobre la experiencia artística, y que cuenta aquí con el saber hacer de Jordi Savall; y la pintura, pues la composición de los planos y la fotografía evocan a los grandes pintores del barroco, especialmente a Georges De La Tour, al que creo reconocer en todos los planos tenebristas rodados en interiores a la escasa luz de las velas. Otro momento puramente pictórico es el del bodegón, y la secuencia rodada en la casa del pintor, una auténtica sucesión de cuadros (o planos fijos). Nada que objetar al perfecto vestuario y a la no menos meritoria dirección artística, y de los intérpretes cabe valorar que su trabajo se basa sobre todo en los gestos y en la emoción que expresan sus rostros, sobre todo en la secuencia en que los dos músicos tocan juntos, verdaderamente hermosa.

Pero tal vez lo más relevante de todo es concluir que sólo el cine puede reportarnos una experiencia así, una "Summa artis" tan gratificante, y eso dice mucho en favor de esta manifestación artística que nos ocupa -al menos ése es mi caso- todas las tardes del mundo.
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Buenas interpretaciones, buen argumento y genial banda sonora
Excelente película, imprescindible para los amantes de la música clásica, pero también para los amantes de la música en general, ya que el argumento de la película gira en torno a conflictos generados por las distintas maneras de comprender la música, por las distintas maneras de componer la música.

Una grandísima película en la que, en mi humilde opinión de aficionado, el director se sirve de forma brillante de hermosos planos y de la maravillosa actuación de los actores.

Me encantaron los planos fijos que buscaban la similitud con obras de arte pictórica: como la constante referencia a bodegones.

Destacable: la manera de ligar las escenas y la banda sonora.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Cuadro barroco en movimiento
No se trata en este caso de una película para quien esté buscando acción. Es más bien una obra donde se refleja una época, y en torno a la música de la misma, y sobre todo, a la viola, se monta un argumento sosegado, delicado y elegante.
Lo que va pasando, sin grandes sorpresas, está bien distribuido a la largo de la película, así que a mi no se me ha hecho pesada, teniendo en cuenta que quería ver algo para relajarme y disfrutar, y que me gusta mucho la música (la barroca también).
Lo que no comprendo es por qué Depardieu tiene que aparecer en todas las películas francesas que quieren presentarse como obras de calidad. Es como si Laurence Olivier tuiera tenido que participar en todas las películas británicas, o Marlon Brando en las americanas. Yo no le veo inconveniente a que el joven Marin Marais (que es en la realidad el hijo del gran Depardieu) hubiera seguido siendo él mismo años más tarde.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
EL HOMBRE QUE DESPRECIABA VERSALLES
El señor de Saint Colombe, reputado virtuoso de la viola de gamba en la época de Luis XIV, jansenista y padre de 2 hijas, enviuda prontamente; desde este momento se entregará por completo a la música a espaldas del mundo, en una pequeña cabaña situada en su finca en la que enseñará la práctica del instrumento a sus hijas y posteriormente a Marin Marais, que se servirá de ese adiestramiento para establecerse en Versalles y gozar de sus placeres. Del primero apenas se conoce nada, mientras que del segundo poseemos su biografía, su obra integral, e incluso es también el que nos permite saber algo acerca de su maestro.
Se trata de una película deliberadamente artística; el segundo cuenta noveladamente la vida del primero valiéndose de una constante voz en off, y la escasez de episodios mundanos queda compensada por la febril mística con la que hace revivir el señor de Saint Colombe su difunto hogar. Para ello se vale de su música, la cual no es un conjunto de notas escritas sobre un papel o tocadas por un experto ejecutante, sino un lenguaje transcendente capaz de resucitar a su mujer; toda la esencia de su vida se aprieta en su casa, y llega a ella a través de su viola. De ahí su desprecio por la mundanidad, por Versalles, por la simple interpretación y hasta por la notación musical que nos hubiera permitido conocer su obra. Todo ello es mera materia que vulgariza su creación. Y es representada en unos planos claramente pictóricos, en que indisimuladamente se recrean cuadros de época para hacer las veces de escenario, donde el propio ritmo de la película se acompasa a la música del maestro: pocas notas, pocos hechos, a fin de que todos ellos alcancen su mayor expresión. No es la acción lo que hace más plena una vida, sino precisamente la inacción, ya que sólo ésta permite el adentramiento.
Dramáticamente se apoya en el contraste de dos caracteres: el maestro, grave y abstracto, y el alumno, hombre notable, pero hombre al fin y al cabo. Este último es encarnado inicialmente por un bello adolescente para terminar de ser plenamente versallesco cuando aparece gordo y empelucado interpretado por Gerard Depardieu. Es este el que narra su vida, el que admira al primero y el que quiere para sí la capacidad de comunicación que su maestro encuentra en la música. El éxito está al alcance muy pocos, pero esa inmersión en la música de casi ninguno.
Dirigida por Alain Corneau, realizador poco pródigo, original y en alguna ocasión excelente (Crónica negra), es una obra trabajada sin trampa ni cartón, rica en su austeridad narrativa y capaz de conmover.
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2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
La viola como metáfora de las relaciones maestro-discípulo.
En mi modesta opinión 1990-91 fueron dos grandes años para Depardieu. ¿Quien no lo recuerda en Cyrano de Bergerac?. Aquí vuelve a aparecer, pero poco, en otro papel de época.

Estamos en el S. XVII: Cuenta la historia de la relación entre un anciano Monsieur de Sainte-Colombe, sumido en una profunda melancolía por la muerte de su mujer, y el todavía joven Marin Marais, decidido a ser su discípulo para perfeccionar el uso de la viola, y que a su vez mantiene una relación con su hija.

El comienzo no es muy atractivo. Larguísimo, más de 6 minutos, primer plano de Gerard Depardieu, Marin Marais, ya anciano, contando la vida de su maestro, y la suya propia.
Pero es solo el principio porque con sencillez, elegancia, dramatismo controlado, nos vamos sumergiendo en la música de viola (principal protagonista del film) y en la dicotomía de dos personajes contrapuestos: El aislado, solitario Sainte-Colombe. Decidido a mantenerse alejado de las vanidades del mundo, frente a Marin Marais, ambicioso, cortesano, mujeriego,...

Lo curioso es que Gérard Depardieu aparece demasiado poco como para justificar la cabecera de cartel. Son su hijo Guillaume como Marais joven, Jean-Pierre Marielle como Sainte-Colombe y Anne Brochet como su hija mayor, los grandes protagonistas.

En mi modesta opinión: Película sobresaliente. Como dijo Woody Allen: "Resulta curioso que una película dedicada a la viola de gamba consiguiera llevar mas de 2 millones de espectadores en Francia".

Pero hay que ver mas allá: La verdadera discusión está en que si un artista debe compartir su arte con los demás (Marin Marais) o guardarlo para sí (Sainte-Colombe).
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
uns pelicula para reflexionar sobre el sentido de la vida y el arte
La historia versa sobre dos realidades humanas: la del maestro Sainte colombe y su discípulo, Marin Marais.
Para Sainte Colombe, la música era algo indescifrable, que devenía desde la fibra más íntima de su ser, lo cual no puede ser ni escrita, ni explicada. Es lo real, en términos lacanianos, que “no cesa de no inscribirse”. No deja de ser “marca”. No pretende ser algo o alguien para un otro, ni busca reconocimiento por nadie, ni por el Rey ni por Dios. No hay Dios a quien seguir, él se transforma en su propio Dios, en la Música. Instrumento y cuerpo son una misma cosa. Marais reflexiona: “Tengo vergüenza porque ambicioné la nada. Él era la música”.Lo convierte en la metonimia más absoluta. En cambio “El hace música -dice el maestro- no es músico”. Marais puede hacer algo con eso, (aunque sea cortejar al rey). En cambio Sainte Colombe se encuentra en el agujero de lo Real trae “su conocimiento”, el cual no se puede explicar, en palabras. Así como también su relación con su órgano “ la viola”, la cual es una prolongación de su propio cuerpo. Cuerpo de goce, no de deseo. El está entrampado en el Goce. No hace nada con ese Goce, es todo para él y para nadie más. Es la experiencia extática, representada por lo dionisíaco según Nietzche, de carácter inconmensurable, eterno e interminable. Según este autor el dolor y el sufrimiento sólo pueden ser comprendidos desde el placer (goce), la vida desde el sello de lo eterno. El es todo (dice Marais de su maestro), porque representa el Dasein, el Ser-ahí de Heidegger, lo que se opone al artefacto de la técnica . La verdad está, en sentido heideggeriano, ligada a la nada, al desocultamiento del Ser. El maestro profundamente convencido de lo que hace, se liga a esa nada. En cambio, Marais vinculado al mundo y sus significantes queda entrampado en la tecnica y en los significantes..
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Mermelada de melocotón
El artista puro y verdadero que huye del mundanal ruido y se retira para crear en soledad y gran austeridad, el auténtico, el ascético, el samurái, monje de clausura, alérgico al poder y la gloria, la fama y la facilidad, a la adulación del gusto vulgar de la gran mayoría, a hablar para no decir nada, a la compañía horrorosa, al trajín recurrente/constante, al barullo o jolgorio, hilo tan visible, a la cosa pasajera, a las palmadas en el hombro, al prestigio y al reconocimiento, al común aprecio (mínimo común múltiplo), al arte elevado como algo bonito y agradable, proporcionadamente en su sitio, adorno, boato, confitería, artesanía/orfebrería de oro, perfecto, bien construido, culto y elegante, fruslería, llevadero, un entretenimiento ligero para espíritus delicados o fofos, no algo en verdad riguroso o serio, versus el que hace arte y no es artista, fabricante de churros o salchichas que da el pego, el que se vende, el cortesano, el disoluto, sin verdadera pasión ni disciplina, no la necesita, el cuerpo no se lo pide, el trepa, el que lo utiliza como un medio, no como un fin en sí mismo, de hecho, lo deja si no consigue lo que quiere o que pretendía con ello, el frívolo/precioso, el banal e insustancial, mono de feria, trapecista, mago de barraca, bufón de los nobles, el que se entrega sin apenas resistencia, de cabeza, a cualquier tentación que le distraiga y entontezca más si cabe, gula/lujuria/vanidad, que se le presente.
Como en Amadeus pasaba con Mozart (el elegido por Dios) y Salieri (el tipo alto medio sin verdadero genio) de otra manera o en Cyrano de Bergerac con el que está detrás apuntando el texto porque es monstruoso o impresentable según el parecer habitual y el que da la cara pero está vacío tan niño bonito, la eterna lucha entre la apariencia y la verdad, la máscara y lo que esta oculta, entre dejarse la vida en el intento o parchearla y falsearla; el arte es duro, difícil y feo, su ejercicio, bestia, incómodo, violento, virulento, irascible, salvaje, no da ejemplo, no sirve para nada, no es moral, va más allá, bombástico, asombro, bárbaro, hay que matarse o morir por dentro, no es para la gente, casi todos, que huyen de la parca, de todo lo otro; o como también sucedía en Ábrete de orejas entre el que lo conseguía como si estuviera predestinado y tanto no lo mereciera y el compañero que lo tenía todo para lograrlo pero le faltaba algo, ese desdoblamiento o doble cara de la creación artística que nunca da en la diana y es tan caprichosa o arbitraria.
El que triunfa públicamente y se viste de gala, de colores, y se pinta como un payaso, viva la peluca, se convierte en un ridículo petimetre frente al que los echa a patadas a todos, a su potencial público o mecenas, y no conoce ni quiere a nadie, va siempre de luto, el relaciones públicas o comercial y el huraño o taciturno, la nada y lo eterno.
Muy francesa. Una hija es más pragmática y fuerte y superviviente, como el arribista un poco, la pequeñaja pelirroja tan testaruda, y la otra es más artística, como el padre, los polos opuestos se atraen, por eso con el otro cae, se imantan, a tumba abierta, todo o nada, débil, feroz, desvalida, tremenda.
La vida es bella y atroz, el cuento del maestro y el discípulo, el mayor y el joven, el más fiel, de veras ama a una sola mujer que representa a todas, o el efímero amante que sustituye a tal vez la primera por un montón difuso e intercambiable porque realmente ninguna le interesa, el amor, otra metáfora.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
UN AMOR NO AMINORADO POR EL TIEMPO
En ocasiones, el que no ve muertos, se topa con una película que parece hecha para uno. Una película que entra hasta el fondo. Un ventarrón de sugerencias, ideas, proposiciones. TODAS LAS MAÑANAS DEL MUNDO, para este "uno", es el ventarrón.
Jean de Sainte-Colombe, compositor, violagambista y oriundo del sudoeste de Francia, fue de esos personajes que, en algún momento, pulularon por las ondas cuando Clásicos Populares nos alegraba las sobremesas a unos cuantos afortunados. No tanto porque si lo hubiera llegado a saber habría compuesto su padre, sino, por contra, como desconocido célebre. Y es en la cinta de Alain Corneau, con base en la novela de Pascal Quignard, que a este desconocido célebre se le pinta además como un sabio que, huyendo del mundanal ruido, se refugia entre cuatro tablas con la única compañía de su Música y, como si de una reminiscencia de Prudencio Aguilar se tratase, del espíritu de su mujer, que lo viene a visitar, de tanto en tanto, desde la muerte.
Espléndido vestuario, mimimalismo pretendido, banda sonora sublime y un Gèrard Depardieu enorme que le devuelve a la Roxana de aquel Cyrano no pocos desdenes y algunos disfavores componen una obra, majestuosa, que hace nacer un amor no aminorado por el tiempo.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
Pretenciosa donde las haya
Auténtico bodrio pretencioso y comercial -para su público-, donde nadie habla normal (quién ha escrito los diálogos, ¿Sartre?), los actores jóvenes son muy guapos y los viejos muy famosos, se ven genitales y escenas eróticas y el sol desaparece después de quince minutos para dar paso a los filtros "melancólicos". Se salva la música, claro está (sólo faltaría), si bien el director se empeña en estropearla con su supuesta sofisticación estética. Y además a los actores les habrían hecho falta algunas clases más para que parezca que están tocando... (no se puede ser tan detallista con un lunar y tan despreocupado con algo que es, supuestamente, el centrísimo centro central de la película).

Un aburrimiento que no cesa en todo el excesivo metraje de la película porque de hecho no es una película, es una redacción escolar de alguien que conoce bien a la "maestra" y sabe cómo ganársela de antemano. Yo no conozco mucho a Depardieu pero me ha parecido francamente malo, poniendo esas caras intolerables de carnero degollado; los chavales lo hacen mejor, aunque es relativamente fácil porque prácticamente no hablan, y como son tan guapos sólo tienen que poner el palmito.

Después de leer algunas de las críticas a la película parece que hubiera una guerra entre los forofos del barroco y los demás... bueno, pues para forofa del barroco yo -escuchado y tocado-, pero esto no hay quien lo aguante. Que se lo vendan a su abuela, que seguro que da una cabezadita de vez en cuando y así puede soportarla entera. Yo prefiero ir al auditorio o comprarme un disco.
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14 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
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