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273 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
10
Cuando el enemigo son los tuyos
Tuve la suerte de ver por primera vez "Senderos de Gloria" (1957) en una pantalla de cine y no en la tele. Ya de por sí es una película impactante, pero en una sala de cine puedo asegurar que ese efecto se multiplica por diez.

Kirk Douglas interpreta uno de sus mejores papeles y Kubrick consigue una de sus mejores obras maestras. De hecho, el tandem funcionó tan bien que intentaron repetirlo para la película "Espartaco", pero esa es otra historia.

En mi opinión, la escena del asalto infructuoso a las trincheras alemanas es uno de las mejores reflejos de como debió ser la lucha durante la Primera Guerra Mundial. Lo que me sorprende es que las tropas tuvieran tanto aguante y no se rebelaran en 1915 o en 1916
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346 de 381 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Creme de la creme
Probablemente la mejor película de Stanley Kubrick, o lo que es lo mismo una de las mejores películas de la historia del cine, una obra maestra en mayúsculas.
La película en términos globales es excelente, con un acabado perfecto, esta fortaleza se basa en un guión portentoso sacado de la novela de Hannes Staudinger y que Kubrick junto con Jim Thompson saben convertir en un producto ácido, creíble y cinematográfico. Una dirección por fin perfecta, después de los aprendizajes in crescendo de Kubrick en sus anteriores películas y unos actores de un nivel altísimo, secundarios incluidos, destacando George McReady, inolvidable en "Gilda" o "Veracruz" y aquí de General Mireau bordándolo. Destaca especialmente Adolphe Menjou ("Ha nacido una estrella", "Adiós a las armas") como General Boulard, que hace el papel de su vida saliéndose de la pantalla. Kirk Douglas aunque no hace la mejor interpretación de su vida, también está magnífico y sobre todo echó el ojo a Kubrick al que llamaría años después para rescatar su ”Espartaco” que estaba en problemas.
A pesar de tener mejor acogida que "Atraco perfecto" (por cierto con el productor de nuevo James Harris apostando de nuevo por Kubrick, muchas gracias señor Harris) "Senderos de gloria" no tuvo un gran reconocimiento, no hablemos ya de los Oscar para los que esta película no existía, y en Europa (a excepción de Francia donde estuvo prohibida muchos años) en cambio fue recibida bastante bien sobre todo en Reino Unido e Italia.
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289 de 327 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Los señores de la guerra
Me gusta pensar que "Senderos de gloria" es un intenso plano subjetivo de ochenta y tantos minutos con el que Kubrick pretende desnudar la indignidad de los señores de la guerra.

La cámara da vueltas y revueltas sumida entre las zanjas, y nos inyecta, a través de la mirada furibunda de Kirk Douglas, una creciente indignación. Sentimos el hedor de las trincheras, la náusea nos invade al ser testigos del grado de vileza que pueden alcanzar los altos mandos militares: uniformes impolutos, almas a rebosar de suciedad.

El planteamiento es nítido y rotundo. Gerifaltes atildados jugando una mezquina partida de ajedrez (ascensos, promociones, brillo social y palaciego) a costa de los míseros peones que esculpen, con su vida, el pedestal en que reposarán las estatuas de sus generales.

No vemos ni una vez al enemigo. Para qué. La épica no existe en una cinta como esta.

Kubrick se nos muestra vehemente, parcial y enrabietado. No es para menos. Ninguna guerra admite medias tintas.
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189 de 210 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
¿ Vale la pena luchar ?
Steven Spielberg, mostrando su amor por Kubrick cuando le preguntaron por cómo definiría el cine, contestó: " No hay nada más maravilloso y perfecto para definir el cine que el final de Senderos de gloria, cuando la que sería futura esposa de Kubrick canta ante los soldados franceses ". Ciertamente, podría tratarse de una de las definiciones más certeras de la historia. Una escena donde la brutalidad propia e los soldados pasa a convertirse en pura sensibilidad, al ver a tan hermosa mujer, una prisionera alemana, cantar dulcemente, pasando en segundos de la barbarie casi obscena al más maravilloso silencio dentro de las tropas del bar.

No hay lugar para el heroísmo en esta película. No hay lugar para los vencedores, no hay lugar para la victoria, no hay lugar para la esperanza. Todos somos perdedores en las guerras. Y más aún aquellas almas cegadas por el patriotismo, sentados en su despacho, dirigiendo a miles de hombres que servirán de carne de cañón desde su mesa. No hay mayor cobardía que la del personaje interpretado por Adolph Menjou, que ordena matar a tres hombres escudandose en el miedo y la cobardía contra el enemigo. Pero mayor cobardía es escoger friamente, al azar, a tres hombres que pagarán por el resto del pelotón. Tranquilamente, condenar a la muerte a tres hombres a los que se contempla como a hormigas a las que poder aplastar parace un mero juego para el general francés. En el otro extremo se encuentra el coronel Dax, maravilloso Kirk Douglas, un hombre justo, aunque no es un ningún virtuoso, ni ninguna alma caritativa. Es sencillamente un hombre justo. Su lucha es más propia de David contra Goliat, sólo que esta vez Goliat es invencible. Un juicio que es más un mero teatro, un circo, que un proceso donde se pueda hacer verdadera justicia.

Y aquí es donde comienza la agonía de los soldados. Una reflexión sobre la muerte, sobre la vida, cómo afrontar el inevitable destino. Resignarse o rechazarlo. El terror en la cara de unos soldados que se ven incapaces de huir del asesinato a sangre fría a manos de sus propios compatriotas por algo tan nimio como el valor. Un valor que sólo puede juzgar un demente y casi fascista coronel, ansioso de poner orden en su pelotón, sacrificando a chivos expiatorios como medida de advertencia.

Toda esta reflexión sobre la guerra está contada con e habitual estilo de Kubrick: sus grandiosos travellings, unas escenas en las trincheras que casi parecen documentales, y un grito desesperado por la paz, que metió el dedo en la llaga de aquellos a los que involucraba esta cinta. Siempre genial, siempre único, así era Kubrick.
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174 de 184 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Un patriota es aquel que está dispuesto a dar TU vida por la patria
Grandiosa película antibélica, un alegato responsable y eficaz contra la barbarie y la sinrazón de las guerras. Una crítica feroz hacia los que deciden la vida de los demás desde un despacho y desde la demagogia y el cinísmo más absoluto. El maestro Kubrick traza con relatos sencillos y demoledores como caprichosamente se le arrebata a los hombres el bien más preciado, que es la vida, en un mar de burocracia y de intereses bastardos de sus superiores.
Terrible el personaje del general francés, su inhumanidad y su egoísmo. Y brutal la forma tan inútil en que morían los soldados en la primera guerra mundial, en la que eran tratados como números y utilizados como títeres, en pós de defender un país bajo cuya bandera se justificaban todo tipo de vejaciones con las personas, que siempre serán, a mi entender, más importantes que cualquier bandera.
Una vez en el instituto el profesor de historia nos dijo que un patriota era "aquel que estaba dispuesto a dar tu vida por la patria", rápidamente intentamos corregirle del error "¿No sería un patriota el que está dispuesto a dar SU vida por la patria?", y el profesor, serio, nos confirmó que lo había dicho bien, el patriota da TU vida por la patria... Los que deciden quien muere en las guerras rara vez sufren un rasguño, la bandera y el país son la justificación habitualmente.
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118 de 126 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
La bengala en la noche
El artista tiene una cualidad que no tienen las personas normales, y es una hipersensibilidad emocional (no es una redundancia). Esta cualidad es lo que les permite trasladar los sentimientos de la vida a un objeto concreto, sea un cuadro, el celuloide, un videojuego, una construcción o el sonido de una flauta. Por eso el verdadero artista es tan escaso y tan admirable, por la dificultad de ese hecho: la transformación de algo intangible (la "realidad" humana proyectada por el cerebro) en algo concreto.

Todos sabemos lo que es una película. Es un fragmento rodado en que aparecen actores, hay un encuadre, un montaje, y se dicen unas cosas. Así que cualquiera puede hacer una película (mala). Lo difícil es hacer una obra de arte, dicho de la manera menos elitista posible. La obra de arte es el resultado de la eliminación infinita de posibilidades para que sólo quede una, que es la válida. Ese resultado final será el que más óptimamente exprese al receptor el objeto que el artista proyecta. Esto es, no se hace cine para extraer una emoción, sino que se concibe una emoción y se ejecuta cine para hacerla vivir en la mente del espectador.

Hay directores de talento que hablan orgullosos de lo "concisos", prácticos y rápidos que son sus actores y su narración, de cómo van al grano. Otros subrayan ufanos sus eternos planos secuencia y lo "reflexivo" de su cine contemplativo. Todo esto es equivocar los términos. Como lo es creer que el "buen" director es el que opta por el término medio. No. El buen director es que con más pureza exprese la idea. El que se acerque más a esa perfección. Por eso el buen director no es ni "conciso" ni "reflexivo", simplemente "es".

Stanley Kubrick era un artista, y por eso no "narra" una "historia" "bélica" con unos "personajes". Stanley Kubrick MATERIALIZA una IDEA creada por el HOMBRE sobre el MIEDO, el PODER y la INTEGRIDAD, no hay moraleja ni discurso porque lo que ves es cristalino y puro como la idea misma. Cuando el actor mira hacia arriba y cambia el plano y vemos la bengala y se oyen ametralladoras de fondo, el hecho de que mire en ese momento, el sonido sea ese y la luz sea esa exactamente, proyecta en nuestra mente la idea de miedo profundo a morir, es como si ya no hubiera ni actor ni personaje, como si nosotros fuéramos los que vamos a morir y lo estuviéramos experimentando. De hecho el personaje sólo es un medio para hacer palpable esta realidad, nosotros no estamos observando la vida de otro, estamos experimentando la "nuestra" a través del objeto artístico.

La formación de Kubrick como fotógrafo se expresa en algo más que una pose o unos vicios, o un énfasis mayor en un aspecto del cine. Se expresa en la búsqueda de la "verdad" de la imagen, pero no verdad como "realismo", sino como materialización VERDADERA, sin interferencias que la hagan falsa, sin poses, sin escuelas, sin estética, sin maniera, pero concreta como las aristas de un cristal, que se acaban en sí mismas y no se prolongan más allá de su necesaria y palpable geometría.
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87 de 91 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Dios debería besarle el culo a Kubrick por esta película
Tanto se ha llegado a utilizar la expresión 'obra maestra' que casi ha perdido su sentido. Casi todas las películas son obra maestra según alguien, para mí la que más se merece ser nombrada como tal es Senderos de Gloria. Para mí una obra maestra lo es cuando es atemporal y Senderos de Gloria lo es. A nivel técnico no se le nota demasiado que tenga más de 50 años, sólo hay que fijarse en esos travellings por las trincheras, que siguen siendo impresionantes. Argumentalmente, Kubrick coge al realidad y te golpea con ella, a día de hoy su dureza y su honestidad siguen impactando a cualquiera que no esté hecho de latón y las interpretaciones son todas excelentes (huelga decir que sobretodo la de Kirk Douglas y sus escenas con McReady). Es tan poderosa que te mantiene fascinado (u horrorizado) durante prácticamente toda su duración y luego, cuando ves el The end, con lágrimas en los ojos, aún te hace pensar y las escenas ya se te han quedado grabadas a fuego para siempre. Sin duda es una gran historia en manos de un artista en estado de gracia, se nota que está por encima de la media. Transmite más cosas en menos de 90 minutos que otras en 180 minutos.

A lo mejor sí que es verdad que intenta ser un poco efectista y que busca emocionar al espectador, lo que en cambio no es cierto es que lo haga desde el sentimentalismo barato, al contrario, la película consigue que todo sea legítimo... ¿cómo no te vas a emocionar al ver al coronel Dax plantándole cara a ese petulante de Mireau, paradigma del trepa lameculos que existe y existirá en cualquier trabajo del mundo? ¿Cómo no te va a llegar al fondo del alma ver a esos pobres desgraciados que progresivamente se ven compungidos cuando se dan cuenta que esa muchacha que canta será lo único bonito que verán en mucho tiempo, quien sabe si lo último? ¿Quién en su sano juicio no sentiría asco hacia la guerra y por la gente que la utiliza para su beneficio personal? ¿A quién no le parece que las trincheras sean el infierno en la tierra? Es complicado llegar masivamente a los espectadores sin tirar de lo facilón, pero Kubrick es suficientemente inteligente como para establecer una base sólida a todos esos sentimientos y esas ideas que van contra la nauseabunda maquinaria narcisista y asesina, que consiguen dejar de rídiculas todas esas películas yankis de exaltación patriótica de los 40, 50 y 60. Si hay una película que se pueda permitir el lujo de ser un poco efectista sin duda es ésta. No fue Kubrick quien inventó las películas antibelicistas, pero sí quien lo hizo con la mayor de las grandezas y las honestidades.
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90 de 98 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
El frente
Tercer largometraje de Stanley Kubrick (1928-1999). El guión, de Kubrick, Calder Willingham y Jim Thompson, adapta libremente la novela “Paths of Glory” (1935), de Humphrey Cobb (1899-1944), que se inspira en hechos ocurridos en el ejército francés durante la IGM. Se rueda en escenarios reales de Munich y del Schleissheim Palace (Munich) y en los platós de Bavaria Filmstudios (Munich), con un presupuesto de 935.000 USD. Es nominado a un Bafta (película) y gana un Silver Ribbon (director film extranjero). Producido por James B. Harris, Kirk Douglas y Stanley Kubrick para Bryna Productions y Harris-Kubrick Productions (sin acreditar), se estrena el 25-X-1957 (Munich).

La acción dramática tiene lugar en las trincheras sin cuartel de la vanguardia y en las instalaciones del Palacio que ocupa el alto mando del ejército francés, en 1916, tras dos años de guerra. El coronel Dax (Douglas) está al mando del Regimiento 701 de infantería, destinado en el frente franco-alemán, en un punto indeterminado de los 750 km. sobre los que se extiende entre el Canal de la Mancha y Suiza. El general Broulard (Menjou), del Estado Mayor francés, ordena al general Paul Mireau (MacReady) una operación imposible: asaltar el bastión inexpugnable de la Colina de las Hormigas, ocupado por los alemanes. Miraeau considera que es una misión destinada al fracaso, pero acepta llevarla a cabo en atención a una promesa de ascenso. Dax, abogado penalista en la vida civil, es comprensivo, defiende a sus soldados, tiene principios y es idealista. Mireau es egoísta, ambicioso, autoritario y cruel. Broulard es astuto, corrupto y despiadado.

El film suma crimen, drama, guerra (IGM) y ejército. La realización corre a cargo de un joven Kubrick, de 29 años, que se apoya en su socio James B. Harris; en la experiencia como guionista de Jim Thompson ("Atraco perfecto”); en el aprendizaje extraído de sus dos películas anteriores y en la aportación de Kirk Douglas.

Kubrick presenta al ejército dividido en dos bloques. Uno es el de los mandos, que ocupan lujosos palacios, frecuentan bailes de sociedad y ven en la guerra una fuente de oportunidades de promoción, ascenso, poder y gloria. El otro bloque corresponde a los soldados, que malviven en las trincheras, se enfrentan sin pausa a la muerte, están sometidos a una disciplina estricta y a un régimen de alienación y explotación implacable. Los dos universos habitan escenarios separados, diferentes y contrapuestos. Unos son los privilegiados y los otros forman un conglomerado de excluidos y desamparados. Dice, además, que la barbarie de la guerra radica, ante todo, en la crueldad de unas condiciones de vida inhumanas y en la convivencia permanente y directa con el dolor, la fatiga, la locura y la muerte. Sin embargo, la barbarie de la guerra radica, sobre todo, en la separación de los sometidos, su consideración de marginados, la irrelevancia de su individualidad y el desprecio de que es objeto reiteradamente su dignidad.
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66 de 67 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Tocada por los dioses
PERFECCIÓN MÍSTICA.

Kubrick sentencia incluso antes de sus películas más famosas la que estaba llamada a ser la película antibélica perfecta y uno de esos films de la historia del celuloide que están marcados por una genialidad sobrehumana.

Ya he visto dos veces esta película. La primera fue durante mi adolescencia: estaba empezando a descubrir el cine, y Kubrick se perfilaba como uno de mis favoritos. En aquel momento no fui capaz, creo, de asimilar la inmensa carga de la película; me pareció buenísima, pero vista desde un punto de vista estrictamente argumental y dramático. Hoy día, sin embargo, soy capaz de comprender desde el primer minuto hasta el último la intención de Kubrick con cada plano. Cada diálogo, cada escena está tan cuidadosamente pensada y calculada que la película fluye a toda prisa de una forma apabullante. No sobra nada, no falta nada. ¿Qué es eso? La perfección.

Decir que es una película antibelicista sería correcto pero incompleto. Partiendo de tal subgénero (el cual rebasa y desborda), se convierte en un alegato a favor y en contra de la humanidad. Uno de los mayores alegatos sobre la maldad de las personas y el charco enfangado en el que vivimos que llamamos Tierra. Uno de los mayores alegatos, también, sobre la fragilidad e inocencia (incluso simplismo bondadoso) del ser humano, sobre su capacidad para distinguir el bien del mal y sobreponerse a la adversidad. Esto no es spoiler: en la escena final, donde los hombres están en el bar, tenemos estas dos posturas resumidas. Al aparecer una chica alemana (ellos son franceses), los estúpidos soldados empiezan a gritarle y a asustar a la pobre extranjera, que se pone a llorar; se nos muestra así el lado cruel y negativo de esas personas. A continuación, la chica se pone a cantar y los hombres callan e incluso algunos lloran; se descubre así su lado sensible, capaz de emocionarse y sublimarse ante lo bello.

Ésta es mi aportación a las críticas que ya hay sobre la película, pues lo demás sería repetirse absurdamente. No es (sólo) una película sobre la guerra: ES UNA PELÍCULA SOBRE LA HUMANIDAD.

Centrándonos en la película propiamente dicha, hasta los maquilladores estaban en estado de gracia. Kubrick realiza unos travelling sobre las trincheras acojonantes, una mini-escena de guerra angustiosa, una escena de juicio que ya querrían otros más especializados en tales menesteres, y un clímax patético y brillante. Kirk Douglas sencillamente nació para interpretar este papel, al igual que todos los demás. El guión es magistral, a nivel de diálogos y de argumento.

Kubrick tocó muchos palos y en todos "dio la nota". Yo a eso le llamo un genio.
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71 de 80 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Carne de cañón
Un jovencito Kubrick rueda con bayoneta calada y sonoro taconazo el mayor alegato antibelicista de la historia del cine. Horita y media escasa de cine de lujo. Fotografía, planos, diálogos, guión... todo impecablemente dispuesto para modelar una película paradigmática. Una referencia a la que cualquier pardillo obstinado en dedicarse a esto de hacer cine debería aferrarse como alma en pena. Corta, clara y concisa. Y sobretodo, contundente. Sin ambigüedades. Una partida de ajedrez amañada en la que los ‘gerifaltes atildados’ de Servadac sacrifican sus peones a sangre fría, sin el menor remordimiento. En pos de un patriotismo demencial, execrable, grotesco. Stanley traslada su furibunda mirada a la del Coronel Dax (Kirk Douglas) para fustigar ese aberrante fundamentalismo castrense que condenó a una muerte segura a miles de combatientes a ambos lados de la línea Maginot.

“General, ¿me permite sugerirle que puede hacer con su ascenso?”
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48 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Memorable.
“Senderos de Gloria” es una auténtica obra maestra. Un film que debería ser visto en todas las escuelas y universidades, porqué más allá de ser un film bélico (o “antibelicista”, aunque es un término con el que no acabo de estar de acuerdo) nos encontramos ante una obra que derrocha humanismo, es, de hecho, un brillante fresco de la condición humana ya que en él observamos todas las virtudes y defectos de la humanidad; desde la mezquindad y el cinismo representado por los generales hasta la compasión y la ingenuidad del coronel Dax.
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33 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Tienen leche en sus venas. Pues es la leche más roja que he visto en mi vida, Señor.
Abrumador relato antibelicista que suscitó gran polémica, como era habitual en casi todos los films de Kubrick. La película muestra una diversidad de personajes que pocas veces se ve en un film bélico. Es más habitual, ponderar la valentía de los soldados que mostrar sus miedos, Kubrick humaniza como nadie a los soldados y trata como una partida de ajedrez la película, en la que los peones son sacrificables en función de los objetivos o intereses. Lo más encomiable del realizador es su capacidad para condensar un despliegue de emociones de tal magnitud en un film de tan corta duración. Un guión perfecto que se centra en la locura de la jerarquía militar, capaz de tomar la decisión más despótica a costa de la vida de muchas personas. Y personas son lo que nos muestra Kubrick, personas escondidas en uniformes que a su vez se atrincheran no sólo literalmente si no humanamente en su temor de una muerte absurda, y que no comprenden. La represión de la guerra en función de una escala puede determinar tu futuro, es un mensaje sencillo pero directo. La resolución de los problemas a través de los métodos más descerebrados, los trepas egoístas que pretenden conquistar sus quimeras a costa de la sangre de otros y la humanidad inexistente, no sólo en un bando sino en todos. Kubrick, mostró este temor de muy diferentes formas, en clave de comedia con “Teléfono Rojo”, en tiempos más épicos con “Espartaco”, “La chaqueta metálica”, “Barry Lyndon”... sus películas son un reflejo de lo que veía en la sociedad y en la naturaleza más oscura del ser humano. “Senderos de gloria” es simplemente magnífica.
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31 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Convertír una denuncia en puro arte
Las interpretaciones rozan la perfección: Kirk Douglas (quien con su productora echó adelante un proyecto por el que nadie se atrevia a apostar) está descomunal, y el general francés es tan odioso que te dan ganas de partirle la cara. El guión es sublime, sin que falte o sobre una sola escena, la fotografía es casi un actor más, transmitiendo con rigor sentimientos y sensaciones, y el mensaje explícito es de una contundencia y veracidad poco habituales en esas fechas (por ello, nuestro amigo Paco de los cojones, el ferrolano mas tristemente famoso, impidió su estreno en este país, que no se produjo hasta 29 años después. Otra razón más para odiar al enano asesino).
De nuevo, aunque lamento que sean tan pocas veces, creo que más que recomendar ver este monumento al cine, es casi preciso exigir su contemplación.
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40 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Adiós a todo eso
Alegato antibelicista interesante a los efectos de elucubraciones históricas. El principio del siglo XX, visto ahora, puede considerarse como el carpetazo de un siglo XIX que quizás tocó a su fin en 1914-1918 y no tanto en el 1899.

El estado liberal, el burgués como figura preeminente, el capital, etc. Allá fue el XIX postnapoleónico. El estado lockeano avanzaba cual locomotora de vapor y pacto social (ya remozado y actualizado). La dialéctica hegeliana parecía realizarse. La democracia liberal y sus adláteres (comercio, proletariado industrial, expansionismo) dejaban atrás el Antiguo Régimen y la Europa de la Restauración.

La 1ª GM supuso un Kit Kat en el transcurrir de burgueses colándose en recepciones nobiliarias. Un revés al racionalismo del proceso. El imperialismo, las frágiles alianzas… Todo estalló en un sinsentido belicista generando, después, los fascismos y, después del otro después, la edificación de organizaciones y tratados supranacionales. El pensamiento liberal cayó del guindo de la omnipotencia. ¿Cómo podía ser ese salvajismo tan poco ilustrado? Esto es parte, creo, de la evolución dialéctica del estado liberal, democrático y económico como suma teológica inexorable que algunos defienden (así lo jura y perjura Fukuyama en 'El fin de la Historia y el último hombre'). Pero la 1ª GM fue la piedra en el camino. El factor imprevisto. No detuvo el avance, pero abrió los ojos a un mundo absorto en la infalibilidad del mercantilismo de bienes y valores.

Cuento esto porque el conflicto bélico de 'Senderos de gloria' supone una frontera entre un siglo y otro. Una película a completar con Nietzsche y la concepción aristocrática de la “guerra por guerra” o novelas como 'La montaña mágica' o 'Adiós a todo eso'; letras donde se respira el cambio. Fue un conflicto aún físico –no tanto tecnológico– reflejado en la película a través de las trincheras y el travelling: matar con las manos, bayoneta calada, el código del Barón Rojo de no disparar a un avión herido...

El tradicional honor belicista era contrario al materialismo relativista de la nueva, ahora vieja, Europa (ethos guerrero y alemán; menos guerrero en la 2ª GM nazi: monstruo simplificado y no tanto “carga de la brigada ligera”). La película traza diferencias entre la guardia preliberal y su forma de afrontar mancomunadamente la guerra (fusilamientos, abnegación y entrega) y el pensamiento individualista de una nueva sociedad incompatible con los ajusticiamientos por el dogma del “sacrificio”, que respetaba la vida humana como bien máximo, igualitario y tolerante. En la película se reclama tal cosa. Y eso es modernidad. Es la consecuencia de un mundo burgués imponiéndose al señor beligerante que se mataría antes de incumplir sus obligaciones “heroicas” y sentiría asco por el utilitarismo y anonimato militar con que hoy se aniquila soldados de veinte en veinte.

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27 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
El verdadero conflicto
“Los senderos de la gloria no conducen sino a la tumba”, este verso, perteneciente a un poema de Thomas Gray, inspiró el título de la novela que Humphrey Cobb escribió, con ánimo antibelicista, a partir de los hechos que vivió en el frente durante la Primera Guerra Mundial. Stanley Kubrick se interesó enseguida por la novela, colaborando él mismo en la adaptación cinematográfica. Kirk Douglas, decidió producir directamente la película, ante la negativa de los estudios.

Si bien es una película bélica, el conflicto entre naciones, entre bandos, pasa a un segundo plano ya que es superado por un conflicto más universal, la lucha de clases; de ahí que nunca se muestre al enemigo. Desde el principio Kubrick lo deja bien claro y establece una clara oposición entre oficiales y soldados; así hay que entender el contraste entre el lujoso castillo donde reside el Estado Mayor, y las horribles trincheras, llenas de sangre, barro y muerte, donde se hacina la tropa. Dos mundos separados por diferencias sociales e ideológicas y entre los que no existe la más mínima posibilidad de entendimiento. La perspectiva que adopta Kubrick muestra el enfrentamiento entre oficiales (opresores) y soldados (oprimidos); eso sí, un enfrentamiento larvado, donde los soldados no tienen ninguna posibilidad de mejorar sus miserables condiciones de vida.

Si el Estado surge como necesidad de escapar a la brutalidad de la Ley natural del más fuerte, la guerra, ante la debilidad de éste, nos devuelve a la barbarie. Sin el amparo de las leyes civiles, los derechos humanos y las vidas de sus soldados no tienen valor para los oficiales. En medio de este antagonismo surge el coronel Dax que, poseedor de un innato sentido de la justicia, nos transmite una cierta esperanza en la humanidad. De todas formas Kubrick huye de falsear la realidad y forzar un hipócrita final feliz, desde el principio intuimos el final del juicio. Impotente en su defensa de los acusados, el coronel Dax, pese a su idealismo, vuelve al frente a dirigir a sus hombres hacia una muerte segura. Este final, que nos hace conscientes de la realidad en que vivimos, es el que mejor sentido da al discurso de la película.

La película es esplendorosa en todos los apartados, guión, actores, dirección; destaca lo bien utilizada que está la fotografía en blanco y negro, las luces y las sombras, que logran dar a la película un aire entre expresionista e irreal, sobre todo en las escenas del consejo de guerra, donde la sombra del tribunal se proyecta amenazadora sobre los acusados.

Kubrick se enamoró, durante el rodaje, de la actriz Susanne Christian, su futura esposa.
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22 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Kubrick toma la colina de las hormigas
Con la duración justa, ni más ni menos, Kubrick nos enseña cómo el cine bélico a veces no es sólo pegar tiros sin ton ni son.

Escenas abrumadoras, diálogos cuidados, música como viene siendo habitual en Kubrick (clásicos vals, redobles militares... ) perfectamente encajada y un perfecto ritmo dotan al filme de los elementos necesarios para convertirla en una de sus mejores películas (a falta de ver algunas otras como Barry Lyndon o Espartaco)

Me gustó mucho la escena sin cortes de las trincheras, donde el General Paul Mireau (el de la cicatriz) va saludando a los soldados, junto con los redobles de tambor entre saludo y saludo, grabado desde una toma inferior y moviéndose hacia atrás, mientras se ven las explosiones de fondo. Magistral.

Sólo hubo algún detalle feo, que me sorprende viniendo de la meticulosidad de Kubrick, y que se da en las escenas de los interiores cuando hablan los 2 generales (escena inicial) y posteriormente cuando se encuentran los 2 generales junto con el coronel Dax. Se trata de la sombra de la cámara mientras que esta les está bordeando o ellos se pasean por delante de la misma... la sombra de la cámara es recogida en sus cuerpos.
Este “fallo” me recuerda a la sombra del helicóptero que se ve en el inicio “El resplandor”... El ser tan meticuloso puede hacer que a veces no veas esos errores tan garrafales.

En cualquier caso, recomendable de principio a fin con un tinte añejo que gusta.

Nota: 7,5
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31 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
¡Déjalos cantar!
La obra cumbre del antimilitarismo cinematográfico, dirigida por un cineasta único, Stanley Kubrick, que insistió en esta temática y postura ideológica en otras dos de su películas, las también estupendas "Teléfono rojo: ¿volamos hacia Moscú?" y "La chaqueta metálica".

Aunque las escenas bélicas son maravillosas gracias a un prodigioso diseño de decorados (con unas trincheras y un campo de batalla que nos hacen pensar que estamos en el frente), la película se preocupa mucho más por reflexionar sobre el aspecto psicológico del conflicto, de manera que la batalla nos es mostrado en escasas secuencias, mientras vemos con más detenimiento las conversaciones entre los militares o las dudas y miedos de los propios soldados ante la batalla o ante el consejo de guerra al que se enfrentan tres de los personajes.

Kirk Douglas hace un buen papel, mostrando el rostro de la decepción de un militar ante la hipocresía que detecta en sus superiores ante conceptos como la guerra, la heroicidad o el patriotismo, y en este sentido es inolvidable la secuencia final. Obra maestra.
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23 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Patrulla desde el infierno
Una película que me fue muy difícil conseguir. A pesar de tener en la colección casi todas las películas de kubrik, “Senderos de Gloria” no la había podido ver, siendo una muy buena recomendación.
Considerada según las votaciones como una de las cinco mejores películas bélicas de todos los tiempos.
Me alegró de haberla visto y digo que en la guerra y en el amor todo es posible… y los daños son irreparables. Es todo o nada y muchas veces pagan justos por pecadores.

Alguien dijo: el patriotismo es un platillo que pocos conocen y no cualquiera ha probado.


Recomendación: leer el manual de “El arte de la guerra” de Sun Tzu .
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23 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Aquella lejana IGM: la guerra más insensata de la historia
A diferencia de la Segunda, que, aunque suene escalofriante, fue una guerra muy sensata -el monstruo maléfico del nazismo debía ser destruido, sin concesiones ni condiciones, y esto lo sabían muy bien estadistas como Churchill-, su antecesora, la Gran Guerra, fue su némesis moral: la guerra más insensata, absurda y patética de la historia, donde millones de combatientes fueron arrojados al infierno de las trincheras, los asaltos frontales y el gas mostaza para regatearse unos pocos kilómetros de terreno (al menos en el frente occidental) en nombre de un criminal batiburrillo de consignas nacionalistas, revanchistas, imperialistas y colonialistas.
No fue un conflicto de ideologías. Fue una contienda cínica y materialista, desatada por políticos débiles e irresponsables, monarcas mediocres y ambiciosos, estados mayores belicosos, empresarios de armamento sedientos de lucro y una prensa agitadora. Y cuando estalló, fue, también en las antípodas de la Segunda, una guerra muy, muy popular: todos querían alistarse en un alegre picnic bélico que acabaría en pocas semanas, una vez dada la merecida lección al francés rencoroso, al alemán agresivo, al inglés arrogante, al austríaco reaccionario, al italiano irredento o al ruso traicionero. Quienes elevaron las banderas de la sensatez y el pacifismo fueron una minoría. En París, el socialista Jaurés fue asesinado por oponerse a lo que se avecinaba en vísperas del inicio de las hostilidades.

Ignoro si en los horrores de Verdún, Somme o Passchendaele hubo coroneles Dax que intentaron rebelarse contra aquel enloquecido sinsentido. Sirva esta obra maestra de Kubrick como homenaje a los 10 millones de caídos militares en la Gran Guerra, la mayoría de los cuales, seguramente, murieron sin convicciones ideológicas claras, sin sentimientos de odio hacia el enemigo (no fueron raros los casos de confraternización durante las treguas) y sin ansias de venganza, pensando únicamente en que aquello terminara cuanto antes y en regresar a sus hogares. Están muriendo los últimos veteranos de la Gran Guerra. Ya sólo quedan una decena, todos centenarios, en Australia, EEUU y el Reino Unido.
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Senderos de gloria (1957)
Película antibelicista ambientada en la Primera Guerra Mundial dirigida por Kubrick, el perfeccionista neoyorquino que dejó la fotografía para hacer historia en el séptimo arte. Con esta solemne obra maestra, el todavía joven y creativo director se consolidó, sin duda alguna, como uno de los más grandes de su época.

'Senderos de gloria' es un filme lleno de pesimismo que lamenta la pérdida de fe en las personas idealistas. En él, Kubrick critica fuertemente a la clase dirigente militar, esa esfera formada por tantos tiranos que utilizan la guerra como un medio para satisfacer sus ambiciones personales.

El Coronel Dax (Douglas), el personaje sobre el cual girará toda la trama, sufre estas calamidades. Su dilema moral será lo que honre al ser humano. Un militar que lucha con la esperanza de que la contienda termine algún día, y para que la vida sea igual de maravillosa que esa canción alemana entonada en aquella cantina francesa.

Como en casi toda su filmografía, Kubrick realiza un ejercicio prodigioso de puesta en escena y precisión técnica. Su estética realista cercana al documentalismo, la composición de cada plano, y sus prodigiosos travellings que nos conducen a través de las trincheras del campo de batalla, son impresionantes.
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