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18 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
8
Es una y nunca es cualquier mujer
Descarada, coqueta, irracional, pasaje de ternura y frescura en pequeñas danzas incompletas, sonrisas, parpadeos rápidos y conquistadores, vueltas y más vueltas para volver a la idea inicial, por toda locura tiene un gesto de genialidad, es una mujer encantadora, no hay más.

Inciso:

Aparece Jean Paul Belmondo, se fuma un cigarrillo, desaparece en su presentación de fiel amigo enamorado, yo ya no me quiero ir de aquí.

Continuemos...

Ella baila, ella se desnuda y suele cantar en ese lugar donde trabaja y su ropa puede cambiar gracias a una puerta que ni siquiera da tiempo a estornudar.

Todos juntos vamos a ese piso que comparte con el novio que no quiere que tengan un niño. Y se quieren y nos lo demuestran, y ella busca un modo de cocinar lo que desea (mil preguntas son válidas para el quien es quien alimenticio) y él escucha el fútbol español y vive la vuelta ciclista con una bicicleta en marcha en su propio salón. Y en plena disputa llaman al amigo de ambos para que sea él quien ocupe el lugar de padre ante el deseo de ella.

Inciso:

Belmondo entra en el piso y Anna decide que el hombre que haga la cosa más extraordinaria será con quien ella se vaya. Brialy pone un huevo y Belmondo boxea contra el aire. Yo sigo queriendo quedarme aquí. Ella también se queda en casa tras dar tres portazos.

La película sigue...

La pareja tan unida se detesta y discuten a través de los títulos de los libros. Ella habla con una amiga y las escuchamos mientras vemos a todas esas personas individuales y únicas que pasan por la calle mientras ellas permanecen desaparecidas para el objetivo. Ella se encuentra con el eterno amigo en un bar.

Inciso:

Tras charlar animadamente con Belmondo y él pregonar su verdadero amor, le pide una moneda para poner una canción de Charles Aznavour y él fuma, ella contempla todo y nada, y la foto sigue sobre la mesa, mientras la música suena y sólo puedes pensar, ¿acaso ella no es una adorable lianta mujer?

Los enredos perduran en esta divertida y fresca película, donde el paso de los minutos se convierte en grandes descubrimientos y pequeñas anécdotas que ir desgranando en toda situación. Porque hay mucho más que conocer, yo no soy quien para desvelarlo, las sorpresas son mejores compartidas, pero el secreto lo guardo a la espera del gran descubridor.
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38 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Todos para una y una para todos
CINE:

"Estamos en un mundo en el que Colón era Georges Méliès". Edgardo Cozarinsky.
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Decir una verdad y una mentira es lo mismo, no te cambia el gesto; dice Angela (Anna Karina) en la película. Para Godard el cine es así, una verdad y una mentira conviviendo como si no hubiera diferencia entre ellas.

Por eso, él cuestiona su lenguaje y su ficción, juega al cine sin vestirlo de mímesis o suspensión voluntaria. Si hacer cine es mentir, Godard propone ser conscientes de ello para hacer verdad de la mentira. Es decir, todos los recursos están tratados desde el homenaje y el amor al cine; la mentira del cine se convierte así en la verdad de la cinefilia, la deconstrucción y la ironía. Los actores miran a la 4ª pared, se hace un uso caprichoso del montaje y la música delatando la farsa, se muestran los pespuntes de estructura de la trama ("A la altura del acto tercero la heroína duda... Es lo que Moliere llamaba suspensión"), el cine se presenta intertextual con insultos que son portadas de libros y citas literarias que pronuncian el pensamiento de los personajes, se rotulan intertítulos en el doble juego de un supuesto narrador omnisciente…

Siempre la mano urdidora de la película −director− presente, la condición de lenguaje y de ficción delatada en su artificio. Todo remite al collage, a porciones de lenguaje transversales que se filtran no siendo unidad comunicativa, sino un sistema de acordes y desacuerdos a través de una suma de elementos y géneros cinematográficos.


REALIDADES:

Godard no pretende pasar por el aro de las credulidades, su cine está dentro del propio cine; es una celebración y delación del hecho cinematográfico mismo. Mezcla referencias y géneros desde la hipérbole naïf y la gamberrada plenamente consciente de la parodia que lleva implícita toda afectación. El francés, así, engola la voz y se llama a sí mismo "obra maestra". Y puede hacerlo, porque su cine es un mundo construido a través de piezas cinéfilas y artísticas. No es naturalista, no pretende hacerse pasar por “verdad” narrativa. Porque la verdad es lo mismo que la mentira. E incluso cuando enarbola el “realismo” (llegó a afirmar que este film suponía el encuentro entre el musical y ¡el neorrealismo!), es neorrealismo y es cinéma vérité. Es decir, en Godard el “realismo” está tratado como un elemento plenamente fagocitado por el cine. No son realidades las que enseña sino géneros cinematográficos. Y cualquier género es susceptible de ser tratado de forma tan falsa como los supuestamente más falsos (ciencia ficción o musical).


GÉNEROS Y REFERENTES:

"No sé si esto es una comedia o una tragedia".
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Por eso, lo que a priori parece un homenaje sui generis al musical acaba siendo una macedonia de frutas: mixtura de musical, comedia romántica, drama, etc. Choque dialéctico de referencias y géneros en constante pugna, organizados como la orquesta que afina al principio del film. Elementos que van relacionándose e interactuando cual instrumentos a medida que el metraje se desarrolla entre planos editados con la agresividad de un fraseo jazzístico (abruptos saltos de montaje, cortes arbitrarios de sonido).

En ese tótum revolútum, el musical clásico se encuentra con el cinéma vérité. La mezcolanza se explica en esta frase de Godard sobre el personaje de Michel Piccoli en la película El desprecio: "A character from Marienbad who wants to play the role of a character in Rio Bravo". Es decir, el cine como fiesta de disfraces; el cine como mundo aparte donde cabe todo lo que sea cinematográfico.

Y ahí cobra sentido el juego de abalorios de unas referencias que se multiplican: L'opéra Mouffe (Agnes Varda), Cyd Charisse y Gene Kelly, Bob Fosse, CinemaScope, los colores chillones de Minnelli, Belmondo se llama Alfred Lubitsch (remitiéndonos al director de otro film −Design for living− sobre el ménage a tres bandas)…


MUSICAL:

El realizador francés juega con el musical señalando la artimaña que supone una narración que se interrumpe para que Fred Astaire baile. Así, Godard introduce coreografías de plano fijo y postura absurda. O el momento 01:19:35 ( http://www.youtube.com/watch?v=iN8ZEAdNZsc ) en el que Anna Karina anda al ritmo de la música, se deja mecer por el musical, sigue su rumbo, la orquesta llena el plano... ella nos da la espalda y cuando debe empezar a cantar, remarca la quiebra del desarrollo normal del film sin disimulos, espetándonos un "no sé qué decir".


EL FABULOSO MUNDO DEL CIRCO:

Y pese a todo, pese a las capas de ironía autoconsciente, pese a la impostura y la humorada, Godard se permite momentos de ternura y confesión que llenan el film (las emociones de Angela, su ansia materna, su instinto de mujer). A ello coadyuva la sencillez de la trama central (el realizador consideraba que la vida y su verdad habitaba en la simplicidad y la ficción: "Through theatrical imagination and fiction one arrives at the reality of life"). Siempre desde la máscara y la boutade de enfant terrible, el director a ratos pareciera el clown que llora corriéndosele el maquillaje después de un recital de caídas, tartazos y chistes (probablemente malos).
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21 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Quiero tener un hijo
Hay que agradecer al mundo del cine que nos haya dado sujetos tan altaneros y presuntosos como Godard. Gente que ha roto con la concepción tradicional de hacer cine y se atreve a incluir recursos novedosos, impactantes, chocantes, simplemente diferentes a lo habitual. Por eso es un pretencioso, según algunos. Y por eso se odia a otros tantos directores actuales que van de transgresores y, en cierto modo, se han visto influidos por el estilo del francés. Una cosa es cierta: marcó tendencia y es por eso por lo que hay que valorarle.
Fuera de este alegato pro Godard, ‘Una mujer es una mujer’ se construye paulatinamente, con un ritmo pausado, y poco a poco el espectador va conociendo a los personajes, más allá de ese mundo absurdo en el que parece que viven. Porque los protagonistas de la película son excéntricos y singulares. Ella sólo quiere tener un hijo (me molesta un poco la concepción de la mujer como mera procreadora) y hará lo posible por llegar a ello. Una mujer manipuladora, enamorada de su pareja pero que hará ver cierto interés en el amigo de su pareja si así logra su objetivo.
Cómo está narrado el relato, a nivel formal, respalda la afirmación de aquellos que dicen que Godard es un pretencioso. Porque se inventa formas de usar el sonido, graba escenas larguísimas sin diálogos, fracciona el orden de las palabras de los interludios explicativos y hace que los actores interactúen con el público, entre otras cosas. Personalmente, lo que más me gustó, por su extravagancia, fueron las discusiones de enamorados, lámpara arriba, lámpara abajo, entre Karina y Brialy hablando mediante libros.
“No sé si esto es una comedia o una tragedia” dice Brialy mirando fijamente a cámara y continua “pero sé que es una obra maestra”. Amigo Godard, aquí hay que reconocer que te pasaste de listo. Tu película no es una obra maestra aunque te jactes de ello. Es una historia simpática, que te deja con una sonrisa en la boca. Poco más.
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24 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
DEMASIADO GODARD
Tras esa obra clave, con la cual el cine cambió, que es "Al final de la escapada", Godard se embarca en un proyecto donde superpone su personalidad a la de la propia obra.
El argumento es original, y un tanto rompedor, una mujer que trabaja en un lúgubre cabaret quiere tener un hijo, a partir de ahí, conflictos de pareja, terceras personas, y un estilo muy particular que salpica todo, quizás demasiado.
Godard está omnipresente en un film, lleno de guiños, miradas a cámara, referencias culturales, homenajes a Truffaut, y a Aznavour, pero sobre todo al propio Godard, que en un momento de la película hace decir a sus protagonistas "No sé si es una comedia o un drama, pero lo que si es, es una obra maestra". Quizás fue aquí donde Godard inició esa leyenda sobre sus escasos problemas de autoestima.
Fuera de todo esto, la película resulta original, se deja ver, a veces los golpes de timón de Godard te distancian un poco, y aparecen momentos de originalidad tales como que aparezca un parisino más interesado por oír la retransmisión radiófónica de un Madrid-Barca que por hablar de tener hijos con su pareja, situación esta que parecería impropia en una película de Godard, que para compensar, hace discutir a la pareja en silencio y dialogando a través de las palabras que aparecen en las portadas de los libros que tienen en casa. Todo muy sorprendente la verdad.
Por último reseñar a la actriz Anna Karina, una presencia atractiva, sensual, fresca y que como ya hizo Godard con Jean Seberg en "Al final de la Escapada" consigue que te medio enamores de ella.
Curioso divertimento
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9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
El guiño final de Anna Karina
En mis años de estudiante —o, como dice mi suegra, “cuando era feliz y no lo sabía”— me inculcaron que juzgar el pasado a la luz de una —pretendida— superioridad moral contemporánea suponía incurrir en una falacia de bulto. La batallita viene a cuento —o quizá no, pero ahí queda— de alguna que otra airada reseña con que he topado respecto a esta “Une femme est une femme”, donde se la tacha de machista con toda la rabia que el epíteto —palabra comodín de actualidad, como en su día “revisionista”, “madridista” y la cíclicamente de moda “fascista”— acostumbra a concitar. Cegados (y cegadas) por el fervor de las buenas intenciones, olvidan, o tal vez lo desconozcan —quiero creer que no—, que en 1961 eran machistas “Un femme est une femme”, Godard su director y la sociedad francesa toda, porque machista era un mundo occidental en el que los futuros artífices de mayo del 68 llevaban aún pantalón corto. En su extremo más absurdo —¿qué extremo no lo es?—, la referida severidad ahistórica deslegitimaría la tentativa siquiera de admirar, pongamos por caso, las pirámides de Guiza, en tanto levantadas a costa del trabajo esclavo de miles de infelices. La verdad, ateniéndonos a criterios tales, casi cualquier obra de arte premoderna resultaría condenable.
Estoy de acuerdo en que, con independencia del “zeitgeist”, la de “stripper” es una profesión cosificadora del cuerpo femenino y, en ocasiones —demasiadas, porque una sola ya lo es—, vinculada al tráfico de personas; por ende merecedora de un rechazo sin matices. Lo que no comparto, porque no alcanzo a entenderlo, es qué pueda haber de reprochable en el deseo de ser madre que alberga la protagonista. Que la maternidad se haya vuelto sospechosa de connivencia con el heteropatriarcado da la medida de los niveles de paranoia que nos estamos acostumbrando a soportar. Encierra, además, otro absurdo, en su caso de corte biológico: los varones no podemos quedarnos embarazados. Estoy seguro de que, de lo contrario, muchos —entre los que me incluyo— estaríamos dispuestos a poner ese granito de arena en la pervivencia de la especie humana. Pero, de momento y mientras la ciencia no corrija tamaña desigualdad, va a tocar seguir apañándose como hasta ahora. O puede que se trate de algo, a mi juicio, peor que la mera estulticia dogmática, del elitismo “petit bourgeois” subyacente a consideración de que reproducirse es una cosa “lumpen”, hobby de analfabetos subsidiados sin nada más elevado que hacer que procrear criaturas igual de prescindibles.
Con perdón de la extensa digresión sociológica —o sociologicista, por no abandonar el trillado sufijo y sus implicaciones—, es evidente que “Une femme est une femme” no está entre las obras máximas de Godard. Sin embargo, no le faltan elementos de mérito. Sus jóvenes intérpretes hacen gala de una frescura rayana en el amateurismo. Pura, encantadora “Nouvelle Vague”. No en vano, Anna Karina se alzó con el premio a la mejor actriz en la Berlinale. Me abstendré de hacer referencia alguna a su estremecedor atractivo físico porque en lo que va de reseña debo de haber cubierto el cupo de enemigos correspondiente a este lustro. Eso sí, la amo más que a mí mismo. Ese guiño suyo con que la película echa el telón contiene más "sex-appeal" que todo el porno rodado y por rodar, en esta y en futuras eras geológicas. El color, vivaz como la manera que tiene Anna Karina de estar en el mundo, es sencillamente hermosísimo. Y los jugueteos de Godard con el sonido y las rotulaciones constituyen estimulantes travesuras dadaístas que, naturalmente, han provocado urticaria a varios usuarios de la página. Finalmente, el París de hace casi sesenta años atesoraba una belleza decadente que la conversión en parques temáticos y sus franquicias ubicuas han robado a todas las grandes capitales europeas.
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7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
2
UN MONUMENTO AL CINE PLANO Y SIN ARGUMENTO
Después de lograr vencer la tentación constante de terminar con el bodrio y abandonarlo, cuando llego al final me vuelvo a preguntar otra vez como ya hice con otras películas de Godard: ¿Cómo hizo este hombre para adquirir la fama que tiene? Su cine te hace sentir permanentemente que te están tomando el pelo. Me pregunto: ¿Alcanzan una cuántas innovaciones de estilo para que el producto sea bueno? ¿Acaso que los personajes hablen a la cámara, que se hagan referencias cinéfilas y que se muestren unos cuántos libros nos puede llevar a considerar que esta es una buena película? De ninguna manera. Reconozco que el manejo del sonido me pareció ingenioso y es por ello que le pongo un 2 y no un 1. Pero vuelvo a lo de siempre: "Denme un buen guión y les daré una película". ¡Qué guion vacío! ¡Qué personajes sin interés alguno, planos hasta el hartazgo! Si estos personajes existieran en la vida real, nada justifica que su vida se lleve al cine porque tienen el cerebro totalmente hueco o lleno de alcornoque. La perla final es el arrebato de narcisismo vacuo cuando Brialy se pregunta: "Esto es una tragedia o una comedia, no lo sé, pero con seguridad ES UNA OBRA DE ARTE". Nunca en mi vida vi tan mal usada esta expresión.
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Otra experiencia con Godard
Película del director J. L. Godard, sobre una joven bailarina, obsesionada con tener un hijo, sea éste con su pareja o con el amigo de él.
Siendo un cineasta que nunca me gustó demasiado, acá hace una película en principio más sencilla que sin embargo por momentos me desconcierta. Esto lo digo por tener un ‘humor’ de dudosa entidad, escenas musicales que supongo parodia musicales americanos y una idea de base poco clara. Alguna vez vez me dijeron que la virtud de Godard es saber verse el ombligo: no seré entendido, no lo veo. Sin ser mala, no me convenció.
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8 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Est-ce que vous pouvez me prêter 10000 francs?
Pues sí, algo de lo que dicen las anteriores críticas es cierto. Pero también es cierto que aqui encuentro cosas tan modernas como en el mejor cine actual.

Pero no todo es cierto. Por ejemplo, alguien ha dicho que no hay sexismo; entonces ¿qué es eso de que Angela llegue a casa y se ponga el delantal, mientras Emile ni siquiera se limpia los zapatos en el felpudo y se sienta en la única butaca a leer la prensa? ¿qué es eso de que Angela dé la escoba a Emile y éste, en lugar de barrer, se ponga a darle usos "alternativos", tales como palo de golf o guitarra eléctrica? Parece que el señor Godard vuelve a considerar que los hombres están idiotizados con el deporte y las mujeres con el star-system -de ahí todas esas caras de archifamosas de Hollywood (Marilyn en la puerta de la cocina).

Mientras las conversaciones son insustanciales y los gestos llenos de glamour, la realidad es un montón de rincones de París con escombros, cemento y frío.

Me gusta que salgan libros en las películas, que haya referencias musicales y cinematográficas y que los interiores no sean de diseño.

El guión cabe en una cuartilla pero la puesta en escena se merece un aplauso, por su frescura, por su originalidad y porque tiene muchas cosas simplemente graciosas.
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5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
1
Un bodrio
Soberanamente aburrida. Parece ser que el director piensa que son muy interesantes su experimentación con el sonido o sus referencias culturales. Pero como un espectador más, y no como un admirador del director, puedo decir que he tenido que bostezar varias veces. Como punto positivo diría que me ha parecido graciosa la actriz y ocurrente la escena en la que dialogan a través de títulos de libros, pero no es argumento cinematográfico suficiente como para justificar su visionado. Me alegro de haberla visto para no volver a verla nunca más. Además, el retrato de una mujer joven, bella, fútil, superficial y caprichosa no me parece manera adecuada de retratar al sexo femenino. Es una especie de burla que la película tenga ese título.
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4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
1
¡La he bajado de un 7'8 a un 7'7!
Godard es un cineasta que suele repelerme. Disto muchísimo de ser un entendido en su cine, pero a pesar de ello le he de reconocer un talento plástico capaz de atraer al más pintado, y de haber hecho dos muy buenas películas, como El desprecio y Al final de la escapada, donde deja todos sus elementos bien claros, y aquellos que repite continuamente. Lo que ocurre en esas dos es que lo hace todo de una manera tan brillante y acertada que, a pesar de sus vacías moderneces, consigue que los collages cinematográficos sean aprovechables, disfrutables, entendibles, y no provoquen vergüenza ajena, teniendo de moderno y provocador lo mismo que puede tener Garci de interesante.

Pero aquí no, aquí el putero saca su lado ególatra hasta el extremo y es una sucesión constante de gilipolleces una tras otra, demostrando por qué a todos los modernillos y culturetas de turno les apasiona su cine cuando no es más que un tipo tonto que cayó en gracia a todo el mundo en una época en la que cualquier cosa que se saliese del clasicismo ya era acogida como un milagro. Pues yo por ahí no paso, yo no aguanto que un tipo escriba la primera mierda que se le pase por la cabeza y la plasma en un guión sencillamene ridículo y, para ir a contracorriente de las masas borregas que ven cine comercial y escasamente intelectual, un grupito de intelectuales y cinéfilos elitistas con Tarantino a la cabeza le endiose para decir: somos superiores a vosotros, no nos miréis. Así le doran la píldota al genio de la revolución cinematográfica más baldía que ha habido en la historia, hipervalorada más allá de sus posibilidades, y por eso el cine de Godard, con el tiempo, ha evolucionado bastante mal: La nouvelle vague era un movimiento caduco desde el momento de su concepción, y todos se dieron cuenta menos el amigo Jean Luc.

Que sí, que muy bonito todo eso de poner a la Karina a cantar y bailar, muy moderno y transgresor esos cortes de ella y Belmondo haciendo el zopenco al comienzo, muy rebelde y antiacadémico jugar con la musiquita y el sonido como un mono que descubre los botes de Play Doh, genial esos diálogos superficiales que, probablemente, sólo te harán gracia a ti y a ese grupito de becerros intelectuales que tienen la cabeza tan pegada a tu culo francosuizo que no saben donde acabas tú y empieza la masa. Gracias por el cine Godard, sí, porque tú lo inventaste, tú eres el mayor genio que ha habido, tú con tu adelanto del pedantesco videoarte y tu ombliguismo rancio a más no poder. Olvídese de Ford, Lang, Hitchcock, Rossellini, Kurosawa o Renoir, aquí está Jean Luc. ¡No diga cine, diga Godard!
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53 de 105 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
“La verdad debería tener distinto aspecto que la mentira”
El festival de Berlín premió esta película por su “originalidad, juventud, audacia e impertinencia”. La verdad es que ya desde los títulos de créditos y de la primera escena en la que Anna Karina -en su debut en la pantalla- entra en el bar y pide un café mientras suena de fondo Charles Aznavour y de repente deja de sonar la música y ella nos guiña un ojo, sabemos que estamos asistiendo a algo diferente. Rodada en cinemascope y tecnicolor, la cámara sigue con persistente insistencia el alocado recorrido de esta muchacha, bailarina de striptease, que desea por encima del todo tener un hijo lo que no satisface demasiado a su novio. Con multitud de recursos narrativos, originalidades y excentricidades: acotaciones teatrales, apelaciones, guiños y saludos al espectador, miradas a la cámara, diálogos que se convierten en recitativos musicales, montaje sincopado, citas autorreferenciales – “tengo prisa, hoy ponen por la noche en la tele “A bout de soufflé”-, homenajes a Truffaut –qué tal va “Jules et Jimes” le pregunta Belmondo a Jeanne Moreau. “Moderato” responde esta- por no hablar del particular, curioso y, a veces, irritante uso que hace de la música y el sonido, es una película inteligentemente gamberra y desigual, de tono irónico y paródico, un falso musical sin canciones, un falso melodrama y casi una falsa película. El problema de tanta fantasía gramatical es que al de cuarenta minutos estos ingenios comienzan a cansarnos un poco pero, sabiamente, Godard opta por centrarse en la historia de esta muchacha obsesionada con tener un hijo -“Je veux en enfant”, “Je veux en enfant”- Como sucedía en “A bout de soufflé” (1960) el deslumbrante debut de Godard, más que la pirotecnia lingüística de la cámara, me divierten los divertidos y frescos diálogos, la simpática complicidad de la pareja formada por Anna Karina y Jean-Claude Brialy, con Belmondo cerrando el trío, con esas maravillosas escenas en casa en la que buscan libros en las estanterías para insultarse en el silencio de la noche o la soberbia escena, digna de Lubitsch, con un fondo de música de raigambre clásica, donde Belmondo espera en la calle la respuesta de ella a sus peticiones mientras da fuego con su cigarrillo a todo el mundo que pasa por ahí. A pesar de todas las salvedades y peros que se le puedan poner sigue siendo una película divertida y muy recomendable.
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2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Radicalmente poética.
Deliciosa, refrescante, cortazariana, descaradamente visual y rebosante de cotidianeidad y poesía. Todo en esta película está cuestionado; el montaje, el uso de la banda sonora, la interpretación, el guión y la construcción de la historia, pero de una manera arrolladora, natural y luminosa. El París de los 60 y los personajes jóvenes, perdidos, vividores, que sobreviven con ligereza e ingenuidad al existencialismo y al caótico mundo en que no encajan si no es a través de una belleza que ellos mismos proyectan y de la fuga a través de la música, la literatura y el arte. Toda una aventura cinematográfica.
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3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Peculiar
Por desconocimiento no puedo escribir una crítica profunda y elaborada, aunque tampoco lo veo necesario. Que se explayen quienes sepan. Pero si mencionaré algunas impresiones sobre "Une femme est une femme".
Por un lado, al principio aluciné con lo que esta viendo (por lo pintoresco que me parecía). Pero tras algo más de diez minutos empecé a meterme de lleno en la película y, al cabo del tiempo, sin saber por qué, me di cuenta de que estaba disfrutando enormemente.
No sé si será por el tono teatral de ciertas escenas o si por la originalidad en los diálogos, no lo sé. Pero tiene algo.
Aunque pienso que no es una película que pueda gustar a mucha gente, la recomiendo. Simplemente por ver a la pareja discutir sin hablar, ya merece la pena...
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1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
UNA MUJER ES UNA MUJER PARA MIGUEL MARÍAS
EL ESPÍRITU DEL “MUSICAL”
Une femme est une femme es el tercer largometraje de Godard, el segundo con Anna Karina, el segundo con Belmondo y el primero en Scope, en color, con sonido directo y con rodaje en estudio. Si A bout de souffle (1959) es un falso film “negro”, Le petit soldat (1963) es un falso film “político” -pero un verdadero film negro y un Cuento Moral-; Vivre sa vie (1962) es un falso film “sobre la prostitución” y Les Carabiniers (1963), un falso film “de guerra”, Une femme est une femme es un falso film musical. Es, más bien, la AUSENCIA de la comedia musical, su imposibilidad, su recuerdo, su nostalgia, su fantasma. Sería, en todo caso, un musical pensado por Bresson, es decir, la ESENCIA del musical, si no su presencia. Es, por tanto, el más profundo y auténtico de los “musicales”, por oposición a los films de Demy -muy estimables en mi opinión-, que no son sino la APARIENCIA del “musical”. En este sentido, Une femme est une femme está más cerca de Adieu Philippine -o inlcuso de Lola (1961)- que de Les demoiselles de Rochefort (1967). No hablemos ya de Funny Girl (1968) y compañía, que son a Singin’ in the Rain (1952), It’s Always Fair Weather (1955), Carmen Jones (1954) o The Band Wagon (1953) lo que un espantapájaros a un hombre (pues ni siquiera tienen la honestidad de ser su calavera o su esqueleto).

Bruno Forestier, el soldadito, desprecia a los actores , porque obedecen a las órdenes del director: ríen o lloran según se lo manden, y no son, por tanto, personas libres. Godard dice que el cine consiste en filmar a personas libres, es decir, que miran a su alrededor. Por eso sus actores -veamos a Belmondo y Karina, paseando la Porte Saint-Denis- se mueven con toda libertad; por eso Godard incluye un plano en que Anna se equivoca, llora, interrumpe su frase, la dice bien por fin. Y así caemos de lleno en el terreno del cine-verdad, porque a Godard le gusta mezclar la realidad y la ficción, la máxima verdad y el máximo artificio (la comedia musical). Por eso acierta cuando dice que Une femme est une femme es un musical neorrealista: filma como Rossellini a personajes cotidianos, que sueñan ser intérpretes de una comedia musical de Gene Kelly & Stanley Donen. Pero como no lo son, no bailan: la danza queda fijada, suspendida en el aire; no cantan: hablan mientras la música invasora de Michel Legrand da ritmo de canción a sus palabras (evitando así el artificio de Les parapluies de Cherbourg (1964).

Estamos, pues, a mitad de camino entre One Hour with You (1932), de Lubitsch & Cukor, y Due soldi di speranza (1952), de Castellani, entre Le carrosse d’or (1953), de Renoir, y Rio Bravo (1959), de Hawks; entre Die Puppe (1919), de Ernst (cuyo apellido lleva Alfred-Belmondo) y Europa ’51 (1952). Godard recuerda que Chaplin decía que la tragedia es la vida en primer plano y la comedia lo mismo en plano general, y hace una comedia en primer plano. No se sabe, por tanto, si estamos en una tragedia o en una comedia. En todo caso, en una persecución, Angéla, Alfred y Emile (Jean-Claude Brialy) disponen de veinticuatro horas para decidirse, y mientras tanto Godard les sigue con su cámara, intentando captar el momento en que sus personajes se dilatan: al son de una canción de Aznavour en recuerdo de (Tirez sur le pianiste (1960), haciendo un STRIP-TEASE en primer plano, andando por las calles, corriendo para dar con la cabeza contra la pared.

Une femme est une femme es un film hecho con sentimientos e imaginación, con imágenes y sonidos, con una música cuyo aliento se corta – A bout de souffle- y reemprende la marcha, con tres actores que se mueven a lo largo de la pantalla ancha, tras las huellas de Gene Kelly, Cyd Charisse y Fred Astaire, en un París nublado, en un barrio sucio y multicolor, para acudir a una cita con el cine.

(Nuestro cine, nº 97, mayo de 1970, pp. 8-9)
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1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
ESTILO NARRATIVO
Ya se sabe que a J.L. Godard le gusta experimentar con las formas, con la estructura de los diálogos, con la posición y el movimiento de las cámaras pero, sobre todo, parece siempre dispuesto a elaborar una teoría vanguardista sobre el método de comunicación cinematográfica adoptando un novedoso estilo narrativo.
Por eso no cabe esperar de su película que el argumento asuma un desarrollo convencional o que los parámetros de la acción se ajusten a lo esperado.
En este contexto el largometraje resulta interesante, su armazón se muestra sólido en todo momento y la historia que cuenta trasmite al público niveles notables de sensibilidad y de sentido intimista recubiertos por un agradable halo de complicidad.
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1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Que me dueeermo...
Me he puesto a escribir la crítica mientras veo la peli porque me estoy durmiendo.

Me gusta Godard pero cuando alguien hace un truño, lo hace, por muy Godard que sea. Creo que se pasa de listo en esta película.

Lo de cortar la música cuando no viene a cuento cada escena, al final cansa, como cansa esa relación estúpida entre los novios. Supongo que será una parodia de las comedias americanas, no sé. Y aburrida, muuuuy aburrida es la peli.

Ahora, lo mejor son las críticas que van de listas. Leo por ejemplo: ..."juega al cine sin vestirlo de mímesis". ¿En serio? Y cosas así. Cuanto más seudo intelectual suene, mejor, no? No se pueden escribir críticas con lenguaje sencillo, no, no vaya a ser que alguien piense que no entendéis de cine.
En fin, que me voy a cenar.
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0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
Un menage a trois según Godard.
061/23(13/02/10) Me considero un cinéfilo compulsivo, por ello me veo en la obligación de ver los films de los directores más aclamados por la crítica, es por ello que veo los trabajos de Godard, no por gusto si no como un reto personal por intentar encontrar lo que toda una legión de ‘entendidos’ ven es este narcisista patológico, un pretendido intelectualoide, con muchas ganas de expresar mediante infumables historias que es comunista, por supuesto metido con calzador. He visto de él ‘Vivir su vida’, ‘Banda aparte’, ‘Pierrot, el loco’, ‘Masculin, feminin’, ‘Dos o tres cosas que se de ella’, cine irritante, que provoca indignación pensar que tenga su ejército de seguidores que lo alaben, pues yo me digo <Nos hemos vuelto locos!!!?>. Un tipo que todo su cine es ‘arte y ensayo’, de este modo cualquiera que lo ponga de vuelta y media o no lo entienda le podrá decir que es que su cine no es para gente corta de entendederas, nos es para incultos, su obra es para gente con más nivel, el no se digna para hacer ‘cine convencional’, eso es para cualquiera, el está por encima, pues yo ‘vomito sobre su cine’ y sobre su petulancia ególatra y si me queda algo en el cuerpo me tomaré un laxante y me ca… Esta ‘Una mujer es una mujer’ no se libra de nada de lo apuntado, es una pretenciosa historia de amor a tres bandas montada a base de gags de pretendido romanticismo, donde tres personajes se tiran todo el metraje haciendo tonterías sin la menor gracia, en medio de situaciones ridículas. Una cabaretera está casada y desea tener un hijo, pero su marido no quiere y ella flirtea con un amigo de la pareja hasta acostarse con él, todo adornado con escenas que se zambullen en la idiotez, pero claro siempre habrá una corta de exégetas del ‘realizador’ que buscaran la grandiosa metáfora que es. Fuerza y honor!!!
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10 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
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¿Que no hay sexismo? ¿Qué?
Guión pobre. Mucho sexismo. Buena estética.
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3 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
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