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53 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
6
Un clásico tambaleante.
Me resulta más que preocupante el hecho de que cuasiunánimemente la Crítica vea y haya visto en "Mi tío" la auténtica obra maestra del genial Tati. Así, obtuvo el Oscar a la mejor película extranjera y demás premios relevantes. Para quien esto escribe, sin embargo, esta película queda, dentro de la corta - por desgracia - obra de su autor, muy alejada, en logros y vigencia, de dos películas como "Día de fiesta" (una obra maestra del humor gentil y costumbrista) ó "Las vacaciones de Mr.Hulot" (con el mismo personaje que en ésta, demuestra Tati mucho más talento, más contenido y acertado).
En "Mi tío" no puede hablarse de argumento tal cual. Solo cabe hablar de una elaboradísima sucesión de "gags" visuales (la palabra apenas cuenta), algunos en verdad graciosos, pero que por regla general resultan excesivamente alargados y artificiosos.
Está claro que Tati bebe de Keaton, Chaplin, Lloyd y demás, y de que guarda un talento enorme. Está claro también que la crítica que se hace, con ese humor jovial, preñado de campechano costumbrismo y delicado sentido de la observación (no deja de ser un minucioso retrato de una ciudad de provincias), de la modernidad y el mundo futuro lleno de aparatos inservibles resulta querible y valiosa, pero, pese a su ironía y buenas intenciones, resulta hoy un film bastante superado, carne de cañón para la crítica, desfasada (o sea, su condición de clásico se tambalearía). Y eso, a pesar de su condición de película bastante única. Con perdón.
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88 de 109 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Monsieur Hulot, los tiempos están cambiando
El susodicho tío del título es el señor Hulot, residente en un reducido desván, sin teléfono, sin trabajo, sin esposa, pero con manías varias. Su sobrino es Gérard, cuyos padres son un ejecutivo absorto en su fábrica de plásticos y un ama de casa absorta en la pulcritud de su automatizado hogar; conforman una modélica familia: un coche en el garaje, un perro con chaleco, una fuente en el jardín...; están tan abstraídos en sus cosas que creen que su único problema es el tío y ponen su mejor empeño en procurarle un empleo y una amistad femenina con el fin de meterle en vereda, de proporcionarle una “meta existencial”. No imaginan el sinfín de pequeños desastres que ello acarreará, ni la concluyente medida que deberán tomar.

Tati conserva el estilo de Les vacances: argumento raquítico, secuencia entendida como acumulación de gags, predominio absoluto del plano fijo casi siempre lleno de personajes y de objetos susceptibles de comicidad, fotografía limpia y clara para no perder detalle y, por descontado, si bien el señor Hulot acapara la cuestión dramática, todos los personajes disfrutan del mismo estatus cómico. En Mon oncle cobra una importancia mayúscula el espacio fílmico con la creación de dos mundos característicos, el barrio popular y el barrio residencial cuyos bordes se tocan en el sempiterno plano del bajo muro semiderruido, no sólo por sí mismos contrastados sino también por los personajes que en ellos se mueven, en especial el señor Hulot, cuyos actos y decisiones dependen en gran medida de los objetos y arquitecturas del decorado. Por otra parte, el predominio de la exposición sobre la acción implica la abundancia de un tipo de gag más descriptivo que narrativo, lógico pues Mon oncle no posee una sólida línea argumental sino que más bien explica cómo pueden ser una entrevista de trabajo, un ágape burgués, una travesura infantil, una parranda nocturna...
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71 de 82 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Alma de niño
Jacques Tati propone un regreso a la infancia. Huir de la rutina, de la frialdad, de la hipocresía, de la mecanización, de la dependencia excesiva de las tecnologías, de la vacuidad, de las falsas apariencias. Del automatismo monótono de una vida demasiado cuadriculada.
Para el pequeño Gérard, la única vía de escape de su ordenada (y aburrida) vida es su patoso y despreocupado tío materno. El señor Hulot es el contrapunto a la casa demasiado ultramoderna de Gérard y sus padres, al esnobismo de éstos, a su obsesión por el orden y la limpieza, a sus maneras de señores para quienes una mota de polvo o un objeto fuera de su sitio es motivo de disgusto, a su costumbre de adular a vecinas estiradas y a amigos superficiales…
El contraste entre el impecable, moderno, impersonal y soso barrio de Gérard, y el agradable, ruidoso, sucio y vetusto barrio de Hulot está especialmente marcado. Por un lado, casas y construcciones de severas líneas donde predominan los grises, los matices metálicos, los jardines vanguardistas “mírame y no me toques”, todo tipo de accesorios electrónicos, muebles diseñados más para presumir y vanagloriarse de estar a la última, que para la comodidad. Una cocina con absurdos adelantos, espacios donde la expresividad se reduce al mínimo… Por otro lado, un vecindario anticuado, de colores cálidos, descampados cubiertos de vegetación y salpicados de escombros por aquí y por allá donde los niños juegan, gente que habla alegremente de sus cosas, mercadillos al aire libre, vendedores que pregonan, compradores que regatean, un barrendero con mucha cachaza, carros tirados por mulos, chicas que flirtean… La música de acordeón y piano acompaña a Hulot y a Gérard cada vez que ellos se dejan seducir por la magia de ese ambiente confortable y familiar, donde Hulot se encuentra a sus anchas en su modesto pisito y es querido por sus vecinos, y donde Gérard es feliz con sus amiguetes, cometiendo travesuras y atiborrándose de buñuelos que compra en un puesto ambulante, lejos de la mirada reprobatoria de sus padres.
Y así es la vida de este hombre con alma de niño, sin complicaciones, protagonizando una divertida burla a la civilización actual, saliéndose de los caminos trillados y del afán de perfección y de ostentación (simbolizados por ese tráfico que avanza con ridícula sincronización, por esas flechas indicatorias, por esas máquinas que siempre hacen lo mismo, por esa ama de casa que realiza todas las tareas domésticas con pulcro orden, por esas vecinas que visten ropas caras y de dudoso gusto por el simple afán de alardear).
Hulot no entiende de esas cosas algo tontas del progreso. Como Charlot en “Tiempos modernos”, no está hecho para el trabajo en serie, ni para estar sujeto a unas pautas rígidas, y que es un desastre absoluto cada vez que pisa la impoluta casa de su sobrino, causando alguna que otra hilarante catástrofe.
Pero sí sabe cómo ganarse el corazón de un niño.
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36 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
El tío de Gérard
Tercer largometraje de Jacques Tati (1907-1982), el de más éxito y según algunos el mejor de los 6 que realizó. Escriben el guión Jacques Tati, Jacques Lagrange y Jean l’Hôte. Se rueda en exteriores de Paris, Créteil y Saint-Maur-des-Fossés y en los platós de Studios de la Victorine (Niza). Obtiene un Oscar (película de habla no inglesa) y el Premio Especial del Jurado (Cannes). Producido por Fred Orain y Jacques Tati para Specta Films, Gray Films y Films du Centauro, se estrena el 10-V-1958 (Francia).

La acción dramática tiene lugar en Paris en 1957. El señor Hulot (Tati) visita a su hermana Adrienne (Servantie), su cuñado Charles (Zola) y su sobrino Gérard (Bécourt), en su nueva casa automatizada y de diseño futurista. Hulot vive en una habitación construida sobre el terrado de una vieja casa de un barrio modesto de Paris. Es soltero, solitario y de pocas palabras. Fuma en pipa, lleva gabardina y sombrero. Calza botines y calcetines a rayas. Es afable, educado y ceremonioso. Sin pretenderlo, provoca con sus torpezas y descuidos situaciones calamitosas. Su sobrino Gérard siente por él una gran simpatía.

El film es una comedia de humor en la que la visualidad y los sonidos (zumbidos, golpes, timbrazos, compresoras, martillos, motores...) tienen gran importancia. Los diálogos son breves y escasos. Se inspira en Chaplin, Keaton, Lloyd y otros actores de cine mudo. La obra se presenta muy trabajada. Llevado de sus afanes perfeccionistas, Tati suma tomas precisas, decorados muy pensados y una sucesión de gags ricos en elegancia y vis cómica. El espectador se ve inmerso en una sonrisa prolongada y sostenida. Tati es una reducción de Tatischeff, apellido completo del realizador.

La película contrasta la frialdad, el aburrimiento y la deshumanización del barrio rico con el espíritu alegre y cálido del barrio humilde. En éste la gente se reúne en la plaza, en el mercado y en la taberna. Son personas sencillas, que se conocen, se ayudan y se sienten parte activa del barrio, que funciona a la manera de un pequeño pueblo dentro de la gran ciudad.

La obra se burla del afán burgués de ser moderno y poseer los útiles más avanzados del mercado, de las incomodidades de la mecanización, de la opresión que ésta ejerce sobre la ama de casa, de la falsa superioridad de lo moderno sobre lo antiguo, de la fatua modernidad basada en una tecnología de electrodoméstico sin referencias culturales, de las manías obsesivas por la mecanización, de las constantes averías de las mecanismos automatizados, del culto a las apariencias, etc. En el barrio rico abunda el vacío, la despersonalización y el aburrimiento. Por ello Gérard huye de él en compañía de su tío. Lo mismo hace el perro salchicha, que se escapa para jugar con otros perros. Trata con cariño y respeto a los niños y a los animales domésticos (perros, canario...).
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34 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
HUMOR CRÍTICO CONTRA LOS TRIUNFADORES ARTIFICIALIZADOS O DESNATURALIZADOS
Es una película bastante simpática y con toques de muy buen humor. Tal es así que diez años después, otro film muy famoso en la historia de la comedia cinematográfica, "El guateque", se inspiraría en cierta medida en el personaje principal o tío, individuo torpe que todo lo que toca lo estropea, lo lía o lo desbarata y de igual forma en la crítica de Jacques Tati hacia los triunfadores de la sociedad burguesa y adinerada que se se instalan en casas repletas de botones y mecanismos, de decorados y pamplinas, con el fin más de aparentar y dar la nota de adelantados que de comodidad útil y efectiva. Es decir, que como puede comprobarse viendo las dos cintas, la película de Blake Edwards, "El guateque" (USA 1968), se inspira en gran parte en "Mi tío" de Jacques Tati (Francia 1958).

Ahora bien, lo mejor de este film, con diferencia y destacado, es su banda sonora: una música rítmica y pegadiza que se queda en la memoria del que la escucha para siempre.

Fej Delvahe
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21 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
No me parece buena
No la entiendo. Parece que quiere criticar la modernidad o ser un Chaplin moderno pero se queda en nada. Tiene algunos golpes que se pueden considerar buenos pero el resto de la película se pierde en un sin sentido.
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31 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Casi como el cuento con el que te dormían de niño
Hacer cantar a un canario con el reflejo de un cristal. El ruido de la fuente en forma de pez cuando se pone en marcha. El sonido de los pasos sobre las baldosas del jardín. Los ojos que se mueven y que toman forma tras las ventanas del garaje. La puerta de hierro de la casa cada vez que se abre. El barrendero que se interrumpe a propósito para charlar con el primero que pasa. Los invitados, la fábrica de plástico, la música, las ramitas de bambú que se quiebran para intentar igualarse. Mi tío no es una película más dentro de una lista interminable de obras maestras. Mi tío debería tratarse como una sensación más, compitiendo con emociones ya establecidas como son la alegría, la tristeza, la esperanza. Hoy me siento "Mi tío", deberíamos poder decir. Hace un día tan bonito, tan "Mi Tío". Tiene una mirada tan "Mi Tío". Y así sucesivamente. Porque Mi Tío es eso. Una visión maravillosa de la vida a través de la sutileza más absoluta y desde la ingenuidad de un hombre. Un hombre con gabardina que progresivamente va dejando de ser adulto para convertirse en protagonista de un cuento para aquellos que, de niños, se dormían con un cuento.
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19 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El destierro de Monsieur Hulot
¿Cómo habrá continuado sus días el entrañable Monsieur Hulot?
Me pregunto esto después de visionar "Mon uncle" filmada en 1958 y ver que termina despidiéndose de sus adorables vecinos en el pintoresco barrio que aún se mantenía al margen de la modernización arquitectónica y tecnológica. Se aleja mansamente pero con la melancolía de quien parte hacia el destierro, la remota sucursal del interior, adonde fue destinado por su cuñado, el floreciente empresario de una petroquímica en imparable expansión.
Me pregunto si Hulot hubiera mantenido su imperturbable bonhomía en el panorama sombrío de los días presentes, ahora que los arrabales fueron desplazados por interminables departamentos donde los chicos se ensimisman en sus computadoras y juegos solitarios.
¿Qué habrá sido del vendedor de pasteles con mermelada en varias capas que su sobrino disfrutaba junto con la inofensiva pandilla del barrio popular?¿y la muchacha vendedora de flores?
¿Sobrevivirán devenidos en proxenetas, delincuentes, prostitutas... en la anomia de las grandes ciudades? Ahora que el capitalismo salvaje casi secó las venas que nutrían las posibilidades de vivir en una urbe humanizada, sólo queda volver a estas películas para recuperar el sabor de otra infancia como la que Tati venturosamente ha eternizado.
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17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
¡Vámonos Gerard!
Mi tío es una completa sátira de la vida actual. Según avancen los tiempos, la sátira será mayor. Es una forma diferente de ver la vida, sin criterios sociales, algo como ajeno a los comportamientos impuestos.

El padre de Gerard es el director de una importante fábrica. Vive con su esposa e hijo en una casa de lujo. Es una casa funcional, con todos los avances tecnológicos punteros. Incluso por la noche la casa tiene ojos para vigilar; hoy día se ha llegado a eso con las casas inteligentes y las medidas de seguridad que vigilan el entorno. Eso sí, es una casa aislada de los vecinos, y para alguien sencillo como el señor Hulot, es una casa bastante antipática. Nótese como Tati utiliza el molesto ruido para que el espectador sufra con tanto chisme moderno.

El niño está en la edad de la incipiente rebeldía, le gusta la picaresca de sus amigos, el mundo divertido de bromas a los mayores, quiere saber y experimentar, el niño aún no está obligado a las directrices sociales y a la responsabilidad que esgrimen sus padres, es un niño y se le consiente; la relación buena la tiene con el tío, Hulot, porque es una persona que pasa de los condicionamientos sociales, así que Gerard, el niño, quiere mucho a su tío porque es diferente a sus padres; es un niño grande.

Su tío, el señor Hulot, vive en un barrio con gente que se comunica continuamente, personas que se acercan a ti una y otra vez. Su casa está en el último piso de un edificio antiguo. Llega a ella por medio de una laberíntica escalera por la que se va encontrando a los vecinos. Guarda la llave en la misma entrada; riega las plantas todos los días y se preocupa que el sol le dé al pajarito para que cante contento. Sus preocupaciones no son laborales ni de cara al exterior, son las auténticas de una vida sin formulismos, de cariño, podríamos decir, por las cosas sencillas.

Por tanto, Mi tío es una sátira de la vida moderna, funcional y llena de mecanismos automatizados. Hulot contrasta con los comportamientos sociales, en la fábrica por ejemplo, de una forma sincera, no es que Tati fuera un rebelde contrario a las modas y los avances tecnológicos; cualquiera puede figurarse que la llave de esos planteamientos está en cada uno; más bien sentía pena por el olvido de las cosas sencillas, la importancia del contacto humano desinteresado y de perder el tiempo sin prisas. Si se logra llegar al humor de la película, ésta adquiere sus dimensiones completas.

Personalmente esta película se me hace entrañable de verdad. La veo cuantas veces haga falta, no me cansa su musiquita melancólica, la misma que 4 años después usó Antonio Mercero para su Trotín Troteras. Me encantan los niños traviesos, sus bromas, los perros vagabundos, los solares abandonados… Y siempre me emociono con el final...
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17 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Tiene otra textura
Quiero empezar expresando mi asombro al encontrarme con una película que no tiene argumento y que sin embargo funciona. Tampoco creo que Tati quisiera realizar una comedia en el sentido ortodoxo, creo más bien que ofrece una propuesta muy personal, algo totalmente diferente próximo al cine mudo pero sin estridencias. No hay gags de carcajada fácil, y sin embargo en más de una ocasión es casi imposible que no aparezca una sonrisa en nuestra cara.

A la escasez de diálogos se le suma una banda sonora pegadiza y unas imágenes fijas de contenidos entrañables. La presentación de su buhardilla está próxima al cómic, a una ensoñación, es casi imposible que sea así, casi irreal. Me recuerda algo a esa irrealidad del barrio de Amelie. Y por supuesto, hay que destacar la evidente crítica al mundo artificial y a las altas tecnologías de entonces en favor de la vida más palpable, más humana y natural que lleva Mon Oncle Tati
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14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Tecnica y artísticamente llamativa pero con un humor nulo
Mi tío de Jacques Tati es una comedia sofisticada que satiriza la alta clase social y está basada en un hombre sin trabajo que se dedica a llevar a la escuela y traer después a su sobrino a la moderna casa de su hermana. Dirigida con un ritmo vigoroso y con un estilo de humor que se burla de lo estrafalario y lo novedoso, es una obra que ofreció algo nuevo en su momento pero que no llega a divertir al espectador, ya que su crítica se basa en un humor absurdo y con gags tontos que se apoyan en demasiadas ocasiones en sonidos desagradables para hacer reír al espectador, concluyendo un film que se visiona sin pena ni gloria para el público.
La fotografía en color es lumínica y alusiva al estar repleta de matices estéticamente curiosos y modernistas para la época que llaman la atención del espectador y rematan una labor vistosa. La música es melódica y evocadora en sus sonidos clásicos y franceses que dan ritmo y encanto al film, aunque como parte negativa los sonidos del film en ocasiones llegan a ser desagradables y exagerados para buscar la risa fácil. Los planos y movimientos de cámara consuman una buena labor técnica mediante el uso de los generales, seguimiento, planos-contraplanos y reconocimiento que se centran más en la acción que en las interpretaciones.
Las actuaciones son insustanciales y carentes del más básico humor. Como protagonista Jacques Tati hila una poco jocosa interpretación y en el mismo sentido son los acompañamientos de Jean-Pierre Zola, Adrienne Servantie y Lucien Frégis entre otros. Para estos emplea la dirección artística unos vestuarios y caracterizaciones sugestivos a cada personaje según su profesión como si fuera una obra de teatro y tiene unos decorados el film que son atractivos y algo arriesgados para la época por su original modernismos en un momento en que se premiaba más el clasicismo en los films.
El guion, escrito por su director junto con Jacques Lagrange y Jean L'Hôte, se centra en ironizar sobre la riqueza y el modernismo de la época, así como el cambio que este produce en la clase alta, pero su humor es prácticamente nulo en lo que se dispone y no consigue sacarme ninguna risa, tan solo la cara de incredulidad hacia múltiples intentos vanos de ser hilarante y fino en su propuesta. Esto se lleva a cabo con una narrativa algo extravagante y casi nula en el personaje principal, siendo el resto irónica e insidiosa al mostrar la falsedad de la clase alta.
En definitiva, la considero una obra carente del humor más básico, la cual quiere agradar a base de la sátira sobre lo moderno y que sin embargo no consigue cautivar al público, ya que su humor absurdo no es hilarante ni pasable en ninguna de sus intenciones. Algo recomendable por su dirección, fotografía, música, planos, vestuarios y decorados que hacen de Mi tío, un film que aun sin ser jocoso en lo que se propone obtuvo el oscar a la mejor película extrajera esa año.
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13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Unos conocidos del señor Tati
Se ve que el tal Jacques Tati fue un día de visita a una de esas familias que disfrutan presumiendo de su acomodada posición económica y de contar en casa con los últimos adelantos tecnológicos. Obsesión por la higiene y necesidad de aparentar suelen venir también en el paquete. A mi la escena me suena. La he vivido muchas veces. En casa de mis suegros, sin ir más lejos.

Lo que pasa es que el señor Tati, además de aguantar la risa aquel día, como suelo hacer yo, utilizó la situación para montar una película. Una comedia con cierto encanto, fantástica puesta en escena, música de lo más apropiada y un humor sencillote. Chistes que no provocan carcajada ninguna pero sí algunas sonrisas.
Lástima que al buen amigo Tati no se le ocurriese ningún guión para la película.
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19 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
La vida de mon oncle c'est plus jolie
Quisiera poder pasar un dia en el barrio de Tati en mon oncle, poder escuchar los diálogos de sus gentes sencillas, subir las complejas escaleras de su edificio y disfrutar del sol que hace cantar al pájaro de su vecino, escuchar la voz del barrendero y oler las violetas de la vendedora de flores.
La vida de mon oncle es la vida que yo quisiera vivir al menos, por un momento.



Lunette
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21 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
Uno de los grandes, dicen por ahí...
No será porque no lo he intentado. Abrumado por los calificativos que una y otra vez se ha llevado este hombre, le he dado oportunidades una y otra vez en diferentes periodos de mi vida, para ver si le cojo el gustillo. Pero nada.
Digno sucesor de Chaplin y Keaton, dicen los críticos. Cumbre de la comedia sutil, afirman por ahí. Uno de los personajes más entrañables y tronchantes de la Historia del Cine.
Pues a mí me aburreeee. Soy consciente de estar soltando una herejía que me hace merecedor del infierno para todos los cinéfilos del mundo, pero para mí, este hombre tiene menos gracia que Santiago Abascal presidiendo una manifestación del 8 de marzo.
Gags milimétricamente construidos, dicen. Es posible. Pero a mí me resultan artificiosos y sin ninguna espontaneidad. Mucha crítica social. También es posible. Pero muchísimos humoristas tanto del cine como de la televisión también la contienen con la ventaja de que arrancan carcajadas o sonrisas ya sea por su imprevisibilidad o por su mala leche.
No sé por qué, pienso que este tío tan encumbrado por la crítica, no es plato del gusto del común de los mortales. Y no lo digo porque a mí personalmente no me guste, que sé que el humor es muy personal, sino porque tampoco veo que tenga muchos seguidores por ejemplo en esta página.
¿Por qué si es uno de los más grandes humoristas de la Historia, sólo lo conocen determinados círculos de cinéfilos, al contrario que a Chaplin, Keaton , LLoyd ,Jerry Lewis , El Gordo y el flaco, Los hermanos Marx, por nombrar algunos, que gusten o no gusten, sí tienen verdadera fama mundial?.
Ya, es que el humor de este hombre es exquisito. Y la exquisitez no está hecha para todos los paladares, argumentarán algunos. Pues yo no me lo creo. Cierto es que lo excesivamente popular y universal, suele ser muchas veces sinónimo de condescendencia y claudicación hacia estilos creados para contentar a todos y no satisfacer plenamente a nadie, pero también es verdad, que a veces se crea la magia de un artista con el don de hacer algo personal y al mismo tiempo universal y ése, será el triunfo verdadero del artista.
Humor para minorías. Pues vale. Que se contenten con eso. Pero yo siempre admiraré más al humorista, cineasta, escritor, pintor, músico o lo que sea, capaz de alcanzar la admiración de un público mayoritario, sin menoscabo de su integridad y genialidad.
Cualquiera de los humoristas arriba mencionados, le dan mil vueltas a Tati. Es la opinión de un amante del cine perteneciente al populacho.
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14 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
1
Tío no, primo
El cine francés se ha vuelto a cubrir de gloria, lo digo con ironía, con "Mi tío", una obra deplorable que vuelve a confirmar que el calificativo de "comedia sofisticada" es garantía segura de ausencia de risas. Para ser más explícito, no es que sea graciosa, sino que produce aburrimiento a chorros pero es más: ni siquiera llega a película por su falta de argumento. Más bien sería una pantomima, por no decir una bobada, inspirado en los clásicos del cine mudo. La verdad es que no comprendo cómo puede gustar tanto "Mi tío" hasta el punto de recibir el Oscar a la mejor película en lengua extranjera en 1958. Volvemos a la decadencia de las sociedades humanas.

A todo esto, el trabajo de Tati se sustenta, como no, en la estupidez del protagonista, lo impostado del resto de personajes y lo burdo de la crítica, que es donde termina de pifiarla en sus pretensiones intelectuales. Esa modernidad fría y esa calidez urbanita es tan exagerada, además de manipuladora, que ha perdido todo contacto con la realidad. Además, para eso hay una españolada mucho más hiriente y divertida, que creo que es la de "Las que tienen que servir" (1967). Pero para quien dude, ahí va la opinión de mi madre, que es una máquina: "qué mala pipa de película" o "¿Por qué grabas esas tonterías?". Su resumen: unas reolas, un bobo y una mujer riéndose.
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25 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Delirante crítica a la sociedad del consumo
He arreglado un poco la deuda con Tati para no salir de ningún modo defraudado. Para empezar la textura de su fotografía me parece sugestiva, como una especie de lienzo con tonos pastel, muy plástica. En cuanto a lo demás, resulta una sátira hacia el consumismo urbano mediante espléndidos gags al puro estilo Chaplin o Keaton, al principio pensé que sería muda, pero casi... Las imágenes hablan por sí solas. Fascinantes momentos como la entrada al domicilio del señor Hulot con esa fachada digna del más puro comic, y la chapuza que se monta en la fábrica de plásticos es delirante (¿habrá influído en Blake Edwards para sus comedias con Peter Sellers? a mí me lo ha parecido.)
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7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Crítica con humor e ironía
Pocas películas hacen pensar y reír tanto a la vez.
De forma magistral, Jaques Tati combina el humor con la sátira de la sociedad de su tiempo, a cuyas gentes les va grande la repentina modernización/mecanización, cosiguiendo como resultado una combinación de escenas punzantemente irónicas con otras que llegan a ser dulces. La mezcla llega a confudir la propia visión sobre la gente que nos va presentando, pasando desde la risa del absurdo hasta la compasión.
Sin duda el punto fuerte es el personaje mediante el cual desarrolla toda la historia: el tío, de los pocos soñadores que quedan, muy bien caracterizado para contrastar con el resto, y que como un niño va desmenuzando el mundo de apariencias que la época y la sociedad han ido creando; la máscara bajo la qual han quedado atrapados. La fantasía contra la superficialidad. No se aleja tanto de nuestros tiempos..
Muy recomendable también para los interesados en la arquitectura.
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8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Excesivamente larga
Bien planteada, pero excesivamente larga. Creo que tiene secuencias prescindibles que la hacen cansina de ver, con un comienzo tan prolongado que parece que la película no vaya a comenzar "realmente" jamás. Gags correctos y algunos realmente divertidos, pero me parece que Tati creía estar rodando una obra visionaria y por ello alargó, alargó y alargó. La crítica a la sociedad moderna y sumida en la tecnología está presente a lo largo de todo el film, muy ácida, además, pero al conjunto le falta ese toque que te hace llegar a admirar o "adorar", incluso, una película.
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7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
No entiendo nada,
Se supone que el señor Tati concibe esta comedia para poner en ridículo a cierta clase social obsesionada con las apariencias y de paso para que el espectador esboce una sonrisa de vez en cuando, (casi lo consigue conmigo). En mi opinión es una película muy sobrevalorada. La intención es buena pero la crítica social o similares me gustan bastante más al estilo de Billy Wilder.
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7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Tiempos modernos.
Jacques Tatischeff (Jacques Tati) es sin duda uno de los grandes del cine cómico, tan sólo dirigió nueve largometrajes, pero dejó una profunda huella en el cine con títulos como “Día de fiesta”, “Las vacaciones del señor Hulot” o “Mi tío”. Tati fue un personaje de vida variada, de origen ruso, se desempeñó como artista de cabaret, atleta, jugador de rugby, guionista, actor, empresario y director de cine. Además de tener una vida tan rica, fue capaz de reírse del mundo y de sí mismo, asumiendo el papel de Monsieur Hulot, un personaje de gabardina, pipa y paraguas, lloviese o brillara el sol, que llevó al cine en cuatro películas.

En la película que hoy nos ocupa, “Mi tío”, Tati nos entretiene con una historia decididamente urbana en la que se enfrentan dos mundos que transcurren paralelos. Por un lado tenemos un mundo burgués repleto de líneas rectas, cuyo color predominante es el gris, limpio, silencioso, ordenado, aséptico, dominado por una tecnología sofisticada; un mundo de la formalidad y de la apariencia, de la supuesta felicidad a partir de la posesión material; a este mundo deshumanizado pertenece la casa de la familia protagonista, los Arpel, la hermana y el cuñado de nuestro querido Monsieur Hulot, una pareja ya madurita, atrapada en las rutinas de una relación regida por el diseño, tanto de los actos que hacen, como del ambiente ultramoderno en el cual viven, como si se tratara de divertidas marionetas movidas por sus propias fijaciones mentales. Enfrentado a él está ese otro mundo proletario y viejo, el de los barrios, anclado en el pasado y dominado por la actividad y el ajetreo, repleto de niños traviesos perpetrando todo tipo de fechorías, y de perros buscándose la vida entre los cubos de basura, sucio, ruidoso, con trabajadores que rehúyen su faena siempre que pueden, hedonista en la medida de sus posibilidades, el mundo de los mercados y de las pasiones; a este mundo también pertenece Monsieur Hulot, cuya vida transcurre entre su modesta casa de barrio humilde y las visitas y contactos con su sobrino, el pequeño hijo de los Arpel.

Sin duda una película paradigmática de lo que se podría denominar “el cine de Tati”, con escenas que tienen muy poco diálogo entendible y que funcionan como piezas de cine mudo, en las que el humor está restringido a lo visual y a los manierismos de los personajes. “Mi Tío”, una película excéntrica y deliciosamente original, emotiva, en especial cuando se centra en la relación entre el sobrino y Monsieur Hulot, y que mantiene, a pesar de su más de medio siglo de vida, una frescura sorprendente. Una bocanada de aire fresco en el género de la comedia; sin lugar a dudas Jacques Tati era un auténtico genio.
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6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
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