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211 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
10
Bajo la almohada
¿Pero no era él el monstruo del que todos ríen? ¿No era la atracción del circo científico? ¿Servía para otra cosa que no fuera la exhibición y el negocio? ¿Cómo que no te cambiarías de acera si te cruzases con él? ¿¡QUE TE ENAMORARIAS, QUE TE PODRIAS ACOSTAR CON ESE!?
Se llamaba John Merrick, un hombre joven, educado y compasivo. Solía vestir de modo sobrio, pantalones y abrigos oscuros, saco de tela para la cabeza...Y una noche decidió dormir sin almohada, bajo el marco de una foto.
Hasta las lágrimas de Hopkins parecen esta vez ciertas. Y es que si me cuentas que lloras con algunas historias, te creeré si me dices que fue con ésta.
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385 de 466 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
La transparencia de un alma
Vi esta película con la expectación que me produce siempre cualquier trabajo de David Lynch. En este caso y a mi entender, nos plantea una interesante reflexión sobre la belleza. En personas “normales” el aspecto físico se convierte generalmente en una primera capa que a veces dificulta el conocimiento auténtico del otro. Se interpone. Aquí, cuando la deformidad es llevada al extremo, ya no hay interposición. Uno habla directamente al alma de J. Merrick y a su vez es respondido directamente por ella. El yo, despojado de todo aquello que es pasajero y tantas veces superficial (una mueca, un gesto, un rostro terso y joven), queda al desnudo frente al interlocutor. Surge así un curioso cruce entre el espantoso rostro de Merrick y su mundo interior tan frágil y rico frente a los infames seres de alma negra y rostro mundano, aparentemente normal, que rodean al personaje. Y el espectador no queda indiferente. Se elige ser víctima en lugar de verdugo.
El doctor y su mujer simbolizan el equilibrio entre ambos mundos. Su casa es un pequeño paraíso que Merrick añora desde el primer momento en que es invitado a ella. La sociedad es hostil y solo una excelente Anne Bancroft, en su papel de actriz, es capaz de llegar de manera especial al corazón de nuestro protagonista. Al fin y al cabo ella también usa una máscara cada noche, en cada actuación. Con ella vive uno de los momentos más emotivos de la película, un homenaje a Shakespeare que viene a ser un homenaje a lo eterno, a la palabra sublime que perdura a través del tiempo.
También nosotros, en cierto modo, huimos del espejo. Lynch, sin embargo, juega siempre con él.
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275 de 297 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Humana y Humanizante
¿Cuántos hombres y mujeres elefantes hay en nuestras calles y ciudades? ¿Cuántas personas tratadas como animales? ¿Cómo dignificar la vida de los que siempre han sido maltratados? La madre Teresa de Calcuta recogía a "los hombres elefante" de las calles de la India, los cuidaba, alimentaba, los hacía sus amigos y lo más importante, les daba amor. Ojalá seamos como este famoso doctor (magistralmente interpretado por Hopkins), personas que reconozcamos dentro de los guiñapos y piltrafas humanas a seres humanos capaces de dar y recibir amor.
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152 de 178 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
NADA, NADA MORIRÁ JAMÁS
En esta espléndida obra maestra de Lynch, basada en dos relatos sobre la leyenda de John Merrick; "El hombre elefante y otras reminiscencias" de sir Frederick Treves y "El hombre elefante: un estudio sobre la dignidad humana" de Ashley Montagu, podemos apreciar ciertas similitudes con otras obras, tipo "Oliver Twist" de David Lean, "La parada de los monstruos" de Tod Browning o "Cabeza borradora" del propio Lynch.

Y particularmente esta obra guarda bastantes similitudes intencionales en cuanto a la temática principal que Lynch quiso dejar constancia con su ópera prima "Cabeza borradora"; esto es, el choque de culturas transicionales que supusieron el paso de la tradicional idiosioncrasia victoriana decimonónica, a una sociedad industrial contaminante y tremendamente cruel, carente de compasión e inmisericorde...

Con una fotografía algo más que brillante (Freddie Francis) y una banda sonora nostálgica y meláncolica a cargo de John Morris, esta brumosa, dickensiana y tenebrista película, llena de sugerentes claroscuros y conmovedores planos maestros, evoca las grandes películas de siempre, con cierto regusto a clásico añejo pero muy bien conservado...

Como dice el señor Bytes (una especie de personaje dickensiano tipo Fagin) el show de la vida continúa, las corrientes de aire siguen azuzando nuestras banales existencias...

Lo que sí es cierto es que una vez hayas visto esta portentosa película, jamás la olvidarás ni dejarás de conmoverte al recordarla, del personaje de John Merrick(magníficamente interpretado bajo una espesa capa de maquillaje por John Hurt) maltratado por la vida que le tocó vivir, hasta el momento en que conoció al doctor Freddie Treves (Anthony Hopkins en una de sus mejores interpretaciones de su carrera)...

...Aquella obra suya, la catedral de Saint Phillips que Merrick recreó con cartones de la basura del London Hospital, mientras sonaba el adagio para cuerdas de Samuel Barber tocado por la filarmónica de Londres dirigida por John Morris, y mientras Merrick se disponía a acostarse en la cama como lo hacía la gente normal...

M A R A V I L L O S A.
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121 de 138 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Prohibido mirar
Qué gusto volver a ‘El hombre elefante’ después de recorrer toda la filmografía de David Lynch.

Qué bien sienta reconocer en esta cinta casi primeriza algunos de los rasgos de estilo del maestro: ahí están la oscuridad, la desazón en el sonido, las densidades psicológicas, el mundo subterráneo de los hombres-bestia, lo retorcido y lo deforme. El miedo, en fin. Desnudo y lacerante.

Patetismo, ternura y compasión. Tres palabras que se posan en el hombro del que observa la película.

Aunque quisieras no mirar, no podrás apartar la vista, humedecida, del rectángulo temible al que da vida la pantalla.
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93 de 107 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Sensible Lynch
Lynch se sabe extraño. Diferente. Tal vez no físicamente, pero sabe que en el interior de su cabeza se trabaja de manera distinta. Quizá por ello, David Lynch supo como no hacer “El hombre elefante”.

Lynch rodó “El hombre elefante” me imagino que obligado, porque se veía reflejado en la historia de John Merrick. Pasa que cuando quieres contar una historia cercana olvidas todo lo que has aprendido, dejas de lado tanta enciclopedia y las horas de escuela y tiras del corazón. Sacas todo lo que fluye sin poder evitarlo y ruedas con una ternura inmensa, con una sensibilidad dolorosa, con un poder visual arrebatador y con una banda sonora impecable. Así se hizo esta película.

Técnicamente no es perfecta, pero sabéis, me da igual y no sabéis cuanto. También podríamos decir que el trabajo de John Hurt es imposible de evaluar entre tanto maquillaje, pero yo diré que Hurt está tan inmenso como lo que representa John Merrick. Que me deshago cuando se va a la cama a pesar de casi no verle los ojos. Y quizá por ello, por como puede trasmitir sin mostrar un gesto en ese terrible rostro, me conmueve el Merrick que me ha recreado.

Anthony Hopkins no navega solo, pues. Batalla sólo, eso sí, casi toda la película. Su personaje es, digamos, el ficticio. Alguien que sabe ver a Merrick, no al hombre elefante. Y ya desde su inicio, vemos que no mira con los ojos de la gente normal. Su personaje no evoluciona, no lo necesita, no intenta aprovecharse de su monstruo, pero aún así, se atormenta, vemos a un Hopkins inseguro de sus acciones, del motivo que le atañe el ayudar a su paciente. Hopkins está fascinante, inmenso, tierno. Es el contrapunto entre tanta maldad, entre lo que impera. Entre lo real.

Y para postre, como colofón, nos coloca esa doloroso y hermoso Adagio para cuerdas de Samuel Barber. Que tendrá sus detractores porque rompe con un hilo argumental perfectamente compuesto por John Morris, pero el “Adagio for strings” es una de esas composiciones que personalmente me pone la carne de gallina y humedece mis ojos, así, sin motivo alguno, sin que venga a cuento. Y me imagino que es porque está compuesto con la misma sensibilidad con la que Lynch filmó “El hombre elefante”.
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76 de 79 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
"Tú no eres un hombre elefante... Tú eres Romeo..."
Existen películas que te hacen reír, otras que te hacen llorar, otras que te enternecen, otras que te hacen olvidar la realidad, otras que te hacen consciente de su injusticia, otras que sencillamente te tocan el alma y su centro mismo. Existen muchos tipos de películas pero solo unas pocas tienen el privilegio de adentrarse con honestidad, humildad y ante todo Verdad, en los más apreciados rincones de tu memoria. En mi caso, “El hombre Elefante” ha sido una de ellas. Me ha hecho derramar amargas lágrimas, que sé que Lynch me ha sacado sin trampa ni cartón, sin sensiblerías ni efectismos, sino con la más devastadora de las realidades. La de un Ser Humano, que ante todo era eso, una persona. Un hombre que tuvo la desgracia de nacer deforme, que fue víctima del patetismo, la inmundicia, la injusticia y la decadencia humanas, testigo de cómo las personas podemos ser a veces tan sumamente merecedoras de desaparecer de la manera más cruel posible de este mundo, teniendo en cuenta los actos que somos capaces de cometer sin piedad ninguna. Mentiría si dijera que no he sentido nada, que no he pensado nada, que no he querido pegarle un tiro en cada ojo a todas y cada una de esas personas que tan cruelmente trataron a John Merrick, a los que le miraron y se rieron de él, a los que humillaron, a los que le maltrataron. Sería hipócrita decir que realmente no he sentido la necesidad de hacerlo. Tal vez parezca exagerado para algunos verme pronunciar palabras tan tajantes en torno a una película. Pero no es demasiado descabellado si tenemos en cuenta que estos hechos ocurrieron y ocurren diariamente a muchas, muchísimas más personas de las que si quiera podamos imaginar. Para desgracia de los que tienen un poco de decencia y corazón, todavía quedan personas en el mundo capaces de los más terribles actos. Personas capaces de maltratar a una joven de 16 años en el sótano de una casa y hacer partícipes a sus hijos de semejante depravación, personas capaces de matar su vecino por una simple disputa, personas capaces de maltratar y aún matar a su antigua pareja por puros celos y por pura cobardía, personas capaces de burlarse sin piedad ninguna de otra hasta el punto de provocar su suicidio. Si… realmente somos patéticos.
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78 de 85 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
¿Soy yo un hombre bueno, o tal vez un malvado?
Cuánto me alegro de haberle concedido más de una oportunidad a David “pajas mentales” Lynch, pues ha sido gracias a ello que he podido llegar hasta esta maravilla de película. Mi primera aproximación a este controvertido director fue con Twin Peaks (la serie) y con Terciopelo Azul. Tras el visionado de esta última pensé “que te den, Lynch”. Sin embargo, he de reconocer que por encima de lo extraño, esnob y –en muchas ocasiones– ininteligible de sus argumentos (claro que, si donde pongo “ininteligible”, pongo “surrealista” u “onírico”, una tomadura de pelo se convierte en una “obra de culto”…), el cine del señor Lynch había logrado seducirme parcialmente con su estética, su fotografía, su banda sonora y, en definitiva, con la indiscutible maestría que late en su metraje. Ahí debió iniciarse mi relación amor-odio con este director. Después llegó “Mulholland Drive”, otra rayada espectacular pero, en mi opinión, con más sentido que “Terciopelo Azul”, y rodada a golpe de talento. Estoy empezando a perdonarte, David, pero no te absuelvo, todavía no…

Hasta que llego a “El Hombre Elefante”, obra bastante más convencional que la mayor parte de la filmografía de Lynch, y me quedo fascinada. Ahora sí, David, me rindo, tú ganas. ¡Eres bueno, cabrón!

Una vez hechas estas aclaraciones con respecto a mi relación con el director, me zambullo en la crítica, propiamente dicha, de esta inconmensurable obra:

(Sigue en spoiler sin desvelar nada)
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49 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
¿Quiénes son los monstruos?
Con su sello peculiar donde lo inquietante y lo sórdido subyacen bajo un frágil envoltorio con apariencia de civilización, Lynch aportó al celuloide esta obra maestra dramática.
Siempre escarbando en los rincones más oscuros de la condición humana, Lynch se interesó por la historia real de Joseph Merrick (John en la película), que se hizo tristemente célebre por padecer uno de los casos más severos jamás conocidos del síndrome de Proteus o síndrome del "hombre elefante".
Parece que la enfermedad comenzó a manifestársele cuando tenía dieciocho meses y su madre fue su gran apoyo. De ella recibió el único amor que conocería en muchísimo tiempo. Era muy inteligente, aprendió a leer y escribir y desarrolló un carácter dulce y sensible.
Pero nadie, excepto su madre, miraba más allá del envoltorio carnal que con el paso de los años iría otorgándole un aspecto monstruoso. Así, tras la muerte de su madre, comenzaron sus grandes desdichas. Rechazado en todas partes y obligado a sobrevivir exhibiéndose en las ferias.
Lynch retrata con aguda denuncia lo más bajo de la sociedad, en contraste con el mundillo elegante de la buena sociedad de finales del siglo XIX.
Un Londres envuelto en los humos tóxicos de las fábricas, obreros y sus familias malviviendo en condiciones infrahumanas. Turbas de borrachos y gentes de mala catadura que recuerdan a las Pinturas Negras de Goya: sus espantosos aquelarres repletos de chusma deforme, recreaciones espeluznantes de los escabrosos recovecos que la especie humana conlleva. Un crudo reflejo de la deformidad de las almas que se alimentan del sufrimiento ajeno, del escarnio, de la burla, del desprecio a los que tienen una apariencia diferente, que gozan como bestias infrahumanas escarbando en el fango de las miserias.
Y, por otro lado, el alma delicada y bella de John Merrick y el cariño de las pocas personas buenas y nobles que llegan a quererlo de verdad y a tratarlo como al gran ser humano que es, obviando su repulsivo aspecto. De hecho, estoy convencida de que hay momentos en los que su fea apariencia deja de advertirse para dar paso a su alma dotada de una riqueza superior a la de la mayoría. Este hombre vituperado y agredido en todos los sentidos por la cruel humanidad, ha sabido suplir su fealdad exterior con su hermosura interior. Hermosura que sólo los limpios de corazón saben captar.
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35 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Hoy me atrevo a criticarte por primera vez
Cuando un mero patrón nos condena a redactar lo que observamos, nos transformamos en el último soldado del desfile de su escuadrón, observando todo desde la distancia, sintiendo la seguridad del que no necesita que le cubran las espaldas.
En cambio, bajo la proyección de una cinta desvirgada, no se observa sino que se teme ser observado, pues quedamos tan indefensos ante el mundo que nos gustaría renacer y sentir el calor que aquella señora ya me brindara.
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32 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Soy un ser humano
Segundo largometraje de David Lynch, de narración más clásica que la habitual en él. El guión, de Christopher De Vore, Eric Bergren y del propio Lynch, se basa libremente en la información que sobre J. Merrick aportan dos obras: “The Elephant Man and Other Reminiscences” (1923), de Frederick Treves, y “The Elephant Man, a Study in Human Dignity” (1971), de Ashley Montagu. El guión no tiene relación con la obra de teatro “The Elephant Man” (Pomerance, 1979), ni con otras creaciones de ficción. Se rueda en escenarios reales de Londres y en los platós de Lee Internacional Studios (Wembley, Londres) y de Shepperton Studios (Surrey, Inglaterra), con un presupuesto estimado de 5 M USD. Es nominado a 8 Oscar (película, director, guión, actor, dirección artística, vestuario, montaje y banda sonora). Producido por Jonathan Sanger para Brooksfilms y Paramount, se proyecta por primera vez en público el 3-X-1980 (NYC, preestreno).

La acción dramática tiene lugar en Londres a lo largo de 6 años (1884-1890). El médico cirujano Frederick Treves (Hopkins) acude a la barraca de feria donde J. Merrick (Hurt), “el hombre elefante”, es exhibido al público por dinero. Bytes (Jones) lo tiene a su cargo y lo explota como medio de subsistencia. Treves conviene con él la liberación de Merrick para ingresarlo en el Hospital de Londres. A Frederick le mueven razones humanitarias y profesionales. Descubre con sorpresa que Merrick tiene un cociente intelectual normal y una sensibilidad normal.

El film suma drama, historia, biopic, crítica social y enfermedad. El proceso de preproducción y producción de la obra ocupan 3 años de trabajo intenso, que Lynch asume como un reto personal que le ocupa de los 31 a los 34 años. La enfermedad se ha manifiestado en Merrick a partir de los 18 meses y afecta al 90 % del cuerpo. No afecta al brazo izquierdo ni al sexo. Los diagnósticos actualizados hablan de síndrome de Proteo, enfermedad congénita, poco común, progresiva e incurable, identificada y descrita por el Dr. Michael Cohen en 1979. Merrick padecía además neurofibromatosis aguda y bronquitis crónica.

El realizador construye en torno al protagonista una atmósfera densa, tensa, incierta y misteriosa, que constituye uno de los principales atractivos del film. Las interpretaciones de Hopkins, Hurt y Gielgud, son convincentes y sugestivas. El relato se desarrolla de modo bastante convencional, si bien incorpora escenas fantasmagóricas y extrañas, que delatan la mano del autor, como los planos de elefantes inquietos, el ataque de éstos a la madre cuando embarazada se hallaba en una isla inexplorada de África, el paseo por las estrellas, el desfile de enanos y gigantes, etc.

(Sigue en el “spoiler” sin desvelar partes del argumento)
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31 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El imperio de los elefantes
Vaya injusticia la infligida sobre David Lynch. El Arofnosky hace una película ultra-convencional como "The wrestler" y hasta sus sectarios más acérrimos lo alaban. El hombre de los conejos se marca "El hombre elefante", más clásica que un trench de Burberry y la mayoría de sus fans histéricas se tiran de los pelos porque ha hecho una peli que se entiende.

Sin embargo, con el tiempo y los imperios interiores que habrían de llegar, "El hombre elefante" se ha constituido como el máximo reto que Lynch ha tendido a sus afiliados.

El juego esta vez se llama: "Descubrir las claves de mi mundo en un mundo que no es el mío".

Aquí será más difícil, porque al contrario que en otras películas, el desatado onirismo y la convicción de que Lynch se droga más de la cuenta no son evidentes, no están en primer plano y no se demuestran con escenas de conejos, fetos rarillos ni polvetes lesbian chic en otra dimensión del espacio tiempo.

No, "El hombre elefante" no lo deja fácil.

Pero ahí está. Escondido. Como la oreja en "Terciopelo azul" que revela el inicio de un mundo podrido. Sólo hay que saber leer el lenguaje de signos. Inténtalo.

Ah, no era tan fácil, ¿eh?. Era más sencillo desconectar, dejarse llevar por un único nivel, los conejitos y los colorines y sentirse muy especial porque entrar en comunión con un cine con el que la masa vil no traga.

Puede que no quieras que te guste "El hombre elefante". Sin embargo, nunca el "entender" fue tan superfluo como en esta película. Ni el comprender tan difícil.

¿A que ahora sí preferirías haberte quedado en Inland Empire?
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29 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Los ojos de quien lo mira
John Merrick sueña que su hermosa madre es violada por un elefante. Lo sueña porque esa es la historia que cuenta el "Amo" del "hombre elefante" para que la gente pague por ver a este fenómeno deforme de la naturaleza. Este es el extremo más cruel del ser humano, no sólo puede vivir de la desgracia de Merrick sino que lo maltrata. Para su "amo" Merrick no es humano, es una bestia inmunda y repelente.

Lynch nos posiciona en apenas un suspiro, nadie se merece esto. Luego vemos el rostro y cuerpo deforme de Merrick. Al otro lado, aunque el mismo lo dude, está el Dr. Frederick Treves (Anthony Hopkins), quien se lo lleva de esa cueva del circo para darle un trato más humano en el hospital. El Doctor se hace famoso con Merrick, pero el Doctor no es amo de nadie.

Luego observamos que Merrick entiende, no sólo no es un animal horrible, sino que es un ser humano que entiende, habla, se comunica, y además es un caballero. Observas a Merrick con curiosidad. Nadie se merece, obviamente no el trato que le dieron, que se da por hecho, sino que nadie se merece ser así, vivir con esa deformidad. Lynch nos hace mirarlo con ojos piadosos, aunque no creo que se pueda ver a Merrick con otros ojos que no sean los de la lástima.

Pero Merrick también es mirado con desprecio y repulsión. Querer sacar provecho de él es delictivo, pero en "El hombre elefante" no son pocos los que lo hacen. Y Merrick huye, y es juzgado por su aspecto, y los que lo miramos con los ojos que Lynch nos ha prestado, sentimos dolor, sentimos aprecio y lloramos por el hombre elefante, lloramos por Merrick.
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25 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
"No soy un monstruo, no soy un animal, soy un ser humano, soy un hombre..."
Ayer, cuando termine de ver la película, pensé en Film Affinity y en los usuarios; ya que al investigar las pelis favoritas de algunos, leer sus críticas etc hacen que cada noche me ponga una película que no habia visto, todas recomendadas por sus críticas y votaciones, anoche tocó El Hombre Elefante. Ésta es una película que , si no es por Film Affinity, creo que no habria visto. Ya que en la televisión, estas peliculas tan poco comerciales no se demandan.
Esto es una verdadera maravilla de película (nominada a 8 Oscars), el ambiente londinense, la perfecta fotografía, la relación entre Merrick y Hopkins, todo es mágico e irrepetible. Tienes sensaciones con esta película que no tendrás con ninguna otra.
David Lynch utiliza el blanco y negro perfectamente, ya que creo que esta película en color perderia casi el 80 por ciento de lo que es ella en sí, magnifica aportación que sea en blanco y negro, detalles así diferencian a buenos directores de Grandes Directores, adeemas de tener un magnifico cuidado de como llevar las escenas y destapar al hombre en el momento adecuado. A mi personalmente, la figura de Merrick andando por la calle con un trapo en la cabeza con un agujero para ver , y una gorra puesta, creo que nunca se me olvidara por que es bello, Lynch lo hace bello.
Obra Maestra Emocionante, con una Banda Sonora de 10 , una historia de 10... en definitiva es una película de 10
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23 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Segunda Joya
Comenzamos a ver la película y nos encontramos con ese Lynch que tanto nos gusta y nos inquieta: la escena con los elefantes del inicio, ese rostro de mujer como de plástico, los aspavientos que realiza… pero hasta ahí se permite su sello de irrealidad y abstracción, pues se trata de una cinta que pretendía ser comercial, que de hecho fue nominada a varios Óscar, y que con el paso del tiempo se fue convirtiendo en un clásico, en uno de los films más conmovedores que se hubieran hecho jamás. La historia de un joven grotescamente deformado por unos incontrolables tumores papilomatosos que crecen en su rostro y en su cuerpo por doquier, y que es utilizado como monstruo de barraca por un descorazonado y abominable amo, bien podría haber resultado una historia sensiblera con fines moralistas, pero en manos de Lynch se convierte en una obra maestra que nos produce tristeza, repugnancia, simpatía e inquietud a partes iguales. Anthony Hopkins representa magistralmente al prestigioso doctor que encuentra al hombre elefante y que lo rescata del malvado feriante para intentar ayudarle. Sin embargo, su relación con este no queda aquí, pues el personaje del doctor pronto empezará a plantearse los valores éticos de su rescate: aunque al principio sólo era mera curiosidad médica, con el tiempo, al ir desvelando paulatinamente las cualidades artísticas, sensibles y humanas de John Merrick, se fue encariñando con el chico y lo convertió muy a su pesar en otro monstruo de feria, a quien la sociedad atendía únicamente por curiosidad y puro morbo. Debido a ello, se llegará a plantear si realmente es una buena persona, si sus motivos eran nobles desde un principio, o si lo que pretendía en realidad era afrontar egoístamente uno de los mayores retos de su vida profesional. Por otro lado, tenemos a John Merrick (la fabulosa caracterización e interpretación que John Hurt hace de este personaje bien podría formar parte del manual de lo que se conoce por maquillaje e interpretación en el cine), que se muestra sobrecogido y profundamente agradecido con las personas que ya no le gritan ni se ríen de él. La ternura que nos inspira este personaje es un sentimiento que rara vez consigue igualar ninguna película romántica o dramática, y su realización como ser humano después de toda una vida de vejaciones supone al mismo tiempo una gran satisfacción para el público, que se siente más humano a su vez.
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21 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Lo siento, no hay título que defina lo que sentí aquella vez.
Fue durante una noche brumosa, lo recuerdo (¿vagamente?).

Se dice que el anonimato en el mundo de los hombres es mejor que la fama en los cielos. Yo digo que todo es una ilusión.

Me senté, y observe.

Una sonrisa angelical. Un sonido desgarrador. Un recital de Shakespare (inmortal). El más humano de los humanos. Un cuadro. Una almohada. Y, la muerte.

Pero, aquí nada murió. Nada.

Y se me partió el corazón. Esa noche las lágrimas fueron reales.
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28 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Un hombre que no conoce el pecado, no es un hombre
- PARTE OBJETIVA:
Tras su debut con Eraserhead, experimento cinematográfico tan fascinante como irritante, David Lynch cambia bruscamente de estilo, dejando aparcada su fascinación por la deformación de la realidad e interpretación de los sueños, y nos ofrece un fascinante relato con gran carga sentimental, y con pinceladas kafkianas inundando la pantalla, tales como la desesperación y el absurdo (sobre la pesadilla kafkiana, Cronenberg está mas familiarizado).
El cambio de terreno de su actividad, no indujo a Lynch a renunciar a su sombrío y enfermizo cine (aunque en su filmografía se distinguen claramente los encargos de los proyectos personales). Es por ello por lo que ni él ni Badalamenti impregnan la narración de sentimentalismo barato, para conseguir la lágrima fácil. Es a través del estilo, seco y penetrante (como haría, por ejemplo, Darabont en "La milla verde") donde su expresionismo reluce. Lynch convierte en una fábula un tema que en otras manos hubiera sido indigerible, humanizando al monstruo y animalizando al hombre (fiel paradigma del espejo de dos caras, el del alma). Diríase que David fue domesticado para este proyecto; aún pisando camino ajeno, se desenvuelve de maravilla (vean mas tarde "Wild at heart" y "Una historia verdadera").
La instrucción de los personajes primarios es apenas mera anécdota, al contar con dos actores tan serios y sobrados de talento. La fotografía es magnífica, su recreación, ambientada a finales del siglo XIX, fiel y magnética; el trabajo tras las cámaras de Lynch es memorable; y la interpretación de Hopkins y Hurt, sobre todo la del 2º, puede suponer, sin exagerar, una cumbre en la interpretación contemporánea. Es admirable, tras esas capas de maquillaje y postizos, la capacidad de trasmitir sinceridad y una paz espiritual que se antoja lejana por lo increíble que resulta creerlo (y éste es el claro problema de nuestro entorno: considerar como falso todo aquello que no nos concierne o a lo que los medios no nos supeditan). Hurt consigue encandilar de humildad y rectitud a nuestro herido nervio óptico, para acabar convocando una sesión extraordinaria de las siempre entrometidas e inoportunas lágrimas que inundan tus ojos. Si éstas solo deben hacer acto de presencia en escasas ocasiones, que vuelvan a reunirse pronto sobre mis párpados, porque de nuevo habré disfrutado de esta maravillosa obra de cine.

- PARTE SUBJETIVA (la necesitaba con ansia):
Pocas películas habrán conseguido que exhalara tanta tristeza, que me sintiera tan avergonzado de mi condición humana, que tras los títulos de crédito finales, aún me sintiera compungido, en estado de tribulación. Pocas se habrán convertido, para mí, en una obra maestra instantánea; pocas se me han imprimido en la memoria sabiendo que pasará en ella mucho, mucho tiempo. Pocas veces me habré sentido tan triste por no pertenecer a la época en que vivió John Merrick, por no poder haber estado frente a él, y contemplarlo como un ser "único" en este mundo.
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18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Im a human being
La película cuenta la historia de John Merrick, un hombre al que, por su aspecto físico, el mundo le negó todo: cariño, respeto, amor. Lynch trata con compromiso la historia, Merrick inicialmente se nos presenta como un ser monstruoso, pero el director americano dedica casi la totalidad del metraje a desnudar el alma del hombre elefante, nos hace ver que es una persona y no un animal, como el mismo protagonista grita exhausto en la agónica escena de la estación.

En mi opinión es una película perfecta, esencialmente humanista y melancólica. Lynch introduce diversos sueños a lo largo del filme de un nivel artístico insultante, crea una atmósfera terrorífica ayudándose del juego de luz y sombra (deudor de Murnau) y de turbios planos, conocidos por todos sus seguidores. Lynch maneja el lenguaje cinematográfico como nadie, el mejor ejemplo está en la escena final, el controvertido director se ríe del mundo acariciando con su cámara una catedral de cartón hecha por Merrick, limpísimos movimientos de cámara convierten lo trivial en poesía, eso sí, con la ayuda de Morris.
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15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
El drama más profundo también puede ser hermoso
Fantástica película la que se saca de la manga el genial David Lynch. Cuenta una historia real modificándola solo ligeramente y consigue una moraleja duradera. Profundiza en la superficialidad del ser humano y en sus consecuencias y nos damos cuenta, una vez más, de que en ese aspecto nadie está libre de pecado.

La película es dos cosas: un personaje y un retrato social. En la parte referente al personaje, Lynch consigue mostrarnos el alma desnuda de Merrick. La expresión facial del personaje es practicamente nula, pero lo que para otros sería un obstáculo insalvable, para Lynch es una oportunidad de profudizar en el interior de un tipo amable, inteligente y simpático. El director nos presenta la historia de tal modo que acabamos viendo el interior de una persona, convirtiéndose Merrick en un personaje casi literario. Tremendo el trabajo de David Lynch en ese aspecto.
En lo que a la parte social se refiere, se nos muestra la oscuridad húmeda que inundaba aquella Inglaterra del siglo diecinueve. Esa gente de tabernas, con ese estilo de vida tan similar al de los piratas, con la palabra amistad olvidada en el diccionario y con el dinero siempre en la cabeza y un vaso siempre en la mano. Aquella depravación callejera que surgía cuando el sol se ponía y los oscuros callejones se convertían en hervideros de sexo (no hemos cambiado tanto, ¿no?) Cuando ésto se combina con el fenómeno que supuso Merrick, nacen unos mimbres que el director aprovecha para calcar con dureza la frivolidad humana.

Anthony Hopkins demuestra sin salir de la película que igual te sirve para un roto que para un descosido. Alegría, tristeza, emoción, desencanto... Plasma tantas emociones que es difícil no entender algo de lo que está pensando. Sus lágrimas son las lágrimas de todos nosotros. Destacable también Freddie Jones en un personaje que, en cierto modo, es la máxima expresión de una parte de los demás.

Lo menos bueno (porque no llega a malo) de la película es que tiene tramos un poco lentos y por momentos te parece estar en una especie de bucle en el que pasa lo mismo una y otra vez.

Preciosa historia bien contada que se mete un poco dentro de todos nosotros y que, aunque no revela nada, sí nos hace pensar en temas relevantes que, por cotidianos, acabamos pensando que no son importantes.

Un puntazo el hecho de rodarla en blanco y negro para remarcar esa atmósfera lúgubre lóbrega en la que se desarrolla la historia y, con ello, meternos más en la época en la que sucedieron los hechos.
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15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Lo mejor de Lynch.
Debo reconocer que tuve malas experiencias con el señor Lynch, Carretera perdida, Terciopelo
azul y Twin peaks, solo Una historia verdadera me parecio interesante, quizás por eso, porque es verdadera, real, la menos extraña.
Cuando empeze a ver la película me pareció una copia de Freaks, que buscaba generar lo mismo en el espectador, la simpatía hacia personas con capacidades diferentes y con malformaciones que son humilladas. Pero resulto ser un gran homenaje a la película de Browning.
En El hombre elefante lo intentan hacer de manera más cruel si se quiere, retrata de manera más notoria la humillación, con un personaje que sufre malformaciones, maltratado física y psicológicamente por un hombre que lo explota y lo humilla mostrandolo en un circo como un fenómeno, pero no se da cuenta o no le interesa saber que es un hombre con sentimientos igual que cualquiera. Hasta que se cruza en su destino, un médico cirujano con sentimientos, con buen corazón, el único que tuvo un gesto de humanidad con el. Vale mencionar el gesto en la cara de Hopkins cuando lo ve por primera vez y nota el sufrimiento y la tristeza de ese hombre, gran interpretación. Demás está decir lo geniales que fueron las actuaciones de Hopkins y Hurt.
No se si existió o pueda llegar a existir alguna vez, una persona como John Merrick, pero eso no es lo importante, lo importante es el mensaje y la mirada sobre la belleza interior, el mensaje a una sociedad tan egoísta y desinteresada por el otro. Nos hace pensar qué poco nos involucramos con las cosas realmente importantes, lo mucho que nos interesamos por las cosas superficiales y por las pequeñas cosas por lo que nos hacemos problemas. Cuántas personas son excluidas socialmente y tienen tanto para dar.
Tanto tiempo humillado, maltratado, menospreciado, discriminado y alejado de la sociedad que nunca le permitieron expresar sus sentimientos y lo que tenía para dar, solo quería una oportunidad para demostrar la necesidad que tenía de dar amor y sentirse capaz de ser útil en algo. Una vez que sintió que era querido ya era un hombre completo y una vez terminada su maqueta se sintió en la necesidad, ahora si, de poder descansar en paz.

"La vida está llena de sorpresas. Consideren el destino del padre de esta criatura. El
resultado es fácil de ver. Señoras y señores, la terrible obra maestra, ¡El Hombre elefante!.
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