30 Críticas de los usuarios

Maravillosa película sobre una época ya pasada en la que la familia y los hijos era el centro de la existencia de un matrimonio. Sus apuros, sus sustos, sus alegrias.....todo cosas cotidianas y tan tontas y manidas que todavía no me explico como al ponersela a mis hijos se quedaron pegados a la pantalla ¡y además en blanco y negro!, pero el caso es que la vieron hasta el final y lloraron cuando Chencho se pierde, y rieron con el tio pastelero y hasta les gustó eso de tender la ropa en la cocina y el turno del cuarto de baño. Les pareció que aquella vida junto a un montón de hermanos era notablemente más divertida que la que ahora les acompaña......¡ y además no necesitaban ni la Play ni el Nintendo!.

Una maravillosa y entrañable película familiar.
Después de verla te deja muy buen sabor de boca, cine español de los años sesenta donde nos demuestra que no es necesario llegar al morbo para hablar del realismo de la España franquista.
Sin duda es otro tipo de cine, otro tipo de actuación, ni mejor ni peor de lo de ahora, simplemente diferente.
Es necesario ver este tipo de películas tan positivas y sobre todo llena de valores familiares, algo de lo que se escasea ahora, en unos momentos donde la familia está como está hay que ver algo con tantos valores humanos.
Película maravillosa para disfrutar en el más cálido ambiente familiar.

"Esta película ha sido declarada de interés nacional". Así se nos presenta 'La gran familia', una película con clarísimas intenciones propagandísticas en tiempos dictatoriales, pero que sin embargo, es de las pocas a las que no se la puede negar una muestra de afecto en cada una de sus escenas.

Todo transcurre dentro de lo políticamente correcto dentro de esta gran familia. Sin embargo ésta no es como todas las demás, ya que son nada más y nada menos que 18 las bocas a alimentar. Dos de ellas son las del matrimonio feliz: ella, (Amparo Soler Leal) ama de casa hasta el fin de los días y él, (Alberto Closas) un pluriempleado a destajo que llega a fin de mes con algún que otro apuro. Después nos queda el buenazo del abuelo, interpretado por José Isbert y como no, los 15 retoños (era un poco "coneja" la madre). Que dios me perdone si me olvido del gran José Luis López Vázquez, padrino de los vástagos, y culpable de buena parte del humor que emana la cinta.

'La gran familia', "blanca" como ella sola, tira de buenas maneras y se apoya en una sanísima simpatía para contarnos la odisea de convivir 18 personas en un mismo piso en la capital española. No importa si estamos en la escuela con el maestro, de vacaciones en el chiringuito o mismamente en el salón de nuestra casa escuchando la radio, ya que jamás se abandona ese sentimiento tan familiar que enternece a todos.

Una vez que tenemos el control de la familia y que están agotados todos los tópicos que cabrían sobre familia numerosa, toca el momento de encoger el corazón del espectador. El drama cae a todos como un chorro de agua fría. Un punto de inflexión que obviamente me reservo de detallar, que hace elevar el conjunto al notable alto a base de congoja, angustia y muchísima maldad escondida. El último tramo del filme es de sobresaliente, un conglomerado de emociones envueltas en una dirección sublime, que dispensa a la cinta de un doble género que nadie se esperaba.

Un clásico con todas las de la ley que ha sabido envejecer muy bien a pesar de su -repito- intención propagandística. Una película que hay que tener en cuenta al igual que 'Qué bello es vivir' cuando se nos formulen las palabras "cine familiar" y "Navidad".

¡NO, NO, NO! ¿Qué significa ese 6,4 de nota media? "La gran familia" es una película extraordinaria. El zaragozano Fernando Palacios da toda una lección cinematográfica: perfecto manejo de la cámara (siempre en el lugar adecuado e impartiendo una soberana clase de planos grupales), magnífica puesta en escena y magistral dirección de actores. Se apoya, además, en un excelso guión lleno de diálogos memorables (casi todos en los que participan Alberto Closas, José Luis López Vázquez y el entrañable Erasmo Pascual haciendo de portero). Mención aparte para el prodigioso diálogo entre el taquillero del cine y "el abuelo", con intervenciones esporádicas de los nietos. La lección de Fernando Palacios no termina ahí. Encaja los distintos episodios admirablemente dotándolos del ritmo adecuado; sabe llenar nuestros ojos de alegría, de optimismo, de valor y de rectitud; introduce momentos amargos con dulzura inusitada (anticipo de lo que puede deparar el futuro) y, por encima de todo, ha logrado lo que el maestro Frank Capra consiguió con "¡Qué bello es vivir!": una película para la historia. Para la Navidad, para cada día. Para hacernos reír y para hacernos llorar.
Volviendo al 6 y pico de nota media, lo que resulta indecente y doloroso es que, quien se supone que sabe algo de cine, otorgue a esta enorme película tan paupérrima puntuación. Flaco favor a quien no la haya visto y al aficionado que la vio tiempo atrás y que le gustó. Por mucho que el resentimiento e incluso el odio más voraz te invada, uno no debería engañarse a sí mismo y masacrar una obra de arte ante los ojos del espectador puro e ingenuo. Y menos en estos tiempos en los que el pobre (si bien ha dejado de ser ingenuo) no tiene ninguna película de enjundia que llevarse a los ojos y a la mente y, no digamos ya, una que sea amable, limpia y llena de alegría, rectitud moral y buenos sentimientos.
No, deja de engañarte y deja de engañar. "La gran familia" es una película maravillosa, de las cinco mejores películas españolas de la historia, le da sopas con honda a las más reputadas del cine europeo (y a las más reputadas españolas) y... está dirigida por el zaragozano Fernando Palacios. SÓLO POR ÉL.

Si existe una peli que, desde mi más íntima y recóndita memoria cinéfila, huele a nochevieja por los cuatro costados, ésa es -indudablemente- “La gran familia”. Y no sólo por la célebre secuencia en la que un grandioso Isbert busca desesperadamente a su nieto (¡¡¡Chenchooooooooooo!!!) entre el gentío y las luces navideñas, no. “La gran familia” es mi peli de nochevieja por antonomasia porque si una peli recuerdo haber visto con total y absoluta nitidez una entrañable noche de fin de año mediados los años setenta, ésa es -repito- “La gran familia”. Concretamente, en casa de mis abuelos maternos. Arrebujadito en el enorme butacón de mi abuelo con una manta por encima y la estufa de butano funcionando a pleno rendimiento.

No recuerdo haberla visto ninguna otra vez. Al menos, entera. Pero qué más da. “La gran familia” pertenece de pleno a esas pelis de la infancia que nunca se olvidan. Y aunque hoy por hoy apenas recuerdo las peripecias por las que pasaba esa familia supernumerosa en aquellos años de férrea y despiadada dictadura franquista, me quedo -incuestionablemente- con el espíritu risueño y optimista de un generoso núcleo familiar unido ante las adversidades.

Hoy, sin embargo, no sólo me apetece hablar de la peli de Palacios. Me apetece también hacerlo de esa gran familia denominada FA. Una gran familia en la que, como en las mejores, hay de todo. La ventaja de la familia filmafinitera respecto a la familia real, sin embargo, es que no viene impuesta. Y eso supone, obviamente, que uno no tiene por qué soportar suegras viperinas, cuñados plastas o sobrinos repelentes. Permitidme, pues, que -en lugar de lanzar un genérico e impersonal “Feliz Año Nuevo” a todo bicho viviente- destine un simbólico brindis y mis mejores deseos a los usuarios (zona spoiler) con los que he mantenido, en mayor o menor medida, un trato agradable y cordial durante este 2010 que hoy finaliza. Como decimos en català: “Salut i força al canut, companys!”.

Es verdad que "La gran familia" fue hecha en pleno franquismo y los muy observadores podrían ver en ella algún mensaje del régimen, como el fomento de la natalidad entre otros.

Fue hecha en la época que fue hecha, pero si nos abstraemos un poco del contexto histórico nos queda una película muy bonita para toda la familia.

Es difícil quedarse con todos los personajes, porque Alberto Closas y Amparo Soler tienen 15 hijos, además viven con el abuelo y de vez en cuando viene a visitarlos el alocado padrino (Genialmente interpretado por José Luis López Vázquez), pero es una familia de lo más divertida y entrañable.

Mis personajes favoritos son el abuelo y el niño de los petardos.
En parte pienso que sería divertido vivir con una familia así, pero también debe ser difícil dar amor a 15 hijos por igual.

En conclusión, "La gran familia" es una película que me ha gustado mucho, no me sorprende que sea una de las películas que más emiten en Navidad en la 1 de TVE.

Puntuación: 8,5 sobre 10.

Una de las películas más exitosas y entrañables de nuestro cine, declarada de Interés Nacional y convertida hoy en un documento sociológico. Toda una glorificación de la familia numerosa, a través de un retrato costumbrista que jamás disimula su ternurismo. Sería continuamente repuesta en fechas navideñas y se llegaron a rodar hasta tres secuelas.

Contiene un par de escenas que forman parte de la memoria colectiva:
1) La familia congregada delante de una ventana para ver desde allí la tele del vecino.
2) El abuelo buscando al pequeño Chencho en la abarrotada Plaza Mayor de Madrid.



"Chencho se ha perdido."

Imprescindible documento para conocer de primera mano cuáles eran las preferencias doctrinales del régimen franquista en pleno desarrollismo.
Una familia unida, divertida, entrañable (Pepe Isbert eternamente inconmensurable) que sin duda reflejaba las aspiraciones de los españoles de entonces: dar carreras universitarias a los hijos, gozar de vacaciones en la playa, ver a los hijos triunfar en la vida...Todo un cúmulo de buenas intenciones donde brilla la simpatía y la ilusión sobre cualquier atisbo de negrura o desencanto.
Resulta interesante cómo la visión de este film, al margen de las ya citadas dosis de edulcorante espolvoreadas con generosidad por los "bien pensantes" de un régimen dictatorial, logra despertar sentimientos de añoranza ante una realidad perdida: la familia como un núcleo protector donde poder cobijarse, donde encontrar cariño, comunicación y apoyo incondicional por parte de unos incansables progenitores dispuestos a soportar lo indecible. Y es aquí donde radica el pequeño punto a favor de la película, el describir de una manera tan sencilla un microuniverso que muchos conocimos en nuestra infancia y que el paso del tiempo arrumbó en el baúl de los recuerdos.

Posiblemente el clásico por excelencia de la propaganda franquista acerca de la institución familiar sea esta crónica de un aparejador pluriempleado, su amada mujer ama de casa, el abuelo y los 15 retoños. Casi nada. Entretenida, entrañable, con sentido por el detalle y énfasis costumbrista. O sea, casi nada también y pese a todo lo anterior.

Película que sin ser filmada para ello, casi 45 años más tarde, nos muestra claramente el vuelco de valores que identifican una familia española de entonces con la de ahora. Muy buena, entretenida, y para ver en familia.

Maravillosa película española, donde resaltan los valores familiares por encima de todo. Nos remonta a los años 50 - 60 y nos enseña como se enfrentaban a la vida, una familia numerosa y como salían adelante. Closas esta fenomenal en el papel de padre y López Vázquez, interpreta de manera genial, como siempre hace, al cuñado de Closas. Bonita película que tuvo una secuela, debido al grán éxito de esta.

Película flojita de la época, que nos muestra a una familia poco común en la época, pero que rezumaba propaganda por los cuatro costados: tener cuantos más hijos mejor. Algo que era difícil de compatibilizar con una vida más o menos holgada. Había que tener una buena chequera en la época para que eso fuera así. No obstante, es cierto lo de las vacaciones pagadas (casi) para las familias numerosas. Hasta hace poco existió ese complejo hotelero en Tarragona, ahora propiedad de la Generalitat y cerrado.

La película tiene dos partes, una en verano y otra más corta, en Navidad, que nada tiene que ver con la otra mitad. Metidas ambas partes con calzador, se acepta con cortesía, pero no se levanta uno del asiento como lo habría hecho con otros clásicos de la época como "El Verdugo" o "Plácido".

Disculpad ustedes por este pequeño spoiler en el título, que no era mi intención ya que yo soy muy respetuoso respecto a las normas de este website pero me pareció ocurrente hacerlo así de esta manera, aunque en realidad seguramente el que hace de niño no se llama así, sino que es su nombre ficcionado pero que lo vive tan intensamente que hace que te lo crees y aprecies la película de La Gran Familia como una realidad al otro lado de la pantalla.

Yo verdaderamente sí me llamo Chencho porque formo parte de la realidad así que posiblemente si fuera la que ocurre en el largometraje una búsqueda real de un ser querido en la plaza Mayor de Madrid sí que me buscarían a mí pero es una lástima que yo no hubiera nacido cuando hicieron la película porque si no daría alaridos en toda la sala del cine gritando: ESTOY AQUÍII!!!! y correría en brazos del gran Pepe Isbert aunque en realidad no fuera mi abuelo pero por vivir ese momento entrañable haría lo que fuera.

Es muy a destacar la intervención del señor ese tan mayor que sale en algunas películas antiguas y que es muy gracioso de lo flaco que está físicamente y aquí brilla con propia luminaria porque dice que los niños hacen muchos barbarismos y me parece una expresión de grandes risas cada vez que la recuerdo.

Por lamentos no puedo llegar al fin del análisis de esta obra porque mi falta de aguante ha hecho que no retenga la mirada y haya incendiado el ordenador de pura rabia que me ha dado que me llamaran al teléfono y no poder atender a ambos menesteres a una misma vez.
Otra vez será pero le doy un 7 por su candidez y humanismo.

Cada vez que veo "La gran familia" se dibuja una sonrisa en mi cara. Me siento tan cercana a su mundo, a los personajes y a las calles por las que estos circulan que olvido si es una buena o mala película para sumergirme en su historia, una y otra vez. Paradigma de la visión amable del franquismo, su constante bisoñez se perdona mientras disfrutamos las sencillas escenas de nuestro particular clásico navideño.

No hacen falta dramas sociales para conocer una época. Las películas costumbristas son un magnífico reflejo de un mundo que se acercaba a la televisión, al seiscientos, a las primeras vacaciones, sin grandes pretensiones pero con magnificos actores que elevan la cinta. Para todos, para siempre.

Supongo, en alguna época no muy lejana, tuvo que existir familias parecidas a esta que nos ocupa. Sencilla película de costumbres, tópicos y latiguillos diversos, en el ambiente de una Superfamilia al uso en esta España de botijo y pandereta.

Trabajo afable y simpático, pródigo en entretenimiento, que se deja ver de un tirón y no amarga una sobremesa de café y bollos, con una trama limpia y sencilla, personajes familiares y sobre todo mucho sentido del humor y autoparodia bastante bien llevado y dignificado por el inmenso respeto que se respira por la institución (la familia) de la que trata ; acusado este trabajo, ya prácticamente desde su estreno, de ser una maniobra política y publicitaria de las lindezas y del estado del bienestar que se supone revestía la geografía española y por ende un curtido aliciente a la procreación para alentar la felicidad que este País, España, que debía estar proclamando en aquella época de la llamada "Dictablanda" (Que recurrente adjetivo y palabreja).

Aparte de estas conjeturas, ya lejanas, por cierto, nos queda un trabajo correcto y explicativo, de artesanal dirección y gusto por cierto acabado formal, una amalgama de pequeñas historias y subtramas dentro de la misma historia, que marcó una época y sin duda una amplia mayoría recuerda con cierto cariño y nostalgia, una película bastante digna con lo que quiere contar y honesta en sus objetivos y acabado, cine familiar y sin duda muy didáctico, sin duda muy recomendable para estas nuevas generaciones en las que matar gatitos y perritos inocentes con patadas barbaras parece de lo mas normal...no estaría mal que ellos y sus padres la revisitaran, al menos algo aprenderían (o eso creo).

Por lo demás, actores con bastante carisma y experiencia le dan el toque realista y convincente a los personajes que encarnan,destacando al GRANDISIMO Pepe Isbert, Alberto Closas y la siempre interesante Amparo soler Leal, Mención aparte al GENIAL López Vázquez, de lo mejor entre los actores que ha parido este País y que irremediablemente (al igual que con Paco Rabal, como Azarias) liga su nombre al de "El Padrino", su papel en esta entretenida película.

Destaco su buen envejecimiento, mantiene fresco su aroma y continua siendo recordada. No es una obra maestra, pero es mas que digerible, incluso con todos sus defectos y su aire de ingenuidad.

SALUDOS

Película deliciosa, donde las haya. Una proverbial joya del cine español, y si me apuran; del cine europeo. Si no fuese por su optimismo; pues jamás, la elitista mentalidad de la intelectualidad del viejo continente, aceptará el que se pudiese ser feliz en la España de inicios de los sesenta; donde sólo debería transcurrir la amargura, el luto y, de vez en cuando, la muerte de algún torero. Quizá algunos críticos norteamericanos, amantes del cine de Frank Capra, hubieran podido hacerle justicia si hubiesen sido capaces de situar a nuestro país en el mapa.

Tras desahogarme por esta inquebrantable desazón, pasaré a desgranar las virtudes de este maravilloso largometraje, donde siempre nos quedará una entrañable carta a los Reyes Magos, el eco de un cálido hogar, las chucherías de un padrino pastelero y unas hermosas vacaciones junto al mar...

..Una de ellas, es el conjuntado dúo, en la realización, que formaron el aragonés Fernando Palacios y el catalán Rafael Juan Salvia. No me extraña que tuviesen que compartir la dirección, pues debió de ser un verdadero trabajo de Hércules mantener a tantos actores -muchos de ellos niños- dentro de plano y a la vez conseguir una producción tan bien conducida donde el relato, en todas sus partes (que son como tres episodios), queda tan bien definido. Otra de ellas (otra de sus virtudes), es el guion -el cual encabeza el propio productor, el afamado Pedro Masó- que rebosa ternura, humor y sentimentalismo por los cuatro costados. Que se desborda en diálogos cargados de inteligente sarcasmo, entre retruécanos y gracejos madrileños. Nutriéndose de las frases que, entre anécdotas, surgen dentro de cualquier familia corriente. Bueno. Bueno. cualquier sí. Pero corriente, corriente, con quince y la Madre. ¡No sé yo…!

Además, ésta es una película que se brinda al lucimiento de sus actores, cosa que, sin lugar a dudas, logran sus protagonistas; Alberto Closas (Páter Familia), Amparo Soler Leal (Máter Familia), Pepe Isbert (el abuelo) y José Luis López Vázquez (el padrino). Luego, dentro de la tropa, destacan María José Alfonso (la mayor), Jaime Blanc (el hijo rebelde) y el niño Pedro Mari Sánchez (Críspulo el Petardista). Y sin olvidar, al selecto y numeroso elenco de magistrales secundarios, que tanta rotundidad dan a la filmación dentro de una película exuberantemente coral y coralmente majestuosa...

Y es, sin duda, nuestra película navideña por excelencia. Sea quizá la más optimista de nuestras películas. Es una película que, por derecho propio, debe permanecer entre las diez mejores del cine español. Y es, sin dudarlo, una de las mejores películas que yo he visto del cine familiar de cualquier tiempo o lugar; una verdadera belleza, tierna y alentadora...

Como el turrón y los mazapanes, “La gran familia” igual que otros clásicos navideños que están en la mente de todos, solemos volver a verlos en Navidad porque son historias amables y utópicas, que se digieren bien, sentimentales hasta emocionar, donde todo es positivo y lo que no lo es, pues fácilmente se supera con un poco de buena voluntad, nada mejor que verla la noche de Reyes, noche mágica para los pequeños y que también debería de ser para los que ya no lo somos. Esta película producida por Pedro Masó y dirigida por el eficaz realizador Fernando Palacios, se convirtió tras su estreno en un autentico fenómeno social. Calificada por el régimen franquista como de interés nacional, disfrutando de todas las prebendas del poder. No en vano, glorificaba la familia numerosa de clase media de la sociedad franquista, bendiciendo su heroica forma de subsistencia, teniendo en cuenta la mísera ayuda que el gobierno español dedicó siempre a la natalidad.

Una película entretenida que gusta a todo tipo de público, sus personajes todos simpáticos y encantadores, encarnados por un elenco de actores de lo mejor del cine patrio y de todas las edades, desde los veteranos a los jóvenes que se abrían paso. El argumento narra la vida cotidiana de un matrimonio, el abuelo, el padrino y nada menos que 15 hijos. Podemos apreciar el optimismo en su vida cotidiana tratada en tono de comedia, hasta ciertos momentos melodramáticos y por supuesto el romanticismo que a pesar de la cruda realidad nunca falta en este tipo de historias.

Lo mejor de la película, es esa mezcla de ternura y humor de esos personajes entrañables, en mi opinión, es la excelente puesta en escena, su medido pulso narrativo que en ningún momento decae, más bien el interés va creciendo a medida que se avecina la parte final, como no podía ser de otra forma, en plenas fiestas navideñas en el que el drama y la angustia invade el clima alegre y humano de la Navidad. Destacan tres actores magistrales, Alberto Closas, López Vázquez y el gran Pepe Isbert que con su personal voz transmite una simpatía entrañable a su personaje. Una película paradigmática del cine complaciente de una determinada época de la sociedad española, hoy felizmente superada.

No es extraño que, cada Navidades, la televisión pública emita esta película cuya historia no dista mucho de la de muchas familias numerosas de los años 60. Muchas caras conocidas de la historia del cine español y un magnífico Pepe Isbert. Sin pretensiones importantes pero recomendable para todos públicos.

Es una película amena sobre una familia numerosa en los años de los tiempos de Franco.
La familia, como no, es religiosa, no ya por haberse hecho esta película en tiempos de la dictadura, sino porque este matrimonio reza y se santigua, hace oraciones a dios y aparte que todas las personas que yo conozco y tienen 4-5 hijos (hoy en día tenerlos es una odisea con lo cara que está la vida) son muy muy religiosas, ya que ni creen que usar un profiláctico esté bien, ni conciban el sexo como otro tipo de comunicación con tu pareja, aparte de ser un instrumento de disfrute, para ellos, los religiosos, el sexo solo sirve para procrear...
Es una película que solo tiene afán de entretener y que busca la broma inocente y fácil, esta película no tiene ninguna malicia y pueden verla perfectamente todo el mundo.
De todas formas en aquellos tiempos, en la dictadura, no se podía hacer otro tipo de película que no fuera este, familiar sin bromas con segundas y para todos los públicos...
Reconozco que se deja ver y que las escenas finales son las mejores de la película y me llegaron a emocionar, es por ello que a pesar de que en la película no pasa realmente "nada", me terminó gustando y le subí la nota a la película. (ver apartado spoiler)
También destacar que esta película no habla de otro tipo de familias, en ese aspecto ha envejecido muy mal... imaginen un hombre mayor de 60 años que adopta un niño/a pero es gay... ¿si ese hombre quiere a ese niño como propio, ese hombre y ese chico no son ya una familia?. ¿Afectaría el cariño del viejo que adopta a Punky Brewster si fuera gay su relación de cariño y de amor, cuando se tratan ya como si realmente fueran abuelo y nieta?. En mi caso, la respuesta es no...

Antes que cine es propaganda. Y antes que propaganda (y esa es su gran virtud) es entrañable, familiar y divertida.
Ha envejecido bien y es la versión hispana de Que bello es vivir. Con sus diferencias, pero en cierto modo lo es.

Casi podría ser un reflejo de la sociedad española de la época pero sólo hay un pequeño matiz que lo impide: el nada imparcial punto de vista desde el que se narra la película (vamos, que según la película: se vivía en un régimen idílico en donde toda España era feliz como una perdiz). Más allá de eso, de lo que sí es reflejo es de la valía de los actores del cine español de la época. El único motivo por el que no tienen mayor reconocimiento es porque el cine que se hacía no les permitiía lucirse bien, pero si otros actores (franceses, italianos, alemanes) hablando inglés triunfaron en Hollywood, nada hace que los españoles no pudieran haber merecido la misma suerte (y más teniendo en cuenta que en España fueron muchas las películas que se rodaron con capital americano). De esto último, por favor, obviemos el caso de Fernando Rey.

Con sus cosas buenas y malas, una película totalmente recomendable.