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108 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
8
The Stolen Child
¡Márchate, oh niño humano!
A las aguas y lo silvestre
con un hada, de la mano,
pues hay en el mundo más llanto del que puedes entender.
En 1986 William Butler Yeats escribió el poema El Niño Robado que, basado en una leyenda irlandesa, cuenta cómo unas hadas intentan engatusar a un niño para que se vaya con ellas. Cincuenta años después de aquella magnífica composición, la mitológica trama del poema se convirtió en una espantosa realidad, cuando en las décadas de los 50 y los 60, miles de jóvenes irlandesas fueron enviadas a conventos y separadas de sus hijos ya que, según la iglesia católica, su embarazo fuera del matrimonio las convertía en seres amorales incapaces de hacerse cargo de los niños. Gracias a esta excusa, monjas como las del monasterio de Roscrea, un pequeño pueblo situado al norte de Tipperary, embolsaron grandes cantidades de dinero vendiendo a estos pobres retoños a pudientes familias americanas. Un caso similar al de los niños robados del franquismo en España, que ha vuelto a ser noticia recientemente por la fría impunidad con la que ha sido resuelto.
Un argumento que en principio podría parecer completamente deprimente, queda agradablemente amenizado por tres factores que hacen de este largometraje un entrañable cuento de noventa minutos: el director, Stephen Frears, un ducho narrador de historias británico, que sabe cómo tratar temas peliagudos sin que el resultado se convierta en un indigesto melodrama; el actor principal, Steve Coogan, un grande del humor que pondrá una sonrisa en nuestra cara en los momentos más incómodos y, por supuesto, Judi Dench, y aquí va una apuesta anticipada como firme candidata para el Oscar a la mejor actriz principal, en el papel de Philomena, una interpretación que es todo ternura y empatía, llegando a conseguir, desde sus primeras escenas, que el espectador se preocupe tanto por ella que se olvidará de todo lo que pase a su alrededor.
Pero no queremos crear malentendidos, al cine, en esta ocasión, iremos a llorar, no tengan la menor duda; sin embargo también vamos a reír y a hablar sobre un sinfín de temas delicados abordados con mucho tacto pero sin cortapisas, vamos a descubrir las diferentes reacciones de las personas ante situaciones extremas, la bondad y la maldad, la comprensión, el egoísmo y la indiferencia, todo de la mano de una mujer que nos dará una auténtica lección de lo que significa el perdón como medio de encontrarse bien con uno mismo.
Frears, que se dio a conocer con su fantástico filme Mi hermosa lavandería, 1985, es un director cuyo abierto tratamiento de temas como la homosexualidad y el racismo, dentro del submundo marginal inglés, pronto le creó la fama de realizador controvertido, la cual corroboró con Ábrete de orejas, 1986 ó Sammie y Rosie se lo montan, 1987, en una época en la que había que andar con pies de plomo dado el duro régimen con el que Margaret Tatcher se ganó el epíteto de Dama de Hierro y que actuaba como revulsivo de ese tipo de historias. Pese a ello, el director no quiso encasillarse y, en 1988, mostró al mundo que es capaz de dirigir a un reparto estelar para realizar un drama de época de lo más burgués, gracias a la fantástica Las amistades peligrosas. Con Philomena, Frears vuelve, con más fuerza que nunca, a levantar ampollas con su polémico punto de vista de la sociedad contemporánea.
La cinta relata la verídica historia de Philomena Lee, una mujer que, como toda adolescente, conoció a un chico que le gustaba, éste la invitó a una manzana de caramelo en una feria local comenzando así un idilio amoroso. Una manzana mordida que representa, en perfecto simbolismo, el pecado carnal de una joven que cometió el error de nacer en el momento inoportuno pero que, con los años, recordará esa dulce fruta como una experiencia inolvidable. El desconocimiento de este tipo de relaciones derivado de la inexistente educación sexual, y la imprudencia que este desconocimiento conllevaba, hizo que la joven quedara embarazada y tachada de maldita por las monjas que se hicieron cargo de ella. Una vez dio a luz, el niño fue vendido a una familia estadounidense a la edad de tres años bajo la desesperación de la joven. Cincuenta años guardó el secreto de su forzada separación, más avergonzada que atemorizada por las infames acusaciones con las que las monjas la amenazaron, hasta que finalmente se lo contó a su hija quien, enormemente apenada por la terrible confidencia que acababa de escuchar, se lo relató a un periodista en horas bajas junto al que comenzó la búsqueda del pequeño Anthony.


Termino en spoiler por motivos de espacio. No se desvela nada.
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58 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Perdonar es poder mirar atrás con remordimiento pero sin ira
A veces se confunde buena labor social con mojigatería e intransigencia, integrismo moral (casi siempre sexual) con virtud excelsa, obsesión por creer saber lo que les conviene a los demás en vez de practicar la caridad cristiana (ayudar sin juzgar, apoyar sin censurar, acompañar sin sermonear). Los años cincuenta fueron una época aún dura y difícil para las mujeres que quedaban embarazadas fuera del matrimonio – y los países católicos, con su simplista obsesión talibán por la castidad y la abstinencia a cualquier precio, su censura de todo goce y toda alegría sensual o sexual, han deformado y tergiversado la percepción de la belleza de la vida y uno de sus más preciados frutos: la maternidad.

Esta entrañable película británica bucea en las consecuencias de unos actos de principios de los años cincuenta y de las consecuencias y ramificaciones que tuvo durante más de cincuenta años en su atribulada, adorable, incombustible y bondadosa protagonista. La añoranza, la nostalgia, la desazón, cuando llega la vejez y sentimos que tenemos que enderezar algún traspiés que hubiéramos acometido en nuestra vida (traspiés que no se refiere a haber sido madre soltera, sino a haberlo ocultado como si fuera un estigma inapropiado y lacerante). Una búsqueda y reconstrucción pormenorizada y paciente, abocada a la incertidumbre y la melancolía, la tristeza o el desánimo. Todo camino que se emprende puede tener un desenlace imprevisto y riesgoso.

Quizás el guión sea algo lánguido y timorato, con demasiada presencia de un Steve Coogan (no en vano es también productor y guionista) dando vida a un personaje algo cargante en su malhumorada vanidad (tanta supremacía intelectual le hace perder de vista al ser humano), hurtando casi toda sutileza y diezmando la profundidad del relato, optando por la soflama simplista en vez de ahondar en las contradicciones del individuo, donde bondad y maldad van de la mano y se decanta según el momento y la casualidad.

Pero ahí surge la inconmensurable Judi Dench, en una de sus más memorables creaciones, donde su bondad, su capacidad de perdón, su remordimiento vital, su desazón existencial encuentran el mejor de los talentos y el más excelso de los talantes para convertir en inolvidable lo que no deja de ser el relato de una mujer sencilla, adorable y adicta a los culebrones, que deja un indeleble sabor a conocido y reconocible y que te acompaña más allá de la proyección. Ella merece la pena y justifica la película toda. Sin ella no pasaría de discreta obrilla llena de buenas intenciones, con ella alcanza categoría de testimonio perdurable.
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39 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
CARAMELO LIQUIDO
Cuando Stephen Frears decidió dirigir esta película debía tenía el azúcar alto, solo así se explica que cuando sales del cine, después de verla, te encuentres al borde de un coma diabético. Puro caramelo liquido que te mantiene pegado a la butaca y te empalaga de tal manera que tardas un buen rato en darte cuenta de que la película es mala. Porque lo es. Como mucho vale para una sesión de tarde de domingo en casa pero poco más.

No reconozco en esta historia pastelosa al director de dos de mis películas diez: “Café irlandés” y “Las amistades peligrosas”. ¿Dónde ha dejado Mr. Frears ese manera suya tan peculiar (dura, satírica e irónica a la par que conmovedora) de hacer crítica? Porque en esta película brilla por su ausencia. Es imposible mostrar reprobación por algo o alguien y a la vez intentar quedar bien con todas las personas o instituciones cuya actuación, supuestamente, estamos denunciando.

Lo mío con los Oscars no tiene arreglo porque no entiendo la nominación como mejor actriz a Judi Dench por un papel absolutamente soso, blando y sin ningún tipo de arista y mucho menos entiendo la nominación a mejor película.

En fin, si alguien realmente está interesado en saber lo que pasaba en Irlanda en los conventos de la Magdalena, gestionados por las hermanas de la Misericordia en nombre de la Iglesia católica, no es esta la película que deben ver.

En “The Magdalene Sisters” el director Peter Mullan nos narra cómo las muchachas que acogían en estos conventos, enviadas allí por sus familias o por los orfanatos, eran encerradas y, para expiar sus pecados (que iban desde ser muy lista o muy tonta a haber sido violada), eran separadas de sus hijos, obligadas a trabajar en las lavanderías todos los días del año, pasaban hambre y eran sometidas a todo tipo de castigos físicos y morales.

Muchas de ellas jamás llegaron a salir de allí.
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33 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
"Estúpidos católicos"
Película que se centra en Philomena (Judi Dench) una mujer de avanzada edad que durante su juventud tuvo a un hijo en un convento de monjas, el cual le fue arrebatado, 50 años después junto a Martin (Steve Coogan) un periodista que acaba de ser despedido de su trabajo emprende un viaje para encontrarlo.

De esta forma inician un periplo con varias sorpresas en su haber, la narración se va llenando de algunos momentos cómicos que la vuelven muy agradable, el trabajo de Dench es realmente sobresaliente, logrando condensar esto mencionado junto al impacto dramático que el film lleva inherente de acuerdo a su trama.

Frears logra su cometido, postrando en pantalla una obra amena, con una historia que se sostiene muy bien, resulta atractiva, nos vemos afectados por lo que vemos y con gran criticidad ante los excesos religiosos, y además muy reflexiva en eso mismo, la pareja protagonista congenian de gran forma.
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20 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Por qué Dios nos regala la sexualidad, si no quisiera que la disfrutáramos.
30/13(17/02/14) El realizador inglés Stephen Frears nos ofrece un inteligente drama que nos habla sobre todo de la capacidad de perdonar del ser humano, añadiendo sugerentes dosis de comedia británica. Traspasa a la pantalla una historia real que a muchos españoles nos recuerda a un tema candente en nuestro país, como es la desaparición de bebes a manos de monjas para ser vendidos, no es exactamente el mismo caso el que se relata.

La historia se centra en el drama de la irlandesa Philomena Lee (gran Judy Dench de mayor, buena Sophie Kennedy Clark de joven), siendo una adolescente en el año 1951 tras un encuentro sexual con un muchacho en una feria se quedó embarazada, los padres la repudiaron internándola convento de monjas para chicas descarriadas, Abbey Ross Sean en Roscrea en el Condado de Tipperary, allí tendrá a su hijo Anthony, para residir allí debe de firmar un documento renunciando a su retoño, además tendrá que trabajar en la lavandería 7 días a la semana con solo una hora en la jornada para ver a su Anthony, hasta que a los tres años del niño una familia lo adopta sin avisarla y sin poder despedirse de él, la madre sufre dolorosamente, Philomena decide no contar su trauma aunque visita regularmente el convento para intentar recabar información sobre Anthony, hasta que en el 50 cumpleaños de Anthony decide contar su odisea a su hija, esta se lo cuenta a un periodista en horas bajas, Martin Sixsmith (buen Steve Coogan), acaba de ser despedido como asesor del gobierno de Tony Blair, al principio es reticente a investigar, lo tilda de ‘historia de interés humano’ de forma denigrante, lo piensa mejor y ve potencial en el relato, comenzando Martin y Philomena la búsqueda de Anthony, llevándoles de Inglaterra a Irlanda, y de allí a USA, entre los dos surgirán choques por sus diferentes personalidades.

El guión está escrito por Jeff Pope (‘The Last Hangman’) y el protagonista Steve Coogan, adaptan el libro de Martin Sixsmith ‘The Lost Child Of Philomena Lee’, un duro drama que en las hábiles manos de Frears se convierte en una agradable experiencia, sabiendo no caer en las fáciles fauces de la sensiblería.La cinta se podría encuadrar en la categoría de road-movie de buddy-movies, es decir, cinta de 2 personajes contrapuestos en viaje, los dos protagonistas, Philomena y Martin pertenecen a dos universos paralelos, ella es una mujer mayor muy amable, el es de mediana edad y de maneras toscas, ella es muy católica y él es ateo, ella es una mujer sensible y calmada, él cínico e iracundo, y como es de esperar entre los dos se establece una singular relación de tiras y aflojas. El ritmo resulta muy fluido, con momentos emocionantes mezclados con elementos de humor que sirven para desengrasar, ello tocando temas como el amor de madre, el amor de hijo, del perdón, de la redención, de los sentimientos de culpa, de la represión sexual católica, sobre la fe inquebrantable, sobre las paradojas maléficas de la Iglesia, sobre la piedad, sobre las raíces espirituales, incluso toca la homofobia, esto en la sutil crítica a la administración de Ronald reagan a la que se acusa de culpar a los gays de provocarse el Sida.

La cinta ha sido acusada de anticatólica, de arremeter duramente contra esta institución, tiene una temática muy parecida al film de Peter Mullan ‘The Magdalene Sisters’, las dos nos cuentan como a mediados de SXX las jóvenes irlandesas que se quedaban embarazadas fuera del matrimonio eran rechazadas por sus familias por su retorcida moral cristiana, cuando habrá algo más cristiano que querer a tus hijos? Habrá algo más cristiano que querer a tus nietos? Estas desamparadas jóvenes eran internadas en cuasi-presidios donde para empezar les obligaban a renunciar a su hijos, esto era aprovechado por estas instituciones para lucrarse, amén de tratarlas como esclavas en trabajos de lavandería, en el film de Peter Mullan también se contaba como estas chicas eran acosadas sexualmente por los clérigos.

Judy Dench es el pilar más sólido para alejar la historia de ser un telefilm, una actuación portentosa, exhibe una estremecedora empatía, desprende dulzura, vitalidad, inocencia, sensibilidad, derrocha entrañabilidad, tiene momentos de gran ternura sabiendo combinar diferentes facetas, desde la amargura, la ilusión y el humor, una gigante de la interpretación que traspasa la pantalla con su honda mirada, te crees su bondad, su amor, su resignación, Espléndida. Steve Coogan encarna con sobriedad al periodista, alejándose de sus roles cómicos, sabe mostrar una sutil evolución en su comportamiento, se compenetra de modo sobresaliente con Dench, con diálogos que discurren con naturalidad entre ellos, que van de lo trivial, a lo sexual o a la profundidad espiritual. A destacar Sophie Kennedy Clark como la juvenil Philomena, en su corto papel emite emociones, cariño, con el desgarrador momento cuando ve como se llevan a su Anthony, te dan escalofríos.

La puesta en escena es propia de un veterano talento como Frears, con un adecuado diseño de producción de Alan McDonald (‘The Queen’), con un hermoso convento y entorno, con un Washington precioso de grandes monumentos, y esto fotografiado por Robbie Ryan (‘Fish Tank’) con colores cálidos, con lindas tomas de la capital de USA, destacando el bello tramo final en el nevado convento, a esto se suma la delicada música del galo Alexander Desplat (‘El Discurso Del Rey’), que conduce con serenidad las emociones. (Continua en spoiler sin)
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14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
CONVENCIONAL Y BIEN CONTADA.
Partiendo de un argumento absolutamente trillado, la película aborda momentos con cierto impacto emocional. Yo jamás la nominaría a los Oscar. No alcanza la categoría, pero estoy seguro que a paladares sensibles y amantes de un cine bien hecho, aunque extremadamente convencional, puede interesarles.
Un 6.
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10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Señoras que nos roban el corazón
La cuota británica que nunca falta en la categoría reina de los Oscar de este año viene representada por Philomena, el último trabajo de un viejo conocido de la Academia, el infatigable Stephen Frears, quien no siempre da en la diana, pero cuando lo consigue lo hace por todo lo alto. Y es que en la teoría, Philomena no es gran cosa, un filme agradable destinado especialmente al público adulto que disfruta de productos tan bienintencionados, correctos y vacuos como El exótico hotel Marigold. Pero la cinta de Frears cuenta con una serie de alicientes insólitos que la convierten en una experiencia mucho más jugosa.

Philomena es una especie de ‘buddy movie’ compuesta por un cínico y escéptico periodista y la inocente pero avispada anciana que da nombre a la película. Como toda película de colegas que se precie, la naturaleza de su relación radica en lo opuesto de sus personalidades y caracteres; para hacer un símil básico, diremos que él es el poli malo y ella el poli bueno. No obstante, a Philomena la vamos conociendo al mismo tiempo que su compañero de viaje, pasando de la indiferencia inicial a la sorpresa que nos llevamos cuando descubrimos que la buena señora, a pesar de su trágico pasado, es tan candorosa como suspicaz y parlanchina. Escenas como el paseo por el aeropuerto y el posterior viaje en avión son humor británico funcionando a toda máquina gracias al ‘timming’ de Judi Dench y Steven Coogan, inmejorable dúo cómico, y al ocurrente libreto co-escrito por este último.

Aunque esté basado en una historia real, la mejor forma de visionar Philomena es sabiendo lo menos posible del material del que parte, porque este viaje en busca del hijo perdido está lleno de sorprendentes revelaciones que se disfrutan mejor sin conocerlas de antemano. Además del componente de ‘buddy movie’ del que ya hablamos, también contiene una fuerte carga crítica dirigida a ambos lados del charco: en Estados Unidos está relacionada con la administración Reagan (ya verán por qué), y en Reino Unido tiene que ver con un caso de bebés robados muy parecido al que ha estado muy de actualidad en España recientemente. Una vez más, las monjas son el demonio, y el guión no procura dotarlas de otra dimensión más humana, pero para el caso tampoco creo que haga demasiada falta.

La clave del éxito de Philomena reside en el encanto excepcional que desprende. Resulta muy complicado no implicarse en esta película que, como buena manipuladora emocional que es, le resulta muy fácil provocarnos la carcajada, indignarnos ante las injusticias del mundo y llevarnos al borde del llanto pocos minutos después. Redondeada por la plácida partitura musical del siempre eficiente Alexandre Desplat y encumbrada por una inmensa Judi Dench que gracias a su talento y luminosidad encarnando a una señora de a pie de fe inquebrantable, consigue que tanto feligreses como ateos acabemos todos rendidos a sus pies.
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12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Frears ya no suda
¡Qué peligro tienen las películas con mensaje! Una “buena” película con mensaje, debe estar, además, basada en hechos reales. Pero no nos cansamos de repetirlo: cualquier objetivo que tenga una obra artística es respetable, pero no debe olvidar que su esencia es la propia condición artística. Stephen Frears pone el piloto automático en Philomena y nos entrega una cinta con mensaje, de fuerte crítica a la Iglesia Católica, pero que no pasa de ser un ejercicio rutinario creado para satisfacer al espectador biempensante.

Frears se basó en el libro de Martin Sixmith sobre una mujer mayor que decide buscar a su hijo robado en una institución religiosa irlandesa en los años 50. Logra contactar con el periodista que, tras comprobar que se trata de una buena historia (una historia publicable), decide ayudarla. Y ayudarse a sí mismo, por supuesto. A veces nos preguntamos por qué no se hace un documental con historias reales de este tipo. Esa es la forma más honesta de denunciar. Si optamos por la ficción, debemos respetar otras premisas. Pero con un documental se llega a menos gente… Y se gana menos pasta.

“Estaría bien que el Papa viese esta película. Me interesa su opinión“, comentó Frears durante la presentación de su película durante el Festival de Venecia. Judy Dench, que interpreta a la protagonista de la historia, dijo así mismo, que “el objetivo de la película es hacerla justicia”. A Philomena. Bien. Correcto. Loable. Pero, peligroso. Si una cinta parte de estos supuestos (atacar a la Iglesia Católica y homenajear a una de sus terribles víctimas), tiene que esforzarse mucho para no caer en la rutina de telefilm, tiene que poner mucho de su parte para no ser otro cuento moralizante de buenos y malos. Y Frears no ha sudado mucho con Philomena…

(...)

Lo mejor de la película llega en los tiempos muertos, en los momentos cotidianos que viven Martin y Philomena. Gran trabajo de Steve Coogan (24 Hour Party People) como el altivo y condescendiente periodista. A Judi Dench no la vamos a descubrir a estas alturas, pero a veces nos da la sensación que determinados intérpretes tienen la nominación al Oscar por decreto. No obstante, Dench cumple como Philomena, como era de esperar.

La película transcurre a tirones a partir de su presentación. Por momentos, casi convence. Pero no tarda en caer, de nuevo, en el convencionalismo y la rutina a través de diálogos y situaciones intercambiables con otras películas de temática similar. Un ejemplo de todo ello es el cierre. A un clímax interesante, con un parlamento de Philomena que llega a emocionar (y tal vez, sorprender) le sigue un anticlímax decepcionante. Un ataque de ética periodista final bastante increíble que solventa el personaje de Judi Dench para el “bien” de la historia. Y es que si no, no la habríamos visto, ni leído…

Philomena es una película indicada para aficionados a las historias turbias basadas en hechos reales. Aporta un mensaje crítico y necesario, pero a nivel ficcional (esto es una película) no convence.

Lo Mejor: Contenida. Coogan está bastante bien.

Lo Peor: Rutinaria, autocomplaciente.

[crítica publicada en alucine.es]
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11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Libre de culpa
El Anticristo” (1895) de Nietzsche, postulaba que “el concepto de culpa y castigo, todo el orden moral, está inventado para combatir la ciencia… El hombre no debe mirar más allá, sino adentro de sí mismo; no debe mirar, inteligente y prudentemente, aprendiendo adentro de las cosas; no debe mirar, en fin, sino sufrir…”; definía las bases del cristianismo en base al cinismo.

Stephen Frears endosa ese cinismo a uno de sus personajes: “Vivan la fe ciega y la ignorancia”, dice Martin Sixsmith, periodista que antes trabajó para la BBC, que ahora pretende escribir algo de interés humano. Philomena calza perfecto en sus planes; parece ser protagonista de una historia que además cumple con las expectativas de la editora de Sixsmith.
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Excelente
Empezar un comentario sobre Philomena, nominada a 4 Oscar, es empezar a alabando la actuación de Judi Dench: la actriz que interpretó a M en los últimos siete filmes de 007 aborda su nuevo trabajo con esa naturalidad, sencillez y discreción que parece reservada sólo a 1) aquellos que ya no tienen nada que demostrar y 2) que rehúyen los divismos y excesos, precisamente porque no los necesitan (¿verdad, Meryl Streep?). Es precisamente esa -llamémosla así- suavidad, la que destaca en la nueva película de Stephen Frears, una película basada en la novela del periodista Martin Sixsmith, uno de los protagonistas de la historia real que se narra, y que en la cinta incorpora con similar fortuna (y eterna incomodidad) el no menos brillante Steve Coogan.

En sus escasos noventa minutos de duración, Philomena retrata las contrariedades del mundo moderno (al comienzo del relato Sixsmith es un marginado en su profesión) tanto como las del "antiguo" (la dramática historia de Philomena en el convento). En menos de un cuarto de hora Coogan y Dench ya nos llevan de la mano a reparar su injusticia.

Con esa suavidad, condensación y buen hacer transcurre la historia de Philomena, una película de buenos sentimientos que ve tan sumamente bien que es capaz de albergar una severísima crítica, sin concesiones, a ciertos sucesos ocurridos en el seno de la Iglesia, presentados por Frears sin aspavientos y sin que casi nos demos cuenta.

Y por acabar más o menos donde empezamos, arrodillémonos ante la maravillosa Judi Dench.
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5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Judi Dench y Steve Coogan emocionan de la mano de Stephen Frears
A menudo el cine es utilizado como un instrumento de denuncia social. Un perfecto vehículo que, en ocasiones, ha derribado los cimientos de la hipocresía, la tiranía y, sobre todo, la injusticia; con emocionantes historias capaces de ablandar hasta al corazón más pétreo.

Tal es el caso de Philomena, la última película hasta la fecha de Stephen Frears. La historia rebosa drama -y más de una sorpresa- por los cuatro costados, pero Steve Coogan, como guionista y productor, adapta con brillantez y sin caer en los clichés del género, el libro homónimo de Martin Sixsmith, al que además da vida con la sencillez y naturalidad que caracterizan a este gran actor británico.

Coogan sabe combinar a la perfección la acidez de su humor, aplicada en varios momentos de la cinta para rebajar con acierto la tensión dramática de la trama, con la seriedad que requiere un tema tan repugnante como el de los bebés robados que, desgraciadamente, tanto nos suena en nuestro país.

El de Manchester acompaña admirablemente a la perfecta Judi Dench (Iris, Chocolat), encargada de ponerle rostro a este crimen perpetrado por una ambivalente Iglesia Católica y que ha destruido la vida de cientos de familias de un tiempo a esta parte. La actriz británica hace un auténtico ejercicio de sinceridad y honestidad para meterse en la piel de la desdichada Philomena cuando esta ya es mayor -Sophie Kennedy Clark interpreta a Philomena en su juventud-. Una actuación memorable que quedará registrada en los anales del séptimo arte.

Es irresistible el magnetismo que desborda su personaje y lo bien que lo trasmite. Una mujer repleta de humanidad y bondad infinita; fuerte, inocente y pura, conservando su espiritualidad a pesar del duro revés recibido y dando una lección de lo que verdaderamente simboliza el catolicismo. La veterana y carismática actriz sobrecoge con su interpretación avasalladora, reflejando la ingenuidad indulgente de esta generación que sufrió los abusos de una parte de los miembros eclesiásticos.

Resulta maravilloso contemplar la forma de influir entre uno y otro en un relato conmovedor. Tanto en Philomena como en Sixmith, se producen luchas internas provocadas por el apoyo que se prestan. Afortunadamente, la película camina entre las aguas del melodrama, llegando a zozobrar en algún ligero instante pero sin hundirse en el tedio, saliendo a flote sutilmente gracias a la labor interpretativa de la pareja protagonista.

Es obvio el juicio que se hace a la doble moralidad de las instituciones católicas y a la mal entendida religiosidad que ponen en práctica algunas hermanas. Dench y Coogan son los jueces con distintos puntos de vista y, con inteligencia, Frears deja que sea el público quien ejerza de jurado y saque sus propias conclusiones.

Su oportunidad en el tiempo hacen de ella una película inapelable y, en cierto sentido, reparadora. Todo un despliegue de sentimientos bien guionizados, dirigidos y, sobre todo, interpretados. Una muestra más de la particularidad del cine a la hora de alertar y evidenciar los problemas y ambigüedades de la sociedad, en general, y el ser humano en particular. Prueba de que todavía cabe la posibilidad de la redención.

Más datos sobre esta y otras películas en el blog: http://argoderse.blogspot.com.es/
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Madre no hay más que una
Basada en hechos reales, cuenta la historia de Philomena Lee, que tuvo un hijo siendo muy joven en el colegio religioso donde vivía. El niño fue entregado por las monjas en adopción y ella estuvo cincuenta años buscando a aquel niño. Un periodista que ha salido mal parado del periodismo político y quiere escribir un libro, la ayuda a buscarlo.

Es la enésima película que veo de Stephen Frears. No tengo una base de datos donde poder comprobarlo, pero me atrevería a asegurar que Frears está entre los diez directores de los que más películas he visto en mi vida. La primera que recuerdo suya fue “Los timadores” (luego he visto otras anteriores pero yo las vi después, como “Las amistades peligrosas” o “Mi hermosa lavandería”), y la que más me gustó cuando la vi fue “Café irlandés”, más incluso que “Alta fidelidad” que, por temática, tenía todas las papeletas para saltar al número uno.

El hecho de que haya visto muchas de Frears no significa que sea uno de mis directores favoritos. Creo que ha firmado demasiadas películas malas como para tenerle en un pedestal. Su filmografía es muy irregular. Tiene mi respeto pero no mi total admiración.

En esta ocasión le ha salido una buena película, probablemente no será la mejor de su carrera, pero desde luego tiene muchísima más dignidad que bodrios como “La camioneta” o “Tamara Drewe”

“Philomena” era una obra que tenía mucho riesgo de ser tildada de sensiblera, ya que el tema da para buscar la lágrima fácil en el espectador. Yo creo que Frears ha intentado evitar esto. Ha querido tocar la fibra sensible pero alejándose del efectismo lacrimógeno, que tan fácil le habría resultado. Pienso que incluso se le ha ido la mano, y que le ha quedado un tanto fría. A mi personalmente si que me llegó pero yo soy muy fácil para las emociones, así que no sirvo de termómetro.

Para añadirle credibilidad al tema (aunque no era necesario, ya que todos sabemos que se trata de una historia real), Frears utiliza imágenes de video doméstico en varias fases de la película. Esto queda bastante bien porque le añade realismo y además ilustra mucho mejor los numerosos flashbacks que existen en el film. Me pareció una buena manera de poner al espectador en situación y una buena muestra de que este tipo conoce muy bien su oficio.

Lo que no creo que le haya quedado muy acertado es el planteamiento que hace sobre la fe católica, la existencia de Dios, el debate religioso en definitiva. Lo expone en varias ocasiones mediante el diálogo entre los dos protagonista (ella católica como casi todos los irlandeses, él ateo) pero no termina de quedar bien. No provoca reflexiones sobre el tema en el espectador.

Como digo, la película intenta llegar al corazón del público de un modo muy sutil, y para quitar hierro al tremendo drama que el argumento muestra, se recurre al sentido del humor. Este es el principal arma de la película para evitar la lágrima fácil. Y la verdad es que se agradece esa dosis de humor. Un humor casi escondido, muy británico, pero siempre latente y que ayuda a digerir la terrible situación que se nos muestra.

Lo mejor del film, con mucha diferencia, es el trabajo de Judi Dench, que compone un personaje extraordinario y que se convierte en la principal culpable de casi todo lo bueno que sucede en la película. Talento interpretativo en estado puro. Crea un personaje tierno, humilde, y lo dota de una rebosante humanidad que llega nítidamente hasta el alma del espectador, que no puede permanecer indiferente ante lo que desprende ese rostro y las emociones que refleja.

Además, queda muy bien con Steve Coogan. Hacen una buena pareja porque sus personajes son totalmente opuestos y se complementan perfectamente. Por cierto, que yo creo que Coogan hace de sí mismo, tanto en esta película en la que interpreta al escritor y periodista Martin Sixsmith, como en las demás en las que le he visto actuar. Steve Coogan es un personaje en sí mismo y siempre hace de Steve Coogan. Es lo mismo que le pasaba a Bogart o a Agustín González.

Pese a que la película es formalmente muy correcta, a mi juicio le faltan cosas para ser redonda. No tiene “punch”. Es como esos boxeadores que lo hacen todo muy bien pero no pegan muy fuerte, no hacen daño. “Philomena” no le atiza al alma del espectador, no dejan huella sus golpes. Y eso que el tema da para ello. Los niños robados que tan de moda están en España es algo que a todos nos indigna. Una cosa más que tenemos que agradecerle a la Iglesia Católica. Por eso creo que en parte falla ahí, deberíamos haber salido todos del cine con los bolsillos llenos de kleenex usados, y no fue así.

A destacar la parte visual y musical. Muy buena fotografía y algunos planos muy bonitos del paisaje irlandés que tanto me gusta. Y la música, magnífica. Una vez más el gran Alexandre Desplat, que ya me emocionó con su música en “La Venus de las pieles” hace aquí otra excelente demostración. Un regalo para los oídos.

Sin ser memorable, ”Philomena” tiene encanto, resulta muy agradable de ver y hasta diría en por momentos agradeces que no te manipulen emocionalmente. Quizá lo que menos me convenció fue la parte final, un tanto atropellada, como si tuvieran prisa por terminar, creo que el film merecía un final con mejor ritmo, bien explicado, más acorde con el resto de la película.

http://keizzine.wordpress.com/
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
LA VI HACE TIEMPO PERO NO LA RECUERDO MUY BIEN
¿Como calificar una película que vi hace algún tiempo pero no la recuerdo muy bien?

Tampoco la puntué en su momento. Tengo vagas ideas sobre sus protagonistas y la búsqueda de esa hija desaparecida en un momento y circunstancias diferentes para su protagonista.

Creo que definitivamente, la crítica más acertada, sería leer el título de mi propia crítica. En él cada lector sacará sus propias conclusiones. Ni me ha indignado, ni tampoco se ha fijado en mi memoria.
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11 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
EXPOSICIÓN DE LO QUE LA IGLESIA PUEDE HACER POR TI, POR TU BIEN Y COMO TE CASTIGA SI LO MERECES…
PHILOMENA es una un film basado en hechos reales que narra la historia del robo de bebes en Irlanda y de la lucha y búsqueda de Philomena Lee para encontrar a su hijo cincuenta años después de su nacimiento.

El director es el inglés STEPHEN FREARS, especialista en un particular cine británico que ha cosechado numerosos éxitos con ese formato. En esta ocasión se decanta por una trama en la que esta muy diferenciado el planteamiento, el nudo y el desenlace. Un planteamiento muy bien concebido en el que se nos describe la situación, estableciendo una serie de conexiones, un nudo en el que se nos muestra la dura historia y un crudo desenlace. La historia esta muy bien tratada y se nota la calidad de FREARS detrás de la cámara pero el problema radica que cuando se intenta dar un respiro al espectador con pequeñas muestras de humor, éstas no tienen la fuerza suficiente para intentar rebajar mínimamente la triste situación. Se echa de menos una pizca del estupendo humor del que hizo gala el director en otros de sus film, que a pesar de tratar temas delicados, si lo mostraban como por ejemplo en la estupenda CAFÉ IRLANDES.

En cuanto a las actuaciones, muy correcto STEEVE COOGAN en el papel del periodista Martin Sixsmith que fue el encargado de realizar la investigación y escribir el posterior libro que narra la verdadera historia. Y genial y muy meritorio el trabajo de JUDI DENCH como Philomena..

En definitiva, PHILOMENA es una buena película, con muy buenas actuaciones pero que carece de un “plus” necesario para ser destacable. Muy interesante la imagen que se muestra de una iglesia y una religión rancia, manipuladora y sin escrúpulos que nos ha presionado y exprimido a su antojo durante gran parte de nuestra historia. Esperemos que la humanidad continue avanzando para dejarla de una vez de lado
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6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Philomena Lee
Un tema delicado y de rabiosa actualidad como es el de bebés robados o niños perdidos, contado directamente para el gran público como una obra conmovedora sin llegar a ser petulante. Una película que se ha colado sorprendentemente entre las nueve nominadas al Oscar a mejor película del año. Stephen Frears (The Queen, Alta fidelidad, Negocios ocultos...) crea una comedia dramática a la altura de las espectativas generadas, con varios cambios de ritmo en el guión, situaciones dramáticas enlazadas con la risueña inocencia de un personaje como Philomena Lee. Soberbia interpretación de Judi Dench (J. Edgar, Chocolat, 007 Casino Royale...) destacando su labor como actriz principal y centro estructural donde gira la historia. Su personaje es una mujer irlandesa desgarrada por la pérdida de su hijo por parte de la iglesia cuando era una chica joven. Las eclesiásticas de la época que se quedaban embarazadas estando solteras eran apartadas de la iglesia y obligadas a dar sus hijos en adopción a las hermanas católicas, trabajando para las monjas de manera gratuita y con los peores oficios posibles. La única compensación que tenían era estar lo más cerca posible de sus hijos que eran cuidados por las madres superioras hasta que trataban con personas americanas para realizar adopciones aberrantes a espaldas de las verdaderas madres. A raíz de este indignante suceso su vida comienza en una imparable situación de tristeza emocional y búsqueda incondicional de su vástago perdido por la geografía británica. Su ayuda en la elaboración de esta historia es el periodista Martin Sixsmith, interpretado Steve Coogan (Ruby Sparks, In the loop, Tropic Thunder...) de manera convincente.

Estamos ante un melodrama divertido a pesar del tema tan delicado en el que está basado, momentos de irónica comedia entrelazados con momentos de conmovedora emotividad. Guión agudo y complejo por la diversidad de géneros, acompañado de una buena dirección y una fotografía excelente. Estimulación cinematográfica buscando la emotividad y la lágrima fácil del público. Una historia hiriente en la sociedad actual donde el paso de los años le hace ser imperecedera. Destacando en ella las interpretaciones de Judi Dench (Philomena Lee) y Steve Coogan (Martin Sixsmith), en los que recae todo el peso narrativo de la misma. Una historia divertida a la vez que dramática, un ritmo constante sobrellevado con elegancia argumental. La memorable historia real de Philomena es digna de ser contada.
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6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Excelente película
Me pareció excelente esta película,conmueve y a la vez obliga a reflexionar sobre aquellas cosas que creemos por imposición. Muy buena la actuación de Steve Coogan y mejor aún la de Judi Dench.
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4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Drama de la vieja escuela
"Philomena" es la prueba de que se puede hacer cine según la vieja escuela y salir absolutamente ileso de caer en la ñoñería pero sobre todo salir ileso del convencionalismo barato. Últimamente hay una especie de miedo y crítica para aquellos films que no son "originales", tienen miedo de repetirse. Frears va a lo seguro apoyado en un guión que cumple de principio a fin con la teoría más clasicista que tiene la literatura cinematográfica.

Es la historia de superación emocional o existencial de una señora muy particular, y acá me quiero centrar porque es la clave de porqué para mí esta es una gran película. Deja de ser el "típico" drama para transformarse en uno más absorbente, por dos cosas. Primero: las actuaciones tremendas de Dench, por supuesto; y de Coogan que se lo nota muy comprometido, es guionista y productor de la película. Y segundo por el personaje de Philomena Lee, construido de forma sensacional, no sólo por Dench, sino además por los guionistas. Más allá de que se base en una persona real, está muy bien definido. Es una señora que no pierde la inocencia con el pasar de los años y en contraposición gana capacidad de perdonar.

Me fascina la mezcla tan particular que hace el film. Es una buddy movie al tiempo que una road movie, pero desde lo formal no parece ninguna de las dos. No son polis colegas, son una señora "ignorante" y un periodista medio pedante, en una carretera invisible, no en camioneta sino en avión, de hotel en hotel. Pero se van a enseñar valores mutuamente. Lo mejor del film es que el drama real de Philomena, la crítica social -el no encontrar a su hijo, las monjas criminales, etc.-, queda en un segundo plano. Porque lo más importante es el amor de esta señora y su forma de ser, tan excepcional.

Volviendo al dilema del primer párrafo quiero aclarar que no es una peli de manual, no es que todo esté dado. Hay que saber hacer este tipo de cine "a lo clásico". No siempre lo innovador es mejor, por eso creo que, que esta película haga llorar -y mucho- no es malo. Sobre todo no es malo si lo logra desde la autenticidad, la cinta no engaña a nadie, no es una lágrima fácil. De hecho en éste aspecto me sorprende que el personaje de Coogan cuando tiene que dar la noticia más difícil a Philomena actúe de forma tan fría, yo esperaba que el personaje evolucionara más radicalmente, pero le agradezco la contención porque es en definitiva más realista que lo que estamos acostumbrados.
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4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Agradable y empática
Desde su argumento, antes siquiera de mostrar su primer plano, Philomena consigue posicionar al espectador muy a favor de su personaje protagonista. Una mujer, hoy ya anciana, que tras morder la manzana y cometer pecado carnal será presa de una institución feroz, auto proclamada brazo ejecutor de un dios que castiga con la opresión y la extorsión laboral mientras eso si, bajo un régimen de visitas madre e hijo inhumano, alimenta y cría un bastardo hasta que mediante suma monetaria sea entregado a unos pudientes y norteamericanos padres de acogida, siendo este el final de su unión familiar.

Una historia de ángeles y demonios donde el tono bien podría haber sido el reprensivo, duro y ejecutor empleado en el primer párrafo. Sin embargo, esta historia real basada en el libro de mismo nombre obra de Martin Sixsmith y guionizada para cine por Steve Coogan y Jeff Pope, decide mitigar y casi olvidar el mal, enalteciendo y prevaleciendo el bien. Una narración blanca, con encanto y de “interés humano” donde reír, empatizar y, según el caso, llorar.

Así, cincuenta años desde ese nacimiento involuntario, junto a un periodista casi opuesto en personalidad, Philomena Lee da un paso en pos de su retoño y búsqueda. Y es siempre junto a ellos con quien avanza la cinta durante toda su extensión. Padece de afán por involucrar al espectador en favor de, y con ello roza en ocasiones la barrera de lo melodramáticamente aceptable, evitando la repulsión en base a dos magníficas interpretaciones y un humor muy acertado.

Mantiene el equilibrio Stephen Frears entre el drama, humor, encanto e indignación. Una dirección sencilla pero eficaz, funcionando a la perfección como una especie de “road movie” y activando y desactivando el mecanismo más sensiblero cuando requiere, aún con ese sobre exceso comentado. Su gran bastión reside en la alternancia de dos personajes opuestos intercambiando diálogos con una gran naturalidad, frescura, ingenio y gracia. Humor inteligente y entrañable que va desde lo banal a lo personal, el carácter cínico, hastiado y suspicaz de Martin Sixsmith casa a la perfección con la candidez, inocencia y gran personalidad de Philomena.

Judy Dench a sus 79 años maneja a la perfección los pasajes más lacrimógenos que en otro rostro e interpretación en lugar de verosimilitud, vitalidad y empatía, bien reflejarían producto, telefilme y sobreactuación. Le va a la zaga conformando así dos loables interpretaciones un Steve Coogan incrédulo, cercano e iracundo cuando toca, capaz de hacer evolucionar de forma paulatina y sin brusquedad un personaje que lo demanda.

Philomena es un filme que busca agradar y emblandecer mediante la sonrisa suave, siendo la trama además aún de actualidad para la memoria española, caso Sor Maria. Una película gustosa de ver, sencilla, y que sin ser rompedora o excepcional gustará a un gran espectro de personas, siempre y cuando no sobrepase la barrera individual de lo melodramáticamente tolerable, ya que en tal caso, podrán sentirse agredidos y/o demasiado conducidos.

Firmado: http://detenteencine.blogspot.com.es
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Sláinte al melodrama
Antes siquiera de ver el primer fotograma de una película, ya existen señales combinadas que te dicen, a grito pelado, que quizás deberías estar en otro sitio; que quizás todavía estás a tiempo de lanzar una bomba de humo y escaparte (de la sala de proyección, se entiende) por la primera salida de emergencia que encuentres. Primera: el calendario. El nuevo año apenas ha echado a andar, y todo el mundo está como loco haciendo predicciones, rellenando ''quinielas'' y confeccionando listas (siempre las listas...) de favoritos y descartables para los Premios de la Academia. Haces memoria y recuerdas que, efectivamente, la película que estás a punto de ver está entre las nueve finalistas en la categoría de Oscar a la Mejor Película. Vale. Segunda: se enciende el proyector y aparece en pantalla el logo de ''The Weinstein Company''. Ai... Tercera: inmediatamente después, se anuncia, orgullosamente, que lo que estamos a punto de ver está basado (basadísimo) en hechos reales.

Recopilemos. ''Oscars; Weintein; Hechos-reales''... y como el orden de los factores no altera el producto, ''Hechos-reales; Weinstein; Oscars'' Pues sí, lo que se oye de fondo son las trompetas del apocalipsis. Justamente en este momento es cuando te das cuenta de que no has traído las toneladas de pañuelos que seguramente va a exigir la ocasión... Y ya es demasiado tarde. Empieza 'Philomena' y una vez más has cometido la insensatez de sentarte justo en el centro de la quinta fila. Gente a la izquierda, a la derecha, delante y atrás... todo el mundo con el maldito kleenex en la mano y con los ojos ya humedecidos. No hay escapada ninja que valga. Con las historias de ''interés humano'', ya se sabe, esto último es imposible.

Pero por suerte, hay más aspectos que pueden ayudar a entender lo que realmente implica 'Philomena', o al menos, lo que puede llegar a esperarse de ella. El más obvio: se trata de la nueva película de Stephen Frears, quien a pesar de tener en la irregularidad uno de los rasgos más distintivos de su carrera, no menos cierto es el que, en la práctica totalidad de sus proyectos, ha reinado el mismo e insobornable compromiso de honestidad con la naturaleza de la historia tratada... Segundo: Steve Coogan, ese desconcertante (y quizás por ello tan raramente atractivo) artista todoterreno empeñado en destilar (y reírse-de) la esencia brit, cuyas intenciones vamos conociendo cada día un poco más, y que igualmente va despertando nuestro interés. Y ahora sí, el equipo está al completo. Bob & Harvey (pero sobre todo Harvey) Weinstein y Stephen Frears & Steve Coogan.

En otras palabras: Estados Unidos & Reino Unido (más Irlanda) para una historia que bascula entre ambos territorios... y al parecer, entre ambas maneras, igualmente definitorias, de amarrar un producto a priori premiable. Y es que 'Philomena' tiene todos los elementos (tanto en el corazón de su trama como en la manera en que éste ha sido envuelto) para atraer la atención de la Academia (dondequiera que ésta se encuentre)... y así ha sido. La cuestión, como ya sucediera antes de ver '12 años de esclavitud' (pero teniendo en cuenta que el contexto es totalmente diferente) está en medir la dignidad con la que el autor alcanza la(s) meta(s) pactada(s). Partiendo de este punto, la película gana -y mucho- al proponer un juego metafílmico (y metarealístico) formalmente tan perfecto que no habría que descartar que se tratara de una feliz y muy celebrable coincidencia. Steve Coogan, quien coescribe y coprotagoniza, encarna a Martin Sixsmith, periodista y miembro saliente del gabinete de Tony Blair. Él, al igual que el actor que le da vida, se da de bruces con una historia de grandísimo potencial (de cara a la explotación para el gran público, claro), pero también plagada de trampas en lo referente a caer en la -jugosa- tentación sensiblera.

Sixsmith (y Coogan, y Frears, y los Weinstein... y nosotros) está, ni falta hace decirlo, ante un melodrama como la copa de un pino (¿cómo si no puede definirse la historia de una entrañable ancianita que intenta seguir el rastro de su hijo, al que no ve desde que las monjas del convento donde pasó su adolescencia la obligaran a darlo en adopción?). La conexión con la audiencia parece estar más que garantizada... el peligro por caer en lo artificialmente lacrimógeno, también. Es ahí cuando el equipo detrás de las cámaras se descubre como un auténtico dream team, cuyos componentes se complementan los unos a los otros y, aún más importante, cubren las debilidades del compañero. 'Philomena', por supuesto, es una película con cierta gula (casi obligatoria) por la fibra sensible, pero llega a ella con mucha elegancia, dignidad y, por qué no, gracia.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Las hermanas de la Magdalena
Se trata de una de esas historias con nombres y apellidos reales. Me admira el valor que ha demostrado su principal protagonista, Philomena Lee, al presentar la verdad sin disfrazarla con identidades ficticias. También siento admiración hacia su capacidad para perdonar y mirar hacia el pasado sin resentimientos. Unos podrán pensar que es una pobre tonta con el cerebro lavado, pero yo no la veo así. La veo como alguien que prefiere quedarse con el lado bueno antes que malgastar la vida odiando. Es algo de lo que muchos tenemos bastante que aprender.
No es moco de pavo lo que le hicieron. Ya en otra película, del director Peter Mullan, titulada "Las hermanas de la Magdalena", se pone al descubierto la tragedia de miles de muchachas irlandesas condenadas por la censura social y religiosa. Es terrible cuando la religión cae en el fanatismo y la muchedumbre ciega reniega de su decencia moral para mantener a toda costa la decencia aparente. Un buen motivo de reflexión. Repudiar a tu propia hija o hermana porque es pecado fornicar y ser madre fuera del matrimonio, ser muy bella, ser muy fea, ser muy inteligente o ser muy torpe. Dejar de lado a ese ser al que has engendrado o parido, o con el que te has criado, y que tiene los mismos defectos y virtudes que tú, simplemente porque se sale del recto camino de un Dios cruel que parece detestar a todas sus criaturas por el hecho de no ser tan perfectas como Él. Sí señor, eso es decencia. Eso es moral. Que la gente expulse y castigue a sus propias hijas y hermanas. Si así es como uno se gana el cielo, es preferible ir al infierno. Total, no puede ser peor que el infierno que ya les tocó a esas infelices en vida.
Ya puestos a inventarse un dios, al menos que sea un dios bondadoso y comprensivo, como un buen padre que acepta a sus hijos como son. Está claro que la especie humana, casi siempre tan obcecada, es incapaz la mayoría de las veces de inventarse dioses buenos. Ni siquiera en su más delirante imaginación huye de sus peores defectos o trata de crear algo constructivo. Aunque me temo que en eso tienen mucho que ver también los que quieren perpetuar un poder terrenal desmesurado (olvidando la máxima que predican de "despréndete de tus ambiciones terrenales"), y lo hacen fomentando el miedo, la sumisión y la ignorancia. A fin de cuentas, la humanidad es así. Casi siempre se busca excusas divinas, xenófobas, económicas, científicas o de lo que se saque de la manga para cometer sus atrocidades.
En fin, ahí están los hechos. En aquellos años de oscurantismo hubo muchas adopciones turbias de niños irlandeses a los que arrancaron de sus madres y se llevaron a Estados Unidos.
Philomena Lee fue una de aquellas "hermanas de la Magdalena" caída en desgracia. Cincuenta años después, decide romper su silencio para buscar a su hijo perdido y contacta con Martin Sixmith, un periodista que no atraviesa por un buen momento laboral. Ambos emprenden la búsqueda en un viaje de autodescubrimiento que los marcará profundamente.
Más que el viaje en sí, que no es especialmente significativo a menos que uno no hubiera leído previamente sobre los acontecimientos (yo no los había leído y ha sido una odisea no arrebatadora pero sí interesante), lo que hace que esta película basada en la novela del periodista sea realmente especial, es la manera que tiene Philomena de afrontar la vida y el trato con los demás. Su interacción con Martin, entre la comedia y el drama, es muy simpática a la vez que conmovedora; como buena cristiana (cristiana de verdad, de las que no alardean ni juzgan mal, de las que no se dan golpes en el pecho), su espíritu sincero y optimista da una lección de humildad que Martin poco a poco irá encajando tras los choques iniciales. Choques entre personas de buena educación como lo son ellos dos, porque Philomena no habrá ido a "Oxbridge" (Oxford o Cambridge, qué más da), pero puede enseñar modales al más empingorotado licenciado. Y Martin sólo es un buen ciudadano escéptico propio de estos tiempos, un ateo o agnóstico como yo que nunca aprenderá a perdonar las afrentas pero puede admirar y respetar a quienes sí lo hacen. A quienes lo hacen no con servilismo lastimoso y sometido a unas creencias impuestas, sino con pleno sentido de su libertad y dignidad personal.
Hay que ser valiente para perdonar de corazón, no porque creas que guardar rencor es pecado.
Y así es la Philomena Lee que me han enseñado aquí. La que comprende y no odia.
La que se conforma con la pequeña esperanza de que él en el fondo supiera que ella lo amaba.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
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