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67 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
8
John Huston es agua
Sudor. Shannon (Richard Burton) busca el aire fresco. El autobús opresivo y opresor circula por caminos de tierra y polvo. La humedad, el sol y el sudor. Shannon no pasa por sus mejores momentos, y lo que es peor, tampoco pasa por lo que sabe que serán los peores.

En Puerto Vallarta existe un hotel. ¡Eso es mentira! En Puerto Vallarta sólo existe Maxine (Ava Gardner). Es madura, y por eso, por primera y única vez, Gardner es humana. Su papada la trasforma en terrenal. El animal más bello de la Tierra ahora es una mujer y se llama Maxine. Creo que es la primera vez que me enamoro de la Gardner. Sexual y real. Alcohólica y libidinosa. Furibunda y acabada. Y sudor, mucho sudor que corre entre los pliegues de sus pechos, que cae gota a gota mientras hace el amor, porque aunque no se vea, Maxine practica el sexo aunque no sea con quien desea.

Y el mar. Decía yo que el mar siempre es poeta y el ron el papel donde debe plasmar sus versos. Hannah (Deborah Kerr) es el verso. Sensato, atento, fuerte y generoso. Escueto y eficaz. Quizá herido pero nunca derrotado.

Y el mar, decíamos. Se oye el golpe continuo de las olas. Se oye el viento que agita las palmeras. Se oye el sudor caer a tierra y se oye el agua de la botella. ¿Qué no es agua? Claro, si lo fuera no existiría película.
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84 de 97 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La iguana
Realizada por John Huston, se basa en la obra de teatro "The Night Of The Iguana" (1961), de Tennessee Williams, adaptada por el propio realizador. Se rodó en escenarios naturales de Mismaloya y Puerto Vallarta (Jalisco, Méjico). Producida por Ray Stark para la MGM, se estrenó el 6-VIII-1964 (EEUU).

La acción tiene lugar en Virginia (EEUU) y en Méjico, en 1940. T. Lawrence Shanon, pastor episcopaliano, rector de la parroquia de San Jaime (Virginia), es acusado de seducir y violar a una menor. Por ese motivo y a causa de trastornos de conducta, es apartado del ministerio e internado en un centro psiquiátrico. Después de obtener el alta, encuentra trabajo como guía de una compañía de viajes turísticos en autocar, de bajo coste. La expedición que acompaña está formada por profesoras de un colegio femenino de Texas, a las que se ha unido la alumna Charlotte Goodall (Sue Lyon), menor, caprichosa y voluble.

La película se desarrolla como una suma de drama y thriller, que toca temas como el aocoholismo, el consumo de drogas, el suicidio, el paro, el subempleo, la homosexualidad femenina, la ninfomanía, la prostitución masculina y otros. Explora el complejo mundo de un espíritu atormentado, angustiado y profundamente alterado por los problemas de diversa
índole que ha tenido que afrontar recientemente y las frustraciones que han provocado en él. En un marco de desorientación y confusión, confluyen y se suman en su interior, deseos imperiosos, pero inviables, temores y miedos fundamentados, angustias psicóticas, y la pulsión vehemente del apetito sexual. De poco sirve la búsqueda de mecanismos para dominar la concupiscencia basados en las antiguas prácticas del castigo físico (andar sobre cristales rotos). No encuentra disponibles los apoyos esperados: el de un amigo fallecido recientemente; el de una antigua amante alcohólica, preocupada por otros temas; el de una persona angelical bloqueada por una pasión lesbiana reprimida. El desarrollo de los personajes y de las situaciones es acertado y profundo. La tensión dramática sigue un crescendo que Huston administra con pericia. Son destacadas las escenas del baño en el mar de Shanon y Charlotte, el baile de Charlotte en el bar de la playa con Pepe y Pedro, la crisis de ansiedad de Shanon, el sensual baño nocturno de Maxine con los dos muchachos en la playa.

La música, de Benjamin Frankel, se basa en una partitura breve, de aires dramáticos y misteriosos. Consta de 10 temas, de entre los que destacan el "Tema principal", que se superpone a los créditos iniciales, "Ana y Shanon", "Maxine y Shanon", "Las lavanderas de Méjico" y "El largo baño de Shanon". Se añaden dos composiciones de aires mejicanos: "Mexicanerías" y "Cascadas", ambas a cargo de Pepito Villa. La fotografía, del mejicano Gabriel Figueroa, sobresale por el dominio del claroscuro, composiciones de notable belleza plástica y la atmósfera opresiva que crea. Los diálogos están bien construidos y la interpretación es loable y efectiva.
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80 de 98 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La carne y el espíritu
Toda la parte inicial, tal vez lo más flojo, es sólo el trazado de una ruta. Un hombre que quiere olvidar revive un déjà vu, y le empiezan a perseguir sus demonios interiores y exteriores. Así que preso de furia y desesperación lleva su pesada carga a su nueva iglesia: el hotel de Puerto Vallarta.

Pero en vez del sumo sacerdote que regentaba el hotel, Fred, se encuentra con su viuda. Buscaba consuelo espiritual y se topa con Ava Gardner, que nada más aparecer parece que lleve tatuado en la frente: "Born to fuck". A partir de aquí toda la atmósfera desprende carnalidad hasta en las iguanas.

Hasta que llega Deborah Kerr, con una serenidad de espíritu que da escalofríos. La narración de sus 'encuentros amorosos' te deja de piedra. Es la musa que acompaña a un poeta nonagenario.

Así que tenemos a una mujer carnal y otra espiritual. Y entre medias Richard Burton, que es las dos cosas a lo bestia. Hedonista pero que protesta si le dicen que le secularizaron, sólo le echaron de su antigua iglesia. Borracho, loco, irascible, pero que tiene compasión del demonio exterior que le persigue hasta ahí: la vieja víbora del autocar. Un animal sexual también, pero que por principios de amistad llevó a rechazar nada menos que a Ava. Aunque Burton lo hace bien, le superan las dos actrices siendo él el nudo central.

Cuando se van los mercaderes del nuevo templo, sólo se quedan los cuarentones fracasados, los que navegan sin rumbo. Los que van a presenciar el exorcismo del último poema.
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43 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
La noche de las lagartas
Huston siempre ha sido uno de mis cineastas predilectos. Y aunque varios factores avalan dicha afirmación, Huston forma parte de ese selecto grupo porque, fundamentalmente, su forma de entender el cine encaja a la perfección con la mía. Ya sea a través del género negro (“El halcón maltés”, “Cayo Largo”, “La jungla de asfalto”), de aventuras (“El tesoro de Sierra Madre”, “La reina de África”, “El hombre que pudo reinar”) o de proyectos de carácter más personal e intimista (“Fat City”, “Vidas rebeldes”, “Reflejos en un ojo dorado”). Un cineasta de los de antaño, con una carrera repleta de obras maestras (y algún que otro tropezón) que siempre -o casi siempre- intentó respetar una premisa básica: fabricar pelis de entretenimiento que no menoscabaran la inteligencia del gran público. El suyo.

“La noche de la iguana”, sin embargo, se aleja relativamente de esa premisa. Y quizás por ello, por apartarse de esa fórmula mágica que tantos éxitos le reportó a Huston, la peli en cuestión me parece un experimento fallido. No solo porque su talante teatral (la peli está basada en la obra homónima de Tennesse Williams) concede excesivo protagonismo a los diálogos en detrimento de la propia trama argumental (algo fundamental en todas las pelis de Huston) sino porque su tono tragicómico le resta muchos enteros a lo que yo concibo como cine genuinamente hustoniano. No negaré que quizás Williams también tenga parte de ‘culpa’, pero mi experiencia previa con otras obras adaptadas al cine de este mismo dramaturgo (“Un tranvía llamado deseo”, “La gata sobre el tejado de zinc”) no me hacían presumir, a bote pronto, que esta versión cinematográfica iba a resultar tan esperpéntica. De lo que sí estoy seguro es que el personaje interpretado por Richard Burton, el reverendo T. Lawrence Shannon, es un tío absolutamente patético. Un ser desorientado y moralmente desamparado, que lejos de generar ningún tipo de empatía con el espectador, se comporta como una marioneta que bebe y parlotea sin descanso en un infructuoso intento por paliar sus frustraciones y reprimir su propia lujuria. Que conste, no obstante, que me refiero al reverendo Shannon y no a Richard Burton. Un actor que sí me convenció sobradamente en “¿Quién teme a Virginia Wolf?” o “La mujer indomable”, por ejemplo.

Pero no todo iba a ser aciago en “La noche de la iguana”. Ni mucho menos. La bochornosa y sofocante atmósfera que Huston consigue recrear en ese hotelucho de Puerto Vallarta es magnífica, así como también algunos de sus mordaces y sarcásticos diálogos ‘marca de la casa’. Pero por encima de todo me gustaría subrayar el tremendo pálpito erótico que aportan Maxime (Ava Gardner, el animal más bello del mundo) y Charlotte (Sue Lyon, la Lolita de Kubrick) a “La noche de la iguana”. La una en la playa y la otra, en el chiringuito. Menudas lagartas.
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40 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Calor
"Hombre y mujer. Amor y lujuria. Ruina y salvación. Una noche, todos se encuentran".

Una película con semejante frase promocional no puede ser contenida. En efecto, haciendo honor a la aclamada obra de Tennessee Williams, John Huston nos cuenta una historia de amor, sexo, celos y conflictos vitales. Mucho ruido, muchos sentimientos, mucha pasión, “La noche de la iguana llega a un nivel de exceso en el que es difícil respirar. Pero es una genialidad.

Un sacerdote retirado tras una crisis de fe, se dedica a hacer de guía turístico en México, acompañando a un grupo de profesoras. Entre ellas, viaja una sensual jovencita que muestra interés por seducirlo. La encargada del grupo despide al ex-pastor por su comportamiento, que se refugia en un hotel regentado por Maxine, antigua amante con la que mantiene una buena relación. Allí conocerá a Hannah, mujer rígida y anticuada que viaja con su abuelo. Las relaciones del guía con todas estas mujeres le marcarán para el futuro.

La noche de la iguana es un estudio de la mujer en sus diferentes etapas vitales, y de la perdición del hombre. También vale como comedia negra repleta de pasiones conflictivas, sin perder de vista el humor satírico con que el director retrata a sus personajes, todos de una riqueza inmensa. Y es que aquí la tortura existencial no se lleva por dentro.

"Un hombre acaba de experimentar demasiado con su saldo emocional. El mío se ha agotado". Lejos de su intención de enderezar su caótica existencia, nuestro atormentado protagonista se verá inmerso en problemas angustiosos, debatiéndose entre sus tentaciones frustradas y su deseo de paz. Una noche que muestra lo más oscuro de las almas, del contraste entre los anhelantes sueños y la agridulce realidad.

La película tiene dos puntos fuertes: su procedencia teatral, que aprovecha muy bien las localizaciones caribeñas para desplegar la pasión entretejida por diálogos geniales, y un reparto extraordinario. Richard Burton, la víctima de su propia existencia; Ava Gardner, madura, sensual, desenfadada propietaria del hotel donde se alojarán; Deborah Kerr, artista etérea; y Sue Lyon, malintencionada jovencita con ojos ardientes, que destila sexo por cada uno de sus poros.

Medida al detalle, cada elemento tiene su función. Ninguna escena, por absurda que sea, ningún personaje, por secundario que parezca, ni ningún diálogo, por artificial que resulte, están dejados al azar. Desde la comicidad hasta la poesía, La noche de la iguana es, en su imperfección, un retrato perfecto de la condición humana, del errático comportamiento humano y su propia perdición.
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28 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
La noche del tostón.
Sé que después de lo que voy a escribir me vais a crucificar, pero aún así lo voy a hacer. (¿Se atreverá este chico a poner a parir a un clásico del cine, valorado con 7 y pico en esta página? Ya ves que lo voy a hacer.).

“La noche de la iguana” me ha parecido un tostón increíble. No sé las veces que habré mirado el reloj, para ver cuánto faltaba para que acabase.

Me ha parecido insufrible en todo, me explico:

- Sue Lyon haciendo otra vez de Lolita, pero esta vez mereciéndose una buena torta, de lo insoportable que es.

- El papel de Richard Burton es inaguantable también, venga a beber, venga a beber (qué esfuerzo le tuvo que suponer al bueno de Richi, sobreactuado como nunca por cierto), luego necesita un exorcista porque le entra el manitú al pobre…

- Lo de los dos hermanos “botones” del hotel, no tiene nombre, dándole a las maracas todo el día sin parar, de risa vamos.

- La escena de la pelea en el chiringuito es para mear y no echar gota.

- También está la Srta. Rotenmeyer de turno, que dan ganas de agarrarla del pelo y zarandearla, hasta que se le quite la carita de estreñida a la buena mujer.

- Luego está lo del abuelo cebolleta que es poeta (anda con rima y todo) y su nieta Deborah Kerr (con menos expresividad que una Nenuco), que la pobre no ha roto un plato en su vida, pero la muchacha se gana la vida haciendo caricaturas a los turistas, y muy bien que lo hace, fíjate tú.

Y así podría seguir hasta que amaneciese, pero bueno prefiero irme a dormir, con la cara de tonto que se me ha quedado después de ver dicho peliculón.

No sé si os habréis fijado que no he comentado nada de Ava Gardner y es que está pedazo de actriz, no puede entrar en este saco. Si no me he cortado las venas viendo está peli, es porque de vez en cuando salía ella y entonces los minutos vuelan, viendo como se come la pantalla y a los que haya en ella. La peli se libra del 0, sólo y exclusivamente por ella.


Ahora venga, freírme con el botoncito del “NO”.
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51 de 81 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
El diablo en el cuerpo
Conozco el relato original de Tennessee Williams, no así la obra de teatro posterior, y no acaba de estar conforme mi memoria con la adaptación y el intercambio de personajes. Esa pequeña historia primera, de metáfora obvia pero penetrante y de alusiones mucho menos caducas que las del guion de la peli (no sé si también de la obra de teatro) es, creo, más recomendable que la película al completo (donde incluso me cambian el objeto de las insinuaciones de la iguana). Quizás porque el personaje de Deborah Kerr (creo recordar que es ella) es más sugerente en el relato que en la película, pese a que en el film también tiene un peso específico nada desdeñable.

Se comenta la dificultad en las relaciones Williams-Huston a la hora de escribir el guion. Y es que aunque algunas opiniones hablan de libertad creativa del director en el guion, yo tenía entendido que el amigo Tennnesse escribió incluso algunas escenas... En todo caso, y si hubiera que afinar la partición en esta parcela proindiviso que es la película, el brío de fisicidad y vitalismo de Huston gana la partida a la vesania de obsesiones psicológicas, represiones y símbolos tennessianos. Recomiendo fijar la atención más en el suave roce pugilístico del director que en el estacazo morboso y misógino del dramaturgo.

Es una cinta inevitablemente envejecida en sus insinuaciones eróticas y morales (o inmorales), con ambigüedades demasiado ásperas (aunque de impagable efecto socarrón), en parte por el trazo grueso de personajes como el de Sue Lyon, la indecisión de Richard Burton en la composición del indeciso protagonista, y el efecto diluido en el reparto coral que les da réplica. Quizás la Gardner (que nos deja una imagen de agua y luna para el estante de los recuerdos cinéfilos) y la Kerr ofrecen mejores resultados dentro de su condición de secundarias.

Pese a todo, creo que esa supuesta caducidad de sus planteamientos "años 60" no molesta apenas. En parte porque el estilo de recia pujanza de clima tropical (húmedo, gaseoso) que imprimen director y guionista en las consideraciones sensuales y alegóricas, más allá de medir fuerzas con el medidor decoroso o indecoroso de una época muy concreta, están plasmadas con oficio, sabiduría y ganas de ofrecer una historia sin tapujos, de esas que se devoran.
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22 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Una de las mejores de John Huston (9.0)
Me gusta mucho, desde su parte cómica hasta su parte poética, pasando por la voluptuosa Ava Gardner, ya madurita, y el sensual baile de Sue Lyon. El viejo es buenísimo, tiene cada cosa...

¿Un Oscar al mejor vestuario? ¡Pero si los personajes son cuatro gatos y dos de ellos aparecen con el torso desnudo todo el tiempo! Este dato se hace aún más inconcebible si miramos la edición de 1964 de estos premios y comprobamos que ese mismo año fue presentada la suntuosa "My fair lady". ¿Cómo se explica esto? La respuesta es sencilla: en aquellos tiempos existía la categoría de "mejor vestuario en blanco y negro".
Otra anécdota que me hizo mucha gracia: como los actores principales se llevaron a matar, al finalizar el rodaje Huston les regaló sendas pistolas de oro con balas de plata para que pudieran, según sus propias palabras, matarse de verdad si querían.
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29 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Frío en la selva
Aquí todos sudan, todos están que arden por dentro, todos sueltan frases grandilocuentes y teatreras del pesado de Williams, (para unos un detector de pasiones humanas, para otros un plasta soberano; probablemente, un poco de todo hay). A Ava Gardner, actriz muy limitada, no se la cree nadie, en especial en una breve secuencia donde entra por una puerta difícil de abrir, toda loca; Burton está mojado de sudor falso, qué aburrido estaba el tío; los mejicanos, siempre con las maracas en las manos, dejan muchas conjeturas abiertas sobre la manera cómo transportan las maletas; Grayson Hall, en su papel de lesbiana reprimida, da miedo, una histriónica perfecta, lo mejor de la peli. Y ese afán de meter, como en lata, todo ese torrente de sexo, de pasión, de personajes a la deriva y bla bla, que no dé tregua ni un segundo, que se vea bien que todo está al rojo vivo, a tope, venga, más madera... Es cierto que está todo filmado con buen pulso, que el culo de Sue Lyon es de lo poco que no ha envejecido, pero cuando el viejo dice su última poesía y se va dan ganas de descojonarse directamente.
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25 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Equilátero
Me queda poco por añadir a los fenomenales análisis que se han hecho de esta película, en particular el de Chago77 que fue lo que básicamente me indujo a verla. Quisiera comentar nada más que esta es una historia de hedonismo, fe, pasión y redención, que tiene muchas secuencias bellas y memorables y que contiene además uno de los estudios de personajes más intensos que he tenido ocasión de ver. Aún no se me quita de la cabeza esa escena en que Deborah Kerr dice aquello de "Nothing human disgusts me, Mr. Shannon". Me puso los pelos de punta.

Genial Ava Gardner como seductora matrona de aires corsarios, Burton en su inflamado discurso inicial y la citada Kerr como único baluarte espiritual entre tanta profusión de carnalidad. La pelea sincronizada en el puesto de la playa es una pasada lo mismo que la fotografía de espectaculares exteriores. Si hubiera que sacarle alguna pega, quizás diría del personaje de Sue Lyon que me sobra por todas partes debido a su nula relevancia en la historia. Por lo demás, perfecta, no dejeis de verla. A mí me está costando sacármela de la cabeza...por algo será.
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22 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Ojalá todas las noches fueran las de la iguana...
La oratoria atea de Burton desde el púlpito hacia esos feligreses que han dado la espalda a Dios por contaminar los mares arranca con un presagio que aseguro, dará paso a una bellísima historia que arrasa los tabúes moralmente intocables de una América puritana, sin embargo en ciernes de abrirse a la contracultura.

La crisis de fe que Burton arrastra hace de él un personaje huraño, controvertido, alcoholizado ante los sinsentidos que el mundo le devuelve. Por eso se debate entre conducir su vida hacia el plano de lo real o hacia el apogeo inconformista que sufre. A tal punto llega su desazón que la única esperanza con la que cuenta para recuperar su fe es la de echarse a nado hasta China. No cree en Dios porque no cree en su criatura más imperfecta: el ser humano.

Los demonios que acechan a los personajes (Burton y Gardner) no son apaciguados ni por el Dios creador, ni por el ron de Puerto Vallarta. Tampoco por los nativos que bailan bajo la luna con Ava, en un ritual de apareamiento a tres bandas.

Un hermoso poema de un anciano enamorado del mar que le dio la vida, acaba por espantar los miedos de los dos personajes principales. Luego aparece Deborah, personificada en una mujer optimista que de todo su vagabundeo por un mundo patético, extrae la sabiduría y templanza con la que relativizar esas luchas internas que atormentan a los humanos. Ella lo sabe: “sufrís el pánico, porque os gusta regocijaros en él”.

Película rompedora: la figura que representa la mayor cota de rectitud (en el peor sentido de la palabra) es la de esa profesora histérica que deja escapar su frustrada condición sexual. Pero ahí está Deborah... Con todo y sus sabias palabras no hace sino dar lecciones desacreditando esas moralinas, como toda la farsa que enlata a los seres humanos: estúpidas criaturas de un Dios que renuncia a auxiliarlos exorcizándolos de los temores que les atormentan. Que atormentan a todos excepto a la propia Deborah y a su entrañable abuelo, un compositor de poemas que surten el efecto de hermosas plegarias, para Ava y para Burton.

Soberbio él. Gadner se sale: su arrollador carácter, su cinismo y sus desaires a la constreñida época entran en contradicción con sus miedos (infundados) a perder: la belleza que como mujer deseada se marchita. Pero esa es sólo una excusa. Su mayor miedo es perder al hombre que ama.

Obra celestial de Huston.
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22 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
El final de la cuerda
Tennessee era de lo mejor que ha dado el género teatral. Un genio que, como esas almas errantes que aparecen en sus obras y que no son otra cosa que reflejos de sí mismo, llegaba todo lo lejos que su cuerda le permitía. Todos somos como esa iguana atada, que no puede andar más allá del extremo de la cuerda que la retiene. A menos que Dios juegue a ser Dios y la libere.
Los elementos comunes que nunca faltaban en un pulsante drama de Williams eran el calor tórrido, la adicción a la sustancias que proporcionan evasión (el alcohol sobre todo) y los espíritus alborotados y en continua búsqueda. El dramaturgo se retrataba, pedazo aquí pedazo allá, con recurrente insistencia y con una sagaz, irónica, despiadada y agridulce introspección.
El gran artista consumido por sus diablos interiores resultó ser uno de los más lúcidos visionarios del dolor humano.
Una obra de la magnitud de “La noche de la iguana” significaba un desafío nada nimio para quien se interesara en llevarla al cine. Williams era un reto espléndido para cualquier director que soñara con aunar literatura y cine en una fusión gloriosa. Otros ya habían ofrecido su admirado tributo al insigne dramaturgo con rendido respeto a la esencia de sus creaciones, como Elia Kazan (“Un tranvía llamado deseo”), Joseph L. Mankiewicz (“De repente, el último verano”) o Richard Brooks (“La gata sobre el tejado de zinc”).
Huston también se atrevió a hincarle el diente. Sabía que debería estar a la altura. Y lo estuvo. Vaya si lo estuvo. Su película es de lleno el universo Tennessee. Y nos atrae a él como la serpiente es atraída por la flauta del encantador.
Para comenzar con los puntos fuertes, tenemos ante nosotros una fotografía de lujo. Un blanco y negro límpido y osado, tan mórbido como poético, tan exuberante como casi ascético. Un objetivo atrevido, descarado, franco, que sabe cuándo coger el toro por los cuernos y cuándo entrar en la sutileza y en la discreción.
Y para seguir con los elogios, está un Richard Burton que clava al descreído reverendo Shannon con toda la ácida comicidad de un personaje a medio camino entre las dudas de fe, la autodestrucción y el gusto por los placeres mundanos. Con esos matices de humor del fracasado que opta por reírse de su sombra, Shannon es el antihéroe desaliñado de mente y de cuerpo, que destila un magnetismo casi animal, rotundo. Una muy lograda caracterización para un personaje medio derrotado, medio vividor que no puede sustraerse a la belleza, ni a las tretas hábiles del escape que se halla en el fondo de una botella.
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17 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Demonios azules (Este casi podría ser el cine clásico - XVI)
Yo no sé de verdad qué clase de demonios tendría Tennessee Williams para escribir dramas tan raros como «La noche de la iguana». A lo mejor el fallo de mi incomprensión es mío y mi psique no es tan finamente compleja como la que retrata él en sus múltiples personajes, casi siempre cortados por un mismo patrón de mucha sexualidad y poco sentido común.

Lo malo es que nos quiere dar a todos una lección de humanidad y psicología profunda, cuando, por más que se mire, las reflexiones son superfluas y el grupo bastante histriónico, con problemas vulgares y corrientes que ellos se toman a la tremenda y, por qué no decirlo, con gran inmadurez. A parte de que sus fobias, manías, deseos e inquietudes son a veces de lo más rebuscadas; por ejemplo el gusto del reverendo Shanon por las jovencitas, o el lesbianismo de la profesora de la bella Charlotte. También me pregunto la conclusión que debemos sacar del hecho de que, de nuevo, la mujer homosexual se presente como fanática religiosa y en extremo reprimida.

Con todo, a mi quien más me inquieta es el personaje de Deborah Kerr, la verdad. Parece inhumano por algún motivo extraño. Eso sí, el reparto de actores merece una notaza, así como la dirección, magnífica, de John Huston, demostrando una calidad fuera de toda duda. Ava Gardner, Richard Burton y Deborah Kerr están espectaculares. Llenan la pantalla con una presencia, unas risas, un sudor, unas miradas de auténtica maestría.

Suerte que había antes: si no había una buena historia, siempre se podía contar con los actores para convertir lo regular en aceptable. He aquí un ejemplo.
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14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Viaje bellísimo al corazón del alma humana
Para aquellos que alguna vez han pensado en dar un giro a su vida y encontrar su lugar en el mundo, esta es la película. Se trata del encuentro de tres personajes intensos y desubicados que llevan toda la vida luchando por encontrar su sitio individualmente (Richard Burton, Ava Gardner y Debora Kerr). Cuando los tres coinciden en el espacio y en el tiempo, saltan las chispas y los acontecimientos se precipitan.
El texto de Tennessee Williams es de una belleza increíble, además de ser uno de los pocos de este autor que transmiten una idea positiva de la vida. Vida en conflicto, pero un conflicto hermoso y productivo.
Yo estoy especialmente enamorado del personaje de Debora Kerr, que me parece de una fortaleza impresionante. El personaje del abuelo poeta es maravilloso también.
El conjunto es de una enorme poesía e intensidad emocional.
La fotografía en blanco y negro es sensacional.
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14 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
CON ESOS CALORES Y CON ESAS MUJERES ¿A QUIEN NO SE LE VA LA OLLA?
Tennessee Williams fue declarado no apto para el Ejercito durante la 2ª Guerra Mundial debido a su expediente psiquiátrico, su homosexualidad, su alcoholismo y sus problemas cardíacos y nerviosos. Desconozco si se perdió un buen soldado pero estoy plenamente convencido de que se ganó un excelente dramaturgo. Y es que con ese curriculum personal es imposible, a poco que se den determinadas condiciones básicas, no parir obras maestras. Y La noche de la iguana es una obra maestra de la literatura y del teatro. Y también lo es del cine, porque toda la sensualidad, la fuerza y la pasión que asoman en sus paginas, John Huston las hace carne.

Y ahí están las carnes jóvenes de Sue Lyon, al más puro estilo Silvia Pinal tentando a Simón el Estilita, y las carnes sazonadas de una Ava Gardner cuya madurez consigue que nos creamos que el "animal más bello del mundo" está más que nunca a nuestro alcance. Y es que con esos calores y esas féminas de rompe y rasga ¿Cómo no se nos va a ir la olla?. Reverendo Shannon tiene usted toda nuestra comprensión. Y es que por si dos tazones de tal calibre no fuesen suficientes, el diablo Cojuelo le manda la tercera tentación en el cuerpo y forma de Deborah Kerr que, aunque modosita, seria y buena chica como siempre, se deja ver y querer, y hasta tiene su bagaje de fantasias eróticas.

Pero no solo de pan vive el hombre. El film es mucho más que un derroche de sensualidades varias. Es también un retrato de los conflictos personales íntimos de cada uno de los personajes. Instantáneas de sentimientos tanto en clave de humor como en clave de tragedia. Diálogos irónicos y chispeantes. Verdades amargas que no pueden ser silenciadas. Todo ello empapado en sudor. Esos sudores sureños en los que Tennessee se mueve como pez en las aguas de Puerto Vallarta.

Pero puestos a elegir prefiero, ( mi admirado paisano diría "un buen polvo a un rapapolvos" lo cual vendría también al caso en esta película), a un Richard Burton entre la teología y la vida loca y a una Ava Gardner esplendorosa, en mi opinión la veteranía superando por goleada a los shorts de Sue "Lolita" Lyon.

Y aunque muchos dirán que las escenas mas destacadas son las que se acompañan de bailes sensuales y baños nocturnos, servidor opina que esa parada del autocar sobre el puente, en respuesta a la pregunta turística de "¿Cómo puede haber personas que coman la carne de semejantes monstruos (las iguanas)?" para contemplar formas de vida humana en plena y hermosa comunión con la naturaleza, es un instante mágico de una película tan intensa como imprescindible.

¡Ah! Y el abuelo poeta, y su último poema. ¡Para enmarcar!
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13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Tres destinos.Sucedió en Vallarta.
Un hombre debe decidir entre tres amores. La botella es solo un pretexto para soportar la realidad de su vida. Una existencia privilegiada, aunque el mismo no lo quiera ver. Entre los bailes de los pintorescos nativos de Puerto Vallarta, vemos desarrollarse esta historia de pasiones sexuales. Llegamos a la conclusión de que el hombre es el centro del universo. Y no por que sea una posición machista. Es que algo que le debemos al trabajo Wiliams, Huston, Figueroa.
Ni siquiera la mujer que te salva del demonio de la depresión, la mujer culta es la ganadora. En esta novela gana, la mujer sencilla, originaria del pueblo. Que al igual que una iguana en primavera ha luchado con sus armas rudimentarias por el amor de su vida.
Da lo mismo si te hospedas en “Ambos Mundos” o en el St. Regis.
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13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
QUÉ TRANQUILA CONTEMPLA LA RAMA DEL OLIVO, LANGUIDECER EL CIELO
Esta película fue rodada por el maestro Huston en el año 1963, justo cuando en pleno rodaje el asesinato de John F. Kennedy sorprendió a propios y extraños un 23 de noviembre de dicho año.

De hecho el trágico suceso conmovió a Huston, al punto de que posteriormente renunciaría a la ciudadanía estadounidense.

Basada en una obra del dramaturgo Tenesse Williams, quien visitó al equipo cinematográfico en pleno rodaje aportando algunas ideas (como cuando el personaje de Sue Lyon irrumpe en la habitación del hotel de Mismayola para seducir a un atormentado Lawrence y éste camina a modo de Jesucristo sobre cristales rotos),y es adaptada para la gran pantalla por el tandem Huston y el guionista Stark, y con una maravillosa fotografía en blanco y negro que ilumina de manera esplendorosa la jungla azteca, a cargo de Gabriel Figueroa.

Ésta película habla fundamentalmente de las tentaciones del ser humano... De un ser humano que a veces se siente atado por una ligaduras mortificantes y pesarosas...

Nuestra retina guarda grandes y mágicos momentos de cine; como cuando Charlotte Goodall (la sensual Sue Lyon) baila junto a los muchachos aztecas Pepe y Pedro en el chiringuito de las playas de Puerto Vayarta, o cuando Charlotte junto con Lawrence se dan un baño en ropa interior en las tranquilas aguas del atlántico...

Un personaje atormentado, el pastor evangelista Lawrence pasa una pesarosa noche en compañía de dos mujeres y un anciano...

Las iguanas, grandes lagartos de por aquellas latitudes (zona fronteriza de México con Estados Unidos) son los animales más característicos, y como los seres humanos buscan una existencia apacible y tranquila, libre de la rapacidad de los nativos...

Richard Burton interpreta de nuevo como ya hiciera en "Quién teme a Virginia Woolf", un personaje complicado y atormentado que tensa el ambiente hasta momentos insospechados... Al punto que tiene incluso que ser "exorcizado" en una hamaca durante la citada noche...

Unas interpretaciones gigantes y una dirección descomunal... de clase y maestría hacen de esta cinta una de las mejores películas en la década de los 60, y por supuesto en la historia del cine.

A C O N S E J A B L E.
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17 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Última vez que me toma el pelo señor Huston
Tal vez el problema sea mío de no agarrarle el punto, pero he visto tres películas de John Huston (La reina de África, Cayo Largo, y La noche de la iguana) y las tres me han parecido sobrevaloradísimas. Alguno dirá que es una cuestión generacional, pero he visto varios largos de Billy Wilder contemporáneo del mismo director, y me resultan geniales en su mayoría.

Algunas críticas puntuales:

En medio de la película se va la mitad del reparto, cambiando totalmente la trama

La representación de la cultura mexicana raya lo vergonzoso

El final es una tomadura de pelo

Lo rescatable:

Ava Gardner aún entrada en años está preciosa
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13 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La colina frente al mar.
Con nervio avanzan las imágenes de lo que es una obra de teatro entre escenarios perfectamente logrados, hacia una declaración de sentimientos por parte de todos los personajes. El papel de Richard Burton ofrece esa situación trágica con fondo de comicidad que cuando resulta cómica es trágica en el fondo. Su lucha es la recuperación de la dignidad perdida. No es un actor por los que se siente predilección, pero un buen actor. Sue Lyon repite de Lolita. Y ahí se quedaría. Luego seria una fija como actriz de segunda fila. Su cuidadora, mujer recelosa y ambigua, es un pivote entre todos los personajes pero no es pieza clave. Ava Gardner interpreta a la mujer de gran corazón, con esos secuaces dándole a las maracas; y Deborah Kerr es la otra mujer, también de fuerte personalidad. Ambas no tienen que luchar por su dignidad porque no la han perdido, pero han de defenderlas de una forma u otra. Este entramado hacen interesante la película teniendo en cuenta la calidad de los intérpretes y la dirección del famoso John Huston.

El guion está basado en una novela de Tennessee Williams. Yo he leído a este tío y puedo decir al contrario que aquí los "entendidos" que hoy día es un autor al que no se le lee por lo desfasada que han quedado sus novelas. Es una obra de teatro llevada al cine con calidad, eso es verdad, con detalles muy válidos como mostrar ese tercer mundo de forma reposada (en el río las lavanderas trabajando con los niños bañándose) y ese primer mundo en el autobús donde la cámara rebota de un lado para otro y las mujeres americanas cacarean sin parar.

John Huston consigue dar fuerza a la película también con frases que son verdaderas sentencias: “Nada me da asco del comportamiento humano, solo la grosería y la violencia”. Y es conveniente tenerla presente como película que uno debe de ver.
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7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Luna Caliente
Detrás de los personajes torturados de esta historia se encuentra, además de la cámara del maestro John Huston, la retorcida pluma de Tennessee Williams dibujando a un predicador loco, lúcido y alcohólico con un atractivo especial para las mujeres, salvo una.

Existencialismo aliñado con ironía y retratos demasiado explícitos para una sociedad pazguata como la que vislumbro por aquellas fechas: hombres de Dios poseídos por los más deleznables pecados, hembras lascivas y ardorosas que buscan sexo como el que busca pan, lesbianas rencorosas y mujeres independientes y sinceras. Todos buscando paz y equilibrio en tierras salvajes, bajo la inquietante mirada del primitivo tótem: la iguana. Aunque intuyo que la obra escrita sería aún más clarificadora, lo dicho con anterioridad perfila perfectamente las vidas de cada uno de los protagonistas.
Aquí, a Richard Burton se le ve con ganas y eso juega muy a favor de la adaptación cinematográfica pues el reverendo T. Lawrence Shannon es el pilar de la historia y si no hubiera soportado el peso se habría hundido el edificio.
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7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
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