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23 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
8
Una película hablada.
La laxitud del protagonista es una forma de arrogancia. Su peculiar atalaya de rigidez moral e intelectual desde la que analizar constantemente e imponer su afectado narcisismo (algunos pueden decir que el cine de Rohmer tiene mucho que ver con la actitud del protagonista). Pero la vulnerabilidad que todo ser humano lleva dentro aparece, casi sin darnos cuenta, en las caderas de una chiquilla caminando por la playa, en sus silencios, en sus miradas lánguidas. El instinto se libera incluso en las mentes más racionales, venciendo las ansias de presuntuoso letargo, hasta con las putitas más desaconsejables.

Rohmer articula este cuento moral con su habitual serenidad, simplicidad y frialdad. Su problema no creo que sea tanto el aburrimiento o los diálogos estirados sino, quizás, que nos plantea las cuestiones que le interesan desde una cierta separación emocional (sus reflexiones excitan lo racional y no lo emotivo) y, no voy a negarlo, una artificiosa complejidad que no siempre es tal finalmente. El dilema moral planteado es claro, pero su desarrollo es complejo por los ampulosos diálogos que a veces aportan pero otras simplemente rellenan. De todas formas tiene mucho encanto y tampoco soy yo de los que piden que le cuenten las cosas del mismo modo siempre. El “toque Rohmer” (elitista y afectado) me parece artificial sí, pero irresistible a ratos.

Hay una fascinación por la protagonista por parte del director. El inconveniente es que la actriz representa un mero papel secundario desencadenante del problema moral pero sin hálito alguno. Un elemental, y bello, adorno retratado desde, incluso, la fascinación (vaya inicio a lo Godard!!), pero absolutamente plano el personaje. Y en esto nunca caería el cine americano de la época, menos reflexivo en apariencia, en el que ese personaje femenino sería tratado como debe. Menos diálogo sobre la ética y más desarrollo de personalidades. Y es que una adecuada descripción de Haydée es tan importante para representar el dilema como las peroratas de esos dos snobs de medio pelo. También, es cierto, puede argüirse que ese personaje femenino sin pulir está dibujado así para no despistar con respecto a la encrucijada del protagonista, para comprender mejor la fascinación por esa chica a la que no entendemos y de la que apenas sabemos nada. Insisto, esto puede ir a favor de la reflexión, pero no de la emoción. Y ni siquiera estoy de acuerdo en que Rohmer retrata el erotismo. Rohmer nos muestra situaciones aparentemente eróticas, pero no extrae goce sensual de ellas ya que la imagen en su cine va por detrás de las palabras.

Rohmer habla del ser humano (mejor o peor según los casos y opiniones), y cada uno habla de ese tema como le da la gana. No me parece cine exclusivamente para intelectuales. Creo que se puede disfrutar más allá de ese tópico.

A veces engañabobos, a veces certero analista de la condición humana. Siempre aburrido, siempre interesante. Eric Rohmer es francés. Y se nota.
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82 de 94 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
VERANO, AMOR Y 'DOLCE FARNIENTE'
Del ciclo ‘Cuentos Morales’, “La coleccionista” se ajusta al esquema común a las seis películas que lo componen: un hombre vinculado a una mujer se interesa por otra, o permite que ésta se interese por él. Y este episodio de amor amagado, con el correspondiente desenlace fijo, constituye el núcleo de cada film del ciclo.

Al llegar el verano, el anticuario y galerista Adrien decide no acompañar a Londres a su novia, fotógrafa, y descansar unos días en una casa prestada, en la Costa Azul. Allí coincide con un amigo, Daniel, artista conceptual poco activo, y la joven Haydée, presentada al espectador en el prólogo, a partir de su físico, mediante una sucesión de intensos planos cortos de su cuerpo, tomados mientras pasea por la playa en bikini (no obstante, ella lee en ratos muertos un ensayo titulado “El Romanticismo Alemán”).
Mientras conversan, como filósofos natos, sobre el vacío existencial, la importancia de poseer un carácter cortante, la imposibilidad de interesarse por lo desprovisto de belleza, o sobre la conveniencia de no pensar, dejándose llevar hacia la nada absoluta, etc., Adrien y Daniel manifiestan escaso interés por Haydée, a quien encuentran elemental.
Ella sale cada noche con un amigo distinto y lleva una desenvuelta vida amorosa. Aspira a mantener un trato sencillo y normal con la gente.

Aparte del alto nivel intelectual de la película, de las formas elaboradamente naturales con que muestra Rohmer su pensamiento, “La coleccionista” mantiene hoy interés sociológico.
El film es de hace 40 años, de la época del Simca 1000 y del Mehari (modelos de coche que aparecen en pantalla), pero con su característica ponderación el director plantea una cuestión que sigue actual: un hombre que ejerce sin ataduras su libertad sexual, y disfruta de numerosas relaciones, tiende a ser visto como tipo meritorio, conquistador y envidiado. A una mujer que hace lo mismo se la considera una buscona a quien todos usan, “una de esas mujeres que se comparten” (“una coleccionista, una putita sin moral”).
Esta doble vara se nota en el proceder de los protagonistas masculinos quienes, por resabios machistas, se preguntan si no deberían intentar la seducción de la chica, y no dejan de revolverse con violenta arrogancia si sospechan que pueda ser ella quien esté llevando la iniciativa en el juego erótico.

La ambientación propicia el lánguido flirteo: una casona aislada, sin apenas amueblar; sol, chicharras, cala escondida, moscas, calma, agua marina transparente, tumbonas, Obras Completas de Rousseau a la sombra de un árbol…

Todo ello, intelectual y al mismo tiempo visual y cinematográfico, lo expone Rohmer sin entrar a juzgar actitudes, mediante su lenguaje sobrio, libre de tópicos y ornamento, con la colaboración de los actores (aportaron contenidos propios a los abiertos diálogos de los personajes) y con la contribución esencial de Néstor Almendros a la hora de reflejar la luz densa y sensual del verano mediterráneo.
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54 de 57 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
DANDISMO = HEROÍSMO
Con el típico ritmo pausado, naturalista, filosófico que tiene el cine de Éric Rohmer, transcurre también esta película. Independientemente de sus atractivos diálogos de tipo intelectual, tales como “todo rayo de luz tiene un punto de extrema brillantez y otro de extrema debilidad; se trata de interceptarlos”, el principal aliciente y mensaje versa sobre el individualismo, el dandismo, el atrevimiento de vivir la vida al propio ritmo, la ociosidad, la vagancia con estilo.

Según el protagonista de este filme, atreverse a ser un dandi es ya ser un héroe. Si no lo creen miren a su alrededor ahora mismo: millones y millones de seres civilizados sienten CULPA por no hallar trabajo donde esclavizarse. Pero veamos, ¿a quién sirve la culpa? Evidentemente, a los poderosos, más concretamente al poder económico: si no malgastamos nuestro tiempo y vivimos con culpa, sus arcas se llenan; si vivimos con nuestros propios ritmos y aprendemos a evitar la culpa, nos convertimos en dueños de nuestro destino y de nuestros minutos. En definitiva, domeñar la culpa nos hace libres. ¡Aunque solo fuese por rebeldía ante las clases dominantes y el poder económico y aquellos que quieren exprimirnos más y más y nunca tienen bastante deberíamos negarnos a sentirla! ¿Queremos ser culpables obedientes o preferimos ser inapelables indolentes?

Así en esta línea de vividor-dandista, sin sentir ninguna culpa por ello, oímos razonar al protagonista (Patrick Bauchau): “Somos siempre esclavos de los demás... Me parece menos deshonroso dormir en casa de un amigo que ser asistido por el Estado... La mayoría de gente que trabaja hoy hace un trabajo superfluo. Las tres cuartas partes de las actividades son parasitarias... No soy yo el parásito, son los burócratas y también los técnicos (y por supuesto los políticos, los más parásitos, lo nuevos amos del negocio esclavista que ahora está rebaustizado con el nombre de democracia)... Hay gente que trabaja 40 años para poder descansar y cuando por fin lo logran no saben qué hacer y se mueren... Sinceramente, creo que sirvo mejor a la Humanidad holgazaneando que trabajando... Es verdad, hay que tener el valor adrede de no trabajar (un valor que adrede tienen muy pocos).”

Como verán, esta película es rica en hacer pensar, en provocarnos una oxigenación, un buen desempolvado en la normalidad casi petrificada en la que muchos convertimos a nuestras geniales neuronas.

Además la historia transcurre, como suele ser característica de É. Rohmer, en el medio natural abierto. En esta ocasión en una casa de campo próxima a una costa marítima solitaria, virginal y de aguas limpísimas las cuales me recuerdan a mis días preciosos, días de ocio y holgazanería contemplativa, baños de sol y mar, lectura y soberanía sobre mi propia vida, sin culpabilizarme por ejercer de hombre libre. ¡Oh maravilla para muy pocos!

Fej Delvahe
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39 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Exaltación de la mujer nacida de la revolución sexual de los 60
Cuarto de los 6 cuentos morales de Eric Rohmer, escrito y dirigido por él. Se rodó el verano de 1966 en Saint Tropez y alrededores (Francia). Ganó el Premio Especial del Jurado de Berlín. Se estrenó el 2-III-1967 (Francia).

La acción principal tiene lugar en julio/agosto de 1966 en la costa francesa de Saint Tropez, a lo largo de unas semanas. Narra la historia de Adrien (Patrick Bauchau), de unos 30 años, vendedor de arte, estresado tras 10 años de trabajo intenso e ininterrumpido para abrise camino, que desea tomarse un descanso. Su pareja sentimental, Jenny, fotógrafa, decide ir a Londres, donde tiene unos amigos, mientras él acepta la invitación de Rudolf de pasar unas semanas en una villa rural cercana al mar, donde se encontrará con Daniel (Daniel Pommereulle), pintor conceptual. Coincide también con Haydée (Haydée Politoff), una muchacha de unos 20 años, muy atractiva, a la que el uso de anovulatorios le permite mantener relaciones sexuales con libertad y ausencia de riesgos desconocidos hasta entonces.

La película centra la atención en la búsqueda ansiosa de descanso, indolencia, soledad, ausencia de pensamientos, deseos de mirar sin curiosidad y ver sin prestar atención a nada, en un estado de pasividad y de no hacer nada. Sale de casa poco después del alba, cuando regresa Haydée. A penas se ven, pero él se siente fuertemente atraído por ella. Su perturbación se ve incrementada cuando Daniel le ruega que la tome como amante en su lugar. Sin darse cuenta, se siente poseído por extrañas obsesiones que levantan en su ánimo sentimientos contradictorios de deseo y angustia, seducción y temor. Ni él ni Daniel entienden a Haydée, a la que importunan con sus viejos prejuicios machistas, que les impiden concebir la posibilidad de que a una mujer les guste el sexo tanto como a un hombre, lo practique con la misma despreocupación que un varón y no lo asocie necesariamente al amor, del mismo modo que los muchachos de su edad. La obra está narrada desde el punto de vista de Adrien, experto en arte, que usa referencias cultas (Rousseau, Don Quijote, romanticismo alemán, etc.). Es memorable la secuencia en la que Adrien siente pánico ante la posibilidad de ser víctima de una mujer posiblemente alterada emocionalmente por la versión femenina del síndorme de don Juan.

La música reproduce composiciones del momento y melodías tibetanas, exóticas y amables, muy adecuadas. La banda sonora es rica en trinos, cacareos y cantos de cigarra. La fotografía, del gran Néstor Almendros, ofrece una magistral descripción de Haydée en la playa, usa dobles y triples reflejos en espejos y presenta primeros y primerísimos planos de soberbia ejecución. El guión destila sutileza, poesía y fascinación. Los actores improvisan los diálogos a partir de unas ideas de base. La dirección habla de algunos de sus temas favoritos, como amor, fidelidad, belleza, pasión, deseo y obsesiones. No hay una moral sexual masculina y otra femenina.
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36 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Poder elegir
Exquisita manera de narrar la búsqueda de la serenidad y la virtud frente a las tentaciones del deseo, en este delicado filme de Rohmer, lleno de naturaleza y costumbrismo. Pero, ¿qué pasa cuando tras tanto batallar con nosotros mismos se consigue la tan anhelada calma en el lago, la paz y el silencio? Supongo que echamos de menos el ruido, el movimiento y el caminar en nuestros pensamientos, buscando el calor de la sensualidad y la belleza. Será por eso por lo que lo primero que hace Rohmer con nuestra protagonista es, mostrar su cuerpo delicuescente, casi desnudo, como un objeto codicidado que hace que así podamos formar parte todos de su colección. Nadie quiere una mujer de todos pero todos queremos poseer tanta belleza aunque aún mejor es poder elegir, sentirse libre y vencer a la tentación, en un ejercicio de virtud personal.
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17 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
¡Parece mentira que sea de 1966!
En una época en que en España ni siquiera habían empezado todavía a hacerse las prehistoricas peliculas de reprimidos sexuales a lo Landa, tenemos al elegante y aristocrático Rohmer proponiendonos sutiles y civilizados juegos (filmados además en los alrededores de la liberal y hedonista Saint Tropez, un años antes del mítico "verano del amor" hippie de 1966), diríase que más apropiados para la humanidad que habría de venir diez, veinte o hasta treinta años más tarde. La pelicula me ha encantado. Siempre me sucede lo mismo con Rohmer: salgo de sus peliculas con una sensación de levedad en el cuerpo, de sutileza. Es como si después de que otros directores hubiesen acabado de bombardearnos con argumentos más convencionalmente dramáticos, llegara Rohmer dispuesto a destilar para nosotros el zumito restante: algo excelso y casi etereo. Un zumito en el que afloran los sofisticados problemas de un mundo postmoderno presidido por la civilización y el ocio de una juventud que tiene las necesidades básicas cubiertas. Un mundo sin grandes aspavientos, en el que los grandes dramas de la ficción de toda la vida han evolucionado hacia algo más cotidiano y humilde, pero también más sutil. Un mundo de gestos, de miradas, de sonrisas ambiguas. De pasiones civilizadas observadas siempre desde un prisma ligero, inteligente, y atento a los minimos detalles, casi en plan de minimalismo Zen.
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14 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Torbellino de diálogos fascinantes.
Eric Rohmer puro y duro. También la película ideal para poner a las visitas cuando quieras que se vayan de una vez y así quedarte disfrutando con un constante bombardeo de ideas brillantes de difícil digestión para el público de refresco y palomitas.

Historias tremendamente cotidianas analizadas hasta el extremo, estudiando cada detalle y cada posible camino retorciéndolo hasta los límites de lo perverso. Personajes de clase media-alta sorprendidos casualmente en discusiones pseudo filosóficas, poderosamente austeras, entre viejos vinos y playas a pleno sol.

A veces te parecen pedantes, otras tremendamente humanos. Pero siempre acertados, digan una cosa o digan la contraria. Nos muestran la conducta humana desde un punto de vista observacional, casi psicoanalítico, desarrollando cada pensamiento, diseccionando cada idea en una extraña sinfonía de palabras difícilmente abarcable en su totalidad, pero cuya melodía parece cobrar sentido y querer decir algo grande. Algo sobre nosotros mismos, algo que siempre hemos intuído en ráfagas de momentánea razón pero que no hemos llegado a ver con claridad hasta haberlo oído en boca de otro.

Los protagonistas siempre van más allá, cuestionando su forma de actuar, sopesando las opciones y justificando sus actos desde un punto de vista escrupulosamente racional, para llegar al final a lo irracional, a los instintivo, librando al final una lucha orgásmica contra sí mismos y contra sus propias ideas. Actuando como actuaría cualquiera que no hubiese pensado nada de lo anterior. O al contrario. ¿Qué más da? Ésta es una película de Rohmer. Disfruta con los diálogos o duérmete y no molestes.
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14 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Rohmer ante Godard
La moral superando los obstáculos, algunos de ellos con unas piernas largas y sonrisas que bajan la bragueta, la moral es quien te deja a solas contigo para decidir. Los amigos se van si ella aparece, también las amantes, la tranquilidad que buscabas, tus vacaciones. Cambios bruscos del instinto. Instinto, moral, alma. Cuántos sinónimos. Me gusta mas autenticidad simple de Rohmer que la complejidad sin lógica de Godard. La vida es más parecida a una película de Rohmer que a una de Godard y las chicas, también.
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11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Los jadeos de Haydée dinamitan el intelecto
Éric Rohmer entra dentro del selecto grupo de creadores que nos obliga, de alguna manera, a hablar antes de él que de su obra. Es claramente un autor que impregna con su personalidad todo cuanto toca. Dudas de si sus personajes existen y tienen autonomía o son tan solo lo que él ve o imagina; y a la par, y puede parecer una incongruencia, sus gentes son de lo más natural, aunque padezcan en muchas ocasiones de afectación, sintomatología clara de una clase social anclada en el ombliguismo.

En la coleccionista vuelve a presentar un puñado de estereotipados burgueses, cercanos al mundo artístico, que pretenden incluir el aburrimiento y la inacción en el catálogo de actividades imprescindibles para el alma. Ellos, que parecen estar de vuelta de muchas cosas, por su altísimo nivel cultural y existencial, quedan delante de la cámara con el culo al aire en el momento justo que alguien no hace lo que está escrito en su guión.
Haydée es una chica que se atreve a vivir sin prejuicios, no sabemos si por convicción o por absoluta dejadez. Hace uso del sexo como si de una necesidad fisiológica se tratara, no le interesa la vida de nadie, no se plantea problemas morales, hace gala de una serena languidez y sonríe ante el desconcierto que causa en los demás. Nunca sabremos si es una mujer sabia o estúpida; lo que queda claro es que tiene armas para desarmar y poner en fuga a quienes van de intelectuales, librepensadores y experimentados controladores de las relaciones y los afectos.

La indolencia vacacional de estos despreciables especímenes, que se autorretratan con su palabrería, le sirven a Rohmer para mostrar su propia colección de fílmicas debilidades : las aguas inmaculadas; la campiña transformada en orquesta sinfónica (grillos, ranas, pajarillos...); los árboles, parasoles imprescindibles para el descanso; las casa solariegas; el deseo, que es mayor cuanto menos físico; la huida, como única respuesta al fracaso; el paso del tiempo, que si respiras te oxida....
Siempre encontramos cerca del realizador francés una dulce tristeza que sobrevuela sus escenarios, para plasmarla suele utilizar el pincel de la sonrisa.Tal vez este gesto de frustrada resignación sea el resultado del desencuentro entre la teoría y la realidad impalpable e inasible de las cosas sencillas. La ampulosidad y el suspiro.
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8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
Estudio sobre la contemplación.
¿Qué hay que estudiar sobre la contemplación? Dicen que la forma de llegar a la máxima espiritualidad es por medio de la oración; aquí se trata de llegar a la más absoluta pasividad. Incluso hay que eliminar el pensamiento porque puede resultar laborioso, conque mejor leer para que el pensar sea mínimo y unidireccional. Así que dos amigos, de esos con aires filosóficos del mayo del 68 universitario francés, se retiran a una casa del campo de la Riviera con la intención de no hacer nada. Pero una invitada alterará el ecosistema creado porque entre otras cosas está muy buena y excita al personal.
Es tachada de tonta, de fea y de coleccionista de amantes por Daniel, el último con la que mantenía una relación, y la rechaza.
El otro ve que su experimento de no hacer nada se va al garete con ella por medio, ya que le perturba constantemente, cambia de idea e intenta una aproximación, pero ella no se muestra receptiva y chocan continuamente con una serie de dialogos espléndidos, hay que reconocerlo. Un regla de la moral, parece ser, que si en uno el deseo aumenta, las dificultades aumentan en sentido directamente proporcional.
El caso es que si quería ver como por fin en una película no pasaba absolutamente nada, mostrando un desarrollo de abstención y contemplatividad, lo cual hubiera sido hasta cierto punto interesante, al final se trunca el experimento por poquita cosa, pero alguna actividad surge.
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17 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Liberación
Un canto a la libertad sexual y de la mujer, un perfecto alegato contra el machismo.

Adrien y Daniel son dos jóvenes amigos, atractivos, intelectuales y narcisistas. Haydée, con quien comparten casa de verano, es una joven guapísima que vive su sexualidad libremente y que actúa sin pretensiones. Esto molesta mucho a los dos chicos, que a pesar de sentirse atraídos por ella, la consideran inferior en el aspecto moral e intelectual, y la critican por su soltura a la hora de mantener relaciones con chicos.

Aunque ambos lo niegan, la obsesión que sienten por ella es cada vez mayor, hasta el punto en que la joven se convierte en el centro de atención absoluto y ambos hacen lo posible por poseerla, aunque lo esconden tras un juego de orgullo entre hombres.

Mientras, ella se mantiene ajena a todo esto. No por ingenua, sino todo lo contrario, pues se divierte con la situación, y ante las constantes críticas de los chicos, ella responde con el arma que más les puede doler: la indiferencia.

Y es así como los chicos cada vez son más dependientes de ella, mientras Haydée sigue viviendo libremente y sin sucumbir a los intentos de los chicos de hacerla sentir mal.

Éric Rohmer analiza y retrata el comportamiento humano con una exactitud implacable en este relato repleto de sutileza e inteligencia. Cuenta con un ritmo pausado que nos permite saborear cada plano, de una belleza alentadora, y fijarnos en cada grácil detalle, y que nos induce a reflexionar sobre temas que resultan actuales todavía en la actualidad.
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5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Otro drama psicológico a tener en cuenta de Éric Rohmer
La coleccionista de Éric Rohmer es un drama psicológico y comedia romántica de la Nouvelle vague basado en unos amigos que se reúnen para pasar unos días en una casa de campo, y una vez allí surge entre ellos sentimientos y pasiones. Dirigida con un ritmo sosegado y con el estilo particular e inimitable del director al estirar al máximo y con mucho acierto temas triviales o a priori menos interesantes para la trama de un film, es una obra magnífica y muy natural técnicamente hablando y también en historia e interpretaciones, dando una vuelta de tuerca más a los films habituales del director que encantará a los seguidores del género por su gran estilo y destreza fílmica en una forma de hacer cine que tan solo Rohmer sabe hacer.
La fotografía es bella y alusiva de la naturaleza en imágenes lumínicas y majestuosas que cumplen con una espléndida y confortante labor que es estéticamente notable en su definición gracias al talento de Néstor Almendros. La música es escasa y melódica y es usada en pocas ocasiones para no desviar la atención del espectador. Los planos y movimientos de cámara consuman una labor técnica personal del director mediante el uso de los detalles, seguimiento, generales, reconocimiento, plano-contraplanos, avanti, retroceso, subjetivos y cámara en mano que sacan lo mejor de las interpretaciones y su entorno.
Las actuaciones son naturales y verosímiles en su manera de aparentar que no están actuando. Cuenta con las colaboraciones de Patrick Bauchau que está convincente en su personalidad algo bohemia, Haydée Politoff que está sensual y provocativa en su papel de mujer fácil y Daniel Pommereulle que está creíble y acertado en su labor, siendo apropiados los acompañamientos de Alain Juffroy, Dennis Berry, Mijanou Bardot y Annik Morice. Para estos emplea la dirección artística unos vestuarios naturales e informales que con ropas coloridas y elegantes dejan clara la personalidad de los personajes en una buena tarea que junto con los exteriores te transportan in situ.
El guion, escrito por el director, es embrollado en sus conversaciones y continuas insinuaciones en un triangulo sexual y amoroso que expone el deseo con profundidad cuando los participantes tienen tiempo para explayarse en ello, logrando una obra personal e intimista del director que deja clara su libertad para mostrar temas que aún eran tabú en la mayoría de países por aquel entonces para deleitar al espectador con esos temas prohibidos. Esto se lleva a cabo con una narrativa con voz en off explicativa, siendo el resto profundo e intimista en sus largas conversaciones al estilo del director con temas triviales o aparentemente sin trascendencia personal.
Concluyendo, la considero una obra esencial en la filmografía y dramas psicológicos del estilo habitual del director que cautivará a todos sus incondicionales con su trama provocadora que incita al público con el sexo fácil por parte de una mujer en una época en la que no era bien visto en el resto del mundo, dando evidencias de gran libertad fílmica para agradar al espectador. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, fotografía, montaje, planos, movimientos de cámara, exteriores y narrativa que vuelven a La coleccionista, en un film personal y propio del director que es de visión obligada para todos sus seguidores.
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4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
No todo vale, y menos en Rohmer
Éric Rohmer fue uno de los grandes del cine francés, y un gran creador de películas, muchas de ellas inolvidables. 'La coleccionista' no está entre ellas y si lo está para algunos es gracias al atractivo de Haydee Politoff y de Patrick Bauchau, porque el resto es prescindible, incluso cargante. Cansan esos diálogos improvisados, esas pequeñas libaciones a vasos de tubo con un dedo de whisky, esos personajes tan ególatras que no durarían ni un minuto en una conversación entre verdaderos amigos y esa manera tan chapucera de mover la cámara y de emplear el zoom. Y además, todo resulta muy machista, con dos machos, a veces tres, compitiendo por llevarse a la cama a una chiquilla que no tiene ni voz ni voto, pero que dice mucho eso de 'hago lo que me da la gana' sin hacerlo nunca. Un tostón, francés, pero tostón.
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4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
La Coleccionista
Este film, realizado en 1967, es el tercero de los llamados ´´Seis cuentos morales´´, del director francés Éric Rohmer. La fotografía, a cargo del notable Néstor Almendros (recordar su increíble trabajo en aquel gran film de Terrence Malick, ´´Days of Heaven´´), es exquisita.

Una caserón situado en la Costa Azul, cercano a solitarias playas rocosas y aguas translúcidas, es el escenario en donde se desarrolla la historia. Sólo son tres los personajes principales: Adrien, Daniel y Haydée.

Acaso no sea tan importante el argumento, sino los diálogos, muchas veces acertados, profundos, poéticos.
La soledad, la independencia, el dandismo, el trabajo, el ocio, el amor, el ego, son los temas centrales.
Haydée es una bellísima chica, absolutamente libre y desprejuiciada, que encarna un tipo de Casanova femenina. Para la época, una mujer que pudiera elegir sin complejos su libre sexualidad, era algo no tan común. Desde luego, ella turbará la paz que Adrien estaba buscando en esas vacaciones tan ansiadas.

Como en casi todas las películas francesas, las acciones que mueven a los actores, parecieran muchas veces ajenas a nuestros comportamientos.

El film es correcto y tiene un guión por momentos fabuloso... de esos que no se hacen hoy.
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3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
En búsca de la ataraxia.
Contradictoria. Muestra a personajes despreciables que solo persiguen satisfacer su ego, mostrándose dispuestos en utilizar a otras personas con tal de conseguir su vil propósito. No obstante la propuesta fascina por la certeza con la que radiografía las emociones y el austero tono que emplea, que prescinde de elementos superfluos, contando solo lo necesario.

Esboza la esencia de la atracción mal canalizada, pues no son los buenos sentimientos los que afloran, sino unos posesivos que están basados en el orgullo (necesito atraerte para sentirme desead@, pero una vez que lo consigo ya no me interesas) y la manipulación, en lo que ante todo prevalece el temor a ser manipulado.

El miedo al rechazo, la insatisfacción crónica confieren en una contracción de rasgos desagradables que llevan por intención el denigrar al prójimo. Ya sea como coraza ante posibles nuevos daños o como justificación de la propia valía, normalmente ante otros testigos. Terrible.
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2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
PRIMERA GRAN PELÍCULA DE ERIC ROHMER.
Muy buena primera película de Rohmer. La considero la primera pues lo que había hecho antes eran cortometrajes y mediometrajes.

Uno de los puntos fuertes de la película es la localización en la casa de campo junto al mar y todo el entorno. Todas las ubicaciones por donde se mueven los protagonistas gustan mucho, le suman mucho a la película.

El otro punto fuerte son las interacciones de los dos hombres con la chica Haydée (Haydee Politoff). La chica está genial. Va siempre muy sobrada, da la impresión de que nada de lo que ellos hagan va a sorprenderla, ella se divierte con la situación.

La película interesa en todo momento, además no es muy larga, dura 1 hora y 22 minutos.

Una buena primera película de Rohmer, donde ya hurgaba en la complejidad de las relaciones, con buenas actrices en un entorno idílico.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Lo superficial con apariencia de profundo.
Interesante en cuanto testimonio de cómo cierta clase de personas encuentran un goce patológico en convertir sus preciosas, únicas existencias en una mera pose que se agota en el absurdo ejercicio de poner todo lo que pueda considerarse sublime en ser humano (la contemplación de la belleza, su búsqueda respetuosa de la verdad ...) al servicio de sus pasiones más rudimentarias. O, dicho de otro modo: un perfecto retrato del esnobismo más zafio.
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10 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Pedantería de la buena
Francamente, me gusta la base sobre la que se ha contado la historia, la personalidad de la protagonista femenina es sumamente interpretable.

Cada diálogo habla de curiosidades varias, pequeñas reflexiones que no están excentas de algo de verdad pienses como pienses ya que si hay gente exactamente así, y no obstante la película cuenta que no importa lo artificial, pedante, vanidoso, orgulloso, elitista o vanguardista que seas, ejemplifica una verdad (leer en spoiler.)
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3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
"En el amor, la belleza es esencial"
La película se centra en tres personajes, Haydée (Haydée Politoff) una guapa chica que tiene mucho éxito con los hombres, Daniel (Daniel Pommereulle) un pintor conceptual y especialmente en Adrien (Patrick Bauchau), un tipo que decide por mutuo acuerdo pasar el verano alejado de su pareja.

Adrien sirve como narrador del film que se desarrolla cuando estos tres personajes coinciden en la casa de campo de un amigo en común donde pasarán el verano, Adrien desea pasar un tiempo en soledad sin hacer prácticamente nada, sin embargo, las cosas pronto se irán disgregando.

La collecionneuse es una película que se sirve de múltiples reflexiones que van desde el arte hasta la vida misma, siendo lo principal los temas referentes al amor y como cada personaje lo va manejando, siempre viendo el punto de vista de Adrien.

Este film como tal no me ha convencido en su desarrollo, la trama en ningún momento hizo que me sintiera atraído, el asunto de la coleccionista es interesante y un tema al que se le pudo sacar un mejor provecho, en cuanto al tema moral, pero no queda finalmente en nada.

Quiero mencionar que la voz de Bauchau me terminó aturdiendo, se excede el recurso de la voz en off. A destacar las actuaciones por parte del elenco, bastante naturales se desenvuelven bien, además que la película se sirve de parajes naturales muy bien escogidos para buena parte de su desarrollo, en general para mi queda debiendo.
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2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
No decir nada hablando mucho
Al parecer, a juzgar por algunas críticas en esta página, no ha pasado el deslumbramiento por Rohmer. Esta película, como las otras de la serie, vale hoy como testimonio histórico de una época en la que dominaba la palabrería retórica.
Me imagino a los cinéfilos de la época diciendo ¡Qué inteligente Rohmer!
Pero, vista hoy, la película es muy antigua y, sobre todo, muy falsa. Hablar, hablar y hablar para no decir más que vaguedades disfrazadas de filosofía.
El personaje central, Adrien, es un creído aburrido, que no convence a nadie.
Mejor está, en todos los sentidos, Haydée, que va de lo que va, de cachonda consciente. Pero incluso a ella Rohmer le hace decir la simpleza de que está esperando algo más serio...
Esta películas salían baratas. Se rodaba en una casa y al aire libre, pocos personajes, ninguna acción y venga a hablar...
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4 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
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