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67 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
8
Genial cuarteto
Siempre he admirado a los que se dedican a la música, pues es una profesión que exige una entrega absoluta, trabajo constante, talento y fuerza de voluntad, pasión en lo que se hace. Los músicos son seres raros, solitarios en su mayoría, sin tiempo ni ganas de establecer relaciones duraderas.
La película refleja bien este aspecto, lo difícil que resulta compaginar lo personal con este trabajo. Es un debut notable en la dirección, un guión inteligente, se apoya en unas interpretaciones fabulosas (inmenso Christopher Walken). Explora la vida de los miembros de un cuarteto de cuerda, mostrándonos sus manías, obsesiones y fobias, sus debilidades y fortalezas, su entrega, sus diferentes maneras de enfrentarse a sus respectivas existencias, de abordar el arte que practican, de aproximarse a él. Son cuatro personas muy diferentes unidas por una pasión común.
Pero también nos habla de la vejez, de la enfermedad, la muerte, de cómo llegado el momento tenemos que empezar a despedirnos de todo, incluso de lo que antes consideramos vital y constituía el motor de nuestra vida.
La película posee detalles tan originales como que, hacia el final, cuando uno espera asistir a la reconciliación de los miembros del cuarteto (una vez presentados sus desencuentros) ésta se nos escamotee. La película huye de convencionalismos, estudia a sus personajes con profundidad, utilizando como arma principal la sutiliza. Muy buena.
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34 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La perfección del artista
Si se cuenta una breve sinopsis de la película, la reacción entre la gente es, además de variada, muy delatora: Un experimentado cuarteto de cuerda aspira tocar a la perfección el Opus 131 en Do menor sostenido de Beethoven, así, por ejemplo, sin destripar demasiado. Y dicho lo cual saltan los prejuicios culturales (los palomiteros más descerebrados dirán que es un tema para “gafapastas”) o bien surge el posible interés por el tema para los más curiosos, aunque sea meramente debido a su originalidad con respecto a otros títulos habituales. Y es creo la postura más acertada, porque si no se la pierden. Recuerdo en estos momentos una entrevista a Woody Allen donde comentaba que fue a ver lleno de expectación “Todas las mañanas del mundo” porque la protagonista era una viola de gamba, lo cual le pareció fascinante, y salió encantado. Y de eso hace ya décadas. Quiero decir que “El último concierto” no es un film elitista, ni “cultureta”, aunque sea muy neoyorkina y su ambiente sea refinado. Es un film emotivo, si se quiere incluso un regalo para los profesionales que sean artistas (no solamente músicos) pero donde se habla del tesón y del esfuerzo, de la superación personal y de la vida en sí, pero sin grandilocuencia, con mucha verdad. Yaron Zilberman sabe de lo que habla aunque ha sido ambicioso en su objetivo, como hubiera hecho Paul Thomas Anderson. De hecho puede pecar en algunos aspectos de frío, como siempre le achacan a un debutante, pero creo que su intención ha sido valiente, muy bien pensada, y por ello creo que me merece más adulación que reparo. Importante sería destacar que no es un film coral “de actores haciendo de músicos”, son actores que encarnan a músicos, que es algo muy diferente. Para ello se han entrenado a fondo con profesores, no para un lucimiento espectacular, sino en función a la historia, que es bien distinto. No hay en ella grandes alardes interpretativos a cámara pero sí grandes actuaciones, contenidas en muchas ocasiones, y donde no solo el sonido o los silencios están muy medidos, si no también la voz y sus inflexiones de voces. El trabajo actoral parece ser que no ha sido muy llamativo para el gran público pero sin duda, para el que entienda bien del tema, esto es todo un lujo. Es imperdonable que no se hayan fijado en ellos para los renombrados Oscars, porque Mark Ivanir, Imagen Poots o Hoffman hacen un gran trabajo. A Catherine Keener ya va siendo hora que de una vez por todas reconozcan su valía, porque cada día lo hace mejor, y sobre todo Christopher Walken, que solo por su intervención final merecía mucha más atención y halagos. Será que se lo estarán guardando para su próxima película con Eastwood donde le van a resarcir de tanto olvido. Y por último comentar que entre los agradecimientos mencionan a “nuestro” Javier Aguirresarobe, uno de los maestros de la fotografía. Yo de camino también, porque le respeto y le agradezco que en su vida personal sea tan cortés como profesional, y cuanto menos es tan “agradecido” como cuenta Walken sobre Pau Casals en la película. Dicho queda.
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30 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Un cuarteto final
El título hace una polisémica alusión al sentido de "final" una, relacionada a la historia y, la otra, al orden numérico (y de importancia) del opus 131 de Beethoven que se escucha en el film. Curiosamente, quien guste de la música descubrirá que esta película, del debutante (no lo parece en absoluto) Zilberman, no comparte para nada la tremenda dificultad para los oyentes (y ejecutantes) de esta serie de 4 cuartetos o 5, si contamos la "Gran Fuga". Al contrario, la historia del Cuarteto "La Fuga", formada por los personajes a los que dan vida los cuatro actores principales, iniciada hace 25 años, se parece a la de una familia (casi) corriente, endogámica, relacional y musicalmente. Dos de los intérpretes, son un matrimonio, Hoffman y Keener, hija de un miembro de otro cuarteto, cuya muerte en el parto la dejó a cargo de otro de los integrantes, Walken, mayor en edad e importancia (casi fue discípulo de Pau Casals), casado con una mezzo-soprano (cuya imagen y voz es, nada menos, la de Anne Sofie von Otter); el último miembro, Ivanir, del cual se sabe menos -excepto lo preciso de su técnica-, entrará en juego por circunstancias argumentales. Todos, genialmente representados por verdaderos "monstruos" de la actuación, aunque yo, particularmente, me deslumbre, sin desmerecer a nadie, incluso a priori, por Hoffman y Walken ¿Alguien se lo imagina como ejecutante de chelo y "figura paterna" normal? Incluso se lo pregunta el propio director, en una entrevista, aunque afirma que fue el primer elegido. Es remarcable que también sea el propio Zilberman el que diga que su idea germinal fue contar la historia de una familia que se desestructura. "A late quartet", precisamente, creo, debe su (aparente) sencillez expresiva a ese paralelismo (una sola elipsis, bastante audaz, pero extraordinariamente justificada, para llegar a un final dudosamente abierto, excepto en cuanto al nuevo sonido que probablemente producirá). Todo en el Cuarteto sucede, como dije, en una familia al borde del derrumbe por una causa imprevista, con la aparición de lo oculto, con sus secuelas (a veces inconscientes) inesperadas y desesperadas, con reivindicaciones que siempre se han disimulado, con nuevos deseos... Todo augura la "decadencia y caída", pero todo está inmerso al mismo tiempo dentro de la humanidad y los sentimientos de una gente que, en mayor o menor medida, expresa la común necesidad de la seguridad de da lo permanente y el miedo al abismo de lo desconocido. Una película excelente, filmada con seguridad (sin los típicos -e insoportables- alardes inútiles de los inseguros primerizos) y con el valor agregado (¿agregado?) de esos, ya señalados, magnífico actores. Sólo con la impecable técnica y con ellos (y sus aportaciones: también lo cuenta el director), Zilberman podría haber enfocado la cámara y !listo! "Se non è vero è ben trovato". Altamente recomendable, tal vez no para todos, despierta en el espectador el sentimiento y la emoción ante la humanidad y el poderío estético de este film, algo que se agradece; sobre todo ante la cualidad de la mayoría del cine actual. Para terminar, una observación: la lectura de "El tiempo pasado y el tiempo presente...", inicio del primero de los "Cuatro cuartetos" de Eliot, que hace Walken en la clase que imparte, probablemente, en la"Julliard", es una referencia al tiempo que rige, sí, inexorable, voluntariamente, la estructura de la película pero no tiene otra relación con el Opus 131 de Beethoven que su perfección (en Eliot es un nombre simbólico, en Beethoven una organización -aunque, a veces, agregue un movimiento- férrea a la que debe ceñirse). Es el único error de un film interesantísimo.
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16 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Opus 131
Ocho años después de su premiado documental "Watermarks", el director estadounidense de origen israelí Yaron Zilberman nos invita a un festival de música clásica y emociones con su primera película de ficción. "El último concierto" (A Late Quartet) constituye un trabajo admirable por su sencillez y por su complejidad que cuenta con un preciso guión que explora sin complejos y sin mentiras el universo individual y social elegido: un prestigioso cuarteto de cuerda ("La Fuga") ubicado en Nueva York que llevan tocando juntos 25 años. El diagnóstico de la enfermedad de uno de ellos será el desencadenante que hará salir a flote todas las tensiones y miserias inherentes a la condición humana y confrontándolas con las exigencias supremas del arte y la belleza que en el film aparecen expresadas en el "Opus 131" de Beethoven y que pondrá a prueba esa armonía que parecía tan perfecta.

Todo ello aderezado con una puesta en escena rigurosa que busca el alma de sus personajes en cada escena, consiguiendo que la música aparezca como un reflejo de la convivencia y las relaciones humanas donde cada cual tiene su función y contribuye al todo armónico; unas magníficas interpretaciones tanto de los actores ya refutados (Philip Seymour Hoffman, Christopher Walken, Catherine Keener) como de los menos conocidos (Mark Ivanir, Imogen Poots); y una magnífica banda sonora a cargo de Angelo Badalamenti (con el beneplácito de Beethoven).

En resumen, un film sencillo (y a la vez complejo), equilibrado, intimista, que gustará a los amantes de la música clásica y a todos aquellos que busquen historias humanas de personajes bien dibujados que tienen cosas que contar y que emocionan por su búsqueda de la armonía interior.
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15 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
"Y que ser parte del grupo requiere convertirse en uno"
Película que sigue a un experimentado grupo de músicos que conforman un cuarteto de cuerda, con un cuarto de siglo de haberse juntado realizan un concierto para celebrar el aniversario.

Cuando al chelista Peter (Christopher Walken) le diagnostican los inicios de la enfermedad de Parkinson, comienzan una serie de problemas a lo interno del grupo, más que nunca, las diferencias entre las diferentes personalidades se denotan.

A Late Quartet es un film que muestra un meticuloso estudio de los distintos personajes que aparecen en escena, así como del grupo mismo, donde de una agradable forma vamos viendo su génesis.

La película se va desarrollando de forma correcta, sostenida por unas actuaciones solventes por parte de los protagonistas, el hilo dramático está siempre presente, viéndose por momentos aumentado en una muestra del carácter de los personajes.

El film está lleno de sentimentalismo, pero no de un sentimentalismo empalagoso, sino de uno sincero y agradable; y sobre todo, se encuentra lleno de pasión, por la música, por las personas, por el grupo. Una pequeña joya sin duda alguna.
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12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
2
Muchas palabras, poca música
El cebo es el Opus 131 de Beethoven, la excusa. La realidad, lo que en verdad es la película: una sucesión de crisis existenciales, explicaciones, más crisis, más explicaciones, alguna lágrima, un poco de sexo, psicologismo pedestre, dramatismo facilón e infinidad de palabras; un aluvión, una avalancha de diálogos pesados, repetitivos, plúmbeos, que justifican, cuestionan y moldean las continuas rabietas, terquedades y cuitas del cuarteto (quinteto con la incursión delirante e inverosímil de la guapísima hija) que nos ocupa.
La idea central es analizar (iluminar) las sutilezas, los difíciles equilibrios, la lucha de egos; las complicadas y frágiles relaciones que se establecen entre cuatro prestigiosos profesionales de la música; observar cómo influye lo personal en lo laboral; comprobar cómo es necesario sacrificar lo individual en el altar de lo colectivo; esa es la idea, la intención de la película. El resultado es la tremenda desproporción entre la atención que se dedica al vulgar parloteo dramático (inmensa) y a lo puramente musical (escueta). Nos perdemos, nos agotamos e irritamos con los vaivenes, enredos y encuentros de unos personajes que se pasan la película atrapados en tópicos sentimentales y que avanzan torpemente condicionados por continuos golpes de efecto cansinos y en algunos casos directamente ridículos (la conversación madre-hija pasma por lo exagerado; la amante flamenca de Hoffman chapotea en el lugar común).
Resumiendo: la película hubiera sido mejor con menos enredo teatral (la historia se ahoga por el exceso de trama y diálogos) y más profundización en los verdaderos entresijos de la profesión y en la historia de la música.
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23 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
CRITICA BREVE Y CONCISA
Suelo leer solamente las críticas directas y concisas que no se pierden en palabrería que solo rellenan espacio y hacen que te alejes del entramado que es la razón por la que nos decidimos a escribir, e informar a otros usuarios.

No me ha gustado El último concierto, porque desde los primeros minutos sabes como va a concluir, y... sucede. Un par de apuntes sobre música no bastan para despertar el interés de un espectador que aguarda algo más cuando se enfrenta a una película dirigida a nuestra parte emocional.
Me da igual la enfermedad del protagonista. Sus problemas son comunes y la manera en que los maneja, idéntica a como lo hacemos miles de anónimos diariamente,no aporta nada y
me aburrió sin conseguir despertar el más mínimo interés. Estaba deseando que terminase. Mil veces vista.

Un cuatro.
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10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
La Fuga desafinada
La Fuga se llama el cuarteto de cuerda protagonista. Desde luego no es aleatorio. Todos los personajes huyen de algo. 4 personas y 25 años de relación. 25 años de relación que parece que van a llegar a su fin cuando al chelista le diagnostican Parkinson y todo el universo que se habían esforzado en construir se derrumba a su alrededor. Celos, mentiras, deseos se entremezclan con su trabajo.

Entre la tempestad de sentimientos el chelista les pedirá que <<empiecen con el Opus 131 de Beethoven, que tiene 7 movimientos, cuando el estándar era 4. Y están todos conectados. No se debe parar entre movimientos. Beethoven insistió en que se tocara attacca, sin pausa. ¿Intentaba quizá indicar cierta cohesión, cierta unidad entre los fortuitos actos de la vida? O quizá por estar sordo, solo y presintiendo el fin, sintió que no le quedaba tiempo para hacer una pausa y respirar. Para nosotros significa que al tocar tanto sin pausa, nuestros instrumentos se desafinan con el tiempo, cada uno de una manera diferente. Es un desastre. ¿Qué vamos a hacer? ¿Parar? ¿O luchar para ajustarnos a los demás hasta el final incluso si estamos desafinados?>>.

Una película íntima, que encierra un enorme dramatismo entre cuatro pequeñas paredes. Una película sobre las heridas cicatrizadas pero no cerradas. Una película sobre el relevo y la aceptación.
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6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Interesante opera prima
Me he enterado que Yaron Zilberman había pensado hacer una película sobre una familia desestructurada pero finalmente, su amor a la música, lo llevó a filmar esta interesante versión sobre la desestructuración de un cuarteto de cámara, que llevan trabajando juntos, y con gran éxito, un cuarto de siglo. El tema del cuarteto se relaciona ademas con los últimos cuartetos que Beethoven compuso cuando estaba ya completamente sordo y que según parece son de una absoluta complejidad en el plano de la ejecución.
El desencadenante de la acción es la enfermedad invalidante de uno de ellos, eso da lugar a que surjan temas personales viejos y nuevos en los que se dejan traslucir relaciones de endogamia y música.
Un quinteto de actores espléndidos, Walken en un personaje lejos de aquellos a los que nos tiene acostumbrados de viejo raro o de ganster, Hoffman siempre perfecto, Keener y el ruso Mark Ivanir estupendos acompañados de una chica llamaga Imogen Poots que promete mucho.
Es de agradecer la presencia breve pero siempre simpática de Wallace Shawn el amigo de Woody Allen.
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6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Sencilla y conmovedora
Así es como puedo definir esta película, de la que me enteré por medio de esta página sobre su existencia.
Conmovedora gracias al personaje ( maravillosamente actuado) de Christopher Walken, de quien no es novedad su nivel actoral lo mismo que el de Philip Seymour Hoffman. Pero el resto del elenco no desentona para nada y estan en plena forma contandonos los problemas internos de este cuarteto de cuerdas.
Ni hablar de la música . Viva Beethoven.
Una propuesta altamente recomendable para amantes del cine bien interpretado y para amantes de la música.
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Pura delicia
Empezaré por lo malo. La película es americana, con todo lo que ello lleva consigo. Una de las cosas típicas de las películas americanas es que parece que las cosas tengan que dártelas mascadas, que siempre que alguien hace algo malo te den poderosísimas razones para que lo entiendas, que casi nunca un “bueno” puede cometer un error o hacer algo incorrecto porque los humanos somos imperfectos, no, siempre hay una razón enorme para que uno que en la película tiene el papel de “bueno” cometa un desliz. Eso no me gusta, y aquí pasa, y pasa con casi todos los personajes, ya que todos son “buenos”.

Tampoco me gustó mucho la subtrama de la bailarina española que se enamora de Phillip Seymour Hoffman, un excelente actor (uno de los mejores del mundo) capaz de hacer creíble cualquier papel menos el de rompecorazones. Que una chica joven y guapa se enamore de él es de película de ciencia-ficción, y esta no lo era.

Por último, el tema de la hija, guapa, rebelde, y con un inmenso talento para tocar el violín, tampoco me la trago. Yo creo que es un personaje que quizá está de más en la película, o no está bien tratado.

El resto, pura delicia. He disfrutado mucho con la película. No se hasta qué punto se debe a la propia calidad de la misma, y hasta qué punto tiene que ver que las úlitmas películas que había visto me habían gustado bastante poco. Pero el caso es que la gocé bien.

Después de verla me entero de que es el primer largometraje de este director, Yaron Zilberman, y desde luego no lo parece. La película está realizada con temple, y hay una magnífica dirección de actores. Ya, ya se que se trata de unos actores de tan alto nivel que no hay que ser un maestro para sacar jugo de ellos, pero en este caso se nota que están muy bien dirigidos, además del talento que tienen ellos.

Tan claro que el director es nuevo en esto de dirigir películas como que no tiene nada de novato en conocimiento de la música clásica. Se nota que sabe del tema y que ama la música, porque además logra transmitirlo. Le sobra conocimiento, de eso se da cuenta cualquiera que la vea. Por lo tanto, la música de la película ya se entenderá que es formidable. Y si a la buena dirección de actores, al acertado manejo del ritmo de la historia, añadimos unos preciosos planos del invierno en Nueva York y un pulcro respeto por los personajes, a los que terminamos entendiendo tanto en sus virtudes como en sus miserias (excepto, ya digo, las dos chicas jóvenes), nos sale una película de gran calidad, un brillante debut como director.

El cuarteto de actores es de lujo. Tenemos al primer violinista, Mark Ivanir, un actor al que no conocía, y si le he visto, no le recuerdo. Hace de músico disciplinado, perfeccionista. Un tipo solitario y reprimido, que solo parece ser feliz cuando toca el violín. Lo borda.

Philip Seymour Hoffman, el segundo violín. Palabras mayores. Un actor que no sabe hacerlo mal. Interpreta a un violinista que lucha continuamente por ser reconocido, por ser más tenido en cuenta dentro del cuarteto, y también por su matrimonio, ya que siente que su mujer no le quiere demasiado. Cuando intenta que durante los conciertos sea él el primer violín alternando con el otro, su mujer se pone en contra y se empieza a desencadenar el drama. Está genial, como siempre. No hay papel que le quede grande, lo desarrolla con una naturalidad y un empaque que difícilmente se aprende. No me imagino a nadie mejor para el papel.

Catherine Keener, la mujer de P.S. Hoffman en la película. Toca la viola en el cuarteto. Sensacional también. Está casada con un hombre del que no está enamorada, pero tienen una hija en común y sigue con él hasta que logra la excusa perfecta para dejarlo. Ama el grupo y trata por todos los medios de salvarlo. Sufre por la enfermedad de Christopher Walken, por la separación de su marido y por su nefasta relación con su hija. La Keener (¿sigue casada con Dermott Mulroney?) brilla con luz propia y demuestra que tiene mucho más talento del que, seguramente, ha mostrado hasta ahora.

Por último, el gran Christopher Walken. El violonchelista. Se sale de la pantalla. Rebosa elegancia y saber estar por todas partes. Todos los aficionados al cine sabemos que estamos ante un actor de primerísimo nivel que lleva toda la vida dando lecciones de interpretación, pero a mi me sigue asombrando. Cuando él está en la pantalla, se los come a todos, no se puede mirar a otro lado. Está inmenso. Cuando se sienta a escuchar un disco en el que canta su difunta mujer no puedes dejar de compartir su emoción. Y su intervención final, que tardaré en olvidar. O cualquiera de sus lecciones en la clase de música que imparte (la anécdota de Pau Casals, o lo cabrón que era Beethoven por conectar siete movimientos y hacer que no se pueda hacer pausa entre ellos, escenas para el recuerdo).

En esta película, la música es lo principal, hay que saberlo. Se tocan otros temas, la vejez, la enfermedad, la amistad, el matrimonio, los hijos, el egoísmo, pero salvo éste último, todos muy de soslayo. El egoísmo sí está presente durante toda la película. Los personajes se enfrentan a él. Al suyo y al de los demás. De hecho, como de música clásica en general y de Beethoven en particular no puedo opinar mucho porque soy profano, el debate que tuve tras ver la película fue sobre el egoísmo. La conclusión fue que hay pocas cosas tan humanas como el egoísmo. Incluso los generosos son egoístas, por lo tanto, es un defecto con el que hay que ser indulgente.

En definitiva, una película que hay que ver. Es sencilla, poco pretenciosa. Culta pero accesible. Tiene sentimentalismo pero no empalaga, sino que conmueve, y exalta la pasión. En la vida y en la música. Versión original subtitulada obligatoria, como siempre.

http://keizzine.wordpress.com/
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6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Paseando penas por las orillas del East River
Una noticia inesperada hace que uno de los mejores cuartetos de cuerda del mundo se tambalee. Donde solo había armonía, al día siguiente de conocerse el serio inconveniente al que habrá de hacer frente el veterano violonchelista del grupo, comienza el resquebrajamiento en forma de celos profesionales, crisis de pareja y confesiones emponzoñadas por el tiempo de clausura. Las notas, que habían tejido un manto de concordia y comprensión, se tornan dardos y nadie relacionado con el entorno resulta ileso. Los músicos, acostumbrados a mecerse en las nubes, entre vítores y excelencias, tocan el suelo y se descubren seres indefensos ante la intemperie de la realidad.

Asistimos los espectadores, desde la distancia, al trasiego emocional de estos artistas neoyorquinos que sacan a pasear sus penas por el Central Park, las orillas del East River o cualquier lujosa calle del Upper East Side, pero que sienten la lengua trapajosa y las dentelladas de la soledad igual que cualquier ciudadano resacoso y con el alma herida del barrio de Vallecas. Aunque esto no impide que pensemos (equivocadamente) que no es lo mismo pillársela con un "Don Simón" de cartón que con un The Macallan 1824 Series (el whisky más caro del mundo,dicen).

Los actores demuestran gran oficio y hasta nos hacen creer que tocan, o al menos nos lo hacen creer a los que nunca hemos llegado más allá del Tamborilero interpretado a la flauta.
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
ver música
Una exquisita inmersión en el mundo de la música, las pasiones que la engendran y que ella despierta en nosotros. Soberbia interpretación de los cuatro miembros del cuarteto. Un imprescindible contrapunto al tsunami de explosiones, asesinos, zombis y demás seres fantásticos que invaden las pantallas en nuestros días. ¡Gracias Zilberman!
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5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
El fontanero, su mujer y otras cosas de meter
Cansina, pedante, lenta y snobista película, cuya trama es de lo más vulgar y socorrido, pero al tratarse de concertistas de música clásica, debería ser sublime.

Hagamos un ejercicio de imaginación; supongamos que en vez de concertistas son fontaneros. Así tenemos que el jefe de "Gotera fontaneros" está enfermo y debe dejar su empresa a sus empleados; Puri (la secretaria) está casada con Rafa, uno de los fontaneros. Éstos, a su vez, tienen un hija poligonera, Jessica, que se enrolla con el otro fontanero, Pepe, amigo de la familia. A su vez Rafa ve que no le quieren de jefe y se va de pilinguis, liándose con la que pone las copas en el bar de la esquina, descubriéndolo Puri y echándolo de casa. Luego se enteran del lío de la hija y se monta la de San Quintín, pegándose en el taller con las llaves inglesas. Aunque no se lo crean, acabo de contarles la película. Porque "El último concierto" es esto, una zafia y vulgar historia de cuernos, problemas laborales, envidias, traiciones y demás... eso sí, aderezado con música clásica de Beethoven, visitas a museos para ver cuadros de Rembrandt y disertar sobre la vida, sueños y demás zarandajas....

Historia muy trillada con buenos actores, eso sí, como Walken y Seymour Hoffman. Pero no evitan que la película sea pretenciosa cuando se trata de un simple telefilme de esos de Antena 3 que pasan los fines de semana.
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5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La última nota de Philip Seymour Hoffman
Como si de una premonición se tratase, el título de la película ha supuesto la última gran actuación de Philip Seymour Hoffman. El ganador de un Oscar al mejor actor principal por “Capote” nos ha dejado a los 46 años. Su sola presencia en un reparto era sinónimo de calidad dando credibilidad a cada personaje que interpretaba. Una triste noticia difícil de digerir para todos los amantes del cine pero que gracias a la magia del séptimo arte, su legado permanecerá imborrable en la retina del espectador.

Es el caso de El último concierto, primer largometraje del director israelí Yaron Zilberman que trata sobre un cuarteto de cuerda que tras 25 años de carrera conjunta recibe un durísimo golpe: uno de sus miembros padece una grave enfermedad que le obligará a dejar su carrera profesional. Este hecho unido a la inseguridad sobre el futuro del grupo provocará un torrente de emociones y hechos que amenazarán la unidad del mismo.

Zilberman dirige con acertado pulso y ritmo a un grupo de sensacionales actores. Los cuatro protagonistas son intérpretes de notable calidad que han destacado en algún momento de su carrera como protagonistas, pero que sin duda sobresalen en papeles más secundarios, dando empaque y calidad a los repartos en los que figuran.

Así, junto a Hoffman, nos encontramos a Catherine Keener (Vivir rodando, Como ser John Malcovich) habitual del cine independiente norteamericano; Mark Ivanir (El viaje del director de Recursos Humanos) y destacando por encima del resto a Christopher Walken (El Cazador, La zona muerta). El actor neoyorquino da un recital con su soberbia, contenida y conmovedora actuación. Sus miradas, su voz crepuscular dando lecciones sobre la vida y sobre la música le aúpan un escalón por encima al del resto de sus compañeros. La escena en la que cuenta la anécdota sobre Pablo Casals es uno de los mejores momentos del film.

Prácticamente todo funciona en “El último concierto”; las relaciones entre cada uno de los miembros del grupo, sus anhelos, frustraciones y resquemores afloran y el espectador percibe cada una de estas sensaciones como si fueran propias. El único pero que se le puede poner es el personaje de la hija de dos de los miembros, un tanto desdibujada y con una importancia relativa en la historia. Pese a ello, no entorpece en la trama y protagoniza uno de los pocos momentos divertidos del film.

Disfrutamos así de una obra sin fisuras, emocionante, realista, sin altibajos y que se beneficia de un grupo de actores en estado de gracia. Todo un logro para una época del año caracterizada por la sequía de títulos de calidad en nuestros cines. En definitiva, reflejo de lo que fue la carrera profesional de un actor irrepetible: Phillip Seymour Hoffman.

Más sobre esta y otras películas en el blog: argoderse.blogspot.com.es
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Unidad por encima de sentimientos.
El cuarteto de cuerda 'La fuga' lleva dando conciertos 25 años, desde el principio con sus mismos componentes. Daniel, primer violín, su creador; Peter, violoncelo, el mayor del grupo; Robert, segundo violín; y, Juliette, viola. Estos dos últimos son matrimonio.

Todo funciona en buena armonía dentro de ese grupo hasta que la enfermedad del más veterano de ellos pone a prueba la cohesión del estrecho círculo. Aparecen entonces dificultades tales como celos profesionales y otras más personales, 'La fuga' ve seriamente amenazada su continuidad. Al final el sentido de la unidad, el de mantener unido al cuarteto, vence sobre los sentimientos de cada uno de sus componentes los cuales podían suponer la ruptura.

La película es de una factura sencilla, quedan bien expresadas, por parte del director, las distintas emociones de los integrantes del cuarteto; pero la solución final parece un tanto forzada y, además, algo melodramática. Al espectador le queda la sensación de no saber por qué es más importante, para guionistas y director, el conjunto artístico que la vida de cada uno de sus componentes para sí mismos, algo que, por otra parte, es muy discutible.

El cuarteto de cuerda de Beethoven, opus 131, nos acompaña durante todo el film, pero vale la pena también destacar la música original de Angelo Badalamenti.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Una prolija interpretación
Claro que es una película para un público ávido de calidad, sin duda que el gustoso de la música clásica la tiene que ver, no hay dudas que el plantel actoral nos anticipa un trabajo que no va ha defraudar.
Todo este set de bondades se cumplen en la película, ahora bien, las relaciones interpersonales, el egoísmo, los desplantes de la vida, el amor, la tristeza, desconocen de exigencias intelectuales, solo se nos presentan en el camino, y tratamos de aplicar nuestro ser, nuestra esencia en su resolución. Es por esto que invito al ocasional observador de esta crítica que quizá dude en el placer que le puede brindar el film, a dejarse llevar por la curiosidad, de disponer de ánimo para ingresar a un mundo tal vez poco frecuentado en lo que a arte se refiere, tome asiento, recomiendo alguna bebida espirituosa para acompañar, y disfrute de la prolija interpretación de este virtuoso cuarteto.
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3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Walken, gran papel, magnífico actor
Una película que se puede mirar y oír, sintiendo placer estético en general, con algunas cosas que desentonan un poco pero que no afectan realmente a lo que son el tema y el argumento, ofreciendo, por otro lado, varios momentos emotivos. Bien dirigida, e interpretada con especial brillantez por Christopher Walken y Philip Seymour Hoffman, que tienen los papeles de los personajes más interesantes y mejor trabajados.
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3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
LECCIONES
Hay películas con vocación de pequeñas que en realidad perdurarán en nuestra memoria, lo cual las hace películas grandes. Nos encontramos ante una lección vital narrada a través del mundo musical, sus egos y su creatividad (magistral el diálogo sobre Pau Casals). Una lección sobre el final y sobre las pérdidas y el distanciamiento; y sobre cómo afrontar esto con dignidad. Saber pasar del protagonismo del escenario a la última fila de butacas, y mantener la dignidad intacta.
También nos hallamos ante lecciones magistrales de interpretación, contenidas, profundas, muy emocionantes. Mención especial para Catherine Keener (esa gran actriz del cine independiente) y para el inmenso Christopher Walken, su personaje y su actuación dan sentido a la historia y a cada una de las lecciones de vida que presenciamos. Su secuencia final es absolutamente memorable. Su manejo de la voz y del movimiento corporal, su serenidad frágil. Un hombre grande que sabe agradecer. Y, nosotros, maltratados espectadores, debemos saber agradecer esta pequeña gran joya, realizada (estoy convencido) con un profundo amor por el cine, por la música y por el arte en general. Realmente hermosa y conmovedora.
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3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
La fuga, un sólo Latir.
Buena película, sin complejidad que oriente al despiste y emotiva, especialmente en la parte que le corresponde a Walken. Esta es una película que en su parte exclusiva destinada a la Música, es puro deleite gracias a la técnica. Digamos que, en casa, un buen CD comprado hace años y que fue grabado en estereo triple D, y con esmerado cuidado, no suena a nada parecido cuando se le compara con el AC3 o el DTS de la película. No hay color y merece la pena oir la película con la profundidad de cinco altavoces.
Referente a la historia, la trama, los acontecimientos y los personajes, todo transcurre con los adornos suficientes para lograr el entretenimiento dentro de un contexto perfectamente idealizado en el mundo musical. Celos, traiciones, disputas, silencios, rencor y otras pequeñas singularidades la hacen interesante hasta el final.

Muy recomendable.
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