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116 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
7
Sobre las tablas
Ver esta adaptación de Anna Karenina en un cine antiguo y en VO le añadió un plus a la propia película, pero parto de esta premisa a la hora de hacer mi aportación...

En esta película destaca el poder visual de cada plano y el carácter teatral (la mano de Stoppard es más que evidente) de todo el film, que se desarrolla (salvo algunos exteriores) en la escena de un teatro. Es la gran baza de la película, que pretende ser teatro, incluso la interpretación de los actores induce a ello. Destaca el movimiento, las coreografías, la música, el color, el contraste, la emoción por encima de indagar en la gran novela de Tolstoi. Las tramas se tratan con cierta superficialidad, pero cada ambiente es esbozado de manera más que satisfactoria y pese al metraje, no resulta pesada. Por otra parte, el final, todos lo sabemos...

Es una película de Joe Wright y ello acarrea tener a su musa Knightley en el papel de Karenina, que lo interpreta dignamente, aunque le falte cierto peso (no pun intended) y brille más en la parte voluble y febril de Karenina, que en la de mujer decidida y arriesgada del personaje. Jude Law defiende notablemente el papel de Karenin, frío y envejecido pero en el fondo tan enamorado de Anna como de su posición. La peor elección del reparto, en mi opinión, es la del afeminado en este caso, Vronski, que más parece el Tadzio de Muerte en Venecia que el ardoroso militar que enamora a Karenina. Como en toda película británica el reparto de secundarios es espectacular, del primero al último.

Merece la pena verla en sala de cine

Lo mejor:

-el carácter teatral
-la dirección de fotografía
-los secundarios

Lo peor:

-relega a la oscuridad partes importantes de la novela de Tolstoi
-Karenina/Vronski
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67 de 75 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Mis heroínas de novela: Anna Arkadievna Oblonski
Le tengo especial cariño, porque de las novelas decimonónicas que tratan sobre las mujeres caídas, la de Tolstoi es mi preferida. Ana Ozores de “La regenta” de Clarín le sigue; y mucho más atrás Emma Bovary de Flaubert, por quien nunca conseguí sentir demasiada empatía.
Joe Wright recrea a mi Anna perfecta, la que estaba en mi cabeza desde que leí el libro por primera vez. Renuncia a un estilo de narración convencional en favor de un expresionismo coreográfico de extraña fascinación, y además gran parte de la escenografía toma como soporte los escenarios y decorados de un teatro cambiante y metamórfico donde las secuencias se desarrollan y se concatenan a través de los bastidores y tramoyas, por las entrañas de destartaladas maderas, pasarelas, cables y poleas cubiertos de telarañas que el público no acostumbra a ver cuando asiste a una representación. Las transiciones no consisten en fundidos de cámara, sino en un decorado que cambia o una puerta que se abre desde un lujoso salón hacia un páramo nevado, o desde un dulce bosque meridional hacia una estación de ferrocarril azotada por el viento polar, con los personajes deambulando de un lugar a otro entre bailarines de fondo tan miméticos como lo que los rodea.
Todos los puntos esenciales de las tramas se suceden en este gran teatro peculiar, captando los matices precisos con juegos de luces y sombras, movimientos coordinados en danzas sutiles, pinceladas maestras en los diálogos, primeros planos audaces, miradas que hablan sin palabras, y un extremado mimo en la apariencia del relato sin menoscabar el espíritu. Cada personaje se integra de forma absolutamente natural con un equilibrio asombroso, sin perder un ápice de su identidad. El tono emotivo también es profundamente rico. La seductora Anna desarma con su encanto y su lucha interior desde su primera aparición, igual que en el libro, tan en contraste con la rígida cortesía de su marido, Alexei Karenin ; el simpático Stiva arrolla con su vitalidad mientras su esposa Dolly se resigna a amarle con pocas esperanzas; el temerario Alexei Vronski, que no duda en perseguir sin tregua a la mujer que desea, sorprendido él mismo por la fuerza de su amor; el romántico e idealista Konstantin Levin, pensador de costumbres sencillas que aspira al corazón de Kitty, su amada de siempre que pertenece a un mundo tan distinto del que él procede.
El clima es sobresaliente, oprimiendo en esa espiral en la que Anna se lanza a la pasión con todas sus consecuencias, pero no gratuitamente. Estremece la frialdad y malevolencia con que el grueso de la aristocracia petersburguesa da la espalda a la adúltera, así como la degradación psicológica de esa mujer desgarrada.
La novela resplandece en esta más que digna adaptación, y la tragedia personal de la dama caída en desgracia arrolla como ese tren simbólico que marca el principio y el fin de un ciclo.
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59 de 69 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
TOSTÓN TOLSTIANO
El resultado de esta película es tan inestable como su reparto. Entre un puñado de actores de lo más correcto se cuela una Ana Karenina infumable que no aporta nada nuevo al personaje de Tolstoi, y un Conde Vronsky carente de química tanto para el espectador como para su partenaire. Y las hermosísimas escenas de originalidad innegable se mezclan con lo más absurdo del film que llega incluso a parecer cómico por momentos.
Lo más lamentable es pensar que con los recursos que se ven en la pantalla y la maravillosa obra literaria de la que parte no supieran hacer nada mejor.
No se la recomiendo a los jóvenes enamorados porque es larga y aburrida. Tampoco a los clasistas porque es peor que anteriores versiones de la obra. Hay que estar muy ocioso para sentarse a verla, con la cantidad de películas buenas que hay por ahí....
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62 de 86 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
"Karenina" según Wright o el asesinato de Tolstoi
Hablamos de una película bien hecha y con la originalidad de hacer transcurrir todo el metraje dentro de un teatro. Si Mr. Wright hubiera hecho un film costumbrista de la Rusia zarista nada que comentar, pero, como afirma, que ha adaptado la obra de Tolstoi, el resultado es un esperpento.

Tolstoi divide “Ana Karenina” en seis partes y los capítulos están paralelamente narrados entre la vida de Ana y de Levin (¡¡¡¡¡¡¡en la película ni se conocen!!!!!!!!).
El mensaje de la obra es el miedo de los dos protagonistas a no encontrar el amor y el sentido de la vida (en el film Ana es una promiscua superficial y Levin aparece cinco minutos).
"Ana Karenina” de Tolstoi narra la vida de una condesa obligada a vivir con un hombre viejo (matrimonios de conveniencia) y aburrido que la ignora (Jude Law es demasiado joven y carismático para el papel), rodeada de amistades viejas y aburridas de su marido (¿hay alguna amiga vieja?). La vida de Ana cambia cuando viaja a Moscou para ayudar a su hermano Stiva con los altibajos de su matrimonio (el único personaje que está bien caracterizado). En un baile conoce a Vronsky, un militar apuesto, seductor y serio (Taylor-Johnson no puede ser más afeminado) que está prometida con Kitty, la hermana de la mujer de Stiva (Kitty es demasiado mayor para el papel). Ana regresa a San Petesburgo y Vronsky la sigue. En este punto de la trama, Mr. Wright intercambia la novela de Tolstoi por el “Pronto” y me abstengo de seguir comentando.

“Ana Karenina” (2012) es la peor de la tres versiones que se han hecho. Las adaptaciones cinematográficas no han de ser exactas pero no pueden perder la esencia ni el mensaje que transmite el escritor.
La obra: profundidad psicológica de los personajes, minuciosa descripción del contexto y el tiempo, y un trasfondo filosófico y moral.
La película: superficial y fría. Wright tendría que haberla llamado "las aventuras sexuales de una condesa rusa".

En conclusión ¿Por qué tanta manía en destruir los clásicos? Guionistas, déjense de leer los resúmenes de la Wikipedia…
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34 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
El tren pasó
Todos los años sale alguna película que puede encajar dentro del subgénero de los "costume dramas", es decir, cintas de época (ésta puede variar, pero siempre suele ser anterior al siglo XX) donde el mayor atractivo suele ser ver cómo los diseñadores de arte, vestuario, peluquería, maquillaje, producción, etcétera, han conseguido capturar la esencia de un momento. Joe Wright, tras realizar dos películas en la época contemporánea, vuelve al material literario europeo tras adaptar a Jane Austen (Orgullo y prejuicio, 2005) y Ian McEwan (Expiación, 2007) para meterse de lleno en una de las obras más reconocidas de la literatura universal, "Anna Karenina" de León Tostói. Y con este regreso al siglo XIX también abraza abiertamente este subgénero, cumpliéndose a la perfección su objetivo: la recreación de la época, del momento.

El resto de la película es más bien una nadería. Entiendo que era otra época, que los personajes se construían como ideales, sin ahondar en exceso en su personalidad más allá de simples esbozos. No he leído la obra original de Tostói pero en teoría viendo el film de Wright parece claro que lo que menos interesa es que entendamos la forma de actuar de la caprichosa protagonista y el encoñamiento máximo del coronel hacia ésta. Su reparto, lleno de rostros británicos capitenados por Keira Knightley (que sale bastante bien parada salvo cuando los planos cenitales nos muestran que podría ser doble de cuerpo de Paz Padilla) hace lo que puede por darle un poco de empaque a esto, pero no son capaces de hacer que el barco llegue a buen puerto. El mejor de todos, el emergente Domhnall Gleeson, que se dio a conocer como "uno de los hermanos" de Ron en la saga Harry Potter pero que supo aprovechar 2012 para demostrar que podía ser mucho más que un extra al fondo de la foto (véase su papel en "Shadow Dancer", o en menor medida en "Dredd"), consigue que casi nos creamos su historia de amor en unos segmentos de la historia que están sorprendentemente bien dirigidos. Y esto confirma que lo mejor de "Anna Karenina" es, justamente, cuando ésta no sale en pantalla.

Wright, que demostró empaque y cierta fuerza en algunos de sus filmes previos, combina en esta ocasión una dirección bastante elegante (no falta el abuso del plano secuencia como mera herramienta de lucimiento) con segmentos que dan vergüenza ajena, dignos de un anuncio -malo- de colonias que son acompañados por diálogos que parecieran, más de que una obra literaria reconocida a este nivel, de una parodia perpetrada por Mel Brooks. Al final tenemos lo que esperábamos: uno de esos dramas de épocas con muy buen vestuario, algunas ideas de realización (los continuos escenarios desmontables, al estilo libro de cuentos, reforzando la artificialidad de ese teatro móvil) y algún intérprete que sobresale sobre los demás, aunque ninguno llega a molestar. Fría de cojones, eso sí, incluso cuando llega ese final -que pocos desconocerán-. Si la película la hubiese dirigido el japonés Sion Sono en la época de su "Suicide Club" al menos nos habría dibujado una sonrisa tras más de dos horas de cine meramente funcional. Así, nos quedamos como al principio. Al menos no nos cabrea.
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38 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
2
Anna Margarina
Cuánto tiempo sin hacer una crítica, no? Y lo peor es que me veo obligada a hacerla después de ver esta película. No me voy a parar en contar detalles del argumento, porque para eso tenéis otras películas o, mejor todavía, el libro. Pero lo que no puedo pasar por alto es el despropósito que me ha parecido este film protagonizado por mi vilipendiada Keira Knightley.

Empieza la película y ya vemos que algo no cuadra. Se nos presenta la historia en plan teatro, con rápidos cambios de escenario, movimientos coreografiados típicos de Broadway y apenas una presentación de los personajes, lo que causa desconcierto en los que ven por primera vez Anna Karenina y no conocen a sus protagonistas. En algún momento, empecé a temer que se pusieran a cantar. Con eso lo digo todo.

El reparto de actores me parece muy desacertado. No me gusta ningún actor para el personaje que le ha tocado. Anna no parece rusa y es demasiado insípida. Vronsky parece el príncipe de Beckelar, más femenino que la propia Ana. Jude Law no se merece ese papel de Karenin, porque no le va (aunque es el único que me ha gustado). No me imaginaba a Lievin con ese aspecto tan extraño. En fin, para qué seguir.

El argumento es otra cosa que han estropeado tontamente, a mi entender. Si no llego a haberme leído el libro antes, no habría entendido lo que ocurre en la película. Se supone que Anna se enamora irremediablemente de Vronsky, siente por él un amor que la lleva a cometer locuras por las que es rechazada por la sociedad hipócrita que la rodea. Bien, aquí se ve a una caprichosa estúpida que se "enamora" de Vronsky sin que sepamos muy bien cómo sucede. Es una petarda insufrible a la que no nos importa lo que le sucede, y hasta pensamos que lo tiene bien merecido. Nada que ver con el libro, donde empatizábamos con Anna y hasta la comprendíamos y compadecíamos.

No hay concordancia entre las historias paralelas, además. La historia de Lievin y Kiti queda muy desdibujada, porque la cámara está demasiado ocupada enfocando a la Knightley, así que tenemos que conformarmos con que nos digan: Sí, estaban enamorados en el fondo. Pues vaya... Hubiera preferido que le dedicaran un poco menos de metraje a los insulsos Anna y Vronsky, y que se centraran un poco más en la historia de Lievin y Kiti, que es igual de bella.

El vestuario, que se llevó un Oscar, no está nada mal, pero no está adaptado a la época en cuestión (finales del siglo XIX). Se llevaban más los vestido de corte francés, con polisones y no miriñaques. Los tocados y peinados no te hacían parecer Helena Bonham-Carter recién salida de la cama.

Si tuviera que definir la película en una sola frase, sería: ¿Pero qué coño...?

Es un desastre de principio a fin. Una manera muy triste de presentar la historia de Anna Karenina. Si yo fuera Tolstoi, me levantaría de la tumba para destruirla. No se le aprovecha nada, y no se la aconsejo a nadie, a menos que le molen los actores o que le parezca original el planteamiento. A mí me parece una caca de proporciones descomunales.

Lo mejor: Que me la bajé de Internet y no tuve que pagar por verla.

Lo peor: Todo.
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24 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
1
Hanna Qarenina
Si el director pretendida ser original podía comenzar con el título, porque lo que ha perpetrado es una vergüenza de película. Un director acostumbrado a dramas de época, intenta aquí el triple mortal y se da una galleta de considerables dimensiones.

La historia de Tolstoi ha sido llevada unas cuantas veces al cine y al teatro, aquí en un alarde de imaginación (nótese la ironía) lo mezclan todo en uno. Me imagino que se les paso por la cabeza cuando estaban con los storyboards y como se realimentarían con lo que veían. En el mismo paquete han incluido una nula presentación de los personajes, es decir que la película (me imagino que después de los test de público) empieza en el desarrollo y se salta la presentación de los personajes. Esto supone que no sabemos quién es quién y nos pasamos la primera media hora averiguando quienes son.

El comienzo es un auténtico despropósito, tiene una primera media hora que invita a marcharse de la sala. Intenta comenzar como una obra de teatro, mezcla varios conceptos que en los cinco primeros minutos parecen interesantes, los cinco siguientes aburren y solo piensas que harás con los siguientes 120 minutos. Por suerte cada vez va abandonando la idea del teatro para que al final de la película parezca una película clásica y se olvide del experimento.

Sin duda su punto más bajo es el ritmo y el sopor que produce la película. La película es muy, muy aburrida, un tostón de proporciones considerables. La historia es bastante dinámica o al menos la mayor parte de las versiones lo han conseguido, esta ha tirado por su propio camino de aburrir a ovejas.

Uno de los puntos que han destacado es el vestuario y la ambientación de época. Suspenso absoluto, el diseño de vestuario es patético (ya sé que tiene un Oscar), hasta Maria Antonieta de Sofia Coppola tenía mucho mejor diseño de vestuario (pongo un ejemplo de una película de época diferente a las clásicas).

Las actuaciones son malas, partiendo de la protagonista que es bastante poco parecida al estándar de Anna Karenina (una duquesa rusa pues no parece) y que su actuación está totalmente sobreactuada, los demás van en la línea. A destacar el amante con esa pluma, ¿realmente nadie se ha dado cuenta de lo homosexual que parece?

Resumiendo, intragable bodrio, modernista en el sentido más negativo de la palabra
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36 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
2
Esto debe ser broma.
Por mucha imaginación que se le eche o por mucho que se quiera apoyar al autor de este truño, la cosa va a ser imposible.
Cuando L. Von Trier trató de hacer algo similar (sin comparación) en cuanto al riesgo de contar una historia sin los elementos cinematográficos clásicos, tuvo la decencia de escribir un guión original. El éxito (aunque minoritario) fue importante y para mí una de sus mejores películas (hablo de "Dogville" por si alguien no se ha enterado).
Aquí este hombre, Wright, tiene la caradura de tomar un clásico de Tolstoi (recordar lo que decía Joyce, que era imposible hacer a Tolstoi aburrido) y hacerlo aburrido.
Los que alaban el riesgo y el poder visual de la película, ya saben que no es ni original ni tan arriesgado, otro lo hizo mas y mejor. Los que le alaben por adaptar una novela original inconmensurable, no tienen idea de lo que hablan, que lean Ana Karenina de Tolstoi y después me vengan con esa monserga.
Esto deber ser broma.
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31 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
La Karenina mas cool
Soy bastante ajeno a la obra 'Anna Karenina' de Tostoí. Podría ser realmente una obra maestra de la literatura como todos dicen, pero mirando la película dirigida por Joe Wright, no me entran muchas ganas de leer la novela la verdad. Ademas de esta misma novela, ha tenido varias adaptaciones, cada una a su manera, pero el director, en un alarde creativo visual, pretende darle originalidad haciendo la obra en forma de teatro, pero no exactamente.

La estética teatral es absurda. No estoy en contra de contar la historia como en un teatro, da un toque original a la obra sin duda alguna, pero Joe Wright hace un combinado entre teatro y cine que no funciona. Tenemos como primera escena, un escenario donde se abre el telón, eso te explica la estética de la película. Pero entonces la cosa se va modificando, el escenario crece, de repente se vuelve minúsculo y sin decorado y luego cambia y se vuelve un paisaje nevado normal, incluso con casa y caballos correteando. Parece como sí pensaran: Que cool vamos a ser con esta versión teatral. Pero cuando llegan las partes difíciles de explicar con poco contenido, se vuelve una película normal y te rompe la poca magia que tiene este producto.

Teniendo en cuenta los momentos teatrales en los que estas mas pendiente de las excentricidades del director que del propio contenido, eso nos demuestra de primeras que para el autor su ego va primero y luego la obra adaptada. Y Dios, los planos cenitales, todo el tiempo con planos cenitales, el suelo del teatro, muy bonito sí, pero en un momento dramático, no pega. El argumento principalmente, trata de un triangulo amoroso típico de época. No revoluciona el genero ni cambia nada ya anteriormente visto. El argumento al igual que los personajes son llevados con suma delicadeza, el tratamiento a ellos es exquisito, los actores saben perfilar al personaje y el argumento en ningún momento llega a decaer gracias a ellos. Pero el guión no lo salva ni los actores, rezuma frialdad.

En una obra de época, debe enganchar al espectador por el sentido emocional. Ya que siempre se utilizan los mismos argumentos para este genero. Por lo tanto la clave es hacer que el espectador, se zambulla en la historia. Crear un vinculo emocional con los personajes, sobretodo con la protagonista, así el espectador no adivinara las siguientes situaciones, ya que estará tan mentido en la película que la misma la guiara. Pero aquí, todo esta hecho de forma tan suave, los temas tan pasados por encima, los personajes tan poco perfilados que no da tiempo a interesarte por ellos, por lo tanto te da igual lo que les ocurra. Un producto fallido hundido por una dirección artística mal pensada y un guión poco desarrollado.
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16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Sobre peras y olmos.
La última adaptación cinematográfica de la novela homónima de León Tolstoi, dirigida por el británico Joe Wright y con guión adaptado del célebre Tom Stoppard, supone un pomposo y grandilocuente espectáculo de regocijo visual y artificio imaginativo que se reafirma en la suficiencia logística de esta época para no escatimar ni un ápice de sus ambiciones técnicas y su arrogancia artística a la hora de establecer un nuevo tour de forcé respecto a la fuente literaria.

La acción tiene lugar en Rusia en tiempos del zar Nicolás I. Narra la historia de Ana, una mujer de la alta sociedad casada en matrimonio de conveniencia con Alexei Karenin, aristócrata y funcionario de alto rango. Tras conocer al conde Vronky, se enamora de él contra voluntad. Wright se revela como un excelente generador y adaptador de las emociones más intensas que caracterizan la novela, pues esta entrega aborda de forma quirúrgica la conmoción que produce en el ánimo de Anna el súbito descubrimiento del amor y la pasión, ausentes hasta entonces en su vida. Por fidelidad a este amor, la siempre pasional y entregada Keira Knightley sacrifica posición social, nivel económico, el honor personal y el reconocimiento público. El marido, encarnación de la crueldad, reacciona con ira incontenida negándole el divorcio y sometiéndola a humillación. El torbellino de pasiones desplegado condena, con abrumadora elegancia, la doble moral y la hipocresía de la alta sociedad, el culto a las apariencias, el amor convenido por intereses ajenos a la pareja y la represión del amor sincero puesto en tela de juicio y sacrificio.

En suma, esta nueva revisión literaria de Joe Wright cumple los estándares mínimos que se pueden esperar tras Orgullo y prejuicio y Expiación: inapelable esmero pictórico y plástico reconstruyendo la época, sus costumbres y tendencias; respeto, en la medida de los intereses comerciales, a la fuente literaria y un plausible atrevimiento en la incorporación de matices y trasfondos originales en los personajes, su interacción en el relato, y la puesta en escena.

Sin embargo, en un film de estas características sus virtudes actúan como hoja de doble filo para ser relacionadas íntimamente con sus mermas. La extrema comunión espiritual con el drama costumbrista, en términos de fidelidad escenográfica y humanista, provocan en consecuencia un texto prolijo y una narrativa fatigosa, que se acepta y se digiere como impostada y relamida.
Sin olvidar sus inevitables y sorprendentes momentos de belleza e hipnotismo visual, la puesta en escena de Wright se antoja artiza y cansinamente teatral, adaptando el culturalismo sin alma de la época contextualizada con rigor y precisión pero también con morosidad y hastío. Su tono y ritmo operísticos buscan persistentemente el asombro y el impacto a través de la gravedad textual y la mastodóntica maquinaria escénica, alejando la mirada del espectador, abrumado y exhausto, e impidiendo que exhale empatía emocional o humana.

A pesar de las interesantes aportaciones antes mencionadas del director británico, se echa en falta que las mismas no se perciban como los frecuentes modelos de producción hollywoodiense para hacer caja y asegurarse el prematuro Agosto. Reconozco el riesgo en los efectos de conseguida tristeza melodramática y el despliegue de fuerzas y sentimientos agravados que van y vienen por la pantalla, pero los mismos no transmiten la naturalidad orgánica del que obra bajo un sentir de pureza clasicista. La película carece de condición personal y de intimidad creativa, conformándose con una investigación formalmente aceptable de los valores y condicionantes más relevantes y programáticos de la novela. Y esto, algunos dirán, es más que suficiente como cine comercial que es. Pero como espectador, hay ocasiones en las que uno debe pedir peras al olmo esperando encontrarlas. Ansiando ver, tras ese academicismo abigarrado y colorista, un telón de fondo que te brinde una reflexión eterna, un secreto insondable o una fábula bienintencionada. Atributos que no acaban de percibirse o lo hacen a modo de eco lejano en el horizonte.

En definitiva, propuesta que ni desagrada ni conmueve, ni indigesta ni abastece. Se mantiene en la medianía de sus pretensiones y evita tambalearse en exceso en la utilización de algún que otro vertiginoso recurso de tributo al teatro como eterna representación de la vida y lo intangible. Puestos a encarar la raíz más existencial de esta tragedia rusa, siempre es mejor acudir a las líneas del propio Tolstoi para satisfacer las inquietudes y profundidades de su eterna resonancia moral.
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13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
SIN TON NI SON
¿Qué es lo peor que puede pasar cuando uno va al cine? Estar mirando casi todo el tiempo el reloj y deseando que termine. Digo esto no porque esta versión teatral y muy arriesgada de Anna Karenina dirigida por Joe Wright sea mala. A veces, cuando esto ocurre se encuentra una cierta gracia sino porque se trata de una película muy aburrida que no me ha despertado pasión alguna a pesar de conocer ya la historia.

¡Ay! Si Leon Tolstoy hubiese visto esta adaptación, un poco frenesí, un poco alocada pero sin ningún ápice de sentimientos, sufrimientos e ilusiones entre sus personajes.

¡Ay! Si los que dirigieron las dos primeras versiones cinematográficas haya por 1935 y luego en el 48 con las inolvidables Greta Garbo también conocida como la DIVA y posteriormente Vivien Leigh en los papeles de Anna Karenina levantasen cabeza.

¡Qué grandes actrices! Ellas se metían en el papel principal y con su fuerza y viveza daban una auténtica personalidad y templanza al personaje. Nos hacían sentir, emocionarnos, sufrir, amar y sobre todo daba la sensación de ser la auténtica Anna Karenina.

Sin embargo, esta nueva versión se queda en agua de borraja, no transmite nada, uno no siente tristeza al finalizar la película a pesar de la trágica historia de amor, romanticismo, odio, rencor, o quizás adulterio que existe.

Las escenas de amor, de felicidad, de alegría, de tristeza, de locura, de enfermedad, de pasión de la propia Anna Karenina interpretada por Keira Knigthley se ven pero no se sienten quizás sea porque toda la película en sí salvo pequeños detalles es muy floja o tal vez porque igualmente el resto de las interpretaciones dejen bastante que desear.

Sí, ya sé que ustedes me dirán pero si esta película tenía cuatro nominaciones a los Oscar por tanto, no debe ser tan mala. Viéndolo así, tal vez tengan razón pero observen que éstas fueron premios de menor calibre: Mejor fotografía, mejor banda sonora, mejor dirección artística y mejor vestuario (qué ganó) cosa normal por otra parte ya que éste con una buena partitura musical es de lo poco que se salva.

Pero se darán cuenta que esta película no fue nominada en una categoría que tal vez si se hubiese planteado la historia de otro modo a lo mejor hubiese triunfado estoy hablando del guión adaptado pero éste ha fallado al igual que todo el conjunto en sí pues no hay cosa peor que querer “emocionarte” con un personaje o varios personajes y estar deseando que desaparezcan, simplemente porque en realidad esta película artísticamente hablando funciona sin ton ni son.
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13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Maravilla visual
La nueva unión cinematográfica de Keira Knighley y el director Jow Wright es la menos acertada de las tres ("Orgullo y Prejuicio" y "Expiación" son las otras dos"), pero toda una poesía visual gracias a su extraordinaria fotografía, su cuidado vestuario y su lujosa dirección artística.

Por desgracia, la novela de Tolstoi se pierde un poco por el camino, dejando más sitio al romanticismo y la teatralidad que a la propia historia original, mejor reflejada por la versión de 1935. Se entra en la acción de golpe, casi por accidente, y nunca queda muy claro qué se está contando o qué se pretende. Los propios actores tampoco ayudan demasiado a esto, pese a su común habilidad; deben de estar despistados por la grandeza visual.

Y es que, pese a todo, pese a fallar guión, dirección y reparto (claves de un buen film), el film sobresale entre la multitud por su cuidado técnico. La música es envolvente, el vestuario fabuloso, la dirección artística asombrosa... y la fotografía lo muestra todo con enorme belleza.

Todo lo que no refleja el guión, lo hace la imagen, a menudo rota en espejos donde los personajes se ven reflejados. Lo que son y lo que desean ser. Sus máximas aspiraciones y sus mayores temores. La hipocresía de la sociedad, la necesidad de ser feliz, de luchar por la propia felicidad sin importar nada más... Pero, ¿hasta qué punto podemos evitar que importe?

Más cine en: http://laestaciondelfotogramaperdido.blogspot.com.es/
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14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
2
Innecesario vanguardismo aplicado a Tolstoi
Sigo pensando que Kiera Knightley se siente perseguida por el fantasma de “Piratas del Caribe”, una especie de manía obsesiva que hace que se sienta sucia, impregnada de microorganismos de cine comercial y que piensa que tiene que hacer penitencia participando en películas tostones, de las que llenan salas sólo con público de más de 50 años. No es de extrañar, por tanto, que Joe Wright; el frío, anodino y pelmazo Joe Wright; el funcionario-director Joe Wright, la haya elegido como su musa y, siempre que puede la meta de protagonista. Allá ellos, si se lo pasan bien y se ganan bien la vida así, pues estupendo… pero a mí no me vuelven a engañar.

Para quien no haya visto aún esta “Anna Karenina”, cuidado, ojito, alerta, hay que avisarle de que no se trata de una adaptación al uso de la inmortal obra de Tolstoi, sino una revisión vanguardista e incluso experimental en la que se nos invita a ser espectadores de una obra teatral con mucho concepto: las localizaciones son conceptuales, los palacios son conceptuales, los cuchitriles son conceptuales… invitando (a quien se deje) a rellenar los huecos con su imaginación o su voluntad. La apuesta es atrevida y arriesgada y hay que entenderla como un intento de evitar hacer lo mismo de siempre con más presupuesto, mejores vestuarios y caras más conocidas (admirable) pero se queda en eso, en apuesta. Todo el vanguardismo no es más que una excusa para contar una vez más lo mismo de siempre y dejar que Knightley y Jude Lae intenten lucirse sin nada que les haga sombra. Wright no quiere contarnos una historia (de hecho parece no ser consciente de que lo que tiene entre manos es un Clásico y no una fotonovela de Corín Tellado) solo que veamos su talento para teatralizar en cine una obra literaria.

Así que para mejorar (juas) la novela, Wright nos mete en una estética “Moulin Rouge”, irreal, donde no parece existir un dónde o un cuándo, todo luz y color combinada con “Dogville”, donde muchos elementos tienen que ser imaginados por el espectador. Pero si en aquellas, sus arriesgadas puestas en escena eran un medio para potenciar las historias, en “Anna Karenina” la estética es un fin en sí misma y lo único que parece dar sentido a la película, toda vez que el montaje es pastillero total: corta, pega, una mirada fugaz, luz, una carcajada, un payaso toca el trombón, un baile, un grito de oscura pasión, la muerte me llama, el vapor de un tren, el aire en los abedules, corto, una lágrima… O sea, un flipe rococó, un colocón barroco que aburre al cabo de tres escenas, cuando te das cuenta de que has pagado nueve pavos para ver una mezcla de anuncios raros de perfume.

Wright juega a que los protagonistas de la película sean el amplísimo repertorio de mohínes y lágrimas de Kiera, lo feo que es Jude Law de calvo y lo genial que es su mano al coreografiar y trasladar a metáfora tantas localizaciones en tan poco espacio físico… pero le sale mal: la película es una completa farsa, absolutamente hueca en el fondo en cuanto penetramos en la capa de fuegos artificiales. Dos momentos son determinantes para desenmascarar al criminal y no dejarnos engañar: la carrera de caballos simbólica (menos mal que no hizo con un tiovivo, porque habría sido el descojone padre) y el ‘apalabrados’ que se marcan entre Kitty y Slevin para decirse que se aman, que es lo más hortera y ridículo que se ha visto en mucho tiempo; la cara de estreñimiento del pelirrojo mientras la chica coloca letras esconce un profundo sentimiento de vergüenza por participar en esta patochada. Yo personalmente me descojonaba imaginándome en su lugar y juntando las letras para escribir “¿Pero qué me estás narrando, muchacha?”.

Sigo sin creerme que le haya puesto un dos a esta película, pero se lo merece. Por pedantes, por listos, por querer quedar por encima del libro, porque no todo vale para llamar la atención, porque hacer cine aburrido no significa que seas mejor actor, actriz o director. Y si a alguien le sienta mal, que se piense que no es un dos-dos, es un concepto de dos, un dos simbólico.
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14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
2
LLORAN LAS CULEBRAS
Joe Wright vuelve a hacerlo. Pretende dejar al espectador patidifuso con su esplendor visual, pero le suelta un latazo desapasionado y desalmado, carente de valor narrativo, con el que es casi imposible no echarse a dormir.
No negaré que la peli, con su vestuario, sus escenarios y sus bailarines bailes, resulta vistosa; pero es que no hay quien la aguante, por lo teatral, por lo rimbombante, por lo tedioso, por lo abundante, en fin, un exceso abrumador, fallido e insufrible.

Joe Wright sería un escaparatista prodigioso, pero como cineasta no es más que un pelmazo presumido, de la peor calaña. Todo se le va en adornos.
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12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Esteticismo cum laude
Joe Wright apuesta por una lisérgica adaptación teatral de Anna Karenina. Su objetivo es alucinar al espectador y desde el primer instante, con desmedido atrevimiento, lo somete a una exuberante cascada visual fruto de una lujosa producción artística. Antes de llegar a la media hora de metraje, el público está exhausto y la película agotada. Incapaz de mantener el ritmo, y una vez diluido el efecto sorpresa del arranque, todo queda en manos de unos personajes perdidos (o engullidos) en una sucesión sin fin de decorados. Los diálogos, a base de frases lapidarias y sentenciosas, terminan con las pocas posibilidades de profundizar en ellos. Esta prevalencia de la estética del cartón-piedra sobre los actores convierte la historia en algo intrascendente y desapasionado, pasando la película a ser puro paisaje de museo; se agradecen, pues, los numerosos momentos de congelación y ralentización de la acción, que permiten explayar la mirada con la comodidad que la propuesta requiere. En definitiva: la superioridad del pictograma sobre el fotograma.

Tolstoi forma parte de un grupo de grandes novelistas decimonónicos –Dickens, Balzac, Dostoievski, entre otros-. Forenses de la condición humana, nos dejaron personajes inmortales; perspicaces cronistas, retrataron la sociedad de su época. Traicionadas esas metas en aras de la belleza superficial, se nos ofrece a cambio unos personajes distantes y lánguidos, fácilmente olvidables -excepción hecha de Karenin sobriamente interpretado por Jude Law-. Mención aparte merece el desconcertante tratamiento patológico dado a la protagonista principal, una Anna Karenina más cerca de la neurosis que victima de la pasión y de la rígida moral imperante. La cuestión social, tan importante en la novela del siglo XIX, ni siquiera se esboza: ¿Quién diría, al finalizar la película, que todo sucede al borde del abismo de la historia y que estaba en ciernes el estallido revolucionario?
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10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La innovación y la adaptación de un clásico
Una nueva adaptación de una obra literaria clásica, costumbrista, impregnada del romanticismo del siglo XiX. ¡Qué pereza! Pero es a lo que nos empuja la fábrica de residuos fecales de Hollywood y su monopolio en las salas de cine.

Se abre el telón y... Espera, ¿qué es esto? Bien por el tío Joe, bien por su magia, bien por su valor, bien por su talento, bien por volver a hacerme soñar.

Gracias por este musical sin música, por esta coreografía perpétua y vigorosa, gracias por esa dirección de actores y esa intensidad en los personajes.

Una puesta en escena arriesgada que atrapa desde la escena inicial y no te suelta hasta los créditos, una fotografía inmejorable, un vestuario de ensueño y unos actores en estado de gracia, tocados por la varita del director.

Qué más se puede pedir. Nada. Pero Ana Karenina y Joe Wright además nos envuelve en el ambiente de la Rusia zarista y su sociedad opresiva gracias a su puesta en escena que rodea al espectador y no le deja escapar de un escenario que se transforma en una calle poblada de gente en una tarde fría, un hipódromo con olor a alta sociedad, una oficina con aires marciales o un paisaje nevado de la estepa. Y es que nuestra butaca está allí, en ese teatro que es el mundo y nosotros somos uno y todos los personajes de la historia.

Qué más da lo que nos cuenten, me está pasando a mi.

Eso sí Joe Wright, la próxima vez hazme un favor, dale un descanso a Keira Knightley, hasta el nombre es impronunciable, y de paso también le haces un favor a tus películas.
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15 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
No hay porqué desdeñarla tanto
Excelentes la dirección de arte, el vestuario, la fotografía y la banda sonora de Dario Marianelli, la "innovación" y el mayor pero que le han puesto a esta reinterpretación de Anna Karenina hecha por Wright es el emplear el recurso de la puesta teatral que obviamente es para darnos a entender que la sociedad rusa de entonces era falsa, una representación que no permitía a los individuos ser reales sino actores en función de los parámetros de lo que se consideraba correcto, se me hace un buen detalle de Wright incorporarlo y es justificable. En cuanto a las actuaciones todas se ven fuera de tono, exageradas (quizás la menos sea la de Jude Law como el abnegado Karenin) igual y así son a propósito por lo mismo de la teatralidad, pero pues son too much a mi parecer. La historia pues ya todos la conocemos, o al menos yo sí y aquí no hay una real indagación psicológica de personajes que nos convenza de que tengan vida propia sino que a todo momento parecen títeres manejados por la línea argumental, todo se quiere dar a entender de manera muy sintética a través de los escenarios claustrofóbicos o por cambios bruscos, rápidos de edición: el trastorno por celotipia de Anna Karenina pasa casi desapercibido y ni se entiende muy bien sino hasta ya muy avanzada la trama. No obstante, la escena del baile así como la de la carrera de caballos son muy originales, hipnóticas, la vuelven casi notable a esta versión, que debido a una coreografía claramente perceptible por ratos tiene la apariencia de un musical, de Anna Karenina pero... ah, que feas caras pone Keira Knightley cuando ríe o llora y el Vronsky de Aaron Johnson es por momentos feminoide y se parece a Miley Cyrus con bigote jajaja. Pero con todo y esto, además de su duración, es una buena película, preciosista, sobre todo. En un año en el que se han estrenado varias películas en las que se nos intenta recrear-romantizar el pasado para entender el presente ya sea en adaptaciones libres de obras literarias (Les Misérables) o de hechos auténticos (Lincoln, por ejemplo) es posible que esta sea la que lo haya conseguido de la manera menos aburrida. No hay porqué desdeñarla tanto.
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15 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Sencillamente, una obra de ARTE
Sin duda, una de las películas que dignifican el cine como arte.
Todo ella, es un museo. Es arte el decorado, las pinturas, vestuario, puestas en escena, esculturas, arquitectura, decoración. Pongamos, el Hermitage.

Todo ella "suena" como una sinfonía. Tiene el argumento, tiene la dirección, tiene la dirección artística, tiene la música, vestuario y actores. Pongamos una de las grandes sinfonías de la historia.

Cuando se tiene dinero para hacer una producción histórica, y esta es evidente que lo tiene, se corre el riesgo de no encajar alguna pieza y ser destrozada por la crítica, terminando en ruina, o se corre el riesgo de acertar de pleno en todo, y hacer una obra redonda.
Este es el caso. Me parece una obra de tal sutileza y finura que es impresionante en cada minuto.

Cada escena, cada secuencia, cada fotograma, cada paisaje podría ser perfectamente un cuadro de museo.

La intensidad de la historia no tiene truco. Es la adaptación del clásico de Tolstoi. En el mismo tráiler ya lo presenta: El amor es el centro de la película, y a partir de ahí, matrimonio, infidelidades, amistad, familias… Todo muy puro y transparente, ambientado en la alta sociedad rusa de del sigo XIX

También me parece atrevido que en 2013, se hagan producciones de clásicos de toda la vida. O se hacen muy bien, ahí tenemos a Kennet Brannagh que es un maestro, o es muy sencillo que caigan en el aburrimiento y en el tedio.
En este caso, me ha parecido muy curiosa e interesante la puesta en escena con una mezcla muy atractiva de cine y teatro. Lo que ves en pantalla es cine, pero la película en sí, es como un gran decorado de teatro donde se desarrollan las secuencias…cinematográficas

2 películas han venido a mi cabeza mientras las veía. Doctor Zhivago, por similitud mostrando la sociedad rusa, sus paisajes, y toda su energía, y, Lo que el viento se llevó, en su tercio final, por el lío sentimental de la historia entre Anna, su marido, su amante y el que dirán, en un marco de alta sociedad, así como en la biparidad de fortaleza y debilidad que muestra la protagonista el personaje protagonista.

Como secuencias destacables, la escena del baile es un punto de inflexión en la película, donde se descubre que estamos ante algo grande. También la escena de los 2 enamorados que se comunican con palabras que plasman en un juego de tablero.

EL casting me parece acertado. Esta película con George Clooney, Brad Pitt o Julia Roberts, hubiese cantado mucho. Los más ricos decorados de una película, todo el dinero de la producción de época, y luego… una mega estrella. Demasiado.
Me ha parecido mucho más interesante poner actores desconocidos, incluyendo como protagonista actores consolidados emergentes.

Los más conocidos, Keira Knigthley, le falta mucho por demostrar en cine, pero me parece una acierto en el papel. Gran actriz de base, inglesa, de curiosa y extraña belleza, que creo que muestra bien la fortaleza y debilidad. Jude Law, también consagrado actor inglés, que lo ponen con una caracterización de perdedor, con lo cual lo que se ve es todo actor. Y por último, también conocida, al menos por mí, Alicia Vikander en el papel de Katy (Ekaterina). Actriz sueca que descubrí en películas de la Seminci, joven, con una también curiosa belleza donde las caras que pone de atormentada y sufridora los borda. Esta chica esta dando que hablar.

Se podría criticar que el elenco y producción es muy británica, para hacer una película muy rusa. Canta mucho por ejemplo viéndola en V.O.S, todos hablando un inglés perfecto. Pero una cosa es indudable. No hay cultura y elenco de actores que aborde mejor los clásicos, incluso internacionales, que los ingleses.

Me resultaría complicado entender que si fuese rusa la producción, no flojeara por algún lado, o si fuese americana, hicieses una floritura insoportable. Con los ingleses es…actuación, puesta en escena, dirección artística, …es arte.

Se mire por donde se mira, esta película respira ARTE.
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14 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
¿Teatro dentro del cine?
Tuve una profesora genial en dibujo que cuando, muy joven, utilizaba el Nro. 2 de Faber y trazaba una linea intensamente fina me regañaba, furiosa: "¿no tienes la tinta China? Usa el lápiz con toda tu fuerza: cada cosa en su lugar". Creo que esto fue lo que me molesto en la primera, furibunda, visión. Anoche, ya curado en sorpresa, reconocí los valores y clarifique los errores, que son y/o afectan al discurso fílmico. El dúo Wright/Stoppard (al que, por otra parte, admiro), estén en el orden que sean, fallan. Primero, de entrada, el teatro dentro del teatro no es para el cine (salvo en una adaptación tipo extrema, como "Marat/Sade"); segundo la la transformación de personajes y lugares mediante "ayudantes" no tiene sentido: existe la elipsis. Todo produce un regusto de afectación, de "para que". Dejo aparte la "coreografizacion" (valga la palabra) de varias escenas, bellísimas visualmente: los frecuentes bailes, el maravilloso (casi "pas de deux" de Knightly y Johnson cuando cambian la misma silla. Es una lástima, porque el film es hermoso y el simbolismo funciona aunque algo gastado, sobre todo el de contraponer ficción/pautas sociales (y mas en un imperio que poco más de medio,siglo después se derrumbaría) con la literalmente realidad de la vida campesina, muy importante en la novela (¿entiende el "pegote" el que no la leyó y tiene a Garbo y Leight en la memoria?), lo mismo que la historia de Tostoi, que el film respeta al máximo, supongo que como nunca en el cine (me dijeron que la Anna de Sophie Marceau da a luz, pero yo no vi la película). En definitiva, técnicamente buena, como lo es el trabajo de Wright, hermosa visualmente y una narración -la lineal- correcta y elegante. Muy bello el vestuario y como siempre perfecta la música de Marinelli. Beto
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8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
¡Pos a mí ma gustao!
Que conste que di más de una cabezada durante la primera parte de esta película, pero no de aburrimiento sino de cansancio. Lo digo por si me perdí algo importante y cometo algún error de bulto en lo que sigue.
Tengo la suerte de haber leído por primera vez- inculto que es uno- el libro no hace demasiado tiempo y, en mi opinión, (dentro de lo que permite una adaptación cinematográfica) la fidelidad al espíritu del texto es más que notable. También me pareció muy interesante el plantear el drama de Tolstoi como si de una obra teatral se tratara. Consigue de esta forma el efecto de distanciarte de la historia para, casi sin solución de continuidad volver a sumergirlte de nuevo en ella. Es como si el director se hubiera propuesto jugar con el espectador de tanto en tanto. Un juego algo cruel a ratos. Creo que este recurso, por extraño que parezca, hace la narración más fluida.
La interpretación es muy digna y los personajes están muy bien caracterizados, hasta el punto de que no fui capaz de reconocer a Jude Law hasta que llegaron los títulos de crédito. También la ambientación es buena, en mi opinión.
Yo me hubiera ahorrado la escena de los funcionarios poniendo sellos, que queda más bien forzada y no viene mucho a cuento ni tiene gracia. También la escena inicial en que el hijo de la protagonista pregunta una y otra vez "¿Por qué?" a su mamá, con voz de repelente niño de telediario, pero esto es sólo un detalle insignificante.
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8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
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