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16 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
8
El doctor Charles Laughton
Basada en una de las múltiples obras maestras del célebre escritor británico Herbert George Wells ("La isla del doctor Moreau"), el filme supone un más que reivindicable ejercicio de aventuras y terror que, pese a los años pasados, sigue manteniendo intacta su esencia y su más que evidente poder de evocación y atracción.

La historia se centra en la enigmática figura del doctor Moreau, un científico apartado del mundo que se dedica a realizar toda suerte de depravaciones y viles experimentos en una isla en medio del Océano. Ante la llegada de un naufrago a sus territorios, Moreau verá la posibilidad de llevar un paso más allá sus investigaciones con animales utilizando para ello al recién llegado...

El guión me parece netamente superior a lo que suele ser habitual en este tipo de filmes de aventuras. Los personajes secundarios poseen sorprendentemente las suficientes aristas y matices como para alejarlos de los típicos y manidos estereotipos. Es más, no hay más que ver al personaje del borrachín capitán Davies (Stanley Fields), que apenas saliendo en un par de escenas logra dejar huella. Y del mismo modo cabría reseñar al capitán Donahue (¿soy yo o Paul Hurst se da un aire de lo más curioso a Quentin Tarantino?).

Al margen de la completa construcción de determinados personajes, el guión también destaca por el gran ritmo narrativo que logra imprimir a la historia. La escasa duración del filme ayuda a la labor, pero no por ello deja de ser menos cierto que la película funciona como un auténtico reloj suizo.
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20 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Dioses y monstruos.
Primera de las 3 adaptaciones (además del episodio de Halloween de Los Simpsons) a la pantalla grande de el clásico de ciencia ficción escrito por H.G.Wells en 1896, “La isla del Dr. Moreau” y una de las escasas películas de terror de la Paramount en una época en la que estas eran coto exclusivo de la Universal.
Edward Parker (Richard Arlen), un naufrago es recogido por un mercante cargado de animales (no sé si será por lo ajado de la fotografía, pero los animales lucen fieros de cojones) cuyo destino es una siniestra y apestosa isla en medio de los mares del sur (palabras del dipsómano capitán del carguero) que tan siquiera figura en los mapas, regida por un tal Dr. Moreau. Tras descargar a los animales en alta mar y debido a desavenencias con el capitán, este se deshace del naufrago arrojándole a la cubierta del barco de Moreau con la evidente contrariedad de este que contaba con reunirse con su novia en el puerto al que se dirigía el carguero y que ahora se ve huésped a la fuerza del doctor Moreau (Charles Laughton) el cual resulta ser un mad doctor (junto con Victor Frankenstein, referencia del gremio) que lleva a cabo siniestros experimentos en los que convierte a animales en híbridos humanoides (también hace sus pinitos con plantas, destacando entre estos un fallido proyecto de espárragos gigantes) y que aprovechando la visita del naufrago decide utilizarle como reclamo para una pantera a la cual ha convertido en una hermosa mujer (Kathleen Burke).
A partir de aquí tenemos una muy buena y entretenida película de terror en la que Charles Laughton luce realmente inquietante y siniestro dentro de su impoluto traje blanco, dirigida con eficacia por el curtido en innumerables films mudos, Erle C. Kenton, con un maquillaje realmente brillante para la época (no he sido capaz de afirmar con rotundidad bajo que mascaras se encontraban Alan Ladd y Randolph Scott, ambos aunque no acreditados, en sendos papeles de criaturas), un desarrollo de la trama en la que el terror va in crescendo hasta desembocar en un magnifico y terrorífico final y en la que podemos ver a Bela Lugosi en un pequeño papel (recuerda al hombre lobo) como Sawyer “la ley”.
Como curiosidad estuvo prohibida en Inglaterra hasta bien entrada la década de los 50 (lo cual dice mucho de la pérfida Albión).
Absolutamente recomendable.
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19 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Trajes blancos
No falla. En todas las pelis antiguas localizadas en ambientes tropicales todos los tipos van vestidos con un traje blanco. A mí me mola. Hoy en día irían con bermudas y camiseta arremangá enseñando tatuaje. Igual la evolución consiste en ser más horteras, no sé.

La historia de H.G. Wells y del científico loco con sus experimentos evolutivos es suficientemente conocida. En posteriores versiones interpretaron al Dr. Moreau nsignes actores como Burt Lancaster y Marlon Brando. Pero es que en ésta los es el no va más: Charles Laughton. Lo cual hace subir el nivel a esta correcta producción hecha con cuatro duros.
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16 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Island of Lost Souls
Si usted es, como yo, uno de esos que gusta de ver bichos raros, degradantes y grotescos, seguramente encontrará en Island of Lost Souls una película, por lo menos, entretenida. Este largometraje de Erle C. Kenton, director conocido especialmente por las películas de terror de los años cuarenta que realizó para la Universal, es la primera adaptación cinematográfica de la novela de H. G. Wells The Island of Dr. Mureau (1896). Se cuenta que a Wells la adaptación no le gustó ni poquito porque, según él, y con toda razón, en ella se cede demasiado al efectismo del terror, dejando olvidada la profundidad psicológica que, a fin de cuentas, se supone era lo que interesaba al escritor británico. A mí tampoco me gustó mucho esta película, pero no por su calidad como adaptación, a fin de cuentas jamás he leído la novela de Wells, sino porque, en general, su calidad cinematográfica no es precisamente memorable. Hay, no obstante, que conceder que en ella hay una que otra cosa de interés. Interesa, por ejemplo la atractiva interpretación de tintes amanerados que Charles Laughton hace del Dr. Mureau (contaba el actor que se inspiró en su dentista; cosa que supongo le dará bastante miedo si se imagina usted, como yo lo hice, indefenso, con la boca abierta en una silla de odontología).
Laughton hace en esta película un trabajo verdaderamente bello (cosa que no logra ningún otro miembro del reparto, incluyendo incluso a Bela Lugosi). Interpreta a un científico loco y genial que se ha exiliado en una pequeña isla perdida de la mano de Dios, en la que investiga con experimentos genéticos con el objetivo de acelerar el proceso de evolución de las especies, pasándose por el forro, por supuesto, toda ética y conducta regular, para dar vida a feísimas criaturas humanoides a partir de animales. No juzgue usted muy severamente al Dr. Mureau por ser un total cabrón con sus criaturas, que si uno mismo creara tan repugnantes bichos, seguro les daría la espalda y saldría corriendo como lo hizo el papá de los científicos de dudosa bio-ética, el querido Dr. Frankenstein (y no, esto no aplica a dar a luz a un ser humano feo; la procreación no es un acto creativo, así que no es lo mismo. Si su hijo sale horrible, de ser posible, no lo abandone).
También se pueden apreciar, aquí y allá, algunos momentos de belleza audiovisual, como aquel en que Leta (Katheleen Burke, una actriz espantosa), la Mujer Pantera, habla junto a una charca con Edward Parker (Richard Arlen, otro actor espantoso), el pobre diablo que llega por accidente a la isla y decide arruinarlo todo creyéndose un jodido héroe de cuento de hadas, cuando en realidad es más bien un patán con la libido subida por estar tanto tiempo en altamar, y los vemos en el reflejo distorsionado del agua que ha revuelto ella al lanzar un libro de ciencia por considerarlo peligrosa herramienta que lo ayudará a escapar de la isla y abandonarla sin su merecido revolcón.
Sí, efectivamente Mureau crea en su isla a una mujer enrazada con una pantera, y lo hace como un paso en el camino hacia la consecución de una criatura que pueda sentir deseo sexual, despertarlo y llegar a aparearse y engendrar descendencia. Leta consigue sentir el deseo y despertarlo en Edward (no llega más lejos: aunque esta sea una película previa al Código Hays, tampoco espere usted que sea tan atrevida como para mostrar algo más que un besito entre un hombre y un engendro de mujer y felino), pero no sé si en el espectador, como debería haber sido; a mí, desde luego, su pinta de furcia de pueblito de tierra caliente me da más repelús que otra cosa.
Por otro lado, aunque en Island of Lost Souls se presenta el asunto del hombre jugando a ser dios a través de la ciencia, tema siempre divertido que en la caracterización de Laughton resulta para un espectador como quien escribe algo natural y muy comprensible (no pasó así cuando en 1996 Marlon Brando, en uno de esos papeles tardíos que hacía sin ninguna gana, interpretó al Dr. Mureau en la pésima The Island of Dr. Moreau de John Frankenheimer), este se aborda de manera marginal y sin mayor profundidad, simplemente presentando a Mureau como un déspota mesiánico que dicta mandamientos de control, por otro lado muy sensatos, a sus pequeños monstruos (no comer carne, no andar en cuatro patas y no derramar sangre), así que la pregunta que el Dr. hace en algún momento a Parker, “Do you know what it means to feel like God?”, aunque muy interesante, se pierde en una jungla de efectismo y una montaña de maquillaje con mucho pelo que quizá impresionó y asustó en su momento, pero que hoy no deja de parecer ridículo.
Los censores británicos la consideraron incorrecta, ya que en el primer corte se dice había una escena de una vivisección que atentaba contra la prohibición de mostrar maltrato animal en películas; más adelante le volvieron a dar palo porque la consideraron contranatural. La mujer de Laughton, Elsa Lanchester, diría al respecto que también lo era Mickey Mouse, pero aun así solo pudo ser presentada allí en el 58, veintiséis años después de su estreno en Estados Unidos. Como sea, creo que no se perdieron de mucho los británicos durante esos años, pero, como ya lo decía, quizá sea usted un rarito como yo y le saque gusto.
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8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Tenebrosa y salvaje.
Tenebrosa y salvaje. La adaptación libre de La isla del Doctor Moureau que dirige Kenton tiene todos los sellos de identidad del género. Logra transmitir miedo y desamparo.

El ritmo se mantiene a buen pulso hasta su frenético desenlace. Un clímax estremecedor que aumenta de manera exponencial.

El carisma de Charles Laughton se apodera de la función y dirige con su presencia el interés de gran parte del producto.

Una cinta que bebe del expresionismo alemán que se desarrolla en mitad de ningún sitio y donde no hay lugar para romanticismos alterados del ADN. Opresiva y claustrofóbica.

Una delicia para amantes del cine clásico y de terror.
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6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
¡Que gran filme!
Fascinante. Maravillosa. La mejor adaptación fílmica de la novela de H.G. Wells. Un inteligente y prometedor Erle C. Kenton, que nada tenía que envidiar a James Whale, aprovechó de la mejor manera posible lo que enseñó el Expresionismo Alemán a Hollywood en cuanto a fotografía, magníficos primeros planos, ambientación opresiva y persecuciones nocturnas por una selva de plató y sin embargo, convincente. Transmitió ese terror primigenio a la noche, a la naturaleza y a los monstruos. Un filme entroncado con los clásicos de terror de la Universal, pero también con "King Kong", "El malvado Zaroff" o con "Freaks". ¡que magníficos son las películas de terror de los años 30!

Una isla sumida en las tinieblas, con un castillo donde un Mad Doctor se atreve a intentar evolucionar a las especies y desafiar al Creador, como ya hizo Victor Frankenstein, con el mismo funesto resultado. Una isla poblada de seres extraños, aterradores, deformes.

Un filme de terror que aún impresiona, con un impresionante Charles Laughton como el temible e inhumano Doctor Moureau. Una delicia para el degustador del buen cine.
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5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
El mejor Moreau
De todas las versiones cinematográficas que se han realizado sobre la novela de H.G. Wells “La isla del doctor Moreau”, me he decantado por esta primera versión de 1932, sin duda la mejor, dirigida por Erle C. Kenton.

La película tiene como protagonista al doctor Moreau (Charles Laughton), un “mad doctor” que tiene sus instalaciones en una isla desconocida por la cartografía. Se dedica a experimentar con animales para convertirlos en humanos, acelerando el tiempo evolutivo natural. Megalómano y prepotente, se considera así mismo Dios y somete a sus criaturas a una férrea ley de obediencia incondicional.

En tan sólo 70 minutos disfrutamos de todo un ejercicio de estilo narrativo y de fuerza visual, con un ritmo que pocas películas ofrecían en la época. Su desarrollo va in crescendo, aumentando paulatinamente el interés y el dramatismo hasta culminar con unas más que notables escenas finales. El alma de la película reside en la interpretación de Charles Laughton, quien borda su papel de “mad doctor”, con unos registros siniestros e inquietantes que son más notorios por la buena fotografía y los juegos de luces y sombras. El blanco inmaculado de su traje contrasta con lo oscuro de sus pensamientos e ideas.

En una época en la que la Universal tenía el monopolio del cine fantástico con sus “dráculas” y “frankensteins”, la Paramount supo aprovechar la oportunidad y elaboró una película notable, permitiéndose incluso el lujo de tener en sus filas al inolvidable Bela Lugosi, casi irreconocible en un “bestial” papel secundario. Muy recomendable.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
ENTRE EL ESPANTO Y LA INCREDULIDAD
El espeluznante paraje de la isla del Pacífico donde instaló H.G. Wells al doctor Moreau no podía ser habitado con mayor derecho por alguien distinto a C. Laughton.
Su arrolladora personalidad, su impecable presencia de actor fundamental, su empaque, su desenvoltura y esa naturalidad con la que trabaja el papel le acreditan para el cargo.

La película, estrenada en 1932, es un extraordinario hallazgo.
Directa y sencilla, clara, contundente y muy bien dirigida por E.C. Kenton.

El argumento se desarrolla con fluidez, la trama evoluciona como por ensalmo, todos los elementos van ocupando su lugar a medida que el metraje avanza y el espectador, entre espantado e incrédulo, se agarra con fuerza a los brazos de su butaca.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
De animales y hombres
Obra Maestra del cine fantástico y una de mis favoritas de la década de los 30, junto a otras como “King Kong” y “Freaks”. Adapta el clásico “La isla del Doctor Moreau” (me gusta más el título de esta peli) aunque, por alguna razón y pese a su genialidad, sigue siendo una película como “semi-desconocida”. Kenton dirige con gran ritmo y planificación, aprovechando estupenda e inquietantemente las sombras de selva y cuevas; y un inconmensurable Charles Laughton ofrece un Moreau refinadamente perverso, mientras un half man/half beast Bela Lugosi grita un clásico “What is the Law?”. Quizás sorprenda para alguien que se acerca a un fantástico tan distante pensando en “eran muy inocentonas” lo que acaba viendo, pero como la peli es un pre-Código Hays tenemos, entre otras cosas, vivisecciones, relaciones inter-especies (bestialismo), líbido sexual y violaciones (atención a los primerísimos planos de libidinosos y babeantes rostros masculinos observando a las mujeres); todo el conjunto con una malignidad figurativa evidente en su tono gritty (quizás me he respondido a lo de su escasa fama). Al parecer H.G.Wells no quedó contento con el film por su tendencia “excesiva” al género terror que, supuestamente, distraía de los temas. Solo decir que no estoy de acuerdo con la conclusión del escritor.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Jugar a ser dios
De la asombrosa pluma de H.G. Wells que ha servido de inagotable fuente al género fantástico, posiblemente "La isla del Doctor Moreau" sea la que menos satisfacciones ha deparado en la gran pantalla.

Aún así, esta versión de los años 30 tiene un encanto especial en la forma un tanto inocente de representar a esos seres deformes que pueblan la isla, despertando en el espectador una mezcla de repulsa y curiosa fascinación. Está contada en apenas poco más de una hora sin que notemos por ello un ritmo acelerado o contenga elipsis abruptas, pero en cambio sí adolece de una falta de profundidad en muchos de los personajes principales.

Sin lugar a dudas la mayor baza de la película recae en Charles Laughton, colosal actor capaz de elevar el nivel artístico de cualquier producción en la que participase. El personaje principal se ajusta al perfil de villano de este tipo de historias, el científico controvertido que se aleja de la civilización para proseguir con sus experimentos cuestionables por el resto de la comunidad científica, y que ha perdido las referencias éticas y morales sobre los pacientes a los que aplica sus estudios. Lejos de interpretar a un hombre histriónico, desquiciado o cegado por la locura, su Doctor Moreau es cordial, incluso hospitalario, reflexivo y consciente de su inteligencia, educado y culto, y prácticamente no pierde nunca la compostura ni en los momentos de tensión. Su presencia en la pantalla impone porque es la de un hombre que acepta su responsabilidad sobre lo que hace, y se muestra inflexible en llevar a cabo sus ideas aunque choquen con lo racional. Llega incluso a compararse alguna vez con un dios capaz de crear vida o modificarla, y se muestra orgulloso de esa don divino. Son los villanos que inspiran más temor porque no se arrepienten de lo que hacen siendo conscientes de las consecuencias. Tres años más tarde Laughton encarnaría a otro villano memorable como el capitán Bligh del "Motín de la Bounty" de Frank Lloyd, actuaciones brillantes en papeles desagradables a cargo de un actor sublime.

Erle C. Kenton fue un director de lo que hoy se denominaría "perfil bajo", capaz de sacar adelante los proyectos con oficio pero sin insuflarles una marcada personalidad, se especializó siempre en proyectos de bajo presupuesto sobre todo del fantástico y comedias livianas. Es algo de lo que se resiente el filme, si bien resulta interesante y tiene su encanto, quizás en manos de otro realizador con más talento se habría obtenido una película más poderosa.

Al igual que ocurre con "Soy leyenda" de Richard Matheson, creo que de "La isla del Doctor Moreau" no se ha hecho aún la versión definitiva. Mientras la esperamos, visitar esa isla y encontrarnos con Charles Laughton puede ir sirviendo de consuelo.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
La isla de las almas perdidas
Excelente película, esta obra garantiza una tarde muy entretenida disfrutando del buen cine, la fotografía es siempre correcta y se ambienta en escenarios bellos. Es muy destacable las actuaciones sobre todo de Charles Laughton que puede llegar a dar escalofríos si uno se imagina en el lugar del protagonista.
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6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Charles Laughton.
248/48/28(06/21) Notable film que mezcla con habilidad y gran ritmo el terror, ciencia ficción y thriller, bajo la dirección de Erle C. Kenton, filmando el guión de Philip Wylie (“Cuando los mundos chocan”), y Waldemar Young (“Ámame esta noche”), que adaptan por vez primera no silente la famosa novela de HG Wells de 1896 “La isla del Dr. Moreau”, la para mí, mejor versión del libro, producida por Paramount Pictures, que vio en esta producción una forma de aprovechar el auge del cine de terror a principios de la década de 1930, sobre todo los éxitos de la Universal con “Drácula”, “La Momia”, o “Frankenstein”. Con esta última guarda muchos paralelismos la historia tanto que la publicidad intentó ir a rebufo con la publicidad diciendo, "La ciencia intenta crear vida!", en claro guiño al Monstruo de Frankenstein y el modo de crearlo, también hay un clásico megalómano ‘Mad Doctor’ jugando a ser Dios (cosa que él mismo se auto define), y donde su creación se le va de las manos, como en la referida adaptación dela novela de Mary Shelley, donde además se pueden ver (rascando) alegoría al poder totalitario sobre razas inferiores, o también se puede atisbar una metáfora de la Revolución contra el poder, cuando La ley se retuerce a antojo del poder los cimientos de la sociedad se derrumban.

El viajero naufragado Edward Parker (Richard Arlen) es rescatado por un carguero que lleva animales a una isla aislada de los mares del Sur propiedad del Dr. Moreau (Charles Laughton). Después de que Parker pelea con el capitán borracho del carguero (Stanley Fields) por maltratar a M'ling (Tetsu Komai), un pasajero de aspecto extraño con algunas características bestiales, el capitán arroja a Parker por la borda en el bote del Sr.Montgomery (Arthur Hohl), con destino a Isla de Moreau. Cuando Parker llega a la isla, Moreau le da la bienvenida a Parker a su casa y le presenta a Lota (Kathleen Burke), una joven atractiva, pero algo extraña, con poca ropa que parece temerosa y retraída. Cuando los dos escuchan gritos provenientes de una habitación cerrada, que Lota llama "la Casa del Dolor", Parker investiga. Ve a Moreau y su asistente, Montgomery, operando a una criatura parecida a un hombre sin anestesia. Convencido de que Moreau está involucrado en una vivisección sádica, Parker intenta irse, solo para encontrarse con humanoides de aspecto brutal que se asemejan a simios, felinos, cerdos y otras bestias que emergen de la jungla. Aparece Moreau, hace restallar su látigo y ordena al conocido como el Rector de la Ley (Bela Lugosi), un hombre peludo parecido a un lobo, para recitar las reglas contra la violencia (La Ley). Después, los extraños "hombres" se dispersan.

Tiene su gran aliciente en un protagonista sublime en la encarnación de un villano que ha creado escuela, alejado de la caricatura, un tipo elegante, cínico, educado, manipulador, culto, inteligente, jugando con la gente, con un carisma que desborda la pantalla el majestuoso Charles Laughton (el para muchos mejor actor de la historia del cine). Tipo amanerado que se mueve con tremenda soltura con su traje blanco, con autosuficiencia, dominado a los híbridos con su látigo y sus leyes deidíficas. Da vida al científico arrogante que es marginado por sus ideas ‘revolucionarias’ y se encuentra aislado con sus sacrílegos experimentos, donde se rige por la amoralidad más absoluto, rebasando cualquier ética profesional en pos de convertirse en un Dios en su pequeño Reino, regido por sus particulares Mandamientos (no comer carne, no andar en cuatro patas y no derramar sangre), donde la fotografía lo recoge (sabiamente) entre sombras en muchas ocasiones. Donde el quebrar las reglas se paga en la Casa del Dolor, donde Moreau parece dar rienda suelta a su vena sádica

Un film trepidante que hace que sus exiguos 70 minutos resulten extasiantes de principio a fin, donde las elipsis son manejadas de modo formidable en su nitidez expositiva, con una recreación de la lóbrega isla excelente gracias a la gran labor en la dirección artística de Hans dreier (“Perdición” o “Sunset Boulevard”), envuelta en sombras y brumas, ello gracias a una primorosa cinematografía en glorioso b/n de Karl Struss (“Amanecer” o “El Gran Dictador”), de claros efluvios expresionistas, edificando un clima oneroso cuasi-fantasmagórico, irradiando sensación pesadillesca, en su tensa ambientación de carácter amenazante, donde las sombras alargadas, los claroscuros y la oscuridad sobre rostros remarcan el dramatismo de su aura de terror, sustentado en secuencias de brutalidad tremebundas. Donde las bestias que pueblan la isla son en sus apariciones tétricas con esos espantosos híbridos entre humanos y animales, esta impresión alcanzada gracias al brillante maquillaje creado por Wally Westmore (“La Guerra de los Mundos” o “El Profesor Chiflado”), recreando con espectacular realismo a estos seres mitrad hombres, mitad bestias, ello en una galería de diferentes seres, como hombres-perro, hombres-cerdo, u hombres-gorila, extraordinario trabajo que aun hoy casio 90 años después de su estreno resulta asombroso. Y todo esto sin música extradiegética, dejando que sea la historia la que sin manipulación externa t atrape en sus malsanas redes.

Elemento crucial es Lota, la Chica Pantera (bonita pero sin expresividad Kathleen Burke), la para el Dr. Moreau su mejor creación, joven hermosa de apariencia humana (solo sabremos es un híbrido por sus afiladas uñas), vestida con escasa ropa, única hembra en la isla. Con la que pretende ante la irrupción de un visitante hacer un experimento que tiene que ver con el sexo y como ver este instinto en sus creaciones, promoviendo se aparee con el visitante, con este ejerciendo de cobaya sin saberlo. Esto da un tinte aún más perturbador a la situación, donde Moreau se coloca como un Dios frio sin más sentimientos que su afán mesiánico. Es en esta relación artificiosa manufacturada por el Maestro de Marionetas Moreau que será la implosión de la isla... (sigo en spoiler)
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
What is the Law?
No va a estar entre mis películas clásicas de terror favoritas, aunque he de reconocer que tiene su encanto. La Isla de las Almas Perdidas puede ser una opción si has visto ya otros grandes clásicos del género, pero queda muy por debajo en cuestiones técnicas -salvando la acertadísima fotografía- y narrativas de otros gigantes.

Es cierto que eran otros tiempos, pero eché de menos que Erle Kenton profundizara en el mensaje y no se quedara simplemente en lo terrorífico de la novela de Wells -el cual tampoco disfrutó demasiado de esta adaptación por motivos similares-. La película no goza de la profundidad suficiente como para ser tomada tan en serio, aunque en sus trucos de terror consigue aprobar aportando cierto ingenio más allá de las meras escenas de composición típica de los años 30.

Como digo, puede servir como alternativa, pero no me pareció gran cosa a la hora de la verdad, dejándome muy frío.
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3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Humanizando mediante el salvajismo perverso
La primera de una serie de adaptaciones cinematográficas de la novela de "La isla del Dr.Moreau", bien oscura en su impronta visual donde vemos cómo el hombre juega a ser Dios creando, donde se manipula la bioética de manera alevosa, donde se busca humanizar lo salvaje paradójicamente con métodos bestiales, donde el animal y la persona se mezclan de manera patológica hasta derivar en mutantes, donde se respira aire a trasgresión científica y algo de referencia a la megalomanía.

Una cinta a la que los años le desnudan algunas falencias desde el vestuario y los disfraces con que se dio vida a lo sobrenatural, donde hay algunas sobreactuaciones (en las escenas de lucha), y donde se evidencia la escasez de recursos económicos ... pero donde también en general y a grandes rasgos se nota que es una producción interesante desde los planteos morales polémicos que pone sobre la mesa y desde la lúgubre atmósfera que surgen de los tétricos escenarios isleños y desde la oscura aclimatación visual.

En fin, interesante adaptación, sórdida y siniestra en sus planteos bioéticos que emanan de los retorcidos experimentos científicos llevados a cabo por el Dr Moreau.

Palabras claves; bioética, doctores locos, medicina ilegal, fauna, monstruos, experimentación científica, exótica isla.

(cualquier aporte, sugerencia, o simple acotación a esta crítica serán bien recibidas en el espacio de comentarios de mi blog personal)
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2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Ciencia-ficción para una alegoría política
Eso es para mí esta película: un delirante pero estimulante argumento de ciencia-ficción para una alegoría política, pues un científico británico, el inquietante Doctor Moreau (Charles Laughton) es un científico loco que con sus extraños experimentos, que convierten a los inocentes animales en humanos de aspecto amenazador, ha creado una delirante dictadura, poblada por monstruos, o por patéticos seres híbridos, en la que él es el líder supremo. Una dictadura, disfrazada de paraíso tropical, que pronto se verá alterada por la llegada de visitantes como el infortunado personaje de Richard Arlen, nuevo visitante de un nuevo Conde Drácula de los Mares del Sur.

La escenografía, la fotografía en blanco y negro, el vestuario y el maquillaje crean un microcosmos lleno de una turbiedad y un misterio muy dignos de comentar, y Laughton compone un villano realmente memorable; es interesante comprobar que los ingleses son los malos en el cine estadounidense.
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8
Modélica y trepidante muestra de fantástico, terror y ciencia-ficción que esconde alegoría política.
La isla de las almas perdidas (Erle C. Kenton, 1932). Sorprendente y delirante adaptación (bajo mi punto de vista la mejor hasta la fecha) del clásico “La isla del Doctor Moreau” de la que por lo visto H.G. Wells siempre renegó, en la que como film de la época pre-Código Hays tenemos cosas que poco tiempo después dejaron de verse en las pantallas, como: vivisecciones, bestialismo, líbido sexual, violaciones... Modélica y trepidante muestra de fantástico, terror y ciencia-ficción que esconde alegoría política. Charles Laughton y Bela Lugosi construyen personajes míticos. De imprescindible visionado.
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