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172 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
10
Yo era... amigo de Harry Lime
Tal vez una película de las número uno. El tercer hombre es puro encanto. Como en literatura o en pintura, se advierte enseguida una obra de estudio. No me voy a extender por la era donde está ya todo trillado. Me gustaría señalar lo visto en esta película en tres niveles y tres escenas.

El primer nivel se alcanza en la noria, en las alturas. Ahí Harry Lime dice a Holly Martins: "si miras desde aquí a los hombres, parecen hormiguitas; qué más da una más o menos..." Eso mismo diría Dios si no se hubiera hecho un día hombre, y la verdad, tiene gracia, pero cada hormiguita tiene su esperanza, su amor, su reunión mensual para hablar de literatura, de Beckett o de Zane Gray... Sus cosas.

El segundo nivel está en la superficie, donde el hombre lucha por sobrevivir. Ahí están dos escenas grandiosas en el cine: cuando Harry Lime aparece entre sombras bajo un portal porque el gato le descubre y la escena final de la película que es el desencuentro más explícito jamás filmado. La primera alcanza un momento nostálgico difícil de olvidar con esa preciosa melodía de Anton Karas que a lo largo de la vida tendrás más de una ocasión de volver a oír. ¡Qué grande hizo a Harry Lime la inolvidable cítara!

Harry Lime es nuestro amigo de toda la vida: el más enigmático, el más ocurrente, el que de joven se llevaba de calle a todas las chicas, el más gracioso, el que todos querían estar a su lado, el que siempre tenía dinero cuando todo el mundo estaba a dos velas... ¡Cuánto quisimos a Harry Lime! ¡Cómo no se iba a enamorar de él la mujer más bella y sensata! No es extraño que una chica guapa, seria y con lo pies bien puestos en la tierra, termine locamente enamorada del hombre más soñador y sinvergüenza que conozca.

Y el tercer nivel es el submundo. El infierno. Ahí no hay reuniones, ni amistad... Sólo huida y peligro, miedo y muerte. Y es bajo tierra donde aparece la tercera escena más lograda del cine: esas manos queriendo salir de la muerte, aferrándose a la vida como es el instinto primario del ser humano. Esos dedos que salen entre los barrotes inútilmente porque quieren escapar.

No obstante, con un poco de suerte tendrás amigos, trabajos, golpes y encuentros, en un mundo que siempre será hostil, se haya terminado la II GM o hayan pasado ya más de 60 años, y si encima llega un día en el que bajas de un coche a esperar, en el paseo más lánguido del mundo, a que pase la mujer que te ha enamorado, con esos toques de la cítara de fondo, habrás tenido la suerte de vivir también una inolvidable historia de amor. Acabe como acabe.
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320 de 356 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Por las cloacas de Viena
El tópico nos dice que estamos ante una película de O. Welles. Es cierto. En ninguna otra película que se haya realizado se deja sentir tanto la presencia del actor en el pulso que toma la dirección como en esta; pero de ahí a la autoría hay un paso gigantesco que olvidaría otros hallazgos de esta obra maestra. Lo que está claro es que Welles tuvo libertad absoluta de componer su fascinante H. Lime, no sólo rescribiendo su parte (todo ese magnífico discurso sobre la democracia y el reloj de cuco es suyo), sino dirigiendo sus secuencias. Prueba de ello es leer el guión de Greene, ahora ya tomado como una novela más de él, pero que en origen fue un guión encargado por el productor, A. Korda, y ver toda la construcción que realizó Welles en el que, junto con Kane y el capitán Quinlan, es su mejor personaje.
“El tercer hombre” tiene muchas historias, pero podemos resumir todas en un binomio: amistad / traición. Martins, un espléndido J. Cotten, llega a una Viena “un poco destruida por las bombas”, invitado por su amigo H. Lime, para descubrir que éste ha fallecido en un extraño accidente. Sobre esta premisa, la sabiduría de Carol Reed despliega una serie de momentos inolvidables, en un viaje lleno de cinismo por esa jauría humana que alumbra la posguerra y que tienen en las cloacas una de sus vías de comunicación.
Para eso C. Reed reinventa el expresionismo dotando a la dirección de un regusto barroco que será la marca de estilo: ángulos novedosos que casi nunca respetan la horizontalidad del plano, infinidad de picados y contrapicados, que hasta hacen creer a uno de los personajes que el cielo se halla en el suelo y el infierno en el cielo, juegos con la profundidad de campo como el maravilloso plano de presentación de Welles. Todo este toda a la película de una tensión única.
El reparto sólido y sensacional. Destacando, aparte de los mencionados, una Alida Valli que se eleva al estrellato tras esta película, o un Trevor Howard tan distinguido como siempre y que borda su papel.
Como decía la película esta llena de momentos únicos. Dejando aparte los ya conocidos: el plano de presentación de Welles, la persecución por las cloacas, la secuencia de la noria, hay dos que destacaría por encima de los demás: la secuencia de la delación echa a manos de un tierno niño. Una secuencia magistral, que sigue produciendo una angustia enorme al contemplarla y ver como ese tierno niño de dos años puede convertirse en un monstruo feroz; y por supuesto ese plano final y larguísimo que cierra la película de un modo desolador y renegando de una regla de oro: el final feliz.
Suena las notas de A.Karas. Siéntate y relájate; ¡estás de suerte! Harry Lime no ha muerto, ni el buen cine tampoco, te esperan noventa minutos de impagable celuloide.
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217 de 250 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
La tercera pierna
El título de mi crítica no va por lo que pensáis, marranos. Ésta no es precisamente una película para "empalmaos".

En cine debo tener unos gustos muy julandrones, porque junto a "El hombre tranquilo" y "El hombre que pudo reinar", "El tercer hombre" forma parte de mi terceto de películas favoritas. Debe ser que inconscientemente aún conservo cierta fe en el hombre. Ojalá.

Las dos primeras tratan con sencillez el amor entre un hombre y una mujer ("El hombre tranquilo"), el amor que se tiene por la aventura ("El hombre que pudo reinar"), o el amor que se tiene por los amigos (ambas). Pero "El tercer hombre", siendo curiosamente la más antigua de las tres, es más oscura y trata del fracaso de todos esos amores.

Una puesta en escena deliciosamente barroca, y la cítara de Anton Karas nos va acompañando en el recorrido que hace Holly Martins por una Viena derruida, en busca de su otrora amigo Harry Lime, un personaje ausente que se comerá al mismo protagonista sin apenas aparecer. Hasta que compruebe que Viena es lo menos derruido de toda esta aventura.

"El tercer hombre" es una película magistral en cada uno de los minutos de su corta extensión. Se tardaría más en alabar cada escena, cada diálogo o cada interpretación, que ver la película entera.

Y una escena final larga, pausada y amarga que nos muestra que en la vida a veces no podemos escoger ni nuestros amigos, ni nuestros amores, ni nuestras aventuras.
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154 de 194 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Orson Welles, un hombre llamado Harry Lime
Pura leyenda, puro mito, puro CINE con mayúsculas. G. Greene, autor de la historia y del guión, el director C. Reed y O.Welles, con su poderosa presencia, forman el trípode que sustenta este inmortal thriller, obra maestra absoluta del cine de todos los tiempos. Motivo de polémica durante años, hoy casi nadie discute la autoría del film, un C. Reed en la cúspide de su talento creativo, pero a nadie se le escapa que un genio como O. Welles debió de tener mucho que ver en el tratamiento del personaje de Harry Lime y su plasmación en imágenes. Creación arrolladora de Welles, que domina el film de principio a fin, lo marcó de forma definitoria hasta su muerte.
Partiendo de una premisa argumental sencilla, -Martins (Cotten), un escritor de novelas baratas del oeste viaja a Viena donde Lime (Welles) su mejor amigo le ha ofrecido trabajo, para descubrir al llegar que ha muerto atropellado-, que nos sumerge en un alambicado relato de intriga en el marco incomparable de la Viena de la posguerra, poco a poco vamos descubriendo una fascinante galería de personajes que intentan sobrevivir a las secuelas de la guerra. Ante nosotros aparece, con toda su crudeza, un sórdido mundo que transita entre el bien y el mal, lo moral y lo inmoral, lo ético y lo que no lo es. Con un guión extraordinario de míticos diálogos que ya son historia, “El tercer hombre” se erige, bajo la soberbia dirección de C. Reed, como uno de los más lúcidos estudios sobre el egoísmo, el cinismo y la maldad del ser humano, y nos plantea el terrible dilema moral de tener que escoger entre la fidelidad y lo éticamente correcto. Bañada por un extraño halito de romanticismo y con una historia de amor imposible, nos deslumbra por la barroca puesta en escena, la impresionante fotografía expresionista de R. Krasker -opresiva y llena de sombras-, los míticos planos inclinados asociados a la duda, el sensacional montaje, los silencios y ecos que estallan en nuestros oídos, y por la inmortal cítara de A. Karas. Con un espléndido reparto en estado de gracia, desde el discreto pero memorable J. Cotten -en el mejor papel de su carrera-, la bellísima, enigmática y sublime A. Valli, un T. Howard sencillamente perfecto, hasta la impresionante interpretación que ese autentico monstruo de la escena que era O. Welles hace del personaje de Harry Lime, para la inmortalidad nos ha quedado la mejor presentación de un personaje de la historia, el encuentro en la noria del Prater vienes -con el mítico monologo de Welles-, la magistral secuencia de persecución por las cloacas de la ciudad -con ese impagable gesto final de asentimiento-, y ese arriesgadísimo, duro y desolador plano final de más de dos minutos de duración. Una impresionante obra maestra, absolutamente imprescindible.


Francesc Chico Jaimejuan

Barcelona a 4 de octubre de 2005
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101 de 120 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Harry Lime
Escrita por G. Greene y dirigida por C. Reed, alcanzó un gran éxito. Ganó un Oscar (fotografía B/N), un BAFTA (mejor película británica) y el Gran Premio de Cannes.

La acción tiene lugar en Viena en los primeros años de la Posguerra (1947). Narra la historia de Harry Lime, traficante desaprensivo que en el mercado negro vienés compra penicilina robada, la diluye y la vende a un alto precio, a costa de la salud de las personas. Su actividad le lleva a simular la muerte y a ocultarse en el sector ruso de la ciudad. Cuando Holly Martins (Joseph Cotten) llega a Viena, decide emprender una investigación sobre su muerte, dadas las informaciones contradictorias que recoge. La película describe la perversidad de un hombre siniestro y diabólico, que aborrece a sus semejantes; desprecia la justicia, la solidaridad, la democracia y la paz; y ama la guerra, el terror y el asesinato. Su objetivo es convertirse en un personaje poderoso, a la manera del superhombre de Nietzsche. Es el protagonista del film y el eje de la acción. Por lo demás, la película pone en tensión la lealtad, el amor y la amistad frente a la verdad, la justicia y el bien. Su amante, Ana (Alida Valli), y su amigo de la infancia Martins, se debaten entre dudas, inseguridades y contradicciones. La estética de la obra es marcadamente expresionista. Abundan los encuadres dislocados, las perspectivas de ruínas, las imágenes deformadas por los bombardeos (escaleras, vías, etc.). A ello se añaden juegos de luces y sombras que crean un clima fantasmagórico, reflejo de las opciones éticas y de los sentimientos de los protagonistas. Además, la obra suma un compendio amplio y heterogéneo de ambigüedades y dudas, que elevan la atmósfera de tensión y desasosiego.

La música, de Anton Karas, se basa en una melodía sencilla e hipnóptica, interpretada con cítara, muy adecuada. La fotografía ofrece un recital de recursos innovadores de gran efectividad. El guión toma un argumento excelente de Graham Greene, adaptado con aportaciones de Alexander Korda y Carol Reed. La definición de los personas principales es modélica: Ana encarna la lealtad al amante; Lime la perversidad y la locura; y Martins la mediocridad, ahogada en alcohol, y una ambígua fascinación por Lime. La interpretación de Welles es breve, pero magistral, y son excelentes las intervenciones de los otros protagonistas. La dirección, correcta y solvente, se apoya en Welles en tres ocasiones: la aparición nocturna de Lime ante la mirada de Martins, la conversación de Lime y Martins en la noria y los dedos tensos que buscan la libertad ante un fondo de árboles otoñales sin hojas.

Tercera colaboración de Reed y Greene. Una de las mejores películas de todos los tiempos.
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74 de 90 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Así, así , así gana el Madrid
“El tercer hombre” es una de esas películas en las que parece que es imposible discrepar, que la gran mayoría la elevan a la categoría de leyenda y allí se instala sin tener que dar más explicaciones.

A mi me parece una película excesivamente precocinada, donde desde el primer momento se busca potenciar y presentar lo que destaca para que quede en la retina de la gente.

Y son todos esos valores de la cinta la que la han convirtiendo en inmortal, desde la inolvidable música de Anton Karas –que por supuesto a veces no viene a cuento-, una fotografía magnífica y que tiene cantidad de planos y ángulos al cuál más original y rebuscado para la época con encuadres y planos perturbadores que hacen que el público no la olvide, temática de intriga con ingredientes románticos (que es género favorito de las mujeres indiscutiblemente),un puñado de actores destacados como Joseph Cotten y sobre todo Orson Welles que convertía en oro todo lo que tocaba en los años 40, ambientado en una ciudad exótica para los americanos de la posguerra como Viena con las alcantarillas de fondo (lo que le gusta a la gente las cloacas), basado en un libro de un novelista de éxito como Graham Greene y encima patrocinada y producida por dos reyes del marketing como David O. Selznick y Alexander Korda hacen que el éxito esté asegurado.

Y sin embargo me parece una película narrativamente débil e inconsistente y que en ningún momento te la puedes creer por inverosímil. Nunca me ha gustado la forma la forma en que los soviéticos aparecen presentados y se nota demasiado la presencia de la guerra fría en el momento en qué se rodó. Pero mucho peor es el continuo estereotipo de los austríacos como seres entre el conde Drácula y la delincuencia que se nos vende, mientras que los militares británicos y americanos parecen padres de familia.

El mismo director Carol Reed, el cuál me parece un muy buen director, llegó en cierta ocasión a poner en entredicho la excesiva fama de esta película recordando que en su filmografía había títulos mucho mejores. Lo que suscribo plenamente, al menos tres de ellos, pero sin embargo “El tercer hombre” es la única recordada.

Graham Greene, un magnífico novelista por otra parte, ya era bastante conocido en aquel momento por sus adaptaciones de Fritz Lang, John Ford o el mismo Carol Reed, pero a pesar de que esta novelita (lo digo por el tamaño) no está mal es muy inferior a otras como “Nuestro hombre en La Habana” o “El Americano tranquilo” sin ir más lejos.
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128 de 201 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Belleza
Arrancó lánguidamente, al compás de los murmullos vieneses. No tenía prisa, y mostró como cebo un típico McGuffin.

Me invitó a pasear, y yo fui con ella. Segura de su atractivo, no necesitaba imponerse en su baile de seducción.

Sin saber muy bien cómo, caí en sus redes. A su lado el aburrimiento no existía... y aún así no había tensión en su mirada despierta.

Sentí que el tiempo se paraba. La sucesión desapareció y cuando
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77 de 114 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Que sí, pero que no, a medias
Que si, que es una buena película.
Que sí, que tiene un hilo argumental interesante
Que sí, que la ambientación y las interpretaciones son buenas.
Que sí, que los planos torcidos de cámara, le dan una sensación de pesadilla del protagonista
Que sí, que los 15 últimos minutos en las alcantarillas son buenos
Que sí, muu bueno el dilema moral del protagonista, entre ayudar o no a su amigo del alma.

Que no, que no la considero una obra de arte
Que no, que ya sabes desde los 15 minutos quien es el tercer hombre y qué ha pasado con él, ya que te dan una pista que podrían haber tardado más en darla.
Que no, que la banda sonora no la acompaña.
Que no, que los polis y los malos son muy buenos y educados ( por otra parte, como en todas las películas de la época).

En fín, una película que me ha dejado a medias, que no considero una obra maestra, sino simplemente una película buena, con muchos tópicos.
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58 de 78 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El ilusionista
Dicen que “El tercer hombre” es una Obra Maestra. Un clásico de los buenos, de toda la vida. De visión imprescindible y onerosa. Considerada unánimemente como la máxima aportación británica a la historia del cine. Y, por si fuera poco, orquestada desde la sombra por el mismísimo Orson Welles.

Impresionante.

Pero que quereis que os diga... Disculpadme la blasfemia, pero no le voy a otorgar un diez. Ni un nueve. Un ocho y va que chuta. Pasemos a puntualizar las razones de mi roñoso notable.

El filmo de Reed engancha, y mucho, desde su inicio. Curiosamente no se trata de una peli de suspense, ni de género negro, pero mantiene al espectador pegado a la butaca desde el principio. El guión es brillante y encadena la sucesión de los acontecimientos con una precisión irreprochable. El pulso narrativo es magistral, y tanto los diálogos como la progresiva irrupción de los personajes se desarrollan con una naturalidad insultante. La puesta en escena y la fotografía son impecables. Pocas veces una peli ha recreado una atmósfera tan sombría y bella a la vez. La estética barroca, decadente y lánguida de una Viena devastada por la 2ª Guerra Mundial resulta sencillamente fascinante. Joseph Cotten y Trevor Howard interpretan sus papeles como solo saben hacerlo. Magníficamente. Orson Welles, como no, borda a Harry Lime, el ‘personaje McGuffin’, en sus breves pero intensas apariciones. Alida Valli, por su parte, inunda la pantalla con esa rutilante y melancólica belleza.

(Sigue en spoiler por 'recomendación' expresa de la validadora nº 14. Un besito, guapa).
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59 de 84 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
BUENA, PERO SIGO SIN PILLARLE EL PUNTO.
A lo mejor es culpa mía. La he visto dos veces y no me parece para tanto. Seguro que me ha pillado en días tontos...

Reconozco que la banda sonora es notable. Me atrae el personaje de Cotten y Orson Welles cumple su cometido de excelente manera. Los desequilibrados encuadres y la ambientación son brillantes. La secuencia de las alcantarillas es más que buena...

...pero el personaje femenino del film me cansa. Y la trama investigadora se me antoja algo alargada. El plano final -harto mitificado- me provoca... nada. Y el conjunto no me toca.

¿Por qué? Ni idea. Pero resulta curioso que esto me ocurra en films dirigidos o interpretados por Orson Welles. Debe ser que le tengo aversión innata a este hombre...
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68 de 107 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
LA SOMBRA DE ORSON WELLES
Estaba ya Carol Reed con cámaras y focos instalados en las alcantarillas de Viena, donde estaba previsto filmar la caza de ese “tercer hombre” que da título al film, y aún no había actor que lo interpretase. Robert Mitchum, el previsto, fue enchironado en California por adicto visitante al saco de marihuana que usaba como almohada; y el productor Alex Corda, se puso en contacto con Orson Welles para que lo sustituyese. Éste necesitaba dinero urgente para poder terminar su interrumpido Otello y aceptó sin pensarlo. Una vez allí, a Welles no le convenció el personaje de Harry Line y lo rehízo por su cuenta (sospecho que fue más allá, por el resultado). Luego declararía que fue con el beneplácito del director.

Aunque Carol Reed firma esta obra del cine negro expresionista, la influencia de Orson Welles planea inevitablemente en cada plano. La sombra de Welles era alargada. Muchos han creído percibir su autoría en buena parte de los planos, secuencias, insertos y diálogos más celebrados. Lo cierto es que el personaje de villano sin escrúpulos que interpretaba el director de “Ciudadano Kane” en esta película tiene tanto peso específico que, sutil e irremediablemente, hace escorar de su lado cualquier comentario cinéfilo, por muy desapasionado que éste pretenda ser.

El estilo de la puesta en escena de Reed, además, reviste no pocas similitudes con el utilizado por Welles en sus obras personales, añadiendo más leña al fuego alimentado desde hace décadas por los mitómanos peor intencionados. De una forma u otra, el misterio que envuelve el rodaje de “El tercer Hombre” le sienta bien el guión firmado por el ex espía ilustrado y novelista Graham Greene. Con más de 60 años, la película guarda una gran vitalidad, la iluminación y los encuadres forman parte de la memoria colectiva. Reed retrata una Viena siniestra y arruinada, ocupada por las cuatro potencias vencedoras que se reparten la ciudad. Asolada por unos personajes de moralidad ambigua, con un entramado de estraperlo y tráfico de penicilina que pone al descubierto lo peor de la condición humana, y lo hace brillantemente.

“El tercer hombre” supone también una reflexión sobre la amistad y los límites de la misma, sobre la traición y sobre el compromiso. La aventura de Holly Martins (Joseph Cotten) supone uno de los periplos más pesimistas de la historia del cine. En la construcción del clima moral del relato influye decisivamente la elección de Viena como escenario para su desarrollo, una ciudad cuyo antiguo esplendor imperial se enfrenta ahora a los solares ruinosos dejados por la guerra, una mera extensión de las sombras físicas muy bien fotografiadas por Robert Krasker. Otro elemento esencial es la banda sonora, una sencilla composición de Anton Karas, que todos hemos tarareado alguna vez, una música bien integrada y sin pretensiones que inunda de principio a fin la atmósfera de esta obra tan peculiar . Este thriller clásico con intensa carga barroca fue elegido por los ingleses hace unos años como la mejor aportación británica a la historia del cine. Eso es, y con mayúscula: pura Historia, resultado una vez más (como ocurre con “Casablanca” o “El Padrino”, resultado de un genial cruce de azares.

Continúa en spoiler.
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30 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
LA MALDAD EN MEDIO DEL VIVIR, DEL CONVIVIR Y DEL SOBREVIVIR
En una entrevista que Antonio Lucas le hace al académico de la RAE, Arturo Pérez- Reverte, en El Mundo (Madrid, 21-11-12), pg. 67, este último manifiesta algo que bien pudiera usarse como introducción a la figura del "tercer hombre" o malvado sagaz y con mucho intelecto: "El peor cáncer que sufre la humanidad no es la maldad, sino la estupidez, un malo inteligente hace el mundo mejor, porque te obliga a estar despierto. Los malos son necesarios. (...) Evitar todo asomo de mal es cargarte el sistema inmunológico de la humanidad."

Pues bien, el protagonista de fondo o "tercer hombre" en esta película, representa a ese tipo de humano desenfadadamente malévolo (interpretado por Orson Welles), una clase de individuo relativista que busca ante todo su propio beneficio material aunque sea a costa de causar grandes sufrimientos de por vida a personas inocentes, pero sin perder el humor ni las formas aparentemente civilizadas; un modelo de malvado o bribón por quién suele sentirse atraída con amor incondicional la bella de turno, tanto que se lo puede perdonar todo al tiempo que se mostrará inclemente con cualquiera, no específicamente "malo", que traicione a un amigo (no importa que sea un amigo degenerado).

Para mí esta película se sitúa entre las veinticinco mejores de todos los tiempos, con una escena cúspide, de altura (nunca mejor dicho): la de la noria y el diálogo cresta que allí tiene lugar entre los dos amigos protagonistas, el hombre con más escrúpulos de conciencia, interpretado por Joseph Cotten, y el hombre con menos escrúpulos, que de manera sublime escenifica Orson Welles. El personaje de este último representa y expone, mediante su discurso ergotista, la razón de ser del dañino relativista; reivindicando la lógica del sobrevivir caiga quien caiga; haciendo filosofía de su criminal comportamiento; desdramatizando la propia maldad y justificándola como un contrapeso acicateador de la evolución en todos los campos; acogiéndose también con tunantería argumentativa y hasta religiosa a la mismísima teología (tratado sobre Dios y el Más Allá) a fin de defenderse o defender que esta vida no debe elevarse al bien máximo ni la muerte a lo peor.

Sin duda, estamos ante una obra de arte cuyo análisis sobre la moral/inmoralidad es eminentemente maquiavélico, tan realista, sincero y dialéctico que hasta logra caer simpático, además de "amontonar brazas encendidas sobre las cabezas" de los que se decantan mediocremente del lado del "bien", de ésos que se creen los "buenos" en la película de la vida; o lo que es peor, que van de "buenistas" aunque resulten ser o idiotas o idiotizadores mil veces más peligrosos que el peor de los malos declarados.

¿Acaso los buenistas o mediocremente buenos, no hacen lo mismo que quienes ellos acusan de viles, crueles, infames, fascistas o diabólicos? Piénsese por ejemplo en la multitud de buenistas que forman parte de la cadena de fabricación de coches, la poca conciencia que tienen, que sólo buscan un sueldo mensual para sobrevivir sin importales un pimiento que nuestras vidas estén saturadas por la tortura y la contaminación automovilística, las ciudades diseñadas al calibre de dicha barahúnda maléfica; o cómo los sindicatos y el gran gentío de “idiotas” juntan líneas si en un momento dado están en peligro sus puestos de trabajo dentro del entramado perverso y en gran medida criminal. E igual reflexión cabe hacerse respecto a todos los que integran el gran negocio del alcohol, el azúcar, los refrescos burbujeantes, etc., etc., incluidos los millones y millones de taberneros, expendedores o tenderos que lo único que tienen en mente es la ganancia que obtienen de ello, para nada si el producto que les proporciona dinero para sobrevivir hace daño o no a otros seres humanos
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34 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Un hombre en Viena
La memoria me lleva al salón de mi casa (la casa de papa y mamá siempre lo es), con una mirada inocente a la que hoy apenas le queda un hilo de vida, clavada en la pantalla desde los primeros acordes de la cítara, asombrada con esos encuadres, esa fotografía en blanco y negro con infinita gama de grises (ese Pumares de madrugada...), esos diálogos de intriga in crescendo, esos amores cruzados libres de cursilerías y lugares comunes, esa noria, esas alcantarillas...el niño mira al padre buscando complicidad...¿qué buena, no? ¿o me lo parece sólo a mí?..la cara del progenitor Quintero seria, mirada nada inocente la suya. Conociéndole, si no bosteza, ni mira el reloj, ni se ha largado al "camaso" es que debe de tener su aquel el film. Hoy la veo, o pienso en ella, y la emoción se me escapa empezando por donde sólo una persona sabe, y creo que no hay una mejor, ni más redonda, historia de dolor que la de este hombre de mirada impasible en Viena.
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25 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
Un hombre picoteado por un loro
A mi cuando me dicen lo de "El tercer hombre" lo primero que se me viene a la cabeza es aquel argumento de Aristóteles para rebatir la teoría de las ideas de Platón. Desde luego, también es un novela escrita por Grahan Greene y, en el caso que nos ocupa, una película, no muy buena, la verdad sea dicha. A ver, el planteamiento es atractivo y en líneas generales tiene unos cuantos aciertos técnicos que muchos de los que la comentáis ya habéis señalado que van desde la fotografía al uso de la cámara pasando por lo creativo de ciertas secuencias. Luego Carol Reed juega con acierto con los temas habituales del cine negro pero en este caso dotándolo de un halo romántico considerable. Por último la música, que aunque te suena más bien a comedia, cuesta que te la quites de la cabeza.

Dicho esto, argumentalmente me temo que "El tercer hombre" no tiene el más mínimo sentido. Lo raro es que me he leído unas cuentas críticas de esta página y sólo parece que un amigo se ha dado cuenta de este detalle vital. Como no quiero destripar nada, podéis consultar el SPOILER. Por si fuera poco, los personajes principales te parecen muy tontos. Holly (Joseph Cotten), que no se entera nada, y hasta en un momento surrealista, es picoteado por un loro; Anna (una bella Alida Valli), que siga enamorada como una mema de un tipejo así, y encima va y lo defiende; Harry, bueno de Harry, mejor el SPOILER. A la postre, con un final que se demora en exceso incluido, uno ve "El tercer hombre" con mucha incredulidad. No te crees nada de lo que sale y ante tantos fallos, no te la tomas en serio.
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60 de 99 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
El profundo ego de Orson Welles
Si hay algo que ha influenciado la histora del cine, ha sido la opinión de los críticos. De esa forma hemos visto encumbradas películas que no pasan de lo normalito y fustigadas películas realmente excepcionales. El tercer hombre pertenece, sin duda, a la primera de esas dos categorías. A pesar de que tiene muchos elementos que la convertirían en una película digna de ver, también presenta unos errores lo suficientemente garrafales como para no merecer ser vista (explicados en el spoiler).

La historia nos cuenta como un hombre llega a Viena con la promesa de trabajo de un amigo suyo. Al llegar, no sólo se encuentra con que han matado a su amigo, sino que ese amigo suyo resulta ser un criminal muy peligroso. Eso provocará sentimientos contradictorios en el personaje y una defensa a ultranza de su amigo que le granjeará problemas.

Lo primero que nos llama la atención en el visionado de este largometraje, es lo equivocado de algunas de las intervenciones de Orson Welles. Cierto es que la escena de la presentación de su personaje y la que se encuadra dentro de la cabida de la noria están encumbradas por los críticos como dos de las mejores escenas del cine, y cierto es que ambas escenas por separado son magníficas; pero ambas escenas no tienen sentido si las enmarcamos en el contexto argumental de la película. El devenir de la película exige que en esas escenas se muestren una serie de emociones que no sólo no se muestran sino que lo mostrado son emociones de corte antagónico. Parte de la culpa de ese despropósito, tal vez sea de la egolatrada del amigo Orson Wells que se empeñó en cambiar el guión de las escenas en las que él participaba.

También es criticable la participación del director y del compositor. El primero por permitir a un actor hacer y deshacer a su antojo, por abusar de planos extravagantes, y por no profundizar en el dilema moral que sufre el protagonista ni en la ambición de Harry. El segundo por componer una banda sonora más propia de una comedia de Woody Allen que de una película policíaca. Tampoco se entiende tan poca desdicha en una sociedad demacrada por una trenebunda y recién acabada guerra.

Por el resto, admirar la interpretación de Alida Valli y Joseph Cotten; a pesar de que el segundo pierda todo el brío dramático cada vez que comparte escena con Orson Welles.
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43 de 66 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
De cítaras, cloacas vienesas y otros ingredientes para una obra irrepetible
"En Italia, en 30 años de dominación de los Borgia hubo guerras, terror, sangre y muerte, pero surgieron Miguel Angel, Leonardo da Vinci y el Renacimiento. En Suiza hubo amor y fraternidad, 500 años de democracia y paz y... ¿qué tenemos? El reloj de cuco"

(O.Welles a J.Cotten en el diálogo de la noria -The Third Man, 1949-)

.........

En Reino Unido surgió Graham Green, que comenzó casi sin querer, y por encargo de Alexander Korda para una película, la escritura de un libro que iba transformando simultáneamente en guión. Decía que si no veía la historia antes como novela no sería capaz de convertirla al cine. Medio siglo después de su estreno, "El tercer hombre" está considerado como el mejor film británico de todos los tiempos y una de las obras maestras del séptimo arte.

Seguirá siendo inagotable la discusión sobre cuánto influyeron en Carol Reed las ideas de Orson Welles para la realización. Y aunque cualquiera que conozca la filmografía de ambos se decanta porque en el "Directed by" de los títulos debería aparecer también la rúbrica del segundo (inconfundible estilo de composición, planos oblicuos o en ángulos inverosímiles, picados y contrapicados, claroscuros, gran angular alternando con profundidad de campo...), de lo que no cabe duda es que Welles está que se sale en todas las escenas que interpreta; una de las cuales a la postre pasará a la historia entre las mejores presentaciones de un personaje, cuando la inoportuna luz que se enciende en un piso ilumina el portal donde se escondían unos zapatos en la penumbra y nos muestra ese rostro cínico y sonriente.

¡Qué decir de otro actor con trabajos como "La sombra de una duda", "Niágara", "Ciudadano Kane" o "Jennie"! Inolvidable desenlace de Joseph Cotten esperando en la carretera a una Alida Valli que se acerca desde el fondo recorriendo en eterna secuencia con plano fijo la perspectiva arbolada, mientras las hojas del otoño caen y la cítara de Anton Karas deja los últimos acordes... Creo que es el final más hermoso y a la vez melancólico que conozco, y en el que un director consigue aguantar un plano más allá de lo indecible sin que decaiga el interés del momento.

Por si fuera poco, antes de esa culminación se nos ha obsequiado con una de las más logradas escenas de la historia del cine: la huida por las alcantarillas. La combinación de ángulos de rodaje, la clase magistral de fotografía con cambios de plano por las diferentes galerías, las sombras distorsionadas, contraluces, ruidos de pasos, ecos de las voces, sonido del agua, pausas que incrementan la tensión, disparos..., todo se reúne para dejar con la boca abierta al espectador al terminar los diez minutos de secuencias encadenadas en las cloacas de Viena con la impagable mirada entre Cotten y Welles en la que se condensa la hora y media anterior.

Simplemente, sea usted ateo o creyente, es pecado mortal perderse este clásico del thriller y el suspense a la vez que aula magna de la cinematografía.
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27 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
LAS HORMIGAS DE HARRY LIME
Carol Reed se ganó un lugar en el firmamento hollywoodiense al dirigir este clásico básico, magnífica adaptación de Graham Greene donde se tocó techo en cuanto a calidad cinematográfica en el cine negro. Luces y sombras acechan en una Viena devastada por la guerra, lugar donde Holly Martins –novelista del tres al cuarto- va a encontrarse con su viejo amigo Harry Lime, de quien dicen que ha fallecido atropellado. Las versiones de los presuntos testigos no concuerdan, y el escritor de libros baratos, cuan jinete solitario de Santa Fe, decide investigar por su cuenta los hechos. Todo en este film es de una elegancia y sabiduría soberbias, un perfecto mecanismo de relojería en el que drama, romance, comedia e intriga se dan la mano para conformar un ejemplo de lo que es cine con mayúsculas.

Uno de los puntos fuertes de “El Tercer Hombre”, es el personaje interpretado por Orson Welles, con esa particular ética: "En Italia, en treinta años de dominación de los Borgia hubo guerras, terror, sangre y muerte, pero surgieron Miguel Angel, Leonardo da Vinci y el Renacimiento. En Suiza hubo amor y fraternidad, quinientos años de democracia y paz y ¿qué tenemos? El reloj de cuco”. Este brillante fragmento define axiomáticamente el carácter perturbador y maquiavélico que imprimió a la némesis de Martins, hombre ético y cabal, que padece de exceso de idealismo romántico. Y este es uno de los platos fuertes, su carga moral; ¿lealtad o traición? ¿amistad o justicia? Tales son los dilemas que el atribulado protagonista debe afrontar en sus correrías en pos de la verdad.

Aparte, esos encuadres en diagonal, esos puntos surrealistas –el niño de la pelota, el loro aficionado a dedos ajenos, la verborreica portera pegada a la manta- otorgan, junto a los claroscuros de la excepcional fotografía de Robert Krasker, una textura casi surrealista al relato, rematado con una de las mejores secuencias finales de la historia. En las cloacas, entre los laberínticos pasillos del subsuelo vienés se decidirá el destino de los protagonistas en la que posiblemente sea la mejor persecución a pie jamás filmada.

De visión obligada para aquellos que afirman amar el séptimo arte en general y el cine negro en particular.
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19 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
El poderoso influjo de Orson Welles
Todos los elementos que componen este imperecedero thriller son destacables y dignos de elogio: el guión, los diálogos, el montaje, la fotografía, los actores, la dirección, la música… pero sin ánimo de restar mérito a los responsables directos, empezando por Carol Reed hasta el mismo Graham Greene, no hay duda de que sin la participación del perturbador Orson Welles en este proyecto el resultado habría sido distinto, ya que es incuestionable que el film está impregnado de su enérgica personalidad creadora.

La acción transcurre en un peculiar escenario que, gracias a una magnífica y delirante fotografía, acapara su propio e inquietante protagonismo: la antaño imperial y bella Viena, que se nos presenta arrasada y derruida, como un cadáver con sus entrañas a la vista, y donde asistiremos a una memorable secuencia de persecución y acoso por los laberínticos intestinos de la ciudad.

Dejando atrás el relato en sí, la intriga y el misterio que plantea la búsqueda del “tercer” hombre, la película acaba alcanzando una profundidad singular al focalizar la ambigüedad de la condición humana en el personaje de Harry Lime (Orson Welles), cuya filosofía vital es puesta a prueba en las situaciones extremas y miserables que genera la guerra. Es precisamente de la ausencia del propio Harry Lime durante buena parte del metraje, de la que se vale el desarrollo de la narración para ir conociéndolo a través de tres miradas fundamentales: la del aséptico y pragmático Mayor Calloway (Trevor Howard), al que no le interesa la persona sino los atroces e inhumanos actos que ocasiona. La del amigo, primero incrédulo y luego decepcionado, Holly Martins (Joseph Cotten), que acabará por convertirse en el reverso de Harry Lime. Por último, la de la melancólica y apenada amante Anna Schmidt (Alida Valli), encargada de matizar la humanidad del personaje, de evidenciar que no todo es oscuridad en Harry Lime y señalar que quienes crean las circunstancias propicias son también responsables en la posterior aparición del monstruo que llevamos dentro. En toda esta construcción psicológica del personaje de Harry Lime es notoria la intervención directa de Orson Welles; de hecho hay una cierta rememoración al personaje de Charles Foster Kane, película con la que hay un paralelismo significativo: también Joseph Cotten interpreta al amigo de siempre que termina renegando de la amistad.

La película tiene momentos inolvidables: las secuencias que transcurren en las cloacas, el diálogo en la noria, la impresionante aparición de Welles en pantalla; que han sido ensalzados desde el mismo estreno; pero la secuencia final es punto y aparte. Un plano fijo, sin diálogos, que funciona como un pequeño corto que se puede ver independientemente y encierra en sí mismo toda una lección de lírica cinematográfica, captando ese breve instante ilusorio que transcurre entre la obstinada esperanza y su desengaño.
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18 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Me gusta perder el tiempo
Estaba el dvd de esta película amontonado con otras obras en el salón de mi abuelo. Escondido entre las sombras como Harry Limes (Orson Welles) en aquel portal. Y tal vez el mismo impulso invisible que movió al protagonista de la obra a viajar a Viena en busca de su amigo me llevó a introducir la película en el reproductor y transportarme a una gran evasión.
Poco queda por decir sobre 'El tercer hombre' que no aparezca recogido ya en libros de cine, blogs y reseñas varias. Todos destacamos su impresionante y vívida banda sonora de Antón Karas, la fotografía espeluznante (juegos de sombras a la luz del gas en callejones retorcidos) y la prodigiosa aparición en pantalla de Orson Welles. Y por supuesto es innegable el manejo del suspense por parte de Carol Reed (director) que mantiene entretenido durante la brevedad de la historia al espectador, incluso atreviéndose a desmitificar el género añadiéndole gotas de píldoras de humor inglés (aunque haya voces más expertas que la mía señalando a Welles como verdadero autor del film). Pero si algo destaca de esta película sobre tantas otras, es que uno, transcurrido el tiempo, regresa por nostalgia a los lugares de esta película una y otra vez, encontrando sus huellas como las habían dejado estos personajes. Con la misma frescura e intriga. En el mismo portal a medio iluminar.
Con las mismas ganas de disfrutar.
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16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La verdad sobre uno mismo
Esto es cine del desengaño vestido de un color azabache, como el género al que hace honor.
Esto es cine sobre la venta de las almas en el mercado negro cuando ya no queda nada más que vender.
Esto es cine sobre la ignorancia acerca de las personas a las que se cree conocer. En las relaciones, ya sean de familia, de amistad o amorosas, a menudo da igual conocer a fondo o no para amar. Se quiere, sin indagar en la razón, porque no la hay. O al menos no la hay que responda a los dictados de la lógica.
Puede que este film noir de la línea más clásica y melancólica que se haya concebido en la historia del género de gángsters y crímenes sea un amargo mensaje acerca de las falsas ilusiones y de las idealizaciones. A saber si la desnuda verdad es que no amamos lo que una persona es, sino lo que nos gustaría que fuera.
Aunque también, y sin contradecirse con lo anterior, puede ser un mensaje sobre lo opuesto: la carga de amar a alguien a pesar de lo que es.
¿Qué es preferible?
El fantasmal Harry Lime es el ejemplo de ese espejismo esquivo, alegoría del desconocimiento acerca de la naturaleza humana, y de la atracción por el abismo que ello lleva implícito.
Una Viena desolada y dividida y perdedores engañándose al son de las cuerdas lánguidas de Anton Karas, para intentar olvidar sin éxito que la oscuridad la llevan ellos dentro.
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18 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
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