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27 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
8
La mentira
Notable realización de Claude Chabrol, que se estrena el 22-I-1969 (Francia). Corresponde a su tercera época, la que para muchos es la mejor del cineasta. Desarrolla un agudo análisis psicológico de los personajes principales y de su evolución en el marco de un relato de intriga y tensión que los coloca en situaciones límite. Compone un soberbio fresco en el que se ponen de manifiesto las características que singularizan la burguesía francesa de la segunda mitad de los años sesenta. La visión actual del film se beneficia del valor de testimonio de una época y de unos personajes del pasado que en su momento eran tan reales como la vida misma.

La narración se desgrana con parsimonia, atención al detalle y el apoyo de elementos que aportan indicaciones y sugerencias basadas en analogías, simbolismos y paralelismos, como el problema que plantea al chico y a la familia la resolución del rompecabezas de cartón. El gusto por el sobrentendido, la elipsis y la sugerencia, alcanza su máxima expresión en una escena magistral, en la que Chabrol no explica lo que está ocurriendo, sólo lo da a entender mediante silencios, gestos contenidos, miradas desde la distancia y sobrentendidos que ha de componer el espectador en unos pocos instantes. En nuestra opinión, ésta es la secuencia culminante de la obra y una de las mejores escenas creadas por el realizador.

La acción transcurre en escenarios exteriores de Paris, Neuilly y Versalles, y en escenarios interiores. Los primeros inundan la escena de luz, color, monumentos, jardines, fenómenos atmosféricos (tormentas, lluvia …) y espacios abiertos, por los que siente predilección. Los segundos se presentan construidos con abundancia de elementos que reflejan o glosan el estilo de vida, los valores y las aspiraciones de la burguesía francesa de los años 60. Los temas ampulosos, eróticos, mitológicos y barrocos de las cuadros de la residencia de Versalles hablan de la artificiosidad, vanidad y convencionalismos de los personajes que lo ocupan. De igual modo, la acotación de la figura de la Libertad, de Delacroix, que preside la estancia principal del apartamento de Neuilly-sur-Seine habla de ruptura de lo convencional, de emergencia de nuevos valores para una nueva época, de superación de antiguos y caducos prejuicios.

Chabrol aprovecha la ocasión para dejar constancia de su afición a la música clásica, su gusto por la música moderna instrumental (jazz), su apego a la buena mesa, su preferencia por la combinación en la mesa de vino tinto y vino blanco, sus conocimientos de cocina (crepes flambeados) y de su cinefilia. Aconseja al espectador la película “Doctor Zhivago” (1965), de David Lean, y le recuerda que todavía puede gozar de su último trabajo, “Las ciervas” (The Bitches). No faltan los trazos irónicos y mordaces con los que mira la moda de la minifalda de Brigitte. Retoma el tono jocoso y burlesco siempre que se refiere a la mentira y al embrollo.

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42 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
El maestro Chabrol y los problemas conyugales
Ha sido ésta una de las mejores películas que he visto de Claude Chabrol, que ofrece aquí el lado más oscuro de la infidelidad conyugal, desembocando en una catarsis de miedo ante la pérdida del ser querido, en manos del deseo desconocido. Mano maestra en este largometraje la que ejerce el realizador (genial la secuencia de la conversación entre los dos hombres) para una cinta imprescindible sobre las relaciones de pareja. Supongo que le encantaría al seguidor del Woody Allen de Match Point; sólo que aquí las cosas se llevan con un aire más sibarita, más europeo y refinado. La realidad se esconde y la mentira sale a relucir. Sí, va rozando la obra maestra, sí no lo es por audacia y maestría. Imprescindible cine europeo.
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25 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
La mujer aburrida
Charles, un marido con el que Hélène lleva casada once años. Michel, un encantador hijo de diez. Un montón de dinero. Una mansión señorial en Versalles. Toda la ropa, complementos y cosméticos que ella pueda desear. Todos los caprichillos propios de una rica burguesa. Una criada que hace las tareas del hogar. Tiempo libre a mogollón. Cócteles, fiestas y salidas con amigos. Bebidas en cantidad en el minibar, porque, según lo que se suele ver en las películas, los ricos beben más alcohol que agua. Peluquería y salón de estética. Jugar con Michel y repasar con él los deberes escolares.
Hélène regresa al atardecer de sus recados en París y Charles llega de la oficina, se sirve un whisky y se sienta en el sofá a ver la tele mientras espera a que la cena esté lista. Al acostarse, un beso de buenas noches y Hélène rumia, tendida en la cama con su sexy camisón que él no ha llegado a tocar, el aburrimiento que se la está comiendo. Tiene todo lo que podría soñar. Y, sin embargo… Le falta algo. Su marido no la llena. Se quieren mucho, pero se palpa entre ellos demasiada formalidad, una rutina demasiado apacible, sin fuegos artificiales. Un punto de frialdad, no por carencia de afecto, sino por caracteres no dados a la fogosidad, poca comunicación e inercia. Ese matiz de gelidez ambiental es una característica que distingue al Chabrol de hace unas décadas. En ese escenario de casa de muñecas, la esposa luce rabiosamente atractiva, el cabello cuidadosamente peinado, el suave cutis maquillado con pericia, el cuerpo joven y elástico cubierto por favorecedores vestidos. El aspecto de una burguesa de bandera cuyas manos arregladas con manicura no se estropean faenando, cuyos elegantes y seductores vestidos no se manchan limpiando la casa o cocinando, y que pasea su ocio por las habitaciones y jardines de su caserón, y por todos los locales parisinos habilitados para las personas que pueden permitirse pasar las horas sin correr azuzadas por las obligaciones.
Pronto Charles descubrirá que las escapadas de Hélène a la capital esconden un objetivo mucho menos inofensivo que arreglarse el pelo y las uñas, ir de compras o ver películas en el cine. Y en su ordenada y previsible vida se va a abrir una grieta abismal…
Chabrol se cuela en la insatisfacción sexual de una mujer de elevada posición social envuelta en lujos que, carente de la pasión que necesita renovar en sus rescoldos, sale a buscarla fuera. Y el choque del marido contra lo que viene a romper sus ordenados esquemas: la infidelidad.
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23 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
LA DESTRUCCION DEL HOGAR PERFECTO
Una de las más prestigiosas películas de Claude Chabrol de la que posteriormente se haría un buen remake norteamericano con Richard Gere.
Trata sobre la infidelidad de una mujer casada y las trágicas consecuencias que produce en un entrañable entorno familiar.
Esto es lo más sobresaliente de la película. Cómo en un ambiente idílico- especialmente a los ojos del marido- con una mujer de la que está enamorado y se recrea en ello, con un hijo pequeño idóneo y una casa bucólica donde puede disfrutar plenamente de ambos, esa traición voltea totalmente sus vidas y su armonía se hace añicos.
No es la trama de suspense lo que interesa; tampoco las razones que conducen a la mujer al adulterio. Es la destrucción de un entorno perfecto.
Este tratamiento es lo que la convierte en una película singular. La descripción de la familia burguesa, con un ritmo relajado que se adecúa perfectamente a lo que quiere contar, y que camina lánguida e inexorablemente a la tragedia, está hecha con un estilo inimitable. Quizás por ser Chabrol un burgués y no renegar de ello, sabe retratarlos con las dosis justas de crítica y reconocimiento al mismo tiempo.
Junto con ello, hay algo soterrado en la película que anuncia que algo inquietante va a suceder. Esto también sucedía en El Carnicero, película de la misma época del director, y que contribuye a agarrar aún más la atención del espectador . No utiliza los efectos típicos de otras películas, sino que gravita de una manera mucho más invisible y virtuosa.
Experta. Muy buena.
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17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Ante la infidelidad
Chabrol aporta un interesante punto de vista al thriller, pues lejos de recurrir a argumentos rebuscados profundiza en la psicología de los personajes.
En la pareja protagonista, el marido es más bien anodino aunque proporciona a su mujer estabilidad y una buena posición, ella, de gran belleza y elegancia, disfruta de cierta independencia de movimientos. La infidelidad es un detonante y desde ahí se nos ofrece toda una serie de reacciones en cadena y cambios sustanciales en las actitudes de ambos.
La parte final está hábilmente encaminada utilizando sugerentes detalles, con una conclusión en cierto modo atípica.

Adrian Lyne ha hecho recientemente una nueva versión de esta historia, hay que ver que originales son estos de Hollywood.
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16 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El hombre corneado
Me gusta Chabrol: su manera de contar, su conocimiento de los personajes, su conmiseración para con los aburridos burgueses encerrados en jaulas de oro, su humildad en los planteamientos y los desarrollos ágiles sin necesidad de chistera.

"La mujer infiel" es la sencilla exposición de un hecho habitual que no deja de tener interés y morbo por más que se haya venido repitiendo por los siglos de los siglos. Las sospechas, las mentiras, las traiciones, el crimen y el derrumbe de una envidiable vida familiar basada en la falsedad y la hipocresía forman parte de una narración que acerca a los seres, sobre todo a los que airean públicas virtudes, a su verdadera y pestilente condición humana.
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14 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
En la sencillez está lo bueno.
Chabrol nos muestra un buen ejemplo de thriller con una inusitada sencillez, tanto argumental como a la hora de llevarla a la pantalla. He aquí el gran acierto y es que pese a no complicarse en demasía en film resulta interesante y lleno de emoción hasta el final. Y es que el film es el típico ejemplo de como una situacion cotidiana puede desembocar en un angustioso final si no se toman las decisiones adecuadas en el momento preciso.
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12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El rompecabezas que nadie supo resolver
Pieza a pieza construimos nuestra vida. Juntamos sus partes, una junto a la otra. Nos maravillamos cuando encajan. Nos sorprendemos al intuir la imagen final. Todo cobra forma. Todo cobra sentido. Pero en un rompecabezas como la vida a veces faltan piezas. El destino ha repartido sus cartas, y a ti no te ha dado suficientes.

¿Y entonces que? Todo es inútil. Tu imagen será incompleta. Se perderá en un mar te piezas perdidas. Nada tendrá sentido. Las buscarás a riesgo de perderte. Las buscarás descuidando las que ya tienes. Aunque solo falte una de ellas. Una sola de las piezas. Es la única que importa. La que da el sentido a todo lo demás. No esta en tu marido o en tu hijo. No esta en tu casa o tus amigos. Esta más lejos. En ese hombre. En ese desconocido. En sus manos. En sus labios. En sus ojos. En su ser. El es la última pieza que te hizo sentirte viva. Pero sabes que esta mal. Que tu felicidad depende del sufrimiento de otros. Y que si lo descubren todo se acabó. Nada encajará nunca más. Pues ya no eres la amante esposa, la paciente madre o la abnegada ama de casa. Eres la mujer infiel. Esa es tu carga. Y debes ocultarla.

A mi parecer a los ojos del mundo jamás serás culpada. Tú, que solo buscabas la felicidad.
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8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Chabrol en estado puro.
Alfred Hitchcock fue la referencia mayúscula para aquellos críticos franceses que a finales de los 50 tuvieron la pretenciosa idea de dinamitar el mundo del cine, asaltando la gran pantalla con multitud de películas rompedoras, aunque al final cada uno encontrase su propio estilo, Claude Chabrol supo utilizar como pocos las lecciones del maestro del suspense, eso sí, sin caer en la autocomplacencia. “La mujer infiel” es la primera gran obra de Chabrol, es Chabrol en estado puro, Chabrol a su máxima potencia, todas las directrices, obsesiones, especialidades y recursos del realizador son plasmados en esta cinta, que forma parte de su primera etapa, probablemente la más hermosa visualmente y una de las más profundas en cuanto a tratamiento de personajes se refiere. Esta cinta también es un bellísimo homenaje a la mujer que volvió loco al maestro, la no menos bella Stéphane Audran, una mujer imperial, hermosa, de la realeza del cine francés, tantas veces utilizada por los más prestigiosos cineastas europeos, pero que encontró en su esposo, Claude Chabrol, al artista que sería capaz de sacar lo mejor de ella, y la mutua colaboración de estas figuras produciría muchas de las piedras angulares del cine moderno de este país.

Con esta cinta Chabrol nos da una de las muestras más puras de todo su talento e inicia un bloque de películas que analizan temas recurrentes para él: la burguesía, las relaciones sentimentales y sexuales, la familia, y el crimen y sus consecuencias. Durante esta época Chabrol hace un estudio sobre la burguesía media y el impacto que la revolución sexual tuvo en las familias. Aceptar estas nuevas costumbres no ayudó a que la gente fuera feliz, sino todo lo contrario. Esas adversidades e infelicidades llevaban a los personajes de Chabrol indistintamente hacia el crimen. Se trataba de historias simples, con un par de renglones escribiríamos la mayoría de sus sinopsis, pero cuya profundidad de sufrimiento para los personajes se transforma en un complicado viaje por lo más patético de la vida.

A destacar especialmente la impresionante interpretación de la bella Stéphane Audran, que nos entrega una de sus mejores actuaciones, y todo esto potenciado de magistral manera por su esposo. Chabrol realiza un casi endiosamiento de su mujer, ella es la dueña total de sus escenas, se pinta las uñas, muestra sus largas piernas, por momentos se siente que no actúa para nosotros, sino actúa para Chabrol, la genuina pasión entre ellos se siente. La cinta es un homenaje a ese bello monumento de actriz, tan hermosa, el director hace una magnificación de su presencia, de su belleza, ella es el motor de todo, con su piel muchas veces al descubierto, es la dueña indiscutible de la pantalla.

Decía el "Hitchcock francés" que con “La mujer infiel” había buscado plasmar la perversidad, una cualidad que explica las acciones de estos burgueses, algo que no depende del raciocinio, algo más truculento que explota en el interior de la mente. Y así Chabrol, nos cuenta de nuevo el drama de la vida, diseccionando a sus semejantes desde lo más abyecto del alma humana, pero eso sí, con ironía y estilo. Con la mirada de un vividor elegante y su condición de cineasta inigualable. Chabrol en estado puro, Chabrol a su máxima potencia. ¡Imperdible!
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6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Los celos son el miedo y la falta de atractivo suele encontrar su razón de ser en la estupidez.
Existen pocas cosas menos atractivas que una persona celosa, porque paradójicamente en lo que esta trata de reclamar la atención que cree que merece, al encontrarse en ese estado es cuando su actitud menos seductora resulta. Es pretender llegar a la otra orilla remando hacia atrás

Dicho esto esta película la he encontrado bastante plana, no me ha sugierido demasiado. El conflicto y su planteamiento son obvios, no hay más de lo que ves, y las posibles metáforas tampoco tienen tanta enjundia como para considerar la cinta particularmente buena. Stéphane Audran era por aquel entonces la pareja sentimental del realizador y eso se nota por el mimo con el que la filma, regalándole unos encuadres en los que salga lo más seductora posible cuando su personaje no está demasiado desarrollado pues al fin y al cabo tiene un peso un tanto secundario en la trama.
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5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Secretos y mentiras en el matrimonio burgués
La aparentemente idílica relación de un matrimonio francés establecido en la burguesía sirve como motor al director Claude Chabrol para desgranar la toxicidad de las relaciones estancadas, de la falta de interés y motivaciones en las parejas de larga duración y de las mentiras y la falta de empatía como consecuencia del final del amor.

El francés pincela con gran maestría un estudio psicológico muy calculado, desprendiendo ciertos matices casi imperceptibles para el espectador aquí y allá, dando pistas sobre cuál será el final de la historia pero sin anticiparlo.

El guion aparentemente simple, esconde un trasfondo de una profundidad para nada abrumadora, dejando a la decisión de cada uno cuál será el final de la historia.

Intriga de la buena y estudio de personajes notable.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Secretos de un matrimonio
Las primeras imágenes retratan a un matrimonio burgués donde parece reinar la armonía. Pero un pequeño incidente bastará para que nazcan las sospechas.

Estudio de la infidelidad, de las pasiones y los nuevos valores que imperan en el mundo, con escenas de suspense que nada tienen que envidiar a Hitchcock, "La mujer infiel" se desarrolla acumulando tensión en torno a unos personajes que se tambalean. La narración hace uso de elipsis y sobreentendidos para explicar el drama; sugiere, no recalca. Posee ese refinamiento tan francés que la distingue de los productos de Hollywood. Los hechos se diseccionan con minuciosidad; el relato es un puzzle incompleto, del que falta una pieza, quizá la más importante. Chabrol construye la intriga a través de silencios y termina por regalarnos un desolador último plano.
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3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
La sutileza
Si la sutileza tuviese forma de película, sería esta. La sutileza en el guión, pero también en las miradas, en los mensajes subliminales, en las acciones. Todo está elaborado con esmero y sensibilidad. Consigue mantener la tensión y sus dotes de thriller hasta el último segundo. Por todo ello estamos hablando de una película que tiene más valor del que pudiera parecer. Y en la que no hace falta ver ni escuchar nada mas que lo que Chabrol quiere que veamos y escuchemos.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
¿Tomamos un whisky mientras charlamos?
Todo avanza de forma parsimoniosa en una de esas historias a las que se le ve el plumero a medida que avanza, todo es tan evidente y los personajes tan vistos en multitud de películas, millones de películas diría, que cuesta creer que vaya a sorprender en algún momento o que todo pueda cambiar. Y aquí estoy yo, escribiendo que esa pareja de burgueses con sus vidas despreciables no aportan nada en principio hasta que sí, de repente todo cambia gracias al paso adelante radical e incomprensible que realiza el protagonista. Pese a ser en apariencia un cornudo pusilánime, con todas las letras, ese hombre esconde una notable virtud que nace de su inconsciencia y que probablemente él mismo desconoce hasta que la realidad no lo pone a prueba.

Un engaño, una mujer que le es infiel, descubrir la verdad... Y entonces llega el machetazo de Chabrol, y menos mal, cuando la película necesita con urgencia un empujón ahí queda para nosotros la decisión del cornudo, que se presenta con total y aparente tranquilidad en ese pisito en el que se suceden los actos de infidelidad. Un whisky, efectivamente, y demasiado spoiler como para soltarlo aquí: el que haya visto la película sabrá que ese punto de inflexión es lo que hace que "La mujer infiel" resurja de un letargo peligroso.

No es una transformación brutal, la película hasta que inevitablemente llega a su final sigue por el mismo camino, con unas elipsis y unos silencios que lo dicen todo, con miradas calladas, parsimonia y la aceptación de una realidad que se muestra evidente con la aparición imprescindible de la policía. Gracias a ese punto de inflexión, gracias a ese whisky, puedo afirmar que Chabrol construye un buen relato sin renunciar a su esencia. Es coherente de principio a fin. Gracias por el whisky.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Secretos y mentiras al descubierto.
Miembro de Cahiers du Cinéma, revista cinematográfica francesa precursora de la nouvelle vague, Claude Chabrol consagró a finales de los 60 su particular estilo, alejado de Truffaut, Godard y otros contemporáneos suyos.

La cinta comienza con una estampa idílica. Una familia de clase alta pasa una tarde en su casa de campo. Un matrimonio, la abuela y el hijo jugando en el jardín. Al poco rato ya descubrimos que Helen tiene un amante, al ser casi descubierta in fraganti por su marido. Charles empieza a sospechar y contrata a un detective privado para averiguar la identidad del hombre. Seguramente influenciado por Buñuel, el cineasta francés realiza una crítica tremenda contra la burguesía, donde tras esa cortina de aparente normalidad, se esconden secretos y mentiras. La escena donde el marido acude a la casa del amante es impecable, con diálogos irónicos hasta alcanzar el clímax final

Chabrol no recurre a trucos facilones para sorprender al espectador, simplemente realiza un thriller fino, sobrio, sutil e inteligente, con un gran tratamiento psicológico de los personajes. El director francés hace un uso magistral del travelling de retroceso y zoom hacia delante. La inquietante banda sonora ayuda a crear ese ambiente tan especial que reina durante toda la cinta.
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2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Nos ha salido Casquivana
Qué pena me dan este tipo de historias donde no puedes despegarte de una tristeza que invade todos los planos. Su título desenmascara el argumento, tan viejo y manido que por ello mismo ha de ser tratado con cuidado para enganchar al espectador. En esta película creo que se logra.

Un Michael Bouquet muy bueno, haciendo su papel enfrentando su instinto a su educación, pasa con nota. Stéphane Audran intenta manejar su culpa toda la película de forma notable.

Recomendable. Hace que poco a poco uno se vaya metiendo en la historia. Lo más seguro es que se deba a que las historias más cercanas a la posibilidad de vivirlas conectan más con el espectador.
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1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Madame y Monsieur Desvallées dos grandes campeones de Póker.
Estupenda película. Impresionante Michel Bouquet, su actuación es brillante. Impresionante la Audran, su belleza, su atractivo, su melancolía. Un matrimonio que parece tener todo y en realidad carece de lo más importante: Pasión. Dos personas en apariencia encantadoras, amables y sensibles, encubren personalidades peligrosamente ególatras y gélidas. Ambos llevan a cabo actos merecedores de grave repudio y continúan con sus vidas, por omentos tediosa, como si no hubiera pasado nada, en la mayor impunidad, sin que se les mueva un músculo, ni un tenue sonrojo delator en la cara. Admirables. Me encantó la música,.el chelo sonó magistralmente. Una hora y media de gran cine.
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1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
La ráfaga de sexualidad no desarma el rompecabezas
Tenía mucho interés por conocer más ampliamente la obra de Chabrol, sobretodo porque recordaba haber visto hace casi 40 años " Violette Noziere ", una historia muy propia de este director, en que los integrantes de una familia en apariencia anodina y convencional, ocultaban secretos existenciales y era capaces de actos retorcidos y turbios. Por tal motivo quise ver " La mujer infiel ", y en realidad se me está confirmando la impresión que este director tenía mucho que decir sobre la sociedad de su país, y su visión que las buenas maneras, gustos exquisitos y tratos educados, escondían verdades bastante más atroces.

La presentación de los personajes es notable al principio de la película, pues define a una muy agraciada Hellen que vive placidamente en una hermosa casa de las afueras de París, en un entorno cuidadosamente vegetal y soleado, rodeada de arte y bellos objetos de los años 60,;se le observa muy relajada, aunque a ratos algo inquieta en tal ambiente ; su marido es presentado como un ser soso y sin mayor dinamismo, e incluso su propia madre es pródiga en comentarios críticos en su contra, por su deteriorado aspecto físico. En realidad se sienta un contraste entre la tersura y bronceado, los grandes ojos verdes y rasgos angulosos del rostro de Hellen, y los trajes de muy buen corte, pero aburridos y algo estrechos en la rechoncha figura de su marido. Algo no encaja bien en esta pareja, hay una discordancia esencial.

El relato es sugerente, va mostrando el ambiente y los movimientos de esta pareja; ella, muy amorosa con su lindo hijo ideal ( arma rompecabezas, es el mejor alumno de su curso y envidiado por las madres de sus compañeritos ), se puede apreciar que es una guía femenina perfecta para el desarrollo de un futuro burgués influyente y poderoso. Hellen parece ser una figura complementaria ideal, culta, perfectamente cuidada, de buen trato, autoritaria cuando corresponde, al mundo social que se nos presenta, de apoyo para el marido que está muy bien acompañado por ella y que lo enorgullece frente a los demás; guía para su hijo en la adquisisción de un lugar en una sociedad privilegiada.

La cinta transcurre en los 60, y hay indicios que la revolución sexual de la época influye directamente en las acciones; está en la minifalda y actitud desenfadada de la solícita secretaria, pero también en Hellen, que no puede desplegar tal figura sensual sólo para agradar a su pasivo esposo, sino que de inmediato se intuye que sus tres salidas semanales a París deben ser para fines mucho más fogosos que los cosméticos confesados.

La discreción y la falta de escándalo es también una característica de esta peculiar pareja, y tanto las iniciativas sexuales de Hellen, como el gradual descubrimeinto que va haciendo Charles, el marido, son mostrados en forma muy delicada, a escondidas, en términos casi diplomáticos; hay desplazamientos por apacibles lugares, preciosos exteriores, autos lindísimos de esos años, acogedores cafés en los que bulle el encuentro social, caminatas y conversaciones a media voz en un París cotidiano y hermoso. Es muy impresionante como con tal tono estético y parsimonioso se traman hechos lúgubres y se descubren verdades dolorosas, sin perder nunca la compostura, con un elegante distanciamiento, pero con una determinación destructiva, rigurosa y fría.

Queda la impresión que " La mujer infiel " describe de forma magistral a un mundo consolidado y seguro de su estatus, una parte de la sociedad asertiva en sus privilegios, en cómo perpetuarlos, en cómo defenderse si surge una amenaza contra sus principios. La piezas del rompecabezas que va armando pacientemente el niño heredero, son representación de un entramado que debe estructurarse aunque ocurran incidentes, sin que el fragor casi revolucionario de la sexualidad de la mujer llegue finalmente a desbaratar las piezas, pues unos y otros, ella misma, contarán con los recursos para que el poder de lo establecido se mantenga.
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1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Cortocircuito en una vida de apariencias
El infierno (1994), de Claude Chabrol, culmina con un elocuente y afinado uso del desenfoque (un exterior nocturno a través de la ventana), acompañado de las palabras No hay fin. Ese plano, que corresponde a la mirada del protagonista, Paul (Francois Cluzet), refleja que ya no distingue lo que hace de lo que imagina. No sabe si ha matado a su mujer, o si ha sido un sueño. No hay ya fin para su trastorno, generado por sus desaforados celos. Ha quedado ya recluido en el desenfoque de su enajenación. En La mujer infiel (La femme infidele, 1969), con guion del propio Chabrol, hay otro significativo, y mordaz, uso del desenfoque, en este caso, en la secuencia inicial. Las primeras imágenes nos muestran un aparente cuadro armónico, el que conforma el matrimonio formado por Charles (Michel Bouquet) y Helene (Stephane Audran), en el jardín de su opulenta villa en el campo, acompañados de su pequeño hijo y la madre de él. El plano general sobre los cuatro se desenfoca, y sobre este desenfoque desfilan los títulos de crédito, para recuperar de nuevo la misma situación. Ese desenfoque funciona como un elocuente cortocircuito, insinuación, por un lado, de que esa armonía es aparente y no se corresponde con lo real, y anuncio, por otro lado, de la perturbación que dominará las acciones de Charles, su propio desenfoque, tras que haya entrevisto con nitidez lo que permanecía oculto o disimulado.

Se pondrá en evidencia que su relación se sustenta sobre una inercia que tiene algo de mascarada, como si fueran las máscaras las que convivieran, sin (atreverse a) compartir las insatisfacciones, dudas o miedos. El primer indicio, en forma de sobresalto, que quiebra la aparente armonía se manifiesta con un agudo uso del brusco corte de plano, cuando Charles vuelve a entrar en la casa tras despedir a su madre, y sorprende a Helene hablando por teléfono. Al gesto sorprendido de Helene le acompaña un percutante corte de plano. De algún modo, se ha producido un fugaz corte en la emisión de la inercial pantalla de su relación (sostenida en reflejos, en superficies ilusorias), apuntalado, con mordacidad, en el corte de emisión que sufre la programación televisiva que cierra la secuencia en la que conversan en el sofá. Durante esa conversación, la mascarada, que comienza a evidenciar sus flecos sueltos: una y otro se han tanteado con preguntas, escamoteando, de modo escurridizo, la intencionalidad de las mismas. Ella le pregunta cuándo irá al día siguiente al trabajo, pero se muestra elusiva sobre por qué lo pregunta. Charles siente que oculta algo pero no se atreve a confrontar sus dudas directamente. Esa oscuridad, lo no visible, lo que ocultan, que empaña ahora su relación de modo manifiesto, se refleja, en la secuencia posterior, en un plano sin luz en el dormitorio: se escucha a ambos que no pueden dormir (la inquietud les domina). Previamente, le hemos visto a él dentro de la cama, y ella sobre la cama (tras que la hayamos visto, al salir del baño, reflejada en un espejo); no están ya en el mismo plano, él siente que ella está fuera. Cuando despiertan, ella hace un amago de acercamiento, besándole, pero él se muestra elusivo y alega que está cansado.

La narración de La mujer infiel se define por su cualidad sintética, sutil, hilvanada sobre las insinuaciones y los reflejos, sobre lo que se oculta, modulando un turbador clima emocional siempre contenido como la mascarada en la que vivían sus personajes protagonistas.
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1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
FINAL ABIERTO
Buena pelicula.Los personajes del marido y de la mujer bien interpretados (S. Audran en su linea).
El final abierto a tres bandas para que el espectador elija ,genial.Lo peor para mi la secuencia del traslado del cadaver del amante (bastante torpe).Pero en definitiva una gran pelicula.
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3 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
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