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18 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
8
NIETZSCHE, NIETZSCHE, NIETZSCHE,...
Leo las criticas escritas sobre El castillo y me veo forzado a escribir esta misma. El motivo es claro, no disponen de ningún fundamento concluyente más que el opinar (subjetiva e injustamente) que se trata de una película aburrida.
Si la película parece aburrida ante tus ojos, de igual modo lo parecerá el libro. Haneke ha sido fiel cuidando minuciosamente cada detalle descrito por el magnifico Kafka. Las interpretaciones son sobresalientes, Ulrich Mühe caracteriza a K con una potencia psicológica que deja helado.
La consideración de llamar 'aburrido' a El Castillo se debe a que todo aquello que no despierta interés en uno mismo pueda parecerlo. Atribuiría a ello, refiriéndome a la cinta y libro, que no se han interpretado correctamente los parámetros de la obra. Trataré de explicarlo escuetamente en el spoiler.
Yo no la recomendaría no solamente sin haber leído antes el libro, factor claro y evidente debido a su alta complejidad, sino que tampoco recomendaría la lectura y visionado sin conocer la obra de Nietzsche.
El Castillo no es más que una fábula maestra de la filosofía nitzscheana. La he disfrutado tanto como lo hice con el libro, y este tanto a su vez como toda la filosofía que nos dejó y regaló el genial Nietzsche.
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60 de 71 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Aburrida adaptación de Kafka
"El castillo" es una adaptación de una obra clásica e inconclusa de Kafka, debido a su precoz fallecimiento.
Supone otra muestra kafkiana de la incapacidad del ser humano para adaptarse a una sociedad con estructuras incapaces de entender. El laberíntico mundo que nos muestra Kafka refleja la idiotez burocrática y la incapacidad de acceder a jerarquías superiores.

La adaptación de Haneke funciona como guión aunque sea tan reiterativo y aburrido. Pero le falta atmósfera y una dirección más visual y vanguardista como ya realizase Orson Welles en "El proceso". Creo que pocos directores en la actualidad se podrían acercar al universo kakfiano sin fallar. Posiblemente Spike Jonze, Cronenberg o Lynch.

El universo hanekiano-kafkiano no llega a buen puerto y los 120 minutos de "El castillo" se hacen eternamente aburridos. Para colmo de males tampoco Haneke se moja y deja inconclusa la adaptación, siendo fiel a la obra de Kafka.

Junto con "El tiempo del lobo" la película más prescindible y que más me ha defraudado de Haneke.
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46 de 67 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
CUANDO LA FRIALDAD EMPOBRECE
Haneke es pensador incisivo con limitaciones artísticas. En “Caché” o en “Código desconocido”, por ejemplo (y, desde luego, en “La cinta blanca”), sabe administrar esas carencias y adecuar a ellas la historia.

En cambio en “El castillo”, que es anterior, esas limitaciones, traducidas a tensa frialdad que se adopta como principio rígido, se hacen patentes de forma inapelable en varios pasajes.

En la novela, Kafka saca adelante el enrevesado relato gracias a un formidable despliegue de calidad literaria. La riqueza magnífica de las descripciones, el ritmo incesante en la sucesión de hechos mínimos, la profusión obsesionante de mil detalles vívidos, los jalones frecuentes de un absurdo humorístico, hacen que la lectura, pese a la final desolación del tono que prevalece, consista en disfrutar un festival de recursos.

En la película de Haneke ocurre lo contrario: los recursos son escasos, y además se hace de ello bandera estratégica. En experimento interesante (el material básico encierra potentes sugerencias) pero fallido, se adapta el texto con amplitud, se citan en off numerosos pasajes. A menudo los diálogos son excesivos por su densidad. No es lo mismo leídos que contemplados en monótono plano fijo, sin matices de cámara; con ideas filosóficas pero sin profundidad artística.

Y el que la película termine tan abruptamente como el original literario, inacabado, o los capítulos estén separados con brusquedad, sin el menor fundido, son gestos superficiales, que no suplen la pobreza general de la versión.
Vista de modo autónomo, olvidando la novela de referencia, nos queda una narración plana y farragosa, huérfana del lenguaje cinematográfico rico y barroco que habría podido llenarla de interés y darle vuelo.

Si al final vale, es porque remite a Kafka, que siempre merece la pena, se llegue como se llegue a sus libros.
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25 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
La adaptación indebida
Sin duda, suscribo lo que dice Maldito Bastardo pero, además, añado:

Haneke no debió adaptar este libro de Kafka. Ciertamente hay otros mucho más propicios para llevarlos al cine que una obra inconclusa. Inconclusa y compleja; porque el universo en el que nos sumerge Kafka en la novela no se ve para nada reflejado en la película, y es que es imposible.
Dos horas no bastan para recrear esa atmósfera de tremenda impotencia que siente un forastero cuando llega a una aldea y se encuentra con que las leyes y normas protocolarias que la rigen son diametralmente opuestas a las que uno está acostumbrado. ¿Qué hacer cuando has sido contratado para un trabajo y luego no lo ejerces porque la densísima burocracia nos avoca a los malentendidos?, ¿y si además has abandonado tu país, tu vida, recorriendo un largo camino, para luego encontrarte con esto?. Pues lógicamente luchas por lo que crees te pertenece por derecho.
Pero en ESA aldea, toda lucha es en vano.

La película no funciona para ninguno de los dos casos posibles; a saber:

-Si no has leído el libro, no te gustará porque, además de aburrirte, no entenderás nada, no le verás sentido a las acciones y, para colmo, la película no tendrá final (ciertamente, da la sensación de que Kafka podría haber seguido escribiendo sobre el Castillo hasta el infinito).

-Si has leído el libro, no te gustará porque no verás en pantalla lo que la novela se merece, y no por incompentencia del director; pues, para ser sinceros, la fidelidad es máxima (incluso la mayoría de diálogos están extraídos literalmente de la obra), sino porque, en definitiva, veo imposible adaptar este libro al cine; un formato que requiere presteza, espectacularidad visual, inicio, nudo y desenlace; justo todo lo que la obra Kafka no tiene, pues si bien se distingue por algo es por su lentitud, tranquilidad, densidad y complejidad.
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22 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
LA SOMBRA DE LA NOVELA ES DEMASIADO ALARGADA
No me siento, para nada, avergonzado, pero confieso que desconocía la filmografía de Haneke. ¿Imperdonable? Tal vez. Siempre hay almas caritativas dispuestas a echar un cable anímico. Con El castillo he saldado siquiera minimamente mi deuda con el cine de autor a pesar de que tengo la vaga sensación de que no he acertado plenamente. De Haneke todos, o casi, hablan excelentemente. Algo no funciona. ¿Que me pasa, doctor?. Mientras espero al galeno me estrujo las neuronas a ver si doy con la tecla y estas son las conclusiones a las que voy llegando...

Lector impenitente y devorador de negros sobre blancos, en mis años jóvenes, uffff, leí El castillo de Kafka. En un lenguaje que intuía más que comprendía, Kafka me hablaba de la pequeñez, de la impotencia, del orden establecido, del vuelva usted mañana. El castillo se me figuraba un monstruo devorador lleno de interminables laberintos repletos de legajos (no tan distinto de los actuales y abarrotados juzgados) y, enfrascado en la lectura, el pánico se iba apoderando de mi al entender que uno de aquellos polvorientos legajos, posiblemente el que estaba debajo de todos los demás llevaba mi nombre, tal vez subrayado en azul. Kafka me anticipaba ese poso que el devenir de los años va dejando en uno. Hoy la vida ha transformado aquellas intuiciones en relativas certezas.

La propuesta de Kafka exige necesariamente la soledad del lector y la ausencia de intermediarios. Comprendo que para directores de acusada personalidad como Haneke, Welles, Bergman o Lynch, llevar a Kafka al terreno de las imágenes suponga un auténtico reto. Aplaudo su osadía. Ensalzo su capacidad imaginativa para dar forma a la propia esencia de una novela que se desarrolla en las catacumbas de la mente humana. Pero el resultado no me llega, tal vez porque la sombra de aquella novela deteriorada por el uso es demasiado alargada.

Reconozco el ingenio de Haneke para crear esa sensación de irrealidad. La voz en off como lector de la novela e incluso interrumpiéndose en el mismo punto de la obra inacabada. El castillo siempre presente y nunca visto. Los espacios negros entre secuencias. El absurdo y el surrealismo dándose la mano. He descubierto un gran director en el austríaco pero seguro que no estoy ante su mejor película.

Disculpénme, llaman a la puerta. Probablemente sea el galeno.
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12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
NO VER SIN HABER LEIDO ANTES EL LIBRO
Es fácil que ésta película decepcione si no has leído antes el libro de Kafka y aún así también podría decepcionar. Es una película extraña, quizá de cierta complejidad y, además, no tiene final. Si has leído el libro es más fácil de entender y, al igual que ésta gran obra inacabada de Kafka, la película no acaba y termina en medio de una frase de la voz en off, cosa inconcebible para cualquier espectador.
Por tanto, es recomendable si has leído el libro y te gusta el cine de Haneke. Y no es recomendable en otro caso.
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12 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Casi me parto
No he leído "El Castillo", pero sí leí en su momento "El Proceso" y encuentro analogías, y no considero necesaria su lectura para disfrutar de esta película. Kafka fue muy grande, su imaginación y su previsión me parecen asombrosas. Si escribió lo que escribió habiendo vivido en la época que le tocó, ¿qué hubiera escrito de haber vivido en la actual?. Lo considero el precursor del absurdo y del surrealismo y opino que Groucho Marx bebió mucho de él. Me provoca hilaridad la sucesión de situaciones disparatadas que siempre desembocan en una peor aunque parezca imposible. Yo no podría soportar lo que el protagonista, abandonaría mucho antes porque sólo se buscar soluciones si encuentro una lógica a lo que me sucede, y en la película nada la tiene. En cuanto a la forma de dirigirla, opino que el hacer tanta referencia a textos del libro mediante voz en off se debe a que Haneke quiere dejarnos claro que se está limitando a llevar a la pantalla la obra de otro, con el fin de que tenga sentido el final. Realista como siempre el director austríaco. En cuanto a los personajes, es que no hay nadie normal, absolutamente nadie, sólo el agrimensor y sólo al principio. Tal como avanza el film se va mimetizando con los demás a ver si de ese modo consigue entender algo de lo que le rodea (misión imposible) y termina por no tener sentido nada de lo que hace, excepto el querer ir al castillo o hablar con alguien de él.
El castillo parece estar ahí delante, pero es imposible de alcanzar, ni de día ni de noche. Y parece que todos tus problemas acabarán cuando consigas hablar en persona con tu responsable directo porque todos sus subalternos son unos completos incapaces e incompetentes, pero no hay otra forma de comunicarte con él que a través de ellos, con lo cual la pescadilla se muerde la cola, el círculo se cierra y con él la posibilidad de aclarar y/o solucionar algo. De modo que comienzas a integrarte y a relacionarte con el entorno para entender cómo funciona y en un descuido salirte con la tuya, pero lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible.
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9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
El triunfo de acercarse al complejo e infinito universo kafkiano.
Considero a Haneke uno de los pocos cineastas con bemoles para intentar adaptar el infinito y complejo universo kafkiano, aquí concretamente la genial novela inacabada (posiblemente habría estado Kafka escribiendo mil páginas más y no habría fin). "El castillo" adapta fielmente el texto y logra impregnar, con toda dignidad y autoridad, un estilo kafkiano tangible, aproximable. La novela/película es una metáfora/fábula muy pesimista acerca de la absurdez de la burocracia, de la alienabilidad del individuo a partir de una sibilina autoridad que restringe a todos los niveles el concepto de libertad. Estamos, pues, ante una obra literaria universal e inmortal, cada día más actual, demostrándose la genialidad del checo todavía más con el paso del tiempo.
Todo se desarrolla en terribles círculos concéntricos, al igual que los que vive el ser humano, en un bucle aprisionador que transmite una nauseabunda existencia, con los mismos sospechosos habituales y la balanza cayendo siempre para el mismo lado, en una agonía de lo inalcanzable (ese mítico castillo al que el protagonista no llega, no avanza, no se acerca).
Kafka fue un profeta del evidente autoexterminio del ser humano (camino que llevamos a pasos agigantados), fue un narrador perfecto de sensaciones concretas a partir de argumentos abstractos, casi filosóficos, de la asfixia cotidiana. Y Haneke logra de forma loable ser un notable eje transmisor también de esas sensaciones, con muy buena pulcritud y palpable estilo.
Así pues, "El castillo" (sensacional lo de añadir de Franz Kafka) es una alegoría existencialista atroz, dónde queda latente, pese a la no rendición, la suficiente alienación individual en medio de una sociedad falsa, asquerosamente estratificada, una entelequia y una quimera, un irresoluble interrogante en un tiempo suspendido, secuestrado e infinito, dentro de un mundo escandalosamente inhumano, dónde solo cabe la anarquía, lo ácrata y el nihilismo prácticamente.
El agrimensor K se encuentra ante un círculo infinito, que no acabará nunca, envarado en la nieve, en el frío, en los obstáculos burocráticos, en la ventisca cegadora, en su insomnio, dentro de una vida que no es sino un viaje más o menos largo para nada: para la muerte o ni siquiera eso.
Haneke, por tanto, transmite muy bien en esta película ese discurso constante de la novela, un discurso inútil, farragoso, inacabable. Y ya digo, no tiene final, como la novela, pero da la impresión de ser inacabable.
Magníficas interpretaciones especialmente del gran Ulrich Mühe ("La vida de los otros"). Una notable adaptación, prácticamente admirable. Por cierto, analicen "El castillo" en una dimensión político/judicial y no se aterroricen. Es la vigente y escalofriante realidad que nos gobierna.
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5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
¿Excesivamente fiel?
Por una parte, lo oímos y lo vimos, sabemos que Haneke siempre ha sido un director crudo. Por la otra, nos lo dicen y nos lo enseñan, se tiende a interpretar la crudeza como algo intrínsecamente negativo. ¿En dónde reside la grandeza de Haneke? En el hecho de que cuenta la crudeza como algo que ocurre en lo real, no teniendo más significados que su propia pertenencia a dicho lugar. Reduce el acontecimiento a su mínima expresión y se nos asemeja crudo, pero no lo es, pues no es más que acontecimiento.

La labor se presentaba altamente compleja, pues adaptar una obra de Kafka al lenguaje cinematográfico no se cree recomendable. Y sin embargo, lo hace. ¿Cómo y por qué?
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
En el limbo
Traducción de la obra literaria, no es la percepción kafkiana muy dada a salirse del libro para ser plasmada en otro medio, pues parte su magia radica en el denso proceso narrativo, entre lo retórico y lo burocrático, que va asentando el recorrido laberíntico de sus escenarios y personajes.

"El Castillo" es una metáfora del poder. Este se impone, pero no físicamente, si no de una forma tácita, muy convincente. El Castillo reclama atención, alerta constante, sus mecanismos para dominar al individuo no se nutren tanto de amenazas como por medio de un constante ir venir; reclama atención al tiempo que ignora. Cada habitante del pueblo es reflejo de este poder, de forma que parecen haberse quedado como congelados en un no lugar, en un sueño febril; fruto de ello resultan alocados, a veces graciosos, muchas otras veces crueles, y como es sello de la obra de Kafka, en especial las mujeres parecen tomar las riendas de la historia por medio de un extravagante erotismo.

Para transmitir todo esto, Haneke recurre a una grabación fría, de planos secos y distantes, de prolongados espacios en negro, que aposenta la narración. A igual manera que en el libro, tenemos una relación difusa con el protagonista, somos testigos distantes de sus idas y venidas, pero hay una gran vacío entre él y nosotros; parece que todo sucediera en otra dimensión. Mientras, K recorre las nieves en largos trávelings que evocan la búsqueda de lo imposible: Avanza pero nunca llega.

En forma es una buena adaptación, muy libresca y, por tanto, no excelente película. Haneke aquí extralimita el cine, lo fuerza, lo estira y este comienza a romperse lo que convierte a este Castillo, fundamentalmente, en una "curiosité".
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
El agrimensor que nunca ejerció.
No he leído el libro, todavía, pero conociendo la literatura del gran Franz Kafka, seguro que no era tarea fácil plasmar la trama de ese libro en la pantalla.
La sensación que da es la de ser una película de bajo presupuesto, por ello tengo que ser más benévolo con ella que con las grandes producciones, puesto que no cuenta con tantos medios.

Aún así, como no eran necesario efecto especial alguno, donde más se nota es en la calidad del sonido (la vi en versión original) y claro en algunas de las actuaciones, aunque el actor que hace de K. defiende el papel bastante bien.

La sensación que me dio a mí, fue como si más que estar viendo una película, estuviese viendo una obra de teatro; por las actuaciones, el sonido, los decorados, la voz en off..., y en cuanto me di cuenta, con esos ojos la vi, y mi impresión sobre ella mejoró.

Y no voy a negar que estuve pegado a la pantalla de principio a fin, absorto con la trama y a pesar de sus defectos, disfruté con ella.

Lo de la trama es, obviamente, gracias a Kafka, puesto que según he leído en algunas críticas, al parecer se ha plasmado de pe a pa diálogos y sucesos del libro, añadiendo una voz en off para aquellas situaciones en las que era necesaria una explicación que ningún personaje podía dar.

En definitiva, es una película extraña, como seguro que lo es el libro, con muchas lecturas (seguro que yo no he encontrado todas), pero es lógico que haya gente a quien no le guste. A nivel personal, a mí me ha gustado, y por eso le pongo un 7.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
2
Adaptación poco cinematográfica de un libro inconcluso
Este debe ser el primer K al que no le gusta la burocracia estatal (chiste interno para argentinos del 2012).

No leí el libro de Kafka, pero aún si no me hubieran dicho que estaba basada en un libro, lo hubiera descubierto: Haneke optó por usar la voz de un narrador en tercera persona que aparece constantemente relatándonos fragmentos, evidentemente reproduciendo textualmente al narrador del libro.

Esta es la forma de uso de la narración en off que no se lleva bien con el cine, si entendemos por cine la idea hitchconiana de narrar con imágenes más que con palabras. Cuando la voz nos cuenta lo mismo que ya estamos viendo, directamente entramos en un redundancia molesta.

Por ejemplo, recuerdo una parte en que K está en hablando con Olga, y golpean la puerta.
El narrador dice algo así como: "De pronto sonó un golpe, y Olga se acercó a abrir la puerta"; eso al mismo tiempo en que ESCUCHAMOS el "toc-toc" y VEMOS que Olga abre la puerta.

¿Que sentido tiene narrar lo mismo que las imágenes ya nos están mostrando? Citar un libro no es lo mismo que adaptarlo.

Además de aburrida, termina con el diálogo del personaje interrupiéndose a la mitad de la frase, al igual que en el inconcluso libro, por lo que algún espectador distraido, pensará que se le ha roto el reproductor de DVD =)
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4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Existencialismo puro y duro
Basada en la obra homónima de Kafka, lo primero que sentirá el espectador al presenciar la película es la sensación de encontrarse en una atmósfera tenebrosa y oscura situada en un espacio marcado por un duro invierno y unas relaciones sociales en las que el personaje más cercano te parece distante, por lo tanto, el espectador tiene así un primer contacto con el existencialismo que dominará el film.
En segundo lugar, de ese primer contacto se pasa a la inclusión en una historia que profundiza en el concepto de aceptación o reconocimiento y en la alienación de la sociedad en una abstracción superior. El argumento gira en torno a un personaje al que todos se dirigen como K. que acude a un pueblo alemán para trabajar como agrimensor, tarea que se verá impedida por el gobierno de un castillo que tiene poder absoluto sobre los habitantes del pueblo. De esta manera, el protagonista se verá excludio en la sociedad y comenzará a buscar por todos los medios su reconocimiento como agrimensor. Aquí comienza a profundizarse en el existencialismo que caracteriza tanto a Kafka como a Haneke, ya que K. tendrá que apañárselas sólo, sin poder contar con nadie, para poder sobrevivir.
Película que es aburrida si lo que quieres es entretenerte, casi cumple el objetivo que se propone: reflejar de la manera más fiel posible ese sentimiento de responsabilidad de acción del personaje. Puede llegar a ser demasiado frustrante.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Gran adaptación, pero siempre es difícil emular en imágenes al gran Kafka
De Kafka conocemos su “Metamorfosis”. Todo el mundo habla de este escritor habiendo leído un texto de apenas ciento cuarenta páginas, y tienen el valor de considerarlo su obra cúspide. La Metamorfosis tan sólo es la breve introducción a la composición y temática kafkianas. Un bello y oscuro cuento, de múltiples lecturas y profundidad devastadora, pero limitado en su extensión. Kafka siempre aspiró a más, mucho más.

“El Castillo” es, probablemente, la mejor creación literaria de este escritor checo junto con otra de sus novelas, “El Proceso”, ambas incompletas. Murió antes de concluirlas, con lo que su legado permanecerá por siempre inacabado. A Kafka nunca le satisfizo su creación: llegó a pedir que todos sus cuadernos fuesen quemados antes de su muerte. Afortunadamente, su amigo y editor, Max Brod, tuvo el buen juicio de conservar y publicar lo que se convertiría en un legado de inigualable calidad literaria y artística, así como una feroz crítica a los sistemas totalitarios y al sinsentido de la megalómana figura de un Estado invisible, intangible y absolutamente opresor.

¿Cómo se puede adaptar una novela incompleta, cuyo final es brusco, áspero, interrumpido por el grave latido de una muerte precipitada? Más aún, ¿cómo puede adaptarse una obra que se encuentra lejos de ser culminada, tal vez muy lejos, imbricada en el infinito tejido de posibilidades que Kafka pudo entretejer? La respuesta es evidente: resulta del todo imposible trasladar al celuloide una obra así. O casi.

Orson Welles adaptó “El Proceso” en 1962 con la maestría absoluta de un director irrepetible. Sin embargo, debemos reseñar que, a pesar de hallarse incompleta, esta novela guardaba un as en la manga: el final ya estaba escrito. Kafka configuraba sus novelas con un minuciosidad obsesiva y cierto esquematismo cartesiano que le permitía escribir los capítulos de sus obras de forma azarosa: el orden y discurrir de los acontecimientos se encontraba perfectamente organizado gracias a una estudiada y pormenorizada arquitectura mental. La historia, trenzada por completo, afloraba siguiendo los patrones fijados por su autor. ¿Qué importaba si del capítulo séptimo saltaba a escribir el cuarto? Kafka escribía los capítulos de sus novelas salteados, y cada uno de ellos guarda un propósito individual o encierra una enigmática historia. Cada segmento de sus novelas contiene un mensaje que bien puede ser interpretado de forma independiente, a pesar de encontrarse intrínsecamente ligado a los demás.

(Sigo en Spoiler por falta de espacio).
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Del absurdo
Haneke realiza una vez más cine en estado puro jugando con los "sentimientos" del espectador. Refleja perfectamente el absurdo de la existencia Kafkiana, y la agonía de K, un personaje atrapado en una sociedad 'estúpida' y, en dicha imbecilidad, denota el humor en esencia. Tragicomedia con interpretaciones soberbias. De paso, magistral juego de planos, cortes y silencios.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
El absurdo de la burocracia
"Das Schloß" ("El castillo") es una adaptación de la novela inacabada de Franz Kafka, rodada en 1997 por Michael Haneke, el genial director austríaco. Mientras la veía, me iban entrando ganas de abandonarla por la mitad, tal es el nivel de angustia que provoca. Pero yo sabía bien a qué me lanzaba: la desazón es un componente característico de la obra de Kafka, que yo ya había sentido mientras leía "Metamorfosis" y la también inconclusa "El Proceso".

Ulrich Mühe -- quién ha ganado un Oscar por "Das Leben der Anderen" ("La Vida de los Otros", 2006, de Florian Henckel von Donnersmarck) -- da vida a K., ese pertinaz agrimensor que, llegado a un pueblo lejano, con la intención de desarrollar con seriedad su profesión, se encuentra con una burocracia absolutamente absurda, a la que trata de enfrentar, sin cualquier éxito.

En sus intentos de llegar a hablar finalmente con las autoridades que le darán el tan codiciado permiso para iniciar su labor, K. vive una verdadera pesadilla, impuesta por un sistema burocrático frustrante, enajenante, espeluznante. Las similitudes con lo que los propios espectadores conocemos -- en nuestras alienantes vidas ciudadanas, sometidos que estamos a un sistema brutalmente irracional -- son demasiado grandes como para que no nos sintamos angustiados con sólo ver la película.

Los que hayan estado a vueltas con los temas del "absurdo" -- Teatro del Absurdo; Filosofía del Absurdo --, por pura atracción hacia el tema, sabrán apreciar la película. Sin duda lo sabrán.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
El bedel es un bulto sospechoso
K (todos) no es ni siquiera una persona, es un error burocrático, un nombre equivocado, está traspapelado, una confusión leve, un pequeño y desagradable malentendido, un día no se sabe muy bien por qué se decretó algo en alguna perdida oficina, la maquinaria que a todo trapo, más o menos, funciona, y poco después, en el mismo instante de ser producida o ejecutada la orden realmente, ya no era necesaria, nunca lo fue en paridad, y así pasaron los días y semanas entre recursos y casaciones, disputas y tormentos, las vueltas y revueltas de la trastienda leguleya, el absurdo, el montón de legajos sin nombre, la montaña sagrada legal y toda su panoplia horrenda. Por eso está y no debería estar, no es pertinente, en el fondo es solo una mala broma, sin apenas gracia, un secreción azarosa y fallida del medio ambiente, una ausencia que trata de hacerse notar a la fuerza, para nada, un botarate que se derrenga, un tonto pasatiempo del sistema, la excepción ridícula que confirma la abominable regla, tiene la entidad de una marioneta, de un muñeco de trapo, es de cartón piedra, una alucinación tortuosa, un soldadito de hojalata, un pelma, un chisgarabís y un chiquilicuatre, la parte no contratante de una sombra, un pobre desgraciado que todavía no ha muerto porque nadie se tomó la molestia de que naciera, un fantasma, un engorro, un espectro, un burdo rumor sería decir demasiado, no opta a tanto, algo parecido a un silbido o a un suspiro, un pedo sin fuerza, sin la consistencia material y concreta de un trozo de mierda.
Y tampoco hay tal castillo ni nada que se le asemeje o parezca, pura entelequia, concepto vacío, claro, balas, sospechas, trasuntos, transmutaciones, suposiciones, tanteos, controversias, el castillo somos nosotros, cada uno, por supuesto, piedra a piedra, disparidad de criterios que forman uno solo por aplastamiento, rendición absoluta de la comunidad o el grupo, una abstracción que se afana en vano, una imaginación equivocada, una insidia, un cotilleo, una inquina, una contradicción en perpetua lucha, dando vueltas sobre sí misma, contraorden, contranatura, ambigüedad absoluta, banalidad máxima, iniquidad, inseguridad, intrascendencia, duda, egoísmo, vergüenza, nada, a lo sumo guerra de guerrillas perpetrada por mindundis con ansias de poder y algunas tristes ínfulas y con un cutre proceder que se reduce a un intercambio poco variado y nada sutil de humillaciones y fluidos. Tumulto y vacío, espejismo, bobada, tedio frío.
La opción aquí elegida es fallida, a Kafka se le venera/respeta demasiado, como a dios, o peor, a él no le gustaría un pelo, os vomitaría de su boca, no le gustan los tibios, los pechos fríos, se reiría en vuestra puta cara, tanta unción y bobería, y así no hay maldita sea la manera, no se le puede tomar tan en serio, tan literalmente sus sabias palabras, tan al pie de la letra, hay que jugar con ellas, cambiarlas, traicionarlas, trastocarlas, olvidarlas, nunca tratar de traducir o imitarle en vano, vade retro, qué nefando pecado, eso es ridículo e ignominioso, además de que su literatura no casa con el cine, demasiado concreto y obvio, su forma de expresarse tan clara y retorcida, esos párrafos infinitos, las leyendas tan realistas, su cantar de gesta tan simbólico y cachondo, su desesperación luminosa, sus fábulas tan triviales y elevadas, su humor furibundo y muchas veces tan inadvertido, la letanía que no cesa, llora, ríe, celebra y maldice, eternamente, esos dimes y diretes, la realidad alucinada y pesadillesca, racional delirio, circo ambulante, rigor fiero, de hielo, no pega mucho ese estilo o desahogo con esto de lo que aquí parece que habitualmente yo escribo, con el cinematógrafo nada menos, o, siguiendo sus huellas y sin cambiar mucho de tema, en cuanto te relajas o te dejas llevar un poco, viene Paco con las rebajas o llega el camión de la basura y te recoge para siempre, eres expulsado definitivamente de toda posible esperanza de disfrutar de cualquier cosa parecida a un atisbo o reflejo del paraíso, esa luz falsa, de bote. No y no. Por eso este intento dramático es tan chungo y chusco, tan pobre y chato, alicaído y desvencijado, gris y depauperado, muy desvencijado y aburrido, sin gracia ni aliento, prosa fofa, tiesa, siesa, mustia y reseca, ni una sola planta riega, yerma, desolada, el esbozo de un amanuense tosco, hosco topo dando palos de ciego sin talento.
A Kafka o se le respeta de veras y se le deja en paz, que duerma el sueño de los justos y ya, no se le toca y manosea ni con el palo de una escoba, o de lo contrario vamos a tumba abierta, entramos con todo, a sangre y fuego, con la espada de damocles en ristre, a muerte de verdad, sin encomendarse ni a dios ni al diablo, a violarlo a bordo, abstruso estupro, a profanar su tumba y bailar sobre su calavera, hay que arrasarlo y descoyuntarlo del todo para así inventarlo de nuevo, el renacido de entre los muertos, ese vértigo, para no repetirlo ni volver a matarlo de pena y tedio, jamás copiarlo o teatralizarlo ni recitarlo o ilustrarlo, ya dijimos que rotundamente no a todo ese engendro mediocre y timorato, tan castrado y flojo.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
2
Craso Error
Espero no tener que retractarme de mis palabras por resumir esta película del grandísimo maestro Haneke con el calificativo de: soporífera. Quiero pensar que es por no haber leído antes el libro del maestro en el que Haneke se inspiró: Kafka, quizá sea sólo por eso, en caso de que aún leyendolo me quedase con la misma impresión, la resumiría en: aburrida hasta matar. Comparar 'El Castillo' con la sociedad en la que vivimos y que nos condiciona me parece un extremo totalmente absurdo y muy mal adaptado, esto quiere decir que el prota vive en un continuo tormento al no saber como llegar a 'El Castillo' y al sentirse solo y desprotegido en un pueblo en el que no le consideran otra cosa que extranjero. Fin de la historia.
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5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
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