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72 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
9
!Steiner! !Demarcación!
A Orson Welles le pareció la mejor película (anti)bélica de la historia del cine, y desde luego no seré yo quién le quite la razón.
Estamos ante una de las mejores películas de Sam Peckinpah, si no la mejor, desde luego superior a "Grupo salvaje", su obra más famosa.
La excelente novela de Willi Heinrich, "The Willing Flesh" (ahora ya se titula "Cross of Iron" por influencia de la película) es suficiente para que la historia funcione sin contar con un guión depurado y ni siquiera bueno. Pero como digo con el material de la novela, la dirección de Peckinpah, las soberbias actuaciones y la fantasmagórica fotografía de John Coquillon (habitual de Peckinpah), además de un partitura emocionante y triste que hace que el film sea extraordinario.
A Sam Peckinpah le terminaron de hundir con el fracaso económico de esta cinta (tan sólo en Alemania tuvo una acogida destacada), y aunque es verdad que ya no era un director de moda -por eso tuvo que irse a Yugoslavia a rodarlo y a Alemania producirlo- es posible que si hubiera tenido el reconocimiento de lo gran película que es, alguna obra más de calidad nos habría dejado (aunque "Convoy" personalmente me resulta muy interesante y entretenida).
Una película adelantada a su tiempo que hace que "Apocalypse now", "El cazador", Platoon" o "La chaqueta metálica" le deban mucho al título de Peckinpah.
Un recuerdo para los actores como James Mason y David Warner, fantásticos como oficiales pragmáticos y desengañados con diálogos tan sensacionales como este:
General Brandt: -¿Qué haremos cuando termine la guerra?
Capitán Kiessel: -Prepararnos para la siguiente.
Y sobre todo a James Coburn y Maximilian Schell, que interpretan personajes antágonicos y que en una de las últimas secuencias mantienen uno de los diálogos más interesantes de todo el cine bélico.
Capitán Stranszky: -Le enseñaré como lucha un oficial prusiano
Sargento Steiner: -Y yo donde crecen las cruces de hierro.

Por críticar algo decir que falta algo de presupuesto a la película y eso se nota a veces, un guión en ocasiones un tanto descuidado con algunos detalles de enlace y un montaje al que se le ha cortado varios minutos que es una pena que no se edite la versión integra.

En definitiva magnífica película que hasta hace bastante poco era muy desconocida por el gran público y que personalmente me alegro que se vaya conociendo y estimando una de las diez mejores películas de los años setenta.
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215 de 263 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Impactante.
“La cruz de hierro”, es un film impactante en muchos aspectos, la entrega del sargento Steiner hacia sus hombres, es magistral, conseguir mantenerlos unidos es toda una lección, de compañerismo, y sobre todo de humanidad, y de tantos otros valores difíciles de ver en otras películas. La cinta de Sam Peckinpah, no renuncia a lo desagradable, pues las guerras son todo eso. Nos describe la ambición, la traición, el sufrimiento, la agonía, las bajas pasiones, el heroísmo.

Steiner (soberbio y magistral James Coburn) es un soldado, porqué así lo quiso el destino, pero no le importa ni la política, ni los ideales de sus superiores, asimismo odia conseguir esa Cruz de hierro, que tanto ansía el capitán Stransky (excelente Maximilian Schell) para continuar con el honor de su familia, noble prusiana, eso sí sin salir de su escondite y sin importarle un ápice todo lo que les pueda suceder a los hombres de su compañía, incluso llega a traicionarlos. Son dos retratos perfectos de los muchos Steiners y Stranskys que existen en la multitud de guerras que han existido, que existen y que existirán. Muy buen trabajo de James Mason y David Warner en esos papeles de secundarios y que para ellos lo primordial es la guerra.

Peckinpah sabe muy bien filmar la violencia, y más si es una película bélica, la fotografía de John Coquillon consigue crear esa atmósfera fantasmagórica contribuyendo de forma magistral a crear ese ambiente del campo de batalla. Pero lo más importante a mi entender, es la pincelada perfecta de sus dos principales protagonistas tan diferenciados en ideales, honor y principios.
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97 de 107 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Obra maestra (8.8)
Amistad, humor, rebeldía, violencia "gratuita", sexo oral, batallas, homosexualidad... ¿Qué os parece la combinación? Todo está muy bien integrado, y de forma muy entretenida. Técnicamente también se merece un sobresaliente: fotografía, montaje, efectos especiales...

El personaje del sargento Steiner está tan bien pulido que podría haber sido interpretado por Lee Marvin perfectamente (recordémosle en "Doce del patíbulo"). Esto no quiere decir que Coburn lo haga mal, más bien al contrario. Me habría gustado ver un casting con ambos como participantes.
Lo mismo ocurre con el capitán Brandt, que se interpreta sólo, aunque no hay que quitarle ningún mérito a Schell. Se trata de un personaje despiadado (como debe ser al menos un oficial en toda película bélica) pero a la vez patético ("¡¡¡Ya estamos contraatacando, Señor!!!").

Para los que no estén familiarizados con el cine de Peckinpah quizá pueda resultar molesta tanta sangre, tanta cámara lenta y tanto frenesí en el montaje. Pero para los que nos hemos enamorado de su cine es como la firma del pintor.
¡Mojigatos, tened cuidado, la violencia "gratuita" de Peckinpah crea adicción!

Me despido con una profunda frase cortesía del suboficial Krüger: "Las grasas naturales del cuerpo, combinadas con la mugre, te hacen impermeable". Reflexionad sobre ello.
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86 de 109 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
El aristócrata prusiano y el sargento Steiner
La cruz de hierro fue producida y realizada con escasos recursos económicos y aunque esta carga no empañe el resultado conseguido, sí que condiciona gran parte del efectismo visual de la que debiera hacer gala una película de tal formato. Y Peckinpah resuelve estas limitaciones pirotécnicas mostrando su cine directo de siempre: acuchillamientos cuerpo a cuerpo cámara en mano o con secuencias magistrales como la que nos muestra en la base de operaciones de las milicianas soviéticas. Y el montaje realza la importancia de unos conseguidos flash-backs. Y nos presenta a los alemanes como obedientes trozos de carne, pero rellenos de humanidad, aunque peque de una inexplicable ausencia de ideología nacionalsocialista entre la soldadesca.

James Coburn encarna al arrojado sargento implicado en la supervivencia de sus hombres como empresa personal, aunque parezca en algunos pasajes algo descuidado y ello conlleve en ocasiones un desenlace dramático.
Maximilian Schell (si es que hasta su nombre tintinea a aristocracia) presenta la otra cara de la moneda; el clasista egocéntrico que piensa que la plebe está ahí para recibir órdenes, y que además es un cobarde digno de un pelotón de fusilamiento, aunque no termina de convencerme como Peckinpah nos muestra la relación entre los dos antagonistas.

El sargento Steiner no da una solución directa al problema prusiano porque parece estar por encima de todo: abandona a su soldado en aquella excitante cabaña; su venganza no es desproporcionada ni con el amigo ni con el enemigo porque interioriza a su manera la palabra justicia; se toma la guerra como un trabajo de seis a ocho. Un héroe atípico y complicado.
El otro lunar que observo es que las secuencias con armamento pesado carecen de garra, debido principalmente, a la falta de medios disponibles.

Interesante obra en la que aunque escaseen los nazis, los germanos son nuestros héroes.
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88 de 116 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
El sargento Steiner
Única película bélica de Sam Peckinpah, rodada en la antigua Yugoeslavia con un presupuesto muy ajustado. Se basa en la novela de Willi Heinrich.

La acción tiene lugar en la primavera de 1943 y se localiza en la península de Taman (Crimea), durante la retirada alemana. El relato se centra en dos personajes antagónicos: el sargento Steiner (James Coburn) y el capitán Stransky (Maximillian Schell). Steiner es un hombre mítico entre sus compañeros, por su hamanidad y generosidad. Stransky es un aristócrata prusiano, que ha pedido el traslado al frente oriental porque desea ganar la Cruz de Hierro, máxima condecoración militar alemana en tiempos de guerra. Es egoista y marrullero. Los dos personajes tienen historias diferentes, idiosincracias opuestas y actitudes contrarias en relación a la guerra. El enfrentamiento entre ambos, inevitable, estalla de inmediato y será duradero.

Peckinpah narra una historia compleja, rica en detalles y contenidos, que se desarrolla en primera línea del frente. La exposición constituye un retrato sombrío y trágico de los horrores de la guerra y de los daños físicos, psíquicos, morales y emocionales que provoca. Muestra el comportamiento caótico del mando; los conflictos internos de la dirección del Regimiento; la lucha por la supervivencia; la pérdida de los ideales; engaños, traiciones, abusos y chantajes de algunos jefes; la desesperación ante una guerra terrible de desgaste interminable, que no conoce pausas, etc. Por otro lado, el gusto de Peckinpah por la dualidad que marca contrastes ofrece escenas de amor del sargento con Eva (Senta Berger); la celebración festiva del cumpleaños de Meyer; la acogida colectiva de un chico ruso, de cara angelical, símbolo de la inocencia todavía posible y de la esperanza que no ha muerto del todo.

La fotografía de John Coquillon ("Perros de paja") y unos efectos especiales acertados permiten al director acentuar el realismo de la acción hasta alcanzar en algunos momentos el hiperrealismo. La música de Sam Gold ("Éxodo", "Vencedores o vencidos") se compone de 15 piezas, adaptadas a la acción. Destaca la descripción estridente y gozosa del estallido de la primavera que acompaña las primeras secuencias. Otras piezas destacables son "La masacre" y "La confrontación superada". La interpretación de James Coburn es tal vez la mejor de su carrera.

La película exalta los valores del sargento, que no lucha por convicción, ni para sobrevivir, sino porque cree que es su deber ayudar a los compañeros. Es el héroe de la obra: un anti-héroe que lucha, ama y perdona. El pelotón militar de mujeres rusas se presenta de un modo que sugiere su incompatibilidad con la guerra y su inferioridad. Este apunte de misogínia aporta un trazo innecesario de sombra en la narración. Orson Welles consideró que era la mejor película pacifista desde "Sin novedad en el frente" (1930), de Lewis Milestone.
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57 de 71 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
La mejor obra de Peckimpah
Es La Cruz de Hierro una auténtica obra maestra del género bélico, y no porque sus escenas de batalla sean memorables (que lo son), no porque cada fotograma destile ese inigualable estilo que solo Peckimpah sabía poner en las escenas de violencia (que lo hace, y de que manera) con la cámara lenta entremezcalda con velocidad normal de distintos encuadres y acciones, ni por que el desarrollo de personajes sea tan completo como suele pasar en sus películas (que, por supuesto, lo hay).

La Cruz de Hierro es una obra maestra por todo esto y por que, para variar, vemos a los alemanes como personas normales. Los vemos como soldados humanos, mas cercano esto a la realidad que los tiranos a los que estamos acostumbrados a ver. No son despiadados, sino tolerantes (deciden acoger a un joven ruso, en lugar de matarlo); no son fríos, sino que tienen un gran sentido de compañerismo (celebran el cumpleaños de uno de ellos como si hubieran ganado una batalla), y no son Altos,Rubios, y con ojos azules (en una palabra, "Arios"), sino que tienen el rostro ajado por la dureza de una Guerra que también para ellos es injusta.

Las interpretaciones del film están a un gran nivel, con un James Coburn correctísimo y un Maximiliam Schell tan bueno en su actuación como repelente es el personaje que encarna.

Para los que os guste el cine de Peckimpah, aquí teneís posiblemente su mejor película. Para los que os guste el cine bélico, aquí teneís una obra maestra del género. Y para los que os gusten ambas cosas, teneís en La Cruz de Hierro una película de obligada visión.
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47 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Así se hace
"La cruz de hierro" es una película excelente, que se mete en la piel de los combatientes alemanes y muestra qué es, en el fondo, la guerra. Lejos del cine bélico patriotero, esta cinta muestra como los soldados se esfuerzan por seguir siendo humanos en medio de tanta locura y muerte. Algo agradable (y no es un tema menor) es poder abordar la 2GM desde la perspectiva de los alemanes, tan bastardeados por el cine bélico patriotero al que me referí antes, que los mostraba siempre como autómatas mudos de uniformes siempre limpitos y cascos relucientes, mandados por el arquetípico oficial nazi despiadado. Ese cine está lejos de las intenciones de Peckinpah, que analiza desde dentro las razones del bando alemán para luchar la mayor guerra de la Historia. Una película valiente, sobre todo por la época en que fue hecha (década del 70).
Junto con "Sin novedad en el frente", este filme se ubica entre los mejores que hay para ver en la historia del cine bélico. Y no es casualidad que ambas películas muestren la óptica de los alemanes ¿será que a la locura de la guerra pueden desnudarla mejor los vencidos?
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35 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Sam Peckinpah en su salsa
En el año 1977, el director norteamericano Sam Peckinpah dirige el film "La cruz de hierro", en la que a la postre sería su única incursión en el cine bélico.
Sorprende un poco, porque el estilo de cine de Peckinpah encaja como anillo al dedo en este género. No obstante, da igual. En su único film bélico consigue firmar una de sus mejores obras y, al igual que con "Grupo salvaje" reinventa el western, con "La cruz de hierro" da un punto de vista innovador a los films sobre la guerra.
Para empezar, la acción se centra en un pelotón alemán, que hasta entonces habían desempañado casi siempre el papel de malos en este tipo de películas, en el frente ruso de 1943, cuando el ejército de Hitler empezaba a vislumbrar de forma clara su derrota. Nos encontramos, pues, ante un relato de supervivientes en busca de algo que se les escapa, y no ante un relato de soldados que ansían convertirse en héroes.
Es un film antibelicista, como casi todos los mejores de este género, y su descripción minuciosa de la violencia te hace odiar y temer a las guerras como a una de las peores plagas de la humanidad.
Un guión sólido, unas actuacione brillantes, tanto de los protagonistas, James Coburn, James Mason o Maximilian Schell, como de un excelente elenco de secundarios, David Warner, Senta Berger o Klaus Löwitch y una dirección fuera de toda duda conforman uno de los mejores films bélicos que he visto.
Imprescidible para los amantes de este género.
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29 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Lección de Historia (de la Guerra)
Estamos ante una de las mejores películas bélicas, o anti-bélicas, de la historia del cine y, desde luego, de la mejor película de Peckinpah, o la que creo que mejor aguanta el paso del tiempo. Hay tantos detalles... Los alemanes y los rusos son personas normales y corrientes metidas en el fregado de la guerra. Hay poco nazi transitando por la película porque, en realidad, hubo pocos nazis en el frente, entre la tropa. Nazis de convicción, se entiende. Incluso el detalle sensacional del aristócrata prusiano (M. Schell) que también odia a los nazis, ya que han alterado su orden, el orden natural: hay quienes sirven para mandar y hay quienes sirven para obedecer. Y, de momento, mandan ellos. Por lo tanto, lo que toca en el Reich milenario es ganar la máxima condecoración. En cambio, el sargento Steiner se ha transformado, siendo plebeyo, en un gran guerrero. Y aquí cuidado: sólo mediante el ejercicio de las armas, durante mucho tiempo, aquellos pertenecientes a las clases inferiores han podido mejorar su situación, su status, en la rígida sociedad tradicional. Es por ello que oficiales como el coronel y el capitán que interpretan James Mason y David Warner admiran al sargento Steiner. Lo tratan de mito.
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23 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
"Y yo le enseñaré la obra maestra del cine bélico"
Me considero un gran amante del cine bélico, y no sólo me gustan las obras maestras de este género, sino que he visto muchas de ellas en bastantes ocasiones. Sé que hay muchas películas sobresalientes en este género y no sé cuál es la mejor, pero si tuviera que decir cuál es la que más me gusta y más me emociona (¿la que considero mejor, entonces?), no dudaría en señalar a La cruz de hierro, que tiene lugar durante la retirada rusa de la península de Taman (¡No de Crimea!). ¿Por qué considero que esta es mi película bélica favorita? Por muchos motivos:

Porque nos muestra la auténtica guerra. La Segunda Guerra Mundial ha sido el conflicto más sangriento de la historia. En muchas películas que tratan sobre esta guerra, no lo parece, y sin embargo, La cruz de hierro nos da a entender la brutalidad inhumana que vivieron los soldados en el campo de batalla, soldados condenados a morir. Peckinpah se vale tanto de imágenes como de palabras para mostrárnoslo. Aquí, la batalla no termina con la rendición. Aquí termina con una muerte segura.

También porque nos muestra la perspectiva de quienes más sufrieron en esa guerra: los alemanes, tantas veces vistos como enemigos deshumanizados y tratados todos y cada uno de ellos como simples nazis malvados, cuando en realidad la mayoría de ellos eran hombres normales que hacían lo mismo que los soldados americanos o rusos. Y todos los personajes de La cruz de hierro son fantásticos, todos te hacen sentir emoción, odio, respeto. Llegas a creer que existieron tal cual salen en la pantalla. Parecen sacados de una oscura trinchera alemana en lo más recóndito de Rusia; sucios y valientes.

Porque los conflictos, las situaciones que tienen lugar entre los personajes antagónicos, son simplemente atrayentes. Te pones en la piel de Steiner en cada una de las situaciones y te preguntas si harías lo mismo que él. Y no sólo con Steiner, también con los demás. Incluso puedes llegar a identificarte en algún momento con el capitán Stransky. Y La cruz de hierro rebosa de frases que pasarán a la historia, escenas inolvidables, y un final digno de ser recordado.

Y también, aunque esto ya es secundario, por el gran realismo de sus escenas bélicas, rodadas todas con armas y carros de combate auténticos, y por su violencia salvaje, de la que, como se muestra en la película, todos, aunque no lo creamos, somos capaces de cometer.
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25 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
La locura de la guerra y el especial estilo de un director
Peckinpah desarrolla su cine a su manera y es fiel a ese estilo, al menos todo lo que he visto hasta ahora tiene su huella personal. La vida en las trincheras de unos soldados alemanes en el frente oriental en la 2ªGM es el objeto de su atención. Ofrece mensajes, va más allá de los tiros y tiene la capacidad de mezclar estética con contenido moral, en este caso antibelicista, a través de un Steiner personificado por un inmenso Coburn. Cuando todo estaba perdido y sólo tenían ganas de que acabara la tragedia de una vez, los implicados se cuestionan cosas como qué harán después de tanto tiempo haciendo la guerra. Steiner confiesa odiar el uniforme, es capaz de salvar a un soldado infante ruso y al surrealista comando de mujeres de ser violadas, pero ya no sabe hacer otra cosa que la guerra y malvive en esa contradicción, atrapado en un doloroso querer y no poder, amar y odiar.

Peckinpah propone una película de acción con mucho mensaje. Me encanta que apenas se hable del partido nazi y que casi todos hablen primero de Alemania, incluso Schell se considera un aristócrata prusiano (sencillamente genial) Así pues, correcta película bélica, con las rarezas propias de quien la realiza y con una dignísima recreación del ambiente en que vivía el soldado raso.
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15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Tenía que ser Sam
Una patrulla del ejército alemán a cargo del sargento Steiner intenta resistir a los ataques soviéticos en el frente ruso. Un nuevo comandante les es asignado, Maximillian Schell, descendiente de una familia noble prusiana que no dudará en hacer todo lo que este en su mano para ganarse la Cruz de Hierro y dejar alto el honor de sus apellidos. Esto para los que dicen que no tiene argumento.

Una de las primeras películas antibélicas de la historia junto con “Senderos de Gloria” y seguramente la primera ambientada en la Segunda Guerra Mundial que utiliza como protagonistas al bando alemán. Tenía que ser Peckinpah el responsable de tal osadía, eso sí fuera de EEUU, donde había sido marginado por las productoras a causa de haber enlazado varios fracasos de taquilla.

Peckinpah hace que desde un principio sólo nos fijemos en el coraje y la valentía del sargento Steiner, olvidándonos por completo del bando al que defienden. Sólo quiere que el espectador se fije en que son seres humanos metidos en un conflicto político del que la mayoría ni entiende ni quiere saber nada.

La guerra es mostrada como lo que es: un sinsentido donde es posible que alguien gane políticamente, pero donde el ser humano siempre pierde.

Y nadie como Sam sabe retrasmitir la crudeza de las trincheras, utilizando su rapidísimo montaje habitual y su siempre recurrida cámara lenta.
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17 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Infravalorada
Como el titulo de mi crítica dice…….infravalorada, total y absolutamente. Fue vapuleada por la crítica de entonces, que no por el público, y que su éxito en taquilla dio pie a una desastrosa secuela (Cerco roto,1979), que debería haber dado vergüenza protagonizar a Richard Burton y Robert Mitchum. En “La cruz de hierro”, se nos presenta por primera vez casi….la guerra desde el lado alemán. Basada en una novela de Willi Heinrich, nos enseña como ni todos los alemanes eran nazis, ni siquiera los oficiales, y ni creían en la victoria final. Esta película nos cuenta como en ese año (1943) ya los alemanes en Rusia, luchaban por sobrevivir, no por valores vacíos y discursos propagandísticos de la maquinaria de guerra alemana. Un ejercito en clara retirada, y con la derrota en sus ojos, ya solo lucha por sobrevivir, y el sargento Steiner (fabuloso James Coburn), es la imagen de todo ello. Un soldado que ya no cree en nada, ni siquiera en los oficiales que le protegen, que solo busca el mañana, que solo sabe vivir en guerra permanente, y que no es nadie sin sus compañeros del frente. Una película de guerra si, pero una película antibelicista claramente, en el que la cruz que da pie al titulo, es el premio buscado por los oficiales sin escrúpulos, para que cuando vuelvan a casa no sean repudiados por “su” sociedad. El uso del slow motion, tan del gusto del director, aquí cobra especial relevancia en las escenas de acción, ya que las dota de una brillantez rara vez vista antes de esa época en las películas de guerra.
Con un plantel de actores, James Mason, Maximillian Schell y David Warner, y el antes mencionado Coburn, muy acertado, y que a pesar de los grandes problemas de rodaje de una coproducción, con un ya, alcohólico perdido, maestro Peckinpah, “La cruz de hierro” es una de las mejores películas de guerra de todos los tiempos.
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18 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
¡¡¡No estamos en un prostíbulo, estamos en la guerra!!!
No hay guerra romántica para un soldado.
Tal vez el pelotón de Steiner sean 4 ó 5 soldados en momentos. En otros momentos aparecen más de una docena. Es posible que la película no sea perfecta y muestre algún contrasentido.
Tal vez sea demasiado pensar que Steiner llega al hospital por una herida recibida y la enfermera desde ese instante va a estar a su "completa disposición". Pero es que quieren mostrarnos de alguna manera todo lo que priva de una guerra al ser humano.
Peckinpah nos enseña el agobio, lo que es vivir sin salida, todo su dramatismo con un perfil exacto, el hacinamiento de los soldados, el sufrimiento, pero no se abandona, no ahonda en ello.
Nos muestra un fiel reflejo del asco a la vida que se puede llegar a tener cuando la destrucción campa a sus anchas: "¿Sabe usted lo que está diciendo, Steiner?"
¡Qué bien James Coburn! ¡Qué bien Mason, Schell, Warner!
La camiseta estará pegada a nuestra piel por la mugre adherida. La guerrera y el correaje se habrán incrustado ya en nuestros hombros. El pelo estará lleno de grasa bajo nuestro casco de días y días sin lavarnos. Las botas nos pesarán y no tendremos fuerzas ni para apuntar con el fusil. Ahora vemos que el argumento va por otro camino, mostrar el camino personal, el interés personal, ya no hay objetivo común, ninguna misión, ni compañerismo.
"¡Venga usted por aquí, señor, acompáñeme, venga, que le voy a enseñar donde crecen las cruces de hierro!"
La vida es una batalla y cada uno va a lo suyo.
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13 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Yo le mostraré donde crecen las cruces de hierro
Película poco conocida y que no obstante para el aficionado al cine bélico probablemente supondrá una de las grandes a la que citar y con la que comparar siempre que vea una nueva producción de temática bélica, pues "La cruz de Hierro" aún en el ahora más que nunca trillado trasfondo de la Segunda Guerra Mundial es una obra con personalidad propia, con garra, y que se diferencia del resto por su extrema violencia sin necesidad ninguna de mostrar sangre ni miembros mutilados (y no estoy pensando en ninguna en particular... o si) y su abrumadora crítica antibelicista, ambas sello inconfundible de Peckinpah.

Cuenta con grandes interpretaciones de habituales de la época en este género como Maximilian Schell aka el eterno oficial prusiano en su lograda interpretación del cobarde carnicero sediento de sangre que antepone la gloria personal, materializada en la mítica cruz de hierro, a la vida de sus hombres, dirigidos por un magnífico, ácido y estoico Coburn, representante del soldado de infantería pringado de cualquier ejército que haya pasado las de Caín, en este caso el ejército alemán en el frente del Este.

Precisamente, producciones basadas en la guerra en Rusia no hay tantas, cuando históricamente está más que demostrado que la guerra la ganaron los rusos (ni desembarcos ni niño muerto que valga), pero ya sabemos que la historia no solo la escriben los vencedores si no los políticamente correctos. La visión del frente del Este convierte a "La cruz de hierro" en una película aún más interesante si cabe y en la mejor quizás de este teatro de operaciones. Allí la guerra no fue precisamente un camino de rosas para ninguna de las dos partes y por eso a su modo crítico Peckinpah nos muestra sobrecogedoras escenas de la vida en las trincheras y retaguardia (la más dura y acertada de las cuales me parece la del soldado alemán herido sin manos que presenta el pie ante el saludo de un oficial que impone estúpidas medallas).

El argumento, basado en la confrontación de los dos protagonistas sobre su visión de la guerra, es redondo en sí mismo y su guión brillante, con diálogos antológicos y consejos que encierran grandes verdades (al de la mugre y la grasa corporal me remito jaja) y personajes claramente perfilados en los que se pinta a Steiner como un santo soldado y a Stranszky como un ser lamentable y patético, pero sin caer en el fácil maniqueísmo de demonización de las tropas alemanas que tanto les gusta a... otros. Es por ello también una película honesta, que como "Das boot" no juzga, solo muestra, y allá cada uno lo que piense.

Por todo ello, no deja de ser una gozada de película que no me canso de recomendar e incluso dejar para su visionado a todos aquellos que no la han visto. Con permiso de jastarloa a mi también me gustaría despedirme con el consejo entero del cabo Krüger:

"Las grasas naturales del cuerpo, combinadas con la mugre, te hacen impermeable"
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16 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Las guerras más duras son las personales
Una gran historia en una ambientación muy lograda; la derrota y la lenta retirada tras Kursk. Una gran historia sobre la impotencia ante la adversidad, sobre la esterilidad del heroismo, sobre la inhumanidad de una guerra inútil en donde la victoria ya es imposible. La inminencia de la muerte, el caos y la desesperación juegan con los personajes.
No obstante, es ante todo una gran historia sobre el respeto, sobre las jerarquías personales, y la mezquindad con la que el ser humano se evade de la desagradable realidad para someter a los otros y obtener un beneficio que en esas circunstancias es ya ridículo. Un gran historia que demuestra cómo se diluyen las estructuras sociales y todo se convierte en una gran guerra personal... James Coburn en estado supremo, James Mason y Maximilian Schell también. No dejes de verla.
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10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
OTRO PUNTO DE VISTA
Otro punto de vista de ver la segunda guerra mundial, en este caso desde el lado de los alemanes. Rodada con bastante criterio y con un bajo presupuesto, pero con unos buenos actores, en especial el magnífico James Coburn, uno de esos actores infravalorados por la meca del cine, parece que se le valoró más a raíz de su desaparición. Pero aquí queda una muestra patente de su buen hacer.
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9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
La Cruz de La Guerra.
136/03(07/08/13) Sam Peckinpah en el ocaso de su carrera, en su antepenúltimo film nos dejó su canto del cisne, su única incursión en el cine bélico, tiene todas sus señas de identidad, pero se le nota cansado, no fluye el ritmo y ni la poesía de antaño, se le ven las costuras y trazos de vaguedad en el guión que impiden solidez, aún así queda una buena cinta antibélica, de la que Orson Welles dijo que era la mejor película pacifista desde ‘Sin Novedad En el Frente’, gran lapsus pues por lo menos se olvida de ‘Senderos De Gloria’.
El escenario de la historia sucede en la península de Taman en Crimea, en 1943 durante la retirada alemana después de perder la Batalla de Stalingrado ante los soviéticos. El protagonista es el curtido sargento Steiner (gran James Coburn), es un valiente veterano de la guerra que está de vuelta de todo, reniega de los nazis, posee la preciada Cruz de Hierro al valor por sus acciones en el campo de batalla, lucha por sus subordinados a los que está muy unido, no pelea por algún ideal nazi, sus soldados lo aprecian por ello, el batallón malvive en maltrechas trincheras. Estan comandados por el Coronel Brandt (gran james Mason) que tiene un fiel ayudante en el capitán Kiesel (gran David Warner. Hasta allí llega el arrogante capitán Stransky (gran Maximilian Schell), un aristócrata prusiano obsesionado con ganar la Cruz de Hierro, pues proviene de una saga militar donde todos sus antepasados la obtuvieron, el problema es que en la primera refriega se muestra acobardado, aún así, Stransky realiza un informe tildándose de héroe para que se le otorgue la Cruz de Hierro, el único testimonio que tiene en su contra es el de Steiner, Stransky para alcanzar su férreo objetivo no dudará, en chantajear y matar, con lo que se establece un enfrentamiento entre los dos antagonistas.
El guión adapta el libro del germano de Willi Heinrich tiene tres padres distintos y se nota, Julius J. Epstein (‘La Pelirroja’ o ‘Casablanca’), Walter Kelley (‘Pat Garret & Billy the Kid’ o ‘Los aristócratas Del Crimen’), y James Hamilton, se nota por su desbarajustada narración que discurre a trompicones, creando la sensación de bastantes sobresalientes set-pieces pero mal cohesionadas, hay irregularidad en el discurrir del argumento, pecando de situaciones forzadas y chirriantes que no encajan, es una cinta que pierde con el tiempo, se ha arrugado, siendo buena en conjunto, no llega ni de lejos a sus grandiosas Obras Maestras. Fue rodada en Yugoslavia con un presupuesto tan ajustado que se acabó antes de terminar de rodarla, estas taras se traslucen en varios momentos. Fue un rotundo fracaso en USA, aunque en Alemania fue un boom taquillero.

El film explota temas peckinpahianos clásicos como la amistad, la violencia como estilo de vida, de cómo esta rodea a l ser humano desde la niñez, la rebeldía ante las autoridades, la corrupción del poder, la traición, la lealtad, el romanticismo machil, y por supuesto el duelo de personalidades, de antihéroes tan usado por ‘Bloody Sam’ en ‘Duelo en la Alta Sierra’, ‘Grupo Salvaje’ o ‘Pat Garret & Billy The Kid’, un tour de forcé notable en el que se enfrentan el individualismo nihilista del curtido soldado, un perdedor, contra los sueños de grandeza de un hipócrita. Peckinpah hace una radiografía sombría y decadente de los demonios de la Guerra, tomando como referencia a los soldados alemanes, que no nazis, que tantas veces han sido los malos sin alma. Sam nos quiere mostrar la inutilidad de las guerras, su hastío, de cómo sus razones son barridas por la podredumbre moral de su desarrollo, no hay glamur en las contiendas militares, solo salvajismo, destrucción de valores, muerte y sangre, y en este ambiente ya no se lucha por nobles ideales se lucha por el compañero o por condecoraciones vacías de contenido. En esta película no el enemigo son los rusos, pero Sam pretende dar rostro y alma a estos para humanizarlos y nuestras emociones sean contradictorias, para él no hay malos ni buenos, si no gente que lucha por su supervivencia.
La atmósfera que crea Peckinpah recuerda a sus westerns por el crudo realismo, un marco feista, sucio, mugriento, polvoriento, barro, uniformes raidos, consiguiendo trasladarnos sensación patética, triste, desoladora, esto se es ayudado por la gran fotografía de un habitual de Sam, John Coquillon (‘Pat Garret & Billy the Kid’, ‘Perros De Paja’ o ‘Clave Omega’), que emite un ambiente por momentos lúgubre, nebuloso, cuasi-espectral, rozando lo onírico, apoyado en una notable música de Ernest Gold (‘Testigo De Cargo’ o ‘Vencedores Y Vencidos’), pariendo escenas como el tramo en que Steiner está en el hospital, un remanso de alegría y felicidad, e cuando el grupo de Steiner da con una compañía de combatientes del Ejército Rojo formada por mujeres, una especie de entrada en el túnel del tiempo en que dan con unas especies de Amazonas (clásico toque misógino de Peckinpah), Sirenas de la Odisea y son tentadas por sus cantos o sea por su belleza sumado a sus desesperadas hormonas sexuales, que convierte este segmento en una especie de sueño de terror en una realidad paralela, con una espantosa felación-castración y la posterior carnicería de las mujeres a un soldado, o la intensa toma del puente ruso. Asimismo hay diálogos de los que se te quedaran en el subconsciente, ejemplo el que tienen el coronel Brandt y el capitán Kiesel, el primero le pregunta al segundo, <Qué haremos cuando termine la guerra?>, le responde Kiessel, <Prepararnos para la siguiente>, otro lo cito en spoiler. También hay una gran frase del cabo Kruger (Klaus Löwitsch), <Las grasas naturales del cuerpo, combinadas con la mugre, te hacen impermeable>.


Desde los títulos de crédito se nota el tono agridulce y nihilista que quiere imprimir el realizador, vemos imágenes de archivo reales en blanco y negro del auge de los Nazis, se ensalzan los supuestos valores nazis, juventudes hitlerianas subiendo un monte con una gran bandera svastica,… (Sigue en spoiler)
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6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Obra tan irregular como emocionante
No es el mejor Peckinpah, tampoco el peor. Soy de los que prefiere una película irregular, con momentos grandiosos, a una película correcta sin más. Unas cuentas secuencias espléndidas pueden hacer buena una película. Creo que algo parecido decía Hitchcock. Y en "La cruz de hierro" las escenas y diálogos míticos abundan.
No voy a negar que el montaje es caótico y a ratos un auténtico despropósito. La historia avanza a trompicones, de manera confusa. Sin embargo, la película nos cuenta lo que quiere contar; la guerra es una mierda y en ella también hay ricos y pobres, gente con honor y auténticos gusanos, hombres y ratas. A veces puede resultar demagógica o incluso simplona, pero nunca pierde de vista la épica, y eso se agradece.
No es "Grupo salvaje", pero en "La cruz de hierro" la violencia y la derrota siguen siendo poesía (aunque un poco menos).
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8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Siempre nos dijeron que los malos eran los nazis. Y sin embargo…
En los libros de historia, en las películas nos habían siempre presentado a los alemanes nazis como los malos malísimos. Aquí, en cambio, uno termina sintiendo empatía. Son fieras, pero no menos que los soviéticos que combaten. Con escasos medios en el frente, se lucha con lo que se tiene más a mano: ametralladoras, fusiles, cuchillos, golpes…
Pero además del combate en el frente, se libra una batalla entre dos hombres: el sargento Steiner (James Coburn), duro, pero en el fondo siempre compasivo con sus hombres a los que intenta defender en todo momento. Frente a él, un aristócrata prusiano, el capitán Stransky (Maximillian Schell) que ha pedido voluntariamente su traslado al frente ruso para hacer actos de heroísmo y poder así ganar la Cruz de Hierro.

Stransky llega al batallón con grandes ideas sobre la guerra, pero encuentra a hombres que no luchan por ideales, sino por sobrevivir. De hecho, llama la atención la falta de ideología. Hay consignas bélicas, pero ninguna patriótica o ideológica. Es más, hay crítica velada o explícita el régimen. Steiner pone en su lugar al miembro de las SS que se presenta en el escuadrón. Y Stransky reivindica su origen noble y proclama no ser un hombre del partido. En la misma conversación Steiner lamenta que Hitler sea desgraciadamente el Fürher. “No nos corresponde a nosotros juzgar”, contesta lacónico Stransky.

Steiner es un hombre complejo, que prefiere los rifles, la compañía de sus hombre y la vida en las trincheras a la cercanía femenina (deja sin explicación a la enfermera que le ha estado cuidando) y le asegura de que no puede volver a casa porque “no tiene casaLa acción de la película se inscribe en la ofensiva llevada a cabo en el frente ruso. La conquista de Rusia incluye uno de los episodios más notorios de la II GM: la toma de Stalingrado. El 22 de junio de 1941 el dictador alemán ataca la URSS de Stalin. Sus tropas invaden llegan a las puertas de Moscú y Leningrado. Una parte de la Wermacht se dirige hacia los pozos de petróleo del Cáucaso, mientras el VI regimento de Von Paulus lleva sus tropas hacia Stalingrado. Pese a la dureza de la batalla, Hitler prohíbe a Paulus rendirse. Sin embargo, este no tiene más remedio que firmar, junto con sus 90.000 soldados, la capitulación el 31 de enero de 1943. Los alemanes han perdido 400.000 hombres, de los cuales 120.000 se han convertido en prisioneros.

Aquí, en la película, el ejército alemán está en retirada desde Crimea.

Intensa, violenta, emocionante.
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5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
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