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59 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
8
La amistad y el cambio
El pintor es un tipo de ciudad, uno de esos urbanitas, como bien han dicho por aquí, que sólo entiende de cultura clásica y moderna, lo que tanto gusta a los snobs de hoy en día, sin embargo, cuando se trata de labrar, pescar o menesteres más cercanos al ciudadano de clase baja/media, se pierde. En cambio, el jardinero es exactamente todo lo contrario, un tipo de ámbito rural, que conoce al dedillo todo aquello que se debe conocer sobre el campo y sus secretos. Y Becker los retrata fabulosamente, nos muestra dos personalidades totalmente contrapuestas, pero que en lugar de chocar, se unen en una instantanea y bonita amistad, y Becker nos los muestra, con esos primeros planos, les vemos sonrientes, expresivos y llenos de vigor, gracias a ese primer contacto con sus rostros, y nos llenamos también de todos esos valores que debe contener una amistad, y nos empapamos con ellos, gracias a una sencilla y brillante realización.

Pero no queda ahí, Becker es un tipo inteligente, sensible y meticuloso, uno de esos tipos que sabe que no puede ofrecer una simple historia al espectador y seguir su camino, uno de esos que cuidan el detalle y lo sumergen en un halo de dulzura, y aquí no se limita a tratar sólo la amistad, también habla sobre esos cambios, cambios que nos afectan cuando otra persona entra en nuestras vidas, nos marca y nos acoge como si fuesemos de su propia familia. Y tras ellos, quedan un montón de instantes, apegotonados en nuestro regazo, recordándonos todo lo que hemos aprendido, casi sin quererlo, al lado de todas las personas que nos han dado algo más, que no se han quedado en la superficie, que nos han brindado momentos de lo más deliciosos, y no queda otra que agradecerlo.

Si las situaciones donde se intenta ahondar, son fabulosas, sus aderezos cómicos no dan para menos, sencillamente son una puntilla más, y resultan una abstracción verdaderamente divertida a esas conversaciones que se desenvuelven con total naturalidad y encanto.
El trabajo lo rematan actores como Auteuil, que últimamente está medrando gracias a la amplia variedad de papeles que le sirven y, en especial, Jean-Pierre Darroussin, toda una sorpresa la de este actorazo que con una humanidad brillante borda un personaje de esos que, ya de por si, tienen muchísimo jugo, sacando todo el partido posible a una de esas personalidades que se te queda grabada durante mucho tiempo.
El final mejor dejarlo a parte, mejor verlo. Precioso.
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47 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
El huerto y el pincel
El guión está basado en la novela autobiográfica de Henri Cueco. Aunque para la adaptación a la gran pantalla, Becker ha desarrollado mucho más el personaje del pintor, que en el libro actúa como mero comparsa. Auteuil logra darle cierta dimensión a este personaje, al que es difícil sacar del cliché de artista que vuelve a sus raíces para recuperar la sencillez que perdió en el camino. Sus aventuras amorosas, su rol de padre que demuestra escasa empatía con su hija, la relación con su separada esposa...son aspectos que sirven para poco más que para dar los necesarios respiros a lo verdaderamente importante: las conversaciones con su jardinero. Ahí es donde notamos crecer al personaje del pintor, y donde el intérprete consigue hacerlo auténtico y cercano. Si bien es el jardinero el que provoca los cambios en él, desde el principio de la película podemos observar como el pintor se muestra completamente abierto y dispuesto a escuchar y aprender. Un detalle del guión que me gustaría destacar es el hecho de que no se fuerce ningún conflicto entre los dos amigos. Es uso habitual, en el cine que habla de relaciones humanas; meter alguna crisis que haga más, supuestamente, interesante la historia. En este caso, se podría haber caído fácilmente en utilizar este recurso, pero el guionista tiene el buen gusto de optar por la naturalidad y la sencillez, sin sobresaltar gratuitamente la relación.

Sin duda, es la arrolladora, a la vez que sencilla, personalidad del jardinero interpretado por Darroussin la baza fundamental que juega la película. Inspirado en un personaje real, resulta deslumbrante escucharlo hablar, verlo actuar. Un hombre que reúne ingenuidad y sabiduría en grandes (y equivalentes) dosis. Una filosofía vital extremadamente simple, pero llena de verdad. Alguien que sabe lo que quiere, quien es y como ser feliz. Aunque al pintor (y a nosotros) le pueda parecer aburrido y monótono su estilo de vida, tampoco puede evitar sentirse fascinado (al igual que nosotros) por alguien que lo tiene toda tan claro, y que no se complica la vida de forma innecesaria.

Pero aparte del trabajo actoral, poco más podemos destacar en una película muy convencional, previsible, y que no asume ningún riesgo. El director lo deja todo en manos de sus dos intérpretes, para que saquen adelante esta bonita historia de amistad. Y sí, el propósito está logrado. El filme es agradable de ver, gustará, y llevará a las pantallas una cantidad respetable de público, deseoso siempre de ver este tipo de cine sensible. Pero se echa de menos la mano de un director que vaya un poco más allá, alguien que apriete un poco las tuercas, y que se arriesgue de alguna forma para que no acabemos con la peligrosa sensación de déjà vu fílmico. Si a eso, le unimos algún momento mediocre de guión (incluidos un par de gags bastante torpes), tenemos el resultado de un producto correcto y amable; pero que no dejará satisfechos a aquellos que busquen ese algo más.
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35 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Hasta las pelotas, y más allá.
Otra de tantas cintas que pretenden ser amables, pero que en su lecho yace el repulsivo mensaje del muchipasta que acaba por aprender algo del currito ocasional.

Solo la gente que maneja dineros tiene stress, problemas existenciales, y para eso estamos los pobres: para poder enseñarles una razón para vivir, mientras palmamos currandoles la página.

Que delícia ver como el ricachón aprende algo del que ha vivido siempre a base de usar las manos, los riñones, y la paciencia. Que maravilla el mensaje dirigido, como siempre en este tipo de producciones, a los que manejan las viroyas: no te estreses y vive la vida, que el idiota que tienes combándose cada cinco minutos para decirte "buenos dias, señor", ya te demuestra que el currar demasiado es malo.

Las interpretaciones son excelentes, la fotografía es acojonante, y las localizaciones de puro ensueño. Pero el mensaje es el de siempre: un pobretón le enseña a vivir la vida al pijo, que para éso tiene la panoja y ha de vivirla él y no el otro.

Si tus papás te procuraron una juventud repleta de caprichos a base de billetes, le encontrarás un punto de romanticismo de la ostia y el no va más. Pero si eres de los que ha debido ganarse con sudor y sangre la molla, te encuentras ante una obra escrita por y para pijos.

Con una buena presentación, eso si, pero sin variar para nada el mensaje de siempre: los que nacimos sin posibilidades estamos para facilitarles -y hacerles ver- a los de la pasta desde crios, que la vida consiste en valorar los momentos mínimos, aunque para nosotros lo sean de verdad, y para ellos solo lo son por no saber apreciarlos.

Se nota que actores, directores, y demás gentes con renombre dedicados al cine, vienen de familias pudientes en el 90% de los casos. Que nos tienen a los pringaos como ejemplo del saber vivir con poco, pero nunca hacen que -aunque sea ficticiamente- seamos al final los elegidos para ser felices.

Hasta las pelotas que me tienen.
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52 de 81 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Amigos de ocaso
Unas botas de agua de color amarillo, unas zapatillas, una navaja, un trozo de cuerda, unas hortalizas, unas verduras... Y los profundos ojos de la persona amada.
Ésas pueden ser las cosas que más importan. Las que nos han acompañado durante toda la vida.
Las que nos han proporcionado más felicidad.
Ése es el tipo de cosas que nos llevaríamos a la tumba.
Aquí tenemos un tributo a la amistad de ocaso. Esa clase de amistad en la que uno se desnuda ante el temor a la vejez, ante el tiempo que se escapó demasiado deprisa, ante lo que ya no se puede arreglar. Pero también de agradecimiento por lo bello que hemos recibido. Por lo que hemos sembrado y por lo que recogemos ahora. No siempre recogemos los frutos más hermosos, y algunos se habrán malogrado. Pero hay un momento en que nos detenemos a contemplar nuestro huerto, y descubrimos que es milagroso.
Somos una alegoría de ese huerto. Sembramos y, dependiendo de los cuidados que le prodiguemos, de la suerte, del clima, de los parásitos y de la bonanza, recolectaremos una cosecha más o menos abundante, más o menos sana, más o menos plena de colorido.
"Del Pincel" y "Del Jardín" son dos amigos que han llegado a ese momento de contemplar sus cosechas. Y cada uno las venera a su modo. Uno, con su trabajo paciente y esforzado, con su llaneza tan amable como la tierra benigna y fértil que pisa. El otro, con su sensibilidad artística, su capacidad para captar los juegos de la luz y el color en sus lienzos imperfectos. Uno, mimando los productos de la tierra, participando activamente en su crecimiento, conociendo instintivamente sus secretos; el otro, observándolos y grabando su esencia al óleo sobre una tela, inmortalizando lo que ya apenas nos detenemos a considerar. La belleza de las pequeñas cosas.
Porque al final acabamos dándonos cuenta de que todos esos pequeños detalles son los que nos han hecho más felices.
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20 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Auteuil, esta vez no has sido lo mejor (sin que sirva de precedente).
Porque el jardinero es uno de esos personajes que se retienen en la memoria fílmica durante mucho tiempo, sino para siempre. Viva la humanidad, venga de donde venga. No tenía el placer o no lo recuerdo, pero el tal Darroussin chapeau. Auteuil como siempre notable alto; y la mejor escena (y casi todas son buenas) es suya. La mayoría vemos a través de los ojos de Auteuil la entrañable humanidad de Darroussin, su bonhomía inocente ante lo que la vida le depara.
Lo mejor: La relación de los antiguos compañeros de pupitre. El sincero aprendizaje que adquiere el pintor del ferroviario.
Lo peor: Temerte desde los veinte minutos hacia dónde nos lleva inexorablemente el film.
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15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
2
El aburrimiento como propuesta existencial
Hay quienes confunden la sencillez con la simpleza. Por ejemplo, Jean Becker. Su jardinero es un modelo perfecto de confusión entre lo que, en realidad, se sitúa en puntos antagónicos. Una cosa es el desapego del sabio, de quien ha llegado a la ataraxia que proporciona el conocimiento del mundo y sus pompas como pura vanidad, y otra muy distinta es el conformismo simplista de aquel a quien todo da lo mismo porque es incapaz de comprender nada. Los dos se encuentran en posiciones simétricas, pero antagónicas. Ambos están, de algún modo, al margen de la vida, pero el primero lo está porque la ha transcendido, mientras que el segundo lo está por no haber llegado a ella todavía. Uno puede repetir indefinidamente un viaje a Niza porque, esté donde esté, se sabe y se siente en el centro mismo del mundo (simbólicamente hablando); el otro repite el mismo viaje porque, puestos a aburrirse en todas partes, mejor la que dé menos problemas.
Otro ejemplo elocuente y patético de esa confusión entre los opuestos es la «reflexión» que ahí encontramos sobre el arte: personalmente creo que podría compartir —al menos en cierta medida— la crítica al arte contemporáneo y a los críticos de arte que se esboza en la película (de forma harto grotesca, por lo demás). Ahora bien, que todo eso sirva para acabar ensalzando unas «obras de arte» que podrían ser ilustraciones para el calendario de una cooperativa local hortofrutícola vuelve a ser otra manifestación flagrante de la miopía intelectual del director.
Becker tiene una ventaja, y es que, como ideas, lo que se dice ideas, tiene pocas, su caos mental —por simple escasez de materia prima— no se le nota demasiado; no obstante, no le vendría mal, yo creo, que las pocas que tiene las reordenara un poco.
Lo que algunos directores franceses no parecen comprender es que una cosa es el minimalismo y otra el raquitismo intelectual y la banalidad rutinaria. Por lo demás, en cuanto al lenguaje cinematográfico, la película es paupérrima: mera ilustración plano-contraplano (lo de menos son las escandalosas faltas de raccord) de un guión tan repleto de palabras como vacío de ideas.
En resumen: estéticamente cutre, técnicamente torpe, mentalmente anémica e ideológicamente caótica: ésa es la sensación que me ha dejado esta bienintencionada y amable película. Y es que, para hacer cine, hacen falta algo más que buenas intenciones.
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36 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Sencillez
Una película sencilla, que cuenta cosas de la gente sencilla. El espectador se sitúa en la piel del "urbanita" protagonista, mientras se deja llevar por la sencillez aplastante de su jardinero, que en ningún momento cae en el cliché de "sabio", sino que ofrece su visión del mundo pretensiones de querer quedar bien, sino de decir lo que siente, aunque a veces sea dejando claro su propia ignorancia de las cosas. Siempre con una humildad a veces rayana al servilismo, pero eso sí, sin perder nunca la dignidad.

El uso del entorno y de los exteriores fortalece esa sensación de sencillez en todo momento a lo largo de la película. Y, por supuesto, cabe destacar la actuación portentosa de los dos amigos, unos actores que se encuentran en esta película en estado de gracia y que en todo momentos resultan muy creíbles en sus papeles de "del pincel" y "del jardín".

En definitiva, una película deliciosa, con sus toques de humor y drama bien repartidos y sin ninguna moralina final, más que la que el espectador quiera sacar. Como único defecto, quizá destacaría que es un pelín larga, y hace que el ritmo flojee un poco a veces.

Muy recomendable.
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15 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Vivir no es complicado
Film realizado por Jean Becker (“Los jardines de la memoria”, 2003), hijo de Jacques Becker (1906-60), director de “París bajos fondos” (1952). Escrito por el realizador con la colaboración de Jean Cosmos y Jacques Monnet, adapta la novela autobiográfica “Dialogue avec mon jardinier” (2004), de Henri Cueco. Se rueda en escenarios reales de la campiña francesa y en espacios naturales. Es nominado al César al mejor actor (Darroussin). Producido por Louis Becker para Studio Canal y France 2 Cinema, se proyecta por primera vez en público el 9-II-2007 (European Film Market, Alemania).

La acción principal tiene lugar en una pequeña localidad rural de la Francia profunda, a lo largo de varios meses en 2005/06. Un pintor (Anteuil) acomodado, de unos 50 años, tras conocer el deseo de su esposa de divorciarse, se retira a la localidad donde nació y pasó su infancia. Ocupa la antigua casa familiar, levantada sobre un solar que en otro tiempo acogió un jardín y una zona dedicada a huerta. A través de un anuncio en la prensa local, solicita un jardinero. Se presenta como candidato un antiguo condiscípulo (Darroussin). El pintor es persona abierta, dispuesta a escuchar y aprender. Oculta en su interior frustraciones, desilusiones y amarguras. Es un pintor de cierto éxito, presuntuoso y vanidoso. El jardinero, ferroviario prejubilado, es persona sencilla, franca, sensible y sincera. Dotado de un agudo ingenio y de un potente sentido común, dice lo que piensa y siente. Siempre ha sido honrado, leal, honesto y justo.

El film suma comedia y trazos de drama. Es una obra de personajes, que se apoya en unos diálogos bien construidos, atractivos, claros y sugerentes y en las buenas interpretaciones que entregan dos grandes actores. Encarnan a dos personajes contrapuestos: uno de ciudad y otro de campo, un artista y un ferroviario, uno de posición acomodada y el otro complementa la pensión con trabajos eventuales, uno hace de patrón y el otro de asalariado. Comparten edad, vivencias infantiles, el recuerdo de la amistad que les unió en la escuela y el gusto por la conversación. Al término de la jornada hablan de cosas naturales: aperos, semillas, agua de riego, tipos de ensaladas. Comentan cuestiones personales: recuerdos, historia familiar, hijos. Explican sus aficiones: viajes, excursiones, pesca. Repasan los hechos del día, los acontecimientos de la localidad, sucesos del pasado.

Al hilo de sus conversaciones el jardinero pone de manifiesto su visión del mundo, su concepción de la amistad, el amor y los valores, su filosofía de la vida, etc. El jardinero explica cómo valorar lo que uno tiene y disfrutarlo, cómo gozar de la naturaleza, cómo obtener placer de la práctica de la sinceridad, la lealtad y la naturalidad, cómo descubrir el goce de la amistad sincera, cómo desvelar el sinsentido de la envidia y la codicia, cómo saber lo que uno quiere, etc.
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10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Los opuestos se atraen
Para mi la repetición constante en la película del nombre creado en broma por los amigos (uno se hace llamar "Pincel" porque es pintor y el otro "Hortelano" porque es jardinero) tiene una gran relevancia y significado: Cuando eran niños eran sólo niños, pero cuando ya han sido adultos, las personas han dejado de existir para convertirse en personajes.
Ya no son dos seres humanos los que se relacionan entre sí sino un pintor y un hortelano, cada uno con sus conocimientos, sus condicionamientos, su forma de ver la vida, su papel que cumplen fielmente con todos sus tópicos...Todo eso les separa.
Como bien dice el cartel anunciador de la película en una frase: "Nunca se olvida a los amigos de la infancia", quizás porque cuando uno era niño era auténtico y amaba con y desde el corazón y la película viene a decirnos que una vez que dos seres humanos se han relacionado a nivel de corazón siempre permanecerán unidos por encima de sus personajes y gracias a ese afecto que permanece es posible romper cualquier barrera y comunicarse.
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12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
El jardinero fiel
No por previsible, lacrimógena y locuaz en exceso la peli de Becker deja de ser una agradable sorpresa. Y lo es, básicamente, por su naturalidad, modestia y frescura. El casual reencuentro entre dos viejos amigos de la infancia a quienes el destino ha deparado desigual fortuna pone de manifiesto esa vieja máxima que afirma que la verdadera amistad no necesariamente debe ir asociada a ese status social, económico o cultural en el que nos encontramos instalados. Cierto es que casi siempre nuestro círculo de amistades procede de un determinado status pero -al margen de infames condicionantes como el interés, la imposición o la comodidad- la amistad suele brotar de ese quimérico terreno abonado con todo aquello que ansiamos o necesitamos. Sí, no nos engañemos. Somos así de egoístas. Algunos, la mayoría, buscarán a través de sus amistades ‘pasta’ o reconocimiento social. Otros buscaremos, además, buen humor, conocimientos, sensibilidad... Qué más da!. Todos necesitamos cubrir, en definitiva, unas determinadas carencias.

No resulta, por lo tanto, extraña esa repentina afinidad entre un acomodado pintor (Daniel Auteuil) y un ferroviario prejubilado (Jean-Pierre Darrousin). Aparentemente antagónicos, ‘Deljardín’ y ‘Delpincel’ acabarán aportándose recíprocamente un afectuoso y desinteresado soporte vital que culminará en un desenlace tan emotivo como sincero.
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12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
DIME DONDE NACES Y TE DIRÉ QUIEN ERES
Mis primeras impresiones han sido, desde luego, que no hay nada peor que un mal doblaje. Por lo menos se pierde el 50%, sobra decir que el cine se compone de sonido e imagen básicamente, y, la sensación es que se ha estropeado mucho más. Por ello, sin duda, mi recomendación es que la vean en versión original.

La cinta recrea bien la hipocresía, la banalidad, que rodea al arte -a la pintura- en su expresión social; como el simbolismo del poder (basado en la posesión de la obra de arte) ha sustituido toda autenticidad, transformando la obra de arte en una mera mercancía sin alma.

Lo interesante de la cinta es la reflexión -resultante del encuentro de personajes antagónicos- que nos muestra que lo auténtico reside más en la sencillez que en el artificio, donde sobra la palabrería sobre estética y la horterada metafísica (que en realidad cubren las carencias de un mundo hueco). Lo triste es que la estupidez nada en la abundancia mientras que la pobreza, neutralmente retratada, es la perdedora en esta historia. ¿Cuestión de suerte?
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8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Nos queda la palabra
Qué bueno es Jean Becker. Qué bien habla de las cosas que importan, de las cosas pequeñas. Divertido, tierno, sencillo, con la magnífica complicidad de Jean Cosmos va hilvanando diálogos insustancialmente sustanciosos, pinceladas impresionistas (Renoir al fondo del jardín) que acaban conformando un fresco humano conmovedor. Podrá achacársele, y yo mismo se lo achaco, un discurrir narrativo bastante predecible y un diseño de algunos personajes secundarios tendente al tópico, pero todo esto son cosas que piensas después. Mientras pasa por los ojos, ligera como el viento, sólo cabe disfrutar, sonreir y, finalmente, emocionarse. Humanidad lo llaman. Yo añado vigoroso pulso narrativo, extraordinaria atención al detalle, grandísimo reparto. Otra hermosa película sobre el sencillo arte de vivir.

Lo mejor: el dúo protagonista.
Lo peor: algunos rasgos de los personajes bastante sobados.
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9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Una gran joya del cine escondida
No entiendo muy bien la nota normal que tiene esta película cuando ha sido de lo más precioso, profundo y perfecto que he visto en algún tiempo. Estamos ante una gran joya del cine escondida, todo un recital escena tras escena de dos viejos amigos de la escuela que hacía mucho tiempo que no se ven y aunque son polos opuestos totalmente, inician de nuevo una amistad que será lo que la propia palabra define, AMISTAD, sin que el uno exija nada al otro y viceversa, se hablan, se observan cada uno con lo que le gusta y le apasiona y se ayudan mutuamente. La película es toda una filosofía de vida, es un canto a la vida y de como tomársela. La película presenta a dos personajes totalmente distintos, por una parte está el pintor que vuelve al campo desde la gran ciudad y por otra parte el jardinero (ferroviario jubilado) que pocas veces ha salido de él. Y cada uno sabe y enseña al otro de lo que entiende, el primero de pintura y de sombras, y el segundo de guadañas y jardinería en general. Y el uno aprende y se influye por el otro.

La película es puro arte en todos los sentidos, es del mejor cine francés que recuerde, en la película no pasa nada emocionante, no hay acción ni intriga ni nada, solo hay conversación y saber escuchar al otro, y eso es muy difícil que pueda ser bien narrado por la cámara de forma tan extraordinaria a como se produce en ésta película. Las conversaciones no cansan en ningún momento, su contenido sobre la vida y como ha de ser vivida es muy profundo, los personajes se nos hacen entrañables (sobre todo el jardinero, por cierto con la voz de Carlos Ysbert que nos lo hace incluso algo más familiar, seguro que el que la haya visto lo recordará siempre, en una gran interpretación de Jean-Pierre Darroussin). Por otra parte la música de la película no podía ser más acertada, muy buen gusto y detalle el de poner Nabucco en una de las escenas. Y como no, no se puede dejar al olvido esos últimos instantes de la película con el Concierto para clarinete, K 622 de Wolfgang Amadeus Mozart 2º Mov, de fondo, sencillamente precioso, todo un gran broche a una gran película, a mi personalmente se me derramaban las lágrimas, me ha emocionado mucho esta película, me parece extraordinaria en todos los sentidos. Me ha recordado mucho a otra gran película Il Postino.

Muy recomendable para aquellas personas que les guste las historias que llegan muy adentro. Ahora bien a aquellos que les guste y/o apasione Van Damme, Chuck Norris y cosas de ese estilo nunca podrán ver la belleza de este film y se aburrirán. Pero para gustos colores. En definitiva emotiva película y muy profunda, para sentarte a verla con los ojos y los oídos bien abiertos, para ver la amistad en su máxima representación, estarás viendo una joya del cine que estaba bien escondida, y que le sucede como a aquello que es bello y está escondido, que cuando lo acabas encontrando disfrutas contemplándolo.
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9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
EL GIÑO
Daniel Auteuil y Jean-Pierre Darroussin se cargan en sus espaldas un guión hecho a su medida, con cariño pero un tanto iluso. La película es preciosa y ama los pequeños detalles y se llevaría el 10 si no fuera por que nos cuelan (¡tres veces!) el mismo plano de un perro corriendo ¡Por Zeus! ¿Porque lo hicieron? les estaba quedando un película chulisima y va y te meten un homenaje al cine mudo.

Nota para mi: ¿fue un error de Matrix?
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8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Ciudad versus campo
Jean Becker estrena una película amable y cálida, de esas, que abundan en época navideña. Enfrenta a dos mundos que cada día distan más de entenderse. (Tengo una amiga profesora que me asegura que si no realizaran excursiones a granjas, los niños, y no tan niños, no tendrían claro que la lecha sale de las vacas y que éstas, al contrario que los leones, son animales domesticados por el hombre y viven a escasos kilómetros de sus institutos y no en selvas africanas. En un principio te lo tomas un poco a guasa, pero una vez pasan por tus manos varios exámenes de tecnología de 3º de ESO y aprecias joyas como: “El motor de dos tiempos es mejor porque tarda la mitad en encenderse que el de cuatro tiempo” me lo creo todo. ¡Este chaval preguntó luego por qué había suspendido!).


Volviendo al campo, Becker construye un guión sencillo sin fallos importantes pero que tampoco se compromete en exceso. Algo ligera de riesgo y previsible, deja en manos de dos actores la responsabilidad de sacar adelante la película. Y eso es lo que hacen con gran acierto Daniel Auteuil y Jean-Pierre Darroussin. El primero esta en una época dorada y aunque en un principio pueda sorprender la versatilidad de una actor que aparenta corto de recursos lo cierto es que brilla sin igual en cualquier cinta. Pero la magia de estas conversaciones lo lleva esta vez, Jean-Pierre Darroussin que construye magistralmente su personaje.

De las primeras cosas que me sorprendieron mientras visionaba “Conversaciones con mi jardinero” es un uso exagerado y extraño de los primeros planos. Es extraño que dos actores ya maduros no impongan condiciones severas para evitar que las arrugas asomen en la cara. Este exceso de primeros planos que en un principio consideré innecesario acabó solapándose con la historia hasta el punto de considerarla esencial.
Becker también gana la batalla con un buen final, que siempre se agradece.
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10 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
TIRO AL PALO
Siempre pasa algo con Jean Becker. No sé lo que es, pero le faltan unos centímetros para marcar gol. Esta película es preciosa, intimista, profunda... pero en sus primeras capas, en su envoltorio. Si rascas, si empiezas a quitar el papel de regalo, encuentras poco. Es bonito el regalo pero no era lo que te esperabas. Existe una sensación de dejà vu que hace que estés incómodo durante la proyección.
Por otra parte, la interpretación de los actores es excepcional, sobre todo Darroussin, porque Auteuil es uno de los más grandes y siempre se espera lo mejor de él; si hubiera nacido en Oklahoma, Idaho o Pensylvania sería una estrella de rango mundial.
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6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
desde la provenza con amor
He tenido la suerte de vivir en esa preciosa zona del sur de Francia. La verdad es que me llena de alegría poder sentir ese cine que tenemos en Europa, humano, detallista, creíble, y sin pretenciones. Un personaje, Dupinceau(Delpinzel), parisino, artista, un hombre de ciudad, que se rencuentra con un antiguo compañero de clase, Dujardin(Deljardin), que siguió en el pueblo, va una vez al año a Nice, va de vacaciones con sus cuñados, y quiere y disfruta lo que ve: sus verduras, su mujer, la única, y su pueblo. La cuestión es que no es un tipo corto, es una simple cuestión de haber hecho con lo que había a mano. Sin estudios, con una vida de empleado de los ferrocarriles franceses, ahora se dedica a su huerto y desde que Dupinceu lo contrata para ello, a cuidar el jardín del artista. Entonces empieza una relación que, de manera completamente espontanea, se va volviendo complementaria. El artista aprende a relativizar sus problemas, y al mismo tiempo va cogiendo el gusto por las cosas más palpables. Paralelamente, el jardinero descubre que se puede mirar una arboleda y ver otra cosa que árboles. Pero no hay moral, en absoluto. Nadie cambia, ni tiene que hacerlo, porque no hay buenos y malos, sólo dos personas que se conocen y que comparten, entre lienzos y calabazas, su existencia. Ni grandilocuente ni queriendo ser memorable. Solo bonita.
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Genial
Mucho más que una película sensible, historia simple y magistral, simple y bella, contada sin ningún tipo de morbo, contada como es la vida sin buscar espectadores ansiosos de dramones lacrimógenos, una historia real y verdadera que llega muy adentro sin necesidad de caer bajo, conversaciones y más conversaciones todas ellas ricas y muy cuidadas, este cine es francés y eso se nota.
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7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Funciona, pero a ratos
Interesante propuesta francesa con diálogos cuidados y una actuación interesante, pero que sólo llega al espectador en determinados momentos. Nunca provoca una intensa carcajada, nunca provoca demasiada emoción, ni siquiera cuando se espera que algo importante vaya a suceder, se queda siempre en el paso previo y parece que no termina de arrancar. Algunos minutos son ciertamente tiernos no compensan el resto. Cuando una obra corta se hace larga es evidente que algo falla. El final podría haber sido mucho mejor.
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Primaveral costumbrismo.
Sensible, emotiva y de paso lanzadera para la candidatura de Jean Pierre Darroussin a dinosaurio del cine francés (al menos) o europeo en un futuro. O para ya mismo.

Compenetración perfecta con Daniel Auteuil, que no estaba previsto en el guión en primera instancia, pero poco se nota. Primaveral y fresca. Clase magistral de Darroussin de expresión facial (¿y corporal?) éso que tan fácil parece, (y tantos momentos tan bochornosos nos ha hecho pasar viendo alguna película de consagrados), sin caer en el chascarrillo fácil, (que se recuerde).

Sublime ridiculización de la modernez. De lo mejor y más divertido en la película. No estaría mal su proyección como asignatura de libre configuración en algunas facultades, escuelas o academias fabricantes de pretenciosos.

Si queremos ponernos quisquillosos, a algún espectador puede parecerle un poco moña, obvia, maniquea, demagoga en algunas rectas. Acepto que pueda darse el supuesto, aunque no es mi caso. Sí parece evidente, por contra, que uno de los último guiños a Darroussin no entra ni con calzador.

Ensalza cosas naturales, palpables en el aire y metafóricas o no, como una huerta, una carpa gigante, el cielo de Paris y el del pueblo. ¿Qué me dicen del estajanovista escuchando música clásica en su huerta? Escena y personaje.

El final siempre se intuye, pero el desarrollo es hábil y el espectador lo disfruta, por lo que habrá que decir: "bien por el director", que por cierto se llama Jean Becker.

No va a cambiar tu vida, pero te dejará un sabor como de suave vino blanco en la garganta. En Madrid hacía un frío del carajo, pero me fuí a casa pensando que estábamos en Abril. Algo bueno.
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4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
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