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46 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
7
¡¡¡Por allí resoplan!!! (7.5)
He leído la novela, y también he visto la versión del 98 para la TV.

El guión de Huston y Bradbury es más que aceptable. Todos los recortes y modificaciones son perfectamente comprensibles, puesto que la obra de Melville es, además de una novela, un documento histórico que describe minuciosamente y defiende la profesión ballenera –ya impopular por aquel entonces, aunque por motivos muy diferentes a los de hoy en día–, una propuesta primitiva de clasificación cetológica, una recopilación de citas históricas con la ballena como protagonista, etc. Esto implica una pérdida de información importante pero inevitable.
Con lo que os he contado, supongo que a todos os parecerá lógico centrar el guión cinematográfico en la obsesión de Ahab –curiosamente en el doblaje al español se usó como nombre Acab, que creo que es una traducción portuguesa–. También yo hubiera considerado a John Huston como el director más adecuado para sacarle jugo a un personaje tan oscuro.

El fallo principal, a mi juicio, es el casting. No veo a Gregory Peck como Ahab, pero no por su similitud física con Abraham Lincoln (recordemos que él y los patronos del Pequod eran cuáqueros), sino por su "juventud" y por su cara de buena persona. También falla la elección de secundarios –un Queequeg demasiado tirillas, un Tashtego medio indio...–. Aparte del físico, está claro que ningún actor hace el papel de su vida.
El casting de la versión del 98 es más adecuado, a excepción de un Ishmael demasiado joven e inexperto; y además Patrick Stewart está que se sale.

Lo bueno de esta versión, que es lo que la eleva por encima de cualquiera de las hechas hasta el momento, es el presupuesto. La fotografía es inmejorable, los efectos especiales están muy logrados (incluso hay escenas de caza real), la cámara se mueve muy bien y la música es aceptable (hay unos cánticos para el recuerdo).

La miniserie para la TV (a la que daría 7'2/10) reutilizó bastante de este guión, aunque, una vez que se embarcan, la historia es muy diferente. En ella el principio es más pausado, y da tiempo a mostrar, con un espíritu más cercano al del libro, el choque cultural entre Queequeg e Ishmael, así como su posterior hermandad. Aquí, al igual que en el libro, quizás hubiera quitado el sermón del padre Mapple –un Welles superior al Peck que lo interpretaría en el 98–, y así se podría haber hecho eso mismo.
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59 de 68 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Si Dios fuese un animal, sería una ballena.
Las críticas negativas acerca de esta película son siempre las mismas. Si mi opinión sirve de algo, creo que el director se ha centrado específicamente en desarrollar una idea y se ha valido de esta novela, pues la manifiesta, y todo lo demás queda en función de ello. Ésta no es más que la lucha blasfema del hombre contra sus limitaciones, en definitiva contra la divinidad, lo cual es manifestado de forma muy sutil, perceptible en el análisis de determinados diálogos. Como consecuencia de ello, la película es sobre el capitán y lo demás es circunstancial.
Claro que la novela está inconmesurablemente más nutrida, puede ser cierto que Gregory Peck esté algo sobreactuado, y hasta que sea una caricatura como he leído, pero es que todo encaja muy bien para el resultado final.
Mi humilde opinión es que es fantástica. Me encanta el color, el estupendo guión, las actuaciones, Gregory Peck y Orson, y es que ya tan sólo como película de aventuras está muy bien. En fin, para gustos los colores.
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48 de 57 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Las relaciones amor-odio no son sanas
Antes de nada es necesario apuntar que la inconmensurable obra de Melville va más allá de la acción narrada por Huston, quien haya profundizado en la novela sabe de lo que hablo. Por momentos se convierte en una verdadera enciclopedia sobre cetáceos, ahonda en todo lo que tiene que ver con la ballena, no sólo su caza, es por ello que la opción del director de acortar e ir al tema de la relación capitán/ballena blanca es un acierto necesario.

Sin embargo la plasmación en imágenes no ha acabado de ganar mi interés, puede que Gregory Peck no sea el hombre que Ahab merece, puede que en cuanto aparece con esa moneda de oro sus intenciones tan previsibles apenas dejen opción a la sorpresa y todo sea demasiado fácil. Alabo la primera parte, la preparación de la aventura (el sermón del cura, sin duda, es lo mejor), así como la fotografía y ciertas escenas de la caza en sí, pero en mi opinión no es más que una película correcta de aventuras.

¿Y qué decir de las perniciosas relaciones de obsesión? Ahab ama tanto como odia a Moby Dick, esa es la importancia real de la película (y mi interés por la novela), una relación tan destructiva como imposible de esquivar, una condena con señales de aviso pero de atracción irremediable. Ahab quiere a la ballena porque quiere morir con ella, esa es su razón vital, su única razón vital. Lástima que Gregory Peck no contribuya demasiado en el mensaje.
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38 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Me llamo, Ismael
Tercera adaptación cinematográfica del famoso relato de Herman Melville. La primera versión se realizó en 1926, bajo la dirección de Millard Webb; la segunda en 1930, con Lloyd Bacon como director y John Barrymore en el papel estelar. En la presente versión, colaboró en el guión el famoso escritor de temas fantásticos Ray Bradbury, rodándose en la misma Gran Bretaña con todo lujo de medios, ya que su coste de producción alcanzó cinco millones de dólares, lo que en 1956 constituia una cifra muy considerable. Esta película se rodó con un colorido muy particular, obtenido sobreponiendo al normal technicolor una matriz en blanco y negro para lograr un aspecto similar a una vieja estampa correspondiente a la época en la que se desarrolla la acción.
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35 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Odio
La dificultad de adaptación de una novela tan compleja de llevar a escena con los medios de la época, así como el componente documental que el propio libro ofrece, dejan una difícil papeleta para el director que decida llevar al cine esta gran historia de odio y venganza.

Es precisamente en este sentimiento sobre lo que Houston construye la película. No me disgusta la elección de Peck para el papel, aunque creo que los había mejores. Pero me refiero más a rasgos físicos que a capacidad de interpretación, creo que borda un papel nada fácil, pues es un personaje que adquiere protagonismo casi sin entrar en escena. Los secundarios, en mi opinión son menos creíbles.

El ritmo, que va claramente a más, me parece muy bien llevado, con el handicap añadido de que ya se conoce el final de la historia, por lo que se deja poco para el suspense, aunque da mucho juego para bucear en la naturaleza humana.

Por otro lado, la parte documental, la que muestra la dura vida del ballenero, me parece el complemento perfecto para una película en la que la parte de historia del guión se queda un poco corta.

En definitiva, me parece una película con carácter, muy cruda, nada generosa en detalles, pero tan efectiva como contundente, sin alardes, pero bien cerrada
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17 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La obsesión y el destino
Personalmente nunca me cansa el filme de John Huston. Siempre parece nuevo el frío de noviembre que se le mete en el alma al marinero que sigue el curso de los ríos y habla sobre el mar de forma poética. El premonitorio discurso (brillante a pesar de su carga religiosa) de Orson Welles que se camufla de breve secundario y por el que muchos aficionados pasaron por alto su presencia. La forma en que el protagonista y narrador presenta a los oficiales y marinería hace una introducción general para conocer a los personajes, cuyo carácter y valentía marcara las distintas situaciones en la travesía. Es el orgullo del que hablaba el pastor Welles el que pierde al famoso capitán del Pequod; el odio ciego, la total obsesión de un caracterizado y amputado Gregory Peck cuya única misión en la vida es dar caza y muerte a una enorme ballena blanca con justificada fama de asesina.
Son las escenas de caza real, la continua presencia del agua en oleaje o inmensa, la referencia a rutas y océanos, la dura vida en los buques de entonces y algún que otro término náutico los que hacen las delicias de los aficionados a los barcos y al mundo de la mar.
La tripulación admira y teme al capitán, sólo Starbuck, el primer oficial, intenta para la locura, aún viéndose finalmente metido de lleno y por orgullo en la idea de ver a la ballena flotando panza arriba, misma visión con la que soñaba el líder del navío, enfrascado en un viaje sin retorno en el que ni los hombres ni el barco importan, si con su sacrificio se consigue la recompensa en su corazón, marcado a fuego por las heridas de su anterior viaje, en el que se podría decir que le dejó como un muerto en vida, y tan sólo quedan los restos de aquel hombre, condenados a vagar por todos los mares en una desesperada persecución.
Moby Dick es la historia de unos hombres contra su destino, el trágico desenlace de perseguir lo inevitable, de marinos contra algo que les supera en tamaño y rabia, guiados por el deseo de venganza de su implacable líder. Achab es casi un mito para mi persona, la primera vez que vi a Gregory Peck en la pantalla, un chiflado obsesionado pero con una importante carga de carisma, y cuando desde su tumba marina, atado a perpetuidad a los lomos de su enemiga, invita a sus hombres a no retirarse de la persecución, siento que algo se estremece dentro de mí.
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15 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Ejemplar film de aventuras con una exquisita ambientación.
John Huston rodó una estupenda película de aventuras con todo el aroma que rebosaban los clásicos del género de antaño. No es ni el trabajo más conseguido del gran realizador ni la mayor aventura jamás rodada, aún así, tiene grandes rasgos que hacen si visión muy recomendada para todo aquel amante del cine de aventuras.

Para empezar, la trama ya es un punto muy a favor, donde un desgastado capitán únicamente vive y respira para cazar a una poderosa, gigante y mortal ballena llamada Moby Dick, convertida en la maldición de los marineros.

Gregory Peck consigue gracias a un elaborado maquillaje y a una muy buena interpretación, crear a un personaje de lo más pintoresco y carismático, obsesionado por la caza dela ballena blanca. El resto del reparto cumple muy bien, con personajes nutridos de una gran y diversa personalidad.

La película no creo que tuviera un presupuesto precisamente modesto, y eso se nota sobre todo en los primeros minutos gracias al nivel de elaboración de los decorados, que consiguen dotar de un encanto especial a la ambientación de la película consiguiendo la inmersión inmediata del espectador a ese mundo.

Quizá en otros aspectos se haya quedado algo más desfasada, pero sigue siendo un film muy disfrutable que además tiene unas escenas de acción muy agradables de ver. Gracias al talento de todos los integrantes y de sus recursos hacen que estemos ante una muy buena película del género, que sin ser brillante, es totalmente disfrutable.
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16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
TAN IMPRESIONANTE COMO IMPRESCINDIBLE
Maravilloso film de aventuras marinas. Esta película de 1956 está dentro de las mejores películas que he visto y es que no la es por casualidad ya que lo tiene todo.
De la dirección del gran John Huston que decir más que rendirme a la sabiduría de uno de los grandes maestros del cine. El reparto es magnífico destacando a un (discutido en su rol pero bajo mi nopinión) poderoso y impresionante Gregory Peck que actúa como el ya universal Capitán Ahab, el gran ramillete de secundarios donde se encuentran: Leo Genn, Richard Basehart ... sin olvidar a una breve pero intensísima y prodigiosa intervención de Orson Welles.
El guión de Ray Bradbury y John Huston está muy bien elaborado siendo cuidadísimo con el film, la música a cargo de Philip Sainton es muy bonita con muy buenos acordes en las secuencias del film y sin olvidarnos a la gran fotografía a cargo del especialista Oswald Morris.
El presupuesto en este film rodado en Madeira y Islas Canarias entre otros lugares se ha notado para bien dejando entrever la gran obra de Herman Melville de una manera sutil y magistral con una ambientación cuidadísima hasta el mínimo detalle y con unas escenas de caza de las ballenas maravillosas sin olvidarnos de las increíbles escenas final de la tripulación del Pequod comandados por el obsesionado capitán Ahab contra Moby Dick la gran ballena blanca.

Un film de aventuras´en el mar impresionante, tan maravillosa como fascinante, un film que refleja la irracional lucha de un hombre con sus infames ansias de venganza, una experiencia inolvidable en un film tan impresionante como imprescindible.
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15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
La gran blasfemia.
Si abordamos a Moby Dick, sólo como una película de aventuras, el espectador podría resultar decepcionado, porque el film, basado en la novela homónima de Herman Meville, obra cumbre de la novela decimonónica, es infinitamente más que una historia de marineros cazando ballenas. Narrada en primera persona: “Mi nombre es Ismael…”, así comienza la aventura de un joven marinero que se embarca en el Pequod. La cámara reproduce la experiencia contada por un testigo privilegiado. Así pues, el ballenero surca los mares en un periplo cuya finalidad es la caza de una ballena. Nada más simple y a la vez lleno de un trasfondo moral.

Huston no nos cuenta un film de aventuras convencional, en todo caso sería una aventura interior, un viaje hacia la locura que es, cuando el hombre se rebela contra Dios. Moby Dick es una revisitación del mito de Prometeo. Como el propio cineasta manifestó: “Moby Dick es una gran blasfemia, es la base de la novela y no puede obviarse de ninguna manera”. El capitán Ahab (Gregory Peck), es un ser corroído por el rencor que odia a Dios, y que ve en la ballena blanca la máscara pérfida del pretendido creador.

Ha comprendido la impostura de Dios al que considera un asesino, esa blasfemia nos sitúa en el plano moral existencialista que entronca con el espíritu de la novela. La historia está lastrada por la ira y el odio. Las cicatrices en el rostro y la pierna devorada de Ahad son las marcas exteriores de la deuda con Moby Dick, representa pues, la conciencia de los hombres enfrentados a la injusticia divina, los agraviados que pretenden asaltar los cielos movidos por la sed de venganza. No hay duda que Moby Dick es la historia de una obsesión. La prestancia de Orson Welles, su atronadora presencia como predicador en un sermón sobre Jonás, además de significar una de las secuencias más logradas del film, advierten de los riesgos que corren aquellos que osen desafiar al Señor.

Hay una clara alusión a lo blanco, asociado a la inmortalidad, a la pureza, a lo sublime. Es la locura de un hombre que se enfrenta a un monstruo sagrado, que atenta contra las leyes divinas. Una película con una fuerza sacrílega enorme, con esa escena en que el capitán invita a la tripulación del Pequod a beber ese ron, todos ellos se conjuran para matar a Moby Dick en una especie de comunión obscena. Esa locura feroz y desatada que navega por las aguas procelosas del alma. Huston y su guionista, el gran escritor Ray Bradbury lograron captar algo insólito, una aventura interior, una introspección en el mal y la soberbia del ser humano que se rebela contra Dios. El fatalismo está servido.
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12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
El génesis en el mar.
367/24(25/11/09) John Huston nos regala un Clásico universal de aventuras. Un film donde las aventuras marinas son el decorado y la obsesión el motor, obsesión que es el infierno de la venganza del capitán Ahab, yo entiendo la historia como el relato Bíblico del Génesis, en el que el Paraíso es el Mar que Dios ha entregado a los hombres, del que obtendrán lo que necesiten, pero en el Paraíso está el Árbol Prohibido al que no deben tocar, este Árbol es blanco marfil y tiene forma de ballena, y el Adán de este narración es Ahab que ha convertido su obcecación en su demonio por el que Dios le castigará, todo esto viene encabezado por el glorioso sermón del Padre Mapple (colosal Orson Welles) que ya nos sitúa en un entorno cuasimístico en el que la línea entre el bien y el mal se difumina. La cinta engancha desde el minuto uno con una presentación de los personajes brillante, en el que se nos muestra un pueblo pesquero, en el que la camaradería imperante lo inunda todo, para a continuación asistir a la maravillosa escena del sermón que versa sobre Jonás y la ballena que se lo tragó, este sermón marca la atmósfera, después nos embarcamos en el ballenero Pequod, donde nos topamos con la enfermiza personalidad del capitán Ahab (Gregory Peck), obcecado en combatir sus fantasmas interiores, personificados en la Ballena Blanca, en esta odisea arrastrará a toda su intrépida tripulación. Posee la película escenas de acción portentosas, en los que el zenit es la lucha final con Moby Dick, toda una lección magistral de cine en el que el drama se funde con la épica más majestuosa. El elenco actoral no es lo más destacable, cumplen el trámite a excepción de un discutido Gregory Peck que para mí borda su papel de persona atormentada física (tiene una pierna cortada y en su lugar tiene una pata de hueso de ballena) y espiritualmente. Recomendable a los que gusten de Clásicos de aventuras intemporales. Fuerza y honor!!!
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12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Llamadme Ismael...
Tengo una gran deuda con la literatura universal, y es no haber leído "Moby Dick", al menos en su versión íntegra (leí la pertinente adaptación juvenil de la serie Colección Historia Selección de la editorial Bruguera pero eso no cuenta, no?). Tengo la impresión de que el día que la lea no me defraudará como pasó con otra novela de espíritu marino, "El corazón de las tinieblas" de Joseph Conrad.

Moby Dick es una obra de profundo simbolismo. Se suele considerar que comparte características de la alegoría y de la épica. Incluye referencias a temas tan diversos como biología, idealismo, jerarquía, obsesión, política, pragmatismo, racismo, religión y venganza.

Los tripulantes del Pequod tienen orígenes tan variados como Chile, China, Dinamarca, España, Francia, Holanda, India, Inglaterra, Irlanda, Islandia, Italia, Malta, Portugal y Tahití, lo que sugiere que el Pequod es una representación de la humanidad. Las alusiones bíblicas de los nombres de los personajes (Achab, Ismael, Elías,...) o el significado de la ballena blanca han intrigado a lectores y críticos durante más de un siglo.

De todos modos, creo que estamos ante una buena adaptación de la novela, centrándose en la trama principal del libro y obviando tramas secundarias que también eran interesantes (¿no aparecían en la obra unos indios ocultos en la bodega del Pequod con una extraña influencia sobre el capitán Achab?).

La aparición del leviathán al final de metraje puede decepcionar un poco, al notarse a la legua la rigidez del muñeco que encarna a la ballena, pero no podía ser todo perfecto...
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10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
La maldición del hombre es la misma que la maldición de Jonás.
Increíble adaptación de Huston. Obra maestra. Gregory Peck es Jonás encarnado, su propia locura es la locura de los hombres, quien pensara que Moby Dick es una obra para niños, se equivoca: es una novela -y en este caso un film- para adultos que intentan encontrar la verdad o cierta parte de la verdad en la inmensidad de un Universo demasiado grande para las proporciones humanas que en la novela y en el film representa el mar.

Lo obscuro del destino es su carácter de ineludibilidad, es imposible de dejar atrás, imposible de rodear, y la locura de un hombre es la locura de los demás. El misterio de la maldición o de una maldición reside en su carácter de losa imposible de levantar, de deshacerse de ella, su inefabilidad, puesto que finalmente todo ocurre como está escrito "que debe ocurrir".

OBRA MAESTRA. Repito lo de siempre, pero creo que es cierto, ya no se hacen films como este.
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13 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La mirada cambiante
Y es que el "Moby Dick" de John Huston puede resultar tan aburrida en una sobremesa como espectacular en el cine.
Magníficas imágenes y escenas marinas para una despampanante versión que tiene más de medio siglo, y no lo parece. Por ello importa tanto el como se vea, por su espectacularidad. Los efectos especiales están realmente logrados para la época.

Peck y Von Lebedur cumplen en sus papeles, Basehart está más bien soso y Welles brilla por su escueta participación.

También es verdad que de una gran novela es más fácil conseguir un gran film, y la de Melville lo es.
Imprescindible.
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8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Llámenme ... Ismael
Moby Dick –como Los Hermanos Karamazov- es uno de esos libros intratables en pantalla, grande o chica. En uno y en otro la historia sirve únicamente como armazón del cual colgar tratados filosóficos y espirituales del trato del hombre con la divinidad. Dicho eso, a mi me parece que John Huston y Ray Bradbury se anotaron un gran acierto con el guion de Moby Dick. Aun cortando personajes y situaciones importantísimas del libro, el guion mueve exitosamente la historia en menos de dos horas y media y deja el sentido más espiritual del libro en buen resguardo.

La dirección es precisa, uno de los mejores ejercicios de Huston, quien podía ser bastante irregular, yendo de obras maestras como “Tesoro de la Sierra Madre” a mediocridades como “La Biblia”. Los efectos especiales han envejecido bien. La música es más que apropiada. La fotografía de colores intencionalmente deslavados es un acierto también.

Y ahora a lo malo: Gregory Peck como Ahab. Peck es simplemente demasiado joven para interpretar al viejo lobo de mar obsesionado con Moby Dick. Y si a eso le añadimos su tendencia a sobre-actuar, pues peor. No es una sorpresa saber que Peck fue una imposición para Huston, quien siempre tuvo la ilusión de dirigir a su propio padre (eso sí hubiera estado para la historia) en el papel de Ahab. Inclusive se ha reportado que Peck y Huston rompieron amistades a raíz de que Peck se enteró que Huston nunca lo consideró adecuado para el papel.

Peck realmente se destaca como el negrito en el arroz en medio del resto del elenco. Basehart es perfecto como Ismael. Mucho se ha criticado que ya tenía su añitos (41 entrando en 42, aunque si ignoramos este hecho se ve como de unos 35) y que es muy viejo para tal papel. Pero paremos un momento en pensar que en ninguna parte del libro (y estoy siendo sincera al decir que sí lo he leído todo) se dice que Ismael sea un jovencito. Se deja ver que Ismael ha sido maestro de escuela y él mismo dice que ha viajado varias veces en la marina mercante, así es que 18 años no podía tener. Es un novato en el oficio de ballenero, pero eso no está empatado con la juventud. Basehart le da a Ismael su hermosa voz de barítono, que es lo más importante a la hora de narrar la historia, y su capacidad para mostrar asombro e inocencia ante los hechos de los cuales es mero observador.
Leo Glenn es también excelente personificando la voz de la razón ante la locura y Friedrich Ledebur es un Queequeg más que aceptable. No, definitivamente no es un polinesio, pero realmente ¿que podíamos esperar en una película de 1956? El resto de los marineros es uniformemente bueno. Y Orson Welles es un verdadero lujo como el Padre Mapple.
En resumen, aún con Peck, una adaptación inmejorable de un clásico inadaptable.
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8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
GREGORY PECK, ETERNO AHAB.
He aquí una auténtica rareza de adaptación: la película es superior al libro. Huston, en efecto, no sólo juega hábilmente con el misterio haciendo que desde el inicio el espectador sienta curiosidad por ver al famoso capitán Ahab del que tanto se habla y del que al principio se nos muestra poco (sobre todo se oye su célebre pata de palo), sino que, además, insufla gradualmente a su filme un estremecedor clima tétrico de presagios oscuros y desastres velados que estaba ausente en la obra de Melville.

Hablar del capitán Ahab inevitablemente es imaginar a ese Gregory Peck de mirada pétrea, que expresa poco y sobre todo, rabia y ansias de venganza, que este filme ha legado a la posteridad. Ahab es Peck. Nadie podrá desplazarlo de ese rol. Cualquier otro sería una mala imitación.

Tan fascinante como Ahab resulta Moby Dick, a la vez inocente cetáceo y pesadillesco monstruo de las profundidades. También él, por muy nombrado, despierta la curiosidad. Todos alguna vez hemos visto ballenas en los documentales. Pero queremos ver a ésta. No hay otra igual. En el momento en que emerge, maravilloso y terrible, nos embargan a la vez la admiración y el miedo. Ni los dinosaurios de Jurassic Park nos harán sentir algo así, tal vez porque un dinosaurio en definitiva es idéntico a cualquier otro dinosaurio de su misma especie. En cambio, no hay nada igual ni parecido a Moby Dick, la Ballena Blanca, que prácticamente ha enloquecido a Ahab.

Por Dios, que ni se les ocurra hacer una remake de este filme. No hay nada igual ni parecido a Moby Dick, dijimos más arriba. Lo decimos también por la película.
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13 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
La leyenda de la ballena blanca.
Adaptación más recordada de la obra de Herman Melville sobre Moby Dick, la gran ballena blanca, y la persecución que de la misma hizo el capitán Ahab a bordo del ballenero "Pequod" , con su pierna de mandíbula de ballena resonando sobre la cubierta en las noches marinas.

Impresionante la interpretación de Gregory Peck en su malsana obsesión por vengarse de la ballena que le arrancó la pierna, así como la escenas de las pequeñas lanchas que botaban para arponear a los animales hasta que exhaustos salían a la superficie para rematarlos y hacerse con el preciado aceite de ballenas con el que se iluminaban casas y ciudades, y el ámbar, con el que se hacían perfumes de alta calidad.

Novela de aventuras de gran éxito en todo el mundo, todavía se hacen nuevas adaptaciones con pequeñas variaciones sobre el original, y éste siempre será la notable interpretación de Peck que a nadie deja indiferente.

Sobresaliente, 9.
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7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El gran señor de los mares
Una buena adaptación de John Huston de la célebre novela de Melville. La película mantiene intacto el sabor del cine de aventuras de los años 50, con ese aire de sábado por la tarde que algunos recordaremos siempre. Sin embargo, el film expone también, de manera convincente y lúcida, la reflexión psicológica y filosófica que plantea esta obra. Es más, a día de hoy la historia permite también una lectura en clave marcadamente ecologista. Si la novela es intemporal, la película también lo es. El personaje de Orson Welles puede ser testimonial, casi un cameo, pero la aparición del capellán, con su sermón sobre Jonás, sirve de preludio perfecto a lo que se nos avecina. No es de extrañar que la producción se inclinara por una figura contrastada y de personalidad arrolladora para ese papel, a diferencia de otros miembros del elenco, menos consagrados, con un aparente mayor peso en la trama (Ismael). Al final, uno no sabe si el personaje principal es Ismael, o Ahab, o la gran ballena blanca. Todo depende del punto de vista. Sobresale la presencia de Gregory Peck, con una interpretación contenida y hierática, sin más sentimientos que los que provoca su obsesión febril. No obstante, quizá el mayor pero de la película está, precisamente, en un nivel interpretativo general que no parece propio de una gran producción. Sí destaco la el equilibrio del guión, la monumentalidad de la música, la fascinación de la fotografía... Sobre todo, destaco las escenas de pesca, que a medida que avanza el metraje se convierten en el verdadero eje de la trama. Y, por supuesto, me quedo con el emocionante desenlace, que permite multitud de lecturas y calificativos: agónico, cruel, épico, absurdo… La historia de Ahab es la pequeña anécdota de un ser humano que lucha contra un ser poderoso que domina los mares, lo que de entrada podría tener un componente heroico. Sin embargo, vista de cerca, su personalidad está dominada por un afán de venganza ciega y delirante, que le llevará a una empresa absolutamente destructiva. En el fondo, el capitán Ahab es la encarnación del hombre intentando dominar el mundo, una empresa tan disparatada como aniquiladora. Tomemos nota. Que Leviathan te lleve, Ahab.
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6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La gran obsesión
Llenarse de ira contra un animal estúpido que actuó por instinto ciego es blasfemo

John Huston se puede calificar como uno de los más grandes directores de la historia. En su variada filmografía abundan estupendas películas como El hombre que pudo reinar, Cayo Largo, El Halcón Maltés y La Reina de Africa junto con otras notables películas como El juez de la horca, Sólo Dios los sabe y La Jungla de Asfalto. En 1956, llevó a la gran pantalla un proyecto que tenía en mente durante muchos años, luchando contra los grandes estudios para poder hacerla y con un coste cercano a los 5 millones de dólares. Moby Dick era una adaptación bastante fiel del libro de Herman Melville, pero resultó ser un fracaso en taquilla. La razón fue, aunque parezca extraño dada su estupenda actuación, a la intervención de Gregory Peck en el papel del capitán Ahab, ya que hasta entonces el publico americano estaba acostumbrado a verle en papeles heróicos, de buen tipo afable, que reunía esos valores que los americanos tanto valoran. Pero Huston insistió en Peck. Fue sorpresivo verle como un capitán demente y obsesionado en caza de una gigantesca ballena que le arrancó una pierna.

A pesar de esos problemas en taquilla y la dificultad en atraer al público de la época, actualmente puede considerarse a Moby Dick como una de las películas más interesantes en la filmografía de John Huston. Fue un director muy detallista y retrata con mucha precisión la vida cotidiana de un ballenero y retrata ambientes de esa época, como la recreación de esa iglesia con ese púlpito en forma de proa de barco, las facciones de la gente del lugar y sobretodo, como se cazaba una ballena, la despedazan y hacen aceite con su carne. Las secuencias de caza están filmadas desde la perspectiva de los marineros, sin renunciar en ningún momento a realizar acciones valientes y peligrosas. La inclusión de esas escenas en una película de estas características no es nada sorprendente, dándole un sello de autenticidad. En cambio, Huston tiene el descaro de incluir una secuencia que se balancea entre la mitología de la mitología y la fantasía: El Fuego de San Telmo. Sin embargo, lejos de caer en el ridículo, le da al capitán Ahab como una especie de aura mística entre su tripulación. Parece ya más un ángel redentor que va a luchar contra el Diablo y la tripulación le sigue con fe ciega.

Huston se permite el lujo de dejar pasar media hora hasta que aparece Peck/Ahab, siendo una aparición esperada con cierta expectativa y desarrollando en Ahab uno de los temas más recurrentes en su filmografía: el estudio de las debilidades humanas. La novela de Melville es un tratado casi espiritual de la relación del hombre con su mundo y su Dios, aunque Huston prefiere centrarse más en los conflictos más visualmente llamativos y enfoca más la película a la obsesiva firmeza de Ahab y ese pacto faustiano que establece con su tripulación. El guión contiene algunos largos monólogos que permiten al espectador conocer al capitán de un poco mejor, pero rompen el ritmo de la acción. Peck consigue realizar uno de sus mejores papeles ya que su Ahab transmite totalmente su locura y obsesión de manera notable. Es un personaje que puede caer en momentos de cierta exageración, pero Peck da muestras de lo gran actor que es, con una escena final inolvidable que forma parte de la historia del cine. Richars Basehart da vida a Ismael, quien simplemente es el narrador de todo lo que está pasando, un observador de esa espiral obsesiva. Friedrich von Ledebur impacto con su maquillaje siendo el arponero maorí Queequeg. Y Orson Welles realiza en la película lo que más le gustaba: hacer un monólogo. Y ciertamente es muy bueno, más aún enmarcado en ese pulpito en forma de proa de barco dentro de la iglesia.

Las escenas de acción son impecables. Y es que para aquellos que creen que solo un ordenador es capaz de crear monstruos creibles, la recreación de la gigantesca ballena Moby Dick les hará entender que no todos los buenos efectos especiales se hacen con ordenador. La artesanía de como está hecho Moby Dick resulta impresionante y realista. Huston también se apoya en un magnifico ejercicio de manejo de cámara, rodando esas escenas con una fuerza inusitada y ayudado por la música de Philip Sainton. La fotografía posee un color irreal y terrorífico que además nos sumerge en un ambiente realmente interesante.

En definitiva, una película tensa y bien hecha, Moby Dick es uno de los mejores ejemplos del género "hombre-contra-bestia-de-la naturaleza", al lado de King Kong (1933), Los Pájaros y, por supuesto, Tiburón.
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6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
el mito de la ballena
Voy a intentar aportar algo diferente en mi crítica a esta obra de Huston.

Las grandes películas siempre han intentado a tener han intentado tener siempre a grandes profesionales en todos sus apartados o gente que después se ha hecho un gran nombre por su trabajo. Y sin faltar el respeto a Philip Saiton, músico británico de extenida carrera musical (fuera del cine), no creo que fuera la opción más acertada. Es una película en la que siempre he visto a Bernard Herrmann. Su Cantata Moby Dick, su música para el cine de Harryhausen o su música más psicológica le habrían convertido en la mejor opción. Y ojo, que Saiton hace un buen trabajo, pero no considero que trasciendo su trabajo y eso empobrece la partitura y por defecto la película, por no elevarla un escalón, por no darle un identidad más fuerte.

En cualquier caso, sobreactuado o no, siendo o no idóneo para el papel, resulta un placer ver a Peck en el papel. Y el papel de Welles es breve pero me encantó.
¿Qué se puede esperar de una obra como ésta? ¡¡Basado en la famoso obra de Melville y con un guión del propio Huston y Bradbury!! Mejores referencias imposibles.

Sólo toca ver la película, disfrutar del mito y leer el libro para admirar una gran obra que es mucho más amplia y generosa que la película.
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8
Retrato de una obsesión
Aventuras sí o aventuras no.
No es fácil etiquetar esta historia cuya odisea transcurre en el mar pero que, sin embargo, discurre más por los cauces del relato introspectivo para reflexionar acerca de la condición humana en un relato físico, sí, pero profundamente alegórico al mismo tiempo.
Esa ballena blanca que el capitán Ahab lucha por atrapar representa el desafío del hombre a la naturaleza, a nuestra propia naturaleza ( o a Dios, si queréis) que busca, inútilmente, superar sus propias limitaciones para vencer sus angustias, aun a costa de autodestruirse o destruir a los demás.
El espíritu del atormentado Ahab busca venganza contra un fantasma interior e incapaz de aceptar con humildad la derrota, se rebela contra ella en titánica y desigual lucha. ¿Está loco?. Quien no tenga su propio Moby Dick resoplando en su interior que tire la primera piedra.
Creo que Huston consigue plasmar con bastante acierto gran parte del espíritu de la novela aunque ello signifique sacrificar la dinámica y el ritmo de la acción que, indefectiblemente, se presenta con altibajos.
Pero, a cambio, no creo que se deje absolutamente nada en el tintero.
Ese magnífico comienzo que nos va a instalar con auténtica precisión en la forma de vida y las costumbres de los balleneros del XIX. Las magníficas escenas de la caza de ballenas ( espero que no habrá usuarios que se sientan ofendidos con estos fotogramas), que nos van a dejar estupefactos contemplando cómo se ganaban la vida estos intrépidos hombres que desafiaban a la mar, las tormentas y a esos gigantescos monstruos marinos, armados tan sólo con un arpón, a bordo de una cáscara de nuez.
Y por supuesto, los diferentes significados y reflexiones a que nos conduce el efectivo guion a cargo de Ray Bradbury y el propio Huston, con unos diálogos atinados, en unas situaciones y conflictos, que conformarán un mapa muy completo del relato.
Otro punto más hay que añadir por la preciosa fotografía y por las buenas actuaciones que, a mí, todos me parece que están muy bien.
Se le ha dado candela de la buena a Peck, por su actuación en esta película, pero yo creo que no es el actor el que trabaja mal. Nuestra encarnación habitual del guapo e idealista caballero ha de transformarse aquí en un amargado y vengativo hombre de edad avanzada. Nos cuesta verle así, cierto, su mirada es muy limpia y joven pero, creo que, él no tiene la culpa y hace un buen trabajo.
Lo que le resta a esta película de ser de las muy buenas es, quizá, su excesiva fidelidad al libro que supone un lastre para la agilidad de una narrativa visual como es el cine. Por eso, creo, las escenas de acción o las costumbristas son lo que más nos atrapa. Pero es una película de ver, eso sin duda. Que ustedes se lo pasen bien.
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