arrow

34 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
8
El no lugar
[Advertencia previa: aunque las líneas que siguen no contienen, propiamente, spoiler, sí menciono secuencias que desvelan parte de la trama. La visión que ofrezco de ellas es bastante personal y configuran mi interpretación emocional de la película.]

===

‘All that Heaven Allows’ (Todo lo que el cielo permite), empieza con un picado en el que vemos la torre del reloj. Hay algo triste e implacable en la combinación de la fijeza del reloj y el color de las hojas del otoño.

Esa observación desde lo alto, tan por encima de los hombres, recuerda al primer capítulo de ‘La regenta’, con Fermín de Pas oteando desde el campanario.

===

La primera vez que Cary y Ron entran juntos en la casa del molino, hay a la izquierda una escalera vieja que apunta hacia lo alto.

– ¿Qué hay arriba? –pregunta Cary.
– No lo sé, no he vuelto a subir desde que era niño. Estará sucio y lleno de telarañas.
– No me importa.

Cuando Cary se dispone a subir, un pájaro se echa a volar y ella cae en los brazos de Ron. Es el preludio del primer encuentro de sus labios.

Al terminar la escena, la cámara se queda con el pájaro –una paloma– y con su arrullo concluye la secuencia.

Ese lugar, no visto, tiene para mí el sabor de una promesa de felicidad.

===

La segunda vez que aparecen juntos en la casa del molino, se ve una luz pequeña azul en el lugar al que apuntaba la escalera.

– Esas escaleras van hacia el almacén. Allí pienso poner el dormitorio –dice Ron.

Creemos que la promesa ha comenzado a tomar forma. Pero, cuando las escaleras entran de nuevo en cuadro, la luz azul ha desaparecido. La sensación que deja la secuencia es agridulce.

===

La tercera vez que aparece por dentro la casa del molino, la cámara se sitúa en el desván; es como si el lugar de la promesa les observara desde arriba, inaccesible.

La secuencia finaliza con un plano de Ron sentado en la escalera y abatido, con los puños en el rostro.

===

La cuarta vez que aparece el interior de la casa del molino, Ron yace tumbado en el sofá. La luz azul –el cielo– queda afuera, en el jardín, al otro lado de la inmensa cristalera. Esta vez Ron y Cary no están solos. Las otras presencias resultan agobiantes –reina la oscuridad y los encuadres comprimen el espacio.

Siento que no hay rastro del lugar de la promesa.

===

Decía Douglas Sirk, hablando de esta cinta, que, en su opinión, es bien poco lo que el cielo nos permite.

A pesar del aparente happy end, una sutil capa de tristeza impregna la escena que cierra la película. Como una sensación de paraíso no alcanzado, perdido para siempre. La puesta en escena y la configuración exacta de los interiores, son, en Sirk, excepcionales; dan la clave de los personajes retratados. Y, sin embargo, nunca llegamos a ver la habitación (o habría que decir el cielo) de los dos amantes.

En ese no lugar cristaliza la “extraña fascinación de sueños soñados por cámaras y hombres”.

En ese no lugar habita el cine.
[Leer más +]
72 de 76 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Retrato de mujer
Melodrama realizado por Douglas Sirk. Escrito por Peg Fenwick, se basa en un argumento de Edna L. Lee y Harry Lee. La secuencia inicial se rueda en Stonington (Connecticut) y el resto en los Universal Studios. Producido por Ross Hunter, se estrena en diciembre de 1955 (EEUU).

La acción tiene lugar en una pequeña ciudad de provincias, Stoningham (NY), entre mayo y diciembre de 1954/55. La película focaliza la atención en la vida de Cary Scott (Jane Wyman), viuda desde hace poco, de posición acomodada, de mediana edad, madre de un hijo (Ned) y una hija (Kay) de entre 18 y 20 años. Acostumbrada a vivir a la sombra de un marido dominante, está sumergida en la soledad y en el pasado, sale poco de casa y no tiene aficiones activas. Sirk, hábil retratista, ofrece una excelente descripción del personaje.

El film presenta una acerada y dura crítica social. Denuncia las reacciones interesadas y egoistas y la mentalidad acomodaticia de muchos, que ante situaciones nuevas no hacen ningún esfuerzo para entender y comprender. Explica cómo muchas personas, incluso con formación, viven sometidas a una mentalidad rígida, estrecha y mezquina, de espíritu vacío y comportamientos hipócritas y mediocres. En muchos casos los que se postulan como triunfadores en la lucha por la vida esconden en su interior frustraciones personales y profesionales lacerantes. La visión de Sirk es sombría y pesimista. Cuando los comportamientos personales no se ajustan a las reglas comunes activan prejuicios sociales que dan lugar a situaciones de marginación y exclusión social. El anáisis de Sirk se refieren a un lugar y tiempo determinados. Por extensión, es válido en relación a otras circustancias que se den asociadas a prejuicios colectivos excluyentes. El realizador defiende el amor no sujeto a convenciones y prejuicios. El amor no conoce reglas, ni restricciones, ni barreras de raza, lengua, religión, situación económica y estatus social. La obra elogia el amor elegido libremente, en especial en el caso de la mujer. Añade la defensa del derecho al amor y a la sexualidad de las personas mayores o de mediana edad. Las propuestas de Sirk, que hoy parecen ingenuas, en su momento suscitaban controversia. La adecuada comprensión del film requiere que el espectador se sitúe en el tiempo y época de su producción.

La música, de Frank Skinner ("Winchester 73", A. Mann, 1950), aporta una emotiva partitura orquestal, con solos de piano, que amplía y refuerza los sentimientos agitados del film. La melodía central está tomada del último movimiento de la 4ª Sinfonía de Brahms. La fotografía, de Russell Metty ("Espartaco", Kubrick, 1960), ofrece colores, niveles de luz y encuadres acertados y justos. Los ambientes opresivos, que se constrastan con otros abiertos y luminosos o cambiantes, están bien construidos. Las interpretaciones de Jane Wyman, Rock Hudson y Agnes Moorehead, son convincentes.
[Leer más +]
38 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Puesta en escena
Entre bombas y platillos, a uno, a veces, se le olvida que el cine es "puesta en escena", y que eso compete básicamente al director. "Puesta en escena" es un concepto poco utilizado en España, no así en otros países. Y quizá por eso muchos directores españoles atienden a otros elementos como la música, el montaje, la interpretación, etc, antes que al encuadre. No es que esos elementos no sean fundamentales y no deban ser trabajados, pero lo primero que debe "componer" un director es lo que hay dentro de los límites de un visor, o un objetivo o una pantalla.

"Solo el cielo lo sabe" es una película de grandísimos encuadres. Douglas Sirk era un virtuoso en esa faceta. Esta película no tiene el reconocimiento de otras como "Escrito sobre el viento" o "Imitación a la vida", seguramente porque es un melodrama (hablamos siempre de melodramas con Sirk) menos enrevesado. Pero precisamente gracias a su simplicidad argumental, destaca especialmente esa faceta de "pintor de encuadres" que, en mi opinión, es la mayor virtud de este excelente director. Si en otras películas tenía historias muy potentes, con muchos personajes, largas en el tiempo, cargadas de acontecimientos, aquí Sirk cuenta solo con un sencillo argumento. Y tiene entonces la oportunidad de recrearse en las imágenes con las que nos cuenta la película. Desde el punto de vista de la puesta en escena, de la composición de los planos, del uso del color con intención expresiva, esta película está al nivel de las películas de Sirk consideradas obras maestras.

Yo soy un fan de la simplicidad, de la claridad en los datos que una película transmite, lo cual no está reñido en absoluto con la complejidad de los carácteres o la sutileza de los mensajes. Habiendo visto esta película varias veces, me sigue impactando la potencia con la que las emociones están transmitidas, la contundencia del idioma con el que Sirk nos cuenta, paso a paso, esta sencilla historia de amor casi prohibido, surgido en medio de una sociedad hipócrita y aburrida que, sin perder la sonrisa y las maneras, no tiene otra cosa que hacer que meterse en las vidas ajenas para gobernarlas. Existen lecturas subyacentes en la película claramente expuestas. El discurso de Sirk, animando a buscar la armonía interna en la vida, la verdadera libertad como seres humanos, se repite en varias de sus películas, en especial en "Obsesión", pero es, sin duda, la fuerza del melodrama y el modo tan "cromático" como está expuesto lo que hace tan atractiva "Solo el cielo lo sabe".
(Sigo sin desvelar)
[Leer más +]
27 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
¡Viva el melodrama!
Siguiente película a la magnífica "Obsesión", con misma pareja protagonista. Como en aquella, pero aquí todavía mejor, Sirk hace maravillosa una película de resbaladizo argumento, propicia al folletín convencional y al sentimentalismo azucarado (una adinerada viuda se enamora del hijo del que fuera jardinero suyo toda la vida, un muchacho mucho más joven que ella) gracias a su sublime exquisitez y elegancia a la hora de hacer cine: la dirección/elección de actores, la puesta en escena, el empleo de un sencillo argumento que se va agigantando en busca de un catálogo de intensidad emocional espléndido, su anchura de miras para no quedarse en la epidermis de lo que puede contar, y su capacidad de ahondar en aspectos más relevantes (en este caso, lugares comunes en sus brillantes melodramas también: su radiografía, elegante pero crítica, de la alta sociedad americana y de sus corsés puritanistas, la contaminada y puta manía de prejuzgar y chismorrear del ser humano, la facilidad con que éste se divierte/gusta para destruir lo ajeno).
Son todos vértices por los que agarrar una excelente película de un autor mayor en la Historia del Cine, que hizo siempre trabajos muy por encima de los materiales con que contaba y que hace que a uno le salga una sincera exclamación: ¡Viva el melodrama!.
[Leer más +]
17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Sé fiel a ti mismo
“Una inmensa mayoría de mortales vive en desesperación callada. ¿Por qué hemos de afanarnos tanto por alcanzar el éxito? Si un ser no vibra al compás de sus semejantes, quizá es porque oye una música diferente. Debe seguir el ritmo que oiga, no importa cuál sea ni de dónde provenga”. Este fragmento es leído en voz alta por Cary (Jane Wyman) cuando están visitando a unos amigos de Ron (Rock Hudson). Pertenece a la obra 'Walden' del escritor Thoreau, alguien a quien Sirk admiraba. No es de extrañar, por tanto, que 'Sólo el cielo lo sabe' recoja la esencia de ese fragmento -aunque dentro de la película, esa escena de lectura, queda como impostada.

Nos encontramos ante un melodrama enfocado hacia mujeres de mediana edad, quienes se veían reflejadas en ese affaire de una mujer madura con un joven apuesto. Detrás del romance, se esconde una acertada crítica hacia la burguesía y las clases acomodadas, al conformismo y la insipidez de los años 50. El amor entre una viuda adinerada y un jardinero es objeto de burlas, malas caras y comentarios aviesos por parte de los amigos de ella. También los egoístas hijos de Cary, juegan un papel importante, impidiendo a su madre ser feliz.

Como manda la época, la música acompaña, subrayando y acentuando, casi burlescamente, las escenas de gran carga dramática, algo que ha quedado trasnochado en nuestros días. Sin embargo, en cuanto a nivel estético, la película es un prodigio y esta cursi historia de amor, adquiere más valor para los cinéfilos empedernidos. No hay más que fijarse en el tratamiento del color, cómo se mezcla éste con el argumento e influye en los estados de ánimo de los personajes o en la misma historia en sí. A destacar el momento en que los hijos le regalan a su madre un televisor (se decía, hace 60 años, que las televisiones servían para hacer compañía a las viudas) y cómo ella se ve reflejada en él, sóla, gris, abandonada. Sirk transmite en esa escena toda la desesperación de una mujer condenada por la sociedad.

Quizá el reparto también nos chirríe a día de hoy. Wyman, en teoría, interpreta a una viuda hermosa y Hudson a un galán. Ella no es lo que hoy consideramos una madura atractiva y él, deja mucho que desear como seductor, más allá de su físico. En el plano interpretativo, Wyman cumple con creces según se requiere: enamorada, melancólica, valiente, hundida; en cambio, Hudson, ofrece un retrato acartonado de su personaje.

'Sólo el cielo lo sabe' supone un retrato agrio de la alta sociedad hipócrita de mediados de los 50 que bien se podría extrapolar a nuestros días. Porque siempre hay cosas que no cambian... a pesar de la fuerza del amor.

En cuanto al final:
[Leer más +]
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
2
Sólo el cielo ha de saber cómo es posible que Hudson se cuelgue de esa mujer.
Tengo que aclarar que no soy muy aficionada al melodrama clásico y que he visto esta película por recomendación de un amigo. Reconozco que yo del cine de los 50 disfruto mucho más con la comedia que con el drama, que tiende a la exageración y a la desmesura emocional de una forma que roza lo ridículo y sonrojante para el espectador moderno.

Pero obviando lo anterior y ateniéndome exclusivamente al aspecto argumental, la película me parece maniquea al máximo, como casi todo el cine de esa década. Los amigos de ella son casi sin excepción insoportables, estirados, falsos, hipócritas, maleducados... lo peor de lo peor. Los hijos superegoístas, la niña más repelente y más tonta no puede ser, odiosa desde el primer fotograma hasta el último; dan unas ganas de incrustarle las gafas en los ojos que pa qué. Los amigos de él en cambio todos encantadores, acogedores, sinceros, auténticos. Resulta difícil imaginar dos entornos sociales más contrapuestas y dos tipos de personas más dispares.

En realidad el melodrama de los 50 tiende a considerar al espectador bastante tonto y por lo tanto ve necesario ponerle las cosas muy claritas para que no se equivoque respecto a quiénes son los malos y quiénes los buenos. Tienes que ver muy bien y sin lugar a dudas qué es lo que esa mujer debería de hacer, que es naturalmente seguir los dictados de su corazón. Entre esa gentuza con la que ella se junta y los encantadores amigos del jardinero... por diosssss, es que no hay color. Así que el espectador sufre como un gusano viendo cómo ella está dispuesta a sacrificar una vida hermosa con un hombre maravilloso en un bonito molino con vistas a un paisaje encantador lleno de preciosos cervatillos para quedarse en una casa triste y convencional mirando una tele gris y rodeada de unos amigos... tontos no, lo siguiente, y totalmente abandonada por sus ingratos hijos.

Por supuesto no existe la posibilidad de que entre sus amigos haya gente interesante con la que hablar y pasar buenos ratos. Ni que entre los amigos de él haya algún cerdo, algún borracho pestilente o algún viejo verde que le meta mano a ella. No, eso solo lo hay entre la sociedad burguesa en la que ella se mueve. Los de él son todos unos amiguetes de puta madre, supercolegas y más majos que el copón.

Hay algo muy infantil en estas películas, como muy plano. Lo bueno frente a lo malo, lo claro frente a lo oscuro, lo correcto frente a lo incorrecto, lo bonito frente a lo feo... Como en los cuentos de hadas de los niños, en los que la bruja siempre es muy fea y tiene un grano en su horrible nariz y el hada buena es preciosa y siempre viste de blanco.

No sé, entiendo que haya gente a la que esto que digo le parezca aberrante, pero en mi opinión el melodrama clásico estaba hecho para la gente de aquella época, que necesitaba las cosas como muy mascaditas y complejidades las justas, pero hoy en día chirría que no veas. Y por eso la inmensa mayoría se han quedado completamente obsoletos, porque en esta sociedad un poco más evolucionada y abierta, para bien o para mal, hay muchos claroscuros y matices que hacen que los planteamientos extremadamente simples nos resulten ridículos. Pero bueno, Douglas Sirk hacía películas para las personas de los años 50, que eran totalmente diferentes a las de este siglo.

Hoy en día cualquier tía que se enrollara con un tipo como Rock Hudson lo que despertaría entre sus amigas sería una envidia de manual. Si te echas un novio como ese, importa un pimiento que sea jardinero, albañil, barrendero o parado de larga duración, lo que les puede dar a tus vecinas y amigas es un pasmo y un arrastre de colmillos que te mueres. Y si encima el tipo está enamorado de ti hasta la médula y va besando el suelo por donde pisas (cosa que en la película cuesta bastante creer) es más que probable que seas la tía más odiada del planeta.

Pero si tus amigas te quieren de verdad, una vez pasado el primer sofocón, también te dirán: "Tíaaaaa, no sueltes a ese maromo ni muerta". Y las que te quieran de verdad de verdad de las buenas también te advertirán "pero haz de tripas corazón que a ese se le van a tirar todas las lagartas encima delante de tus narices; haz acopio de paciencia y tolerancia porque se lo van a comer vivo y tú vas a ser la mujer invisible ya for ever".

Y tu hija la estudiante de psicología repelente claro que se mosquearía contigo, pero no porque el tío fuera jardinero sino porque no le hubiera tirado los tejos antes a ella. Y tu hijo megapijo lo que estaría es rabiando por enterarse de a qué gimnasio va el maromo para tener esas hechuras.

Por eso digo que las cosas que pasan en esa película para el espectador de hoy en día son tan incomprensibles y alucinantes como si las estuviera viendo un extraterrestre despistado tipo Gurb. O como si trajeras a una dama del siglo XVI a nuestros días, plan "El ministerio del tiempo", y la metieras en una disco a las 6 de la mañana. Sencillamente demencial.
[Leer más +]
21 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
“Nadie quiere hablar de amor”
“Cuando hay mucha gente en la habitación nadie quiere hablar de amor” dice Nacho Vegas en una de sus canciones. Exactamente eso es lo que ocurre con los espectadores actuales de los melodramas clásicos. El melodrama es un género tan exagerado, tan radicalmente exacerbado en sus planteamientos formales y de contenido que provoca risas vergonzantes y avergonzadas entre el público. En Sólo el cielo lo sabe un espectador actual tiene que lidiar contra las
fórmulas de los cincuenta que enfatizan todas las acciones. La música puntualiza los estados de ánimo, los diálogos son grandilocuentes y prototípicos, los colores saturados, los personajes son clichés andantes (la amiga comprensiva, la chismosa, el hijo emprendedor, la hija estudiosa). . Financiado por los estudios de Hollywood, Douglas Syrk es uno de los pocos directores que traza sus propios proyectos en la conservadora industria yanqui de la época, digno de elogio a priori.

Rock Hudson está pletóricamente acartonado (y esta vez no como defecto),macho vigoroso convertido a buda de las montañas. La mejor escena de la película sin discusión: cuando el hijo le regala a la madre una televisión para que olvide a Rock Hudson, ¡qué mujer podría olvidar a Hudson con un televisor! La recién introducida televisión en la América de los cincuenta sirve para consolar y entretener a desvencijadas viudas.

Hoy todos nos llenamos la boca con nuestras supuestas mentes abiertas y preclaras aunque en realidad la situación no ha variado un ápice. Los jardineros se han transformado en inmigrantes ilegales (negros, amarillos o sudamericanos) y la burguesía ya no acude a fiestas de traje, vestido de noche, bigote y puro sino que lleva los pantalones desgastados, faldas abullonadas, barba de tres días y cocaína (vease al mejor Easton Ellis). Las clases sociales hoy sobreviven y los ricos siguen casándose entre ellos. Ahí es donde reside el pilar fundamental por el que ataco el conservadurismo inherente del film: su pretendida e ilusoria unión idealista de la humanidad a través del amor puro, del amor que rompe barreras para sí, no para los demás. Desde nuestro punto de vista marxista discutible cuanto menos sería la estrategia de Hollywood, si arriesgada y suicida o interesadamente liberal. Se han producido no pocas películas de esta temática desde entonces (Pretty Woman mismamente). Un ejemplo más claro fuera de este ámbito: Nike protagonista de multitud de campañas contra el racismo. ¿Acaso no le interesa a Nike poder importar mano de obra inmigrante negra que trabaje por dos chavos, asfixiando a la clase obrera y así reducir los costos de la producción de sus prendas?¿Podría ser que la revolución constante de las fuerzas productivas en el capitalismo produzca interesadamente películas como Sólo el cielo lo sabe en su propio beneficio?
[Leer más +]
16 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Amar sin miedos
Un maravilloso melodrama de Douglas Sirk en el que nos ofrece una reflexión sobre el amor, la soledad, el egoismo, del tiempo, las envidias y habladurías... Se trata de toda una apuesta por el amor sincero. La pareja de Jane Wyman y Rock Hudson; peculiar pero comercial, son los que muestran como ese misterioso sentimiento que llamamos amor no tiene edad ni lugar o momento para aparecer. Yo creo que todos los actores están muy bien. La historia esta muy bien contada y resulta convincente. Aunque para mi la obra maestra de Sirk es "Imitación a la vida", esta tampoco resulta inferior, sino digna de ver.
[Leer más +]
10 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Sólo Douglas Sirk lo sabe
"Sólo el cielo lo sabe" trata sobre una historia de amor entre una mujer viuda y su jardinero. Pero ella, que se codea con la alta sociedad, choca con el mundo independiente y simple de su apuesto jardinero.

Douglas Sirk ambienta esta historia con su habitual estética y su gran colorido. Quizás algunas escenas nos resultan pastosas, pero el desarrollo de la película no resulta tan demasiado sensiblero como en otros melodramas. El mensaje de esta película es la independecia del ser humano, ya que gente que te rodea puede influirte negativamente. Creo que ha influido mucho este película tanto en el género como en series tipo "Falcon crest".

Russell Metty, el director de fotografía, hace un excelente trabajo, él es el responsable de que películas como ésta, "Obesión" o "Escrito sobre el viento" tuvieran esa fotografía tan nítida y colorida que hoy en día me sigue maravillando.

Me ha parecido una muy buena película, quizás me gustaron más "Obsesión" y "Escrito sobre el viento".
[Leer más +]
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Todo lo que el cielo permite
Sacar belleza de la basura

En verano de 1982, en una famosa conversación con el director español Antonio Drove vuelta a publicar recientemente dentro del magnífico libro "Tiempo de vivir, tiempo de revivir", Douglas Sirk decía, en referencia al título de esta película, que lo que el cielo nos permite es más bien poco: las personas podemos tratar de mejorar nuestro lugar en el mundo, pero conociendo e integrando las limitaciones de la situación dada. También fue así para el propio Sirk como director, tras huir del nazismo en Alemania y una vez llegó a Hollywood -entonces el cielo cinematográfico-, donde tuvo que sufrir todo tipo de dificultades para poder realizar su obra artística.

Y es que aunque probablemente el guion original de "All that heaven allows" no fuera el peor que le encargó la Universal a lo largo de su dilatada carrera cinematográfica -dirigiendo, como tuvo que dirigir durante muchos años, al menos dos o tres películas anuales-, Sirk se vio obligado a desarrollar también aquí toda su creatividad como cineasta para convertir lo que en otras manos habría sido un producto vulgar, destinado al entretenimiento y el beneficio económico, en un complejo, brillante y valiente clásico. A eso, Sirk lo llamaba "sacar belleza de la basura". Y, en efecto, toda la riqueza de significado expresada en los encuadres, la iluminación y los colores o el movimiento de la cámara y los personajes produce todavía hoy un hondo reconocimiento estético.

La crítica social en América y el pájaro de la felicidad

Las limitaciones mencionadas no fueron, sin embargo, las únicas que se encontró Douglas Sirk en Hollywood. Amigo de Bertolt Brecht, personalidad clarividente y comprometida políticamente, vio pronto que en los Estados Unidos triunfantes tras la Segunda Guerra Mundial no era posible "ir muy lejos" en la crítica social sin despertar el recelo de los estudios cinematográficos y del Comité de Actividades Anti-Americanas. También en este sentido, pues, debió pulir sus habilidades fílmicas. Así, en la trama de "All that heaven allows" Sirk supo introducir una fina pero agudísima crítica al modo de vida americano, artificial y acomodado, con sus relaciones atravesadas de veladas contradicciones, y, cómo no, su uso evasivo de la televisión y el cine, que alejaba la vida del arte y el arte de la vida. En paralelo, y valiéndose de esos otros fundamentos culturales americanos que, en mi opinión, Sirk siempre admiró y quiso, postulaba una alternativa de vida más amplia y profunda, más auténtica, ejemplificada en la filosofía de Thoreau y Emerson.

Es parecer de algunos que el tratamiento de las contradicciones de esta película resulta en nuestro presente "ingenuo". También las primeras veces que me enfrenté a las películas de Douglas Sirk me parecieron anacrónicas sus formas. Pero, tras las apariencias, creo que su actualidad se impone: como en las obras de Shakespeare, a quien Sirk, hombre modesto y consciente de sus limitaciones, nunca osó compararse, en sus películas continúan expresándose las cuestiones que configuran las luces y las sombras de la identidad humana, producto de su negatividad y su necesidad de afirmarse, su vilo ante lo que puede ser y no ser.

"All that heaven allows", en su diálogo con el espectador, sigue ayudándonos a comprender que depende de nosotros llegar a merecer el pájaro de la felicidad: luchar por cambiar las circunstancias que contribuimos a producir nosotros mismos cuando impiden que nos desarrollemos, esas circunstancias que, si no logramos comprender y enfrentar con valentía -incluso con conciencia de la posibilidad del fracaso y de la infelicidad-, si dejamos que oculten quiénes somos o qué deseamos, tienden a encerrarnos en la ambigüedad, en la falta de expresión poética, a veces incluso en pretendidos finales "felices" que, pese a su posible bienestar, nunca llegan a contentarnos -como el de "Written in the wind" (1956) o, muy especialmente, el de "There's always tomorrow" (1955). Tal vez todo lo que el cielo permite sea más bien poco... Pero, decía también Sirk, pesimista irónico cargado de calidez y esperanza: "por lo menos permite el amor."
[Leer más +]
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
amor sin prejuicios
Melodrama muy bueno que nos ofrece una reflexión muy seria del amor verdadero y de los prejuicios que existen en la sociedad cuando dos personas de distintas edades sienten amor una hacia la otra.Todos los actores están maravillosos, como ya lo habían estado un año antes en Obsesión.En particular destacar la presencia de Agnes Moorehead gran secundaría de la escena estadounidense y que borda siempre su papel.
[Leer más +]
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
PEREZA PEREZA
Yo hace no mucho ante la perspectiva de ver uno de estos melodramas académicos con semejantes títulos me entraba una pereza que jamás superaba. Bueno, pues al final me he decidido y este del tal Douglas Sirk me ha gustado. Pensaba que me encontraría un súperdesaguisado amoroso con deshonores bíblicos y vergüenzas generacionales o algo así y para nada.

De hecho me ha parecido una historia totalmente creíble y para nada pasada de moda. Está contada de forma muy natural cuando yo pensaba que en estas películas abundaban los amaneramientos y las imposturas. Además, en esto del Cine, donde sigue primando la visión machista en general, está bien ver que en los cincuenta ya había directores que sabían tratar el carácter de una mujer y hacer a ese personaje protagonista y responsable de todo el peso de la película.

Lo que me mata es el peinado de Jane Wyman, aunque supongo que en su momento estaba de moda entre la burguesía americana. A mi me parece de monja-enfermera en la anteprimera guerra mundial.
[Leer más +]
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Digan lo que digan
Sencilla, interesante, dulce, básica, directa, elegante y sofisticada producción romántica con toques de drama en el que una mujer viuda con dos hijos, comienza a sentir algo especial por el jardinero que trabaja en las proximidades de su casa, dando paso a una relación que le pondrá en el punto de mira de las críticas de sus amistades, familiares e incluso de sus hijos.
Sólo el cielo lo sabe, presenta y desarrolla una trama edulcorada de lo crueles que pueden ser las opiniones y habladurías de la gente que nos rodea y de la influencia que pueden tener en nuestras decisiones de vida, algo que queda plasmado de una forma muy sencilla y directa, logrando dejar claro el mensaje en poco tiempo.
Douglas Sirk, toma los mandos de la dirección y saca el máximo partido a la ternura y encanto que despierta la pareja protagonista, unos correctos y ajustados: Jane Wyman y Rock Hudson.
Es una producción que en la actualidad puede quedar como un producto insulso y desfasado (por tema que una mujer viuda rehaga su vida), pero lo cierto es que siempre estará de actualidad, porque los "chismorreos" y las habladurías, siempre han estado entre las costumbres de la sociedad que nos rodea.
El mensaje que traslada la película merece ser rescatado y llevarlo metido en la cabeza: digan lo que digan, vive tu vida.
[Leer más +]
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Cine Comercial Crítico.
Resulta interesante ver como muchas veces no hace a una película buena el tema que cuenta, sino más bien de la manera en que la cuenta. Siento que "juego" con desventaja cuando veo películas de esta época, porque en la sociedad en la que vivimos se ha abarcado todo osea que cuando veo una película como esta pienso "es un tema que ya conozco, que ya he visto en muchas películas" no veo el factor de riesgo, de atrevimiento de la época a la hora de abordar el tema, cuando todo era nuevo y las ideas salían a granel ...siento que es una desventaja que no me permitirá disfrutar por completo de una película clásica.

Aún así no deja de sorprender, y ves como cualquier historia, sea la que sea, si se hace bien puede o ser estupenda o ser todo lo contrario, "Solo el cielo lo sabe" es de las bien hechas, con un guión muy rico e inteligente, una cinta que te hace pensar, lo que a fin de cuentas es el buen cine, películas con las que al verlas y salir de la sala, salgas con un mensaje, con un cambio dentro de ti ... no salir al igual que entras, creo que es una forma de ver si la cinta vista merece o no la pena.

Para aquellos tiempos el tema a tratar sería todo un escándalo, ya incluso ahora en estos tiempos que corren también lo es, no hemos cambiado tanto como creemos de hecho la película perfectamente podría trasladarse a nuestra época actual, toda una crítica sobre el clasicismo en la sociedad, las falsas apariencias, la sexualidad, la hipocresía y la pasión.

Es una película comercial pero no por ello significa necesariamente que sea una mala película, creo desde mi humildad que una persona que sabe crear algo que se vende que gusta y además que tiene calidad es un alguien realmente entregado al arte, al cine o al que sea.

Una película personalmente más orientada hacia el público femenino, Rock Hudson es un buen actor, el rey de los melodramas de la época y claramente un reclamo para las mujeres, el hombre que toda mujer desearía.
No puedo evitar ver momentos de amor de lo más forzados y buscan personajes físicamente prototipos para el deleite del público, algo que ahora se sigue haciendo (y tanto), claras pinceladas de un cine comercial pero ... su buen guión, su manera de hacerte ver y reflexionar sobre lo que te cuenta, la forma en la que te cuenta la historia ... ahí es donde se ve, el buen cine comercial.
[Leer más +]
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
la dictadura de los hijos
Que dudas quedan que Douglas Sirk es un gran director. Su puesta en escena es impecable, el color deliciosamente irreal nos remite a una especie de cuento de hadas y de brujas para adultos. Pero lo que quiero destacar es su odio a los hijos -también notable en otro magnífico melodrama Siempre hay un mañana-, hijos castradores, egoístas, mediocres, hasta malvados y pérfidos que arruinan la vida a sus padres. Una visión por cierto nada idílica de lo que puede ser la familia como trampa.
[Leer más +]
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Mucha clase
Aunque la estupidez del personaje que encarna Jane Wyman juegue por momentos con los límites de la verosimilitud, es otro dramón de Sirk dirigido con su inigualable elegancia, siempre con la colaboración de la fotografía densa y llena de claroscuros de Russell Metty. La historia avanza con buen pulso, sin llegar a las cotas de músculo y dramatismo que conseguirá al año siguiente con "Escrito sobre el viento", pero sin aburrir nunca al respetable con tiempos muertos ni monsergas. En cualquier caso un peliculón con varios de los mejores rasgos del maestro.
[Leer más +]
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Una obra maestra del genial Sirk
Una película del maestro Sirk no es un gran melodrama-que lo es- sino una acertada crítica de la sociedad estadounidense de aquel entonces, con una visión objetiva y lacerante, empleando el escalpelo, cual forense, en las interioridades desconocidas del paciente, una sociedad cargada de hipocresia, maldad, consumismo y egoismo.

Sirk no tiene piedad, como no la tienen con los protagonistas- una madura viuda encarnada por Jane Wyman y un joven jardinero interpretado por Rock Hudson - aquellos que presumen de ser sus amigos, o sus propios hijos, dominados por el miedo a el-que-dirán y como les afectará a ellos sin pensar en la felicidad de su madre y su joven amor.

Cada plano, cada línea de diálogo, cada interpretación es un ejercicio de maestría. Sirk sigue dando lecciones a todos los que piensan que "Yo soy Sam" es un gran melodrama (craso error). El único heredero de esta simpar maestría quiezás fue el Attenborough de "Tierras de Penumbra".

Y Sirk tiene mejores películas como "Tiempo de amar, tiempo de morir" o "Imitación a la vida". Pero quedémonos y disfrutemos de esta joya.
[Leer más +]
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
El amor ese río que pasa frente a nosotros y que todos necesitamos beber de su agua.
Cuando se entra en un mundo de controversias conviene hacerlo despacio. No dejarse llevar por animosidad propia y ajena ni por los "peros" y los prejuicios cercanos cercenadores. El mundo del amor no tiene límites ni los reconoce (es el mensaje de la película) y escapa escaleras arriba, o escaleras abajo, al infierno; o lo lleva la nieve que trae la nostalgia, o se vuelve primavera donde el sol pone un manto de colores a todas las cosas. Esa forma de amor que aún persiste en nuestros días se sueña, pese a re descubrirlo en unos ojos a cada encuentro, se vuelve hipocresía o interés (para la chusma del pueblo) en parte de la película.
El amor que ella misma acosada abandona, la deja sola, y sus hijos mayores egoístas, la martirizan sin darle libertad.
Esta obra nos quiere decir que el amor no termina nunca y está en nosotros para darlo y recibirlo pase a las diferencias de edad, posición social, o de dinero como en el caso de la pareja principal con una convincente Jane Wyman viuda y rica, y un joven Rock Hudson haciendo de un montañés rudo pero de principios.
El peso de este film radica en que las voluntades son creadas a entorno y eso alimenta sensaciones ruines en quienes no dejan vivir a los demás sus vidas. Hoy, en una sociedad mas abierta, sigue habiendo esa parte pacata y se convierte en círculos viciosos de poder que manejan las cosas del querer. Los ricos siguen casándose entre ellos y los pobres merodean los lados oscuros de la ciudad. Estos melodramas que Sirk maneja con maestría desde varios ángulos, con varias señales, con advertencias, con exageraciones para remarcar hechos y caracteres, logra convencer la parte intacta de nuestras almas que no se ha quemado en el infierno de esta vida rutinaria enmarcada en lo repetitivo, y nos lanza con nuestro amor al bosque de las ilusiones por una ventana abierta a las llanuras de la libertad, a encender el fuego del hogar a leña de nuestra soñada y solitaria cabaña...perdida en la montaña.
[Leer más +]
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Adivina quién viene esta noche (es pobre y perfecto o al revés tal vez) o el amante de Lady Scott (pódame el abeto, mío jardinero)
La urna de Egipto se duela a muerte con el Walden de más hacia el norte.
Me duele mucho tanto la cabeza, ¿no será quizás por falta de... eso?
Es tan sublime o perfecta como completa y melodramáticamente ridícula.
Te da tanto placer estético (el encadenado sabio prodigioso de planos, el vertiginoso y sucesivo tumulto acumulativo de seres que por allí pululan, el juego de luces y sombras, los encuadres, la coreografía de los actores... ) como la risa tía Felisa con lo que cuenta (por lo improbable y forzado de tantas situaciones, por la obviedad de tantas añagazas narrativas... ).
Rezuma exquisitez y preciosismo formal lo mismo que grosería gruesa argumental o social o psicológica obscena.
A la par refinada y elevada que pueril y vulgar.
Un alarde de talento audiovisual, un bochorno de personajes y sus andares/actuaciones.
Te pasma, encandila y fascina, te da también un poco casi como de vergüenza ajena, pena.
[Leer más +]
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
“Sé sincero contigo mismo”
Una de las mejores maneras de procurarse una vida Infeliz, es permitir que otros decidan sobre tu vida. Cuando tú no obedeces, no sigues, no respetas los dictados de tu conciencia; cuando aquello que anhelas fervientemente lo tiras por la borda porque otros (padres, pareja, hijos, hermanos, amigos…) te impelen a seguir otro rumbo; y cuando terminas eligiendo algo por su beneficio material cuando hay otra oportunidad donde se te ofrece una gran riqueza espiritual… tenlo por seguro: La infelicidad vendrá a tu vida indefectiblemente.

Cary Scott, es la viuda de un hombre de negocios, acostumbrada a vivir en la abundancia y entre un puñado de seres mezquinos, oportunistas, hipócritas y lenguaraces. Pero esa es su rutina y ella, como sus hijos, parecen estar habituados a vivir de esta manera. Ese –sienten ellos- “es su mundo”, y sus amigos y su sociedad, se encargan de reforzarles que no existe otro y que, si existe, no vale la pena.

Pero llega entonces el día en que, la señora Scott, luciendo un atractivo traje rojo, revela que ha vuelto a interesarse en agradar a los hombres… y de hecho, ya es pretendida por Howard el atrevido y por Harry el prudente, dos hombres de su clase que dan la impresión de no lograr atraerla lo suficiente. Más todo cambia cuando, Cary, consigue tratar a su ocasional jardinero Roland Kirby, un experto en árboles y con una visión de la vida en la que prima el desprendimiento y la comunión con la naturaleza, no obstante que de vez en cuando caza para poder sobrevivir (tampoco es perfecto).

Comienza así un interesante choque cultural: Un encontrón entre los que acumulan materia y los que solo buscan la causa del espíritu; una rebatiña entre los que creen que el sexo y la aventura son la razón de cada día, y los que creen que se ama al otro ser en su plenitud o no se ama nunca; un serio conflicto entre los que osan manejar la vida de los demás y los que se debaten por seguir sus propios ímpetus y ser honestos consigo mismos…

Con “SÓLO EL CIELO LO SABE”, Douglas Sirk ha logrado otro filme relevante, primero, porque exalta el auto-reconocimiento y la necesidad de ser fiel a la propia esencia y a los reclamos del alma. Después, hace una ajustada comparación entre los que viven en la prisión de la materia y los que se complacen con la libertad del espíritu. Y finalmente, Rock Hudson y Jane Wyman (quienes ya habían hecho pareja en “Magnífica obsesión”) lucen muy bien tratando de ser honestos y merecidamente felices entre una ampulosa sociedad.

Película muy útil para todos aquellos que sienten que deben fortalecer su carácter.

Título para Latinoamérica: “LO QUE EL CIELO NOS DA”



.
[Leer más +]
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ver críticas con texto completo
Más información sobre
Fichas más visitadas