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4 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
6
El tiempo de los gitanos
Esta verborreica película rumana (sus protagonistas y el resto del reparto hablan incansablemente durante toda el metraje, sumándose a su locuacidad el ruido y el caos del ambiente), narra una historia localizada en la primera mitad del siglo XIX en Rumanía. Un guardia y su hijo persiguen a un fugitivo gitano acusado por el boyardo de haber cometido adulterio con su esposa.

Nada que discutir de su buen aspecto visual, con una buena labor de fotografía en blanco y negro y una planificación y montaje más que competentes. No se puede decir, sin embargo, que la cuestión narrativa esté a la altura, aunque se trata de una curiosidad que, en ocasiones, es hilarante por su socarrón tono cómico (ese discurso del cura sobre los tópicos nacionales europeos, etc) y, en cualquier caso, merece verse.
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10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Formalmente perfecta y novedosa pero abusa del recurso
AFERIM! Deviene un ejercicio cinematográfico pertrechado de no pocas estimulantes intenciones y condicionamientos estéticos de partida, a los que, lastimosamente, una ostensible falta de calculo reiterador acaba por menguarle los logros inherentes a la sus de las dificultades e intereses escénicos. Radu Jude, su joven creador, se postula como un nada desechable conocedor de las potencialidades estéticas de la cámara, de ahí que, en el terreno de la forma es en donde el film acumula sus más reconocibles logros.

Acostumbrados como nos tiene el cine rumano a ejercicios fieramente adscritos al terreno de la más honesta e insondable crudeza expositiva, AFERIM!, en primer término, llama poderosamente la atención por aventurarse a proponer una narración que emplaza como marco espacio-temporal la recóndita pobreza rural de la tercera década del siglo XIX. El relato se inicia con la presentación de dos personajes que ya no abandonaremos durante todo el metraje de la función; se trata de Constandin, una especie de vasallo policial de la época, y su hijo. Ambos, a lomos de sus respectivos caballos, se pasean por la vasta región tratando de capturar al fugado esclavo de un poderoso señor feudal que lo acusa de haber seducido a su esposa.

El film se constituye en torno al seguimiento del periplo. El guión dispondrá de multitud de personajes en su camino, cada uno de ellos saldado con una especie de sentencia de Constandin, a quien vemos siempre empañado en aleccionar a su hijo. AFERIM! Aprovecha al máximo las posibilidades que le presta la utilización de un luminoso blanco y negro, por cuanto el realizador, además, impone una puesta en escena de clara intencionalidad retrospectiva, es decir, una puesta en escena que tata de emular los modos escasos, rudimentarios y expresivos del cine mudo de los pioneros.

Esta decisión abunda positivamente en el aire de cuento antiguo, de narración primitivamente ingenua con la que Jude resuelve la singularidad de la trama convocada. Sin embargo, pese a lo loable de la propuesta, el rumano se muestra incapaz de introducir alguna solución formal distinta de la de la utlización de largas panorámicas encuadrando el lento galope de los protagonistas, y de las de escenas de masas corales, agrupando sin detalle el movimiento de los personajes dentro de cuadro. Consecuencia de ello, AFERIM! acusa una lastradora monotonía mostrativa allí donde la novedad de esa utilización primaria de fotografía, definición estética de los personajes e interpretación de actores reclama un vuelo que no se le es facilitado.
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7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Aferim!, Aferam!, a cada escena te quiero más
En la Rumanía rural del Siglo XIX no se andaban con medias tintas. Cualquier gitano, negro, otomano o que presentase un color de piel fuera de lo común era automáticamente vilipendiado, ya fuera directamente o a sus espaldas. Y mejor no hablar del perpetuo escarnio al que eran sometidos los esclavos, cuyo amo podría azotarles cuánto y cómo quisieran. Dentro de esta categoría incluso podrían estar las mujeres casadas, ya que el marido prácticamente jugaba con ellas como deseara, repartiendo palizas con el beneplácito de las fuerzas del orden. El clásico sistema piramidal, patriarcal y autoritario del antiguo orden, en definitiva.

Por tanto, no debe extrañar nada de lo que cuenta el cineasta rumano Radu Jude en Aferim! (cuya traducción al castellano sería algo así como ¡Bravo! o ¡Enhorabuena!), cuando el policía Costadin y su hijo emprenden la búsqueda de Carfin, un gitano esclavo que se ha fugado de su boyardo tras cometer una ligera fechoría con quien no debía. Tal cinta supone un cambio de registro brutal para su cineasta que en su anterior largometraje titulado Everybody in Our Family realizaba un más que interesante análisis (aunque estropeado por un giro de guión demasiado alocado) acerca de lo complicado que es rejuntar los lazos de una familia cuando ésta ya se ha roto en mil pedazos. Sin embargo, este volantazo no le ha sentado nada mal a Jude, ya que con esta nueva película ha logrado un gran trabajo que, además, le valió el premio al mejor director en la pasada Berlinale.

Aferim! se define desde el principio como una especie de road movie con caballos. Padre e hijo acuden a decenas de sitios y en cada uno de ellos se desata una subtrama peculiar, en la que se representan la violencia, el sistema clasista y la exacerbada pasión por el esparcimiento de la época. Sobresale aquí uno de los grandes apartados de la película como es la fotografía, que alcanza su máximo esplendor al entender Jude que no debe entrometerse en su exposición; para ello, opta por no tomar planos cortos salvo que la escena no se pueda realizar sin ellos, de tal modo que el espectador goza de un gran espacio para contemplar la trama en todo su significado.

De ahí parten las demás virtudes de la cinta, que se pueden resumir en una comicidad casi negra, especialmente en la segunda mitad del film, que impregna los diálogos de Costadin con aquellos personajes atípicos que se va encontrando en su camino. Pese a la comentada lejanía técnica con la que Jude retrata a los protagonistas, estos son inmediatamente reconocibles en pantalla, ya que su personalidad está bastante bien definida. Eso sí, tampoco podemos considerarlo como un logro digno de matrícula de honor, puesto que esta época de la humanidad es perfecta para diseñar personajes tan gañanes como estos, por lo que el acierto del director es saber rodearlos de unos secundarios cuyas motivaciones, lejos de conducir a la película por otros caminos, ayudan a entender mejor el contexto general en el que se basa.

Gran película esta Aferim!, que confirma a su director como un tipo que domina el arte de contar cosas interesantes así como las técnicas necesarias para saber mostrarlas en pantalla de la mejor manera posible. Otra contribución más para un cine rumano que en los últimos diez años no ha parado de producir obras cuyo visionado se convierte en muy recomendable para todos los que gusten de este arte. A los nombres de Mungiu, Porumboiu o Puiu va a haber que empezar a unir el de un Radu Jude que, dejando el espacio suficiente entre proyecto y proyecto, puede estar destinado a contar grandes cosas a través de la pantalla.


Álvaro Casanova - @Alvcasanova
Crítica para www.cinemaldito.com (@CineMaldito)
53 Festival Internacional de Cine de Gijón
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
¡Aferim!
“Vivimos como podemos, no como queremos”, y a veces ni eso.

Lo has visto miles de veces en películas norteamericanas, que retrataban su deleznable época de esclavitud y de maltrato a quienes eran negros y propiedad de sus amos; para esta ocasión, cambiamos la comarca y nos venimos a Europa, misma crueldad, abuso, dominio y agonía de seres tratados como mercancía.
Un alguacil y su aprendiz hijo, en ruta a por un gitano huido reclamado por su dueño, presentado en ese seductor blanco y negro de una imagen que pasa a segundo plano, para resaltar la ferocidad de unas palabras que van al son violento de las escenas que coronan.
Su lenguaje es mordaz, salvaje, atroz, descomunal y desgarrador, asimilada naturalidad que cohíbe en el retrato de un tiempo y una existencia donde se era despiadado con la comunidad gitana si eras rumano, sanguinaria pacífica andadura que lleva a martirizador destino, donde la cháchara atrae tus sentidos por la mezquindad y barbarie retratadas.
Es un excelente trabajo, de sólido e indigesto argumento, que atrae por su estilo e hipnotiza por ser implacable en sus gestos, vocablos y actos, convertirse en hombre a través del oficio del padre y de una interrogada mirada que debe aprender que cada cual tiene su sitio y nada se puede hacer al respecto.
La ley y existencia de un tiempo, zona y época, que te pilla más cerca y de la que es probable no tuvieras ni idea, franqueza reveladora de un vivir asfixiante o poderoso, según fueras quien daba los golpes o los recibía en su castigada carne.
Radu Jude elabora una atractiva y sugestiva cinta, que despierta tu interés desde el principio por su diferente pose y apariencia estética, y que se mantiene con firmeza y robustez doliente durante sus primeros cincuenta minutos, para unos oídos que escuchan con atención y desarme anímico todo el inquietante proceso, encarando a continuación una pausa en el escalofrío e impacto de inicio por la reiteración y disminución de la intensidad de lo expresado y de lo visto y, abordar la recta final y conclusión con contundente efectividad que cercioran y ratifican el acierto de todos los premios recibidos, pues es un conjunto perspicaz de gran tragedia cómica que perturba y enmudece, de socarronería verbal en medio de una esquelética miseria de un siglo XIX que aturde y aprisiona.
No la descartes, es una joya a disposición de quien quiera optar por su consumo y disfrute, cambia tu conocido y familiar gusto por la aventura y riesgo de probar nuevo género, esa primitiva exposición que recuerda al cine mudo y que muestra la ingenuidad cortante de lo que era el atropello, inhumanidad, perversidad y el saqueo de ser tratado como presa de caza, compra y venta.
La segunda parte deviene un tanto monotonía, al disminuir el valor de una belleza artística ya saboreada, y cuyo texto también disminuye su fuerza; aún así es digna de verse pues es un intenso homenaje histórico a las vergüenzas y desmesuradas monstruosidades del viejo continente, que tiene mucho todavía que contar según tiempos y regiones.
No dejes que el subjuntivo verbal hipotético se apodere de esa sentencia gramatical que confirme, con pesar, ¡ojalá la hubiera visto!, pues ese me gustaría o desearía, que implica el error de un acto pasado, sería toda una tristeza para este trabajo diferente y peculiar que quema sensibilidades y arde en una razón estupefacta por lo que observa, escucha y percibe junto a su inevitable corazón, intimidado y abrumado, todo ello junto a esa incómoda sorna y burla que tiene su gracia, lo admitas o no.
Grata sorpresa que permite seguir creyendo en la magia y valor del buen cine; también hay que advertir no es para todo oyente, muchos quedarán al margen de su salvaje embelesamiento.
¡Aferim!, ¡bien por ellos!

Lo mejor; su artística presentación, de imagen seductora y habla bestial y picante.
Lo peor; a la hora de su rodaje surge la uniformidad, baja su ritmo y disminuye la potencia de su repugnante fuerza.

lulupalomitasrojas.blogspot.com
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
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