17 Críticas de los usuarios

Siempre es un deleite reivindicar, bien en su momento de estreno, bien pasado un cierto tiempo, películas que recibieron o reciben palos críticos. Pues yo quiero reivindicar "Asfalto", una película con un guión muy simple y delgado, pero sólo por contener algunas escenas poderosas y unas estupendas interpretaciones, ya la recomiendo.
Algunas escenas abrumadoras son las protagonizadas por el trío protagonista: la escena de amor ligeramente erótica de los tres jóvenes; Najwa, Botto y Salmerón, heridos y ensangrentados, andando débilmente por una calle céntrica de Madrid.
"Asfalto" es una película cuyo único idioma es el grito; una obra donde se puede encontrar cierta belleza en la violencia, una fantasía erótica hecha realidad y, en suma, es un declarado canto de amor de Calparsoro a Najwa Nimri, su musa, actriz de mirada turbadora y voz hipnótica.

Tremenda cuarta película de Calparsoro con un trío protagonista en absoluto estado de gracia y belleza.
"Asfalto" nos introduce en las vidas de tres delincuentes y su mundo personal, con un guión algo más elaborado que sus anteriores trabajos, tampoco es una maravilla pero muy entretenido y fácil de seguir con unas magníficas interpretaciones de Nimri, Salmerón y Botto,
con ellos vives lo cruda que puede llegar a ser la existencia y lo maravilloso que es tener siempre alguien con quien contar cuando todo va mal.
Sin llegar a lo erótico, el film tiene un puntito sexy que la hace irresistible, con
escenas memorables como la de los tres andando (guapísimos) por el centro de Madrid o la de los tres en la cama con la música de Masttreta.
Dale una oportunidad aunque sólo sea para ver a Najwa más hermosa que nunca.

No querría valorar esta película con aquello de "para ser española no está mal". Porque creo que lo adecuado es valorar en general, tanto si son estadounidenses, como españolas o como sudafricanas o eslovenas. No hacer lo que hacen algunos críticos o festivales que ya le dan puntos de más a cualquier producto realizado en suelo español. Hay que desterrar el autoproteccionismo (soy consciente de que esta palabra pueda no existir) para que todos podamos jugar en la misma liga. Para que se hagan buenas películas.
Así pues, diré que este me parece un muy correcto y original thriller en el que no falta nada. Acción -no me refiero específicamente a disparos y puñetazos, sino a acciones, a que "sucedan cosas"- tensión, amor, erotismo justificado, buenas interpretaciones del trio protagonista (que además, todo hay que decirlo, los tres están más guapos que nunca), cuidada fotografía y un buen ritmo.
Sin olvidar la música de Mastretta que cuadra muy bien con las escenas en las que aparece.

Y aunque no quiera separar o valora el cine español del del resto del planeta tierra, he de decir que a veces echo de menos más películas como ésta, que cuentan con plantemamiento, nudo y desenlace definidos.

Después de demostrar que en su primera ópera “Salto al Vacío” (1995) la gente podía salir bien airada de las salas con esa muestra-puñetazo y mala leche de moderno cine suburbano de los noventa y gracias a la complicidad de la de su entonces musa Najwa Nimri, Daniel Calparsoro se ha dejado llevar por una filmografía irregular que le ha reportado obras tan interesantes como desconcertantes: “Pasajes” (1996), y “A Ciegas” (1997). Con “Asfalto” se fue al Madrid del extrarradio para narrar el triangulo formado por Lucía (Najwa Nimri), Charli (Juan Diego Botto) y el Chino (Gustavo Salmerón) éste último novio de y hermano de un posesivo policía nacional (Alfredo Villa) que lo quiere en el cuerpo más que en la calle. Un desencadenante de circunstancias relacionadas con un alijo de droga que han robado e intentan vender los va a llevar a una espiral de violencia, más allá del desenfreno pasional originado entre los tres.

Usando un lenguaje callejero muy habitual (recurrido de la jerga) Calparsoro consolida un relato que esquiva los convencionalismos del policíaco para adentrarse en el terreno personal de los tres protagonistas frente a los peligrosos obstáculos que les acechan. Sin enriquecer el argumento pero derrochando una dosis de mala bava exteriorizada en el estado de ánimo de su reparto (incluidos Alfredo Villa y Antonia San Juan, ésta última haciendo de madre de Najwa Nimri). Por lo que podría considerarse que, por ser una de las mejores películas de su director, “Asfalto” es un film de problemática juvenil disfrazado de thriller.

Lucía (Najwa Nimri) es una joven oportunista que mantiene una relación muy particular con dos amigos, Chino (Gustavo Salmerón) y Charly (Juan Diego Botto), dos ladrones de poca monta.

Los tres, están desengañados con la situación social en la que viven; son personajes en busca de libertad, que se enfrentan a los miedos del pasado con una violencia excesiva y acostumbrada.

Sus planes inmediatos son robarle a un gangster francés un cargamento de droga, para luego venderla y marcharse a Ámsterdam. Pero nada sale como se había planificado.

El origen de los conflictos humanos son los márgenes de libertad de cada individuo que se acaban donde empiezan los del prójimo. Todos los personajes son sutiles, complejos, y existen conexiones entre todos como si formaran parte de un solo mundo.

La película recibió una nominación a la “Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España” por mejor música original: Nacho Mastretta, Carlos Jean y Najwa Nimri.

La bella cuidad de Madrid y sus localizaciones son un atractivo de la película; la “Plaza de Callao” donde culmina la acción de la película, la “Calle Luna”, el “Metro de Antón Martín”, y la maravillosa secuencia del apartamento del francés desde la que se ven el “Edificio de Correos” y el del “Círculo de Bellas Artes”, son algunos sitios de Madrid.

Hay que reconocer que Calparsoro se la juega. Un thriller en la época de eclosión de los medemcitos y sin tapujos. Intenta hacer de Madrid una ciudad cinematográfica y en parte lo consigue. Ole tus arrestos.

Existe un cine de Almodóvar y un cine de Woody Allen. Algo hace que cuando ves una película suya te invada un sentimiento de deja vu que que vincula la película que estás viendo con otras anteriores de sus autores. No sé si eso es bueno o malo, pero pasa.

De alguna manera, también se puede hablar del cine de Calparsoro. Si sale Najwa Nimri y sale guapísima, es cine de Calparsoro. Si hay acción y violencia a raudales, es cine de Calparsoro. Si hay buenas localizaciones, es cine de Calparsoro. Si los personajes son gente torturada y retorcida, es cine de Calparsoro.

Por eso Asfalto es cine de Calparsoro, y para mí su mejor película. En ella coinciden una bella y morbosa Najwa, con dos apuestos Juan Diego y Gustavo, que se la disputan y a ratos comparten. Hay mucha acción y bien rodada. Y las localizaciones, combinando el lado más lumpen de Madrid con escenas en la Gran Vía me han parecido muy buenas.

Si a todo esto le sumas una hipnotizante banda sonora de Nacho Mastretta te queda una muy buena película, pero que creo que necesitaría haber trabajado más el guión. Pasan demasiadas cosas y en un orden que no sé si es el correcto para la película.

También quiero destacar que es una película "post-Pulp Fiction" y se nota la influencia de la obra de Tarantino en diversos momentos. De hecho, a mí la banda sonora me recuerda en cierto modo a Pulp Fiction.

"Asfalto" es cuarta película Daniel Carparsoro y la mejor de ellas. La ambientación en un Madrid sórdido y la trama, típica del cine quinqui, a base de delincuentes habituales, narcotraficantes y policías indecisos, a medio camino entre su profesionalidad y sus trapicheos corruptos, dan a la cinta un aire desmitificador. El problema es que los actores, exceptuando Juan Diego Botto, no están a la altura. La explosiva Najwa Nimri es una chica del espectáculo pero no tiene dicción ni estilo para ser actriz, salvo su presencia. Uno de los mejores puntos del film es su banda sonora, con temas de pop rock en "obstinato" que se integran muy bien con la acción y la refuerzan. El film ha envejecido bien y no ha perdido demasiada vigencia veinte años después.

En algunos momentos me recordó lejanamente al cine llamado "KINKI" que se hacía unos 40 años atrás; aquel espléndido, reflejando la explosión de la delincuencia, que duró casi una década. Comportamientos y actitudes que reflejaban una sociedad en un momento concreto, muy vital y de apertura... sincero, sencillo pero no simple.

ASFALTO, está más cuidada que aquellas, tanto en sus diálogos como en las escenas, que aún movidas desde cierta marginalidad, se le supone mayor sofisticación y a la vez, menos verdad.

La última media hora, se resuelve propulsada por una hélice de violencia... a mi entender justificada dentro del propio entramado.

No voy a decir que se trate de una historia arriesgada. Pero sí se desliza con seriedad por lugares donde antes entraron otras, moviéndose con menor fortuna.

Nunca me ha gustado mucho Juan Diego Botto, aunque hace 20 años conservaba cierta frescura que con el paso del tiempo ha perdido, ofreciendo en la actualidad interpretaciones poco relajadas... tampoco creo que se deba al tipo de papeles que le ofrecen.

Gustavo Salmerón, un actor a quien había visto en otros trabajos, pero en el cual no me había fijado; aquí resuelve con eficacia y credibilidad su cometido. Tipo inteligente, que ha demostrado su talento en estos últimos años, acometiendo incluso dirección.

Antonia San Juan, bastante joven, medida y solvente. Najwa Nimri, a la que no conocía, se mueve con soltura en un papel de poderosas aristas y vértices.

A ras de acera, el fuerte olor a gasolina, que impregna la brea y la grava del asfalto. La gran vía, en el bullicio de mitad de la mañana, como testigo de la violencia salvaje.
"Las cosas están yendo demasiado lejos demasiado rápido", acierta a decir "Chino" cuando aún nada ha sucedido...

Cuando ni siquiera podemos intuir las turbulencias por las que nos va a hacer pasar Daniel Calparsoro en su viaje sin frenos, y menudo viaje nos espera. Fue así como una de las voces más poderosas del cine español contemporáneo saludaba al siglo XXI después de volver a recibir el aplauso internacional (y nada menos que una nominación al León de Oro) gracias a esa rabiosa fábula situada en el universo del terrorismo vasco, "A Ciegas"; llega el momento de rendir tributo a la ciudad de Madrid, con la que está fascinado desde que se mudara hacía poco, pero no lo tiene claro y duda sobre el guión de Frank Palacios.
Se encuentra por casualidad con Santiago Tabernero y sus arreglos, a casi empezar la producción, terminan de redondear un libreto antes demasiado sujeto en la convencionalidad del "thriller". "Asfalto" marca también el adiós a una etapa, conformando una tetralogía (personal, digamos, aunque haya quien prefiera separarla de sus tres obras predecesoras) liderada por la entonces mujer del catalán, esa incombustible Najwa Nimri, cuyas carreras comenzaron al unísono; es por tanto un acierto que el final de este trayecto lo constituya la presencia continua de la carretera, como aspiración a la búsqueda de una nueva vida.

La carretera que primero vemos, sin embargo, está para traernos el desastre antes de conocer la historia. Una de las escenas más espectaculares que se han rodado en la Gran Vía y que ya deja grabada a fuego la maestría de aquél tras la cámara; un coche que se estampa bajo la sorpresa de los transeúntes. La avenida vuelve a aparecer bajo una luz diferente; una luz temprana, cuando los bares "after" aún siguen abiertos, y lo primero que vemos son las piernas de Nimri sobre tacones de aguja. La presentación de su Lucía y esos dos perros guardianes que la acompañan, "Charly" y "Chino" es rápida, pero ya habrá tiempo de conocerles.
El estilo directo de Tabernero encaja de maravilla con la impronta de Calparsoro. A lo largo de un buen tramo conocemos a personajes, clásicos de su mundo, todos claros, impulsivos y tocados por un malestar que los colma de furia hasta el ahogo; sin embargo, sólo la pareja inicial (no tardará en expandirse a triángulo amoroso) goza de una introspección. Lucía, dedicada al robo, que acaba de recibir la visita de una madre a la que desprecia, tal vez drogadicta o prostituta (Antonia San Juan, brillante aun con pocas palabras); "Chino", bajo la sobreprotección de un hermano policía que le obliga a entrar en el cuerpo.

"Charly", a quien encarna Juan Diego Botto cuya chulería contrasta bien con el tormento de Gustavo Salmerón y la sensualidad de una escurridiza y susurrante Nimri, es un misterio que interviene en la vida de ambos y termina de desestabilizar (nunca sabré por qué jamás conocemos nada de él). Aunque la acción del film se distinga por su título, Tabernero va más allá del género y compone un retrato personal durísimo con esos individuos escupiendo los diálogos como ácido en espacios interiores donde se les encierra sin compasión ni escapatoria, espacios de calor sofocante, de mala leche concentrada, la cual pareciera inyectárseles en vena.
Al igual que sus coetáneos Barroso y Urbizu, Calparsoro se convierte en un indómito del puñetazo, haciendo irradiar brutalidad innata a sus imágenes y actores, siendo difícil no ser arrastrado por el torrente de violencia que generan, y nos sirve un cóctel de intriga, relaciones y acción de ritmo desesperante, que no permite ni un segundo de descanso, pagando su deuda con predecesores como De la Loma y De la Iglesia (inevitable no percibir cierto sabor "quinqui" en cada secuencia), y, en un aspecto más amplio, con los clásicos de la "crook story" americana (¿tenemos aquí a la versión castiza de aquellos Flynn y Friedkin?; de hecho vemos el póster de "Bullitt" y el imponente McQueen de inspiración).

Pese a todo él insiste en el "optimismo" de la historia en contraposición con la más invasiva oscuridad de sus obras anteriores (de ahí que muchos críticos las separen), tal vez porque los personajes, aun siendo acorralados por el entorno que habitan a la fuerza, vislumbran una vía para huir de él. Mientras su amistad y honesto amor íntimo (a tres bandas, algo sórdido, y un tanto incomprensible) mitigan la negatividad y el cinismo exterior, Amsterdam aparece como una tierra prometida; la huida está ahí, la cámara, que no sucede muy a menudo, se toma ciertas pausas del nerviosismo general, y siempre se apunta a una carretera.
Esto sucede en exteriores de suburbios, zonas deshabitadas, que, contra ese paisaje urbano sucio, atestado y asfixiante, transmiten cierta paz; pero sólo compartida por ese trío de ases por el que, en realidad, no debemos tener ninguna compasión, ya que ellos han elegido su camino y, justificándolo aún mejor, creen en él...pese a que ninguno de los momentos e interacciones que protagonizan estén libres de un intenso dolor físico y emocional (todo son guantazos, empujones, insultos, amenazas, gritos; nadie descansa en la cruda realidad de Calparsoro).

Icónico clímax de nuevo regresando a la Gran Vía y esa escena al más puro estilo "peckinpahniano", inmortalizada en el cine patrio del nuevo siglo: el trío ensangrentado, hecho polvo, saliendo del amasijo de hierrajos, victoriosos "outlaws" contra una policía corrupta, dispuestos a salir de la urbe a espacios abiertos.
No menos icónica la presencia de Nimri, tan frágil pero endurecida a base de ostias; imposible no enamorarse de ella (la única actriz española (viva) que seguirá siendo mi flechazo platónico) como le sucedió al catalán, de quien se despide en esa larga autovía final...

...la película ha envejecido muy mal. Todo pasa porque sí, los diálogos son de vergüenza ajena y la exageración del registro barriobajero termina por redondear del todo el nefasto panorama. El erotismo se percibe teatral, falso, la tensión sexual, exageradísima.

La premisa central, que por otro lado no hay Dios quien se la crea, parece tan solo una burda excusa para poder recrearse en actitudes canallescas, con supuesta hondura emocional como telón de fondo. Interpretaciones intensitas y chulas, muy al estilo de lo peor del cine español de antes. Mucho griterío y sentimentalismo pasional de cartón piedra. Infumable al 100%.

Está es una película que habla de la violencia urbana en un Madrid decadente, (cada vez más).
Tres personajes principales: Lucía, Charly y el "Chino" son gente desesperada. Cada uno de ellos busca cómo ganar dinero fácil sin cuidar las reglas de la sociedad.
Es interesante ver cómo estos tres están vinculados en un triángulo amoroso-violento.a lo Tarantino.
Su lenguaje es tan burdo como las acciones que realizan.
El hermano de Chino es un policía que trabaja en el departamento de narcóticos y trata de ayudarlo a tener una nueva vida. Siente que tiene cierta responsabilidad desde la muerte de su padre, etc, etcétera...
En fin, una trama aceptable en un film irregular, como toda la filmografía de Calparsoro que es un buen director a veces y que nos ofrece una película entretenida.

Lo cierto es que esos 20 años que comento parecen más bien 50 años por lo menos, ¡cómo ha cambiado esta grandísima ciudad! Supongo que para bien, aunque según se mire, si es en casticismo y autenticidad para mal, que para muy mal... Claramente, nos hemos europeizado. Botto, como siempre, en ese papel que borda de canalla malote cañero de finales de los 90 y todo el elenco que le rodea. También destaca Antonia San Juan y ese toque almodovariano que echa a la película y Najwa Nimri, otro icono de la generación X.
La peli, sin ser una obra maestra, es una radiografía de aquel Madrid y es increíble lo mucho que ha cambiado en tan solo 20 años.

Todo el mundo me hablaba de "Asfalto" como una de las mejores películas del cine español.
Un día estando en casa la rescaté de una zona de dvd que tengo pendientes de ver, y me dispuse a comprobar si efectivamente todo el mundo que alababa esta película tenía razón.
Me he encontrado con un film que va de drogas, ladrones, tríos; pero no ahonda en nada de eso. Todo es tan superficial que al final la película no se centra en ningún tema.
Calparsoro ha querido retratar un tema social como es el de las drogas, pero metiendo la acción de las persecuciones, robos y tiroteos. Pero todo resulta bastante flojo porque da la sensación de que el guión se encuentra entre dos aguas.
Por otro lado, se ha querido meter el tema sexual de un trío, pero la verdad es que no se saca ningún partido a esta relación. Los personajes se comportan entre ellos de manera incoherente y hacen cosas que no tienen mucha explicación. Además la escena de sexo entre los tres no es para tanto como se dice. Sinceramente es más fuerte la escena del coche de Jack y Rose en "Titanic".
De todos modos no todo es malo en esta película. Debo decir que las escenas rodadas en exteriores en Madrid son geniales. La verdad es que llama la atención ver persecuciones y tiroteos en pleno centro de la capital. Es de lo poco destacable de la película a parte de su banda sonora, que cuenta con alguna que otra canción interesante.
En fin, película que no es para la fama que tiene y que cuenta con unas interpretaciones no muy destacables. Además, decir nuevamente que el guionista ha querido centrar la historia en varios puntos dando un resultado de distorsión y, no se ahonda en ningún aspecto.

No se puede calificar de manera coherente esta película pues tiene matices de muchos estilos pero a la vez carece.
La película no consigue ser lo suficientemente "macarra" como para ser cine "kinki" ni suficientemente sexual como para ser cine erótico. Abundan las malas maneras, las conversaciones a medias, las situaciones surrealistas y las decisiones que te cambian toda una vida tomadas en minutos.
Aún así, la película puede llegar a tener un punto que entretiene si decides rendirte de buscarle coherencia y te decides a pasar el rato.

La cuarta película de Calparsoro, quién a medida que va realizando películas va logrando resultados más artificiosos, mediocres y llenando la pantalla de celuloide hueco, intrascendente.
"Asfalto" es la historia (si se puede llamar argumento a lo que se nos quiere contar) de un extraño triángulo de seres marginales, jóvenes, urbanos y al límite: una chica (la martirizada y gran actriz Nimri, "culpable" de que las películas de su pareja sean visibles al menos mientras ella aparece) y dos chicos (Salmerón y Botto) que viven unas relaciones entre sí de lo más extrañas, dónde se combinan la amistad, la solidaridad y el amor, en una trama en la que a esto se añade como casi siempre en el cine del vasco, una subtrama de thriller, de acción o policiaco, que lo mismo da, muy mal contada y del todo inservible e incasable con el resto del film.
Calparsoro, tras cuatro películas, sigue con su vocación de estilo pero se queda con la vocación. Estas historias de seres urbanos y desabrigados empapan la pantalla de inverosimilitud (cuando sus pretensiones son realistas), de ridiculez (del personaje de Antonia San Juan, ¡madre de Nimri!, mejor habrá que pasar página) y de frustración (para que vamos a volver a insistir en el mutilamiento al que somete a Nimri o al que sometiera a la madura Charo López en "Pasajes").
"Asfalto" es un bodrio irritante, cine falto de aliento y de autoconvicción, limitado en la técnica, con un guión penoso (Calparsoro pide a gritos cambiar de guionista, o sea, limitarse a dirigir) y dónde hay mucho ruido y ninguna nuez.