19 Críticas de los usuarios

Una ambientación de ensueño, una banda sonora maravillosa con un trabajo tecnológico y humano increible. La historia en sí ya no me convence tanto, ya que para nada tiene que ver el Farinelli de la película con el real.

Habré visto esta película hace unos 15 años, de relleno a las 3 de la mañana cuando no hay nada que ver, y cuando, afortunadamente, aún no había infomerciales ni telejuegos. Sopesando los años, creo que debo de agradecerlo, gracias a ello vi algunas joyas que no se hubieran pasado en horario estelar, por ser ampliamente ignoradas por el gran público debido a su complejidad, su rareza, o sus temas tan peliagudos, como el filme en cuestión.

En aquel entonces no reparé tanto en actuaciones o ambientación, que son buenas, la peli me pareció quizá demasiado larga, y algunas reacciones frente al canto de "il castrato" algo exageradas, vamos, en aquellos años lo juzgue de acuerdo a la época, por eso los tres puntos menos.

Me gustó la relación tan estrafalaria entre hermanos, el perfil de Haendel, y sobre todo las escenas referentes a los castrati, en aquella lejana adolescencia agradecí infinitamente que mi voz hubiera cambiado ya desde los 13 años.

Fuera de eso poco que comentar, he visto la película una sola vez en mucho años, y deseo verla nuevamente, aunque es difícil de conseguir.

Mi habitual curiosidad y deseo de no quedame con ninguna duda, me hizo investigar él cómo hicieron la voz de il castrato, vamos, ya no se castra por razones artíticas en estos años.

Siempre creí que la voz la habrían doblado un contatenor o una soprano, y tuve razón, en ambos. fue el resultado de mezclar la voz de la soprano Ewa Malas-Godlewska, y el contratenor Derek Lee Ragin, grabadas por separado y luego mezcladas digitalmente.

Si bien el resultado es inmejorable, me surge la duda de cómo habrà sido la verdadera voz del considerado mejor castrato de todos los tiempos, capaz de hacer desmallarse a las doncellas. Se dice que la voz de un castrato era la mezcla del timbre y la dulzura de un niño y la potencia de un adulto, tan sublime, que bien valía la pena mutilar el cuerpo y la existencia de un individuo para obtenerla.

Saludos.

La película explora el universo que se creó en tiempos (es decir, a comienzos del siglo XVIII en este caso) alrededor de los "castrati", quienes, al quedar privados de las consecuencias naturales de la testosterona, mantenían una voz angelical y un aspecto andrógino a lo largo de su vida. Personalmente, ignoraba que algo así hubiera existido con este propósito hasta que supe de la película: eunucos cantores que hacían de la música y la ópera un medio con el que ganar fama y posición social, y a veces con notable éxito, como en este caso.

Es de destacar, y en sentido negativo, que la película comete muchas licencias con la vida real del cantante, de modo que sólo algunos hechos básicos de su biografía pueden tomarse como ciertos. No los detallaré aquí, pero es conveniente que el espectador sea consciente de ello. El resultado es que los personajes de Jeroen Krabbé (el célebre Georg F. Händel) y Enrico Lo Verso (Riccardo Broschi, hermano del protagonista) están exagerados en cuanto a su importancia real o simplemente muy desfigurados, mientras que el personaje de la adorable Elsa Zylberstein (Alexandra) parece ser una mera invención de los guionistas. Por tanto, no es extraño que la historia relatada sea también, en buena parte, ficticia.

Así pues, nos movemos en dos planos. El primero es el real, y comprende la recreación de la impresionante voz del cantante, así como del entorno en el que vivió. En este sentido es destacable el enorme esfuerzo de Dionisi para hacernos creer que es el "play-back" no es tal. Lo dejaremos en bastante aceptable, por la doble dificultad que supone tanto hacerlo como convencer a un espectador que es consciente de que el actor está, simplemente, haciendo su trabajo.

En el plano puramente ficticio, parece que los guionistas han querido meterse en la pìel de un "castrato" y reflejar de sus anhelos (alcanzar lo que no puede tener, debido a su carencia física), reproches (hacia los responsables de ello), conflictos emotivos (derivados de lo anterior), etc. Y es por ello que la figura del hermano del cantante, su amante y otros secundarios cobran un peso específico que excede con mucho a su trascendencia real, traspasando en ocasiones lo aparentemente razonable, y llegando incluso a rozar un incesto homosexual. La historia que resulta de ello puede gustar, no gustar, o dejarle a uno indiferente. Y a mí me sucedió esto último. Punto, pues, en contra.

En el otro plato de la balanza, además de lo ya mencionado, cabe citar la magnífica ambientación, incluyendo los decorados y, naturalmente, el vestuario. Esto, junto con la música y la aceptable labor de Dionisi y el resto del elenco, hacen de esta película algo recomendable. Eso sí: sin demasiados aspavientos.

A las películas de época, que suelen ser tan parecidas y muchas de ellas cometen el pecado de caer en el esteticismo y olvidarse de contar una historia, les pido que me sorprendan, que me enganchen con un enfoque novedoso. Farinelli es bellísima visual y musicalmente, pero no suscitó gran interés en mí durante la mayor parte de su metraje.
No conocía al personaje de Farinelli, pero, tal y como lo presenta Corbiau, parece uno de los grandes olvidados de la historia del arte. El caso es que su biografía tiene momentos muy bellos, pero la puesta en escena de Corbiau es rutinaria y no me parece especialmente atractiva (¡cuántas veces me acordé de Amadeus e incluso de la controvertida Maria Antonieta de Sofia Coppola!). Sinceramente, Farinelli no es un biopic que recordaré, ni una película de época que me sorprendiera, pero valoro su estética, su trabajada factura visual y la belleza de su banda sonora. Una película correcta, nada más.

Película basada en la figura del castrati más famoso de la música. Protagonizada por Stefano Dionisi la película me parece que es digna porque no hay ninguna como ella que evoque a esos genios de la música. El resto del reparto si bien no esta para nominaciones en los Oscar es aprovechable, sobre todo el que hace de hermano de Farinelli, el compositor. Las arias son excelentes y tiene un buen vestuario. Lo que hace la cámara llega a ser increíble.

Cuando vi esta película sabía poco de los castrati, luego de verla me puse a averiguar sobre ellos y quedé aun más impactada.

Es increíble la forma en que te atrapa, la historia te intriga y no te puedes mover de tu asiento porque quieres saber en que va a terminar.

Lo único que te deja un sin sabor en la boca es el final que es bastante cursi y predecible.

La recomiendo altamente para quienes sabemos sobre música, Farinelli logra un Orgasmo Musical.

Película donde se mezclan magistralmente la opera, el placer, la fama y la manipulación. Corbiau desata un frenética cadena visual, que solo puede disfrutarse sentado y en silencio sin perder detalles de las secuencias. Y que decir de la música de fondo, "Dios, que nunca termine". Stefano Dionisi trepidante en cada aparición, y en cada gesto.

¿Cuando la volverán a dar?

La historia no sigue fielmente la biografía de Farinelli, si no que se centra en la controvertida y tortuosa vida de un privilegiado cantante castrado de su época, un auténtico divo, disputado por nobles y monarcas, un número uno con sus excentricidades y debilidades, pero sobre todo de una voz que puede llevar al que la escucha al puro éxtasis.

El bello Farinelli interpretado por el irregular actor italiano Dionisi luce una imagen de lo mas glamuroso, con un vestuario muy llamativo que evoca a héroes mitológicos y que refuerza su presencia, no exenta de morbo y que sugiere una ambiguedad más alla del sexo, pero tanto el como su hermano, a pesar del éxito conviven con el dolor más hondo.

Obviamente esta película no pasaría de regular, si no fuera por la prodigiosa música llena de fuerza, y por la magnifica e increible voz que la interpreta, que fue creada digitalmente mezclando voces, intentando emular lo que sería un cantante castrado.

A quienes hace muchos años juramos amor eterno a Haendel y a Farinelli esta película no puede más que sembrar desaliento.

Estamos dispuestos a admitir que en una película no es lo más importante que el argumento se atenga o no a la realidad de los hechos -esa es labor del historiador- pero lo que no se debe consentir es que no sea capaz de transmitir al espectador la nota de la magia.
El lenguaje cinematográfico requiere una pulsión psicológica especial, una capacidad fabuladora propia -distinta a la de la novela o a la de la biografía-, un requerimiento estético que va más allá del compromiso formal.

Y esos son valores de los que esta producción se no anda sobrada.
Nos queda, claro, la música.

No es extraño que Corbiau (realizador de alguna excelente película: "El año del despertar") trate con "Farinelli" por segunda vez una película ambientada en el mundo operístico -la primera fue su ópera prima "El profesor de música"- pues fue realizador de ellas antes que cineasta. Esto le hace equivocarse en la película aquí comentada, pues lleva a cabo una esteticista y psicologista biografía del cantante de ópera Farinelli, castrado por su propio hermano cuando éste era un niño (una práctica lujuriosa y terriblemente frecuente en el siglo XVIII), lo que le permitió afinar aún más su prodigiosa voz.
Corbiau plantea el film como un canto a la belleza (aquí la música, pues ésta lo es todo para el castrado: el amor, el orgasmo, la felicidad, el poder) como instrumento mitigador de la castración de cuerpo y alma sufrida por el famoso soprano. Todo queda, empero, artificioso y relamido, falsamente barroco y discretamente narrado, poco convincente y ajustado en sus pretensiones metafóricas, dónde se dan cita varios defectos del cine de "qualité": diálogos rimbombantes, oquedad argumental, ensimismamiento en la creación de época y estética...
Para más inri es una obra penosamente interpretada, en especial por su actor principal, Stefano Dionisi.
Coincidió en la cartelera con la española "La leyenda de Baltasar el castrado" lo que comercialmente perjudicó mucho a la película de Miñón.

Deslumbrante Biopic barroco, que nos presenta a través de un relato operístico, la célebre y tempestuosa vida del afamado castrato, Farinelli. Con una trama centrada en un protagonista que desata todo tipo de pasiones, con el deleite de un voz celestial que parece eclipsar todo a su alrededor, menos sus propios miedos anclados en un pasado persistente, que parece no querer otorgarle su ansiada libertad. Con una banda sonora sin parangón en la sonoridad de largas escenas de óperas, que te harán vibrar de la emoción al imaginar por momentos que estas ahí, presenciando el canto inigualable del propio Farinelli. Y por ciento, de una fotografía que proyecta la majestuosidad de la fama y la gloria, proclive a ser apabullada por un vaivén de imágenes marcadas de una infancia tormentosa y dolorosa. Donde al final el anhelo más humano tiende a imponerse por sobre todo lo obtenido gracias a su talento, y que se relaciona con ser dador de vida, a través de una paternidad brutalmente negada.

Si bien no es un fiel retrato de la historia real de Ferinelli, en particular sobre su origen y las causas de su castración, no se le puede negar su meritoria calidad cinematográfica, en particular en lo referente a su fotografía y música, que para mí son excepcionales. Una película sin lugar a dudas muy recomendable.

Un vestuario magnífico, una música maravillosa que hace soñar y uno se pregunta como una voz humana puede conseguir esos gorjeos; yo la encuentro sublime y me gusta volver a ver los números musicales... y la historia, no voy a decir que sea superintrigante, pero esta basada en hechos reales y justifica muy bien lo poco que se sabe de la gente de aquella ´época y sus costumbres.

Intersante bio-pic sobre la tortuosa vida del llamado Farinelli, un aclamado cantante de ópera allá por la Europa del siglo XVIII. La película nos muestra con bastante acierto la odisea de su descubrimiento y áuge, cuando ya se convierte en una especie de ídolo de masas de la época (incluso su aspecto llega a rocordad a veces a algunos estrambóticos cantantes de mediados de los 80). Asímismo, no se olvida un pelín de intriga para descubrir la verdad sobre su castramiento, el cual le lleva a formalizar un extraño pacto de lecho junto a su hermano.
Los números musicales están bien encajados y no llegan a aburrir; especialmente emocionante la escena del aria que lleva al éxtasis casi catártico al propio Haendel. Las interpretaciones protagonistas dejan algo que desear, resaltando bastante más los secundarios.

El nombre de Carlo Broschi, llamado Farinelli, se puede encontrar en cualquier libro sobre técnica vocal. También cualquier manual de historia de la música repetirá su nombre. Constituye una referencia irremplazable. Farinelli encarna idealmente ese momento en la historia de la voz humana en que se produce el predominio vocal de los castrati, aquellas personas a las que se las sometía de niños a una brutal operación para que sus voces no perdieran su brillo, su intensidad y su alcance al llegar a la pubertad. Y que siguieran sonando con una resplandeciente pureza infantil aunque el físico de quienes las poseían hubiera entrado en una fase de progresivo deterioro...
Corbiau intentó reanimar unos cuantos fragmentos de la vida del cantante y centrarse en un episodio históricamente significativo como lo fué su presencia en Londres, en el teatro de la Nobleza, donde formó parte esencial de la lucha entre facciones musicales, que tuvo como consecuencia la ruina -temporal- de uno de los mayores de toda la historia de la música: el alemán Georg F. Haendel.
El respeto reverencial que en la película muestra Farinelli hacia el maestro sajón es históricamente creíble aunque no existan testimonios sobre ello. Es lógico que un hombre de la sensibilidad del castrato soprano- que esa es la denominación técnica de su tipo de voz- admirara al autor de El Mesías y de tantas otras maravillas. No podía ser de otra manera.

Javier Alfaya

Interesante propuesta a nivel musical y estético. No aburre pero tampoco te vuelve loco.
Es interesante pensar en este "rockstar" del siglo XVIII con todas sus desdichas por su cuestión física. Pero más allá de eso, repensar en cómo podemos poseer todo lo material y ser sumamente infelices.
Por otro lado, si no te gusta este tipo de música no te la recomiendo ya que te vas a comer un garrón de la gran flauta.

Interesante reconstrucción histórica a cargo de una cinematografía como la belga, que no se cuenta precisamente entre las más poderosas del mundo; si bien, en rigor, se trata de una coproducción con Francia, Alemania e Italia, países de músculo audiovisual bastante mayor.
“Farinelli, il castrato” hace gala de un lujoso diseño de producción que le permite recrear con notable veracidad los oropeles de la Europa del rococó, del mismo modo, aunque con eco injustamente menor, que había hecho “Amadeus” (ídem, 1984) unos años antes. Además, a diferencia del fantoche que protagonizaba la celebrada cinta de Milos Forman, el debutante Stefano Dionisi logra eludir cualquier tentación caricaturesca para entregar un Farinelli atravesado de compleja y doliente humanidad.
Se echa de menos, eso sí, un mayor abundamiento en las dos décadas largas que el popular cantante —sería difícil encontrarle un paralelismo, en cuanto a fama, en el “show business” contemporáneo, Freddy Mercury quizá, o Michael Jackson— pasó en España al servicio exclusivo de los reales oídos de Felipe V y su sucesor, Fernando VI. Las “peculiaridades” —por no recurrir a otros términos susceptibles de herir sensibilidades monárquicas— de sus caracteres, sobre todo el del primero, ofrecían un sinfín de posibilidades para cuya explotación artística habrá, por desgracia, que esperar a futuras películas.
Mención aparte merece la banda sonora, compuesta de piezas de la época y firmadas por los Broschi, Porpora y Haendel reales. La asombrosa voz de Farinelli se obtuvo de la fusión digital de las de una soprano polaca y un contratenor estadounidense. El resultado, aun con la miríada de adelantos técnicos habidos desde su estreno hace ya un cuarto de siglo, sigue siendo sencillamente admirable.

Lo mejor de este filme es la nitidez que logra Walter van Ende con su excelentes fotografías y así mismo la escucha de los gratísimos cantos a lo largo de la cinta.

Farinelli, y su hermano, son un duo curioso de cantante y compositor. Ambos representan la idea filosófica que dicta: ningún hombre es una isla absoluta. Cada quien es lo que gracias a que obtiene de los otros en menor o mayor medida.

En pocas palabras, una película regular con cierto atractivo para las orejas.

Sin tener yo ni idea de la música de Farinelli ni de su historia misma, no puedo dejar de sorprenderme por el tono sexual de esta película. En una época en la que se supone que las mujeres eran recatadas, aquí actúan como si la Revolución Sexual acabara de acontecer, y con tremendos escotes.
A esto le sumamos el curioso modus operandi de los hermanos Farinelli. En mitad del acto sexual del castrati con cualquiera de sus admiradoras (son muchísimas), los hermanos se cambian y el hermano que no está castrado sigue donde él otro lo dejó, supongo que será para que prolifere la raza, aunque a mí me parece algo turbio.

El resto de la película no me ha generado gran interés. Demasiados delirios y teatralidad para contar una historia bastante simple.

Me gustaría darle un 8, pero entendedlo: a la peli le falta la "violencia" necesaria.