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83 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
8
Beware The God Killer (Breves apuntes sobre lo que esconde Lo que esconde Silver Lake)
Escribo estas líneas de manera más o menos precipitada, a tan solo un día de haber visto esta estimable película de David Robert Mitchell en la sesión despertador de Sitges. La inmediatez de este análisis quizá conlleve cierta falta de profundidad, pero he preferido ser rápido antes de que se me esfumen las ideas que me ha despertado su visionado. Como muchos ya habrán hablado sobre el director (a mí It Follows ni fu ni fa), los actores, aspectos técnicos, etcétera, me centraré únicamente en una posible interpretación de la película (así que me voy directo a la zona spoiler).

Pero un consejo, no os la perdáis.
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209 de 247 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Todos esos Mensajes te Hablaban a Ti
¿Alguna vez lo has pensado, verdad?
Tuviste la sensación de que esa película, ese libro, esa canción, querían hablarte expresamente a ti, cual mensaje lanzado en botella, en un idioma que olvidaste al empezar a pagar el alquiler y preocuparte por ser aquello que llaman un adulto responsable. Era algo incierto, instintivo, que no alcanzabas a comprender pero te hacía sentir “conectado” a algo más grande.
Con el paso del tiempo, de los amigos, de las relaciones, de los trabajos, de las oportunidades, de las mañanas, de las quedadas programadas, te olvidaste. Pero seguiste conservando esos tesoros en tu cueva, por si alguna vez te volvías loco y te daba por partir en busca de respuestas.

‘Lo que Esconde Silver Lake’ es una exploración de esa sensación tan familiar, proveniente de la angustia “millennial” al haber nacido cuando todo está inventado, junto a la indolencia vital sobre un panorama sobrecargado de estímulos autodestructivos.
Sam navega esa sensación constantemente, siendo uno de tantos en la vasta ciudad de Los Ángeles, pero ya desde el inicio se advierte cuál es su problema para llevar una vida normal: está maldito con el don de fijarse en esas cosas que para otros pasarían desapercibidas. Para toda la fila esperando su latte macchiato matutino, el estridente graffiti del cristal es una minucia, si acaso una oportunidad para ver cómo se bambolea el escote de la encargada, pero para Sam es otra pista más.
Un indicio de que algo está pasando en la ciudad, de que alguien se mueve por la noche cuando nadie mira, de que el misterio se ahonda y susurra ser revelado. El misterio grandioso, ese que nos hará descubrir los “por qué”, los “para qué” y si formamos parte de algo.

En su casa, vemos que se ha estado preparando para ese momento: pósters cuidadosamente enmarcados de grandiosos clásicos ocupan las paredes, revistas y fotografías se amontonan en las esquinas, ídolos de juventud e industria miran desde las paredes.
David Robert Mitchell cuenta acerca de una generación adormecida (o varias), cómoda en su propia costra metareferencial, hablando de tal o cual ídolo con la idea de que eso le conformará una identidad, que se sienta a hablar de sus sueños espoleada por toneladas de “obras maestras”, pero deja para mañana el ponerse a conseguirlos: para qué, si puedo mencionar de mil formas distintas cada día lo mucho que me gustaría ser Kurt Cobain.

Entonces llega el “para qué” de Sam, o la musa prohibida, esa que desde siempre ha inspirado o movido a la acción: Sarah, su nueva vecina, viene rompiendo el encantador edén de la vecina hippie con su música pop chicle, convirtiendo la piscina en un espacio incierto y seductor, como si nunca ninguna mujer en la historia hubiese llevado un bikini blanco y pamela a juego.
De repente Sam encuentra una nueva obsesión lejos de las sustentadas en televisiones o reproductores de música, tal vez porque se antoja una estrella de cine trasplantada a la realidad (el parecido a Marilyn Monroe no es casualidad), y se esfuerza por provocar un encuentro “accidental” con galletas de perro, finalmente llegando hasta el lado más privado de sus gustos y su intimidad… para, de la noche a la mañana, perder toda pista de que alguna vez esa chica desafiaba la plomiza rutina con el blanco de su bikini asomando entre las rendijas de su persiana.

Lo que sucede a partir de entonces, la investigación del misterio en un Los Ángeles al borde del surrealismo, es pistas que llevan a casualidades que llevan a fortuitos descubrimientos que llevan a submundos donde la belleza es una meta, el arte la puta a su servicio y el placer solo es válido si a la mañana siguiente estamos a esto de no amanecer para contarlo e instagramearlo.
Mitchell usa y abusa, superpone piezas de un puzzle que a lo mejor no termina de encajar, pero muestra fielmente cómo hemos ido parasitando poco a poco cualquier rastro de brillantez pasada, y la servimos en preciosísimos platos de exposición donde el más tonto es el que todavía no te ha invitado a su exposición/recital/concierto/meeting para el café.
Lo fascinante ya no es el misterio, y pasa a ser cuán más profunda puede llegar la madriguera del conejo.

Sam se patea la infinita extensión de Los Ángeles, letras de glamouroso Hollywood siempre al fondo como mala película de los años 20 (con finísima banda sonora a juego), y nunca parece estar más cerca de Sarah, sino dándose cuenta de que en esta ciudad, en este mundo, no hay nada tan bueno como para ser encontrado de casualidad.
Todo es una regurgitación forzosa de una fotocopia cuqui (porque la dulce Janet Gaynor pese a las reposiciones sigue muerta) o la triste realización de que guardas revistas de Nintendo Power del año cachipúm porque eres un nostálgico encantador/patético según el momento, y los videojuegos de Super Mario te dijeron que algún día tendrías que ir a buscar tu princesa a otro castillo.
Las canciones de rebeldía estaban escritas y comercializadas antes de ser tus himnos, y por eso las viejas películas en blanco y negro tienen una pureza inigualable, rodadas en tiempos donde todo lo que merece la pena todavía era felizmente accidental. Tal cual como las galletas saladas con zumo que consume Sarah, mencionando “es uno de esos sabores inusuales aún por descubrir”…

El trauma de Sam, de haberlo, es descubrir que la belleza ya no existe, aunque la persiga y busque.
Actualmente no hay manera de conocerla de verdad, ni manera de conservarla por mucho que te digan, ni manera de atesorarla por mucho que insistas en guardar hasta la última mierda que te toca en los cereales.
Quizá por eso los misterios han dejado de tener la gracia que tenían antes, y los dejamos estar para no acabar llegando a la más absoluta nada que adornan.
Pero qué bello sigue siendo descubrir a tu manera, de vez en cuando, un sabor inusual que no habías visto u oído ya. Eso, cuesta darse cuenta, sigue siendo lo que te reconcilia con el mundo cuando este te ha decepcionado.
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178 de 215 usuarios han encontrado esta crítica útil
2
SI LE HAS PUESTO NOTA ALTA NO LEAS ESTA CRÍTICA... POR FAVOR.
¿Qué esconde Silver Lake?... De verdad que alguien me diga ¿Qué esconde? No es surrealista, ni entretenida, ni buena. Nos enfrentamos a un esperpento absurdo, destinado a intelectuales de esos que van a cenas, y les sirven vino de garrafa en botella cara dentro de copa fina, y ellos, grandes someliers de barra de bar, destacan sus complejos matices que evolucionan en boca.

Mis gónadas ya no pueden soportar tanta estupidez estúpida, tanta oligofrenia de alfombra roja. Quiero cine, necesito cine. Un lugar donde se cuente una historia bien narrada, como siempre se hizo, alejada del despropósito incoherente en que estamos situando el entretenimiento visual cinematográfico.
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133 de 209 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Oro parece, plata no es
David Robert Mitchell presenta su nueva película tras sorprendernos con It follows. Se trataba esta de una excelente película de terror. Una premisa original, un ente que sigue a su víctima a paso lento y que se transmite manteniendo sexo, apoyada por una dirección impecable. Mitchell se reveló como un joven talento que supo asimilar los códigos de estilo de los 70, sobre todo del maestro John Carpenter, para mezclarlo con un estilo propio que ya ha dejado su huella en la generación del nuevo milenio. Además, la metáfora de la presencia amenazante como el angst adolescente mostraba igualmente un guionista que evitaba caer en explicaciones obvias, en repeticiones ni en revelaciones evidentes.

En su nueva película, Mitchell vuelve a asimilar unos códigos de dirección clásicos para readaptarlos a un público joven. Esta vez se decantanda por los años cincuenta, sobre todo en Hitchcock, como nos lo confirmará una tumba a mitad de película. Lentas persecuciones con planos que se superponen entre corte y corte recuerdan a Vertigo. Pero también tenemos a un interés amoroso que imita a Marilyn Monroe en la piscina o un protagonista rebelde que en el último plano emula a James Dean. Janet Gaynor hace aparición y cada apartamento está plagado de pósters de películas. Así, continuamente, innumerables referencias captan nuestra atención sepultando el alma de la obra.
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84 de 111 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Todo lo que siempre quisiste saber sobre Under the Silver Lake y no te atreviste a preguntar
¿Qué quieres que te diga? Yo también salí aturdido de la sala. Tenía grandes expectativas depositadas en el director de It Follows. No sé qué te parecería ese film, pero a mí me flipó dentro del contexto del género de terror. A muchos carcas les pareció una idea tonta. Pero tíos, ¿el guion? ¿La forma de cómo está grabada? ¿La atmósfera? ¿Todas las metáforas que hay detrás? [¿Es el sexo el descubrimiento de nuestra mortalidad y pérdida de nuestra inocencia?]. Pero volvamos a Under the Silver Lake. Cuando fui a verla me esperaba ideas ocultas, me esperaba secretos, metáforas… quizás no una dosis tan gratuita de surrealismo. No esperaba esta mezcla de neo-noir con toques de comedia, thriller, y surrealismo, más surrealismo.

Mucha gente ha nombrado aquí referencias a David Lynch y concretamente a su película más famosa y controvertida: Mulholland Drive. No voy a meterme en esos surcos. No soy un experto de la obra de Lynch. Lo que sí puedo decir es que lo que veo yo aquí es una apuesta muy personal de David Robert Mitchell. No sé cómo coño ha conseguido producción para una obra tan propia. Está claro que el tío ha intentado lograr algo original y de culto. El tiempo nos dirá si finalmente lo consigue. Lo que sí creo es que en esta película se vuelven a tratar algunos temas que ya comenzaron a cobrar forma con It Follows.

Sobre el argumento, en el apartado de spoilers lo desmenuzaré. Aquí me limitaré a concluir que, a nivel técnico, a nivel de fotografía, de planos, de interpretaciones, de guion, de producción, de atmósfera, de originalidad, la película me ha parecido brillante. Se agradece que de vez en cuando aparezcan films que se arriesguen, que apuesten fuerte, que nos hagan pensar, sean tan personales, tan únicos y tan propios. A este nivel me ha gustado. Ahora vamos a darnos un baño por el argumento de Silver Lake, porque aquí es donde está la controversia, aquí es donde los que se frustran ante una película que consideran absurda, y pretenciosa se enfrentan a los que encuentran en ella una obra maestra del surrealismo con un mensaje exquisito. Sinceramente no creo firmemente ni en una cosa ni en otra. Vamos a tratar de analizar qué esconde verdaderamente Under the Silver Lake.

A parte de las líneas generales que voy a exponer a continuación, la película está repleta de simbología complementaria que todavía resulta más difícil definir. A continuación os resumo las principales:

El asesino de perros: No aparece explícitamente en la película, tan solo aparece representado por sombras, en los sueños de Sam y referido constantemente mediante el mensaje “Beware de dog killer”. Un punto muy interesante que se ha comentado es que, al principio de la peli, aparece escrito este mensaje en la cristalera de un restaurante, sin embargo, al estar pintado en la parte de la cristalera que da a la calle y al estar la cámara dentro de la tienda, el mensaje se lee al revés. Y, dado que “dog” al revés es “god”, quizás el asesino de perros es una metáfora del asesino de dioses o ídolos, que al final tiene mucho que ver con sobre lo que va el film. Todos los sueños en los que Sam observa a Sarah comportándose como un perro o devorando a uno, también estaría alineado en este sentido. Finalmente, en una conversación con la hija del multimillonario desaparecido, ésta le dice, refiriéndose al asesino de perros, "si asesina a perros, ¿que será capaz de hacer a los humanos?"

La mujer búho: El búho es un animal asociado con la sabiduría. ¿Podría ser que la mujer búho asesinara a sus víctimas porque saben demasiado? ¿Representará a la sociedad, a parte de ella o a un organismo gubernamental persiguiendo y eliminando a los que saben más de la cuenta?

Las actrices o la chica de los globos: ¿Puede ser que representen el mundo del arte, corrompido y degradado por la necesidad, esclavizado por el dinero y el sexo?

Otras simbologías, como el rey vagabundo o el pirata, resultan más ambiguas.

Es imposible definir y apreciar toda la simbología en Under the Silver Lake. Ésta es complicada, aunque estoy seguro de que toda tiene su significado. Es por ello que comprendo que muchos críticos la tachen de pretenciosa, hecha para ser una película de culto, pero, sin duda, no me parece absurda. Se trata de una película bien hecha, con un argumento polémico, y que, como ya he comentado, será el tiempo el que determinará si su contenido es capaz de flotar entre las grandes película del siglo XXI o se hunde irremediablemente en el fondo de un lago de indiferencia.

So what? De qué va todo esto? La peli nos presenta a joven de treinta y tres años sin trabajo, viviendo en Los Angeles por encima de sus posibilidades, en un piso que no puede pagar, y despreocupado e indiferente antes todas estas realidades. Sus creencias y sus valores podrían ser los que se esperan de la generación millenial, adorando a los ídolos de hoy en día, sumido en una búsqueda inconsciente de la belleza, distraídos por el sexo, despreocupado por el significado de la vida, sus responsabilidades o su futuro. Aunque, si algo caracteriza al protagonista, es la curiosa cualidad de buscar mensajes ocultos, misterios y conspiraciones por donde quiera que va. Esto se ve claramente cuando explica sus papeles sobre el estudio de los movimientos de los ojos de una presentadora de televisión. Llegados a este punto, considero interesante destacas dos cosas que muchos expertos creen deducir y consideran importante resultar:

1) Por un lado, los jóvenes millenials no buscan convertirse en sus propios ídolos. Adoran a una selección de estrellas de la música y celebridades a la que no aspiran a convertirse pero que, sin embargo, les confiere su propia personalidad. Los millenials no hemos luchado en ninguna guerra. Nuestra personalidad se define, en muchas ocasiones, por quien admiramos más que por quien somos. El protagonista vive su vida a través de una ventana, observando a los vecinos por puro aburrimiento.
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36 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
MUY MOLONGUI
Esta es una peli larguísima sin argumento definido… no sé… una alegoría sobre la cultura pop… o algo así.

Siempre habrá un montón de gente bien intencionada que con este tipo de pelis molonguis se coma el tarro buscando un montón de mensajes ocultos en la historia, y me alegro por ellos, así se entretienen con algo y se sienten útiles. La propia peli, de hecho, habla de los mensajes ocultos, llegando a la conclusión de que son una mamonada… ahí lo dejo.

A mi entender, llamádme superficial, lo malo de estas pelis es que no suelen ir de nada. O, al menos, de nada que pueda comprender alguien que no sea el guionista, o sus colegas, o los bien intencionados fans de lo molongui, que aunque no lo entiendan se lo inventan. Para los demás, vacío absoluto. Porque lo importante del cine molongui es que la estética mole, y la de esta peli mola un montón. Tanto que te pasas casi dos horas y media mirándola sin que te cuenten nada sensato y al final, que no tiene, por cierto, que se acaba y ya está, sin más, pues te mola. Tiene mérito.
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57 de 92 usuarios han encontrado esta crítica útil
2
No eres David Lynch...ni de lejos
¡Cansado ya de las boutades de los sesudos críticos de cine!
Este engendro pretencioso, aburrido e incomprensible es insoportable y no se comprende su estreno en salas de cine. Su guión absurdo e incongruente rezuma estulticia en cada plano y todavía me doy en la frente por haber soportado 140 minutos de rollo.
Nada se puede decir bueno de este monumento al cine porrero. Quizás la música se salve un poco y algunos despelotes puedan resultar gratificantes para alguien. Me cuesta creerlo...en fin.
El cartel te lleva a engaño y puedes pensar que se trata de un film de género con lo que la sorpresa no puede ser más desagradable.
No se puede jugar a ser David Lynch con un guión tan confuso y retorcido. La historia no hay por dónde cogerla y el único misterio es el de poder entender que alguien haya podido poner un solo dólar en esta producción.
Quizás la peor película de 2018.
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44 de 68 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Maps to the Stars
Tras la proyección de “Lo que esconde Silver Lake” tuve una sensación inusual de embotamiento, tanto argumental como visual, pero en sentido positivo, de hecho aún sigo dándole vueltas. Hacía tiempo que no me ocurría algo así y, también, que no veía una reacción tan dispar entre los asistentes que me recordó al término de “El árbol de la vida” de Malick: mientras una pareja recriminaba el uno a la otra que tenían que haberse metido en otra película, otros algunos salían enojados y tres amigos comentaban tranquilamente la película y todas sus claves... había de todo. Y es que “Lo que esconde Silver Lake” no es apta para el “gran público” que consume sobre todo cine comercial. Para mi sorpresa, este tipo de cine no se suele estrenar en Navidad, aunque entrara en cartelera cual broma el día de los Santos Inocentes, que es cuando las salas proyectan cine familiar a destajo, en muchos casos, de la peor calaña. Al menos yo agradezco el riesgo y la iniciativa de salvar la cartelera navideña.


“Lo que esconde Silver Lake” ha sido para mí un buen film, no del todo rematado, qué pena, con momentos absolutamente arrebatadores, filmada con un lirismo del mejor De Palma, con cierto aire a lo Lynch pero como afectado por Paul Thomas Anderson, Tom Ford, Cronenberg o Jack Smight, rindiendo tributo a Hitchcock y haciendo guiños constantes al cine y a muchos de sus mitos: desde Janet Gaynor, pasando por Marilyn Monroe o James Dean, eso sazonado con el mundo del cómic, de las conspiraciones, de los mensajes secretos en el mundo del arte, la música y la literatura, yendo desde el más puro estilo negro a Pynchon, Auster, J. F Bardin, Westlake o historias que se entrelazan a lo Carver como dirigía el gran Altman. Muchas cosas, quizás demasiados ingredientes, pero creo que aunque haya subtramas o detalles que se le escapen, demasiado bien ha salido su denso guión, con una dirección en la que David Robert Mitchell, tras su “It Follows” rodada hace cuatro años, ha demostrado haber tenido una progresión como autor y como creador sorprendente. Admirable que haya encontrado producción para este inclasificable proyecto. En España hubiera sido impensable que se hubiera llevado a cabo, y encima con un reparto, en la mayoría, no muy conocido, pero que no es impedimento para que todos sus actores se desenvuelvan muy bien, incluso seguro que a más de uno y de una podría significar su descubrimiento, liderados por Andrew Garfield en uno de los papeles más difíciles que ha desempeñado.


Su “look” visual es notable, gracias a un estupendo trabajo de Mike Gioulakis a la fotografía, que inserta breves pero interesantes escenas de animación. En cuanto a la banda sonora, Rich Vreeland, aunque en su comienzo resulte algo grandilocuente luego va como anillo al dedo, con empaque y garra, en la que entrelazan casi un centenar de canciones. Su banda sonora, al menos en canciones, es abrumadora.


El resto, desde el montaje al sonido, hacen un gran esfuerzo por seguir la línea marcada por su “autor”. Ya en el spoiler comentaremos más, pero quiero dejar claro que rompo una lanza a favor de “Lo que esconde Silver Lake”, película tan extravagante como peculiar que me impide recomendarla a cualquiera, porque para mí es un tipo de cine de autor que desgraciadamente, el engancharse a él o el jugar a lo que te plantean no está al alcance de todos. Creo que esto es disculpable entre los espectadores, pero entre los críticos, se supone que “profesionales” o de renombre, es imperdonable que sus pocas entendederas, su sensibilidad de “chichinabo” y su discutible gusto caprichoso o formación de cuarta, les haya impedido ver más allá de sus narices al no defenderla, aunque sea parcialmente, y sigan cobrando un sueldo y disfrutando de un inmerecido estatus entre los espectadores más ingenuos. Por todo ello se trata de una de las buenas películas olvidadas del año, pero que sin duda pasará ser película de culto. Afortunadamente para ellos este es un país sin memoria y con el tiempo cambiarán de opinión, como ha pasado en más de una ocasión, pero para su desgracia para eso está la hemeroteca, para comprobar lo cicateros que fueron en su día.
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22 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Sobra metraje
Una película con buenas imágenes, construida definitivamente sobre una nostalgia ochento-noventosa que le va muy bien, pero que a mi parecer repite demasiado las mismas ideas intrigantes hasta que dejan de serlo. 30 minutos menos de película hubieran sido suficientes para no agotar los ojos con tantos personajes, paranoias y teorías conspiratorias lisérgicas. Es un film pasable, colorido, pero sobre el final uno ya está deseando que termine porque aburre un tanto.
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24 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
1
Ni se les ocurra
Me dejé embaucar por un crítico que escribía y no paraba en favor de un director 'prodigio' que seguía la escuela de David Lynch..., del cual, como muchos de vds saben, soy ferviente admirador, incluso de sus trabajos más radicalmente surrealistas...

Nada más comenzar la proyección me percaté de que lo peor del cine de Alex de la Iglesia es pura candidatura a Oscar si lo comparaba con lo que estaba viendo. Inenarrable. Una desvergüenza total desde cualquier punto de vista que se elija.

Porque una cosa es el surrealismo en el cine y otra una tomadura de pelo de más de dos horas de insoportable duración.

Y no tengo perdón de Dios porque sé bien que, por lo general, en el Festival de Cine de Sitges, por cada film memorable se cuelan tropecientas series Z que de séptimo arte tienen lo que yo de incrédulo.

Cómo será la cosa que no quiero cansarles con pormenores. Basta con acudir a las críticas de Carlos Boyero [El País], Peter Bradshaw [The Guardian], Alberto Luchini [El Mundo] o Peter Bradshaw [The Guardian], para caer en la cuenta.

Esconde un descomunal bodrio que se intenta hacer pasar por surrealismo tipo tren extremeño, no les digo más... [1 sobre 10]

El quicio de la mancebía [EQM]
https://elquiciodelamancebia.wordpress.com/2019/01/05/lo-que-esconde-silver-lake-eeuu-2018-de-david-robert-mitchell/
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31 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
Qué fue lo que pasó?
Una película inclasificable, en la que nada entiendo. Cada poco tiempo me alejaba más de sus propuestas, de la realidad que inicialmente nos presenta de una manera casi académica. Al poco tuve la impresión de que su director o guionista me hablaba en una clave que intuía indescifrable, a la que no llegaría ni con un manual de Instrucciones, porque ya antes de la mitad de la cinta me resultaba imposible conjugar las situaciones que iba proponiendo, algunas casi disparatadas. Ahí desconecté esperando un final que tampoco acababa de llegar, dada su larga duración. Supongo que el que haya entrado en ese juego propuesto, en esos misterios ocultos, la habrá podido disfrutar, pero no ha sido mi caso.

No diré que me he arrepentido de pagar la entrada, porque eso no me pasa nunca, que siempre hay algo digno de verse. En este caso también, porque visualmente es una película enérgica, que sabe captar tu atención. Pero sí que me arrepiento de no haber contribuido con mi entrada a otras propuestas cinematográficas que luego se han revelado como mucho más dignas y honestas, como lo han sido la mayoría de las que he visto últimamente y como espero que sean las próximas que elija.
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21 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Generación Aburrida
‘Lo que esconde Silver Lake’ es la mejor película que he visto en mucho tiempo con permiso de la última de Lars Von Trier.

Pertenezco a una generación que al no tener iconos propios ha tenido que tomarlos prestados de las anteriores o incluso convencerse a sí misma de que cualquier gilipollez intrascendente de su infancia posee algún tipo de atractivo, magia o mensaje oculto.

Una generación que veneraba a Kurt Cobain como ‘el músico guay que escuchaba mi primo mayor’ mucho después del hype; que disfrutaba alquilando películas malas de otras décadas en el videoclub de la esquina y que veía a los viejos hippies, rockers y punks como reliquias vivientes de tiempos más interesantes que los suyos a las que había que analizar y espiar.

Una generación que a día de hoy intenta encontrar en las antiguas revistas de Nintendo y en los mapas que regalaban en las cajas de cereales la prueba infalible de su relevancia, esplendor e interés. Y que a través de una nostalgia absurda y en ocasiones fanática intenta justificarse para no ser considerada como ‘perdida’ o ‘aburrida’.

Pero, al final, también se trata de una generación que sabe que pasará al olvido y que no disfrutó de nada
especial más allá de lo bien que pudiera montárselo cada uno. Y que se obligó a creer que ciertos productos envasados y comercializados en masa tenían otras intenciones más allá de las económicas.

De todo esto y más va el último filme de David Robert Mitchell que en clave de thriller surrealista nos propone una profunda y triste reflexión acerca de quienes rondamos los treinta.

Y encima lo hace acompañado de un apartado técnico alucinante que hace su visionado en pantalla grande casi obligatorio.
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16 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
Truño mental
Más de dos horas soportando una historia, por decir algo, que no aguantaría ni un cuarto de hora. Gracias a que algunos aficionados al ocultismo barato la han puntuado por encima de un 8, tiene una media de 6.
Y que no me vengan con lo manido de “de culto”, porque todo eso está muy visto.
Me refiero especialmente a la primera crítica que aparece aquí y que han suscrito muchos. La peli trata de “la muerte de Dios” o de cualquiera de los dioses porque no hay más que vacío y somos títeres en las manos de los poderosos. Uff, qué cansancio a lo cuarto milenio.
Sé que hay gente para todo, pero aviso, por si de algo sirve, que quienes gusten del cine que dice cosas -Bergman, Rossellini, Hitchcock, Kurosawa, Buñuel, Fellini, Bresson, Ford, Visconti, Truffaut, Spielberg, Coppola, Scorsese, Wilder... y podría seguir, se abstengan de este bodrio sub-surrealista.
Andrew Garfield cansa y los demás son simples marionetas. Lo del viejo que ha compuesto todas las canciones es de traca. Y que acabe bajo la presunta guitarra de Cobain, bueno, mejor dejarlo aquí.
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14 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Galletitas para ilusos.
Otro mito derrumbado por David Robert Mitchell. La misteriosa busqueda del exito a traves del ideario en la cultura popular. Mascotas que juegan al interesado negocio de la fama, recompensadas por las insignificantes galletitas del sistema.

Si con It follows, Mitchell desmitificaba a base de terror y lo vestía con elegantes trajes de género, aquí hace lo propio a base de glamour, suspense y abundante historia negra. Un delirante recorrido hacia la muerte del ídolo. El final de un sueño inducido. Referentes que han edificado con filosofía de moral barata e interesada. Víctimas de una farsa proyectada desde las tinieblas, donde una élite sin escrúpulos hace y deshace, crea Dioses y los destruye a su antojo.

Lo que esconde Silver Lake es algo más que secretos egoístas sobre los mecanismos deshumanizados a los que se aferran los ilusos. Es la consciencia misma y sobrevivir más allá de rebeldías imposibles. Mantener la compostura y no desfallecer tras su misterio.

Una maravillosa alegoría sobre los caminos hacia la madurez y la realidad que le rodea.
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9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Blue Velvet & The Hipsters
Después de su aclamado (y sobrevalorado) segundo proyecto, el director de "It Follows" vuelve a la carga con un nuevo film donde condensa (es un decir), en casi dos horas y media, todas sus influencias cinematográficas del pasado, en una especie de collage coral dentro de un viaje que le sirve para proyectar una crítica social al vacuo y superficial mundo de los jóvenes de hoy en día.

Con referencias directas a directores tan importantes como David Lynch, y en especial a su "Blue Velvet", a Kubrick y a su última gran obra, "Eyes wide shut", así como ecos a la obra literaria de "Alicia en el país de las Maravillas" de Lewis Carroll, Mitchell nos presenta a un personaje que parece anclado en el pasado, en plena crisis existencial y que, para salir de su anodina realidad, se verá envuelto, cual Kyle Maclachlan, en un viaje sin retorno por los oscuros recovecos de la sociedad estadounidense, cuya superficialidad esconde muchos más secretos de los que en apariencia parece (el que siempre sean los mismos personajes los que deambulan por esas estancias de lujo como si de una élite secreta se tratara, o esa obsesión por descifrar todos los supuestos códigos ocultos que se esconden detrás de lo más cotidiano, léase música, cereales, etc).

Un desfile de los más variopintos personajes se sucederán en ese transitar en busca de su propio conejo blanco (Riley Keough), vertiendo mucha mala uva sobre esa misma generación a la que, a priori, pertenece el mismo director (reveladora es la escena con el compositor musical, que desmonta todos y cada uno de los mitos culturales del siglo XX). Precisamente ese halo de misterio bizarro es la gran baza del film, que gracias a la introducción de un refrescante sentido de humor, relega a todo un segundo plano cualquier tipo de grandilocuencia para apostar por la crítica ácida y absurda que, al fin y al cabo, es como se ven las cosas una vez que se está fuera de ellas.

Su excesivo metraje alarga en demasía un film, que de haberse tomado en serio no hubiera conseguido ese acertado clima de paranoia que lo salva del tedioso tono gafapasta que parece imperar en este tipo de producciones, al final resultando mucho más simpático de lo esperado.

Lo mejor; Su variopinto plantel de personajes (impagable el paranoico dibujante de cómics).

Lo peor; Un recorte en su metraje ayudaría a impulsar el, a veces, entrecortado ritmo.
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9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
2
Porque estaba en la Marathon de Sitges
Normalmente a los 30 minutos hubiese abandonado el cine, pero acababa de llegar a la marathon y no quería perder el asiento para las siguientes pelis.
Monumental empanada de referencias adolescentes (los cómics, las chicas por doquier, los misterios y acertijos, las referencias musicales...) con un protagonista pijo al que dan ganas de estrangular desde el minuto cero. Ejemplo típico de director fumado con guión sin piés ni cabeza.
Y por cierto...¡qué grandes y edificantes papeles femeninos! ¿Donde están las feministas para vapulear a este tipejo?
Al acabar me enteré de que era el director de It Follows, bendecida por la crítica y que a mi me pareció un bodrio apoteósico.
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22 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
¨I´m not a knight¨ or ¨I´m a squire¨
En un libro de Lewis Carroll, el escritor, matemático y lógico inglés presentaba aquel acertijo. En una ciudad sólo existe 3 tipos de ciudadanos: Los caballeros (que siempre dicen la verdad), los escuderos (que siempre mienten) y los espías (que pueden decir la verdad o pueden mentir). La guardia de la ciudad estaba buscando a un espía y lo encontraron simplemente porque dijo una frase que sólo los espías podrían decir. ¿Qué dijo aquel espía?

Más allá del entretenimiento lógico, lo atrayente de la propuesta de Carrol, era ese simil que traemos del mundo de ficción a la realidad. Cómo definimos, catalogamos a los ciudadanos en grupos, cómo ellos mismos se catalogan por sus hechos, condenados por sus palabras. Como si la mente lógica-racional no pudiera evitar encajonar la realidad, hacerla participe de su estructura, en una tendencia platónica, dotar a la belleza de Verdad, porque la Verdad es Bella.

Me acordaba de esto al finalizar la proyección de esta estimulante Silver Lake. Un film con una marcada vocación de Gran Novela, de tratar de retratar su tiempo en ese espacio tan cinematográfico que es la Los Angeles de tramoya, a día de hoy (quizás a día del mañana más próximo, quizás ya para siempre). Donde la desaparición de una actriz secundaria que ¨está empezando¨, será el detonador de una investigación que conlleva inevitablemente la búsqueda del ¨todo¨.

Coheniana, algo PTAiana y pynchoniana, en fin, todo lo referenciadamente posible (quizás inevitablemente), que puede ser un film sobre L.A de hoy y sus gentes. Hay humor intencionado que no me hizo mucha gracia; hay escenas y consecuencias inevitables que hacen muchísima gracia y que puede que seas el único en el cine que las pilles, también hay mucha modernez pesada y repetitiva que lastra muchísimo el film. Pero sobre todo hay una manera de hacer suspense, incluso terror de David Mitchell, un talento absoluto como cineasta, que salva el film de sus propios, quizás como digo, inevitables fallos de guión que pudieran haberla convertido en la Obra Maestra que no es...Lastimosamente.

Con Mitchell hay un director en la cámara...Quiero decir:hay una persona que sabe expresarse con la cámara...Más allá de ciertos travellings u movimientos. El trabajo de Mitchell, que entendió perfectamente el Halloween de Carpenter, con su obra de culto ¨It Follows¨, madura y nos vuelve a presentar una visión ante las cosas, algo que francamente, en este 2018, ningún cineasta lo ha hecho con tanto acierto.

Repito, lastra la comicidad, los engranajes propios de la narrativa del siglo XX más trillados. Los aromas del suspense incluso de terror, merecen la experiencia de visitar este Silver Lake. Allí, en esos pequeños momentos, de este film bigénerico, dejamos de, al igual que el protagonista, catalogar el mundo bajo una apariencia, unas reglas o frases que los demás están obligados a decir...

..Con el único propósito de seguir siendo parte activa de este mundo lógico nuestro.
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16 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Deconstruyendo la generación millennial
“Lo que esconde Silver Lake” es la siguiente película del director y guionista David Robert Mitchell tras la aplaudida obra de terror “It Follows”. Si con aquella propuesta Mitchell ofrecía un homenaje al cine de terror ochentero con John Carpenter como fetiche a través de la persecución de un ser maligno incansable que acechaba a todos los que recibían una maldición sexual, con “Lo que esconde Silver Lake” pretende hacer una disección completa del cine negro con Alfred Hitchcock como paradigma mediante la investigación de una compleja y absurda conspiración secreta. Sam representa al joven aburrido y desquiciado que necesita algún aliciente en su vida. La desaparición de su vecina Sarah será la excusa perfecta para emprender una investigación en la que encontrará pruebas a través de todos los elementos que forman parte de la gran cultura pop, especialmente la que ha sido más influyente para la generación Millennial (los nacidos entre los 80 y los 90) y los grandes clásicos cinematográficos. Cómics, videojuegos, música, películas… Todo ocultará mensajes ocultos que permitirán a Sam avanzar en su absurda investigación, generando una duda en el espectador: ¿todo forma parte de su desquiciada mente o existe una gran conspiración?

Andrew Garfield ofrece una de las actuaciones más naturales y convincentes de su carrera interpretando a este joven aburrido, paranoico y deseoso de nuevas experiencias, representante de toda una generación asqueada, a través del cual seremos observadores de una cantidad enorme de homenajes y referencias pop. Cada escena esconde un plano calcado a otra película, una partitura musical determinada, una actuación y maquillajes de actores y actrices clásicos o simplemente en ella aparecen objetos que ya resultan icónicos (pósters de películas, lápidas de directores, estatuas de actores y actrices, consolas de vidoejuegos clásicas…). Una apabullante cantidad de detalles que ensombrecen una trama que avanza a trompicones y que genera unas altas expectativas que no se acaban de resolver satisfactoriamente en su último tercio. La generación millennial diseccionada por un Mitchell deseoso de homenajear a “La ventana indiscreta” de Hitchcock y con momentos surrealistas como si se tratara de un pequeño Lynch por crecer.

Más críticas de cine y series (y algún que otro monigote): https://unhombresinpiedad.com
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9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
2
Se tenía que decir, y se dijo
Me da igual todas las referencias a la cultura pop. Me da igual la cinefilia del director. Me da igual que algunos (bastantes) planos rocen la perfección. Me da igual que Andrew Garfield esté estupendo en la película. Si la película es un bodrio de un señor pedante que se cree más listo que la mayoría de los mortales, se dice y ya está.

Salvo de la quema el momento en que Andrew Garfield se despierta con un cómic de Spiderman en las manos y lo arroja lejos.

En el momento que aparece esa especie de Rey Arturo, desconecte totalmente de la película y todo lo que me contasen a partir de ahi me importaba poco o nada.

Posiblemente, It follows fue de las peores películas que vi, hasta la llegada de esta. Es lo que tiene encumbrar a alguien cuando apenas hizo nada. Luego se creen autores y todo lo que hagan después dejarán a directores como Bergman, Lynch o Dreyer como unos auténticos memos.
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8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
EL SUEÑO EFÍMERO O ¿QUIÉN MATÓ A MI PERRO?
"No se puede hacer cine al dictado del público", acaba de declarar Amenabar. No es el primero que lo dice pero pocos pueden hacerlo y sin embargo parece ser la máxima en sus tres films hasta la fecha de Robert Mitchell (USA / 1974) uno de los pocos directores de un séptimo arte que todavía es capaz de sorprendernos. Solo tres películas, las dos primeras con bajísimo presupuesto le han encumbrado y probablemente tratan de encerrarlo en ese cajón de sastre llamado "de culto" donde van aquellos que se salen de las normas y uno a tenor de lo visto y si las cosas no se tuercen confía y sospecha que a la próxima la volverá a liar  en cualquier género que lo intente como hizo con el de adolescentes, el de terror y ahora con el noir.

Dos horas y veinte de una paja mental en este caso gozosa, exasperante, laberíntica, alucinada y genial fruto según su palabras: ...de un sueño febril situado en Los Ángeles en el que se daban la mano elementos de la cultura pop y películas con las que convivo y me han acompañado siempre".  Su polifacética mirada detrás de la cámara y la notable fotografía de Mikel Gloulakis con quien repite después de "It Follows" se ponen al servicio de un parto que viene múltiple , generoso y surreal cargado de referencias cinéfilas y culturales que el espectador probablemente necesitara varios visionados para encontrarlas en su totalidad con un Andrew Garfield estupendo encarnando a un milenial en proceso de desahucio no solo de sus pertenencias físicas (casa, coche) que intuye que algo va mal, muy mal en este primer cuarto de siglo XXI. Alguien está matando a los perros/dioses, el amor de nuestra vida ha desaparecido, el arte en general y el cine en particular se banaliza y los ídolos y referentes de cualquier tipo están bien enterrados en proceso de descomposición en nuestra memoria colectiva, la belleza ha sido asesinada con un tiro entre sus pechos a la luz de la luna reflejada en ese lago de plata que esconde sus secretos, los que aún saben y sospechan quién está detrás de todo están siendo eliminados en la noche por una mujer que solo se cubre con la máscara de un búho símbolo de aquellos que sí saben lo que pasa. Aquellos que cuelgan grandes carteles para hacernos creer que "ahora lo tenemos más claro". Todo es un sinsentido, un laberinto sin salida en el que solo unos pocos intentan escapar, trascender creando sus propios dioses faraónicos.

Las pistas están ahí en los más pequeños e inverosímiles detalles, solo hay que haberlo perdido casi todo para poder encontrarlas, para estar lúcidamente alucinado, tener fe en lo imposible para conseguir poder vernos a nosotros mismos con la distancia suficiente que nos permita encontrarnos, situarnos en su justa medida

cineziete.wordpress.com
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8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
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