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13 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
8
El reverso humano de las mafias chinas
Acostumbrados como estamos a creernos el ombligo del mundo, se nos pudiera olvidar que no sólo hay inmigrantes chinos en España, sino en casi cualquier parte del mundo. También los hay en Italia, bien cerca de aquí. Y el choque cultural (un choque siempre silencioso, caracterizado por la desconfianza mutua) es el mismo allí que aquí, más aún tratándose de culturas tan afines como la italiana y la española. Es por eso que el film de Andrea Segre se nos antoja tan cotidiano, y su historia tan potente. El debut de Andrea Segre funciona como si se tratase del reverso humano de las morbosas noticias sobre la mafia china que copan estos días los informativos. Hasta pareciera que dichas noticias forman parte de una calculada (aunque extraña) campaña de promoción.

El film se ocupa de Shun Li, una inmigrante china residente en Italia, que por órdenes del jefe de la empresa (¿mafia?) para la que trabaja, es trasladada a Chioggia (la “pequeña Venecia” del título, siempre lluviosa) para regentar un bar del puerto. Allí Shun Li entrará en contacto con los habitantes del pueblo, y en particular, entablará amistad con Bepi, “el poeta” (Rade Serbedzija), un viejo lobo de mar cuyo apodo nos habla de su especial sensibilidad. Bepi, tan sólo como Shun Li, se esforzará en conocerla, en comprenderla, en darle alguna ilusión entre tanto trabajo. Es así como Shun Li empieza a disfrutar un poco de las pequeñas cosas de la vida: de una conversación sobre sus raíces, de un paseo en barca y un día en la cabaña de la laguna de Bepi. Pero pronto la desconfianza se interpondrá entre ellos. No la de ellos dos, sino la de las gentes del pueblo hacia Shun Li y las “mafias” chinas, y la de los propios chinos hacia la relación prohibida de Shun Li con Bepi. Para ellos, “los italianos no son amigos, sólo clientes”.

Como su melancólico escenario, el pueblo de Chioggia, “Shun Li y el poeta” es un precioso y entrañable film, dirigido por Segre con una sensibilidad especial, nada maniquea, para indagar en el alma de unos personajes y de un conflicto tremendamente cercanos. El conflicto lingüístico, siempre tan cómico, también está presente (aunque en ningún momento se abusa). El contenido duelo interpretativo entre Serbedzija y Zhao Tao hace el resto. El film solo se trastabilla algo en su recta final, en mi opinión, algo confusa y anticlimática.

Esta pequeña joya sólo tiene otra pega: después de verla, podríamos caer en la cuenta de que el camarero del chino de la esquina, el que lleva la frutería del barrio y el del badulaque de debajo de casa, además de unos “currantes” que nos están invadiendo, son también seres humanos con sentimientos, con heridas y con sueños. Y eso podría ser un poco incómodo.
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22 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
La otra cara de la inmigración
Ambientada en Chioggia, un pequeño pueblo sustentado en parte gracias a su actividad pesquera, La pequeña Venecia nos introduce en una de esas historias sencillas a la par que sensibles donde ese encantador lugar se comporta como un personaje más. Para que así sea, Segre deja estampas que logran encandilar más que por su belleza por lo particular de las mismas, pues Choggia flota, como Venecia, sobre las aguas y de ello se aprovecha el realizador transalpino para juguetear con la romántica idea de una ciudad que convive con las inundaciones como si no existiese mañana.

Lejos de esa visión romántica, sin embargo, Segre nos traslada a un relato de contenido social tocando una de esas temáticas que más de actualidad no podría estar. En ella, Shun Li, una mujer china con un hijo que ha llegado sola a Italia gracias al poder de la mafia de su país, será enviada a Chioggia para encargarse de regentar un bar y así poder pagar todas sus deudas, para lograr de este modo que la mafia le reuna de nuevo con su pequeño. En el pueblecito costero conocerá a Bepi, un italiano jubilado apodado «el poeta» que todavía continúa con sus quehaceres relacionados con la pesca, con quien llegará a establecer una cálida relación de amistad.

Sorprendentemente, y pese a tener visos para ello, La pequeña Venecia no empieza a hacer gala de su componente social hasta bien avanzada la película, y es que aunque nos encontramos ante un retrato que nos habla en parte sobre el funcionamiento de esas mafias, el cineasta italiano prefiere centrar sus esfuerzos en construir esa relación entre Shun Li y Bepi, que terminará siendo el principal motor de una cinta a la que en ese sentido se podría tildar, en parte, de previsible por repetir esquemas y ofrecer soluciones ya vistas pero, sinceramente, sería injusto dado la honestidad y candor de una obra que en todo momento se siente más cerca de lo que cualquier espectador ya acostumbrado a este tipo de cintas podría esperar.

A través de esa relación, se nos habla acerca de las raíces de ambos protagonistas como parte realmente significativa de sus vidas pero, más importante todavía, como nexo entre dos personajes que no se podrían sentir tan próximos el uno del otro de no ser por ese factor. Con ese vínculo afectivo de por medio, que los acerca, se entreteje una amistad donde los orígenes de cada uno entran en escena ya sea a través de diálogos, fotos o una nostalgia que nunca se torna lo suficientemente compasiva como para tomar una senda sensiblera que Segre evita en todo momento.

Aun así, los únicos méritos de La pequeña Venecia no quedan tras una historia de comprensión y apoyo, también se encuentran en la descripción de una situación verdaderamente delicada huyendo en todo momento de un planteamiento maniqueo que hubiese enterrado, en buena parte, las posibilidades de una propuesta que incluso hace bien intentando no contextualizar (más allá de los detalles debe obtener el espectador para establecer el pacto ficcional) ni posicionar al espectador; el relato se muestra de este modo cristalino y pocos achaques se le pueden realizar a un film en el que se siente algo que hoy en día los realizadores reivindican en exceso acerca de sus creaciones, pero aquí parece existir sin más: el cariño.

A resumidas cuentas, el debut en largo de ficción de Andrea Segre es una de esas pequeñas delicias que merece la pena no perderse, tanto por lo cálido de la propuesta, como por distintos aspectos que nos llevan desde el magnífico trabajo de sus actores (entre los que se encuentra, en el rol de Bepi, al internacional Rade Serbedzija) hasta la proximidad de una historia que, pese a poder resultar lejana (ya sea por la no-vivencia de una experiencia de esas características o por los distintos elementos sociales que en él se encuentran, y que estamos más acostumbrados a ver de modo frío y distante —a través de la televisión—), en manos de Segre logra insuflar vida a un celuloide que parece tocado por la varita de un auténtico artesano. Habrá que seguir viendo si le queda grande la etiqueta al italiano, o si en posteriores trabajos da fe de lo demostrado en este.


Crítica para www.cinemaldito.com
@CineMaldito
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12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
La tranquila dignidad de las existencias silenciosas
Con una sencillez desarmante (que no debe confundirse con la simpleza) y una delicadeza ajena a la cursilería, se nos cuenta una historia acerca de ciertas vidas humildes sin gota de condescencia, muy al contrario, con una empatía y un ánimo de proximidad deseable no ya sólo en el cine, además también en la vida real.

Una Venecia alejada de los cánones turísticos de postal y folleto de viajes, aunque su contexto es ampliable a toda Europa, sirve como telón de fondo a una historia que en verdad habla de la imposibilidad de que dos comunidades que desean vivir juntas pero no revueltas y que por ello, cuando dos individuos ajenos a esas normas invisibles desean estrechar lazos, lo que ocasiona es una intolerancia que a cualquiera le debe resultar familiar ya se por cuenta ajena o incluso propia. El choque cultural ya no es tanto como el choque ideológico.

Con una puesta de escena sobria y eficaz, ajustada al guión, la honestidad de esta pequeña gran obra, que se nota en la claridad con la que son mostrados los dos personajes principales, me parece que hacen de ésta una obra recomendable para cualquiera que desee romper esos prejuicios y, aparte de disfrutar de una emotiva historia, poder zafarse del lastre con el que la ignorancia entorpece nuestra percepción y así aproximarse a cierto aspecto de reciente aparición que forma parte de manera muy extendida en nuestro día a día. Los hay listillos que estafan a gran escala utilizando el arte y el comercio, pero no todos están cortados y cortadas por ese patrón.
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10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
¿Es pecado estar a gusto con una persona?
2 personajes que firmaría el mismísimo Víctor Hugo para "Los miserables". 2 culturas diferentes. 2 edades distantes. Un lugar remoto, abrupto y pequeño.

Aún con todo, cuando se está a gusto con una persona, ¿qué o quien lo puede evitar?

Esto es La pequeña Venecia. Una película de bajo presupuesto, muy complicada de plantear por todo lo distante que separa los protagonistas, en la que su principal atracción es exactamente esa, la ruptura de barreras mentales que nos plantea el director.

Los 2 personajes luchan y pelean contra todos los obstáculos (los que se derivan de "sus mundos" tan distantes), con la normalidad más absoluta, y el director hace partícipe al espectador en su lucha, dándole pie a innumerables posibilidades que el espectador podría plantearse de estar en una situación tan compleja, con el único fin de poder estar en compañía de una persona que te resulta agradable.

Película con mucho tacto y sensibilidad.
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7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Little China
Hablar del estado actual de deplorable decadencia en el que se encuentra la cinematografía italiana es casi como hablar, y perdón por la frivolidad, del drama de la inmigración. Parece que a estas alturas ya se haya comentado todo lo que se tiene que analizar, produciéndose en ambos casos el temido efecto del disco rayado. ¿Puede aportarse algo nuevo a la discusión de por qué una de las industrias cinematográficas históricamente más potentes del mundo está, bien entrado el siglo XXI, casi en ruinas? En la misma línea establecida ahora mismo, ¿qué puede añadirse a la paupérrima situación por la que cada año pasan tantos millones de personas, forzadas todas ellas a abandonar sus raíces bajo la -endeble- promesa de asentarse en un lugar mejor tanto para ellas como para sus seres queridos?

La verdad es que poco o nada puede aportarse que no haya sido mencionado en algún otro momento. No es un problema de creatividad; es un asunto de tener claro cuál es el contexto de una(s) temática(s) que tiene(n) sus marcos muy delimitados. No todo cabe en ellos, con lo que llega un punto en que ya no se acepta la entrada a nada o nadie más. Entonces, ¿por qué esforzarse en abordarlos cuando la batalla está perdida incluso antes de empezar a librarse? Mejor probar suerte en otros terrenos menos inexplorados; donde todavía haya recursos para explotar. O ya que estamos, y ya que hablamos más o menos de lo mismo, ¿por qué no traer la imagen virtual de estos nuevos territorios a los que en un principio pretendíamos tratar? En otras palabras, ¿por qué no hablamos sobre lo mismo, pero desde una perspectiva diferente?

O por lo menos desde una que se aleje mínimamente de los códigos aparentemente inamovibles sobre los que se ha asentado un dogma que cansa por pura repetición. Bajo esta coyuntura se nos presenta 'La pequeña Venecia (Shun li y el poeta)', interpretación libre -un clásico en nuestro país- del título original 'Io sono Li' (en cristiano, algo parecido a ''Yo soy Li''), esperado primer largometraje de ficción de Andrea Segre, quien sorprendiera hará ya cuatro años con el aclamado documental 'Come un uomo sulla terra', y que pretende dar esperanzadora respuesta a las dos preguntas planteadas al principio. Resumiendo, ¿puede un producto presentado bajo la desgastada bandera italiana ofrecernos un enfoque interesante (con ''aceptable'' nos conformamos) sobre la inmigración? Puede.

A pesar de que 'La pequeña Venecia (Shun li y el poeta)' no ofrezca nada estrictamente nuevo dentro del (sub)género, no menos cierto es que son muy de agradecer los esfuerzos -recompensados- por parte del director y guionista por desmarcarse de los dictados de ''Cavalierescos'' que parecen regirlo todo en su país, para brindarnos un producto cuyo principal mérito radica en saber esquivar siempre a tiempo los principales lugares que lastran cualquier producto de estas características. De acuerdo, el dibujo de algunos personajes es de brocha tan gorda que su evolución es más predecible que el derrumbe de los socialistas en los próximos comicios, los que sean. Este tropiezo condiciona a la vez el desarrollo de una historia que a veces hace el amago de acomodarse en la cansina seguridad de lo consensuado.

Por suerte, lo importante aquí es que Andrea Segre decide buscar la inspiración en fuentes más ''exóticas'' (teniendo en cuenta lo que en un principio cabía esperar) para tratar temas de los que nos habían hablado ya miles de veces antes. Así, y sin previo aviso, la ciudad de los canales se transforma en un personaje más, adquiriendo un carácter fantasmagórico y trazando un precioso escenario semi-onírico ideal para reflexionar desde una posición diferente a la que estamos acostumbrados a mirar al conferenciante. Más que rudo y duro realismo social -que también- es poesía (sombría pero a través de la cual se filtran tenues rayos de luz) sustentada por un cuidado apartado visual y por unas sólidas interpretaciones (especialmente la de la pareja protagonista compuesta por Tao Zhao y Rade Serbedzija, que dan credibilidad a la historia de amor imposible, motor principal de la historia). Sí, a fin de cuentas, las fichas de siempre (las mafias, los cuchitriles, las tensiones inter-culturales...) se repiten, pero su disposición en el tablero hace que el dolor e incluso la ternura de su mensaje huyan de la digestión molesta con la que a priori amenazaba el producto. Se agradece.
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7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Lugares comunes y poesía
Causa estragos, una vez más, el paso al castellano del título de una película. En esta ocasión le ha tocado a la italiana Io sono Li, en lo que más que traducción es un rotundo invento; llega a España el film rebautizado como La pequeña Venecia, algo que no sería especialmente relevante si no fuera porque delega el protagonismo a una ciudad en la que ni tan siquiera transcurre la acción y lo relega a quien reivindica el director, la inmigración y cultura chinas, a las que hace algo menos impermeables.

Títulos aparte, vuelve a asaltar la ópera prima de Andrea Segre la temática de la inmigración y los cócteles culturales, que últimamente nos ha dado un par de títulos interesantes, como El Havre (Aki Kaurismäki, 2011) y Terraferma (Emanuele Crialese, 2011), aunque en este caso todo ello es menos evidente y más circunstancial. La pequeña Venecia no se centra tanto en el fenómeno de la inmigración en sí, sino más bien en un encuentro cultural, muy concreto y personal, en el que hay pequeñas colisiones y también puntos en común, y en ese sentido sería más bien un Gran Torino a la italiana. Si bien es cierto que la historia de las dos personas antónimas que inesperadamente conectan no deja de ser un guión ya muy visto –especialmente en el cine europeo, y muy especialmente en el francés–, lo trata Andrea Segre con tanta sencillez que cuesta reprocharle nada al respecto. El argumento: una mujer china trabaja en Italia bajo el manto de una mafia de visados esperando el día en que pueda traerse a su hijo a vivir con ella. En uno de los trabajos que le asignan, de camarera en un bar de pescadores de la ciudad de Chioggia, conoce a un viejo pescador jubilado con el que entablará una relación, digamos, paterno-filial. De ahí, el rehuir de la soledad, el descubrir y el redescubrir, el afecto, la contención, y poesía. Nada que no hayamos visto antes y no obstante fresco, oliente a mar y a recién pescado y apuntalado por dos grandes papeles protagonistas, el de Zhao Tao –ganadora del premio David di Donatello– y el del polifacético y plurilingüe Rade Serbedzija.

Agradable pequeña obra la que nos regala el director italiano, que además nos aproxima un poco más a un mundo pudoroso y reacio a la mostrarse, siempre interesante por desconocido. Con todo, y a pesar del título, La pequeña Venecia bien vale una bueno ojeada, film que nunca está de más, de dosis exactas medidas para dejar un rastro ligero pero duradero.

[Tupeli.es]
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6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Algo pequeñito...
Muy interesante película. "La pequeña Venecia" propone una nueva visión del problema de la inmigración. Aquí, en Europa, un chino viene a ser lo más parecido a un extraterrestre que hayamos podido conocer. Por eso, pueden desarrollarse las más ignominiosas tramas de corrupción, mafias y explotación, justo a nuestro lado, y sin embargo no queremos darnos cuenta de ello. Es más, preferimos disfrazar nuestra intolerable indolencia con una capa de humor de brocha gorda... Por eso, en la película, hasta el croata es un autóctono. Y si la persona que nos sirve el café y las copas cada día es un pobre diablo que vive explotado y alejado a la fuerza de su familia... ¿a nosotros qué?

La película reflexiona sobre todo esto. La excelente interpretación de la actriz protagonista es una baza fundamental para atrapar al espectador. El ritmo es pausado y el estilo es cercano al documental, pero sin embargo la película busca descaradamente llegar al corazón del espectador. Hay muchos momentos muy brillantes. Yo destacaría la llamada de teléfono a China desde el apartamento del croata, a mi entender la mejor escena de la película. Otra gran idea es situar la historia en un suburbio de Venecia, con el turismo y la monumentalidad con mayúsculas justo al lado, y a la vez tan lejos, mencionados en la película de manera constante aunque evitando siempre los planos de postal. Sin embargo, la película toma claramente partido, a pesar de lo que aparenta no es neutral. En absoluto. Y, finalmente, cae en un cierto sentimentalismo, con unos giros argumentales que no me han terminado de convencer y que, para mí, hacen que esta película no sea redonda. No obstante, se trata de una obra más que interesante, sobre todo si se tiene en cuenta que se trata de un primer largo...

O sea, recomendable.
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
ESCLAVISMO CONTEMPORÁNEO
Lo peor es abandonarse, dejar de ser quienes somos. En cierto modo, en la medida en que un emigrante deja atrás su tierra, su familia, abandona parte de sí mismo. De ahí que “integrarse” sea sano. Y integrarse es desaparecer.

La película narra la historia de una mujer china obligada a trabajar sin derecho alguno en espera de que “la organización” de por pagado su billete hacia Italia y decida cuándo es el momento de traer a su hijo, al que, naturalmente, echa de menos. Trabajando en un bar de la laguna veneciana entablará amistad con un sensible pescador alcohólico, viudo y solitario. Su fugaz relación calentará el triste corazón de ambos.

La película es tierna, agradable, se deja ver, y se fundamenta en el trabajo de sus dos protagonistas. Destaco, sobre todo, la delicada interpretación de Tao Zhao pero también la consistente de Rade Serbedzija. Me hubiera gustado que el guión profundizara o estirara un poquito más la relación de ambos personajes en perjuicio de lo que fuera, pues es esa relación lo mejor del film. Por otra parte, ambientación, personajes secundarios y “base” de la trama resultan algo tan cotidiano para, al menos, el espectador mediterráneo, que llega a resultar incluso desconcertante.

En resumen: no es una gran película, pero con los tiempos que corren, cualquier obra de arte que nos ayude a ser más humanos es bienvenida.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
EL CIRCULO Y EL CUDRADO
Andrea Segre, italiano de 36 años, profesor de sociología de la comunicación, experto y premiado documentalista, comprometido con las etnias marginadas.
Cada uno de estos rasgos curriculares se nota y mucho en esta delicatessen que nos regala como opera prima.
Sin apenas estridencias y con una banda sonora exquisita Segre alza la voz y denuncia la explotación de unos, los prejuicios de otros y en definitiva la falta de comunicación que nos rodea en este mundo globalizado, donde siempre quedan resquicios para que el ser humano sea digno de tal nombre.
Película de silencios, de soledades, de vidas frustradas y esperanzas, de inicios y finales. Película de encuadres medidos que rezuman poesía Aún le sobra a Segre metraje para el retrato costumbrista y el humor. ¿Podrá alguna vez el circulo convertirse en cuadrado?
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Pequeña Venecia, ni es pequeña ni es en Venecia...
Hay ocasiones que para tocar un tema complicado, en este caso las mafias chicas y el tráfico de personas, los guionistas ponen en primer plano una relación del tipo que sea entre 2 o más personajes, para que ese tema espinoso, al quedar en un segundo plano, se pueda tocar de una manera más suave. Hay casos que esta fórmula falla estrepitosamente, o porque la relación carece de sentido y/o de fuerza y solo quita importancia al tema realmente importante, o porque ninguna de las 2 historias funciona. Este no es el caso.

En Shun Li y el poeta, nos presenta primero el tema importante, una mujer china ,Shun Li, esta en Italia trabajando, para pagar "el favor" que le hizo la mafia de traerla a Europa, empieza un poco floja hasta que entra en escena el Poeta, Rade Serbedzija bordando su papel de Bepi, que la relación capte la atención del espectador y de fuerza a las dos historias, en este caso, los personajes, en especial Bepi hacen que esta pequeña película crezca y se disfrute.

La película también toca el tema del racismo, ya que la película no solo centra su crítica a lo que hacen las mafias chinas sino en lo como recibimos y tratamos los europeos a esos inmigrantes chinos.

Muy recomendable, tanto por el tema, que muchas veces no queremos ver y solo tenemos que observar muchas tiendas de todo a 100 y muchos bares de nuestras ciudades, no en todos. Y sobre todo por la actuación de la pareja protagonista.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
LA PEQUEÑA VENECIA (SHUN LI Y EL POETA)...SENCILLAMENTE DELICIOSA
Hay películas de las que es un crimen hablar mucho.
Películas que lo que hay que hacer es verlas y disfrutarlas...incluso en soledad, y no compartir esos momentos...y reservárselos para uno mismo, como ciertos secretos...como una experiencia personal, única e intransferible...como un acto de egoísmo y autosatisfacción que nada ni nadie debe turbar.
Películas que luego han de compartirse para que quien lo desee pueda vivir su propia experiencia personal.

"LA PEQUEÑA VENECIA (SHUN LI Y EL POETA)" es un claro ejemplo.
Una historia aparentemente sencilla, que de forma sencilla cuenta toda la complejidad que encierra, sin prisa, sin excesos, sin aspavientos y con las palabras justas.
La historia de dos solitarios que se encuentran, se descubren y se apoyan:

-Shun Li, una trabajadora china, atrapada en una mafia para pagar su "deuda" y poder traer a su hijo a vivir con ella, que es destinada a una pequeña isla de la laguna veneciana para atender la barra de un bar.
-Un viejo refugiado de la antigua Yugoslavia, Bebi, "El Poeta", pescador, viudo, solitario, con una vida sencilla.

Una limpia y desinteresada relación de amistad y casi amor, de comprensión, de generosidad, de entendimiento, de aceptación. Una relación que una sociedad cerrada y cerril como la de esa comunidad de pescadores, por un lado, y la fría y mecanizada mafia china por el otro, son incapaces de entender ni de aceptar.

Como digo, una historia sencilla sólo en apariencia, que cuenta, con pocas palabras, frases cortas y monosílabos toda la complejidad de las relaciones humanas, sin excesos, sin juicios, sin valoraciones morales,...sin nada más que lo que hace falta para despertar nuestros sentidos, nuestro entendimiento, y poner a funcionar a pleno rendimiento la máquina de los sentimientos.

Un brillante debut en el cine del documentalista y director de TV Andrea Segre , que con gran sensibilidad y sabiduría nos sitúa esta dura realidad en un paraje idílico, que al alejarlo de nuestro entorno cotidiano, nos permite aceptar lo que nos narra como algo ajeno, para darnos luego cuenta que esa Venecia de ensueño, está aquí mismo, en nuestro barrio, en nuestro pueblo, en nuestra ciudad.

La actriz Tao Zhao y el veterano Rade Serbedzija construyen dos seres absolutamente creíbles, entrañables, robustos y a la vez vulnerables, sobre los que se cimienta toda la película, y sin cuya credibilidad, nada funcionaría.

La fotografía de Luca Bigazzi, hermosa, fría, realista, cercana... completa la narración que los diálogos no necesitan narrar y crea la atmósfera justa para encerrarnos en la isla de Chioggia junto a estos dos solitarios y vivir con ellos su dura realidad.

La hermosa y acertadísima banda sonora compuesta por Sara Zavarise pone la guinda a este poema íntimo e intimista, filmado en prosa, elevando cada fotograma a una categoría superior.

Poco más se puede ni se debe decir de "La Pequeña Venecia", salvo que la veáis, y la vivaís como os apetezca, pero que no me lo contéis porque no quiero que nada ni nadie altere mi relación con ella.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
INIVISIBLE
Bonita película de diálogos y silencios repletos de contenido. Tranquilita e íntima. Una inmigrante china que trabaja duro para traer a Italia a su hijo de ocho años es trasladada a una isla de la laguna veneciana para trabajar como camarera. Allí encontrará a Bepi, un pescador eslavo con el que trabará una bonita amistad. Relación que no compartirán ni los chinos ni los lugareños. Nada pretenciosa. Sin arengas. Sin pretensiones. Cine invisible.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Melancolía no es sinónimo de cursilería
Una obrita tan preciosa como juguetona con lo cursi. un penoso título en español. Unos actores muy buenos, sobre todo esa china que se come no la pantalla, sino la sala de proyección. me recuerda esa invasión del espacio con que nos obsequió Rinko kikuchi desnuda en el balcón al final de babel.
Con ese aire malancólico-documental tan de moda entre los artesanos de ese cine ventajista y antipalomitero en el que recogen a esas almas pasajeras de lo cool. Con esos paisajes planos que recuerdan las diferentes apuestas impresionistas del amanecer y atardecer en el támesis. Con esa Venecia que nunca dejará de parecerme un inmenso decorado pergeñado por un Dux al quele sobraba la pasta, incluso para montarse una de clicks de famovil pero de verdad en Lepanto. En fin....
Eso si hay que reconocerle que el contenido social se desliza entre esa niebla que sirve de cama acuática a los trocitos de la vida que se va componiendo para esta pareja imposible. Porque la pareja imposible se vale de un intenso amor, soterrado unas veces, admitido otras, clandestino amor y una pequeña solidaridad. Película preciosista es verdad, entretenida, bella con alma, pero con un alma que se queda corta y lo que es peor de quedarse se queda en el melodrama esperado del final. Es como ese concurso facilón disfrazado de ciencia, en el cual los espectadores van acertando y autoafirmandose. Esa e la película. No es una pequeña enciclopedia como quiere su autor. Se queda en unas pinceladas de estructura social contemporanea. Incluso en aquel consejico para que los macarrones con chorizo parezcan la lasagna viccencio. Pero con todo si recomiendo verla. Puede ser como esa bata larga de color negro que usan las bailarinas de flamenco y que las hace más gráciles aun....
Ah y no dejaré que.... ni que me intenten convencer de que melancolía es igual a cursilería.
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1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
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