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14 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
10
Retrato de un padre italiano del sur.
Para los que crecimos en el seno de una familia italiana, no alcanzan los pañuelos.
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18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Un viaje desolador
Giuseppe Tornatore nos brindaba aquí un drama familiar sustentado en la figura del nono, el anciano abuelo que se recorría la geografía italiana para poder honrar la buena vida de sus hijos. Es una película con una historia sencilla, pero apasionante, profunda y de gran carga psicológica. Es triste ver la soledad de ese hombre que vive en un mundo irreal, imaginario, cargado de nostalgia y melancolía. Sin una esposa presente, y con unos hijos que ya abandonaron el nicho familiar hace años para buscarse un futuro mejor (hay que tener en cuenta que en Italia hay una fuerte emigración del sur al norte).

A través de Matteo Scuro, interpretado de una manera fabulosa por Marcello Mastroianni, recorreremos las sporche strade de Napoli, la ancestral Roma, la renacentista Firenze o las opulosas e industriales Milano y Torino. Ciudades en las que sus hijos podrán recrear la farsa de esa vida anhelada por su padre para ellos, vivir en el sueño de ese hombre que saca pecho, en un país tan tradicional, acerca de su familia. Un famoso político, una modelo de pasarela, una importante ejecutiva o un gran percusionista. Eso es lo que piensa él, pero, poco a poco, va dándose cuenta de la realidad. Es una película desmitificadora, dura. Cargada de soledad y dolor que nos muestra, en gran medida, el cambio de valores en una sociedad occidental como Italia. La familia ya no es lo que era debió pensar Matteo, un hombre que dedicó, junto a su mujer, toda su vida a la felicidad de sus hijos. Tornatore toca la fibra sensible gracias a este desolador y melancólico viaje. Un viaje que concluye con un “stanno tutti bene” del anciano dirigiéndose a la lápida de su mujer, como acogiéndose en los días que le restan a ese mundo, el suyo, con el que creció, ya en decadencia.
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17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El viaje del señor Oscuro
Después de "Cinema Paradiso" (1988), uno de los más grandes éxitos de crítica y público del cine italiano, difícil era que el joven director siciliano Giuseppe Tornatore (nacido en 1956) pudiese lograr un resultado parecido. Sin embargo, su siguiente película, "Están todos bien" mantiene bastante bien el tipo, gracias en gran medida al "savoir faire" de su protagonista, Marcello Mastroianni.

"Están todos bien" es una singular "road movie" que narra el viaje de un anciano siciliano, interpretado por Mastroianni, a diferentes ciudades de Italia para visitar a sus cinco hijos, ya que ellos, por alguna razón que él desconoce, no han acudido como cada año a visitarlo a su pueblo de Sicilia. La película se articula por lo tanto como un recorrido del sur al norte de Italia (llamativo cuántas películas italianas hacen uso de este motivo del viaje norte-sur, o viceversa, muchas veces para poner de relieve las enormes diferencias entre las dos zonas del país), en que el protagonista Matteo Scuro (nombre bastante simbólico, este de "oscuro") pasa sucesivamente por Nápoles, Roma, Florencia, Milán y Turín. Pero este recorrido exterior, que ofrece por cierto un hermoso repertorio de paisajes urbanos de las citadas ciudades) es a la vez un viaje interior, en el que lo que importa es la transformación del protagonista a medida que va descubriendo cosas que no sospechaba acerca de sus hijos. La película, como es frecuente en el cine italiano, mezcla sabiamente lo trágico y lo cómico, lo grave y lo ligero, aunque no puede dejarse de notar que predomina, sobre todo hacia el final del filme, un tono oscuro en consonancia con el apellido del personaje principal.
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12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
La cosecha malograda
Creo que es la película más pesimista que he visto en mucho tiempo, comparable al insondable pesimismo de Buñuel. Pero si en el turolense era seco, despiadado y brutal, en el siciliano es melancólico, plagado de nostalgia y de una amargura dolorosa que invita a las lágrimas. La hiel que contiene circula por por el torrente sanguíneo hasta el corazón y oprime los lagrimales, porque Tornatore es un adalid de los corazones rotos, de las ilusiones que se van perdiendo recodo a recodo.
Es indescriptible cómo emociona un anciano y desvalido Marcello Mastroianni, antaño galán del estrellato mundial, ahora reducido a un viejecito de gafas de culo de vaso, entusiasta cabeza de familia que viaja enseñando la foto de sus hijos y pregonando su orgullo paternal a unos pasajeros que en el mejor de los casos miran la foto y lo escuchan sólo por educación.
Recién salido de su Sicilia natal tras muchos años sin pisar la Italia continental, se le ve fuera de lugar en esas ciudades aceleradas, abarrotadas de tráfico y de muchedumbres indiferentes y presurosas. Se acentúa su aislamiento de caballero anticuado que camina entre gente estresada, entre músicos callejeros y mendigos, entre avezadas tribus urbanas, rateros y dementes. "La ciudad no es para mí", grita a los cuatro vientos su estampa entrañable de anciano de otra época expuesto a los peligros e ingratitudes de la gran urbe. Cargado con sus maletas, no realiza precisamente su entrada triunfal, a pesar de que se esfuerza por mantener su sonrisa bonachona y su ánimo benevolente. En su tour a la búsqueda de sus hijos desperdigados, pronto empieza la cruda realidad a desgarrarlo con sus zarpas. Pobre ingenuo, que creía sorprender a sus retoños con su visita inesperada y es él el sorprendido cuando ninguno lo recibe como él esperaba, ni lleva la vida de fábula que en la distancia el padre, ciego por negarse a ver, había idealizado.
Así marcha de tren en tren, de ciudad en ciudad, y el entusiasmo y locuacidad iniciales se van trocando en tristeza y desgana, y la foto cada vez parece más mentirosa, más falsa, pura apariencia de una quimera que sólo existía en su imaginación.
Pronto el velo se cae y deja al descubierto la verdad desnuda, que él cometió el error de pretender que sus hijos iban para cargos importantes, que eran talentosos artistas, genios que tenían que llegar muy arriba, les puso el listón mucho más alto de lo que podían alcanzar y ahora recoge los frutos de la cosecha malograda por haberle pedido demasiado, por no haberla dejado madurar a su aire, por haberla asfixiado abusando de los fertilizantes.
Y no es que lo hiciera por maldad, pues los ama; lo hizo porque creía que era lo mejor para ellos, pero a menudo los padres se obstinan en lo "mejor" aunque no sea lo que los chicos quieren ni pueden conseguir. Esa es una de las grandes equivocaciones en la misión de ser padres: no ver a los hijos tal como son sino como nos gustaría que fueran, ni dejarles elegir su propio camino. Eso crea una insatisfacción muy profunda, alejamiento del seno familiar y finalmente origina un mundo de incomunicación, fingimientos y secretos.
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10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
El viaje
Siempre he pensado que Tornatore es uno de los directores que de mejor forma representa el lenguaje cinematográfico, juega mucho con los simbolismos tanto visuales, como en los diálogos, o momentos de sus películas. En esta ocasión no se queda atrás con esta trama que nos muestra a un anciano siciliano (enorme actuación de Mastroianni) que decide viajar por toda la Italia continental para visitar a sus hijos a modo de sorpresa.

Él está seguro que son personas de éxito en los trabajos que desempeñan (ellos también se lo han dado a entender) y que viven una vida perfecta (imagino que es el deseo de todo padre), sin embargo, con el pasar de las visitas se da cuenta que no todo es tan positivo como él se lo imaginaba, enfrentándose ante la realidad de la indiferencia de ellos y su soledad. Tal vez sea el hecho que solo con sus pares se pueda sentir bien, sin dejar de lado que el entusiasmo con el que empieza el viaje se va perdiendo poco a poco, esto es algo que se ve de forma sencilla en la fotografía que lleva en su billetera (lo que les menciono del lenguaje).

Así mismo, está la visión que tiene de sus hijos, en cada visita, en cada reencuentro los ve por un pequeño lapso como niños, como las criaturas que el junto con su esposa crío con el afán de que fueran personas importantes y de bien. A fin de cuentas esto también se ve a lo largo de la película en unas secuencias que suceden en una playa, las cuales están representadas a modo de flashback-pesadillas por parte del padre, donde en cierto momento incluso ve como los pierde y se van de su lado.

Es una película bella con una gran crítica ante el abandono de las personas mayores (nuestros padres, nuestros abuelos y nosotros mismos, a fin de cuentas nadie se va a “escapar” de esa etapa de la vida), recomendada para todos y por cierto, como es costumbre en este director mezcla muy bien el drama con la comedia lo que hace la película muy llevadera.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Gran cine italiano.
Ha pasado el verano y los hijos de Mateo Scuro no han llegado a las playas sicilianas donde él vive. Aquellos cinco que siendo niños han jugado en esas playas se han desperdigado por distintas ciudades italianas del Norte en busca de trabajo, y Mateo, ilusionado con sus posibles progresos y bienestar decide ir a verlos. Al estilo realista italiano y con toques surrealistas las cosas no son como Mateo (Marcello Mastroianni en sus 65 años de edad) se las imagina. Por otra parte sus hijos tienen que ocultarle acontecimientos para evitarle sufrimientos. Un largo viaje nos lleva a Nápoles, Roma, Florencia, Milán y Torino y a conocer las agridulces realidades de la familia de Mateo, un Mastroianni envejecido pero aún lleno de encanto y de vida, con unos lentes de payaso, lentes de miope que agrandan sus ojos, que quieren ver otra cosa que la realidad, en una sociedad muy diferente de la que él ha conocido y del progreso que ha imaginado. Otra encantadora película del director de "Cinema Paradiso" y que fuera retomada más tarde en Norteamérica con el mismo título y que ya he comentado.
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5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Una historia ucrónica
Una vez más Giuseppe Tornatore nos regala esta maravillosa historia de la vida cotidiana, en la personificación del protagonista la excelencia de Marcello Mastroianni. Preocupado por la familia y ante la frustración de sus anhelos, construye una realidad para que la vida sea algo misericordiosa para con el. "Stanno tutti bene" y si lo están, habrá que ver como...
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2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Viaje por Italia
Bonita historia que nos presenta Tornatore y aunque no llega a los niveles máximos de Cinema Paradiso, está muy cerca. La historia es entrañable y al mismo tiempo cruel. Vemos como un viudo jubilado decide visitar a sus hijos en distintos puntos de Italia. El director aprovecha para mostrarnos bellísimas estampas de los monumentos italianos. La banda sonora también acompaña a que la película nos atrape y sobre todo, la magistral interpretación de Marcello Mastroianni que nos deslumbra con uno de sus mejores papeles. Todo el optimismo, alegría y fuerza del comienzo de la película se va tornando en amargura, melancolía y un poso de insatisfacción. Lección magistral para ver como toda una vida puede pasar de lo mejor a la realidad en pocos segundos.
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2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
El abuelo apesta
En Stanno tutti bene (1990) el director italiano Giuseppe Tornatore muestra el viaje por Italia de un adulto mayor, interpretado por Marcello Mastroianni, que busca reunir, quizás por última vez, a todos sus hijos.

Por Nicolás Bianchi

No hay peor ciego que el que no quiere ver dice el saber popular, en este caso aplicable al personaje central de Stanno tutti bene (1990), película de Giuseppe Tornatore, director italiano más conocido por haber hecho Cinema Paradiso (1988). Matteo Scuro (Marcello Mastroianni) es un hombre mayor que vive en Sicilia y decide emprender un viaje para visitar a sus cinco hijos que habitan en distintas ciudades de Italia.

Desde un principio el personaje parece tener cierta desconexión con la realidad ya que se encuentra hablando solo en la cocina de su casa mientras desayuna. Peor aún, no solo dice palabras al aire sino que mantiene una suerte de diálogo imaginario con alguien que no está, porque frente a él hay solo una silla vacía. Al partir, en la estación conversa con el guarda y desde el tren le pide a gritos que le mande saludos a su padre, a lo que el ferroviario le indica que éste ha muerto. Matteo, sin acusar recibo, exclama nuevamente para que le envíen su mensaje a su viejo amigo a lo que el guarda, ya resignado, asiente. El personaje no ve o no quiere ver lo que sucede a su alrededor.

Así se inicia una especie de road movie por Italia en la que Matteo va a intentar reencontrarse con sus cinco hijos, a los que evidentemente lleva un tiempo sin ver. La primera parada es Nápoles, donde le es imposible hallar a Álvaro ya que no contesta el teléfono ni el timbre de su casa. Desde un principio las ciudades se presentan como un terreno sumamente hostil para Matteo. Hay delincuencia, contaminación y, sobre todo, la más completa indiferencia por parte de los habitantes, siempre más jóvenes que él. Entre él, un anciano, y los jóvenes existe una distancia que no puede ser salvada en ningún momento porque Matteo tampoco se muestra hábil para hacerlo ya que solo parece querer contarle a todo el mundo sobre sus hijos, lo que para los desconocidos es un tema sin el mayor atractivo.

La idea que Matteo tiene de su vida y la de sus hijos está completamente distorsionada. Desde el primer momento en el que se encuentra con ellos Tornatore nos lo indica al ubicar en el lugar de los hijos, todos rondando los treinta o cuarenta años, a niños porque el padre todavía ve a su descendencia como si fueran infantes. La otra forma de auto engaño es observarlos como personas sumamente exitosas. Matteo llega a Roma, luego de su fracaso napolitano, y se reúne con Cannio (Marino Cenna), otro de sus hijos, que se dedica a la política. Matteo lo ve como un referente del partido político en el que trabaja aunque Cannio sea apenas un asesor de segundo orden de un legislador. Todos juegan el juego de la hipocresía en el que sobreactúan importancia y felicidad, cuando en verdad llevan una vida sumamente ordinaria y plagada de problemas, como la de cualquier persona del común.

La película también retrata un espíritu de época. Es 1990, luego del derrumbe del socialismo ya se comienza a percibir la oleada de individualismo que arreciará en el mundo. Las comunicaciones y las tecnologías también están por revolucionarse. Ya a Matteo le cuesta horrores lidiar con el teléfono y los contestadores automáticos, que lo separan aún más de sus hijos. Mientras, los niños, los bebés ya están hipnotizados por las pantallas. Ya no existe más el mundo de las cartas escritas a mano y las frecuentes visitas presenciales que añora Matteo. Y nadie parece estar dispuesto a realizar un esfuerzo para que los adultos mayores se sientan a gusto en las grandes ciudades.

Quizás el punto más alto del film sea la musicalización, a cargo de Ennio Morricone. Los temas instrumentales proveen de una fluidez muy necesaria a las acciones. Los viajes entre ciudades y los momentos de espera cobran así otra relevancia. Los días de Matteo son interrumpidos por sueños que representan su miedo a perder sus hijos, lo cual está bellamente filmado en unas escenas de playa. El interludio de su viaje, en el que conoce a una señora también sola (Michele Morgan), acentúan los propósitos del personaje, que no quiere solucionar sus problemas, sino llevar su mirada irreal de su vida hasta las últimas consecuencias. Vivir en una farsa continuada es, en parte, una elección.

Tornatore y la película fueron premiados en el Festival de Cannes 1990. Stanno tutti bene fue también reversionada por Hollywood en 2009 bajo el título Everybody´s fine con Robert De Niro en el papel de Mastroianni.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Nostri figli? Stanno tutti bene.
Maravillosa y triste película la que nos traía el italiano Giuseppe tornatore en 1990 después de su enorme éxito con "Cinema Paradiso". Aquí, un inmenso Marcello Mastroianni se convierte en Matteo Scuro, un septuagenario consumido por la soledad que decide ir, con su sombrero, sus gafas de aumento y su maleta a visitar, uno por uno, a sus cinco hijos, de los que se siento orgulloso a rabiar. La verdad es que Mastroianni, él solito, se carga a sus espaldas este drama, ya que ninguno de los actores que interpretan a sus hijos destaca en especial. Es el genio italiano el que hace que esta película brille de manera especial, con un recorrido por la bella geografía italiana desde el sur, partiendo de Sicilia, a Nápoles, Roma, Florencia, Milán y terminando en Turin, toda una delicia. Valeria Cavalli interpreta a la hija dedicada a las pasarelas, Marino Cenna nos trae al hijo político, Roberto Nobile es el músico de orquesta sinfónica, Norma Martelli es la hija directiva de empresa y el pequeño Salvatore Cascio, al que Tornatore habría antes elegido para protagonizar su "Cinema Paradiso", es Alvaro, el más solitario de todos y el que presumo ser ojito derecho de papá. La banda sonora de Ennio Morricone, una vez más acompañando a Tornatore, también merece la pena.
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1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Tornatore y Mastroianni
Giuseppe Tornatore es un un director italiano que no nos deja indiferentes.
Cuida cada historia así como cada personaje.
Excelente Marcello Mastroianni, que tiene siempre el talento para hacernos creíble cada papel, magistral, sublime, hace de su interpretación todo un arte de la sencillez, siempre nos llega a emocionar.
Magnifica película.
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7
La Familia Italiana.
14/14(14/01/24) Notable deconstrucción de la institución familiar en un drama incisivo y cargado de imaginación puesta al servicio de la penetrante historia. Lo tenía difícil el director y guionista Giuseppe Tornatore para mantener el nivel tras la aplaudidísima “Cinema Paradiso” (1988), pero el cineasta siciliano mantiene la fuerza emocional con esta radiografía nada complaciente sobre la paternidad y las expectativas que ponemos en nuestros retoños. Aquí con la ayuda en la escritura del gran Tonino Guerra (“Blowup” o “Amarcord”), film que como el protagonizado por Philippe Noiret habla de los recuerdos, de la melancolía de un pasado que nos marca y como el presente puede arrollarnos, de la nostalgia sobre lo que deseamos (el cree sus hijos son un famoso político, una modelo de pasarela, una importante ejecutiva o un gran percusionista de orquesta). Eso es lo que piensa él, pero, poco a poco, va dándose cuenta de la realidad. Es una película desmitificadora, dura. Tornatore toca la fibra sensible gracias a este desolador y melancólico viaje. y lo que da la vida. Aquí este análisis es enarbolado por un Totémico Marcello Mastroiani como el viudo patriarca (siciliano como el director) Matteo Scuro, un Titán que da una lección de tour de forcé apoteósico con esta road movie que recorre Italia de Sur a Norte, donde el padre irá sufriendo una transformación a medida que va descubriendo la verdad sobre sus vástagos. Un drama que da para los dilemas morales, da para la reflexión, da para pensar por su hondura. Narración con hondura psicológica en su incisivo desarrollo mezclando realidad y onirismo mágico (lo hay de otro modo), donde se ausculta la soledad, se ausculta el alienamiento de las urbes, la hostilidad de las ciudades

Matteo Scuro (Mastroianni) es un septuagenario originario del municipio siciliano de Castelvetrano, ex empleado del registro civil jubilado, viudo y solo, siempre se imagina hablando con su esposa Ángela y sus hijos que aún son niños en sus ensoñaciones despierto. Sus cinco hijos, tres niños y dos niñas, lo han convertido en abuelo de varios nietos y viven en la Italia continental en las ciudades de Nápoles, Roma, Florencia, Milán y Turín. Sus hijos y familias no participan, como habían prometido, en unas vacaciones de verano en grupo había organizado Matteo, siendo una triste imagen de él con cinco bungalows alquilados junto al mar y sentado a una gran mesa solo en un chiringuito, desolador. Matteo decide ir a visitarlos, algo que nunca había hecho antes. Matteo nombró a sus hijos con nombres derivados de personajes de la ópera, que le apasiona mucho; Consciente de haberles dado una buena crianza y educación, parte (atravesando toda Italia en tren porque tiene miedo de volar) seguro de encontrar los ambientes familiares serenos y las situaciones profesionales bien realizadas de las que sus hijos siempre le han hablado y del que se siente muy orgulloso, pero se dará cuenta la realidad es distinta.

Su hijo Álvaro, en Nápoles, imposible de localizar, aparentemente está de vacaciones después de haber ganado un viaje premiado; Matteo intentará localizarlo durante todo su periplo, dejando varios mensajes en su contestador (que el director escenifica con la gente a su alrededor en pausa), siempre sin éxito; El viaje continúa hacia Roma, donde vive su hijo Canio (correcto Marino Cenna), Matteo cree que se ha convertido en un político conocido, a punto de ser elegido secretario de la federación provincial de su partido; Tras unos días de estancia el viaje continúa hacia Florencia, donde vive su hija Tosca (buena Valeria Cavalli), recoge a su padre en un coche de lujo y le acoge en una preciosa casa del centro, junto a un niño que dice es hijo de una amiga suya que está siendo atendida temporalmente; Tras ello Matteo se une a un grupo de jubilados que visitan Rímini durante unos días , entablando amistad con una amable señora (la actriz francesa Michele Morgan en una muy grácil interpretación), en lo que supone este tramo una indagación sobre la ancianidad en estos locos tiempos; Luego parte hacia Milán, donde vive su hijo Guglielmo (cumplidor Robert Nobile), aparentemente un músico consagrado que toca en una gran orquesta a menudo de gira por Europa; La última parada del viaje es Turín, donde vive su última hija, Norma, con su familia. Matteo cree está felizmente casada, tiene un hijo y tiene un excelente trabajo en SIP como gerente.

Film que en su estilo mencionado de road movie se convierte en episódico, y con ello de despertar a la verdad en la vejez de este protagonista, que cual metáfora de su visión del mundo lleva unas gafas de culo de vaso que le deforman los ojos, cual alegoría de la verdad que cree saber. A medida que la verdad aflora poco a poco Matteo tiene ensoñaciones (o pesadillas) que enriquecen ‘fellinianamente’ el relato, imaginándose a sus hijos ya mayores pero ante sus ojos unos niños, en este sentido muy simbólico el tramo surrealista en que está en la playa con su esposa y una medusa gigante se eleva a loas aires (cual globo aerostático) llevándose consigo a sus cinco vástagos, ello ante su impotente mirada, esto pesadilla de todo padre, perder a sus hijitos. Otros momentos están embestidos de magia turbadora como la visión del ciervo en la autopista que corta el tráfico, ello como visión de la inocencia deteniendo el mundo. Esos barrenderos municipales recogiendo un sin fin de gaviotas muertas que inundan el suelo de la Fontana di Trevi. Unos jubilados bailando un vals en un salón de baile en penumbra. El trampantojo de las luciérnagas sobre el cielo milanés con fondo la catedral del Duomo. Todo esta encanto enfrentado a la hosquedad de las grandes ciudades, su bullicio impersonal, la indiferencia, la suciedad, el humo, el tráfico, retrato deprimente de la Industrial Italia. Todo para desembocar en un rush final bueno, pudiendo haber sido más, se saborea cinéfilamente, y dejando gran sabor el postre del epílogo (spoiler).
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1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Padres e hijos
De una manera conmovedora, Tornatore nos llega al fondo del corazón con un asunto intemporal, que podemos reconocer fácilmente a nuestro alrededor, incluso en nuestra propia familia, y que, como toda gran historia, nos hace reflexionar y nos enseña. El argumento y la forma en que está narrada hacen de esta película una joya, pues está llena de símbolos y alusiones veladas. Sin embargo, a pesar de su profundidad, no es una película densa. En mi opinión, es el mejor film de Tornatore y la recomiendo a todo el mundo, sobre todo si solo conocéis de él “Cinema Paradiso”. El tono de “Están todos bien” es muy diferente y os va a sorprender.
(Sigue en spoiler)
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2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Plagio Italiano
No voy a negar que esta película sea una de las mejores de Giuseppe Tornatore y que el tratamiento de el argumento en el que se sustenta es bastante realista que hace que el espectador se sienta comparado con el padre jubilado, pero si hay algo de lo que me tengo que quejar de esta película es que claramente es un plagio de la película realizada por Pedro Masó en 1979 "La familia, bien, gracias".

En la película de Masó, el padre (Alberto Closas) convoca una reunión familiar de sus 16 hijos (la familia es más numerosa, claro) con motivo de su jubilación, reunión que, al contrario que la película de Tornatore, si se realiza, pero que deja ver severos conflictos familiares, por lo que decide pasar una temporada viviendo con cada uno de los hijos.

Aunque tenga severas diferencias con la película de Tornatore (entre esas, el tratamiento más cómico que hace la película de Masó), el mensaje sigue siendo el mismo, un padre jubilado que intenta ayudar a sus hijos en sus problemas y se encuentra con que todos han cambiado. No niego que eso siempre pasa a la hora de visitar a los hijos ya adultos, pero lo que revindico es que la idea de llevar al cine el argumento de el padre de la tercera edad que visita a sus hijos eso es una idea typical spanish.
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5 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
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