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69 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
8
Gretta querida, ¿en qué piensas?
Huston se moría. Así de simple. Y dotó a esta película de ese ambiente de recapitulación, de rendir cuentas ante aquello que se desvanece. Un retrato vívido, puro. Un epitafio en movimiento ideado y consumado desde una mascarilla de oxígeno. Y es que no hay nada tan vivo como un hombre frente a la muerte.

Huston se moría y decidió que no podía posponer más la adaptación de este relato. Todos debían entender qué significa que suene “la joven de Aughrim” mientras revolotea el pasado, arañan los recuerdos y los muertos nos reclaman.

Decidió que no podía esperar ni un minuto más para rodar la nieve cayendo sobre el universo.
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113 de 129 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Cuando venga al fin la nieve
Los muertos se marchan, pero nunca del todo, y aunque les creamos muy lejos y ajenos ya a nuestro mundo, se resisten siempre a abandonarlo y siguen en él durante largo tiempo, igual que cuando vivían y cumplían, por banal o insignificante que fuera, un papel en nuestras vidas. No existen porque se fueron, y sin embargo ahí continúan, tenaces y persistentes y aferrados al espacio de los vivos, quién sabe si a la espera o en descanso y contemplación, posados en los objetos que tocaron y en los vasos de que bebieron, en los ecos de las risas de quienes rieron algún día sus bromas y entre las notas dormidas de canciones que, al despertar, despiertan también su recuerdo en aquellos que les conocieron mientras vivieron. No respiran ni padecen y nadie puede volver a verlos, pero nos miran y nos hablan y vagan entre nosotros, aguardando a que la memoria de los vivos dicte algún día su definitiva disolución, porque nadie vive para siempre pero tampoco muere nunca del todo, aunque su cuerpo deje algún día el mundo que conocemos.

John Huston aún no estaba muerto cuando rodó “Dublineses”, pero apenas pertenecía ya al mundo de los vivos. Su cuerpo estaba postrado en una silla de ruedas y el oxígeno que respiraba no lo recibía ya del aire, sino a través de bombonas, máscaras y tubos adheridos a su cuerpo de ochenta años. Vivía y sufría y, sin embargo, había empezado a ausentarse del mundo. John Huston intuía ya el final. El final de las risas, el final de los bailes y las canciones, el final de las antiguas costumbres y de los ritos cotidianos, de las borracheras y de las promesas de redención, de los brindis y los discursos y los buenos propósitos, el final del amor y también el final del dolor. Como cada año os reuniréis, dice Huston, y yo no estaré sentado a la mesa con vosotros. Beberéis y comeréis y yo no estaré con vosotros. No estaré cuando cantéis y bailéis ni cuando arregléis vuestro mundo con un habano y una copa en las manos. Seré un rostro amarillento y ajado en una vieja fotografía, cada vez más frágil y tenue, a merced de vuestra memoria. Pronto seré también una sombra.

Hay quien señala en esta película taras sin número: se sostiene sobre abundantes diálogos, en buena medida triviales y accesorios; no hay nada que se pueda llamar un auténtico conflicto; es plana y funcional; los setenta primeros minutos, en fin, son una simple introducción al último cuarto de hora. Es muy posible, sin embargo, que quienes así opinan estén olvidando que a Huston nunca le importó tanto el cine como la vida y que, en buena medida, la vida es así, trivial, plana y repleta de palabras y momentos intrascendentes que sólo adquieren relieve cuando ya nada importa y puede brotar, por ello mismo, la belleza sencilla y serena de la auténtica poesía, la de esos inigualables quince minutos finales, en los que Huston invoca a su propia sombra, una sombra que nos recuerda lo que sin duda seremos un día, cuando venga al fin la nieve y no estemos allí para verla caer.
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101 de 105 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Se me hace muy larga (5.9)
Siento discrepar de la opinión favorable tan extendida; y lo siento porque me encanta el John Huston inspirado.
Estoy de acuerdo en que intenta reflexionar sobre los recuerdos pasados y sobre la existencia, ¿pero a qué precio? A mí me aburrió mucho la descripción de la alta sociedad que hace. Los diálogos se pueden considerar hasta cierto punto ingeniosos (tampoco mucho), pero lo que es más discutible es que sean entretenidos. Me habría gustado ver algún personaje al estilo Oscar Wilde que amenizara realmente la velada, lo cual no impediría reflexionar sobre lo mismo.

Lo único que sí me gusta es el poético final, que es donde Huston refleja realmente todas esas inquietudes sobre la vida y la muerte, pero no me parece que unos pocos minutos buenos justifiquen el resto.
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102 de 139 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Reflexión sobre las heridas del alma
Tal vez Paseo por el amor y la muerte y Fat City, dos de las mejores películas de John Huston, reflejen la vitalidad y capacidad narrativa que transmite en todo momento Dublineses; posiblemente Vidas Rebeldes o La jungla de asfalto contengan ese espíritu desesperanzado con que el director quiso envolver algunas de sus películas mejor acabadas, pero ambas se quedan muy lejos (a pesar de su gran valor cinematográfico) de alcanzar las cotas de intensidad, brillantez y sugerencia de Dublineses, una obra maestra sin paliativos.

Cuando todos los espectadores creíamos que El honor de los Prizzi sería la última película de Huston, dada la letal evolución del enfisema que sufría desde hacía años, unos productores alemanes, Wieland Schulz-Keil y Chris Sievernich, le propusieron al director llevar un poco más allá su filmografía y firmar una adaptación para la pantalla grande de uno de los quince relatos de la obra Dublineses, del escritor irlandés James Joyce, aquel que habla de la precariedad de la existencia humana, de las pasiones ocultas durante años en el cerebro y en el corazón de los amantes, de la cercanía de la muerte y de la rueda de un destino tan caprichoso como repetitivo. Un hermosísimo vistazo al interior del hombre y a las circunstancias y emociones que nos motivan a dar un paso importante en nuestras vidas, sin tener en cuenta si este es hacia delante o hacia detrás. Huston nos muestra cómo la relación que caracteriza de una forma más profunda y general el sentido de nuestro ser es la que une la vida con la muerte, porque el fin de nuestra existencia es decisivo para la comprensión y valoración de la vida.
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47 de 59 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Hasta pronto
Hace unos meses, mi familia homenajeó a mi padre por su jubilación, con una fiesta en un hotel. Me fue imposible asistir, pero pude ver el vídeo, días después.

Una celebración familiar habitual. Brindis en nombre de, obsequios, palabras amables, sonrisas... Había gente mayor, no tan mayor, y también críos. Todo imbuido de una razonable festividad, un lúdico esparcimiento. Uno de mis tíos bailaba, el otro se animó a cantar, el de más allá bebía de su copa. Un pequeño coro de artistas contratados animaba la función. No pasaba nada en concreto, simplemente festejaban. Estaban todos juntos.

Pasada ya más de media hora de jovialidad y holganza, y entre intermitencias en grabaciones puntuales de la celebración, una grabación rompió el tono. Se había acabado la fiesta: la cámara grababa, de pronto, sin esperarlo, el vestíbulo, en silencio. Ya no se respiraba aire festivo alguno. Todos recogían sus abrigos, con relativa seriedad, acabado el jolgorio. Mi padre sonreía a los invitados, les agradecía su asistencia. Cuando se hubieron marchado todos, miró a cámara y dijo "bueno, pues se acabó".

Aunque parezca extraño, sentí la necesidad de revisar 'Dublineses', y la sentí como nunca. Apreté la mano de Huston y de aquellos con los que había compartido no gran cosa pero, a fin de cuentas, la vida entera. Antes de escapar, con el resto de eternos, en un copo de nieve.

Gracias.
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32 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Un penique lanzado al mar.
No es Dublineses una película que gustará a todos los espectadores. Tienen su parte de razón aquellos que dicen que se aburrieron viéndola. Y es que tal vez la adaptación del cuento de Joyce debería haberse hecho de una forma más libre, trasladando esa cena a una época más cercana al espectador actual, de manera que el sentido de las convenciones y tratamientos sociales que se desarrollan no se le escape o éstas no le resulten demasiado anticuadas y tediosas. De todas maneras esta cuestión no le resta valor a la película, lo único que le resta son espectadores, ya que hay que considerar que, en caso de que perdurara, una adaptación más libre no evitaría que los modales de los personajes resultaran igualmente anticuados para un hipotético espectador futuro. Y será precisamente este espectador futuro (nosotros mismos) quien tenga que afrontar la extrañeza que muestra esta película. Mientras vemos Dublineses, ahora que se acerca Navidad, podemos pensar en el día de la Epifanía de aquel 1904, en los brindis esperanzados y amistosos de aquellos hombres, en la añoranza que sintieron por aquellos que ya no estaban... podemos pensar en ellos, ahora que ya no están. Y sin embargo, y en esto consiste una parte de la extrañeza antes mencionada, lo hacemos con una liviandad asombrosa, sin darnos cuenta del fardo que cargamos: la Navidad de 1904, la que vivieron los soldados en las trincheras de Verdun, aquella en la que el bufón echó sal en el vino del Rey... y lo hacemos creyéndonos inalcanzables al influjo de todos ellos, dando lugar, debido a nuestra mala conciencia, a lo que se ha dado en llamar la querella de los muertos contra los vivos. Y sin embargo, de repente, Gretta se siente alcanzada, demostrándonos que lo que creíamos perdido en realidad permanece latente, que el odio de los muertos es sólo paciente conmiseración.

Quiso el destino que el mismo día que zarpaba de Montevideo le anunciaran el compromiso nupcial de Violeta Olsen con un notario de provincias. Sobre la cubierta del barco, viendo alejarse las luces y la costa de aquella tierra que tanto le había dado, descubrió en sus bolsillos una moneda de aquel país del que, sobretodo ahora, se sentía ya extranjero. Lo tiró al mar tratando de sellar el tiempo vivido, confiando que el olvido aliviara el dolor.
Años más tarde, reconoció la efigie en una de las monedas con las que Adolfo trató, por error, de pagar el tranvía. Pensó en Violeta, ya muerta, y también pensó en el feliz penique, descansando durante todo ese tiempo en el fondo del océano. Fue entonces cuando le sobrevino el primer verso de su poema: “Sólo una cosa no hay. Es el olvido.” (Borges)
Muchos años más tardes, cuando los mares ya se habían secado y una raza desconocida fatigaba el planeta, uno de estos seres dio a parar con la paciente moneda. Escrutó sus borrosas inscripciones, sopesó sus conocimientos de historia terrícola tratando de confeccionar una imagen. Un escalofrío recorrió sus circuitos.
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43 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Recuerdos muertos
Obra póstuma de John Huston (dirigida en silla de ruedas y bombona de oxígeno), adaptación de la historia corta de James Joyce "Los muertos", un relato que escapa del registro del aventurero director: familiar, intimista, con la particular atmósfera de 1904.

Porque lo mejor para despedirse del cine es hacer una película sobre los muertos… aunque todavía estén vivos. Lo sabía, y lo deja saber. A partir del material literario de partida, este relato se descubre como una reflexión sobre la existencia el alma en los objetos, en los sueños, en las palabras, en las imágenes, en los momentos en blanco, en las ilusiones perdidas, en definitiva, en los recuerdos.

Existen dos categorías de espectadores para esta película. El que se duerme, aburrido de una hora de gris costumbrismo decimonónico irlandés, aunque sea intimista y elegante. Y el que se emociona con un final intensísimo y poético, donde se aprecia que la línea que separa a los muertos de los vivos es muy tenue.

Su reparto, en su práctica totalidad irlandés da mayor autenticidad a está película. Actores que transmiten una melancolía y una reposada tristeza que se contagia. Un ambiente cándido, que se torna en desgarrador. El otoño de la vida, evocador y marchito. Ese etéreo aire de nostalgia que desprende cada imagen, cada diálogo… La créme del gafapastismo costumbrista. Triste, melancólica pero sentida, honesta, y una obra maestra. Al menos para mí.
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24 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
Tremendo coñazo
Las cosas de filmaffinity... uno ve una película con un 7,6 de media y piensa "Ostias, esta la tengo que ver, pedazo de película" y luego te llevas algunas sorpresas, como en este caso. Si esta fue elegida la mejor película del cine americano de los ochenta vaya tela... Aunque bueno, fue elegida por los críticos españoles, así que tampoco hay que tenerlo muy en cuenta.

¿Es este un buen testamento para John Huston? Por favor... Yo me quedo con "El Halcón Maltés", "La Reina de Africa", "Moby Dick" o "Cayo Largo" entre otras, como el gran legado de Huston.

Dublineses: Absolutamente soporífera.
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45 de 71 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Una adecuada despedida.
"Dublineses" es un libro de 15 relatos del escritor irlandés James Joyce, entre los cuales destaca por encima de todos el último, titulado "Los muertos". John Huston realizó su última película adaptando este último relato, una obra maestra, y realizó una película menos pretenciosa que lo habitual en su carrera (su vejez y enfermedad lo asolaban ya), con menos ínfulas de grandilocuencia, en la que se implicó gran parte de su familia casi a modo de homenaje y resultando un film intimista, de cierto pesimismo y tono decadente, pero un buen trabajo al fin y al cabo, para más datos mejor que otras presuntamente geniales obras del cineasta. "Dublineses" desde su pequeñez es una película que dignifica moralmente, que resulta una sobria lección de humanismo de unos seres humanos, nosotros, que hay veces que somos y estamos en las mismas condiciones que los que ya se han ido, eso es, de los muertos. En el relato de Joyce eso queda magistralmente plasmado, en la película de Huston de forma suficiente y honesta. Una adecuada despedida, pues.
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20 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
The Lass of Aughrim
Ya se sabe que sobre gustos no hay nada escrito, pero nos pongamos como nos pongamos Los Muertos es una auténtica maravilla que debería de estar en la cima de cualquier lista de las mejores películas de la historia. Cine en mayúsculas.

Esta película nos pone ante la gran cuestión de nuestra vida, la de qué hacer cuando nos damos cuenta que podemos morir sin haber amado intensamente. Gabriel Conroy se afana en cuestiones intrascendentes (sus patéticos chanclos, la preparación de su discurso de sobremesa) y se le queda cara de pasmo, de no entender nada, cuando Greta, su esposa, queda transportada por la música que le lleva al recuerdo de su gran amor, el Michael Fury que se dejó morir por estar con ella una última vez. Gabriel, falto de pasión, sabe que ante la nieve que lo acaba cubriendo todo (los recuerdos, la tradición y los usos del tiempo que nos tocó vivir) sólo amar apasionadamente es importante.

Como siempre en Huston la película discurre sin pretensiones formales, todo sencillo, en el simple gusto por narrar. Hay que verla todos los años, la noche de reyes es perfecta.
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23 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Huston tengo un problema
"The Dead" es la última obra de un genio, eso es innegable, pero en este film hay muy poca sustancia como para sacarle algo positivo. Esta película está basada en el último relato del libro "Dublineses" de James Joyce y que adaptó como pudo Tony Huston, el hijo de John.

Lo que también es innegable es que la obra póstuma de John Huston es aburrida en su mayor parte. Esta película, ambientada en el principio del siglo XX, narra la celebración de una cena de alta sociedad irlandesa, en la que diferentes personas interactúan mostrando muy poco de sí mismos, ya que no hay lugar, ni tiempo, ni espacio en este film para que los diálogos de los diferentes personajes nos den a conocer algo verdaderamente suyo. Durante todo el metraje los diálogos son insustanciales y lo que vemos y nos cuentan carece de interés.

Sólo al final del film, con la voz en off de uno de los personajes, Gabriel Conroy, Huston muestra algo de la maestría que lleva dentro, y parte de la pesadez de "Los muertos" se transforma en poesía narrativa. Es en este momento cuando realmente se habla de la muerte y cuando el film toma interés. Huston parece vislumbrar su propia muerte.
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31 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
"Dublineses" o la leyenda urbana de que Huston dirigió esta ¿película?
Los grandes genios cinematográficos suelen históricamente dejarnos en su última obra alguna película que se salga de lo que habitualmente pensamos o creemos que es su hilo conductor artístico. Hay muchos ejemplos de ello, por ejemplo Stanley Kubrick nos brinda la magnífica pero incomprendida “Eyes Wide Shut” precisamente por no ofrecer lo que la gente esperaba. Pero también John Ford que con “Siete mujeres” nos presenta una película más feminista que ya quisiera Isabel Coixet ni siquiera soñarla. O el mismísimo Orson Welles que intenta llevar a cabo su inacabada “Don Quijote” saliéndose por completo de lo que era su esencia.

Algo parecido le ocurre a John Huston. Lo que se ha venido a llamar su testamento cinematográfico “Dublineses” es una película que contradice por completo el espíritu del genio Huston, por eso siempre me he negado a pensar que en cierta forma fuera realmente suya.

John Huston, del que espero ocuparme dentro de poco de su filmografía, es el mejor director calidad-entretenimiento de la historia del cine. Sus películas demuestran que no hace falta ser cursi para presentar situaciones que den pie a la reflexión y al pensamiento abstracto. Y es que además una de las máximas del cine, que es no aburrir, lo consigue siempre...menos en esta soporífera “Dublineses”.

Un viejo granuja como Huston, amante de las mujeres, del alcohol, de la caza y de todo tugurio que se precio no podía acabar rodando unos cuentos cortos de James Joyce. Es más no creo que en su vida tuviera el más mínimo interés ni por André Bretón, Tristán Tzara, Faulkner o Joyce entre otros. No nos engañemos, aquí hay gato encerrado. Si alguien hubiera puesto a Huston esta película estando en perfectas condiciones de salud, hubiera apagado la tele y se hubiera ido a beber un whisky. Entiendo que las sabandijas de la familia Huston, caso de esa ínfima actriz de nombre Anjelica y el pseudoguionista Tony –de apellido Huston obviamente, estaban aburguesados gracias a la fortuna del maestro y querían hacer un peñazo semejante, y John Huston más para allá que para acá accediera sin voluntad. No me extraña que se muriera a los pocos meses.

Particularmente siempre me quedaré con el Huston pendenciero y vividor, al que la muerte no le importaba lo más mínimo como a Hemingway, y donde cada día de vida era y tenía que ser una fiesta. “Dublineses” está bien para un James Ivory pero no para el rey de la aventura. No me lo creo, se trata de uno de los grandes engaños de la historia del cine. Que no les engañen, la última película de John Huston fue “El honor de los Prizzi”.
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74 de 134 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
"Los muertos" de James Joyce
El libro de James Joyce es precioso, es pura vida, inteligencia, sensibilidad, es inmejorable. Es un conjunto de, si mal no recuerdo, quince relatos con los que yo siento una profunda identificación, hablan de la vida en general situada en el marco de Dublín. "Los muertos" es el relato que cierra el libro y es de mis preferidos, la pluma de Joyce describe con emoción y estilo una sociedad en la que todos llegaremos a nuestro declive. Tarde o temprano.

Si me gustó tanto el relato, era imposible que la película no, aunque no llega a su altura. Es clásica, elegante también, extremadamente fiel, con un final tan conmovedor como el del texto. Pero, la parte de la cena es considerablemente aburrida. La película tiene la suerte de que el relato me apasione, que me haga vibrar y adapta esa inmejorable literatura al medio cinematográfico notablemente, alcanzando cotas que la literatura no puede alcanzar, ya que a mí el cine me parece el arte más completo.

Pero si no hubiese leído el relato, ¿me gustaría? Pues no lo sé, probablemente sí, pero tengo claro que no tanto. Desde luego entre la pluma de Joyce y la dirección de Huston la decisión está clara. No es que la dirección sea mala, en absoluto, pero no veo yo verdadera implicación, en algunos puntos me da la sensación de que se limita a poner en imágenes el relato y a correr. Aunque el final yo creo que es imposible no contarlo con implicación, porque ya la lleva de por sí, creo que no se puede contar mal ni queriendo. Me parece tan humano como terrible, lúcido, resignado. De todas formas, aseguro que Joyce lo cuenta mejor.

La película es grande, pero el relato es enorme. Si no os gusta el relato la película la mandaréis a la hoguera, tenedlo claro. Y si no lo habéis leído comprendo de sobra si os quedáis sobados. Pero es que a mí el relato me vuelve loco, con lo cual es imposible que el film no, sobre todo, por lo fiel que es.
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13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Este muerto está muy vivo
Antes de nada, olviden mi nota. Es irrelevante. Esta película, admiten tanto defensores como detractores, no cuenta nada en especial, se limita a una narración visual que en realidad no es tal, pues ni existe conflicto ni evolución apreciable en los personajes o las situaciones. Y reitero que eso lo reconocen tanto los que aquí han visto poesía como los que, caso de mi persona, no hemos visto absolutamente nada. Era jodido, claro, filmar poesía siempre lo es; basar tu mano a una sola carta también; todo depende del que está al otro lado de la pantalla, ése que ni siente ni padece, salvo que algo, quién sabe qué, atraiga su atención y lo fascine. No ha sido mi caso. Ni silencios ni gestos ni miradas ni melodías al piano o canciones sin acompañamiento y sabor añejo consiguen rozar siquiera algún pliegue de mi alma, ésa que, de momento, ahí sigue, vivita y coleando. Pero no importa. Huston murió, como todos, llegado cierto día, y quiso, a modo de despedida, filmar a los vivos una última vez, con la muerte a su espalda, acariciando su pulso nervioso mientras lanzaba preguntas que encontraron su respuesta en este trozo de celuloide.

-"¿Por qué te empeñas, criatura débil, en agrandar tu leyenda? ¿No ves que es en vano?"

A lo que Huston, en silla de ruedas y con el aliento huyendo poco a poco de su cuerpo, respondiera: -Si tan sólo consiguiera que se hablara de este día... Si trascender pudiera la sombra calmada de la muerte y darle forma, tal que mis impulsos reflejaran en el cine mi persona... Si tan sólo mis intentos dieran fruto e inspiraran a la virtuosa pluma para significar el minutaje, entonces, con sentido renovado y un nudo en el estómago, sabedor de que dejé firmado el testamento de mi cine, abrazaría el abismo y acataría la negrura que me envuelva, acunado por el eco de mis pasos.

Y lo consiguió. No en mi caso, ciertamente. Pero reitero, eso es irrelevante. Y es que aquel que acuda a las críticas de Bloomsday o de Normelvis Bates será consciente, en un fogonazo de genialidad y clarividencia, de cuán grande pudo ser y de hecho fue este director cuyo legado, por suerte, se extiende más allá de Dublineses. Este muerto está muy vivo. Todavía...
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12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
INCREÍBLE ...
... pero lo que me parece increíble es la nota que le ponen los usuarios de filmaffinity a esta peli, con una media de casi un 8 (una peli "mejor que buena") por casi 2000 usuarios.
Es una peli bastante lenta, pero no de esas lentas que te atrapan, que te explican al detalle alguna historia, situación, etc., sino una de esas lentas sin sentido, para nada, para no llegar a ningún sitio, mas que a un final que parece metido con calzador y que no tiene nada que ver con la historia que se contaba, y al que el espectador llega atónito, descolocado, ... sin llegar a provocarle la sensación de final inesperado y conmovedor de la que tanto hablan los críticos de todo el mundo.
Fue votada por los críticos españoles (¡cuánto saben de cine estos críticos! ¡cuánto han estudiado!) como la mejor película de los 80, por delante de pelis como "El hombre elefante", "Toro salvaje", "Gandhi", "Amadeus", "Platoon", "Rain Man", "Passeando a Miss Daisy", "Érase una vez en América", "Scarface", "Cinema Paradiso", "La Chaqueta Metálica", "Adiós muchachos", "Los Santos inocentes", "El nombre de la rosa", "Los intocables de Eliott Ness", etc. etc. etc. etc. etc. etc. ... ¡cágate!

Puede que sea injusto con mi crítica, y en un segundo visionado recapacite y cambie mi crítica y mi votación (aunque no creo que la vuelva a ver), pero es lo que pasa cuando vas a ver una peli con unas expectativas tan altas, con tantas buenas críticas, declarada mejor peli de los 80 (que no es poco viendo las que se hicieron ...), etc. etc. etc. y te encuentras con este film, que puede que no sea malo del todo, pero que no creo que me equivoque si digo que no es para tanto.
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25 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
LO MEJOR......SUS ÚLTIMOS 5 MINUTOS
Pocas veces una película me había aburrido tanto, sobran los comentarios, porque no le veo nada buena en ella. El argumento es lento y para mi gusto absurdo, solo hablan y hablan sin decir nada, no me transmitieron nada. Lo siento pero para mi ésto no es cine, si acaso la palabra adecuada es literatura. No es posible el cine dialogando todo el rato hasta desesperar al espectador. Se hacen ésos 75 minutos interminables y agobiantes para cualquier persona con sentido común. Cabe destacar que los 5 minutos finales es cuando uno comprende el propósito de todo.
Insisto ésto no es cine hubiera sido mejor teatro.

Un cordial saludo
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22 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
La lección de cine que nos brinda Huston.
“The dead”, el título original de la película que dirigiera John Huston antes de morir, bien podría ser un título en singular, “El muerto”, pero tradicionalmente se ha optado por la traducción en plural, pues en este brillante relato de James Joyce hay al menos dos muertos: uno; Michael Furey, el muchacho que amó a Gretta (Anjelica Huston) en su adolescencia y que murió por ir a despedirse de ella una noche fría y lluviosa, y otro Gabriel, el marido (Donal McCann) por motivos que explico en spoiler. Pero hay un tercer muerto, John Huston, que falleció tras un penoso enfisema pulmonar antes de su estreno comercial.

Cuando todos los aficionados pensaban que “El honor de los Prizzi” (1985) sería la última película de Huston, y las compañías de seguros americanas se negaban a cubrir riesgos, unos productores alemanes, responsables de películas tan arriesgadas como “Bajo el Volcán” (1984) del propio Huston y “Paris Texas” (1984) de Win Wenders, le propusieron realizar la adaptación del más extenso de los quince relatos que James Joyce escribió y recopiló entre 1904 y 1906 en su libro “Dublineses”. El libro, concebido como un retablo de la vida en el Dublín de principios de siglo, está organizado por grupos temáticos: la infancia, la juventud, la madurez y, finalmente, la muerte, representada por el último relato, posiblemente el mejor, y que dio lugar a la película que nos ocupa. Una lección de cine que nos brinda el maestro, desde el momento en que una melodía capta la atención de Gretta en la escalera y le abre las heridas más profundas de su alma.

Un relato elaborado desde un inusitado sentido a todos los pequeños detalles que Joyce en el texto, y Huston con sobria maestría en el filme, nos habían mostrado. Resulta curioso observar, que las tres últimas películas de Huston, giran en torno a ceremonias funerarias o ecos mortuorios. Para Huston la muerte, sin embargo, no era otra cosa que la oportunidad de reencontrarse con los orígenes y de revalidar su irreductible fe en la búsqueda incesante de la pasión que da sentido a la vida. El cineasta deja bien claro las razones de fondo que le movían a sentirse atraído por el relato, que sería su obra póstuma.

Los materiales narrativos son mínimos (una reunión social, una cena, una canción evocadora, una conversación íntima entre marido y mujer…), pero el sustrato dramático es intenso incluso turbador: el eco de los sueños frustrados, la añoranza de una lejana juventud vitalista, el recuerdo de un amor imborrable, una difusa conciencia de la decadencia de clase por parte de un colectivo que se reúne para exorcizar en compañía sus demonios más íntimos, la nostalgia de una vida ancestral ya desaparecida para siempre. John Huston, ejemplo de hombre vitalista hasta sus últimos días, dirigió esta hermosa película desde una silla de ruedas y conectado a una bombona de oxígeno; pero el proyecto le interesaba demasiado para como para abandonarlo: un guión escrito por su hijo Tony a partir de un relato de su autor favorito, ambientado en su amada Irlanda, aunque no pudo desplazarse allí para rodar, y protagonizado por su hija Anjelica. Si después de tantas películas alguien pensaba que Huston estaba agotado, se equivocaba.

“Cae la nieve, cae sobre ese solitario cementerio donde yace Michael Furey, cae levemente en todo el universo, y levemente cae como el descenso de su último final sobre todos los vivos y sobre los muertos” James Joyce (1882-1941).
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10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El lúcido legado cinematográfico de Huston
Versión fílmica del cuento "Los muertos" de Joyce y adaptación extremadamente libre (como debe ser): se añaden diálogos, se varían situaciones de lugar e incluso se usa la voz en “off”, aunque conservando su esencia. Huston se moría mientras la rodaba. Y en los ojos del moribundo aparece y queda fijada para el cine esta sordina navideña, su último esplendor, su despedida.

Sabía que era su último filme y lo hizo hermoso, muy hermoso, y puso en él un The End que a cualquier cinéfilo tiene que emocionar hasta la raíz de las entrañas. Drama íntimo, elegantísimo, viscontiniano, premonitorio y crepuscular, con una austera, resabida y serena mirada que se alza más allá de la añoranza complaciente y de las ordinarias evocaciones sentimentales, sin duda una de sus películas más personales y al mismo tiempo un grandioso testamento.

A modo de cabal y lírica glosa de amor a la vida se hace patente una concluyente celebración de pasión y existencia que se consigna finalmente con el estremecedor epitafio de Gabriel (la voz interior de Huston.) Imposible hallar más hermoso colofón a su filmografía.
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10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Gran testamento, floja película
“Los dublineses” es una película realizada por la maestría de un director que lo fue todo en Hollywood. Un academicista experto de la técnica al cual le gustaba rodar bajo los principios clásicos que hicieron tan grande este arte y que ocultaba su excéntrico y ácido carácter regalando al gran público obras maestras inmortales que ya ocupan su merecido lugar en la Historia.
Rodar “Los dublineses” tuvo que ser duro y aun así formalmente la película roza la perfección. Abalado por una plantilla de actores con un deje teatral muy acertado, Huston se dispuso a firmar su testamento hablando sobre la muerte a través de las palabras geniales de James Joyce.

Pero llegados a este punto, faltaría a la verdad si dijese que el film no tiene carencias, y muy graves además. La primera de ellas es el argumento. Prácticamente no existe. Si analizamos la estructura nos damos cuenta que básicamente se compone de dos primeros tercios, los que abarcan la cena y todo lo que en ella acontece, que son meramente introductorios, lo demás no es más que un pequeño diálogo y el monólogo final. Cabe preguntarse en este caso si realmente el relato de Joyce, tal como fue concebido, era adecuado para la realización de una adaptación cinematográfica que no intentase disimular su falta de dinamismo visual para trasmitir el lirismo de lo abstracto siendo lo más fiel posible al texto original.
Un problema éste que junto al ritmo sereno que imprime Huston al relato hacen que la película, pese a su escasa hora y veinte de duración, resulte por momentos anclada en la nada, reiterativa y en última instancia incluso tediosa. El lirismo tan pretendido y que es el pilar fundamental sobre el que pivota todo el entramado narrativo se pierde por los personajes, tan distantes e insulsos que nos son del todo indiferentes.

Un sofisticado drama costumbrista que levanta el interés solamente en los diez últimos minutos mediante un monólogo brillante calcado literalmente de la obra de Joyce y que cierra el film con elegancia e inusitada tristeza. Una reflexión profunda y poderosa que habla de la muerte y el paso del tiempo dando sentido a la arriesgada elección de Huston pero cuyas palabras son insuficientes para llenar el hueco de un argumento inexistente.
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21 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Michael Fury
Sorprendente película de un Huston en sus últimos momentos. Testimonio vivo y perdurable de su obra, en mi opinión llena de altibajos.
Un metraje lento y denso que refleja a la perfección los recovecos de la sociedad dublinesa de principios de siglo, pero que se aleja del imaginario y el costumbrismo popular del avanzado siglo XX.
Película densa y de tardo desarrollo, con mucho contenido conversado, incluyendo poemas empalagosos y arias desprovistas de verdadera profundidad. Atmósfera casi agobiante la que nos enmarca continuamente en una de las salas de la mansión que acoge a los invitados de una curiosa cena navideña repleta de recuerdos y de un amasijo de datos que no se asimilan. Sinceramente no consigo apreciar la belleza de los detalles, ni siquiera la que se supone procedente de las piezas musicales.
En definitiva se trata de una secuencia demasiado prolongada de personajes planos y en apariencia simplones, que culmina en alguna escena de exteriores en la que agradecemos y oxigenamos la vista, y nos conduce irremediablemente al final nostálgico en el cual lo único que trasciende de toda la película es un nombre, Michael Fury.
Michael Fury.
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9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
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