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36 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
10
Medalla roja al valor
Cuando comienza un western, una gran panorámica del Monument Valley o del clásico desierto norteamericano siendo surcado por una pequeña diligencia perdida en la inmensidad del monumental paisaje que tenemos ante nosotros. Probablemente, luego sonará el tema principal de la película y nos dispondremos a ver llegar a dicha diligencia a un pequeño pueblo del oeste, con su cantina, su salón y su burdel, además de una iglesia si es un pueblo sacado de una cinta fordiana. El tren de las 3:10 es un western de esos llamados psicológicos en los que presenciamos un tenso thriller camuflado de película del oeste, pero en la que la acción transcurre en un corto período de tiempo, y donde se huye de los grandes espacios abiertos y panorámicas que aprovechan todo el potencial del cinemascope que proporciona habitualmente este género para resguardarse en pequeñas casas y habitaciones asfixiantes que ahogan a los personajes encuadrados en frenéticos primeros planos, adentrándolos en situaciones extremas que suelen concluir con un catártico final en consonancia con toda la tensión acumulada. ¿Qué diferencia, por tanto, a la brillante cinta de Delmer Daves del clásico fordiano, aún teniendo un comienzo que podría catalogarse de prototípico, o de la hawksiana Río Bravo, con ingredientes parecidos? Quizás ese desencanto y ese cinismo que transmite el guión, esos personajes que se mueven por dinero y por dignidad más que por bondad, la interrelación y empatía que se establece entre el protagonista y el criminal, y la increíble puesta en escena del realizador, quien entrega aquí un ejercicio de estilo cercano al expresionismo alemán que anticipaba ese western crepuscular que tanto furor causaría de los años 60 en adelante, y que tan alejado estaría en ideales del western clásico que inauguró Ford con La diligencia.

Es un viaje interior de un perdedor buscándose a sí mismo para probar su valentía tras haber sido humillado ante sus hijos por ese matón con más pinta de miembro de la mafia calabresa que de cowboy interpretado de forma portentosa por Glenn Ford. Y es que aquí, el personaje encarnado por un magnífico Van Heflin no busca la gloria, si no dinero, lo que le hace colocarse en una posición que no dista demasiado del criminal Ben Wades. El contraste con el héroe clásico es notable, y esa figura del caballero andante que detenía solo al malvado se borra de un plumazo en la sensacional secuencia de la detención al comienzo del peligroso ladrón. Visto esto, la cinta nos sitúa en un interesante punto en la que el personaje de Ford tendrá un aire que, si no es más romántico y honorable, si que pone en un aprieto al espectador debido a la extraña dualidad entre bien y mal que lleva consigo, siendo un personaje con una moralidad un tanto dudosa, capaz de asesinar a alguien pero pedir para dicho cadáver un entierro digno en su ciudad. Es alguien con sus propias reglas, un código propio.
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60 de 66 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Deteniendo el tiempo
Pendulaba el tiempo mientras el pistolero Ben Wade (Glenn Ford) y el granjero Dan Evans (Van Heflin) comenzaban el enfrentamiento. Wade se mostraba seguro, sonreía con sorna, tentaba a su suerte y a la del contrincante. Evans sudaba a mares. Estaba nervioso, irascible y con ganas de ser tentado. El granjero miraba el reloj. Una vez, dos veces, una más. La escopeta se le resbalaba de las manos y no quedaban razones para seguir con la empresa.
Wade tumbado.
Evans sentado.
¿Qué hora es? Y Daves deteniendo un tiempo ya de por si escaso.

No escucharemos espuelas, ni buscaremos el contraplano del rival. No pasarán los gallos por al lado, ni veremos el sol abrasador . El duelo si no lo dije, se da en la habitación de un hotel. En cuento a narrativa, quedaría mejor decir en la barra de un bar, y de paso, evitaríamos malos entendidos. Pero lo cierto es que todo acontece en la habitación de un hotel. ¿Todo? Bueno, quedan para el recuerdo los planos desde la ventana o la acción fuera de cámara mientras Daves se empeñaba en captar cada pliegue de la cara de nuestros contrincantes. Porque los sonidos cuentan en el cine, y no sólo para asustar.

En la barra de un bar, nos quedan apenas unos pequeños segundos, donde dos caras se esfuerzan por entrar en un minúsculo plano. Pude notar, y parecerá una estupidez pero cierto es, como Ford echa el aliento a Felicia Farr. Pude notar, y parecerá una estupidez pero cierto es, como Felicia Farr abre la boca para coger ese aliento, como quien abre los ojos para fotografiar su pequeño mágico momento. Yo los tenía bien abiertos.

En la barra del bar se donan monedas de a dos. ¿Por qué? Por el tiempo perdido, por ejemplo.

Y de nuevo deteniendo el tiempo.

¿Qué hora es? Cada minuto, cada plano, cada suceso queda congelado. Un rostro cubierto por un periódico y unas botas sobre un sofá... tic, tac, tic, tac... Cada minuto, cada sonido queda congelado. Como el primer rayo. Ya lo dije, no quedaban razones para seguir. Esa es la razón. Sólo a veces, cuando no queda nada por lo que luchar, cuando todo parece indicar que la empresa es absurda y sin sentido, es cuando sale lo mejor de la naturaleza humana.

¡En menudo lugar voy a citar a la naturaleza humana...!

Sí, en el lejano Oeste.
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33 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El detenido y su guardián
Sexto de los nuevos westerns realizados por Delmer Daves. Escrito por Halsted Welles (“El árbol del ahorcado”, 1959), adapta el relato breve “Three-Ten to Yuma”, de Elmore Leonard, publicado en el número de marzo de 1953 de “Dime Western Magazine”. Se rueda en escenarios naturales de Arizona y CA (Columbia/WB Ranch, Burbank), con un presupuesto modesto. Producido por David Heilweil para Columbia, se estrena en julio de 1957 (EEUU, preestreno).

La acción dramática tiene lugar en las localidades de Bisbee y Contention City (Arizona) y alrededores, a lo largo de la mañana de un día otoñal de la década de los 80 del s. XIX. El modesto granjero Dan Evans (Heflin), castigado por la sequía, acepta custodiar a Ben Wade (Ford), jefe de una banda de forajidos, y trasladarlo a la prisión de Yuma, por 200 dólares. Dan, casado con Alice (Dana) y padre de 2 hijos, es pacífico, justo, honesto, leal e incorruptible. Persona corriente y normal, no le mueve la búsqueda de la gloria, ni afanes de servir a los demás y a la justicia, sino la necesidad económica. Ben es cruel, prepotente, cínico, violento y carece de sentimientos de culpa. Tiene cualidades de líder, tiene éxito con las mujeres y dispone de un verbo fácil y convincente. Es contradictorio: mata sin piedad y luego reclama para el muerto un entierro digno y honroso.

El film suma acción, aventuras, drama, thriller y western. La narración apuesta por el realismo, lo que lleva al realizador a prescindir del maquillaje. Aprovecha la fuerza de los diálogos de Leonard y la experiencia propia en el ámbito de la novela negra, para crear un relato rico en tensión e intriga. Maneja con soltura la elipsis. Dispone de una brillante puesta en escena. Al realizador le interesa resaltar la dimensión humana de los protagonistas: Dan se siente abatido por las dificultades de su situación económica y necesita el apoyo de su mujer, Ben reconoce a la camarera del saloon, Emmy (Farr), y por hacer con ella el amor sin prestar atención al tiempo, es detenido y esposado.

La obra ofrece un interesante duelo interpretativo entre Ford y Heflin, un enfrentamiento psicológico entre detenido y vigilante, una confrontación entre dos personajes de distinta personalidad, un acercamiento al mundo interior de ambos, un análisis de las causas que hacen emerger entre ellos sentimientos de empatía que condicionan la evolución posterior de los acontecimientos. No todo es diferente entre Dan y Ben: ambos son víctimas de un pasado de estrecheces y miseria, los dos necesitan mejores expectativas, Dan tiene tierras y Ben dispone de un amplio repertorio de habilidades humanas, Dan vive abrumado por las dudas y Ben por las incertidumbres de una vida al borde del abismo, uno tiene familia y el otro la desea tanto como el aire que respira, ambos persiguen la obtención de dinero para poder seguir adelante, entre ambos cristalizan sentimientos mutuos de respeto y comprensión, etc.

(Sigue en el spoiler sin desvelar partes del argumento)
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30 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Lo que pudo haber sido un 10 y su absurdo final deja en un 7.
130/32(31/05/08) Gran western con un argumento muy simple, recuerda a "Rio Bravo y "El último tren a Gun Hill", dos estupendos films, pero lo que a este lo hace diferente es la relación que se establece entre el bueno y el malo, relación psicológica, un juego de tentaciones, del carismático Ben hacia Dan. Dan Evans-Van Heflin interpreta de un modo sensacional al granjero con problemas económicos, que a pesar de que el diablo posee una gran labia, sabe que por encima de todo, está el deber, la honradez y poder mirar a la cara a sus hijos. Una relación en la que no sabemos de que parte ponernos, bueno yo si, me postulo del lado de asaltadiligencias, pues Glenn Ford encarna a un villano tan soberbio, tan brillante, tan sobresaliente,con el que desde el principio empatizamos, que no deseo coja el tren y lo rescaten sus soldados. El enorme gran fallo que la hace no ser una obra maestra es que tampoco el director sabe por quién tomar partido y estropea la película con un final incoherente, sin sentido, sin pies ni cabeza, donde todo está cogido con papel de fumar, lastima la falta de valentía por parte de Delmer Daves, pues tendría que haber sido, con un buén final, uno de los mejores del género, y al final, nunca mejor dicho, se queda en un 7. La cinta impregnada de una atmósfera de cine negro de la que sólo escapa a través de eso bellos planos del Monument Valley, que sería de una del oeste sin es valle. Recomendable a todos los amantes del western y del cine, pese a su final. Fuerza y honor!!!
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32 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El aroma del Far West
Generalmente, un remake sólo sirve para empeorar el original y subsanar las carencias creativas del Hollywood actual, sin embargo, también descubre uno en ocasiones films que, siendo de otro modo, no tendría la ocasión de descubrir.

Siendo Delmer Daves el autor de "El tren de las 3:10", y tras su acertadísima "La senda tenebrosa", seguramente me hubiese topado a la larga con ella, aunque el hecho de obtener información mediante otras vías benefició en esta ocasión el pronto visionado del original. De todos modos, no suelo encauzar este tipo de críticas enfocándolas como una comparativa entre remake y original, y si hago en éste caso una excepción es por un hecho muy sencillo: la de Daves, es una película que tiene algo esencial que no hallamos en la de Mangold. Aroma. Porque esas puertas rechinando a la entrada de una taberna, esas miradas de soslayo, ese aplomo en el andar... todo ello es, exactamente, lo que le faltaba al remake. Podría entenderse que, en una era donde el western predominaba y se lograban resultados más que meritorios, todas esas características se encontrasen con mayor facilidad, pero en la cinta del cineasta californiano es tal la enjundia del conjunto, que ello supone más que un valor añadido.

Además, las interpretaciones de un Glenn Ford que mide cada gesto con perspicacia, y de un Van Heflin que cumple con creces en su papel de tosco pero animoso ranchero, logran que en "El tren de las 3:10" sus personajes confluyan con una entidad distinta, y ya no se trata de la garra o el caracter, sino de algo que va mucho más allá, de la esencia de unos personajes que es entendida en cada uno de sus movimientos, ofreciendo así dos perfiles de lo más cercanos.

Gracias a esos perfiles, se logra desarrollar una historia que, lejos de un esquema que podría resultar sencillo, se despliega en el terreno de lo psicológico con una fuerza tremenda, y es que en cada diálogo uno puede sentir la presión ejercida de Ben Wade hacía su captor, encargado de custodiarle al tren que lleva a Yuma, llegando a herirle dotando de un impacto prácticamente inusitado cada afirmación que empuña, con sutileza, contra Dan Evans. Es ello lo que hace de este western una pieza que no tiene desperdicio y que, por si todo lo anterior no fuera poco, nos regala una conclusión espléndida, donde se demuestra que los personajes están pensados y trazados con una pericia fuera de lo habitual, y que sus principios se mantienen firmes incluso cuando la sangre se templa y apenas deja sentir el aroma. El aroma del Far West.
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27 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
El tren de las 3:10 se dirigía hacia nuestros sueños
El tren de las 3:10 es una excelente western de carácter psicológico en el que varios personajes se mueven por la escena mostrando debilidades, ambiciones, crueldad o generosidad.
Es una película que sitúa al espectador ante una situación límite que debe ser resuelta por un campesino necesitado de dinero encontrándose con un maravilloso villano ( Glenn Ford en una interpretación espléndida ) y sus secuaces.

El planteamiento argumental es simple, pero su desarrollo, la interrelación entre personajes son de una profundidad abrumadora. Los movimientos de cámara son elegantemente ágiles, el guión es excelente, y posee un cierto ambiente onírico ( muy propio de las películas de Delmer Daves ) que la dota de un alto poder hipnótico.

Es una película que no tiene la resonancia que se merece debido seguramente a que la crítica se ha centrado más en piropear y rendir culto a los Westerns de John Ford y Howard Hawks ( excelentes muchos de ellos sin duda ) que a reconocer a Delmer Daves, autor que posee unas cuantas obras maestras del Western ( El tren de las 3:10, El árbol del ahorcado ) y películas míticas, perturbadoras, absorbentes e inolvidables como La senda tenebrosa o extraordinaria La casa roja. Lamentablemente esto se deba en muchos casos al resultado de establecer una relación automática entre el éxito comercial y la popularidad ( condición indispensable para obtener Oscars salvo algunas excepciones ) con calidad cinematográfica. Innumerables películas populares y de éxito han sido excelentes desde el punto de vista del arte cinematográfico ( La Diligencia, Ben Hur, Lo que el viento se llevó... ) pero no hay que olvidar que gran parte de las obras maestras son filmes que en su día pasaron desapercibidas o frecuentemente fueron objeto de duras críticas contra sus autores por una u otra razón: Dersu Uzala fue duramente criticada, Topaz tildada de mero folletín anticomunista, El hombre que mató a Liberty Valance como película desfasada y sin interés según bastantes críticos, Cleopatra era un producto fracasado para muchos aún hoy en día ( en mi opinión se trata de una obra maestra sin paliativos )...Y los filmes de Delmer Daves se tildan de modestos y se ignoran en muchas recopilaciones cuando algunos como éste Tren de las 3:10 son verdaderos logros artísticos de primer orden.
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25 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Antes de que llegue el tren es un diez
El brillante duelo que mantienen Glenn Ford y Van Heflin durante toda la película, hasta que llega a su hora ese tren, hace que tenga unas dudas tremendas a la hora decidir quién de los dos lo hace mejor. Es sorprendente porque a priori ambos son para mí actores mediocres, y quisiera poder subrayar que es una valoración apriorística, teniendo en cuenta lo que he visto de cada uno hasta hoy, antes de "El tren de las 3:10", son dos actores del montón. Sin embargo aquí se salen (¿irían dopados?, lamentable ironía, lo sé, pido disculpas), de manera que la sinergia de sus interpretaciones elevan este western por momentos a niveles de una calidad tremenda. Posiblemente es más conocido el remake, posiblemente el remake es peor. Al menos yo aquí me quedo, no pienso perder mi tiempo en ver a Russell Crowe pegando tiros, para mí "El tren de las 3:10" sólo pasa una vez a esa hora.

Delmer Daves mueve lo que tiene como un maestro y más que acción, que también, rastrea cualquier rincón buscando la tensión y ofreciéndola a lo grande. No pierde tiempo y con pinceladas gruesas define a los dos personajes principales pero lo hace de manera formidable, de hecho, todo lo que no tiene que ver con el final es lo mejor de la película. En especial me encanta el dibujo que se hace de Glenn Ford, es impecable y hasta cae bien. Ciertamente es difícil que alguien pueda ser más prepotente y que caiga bien igualmente, de la misma manera que ser un valiente como Van Heflin merece todo la consideración y respeto. Delmer Daves busca entretener y lo consigue, es una lástima que meta la pata tan gravemente en un final tan lamentable. Yo también estoy de acuerdo que otro final hubiera colocado este título entre los mejores de la historia del género, hasta que llega el tren es un diez, es todo perfecto, pero en ese tren además de irse con dos actores sublimes también se lleva más de una estrellita.
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16 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Lástima
Es una lástima que lo que parecía un excelente film deje de serlo por un simple y estúpido desenlace. "El tren de las 3:10" es hasta ese momento, una película memorable que me ha recordado a una de las mejores del género, "Solo ante el peligro".

Pero "Sólo ante el peligro" sigue siendo única y "El tren de las 3:10" se ha quedado -por culpa de su desenlace-, únicamente en una buena película. Este western tiene aspectos muy buenos y momentos de escuela de cine.

Ben Wade (Glenn Ford) es un pistolero que tiene que ser trasladado a un tren, la misión se la encargan a Dan Evans (Van Heflin). Evans custodia a Wade en la habitación de un hotel mientras le encañona con un rifle. Esta tensa espera de los dos hombres en la habitación, esperando a que el reloj de las tres en punto, y con la banda de Wade esperando el momento para rescatar a su jefe, son momentos de muchos quilates. Todo lo que acontece en aquella habitación es para enmarcarlo.

Pero esta espléndida puesta en escena se estropea con un final hecho para contentar a las familias más puritanas. Un final indigno de una película enorme.
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22 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Monólogo de Glenn Ford
Basado en un relato escrito por Elmore Leonard, el realizador Delmer Daves llevó a la pantalla la historia de un forajido, llamado Ben Wade (Glenn Ford), jefe de una peligrosa banda que es capturado y que será escoltado por un granjero, Dan (Van Heflin), que verá en esta peligrosa situación un medio para salir de la pobreza a que está inmersa su familia.

Realmente, Delmer Daves más que un western "puro", de espacios abiertos (que los hay), se podría considerar como un "thriller" psicológico basado en el enfrentamiento entre los dos principales personajes, el honrado granjero que lucha entre hacer lo correcto o escuchar los cantos de sirena del bandido.

Daves realiza un planteamiento muy inteligente, con una primera parte en la que presenta a ambos personajes. Wade es un forajido tan cruel como carismático, y es perfectamente consciente de ello ya que sabe ser encantador cuando se lo propone. Por su parte, Dan es un humilde ganadero, con una familia con la que malvive debido a una larga sequía que le está llevando a la ruina. La elección de los actores no puede ser más acertada, tanto Van Heflin, con una caracterización perfecta del hombre corriente, pero valiente y tenaz, como Glenn Ford, que sabe dotar perfectamente a su personaje de la ambiguedad que necesitaba el personaje, un hombre peligroso capaz de matar sin vacilar, pero al mismo tiempo con una labia que le puede llevar a engatusar a quien se proponga.

Más que acción, el film lo que nos ofrece es mucha tensión, mientras ambos esperan el famoso tren de la película para llevar al criminal a Yuma para ser juzgado. En una escalada que nos recuerda a "Sólo ante el peligro", los últimos minutos nos mantienen en un puño mientras ambos personajes atraviesan el pueblo en dirección a la estación en un pueblo desierto tomado por los miembros de la banda de Wade, con una estudiada planificación del recorrido.

El director mantiene la tensión hasta el límite posible, para dar un sorprendente giro, y dejando voluntariamente el film inconcluso, con muchas dudas en el espectador, casi como si esperase que el film fuera a prolongarse unos minutos más, dejando un sabor de boca un tanto agridulce. A todo este envoltorio hay que añadirle la excelente canción "3.10 to Yuma" compuesta por Greg Duning y Ned Washington con que nos que acompaña toda la película.
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13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Un tren que no puedes dejar pasar
Para empezar, yo diría que quien no se quede pegado a la pantalla cuando suenan las primeras notas de la canción interpretada por Frankie Laine es que, definitivamente, no le gusta el western. A partir de ahí, añadir —también— que, aunque tenía muy claro que iba a enfrentarme a un western de los grandes, me ha sorprendido, y mucho, la tremenda expresividad de Delmer Daves. Un cineasta al que sólo tenía por un buen artesano y que me ha demostrado con esta peli que se desenvuelve más que correctamente con la cámara y que su estilismo y dominio del tempo narrativo son poco menos que extraordinarios.

Ocho trabajadas estrellitas, pues, para un tren que no puedes dejar pasar y en el que la escasa enjundia de su pareja protagonista (Glenn Ford nunca ha sido santo de mi devoción y Van Heflin siempre ha sido, reconozcámoslo, un correcto secundario) no debería constituir motivo suficiente como para despreciarla o posponerla para otra ocasión. Así pues, si te consideras un buen westernman y no la has visto todavía, lo dicho: ya estás tardando.
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13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
El campesino digno y el bandido encantador
Dan Evans (Van Heflin) es un campesino acuciado por la sequía en sus campos y que está a punto de perder su rancho a causa de las malas cosechas. La fortuna le ofrece una oportunidad cuando es capturado el célebre forajido Ben Wade (Glenn Ford), un despiadado atracador cuya banda lleva años asolando la vía férrea de la Southern Pacific. Pero el arresto de Wade no es sino el primer paso, ya que tendrá que ser escoltado hasta la ciudad de Contention. Desde allí, sale un tren con un vagón-celda que le llevará a Yuma para ser juzgado por un tribunal federal. Este viaje se convertirá en una pesadilla ya que detrás del aspecto encantador de Wade se esconde un manipulador capaz de sacar partido del menor asomo de debilidad.

La década de los cincuenta del siglo pasado fue rica en westerns. Algunos de ellos inolvidables. Lo tenían todo para triunfar: dirección, guión, actores, fotografía, música... Entonces se rodaban westerns de serie A, B o incluso Z. Daba igual, en cualquiera de ellos existían verdaderas joyas. Uno de estos westerns inolvidables es “El tren de las 3:10” de Daves, una película emocionante, espléndidamente interpretada y dirigida, y en la que nos encontramos ante dos personajes antagónicos que van a encontrarse y a convivir unas horas, uno actuando como tentación (ofreciendo dinero, y vida, a cambio de su liberación), el otro representado por su lucha personal para afianzarse en el cumplimiento de su misión aún a riesgo de morir, la dignidad frente a sí mismo y a los suyos le llevará a seguir adelante aun con sus momentos de duda, de flaqueza. Gran Película.
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12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Códigos
Los expertos en la materia dicen que el western es un género que se rige por una serie de códigos, una serie de directrices que hacen del género del oeste lo que es. Uno de esos códigos es claramente el honor, y creo que pocas películas han sabido reflejar más bien ese espíritu que esta cinta de Delmer Daves.

Nos encontramos ante un western muy intenso y psicológico, que podría resumirse en el magistral pulso interpretativo que mantienten Glenn Ford y Van Heflin (ambos sensacionales, aunque me quedo con el extraordinario personaje de Ford). La película es un constante cara a cara entre un peligroso forajido que idea cualquier artimaña para fugarse y un buen hombre de familia que se ve obligado a trasladar a este rufián al pueblo de Yuma.
Daves mantiene la tensión con las furtivas miradas y las chispeantes conversaciones entre Ford y Heflin para luego desembocar en un extraordinario final.
Otro apartado a destacar es su maravillosa banda sonora, de las mejores que un servidor ha podido escuchar en un western.

En definitiva este es un western que los amantes del género no deben dejar escapar, diferente, fresco y sobre todo intenso. Un film que va más allá del típico mata indios o duelos al sol, "El tren de las 3:10" es una oda al honor, un canto a esos viejos códigos, apología de la complicidad entre enemigos, porque aunque suene extraño, hay que ser respetuosos con los amigos, pero también con el peor de tus enemigos...
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12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
rescatar a este tren del olvido
Genial western de Delmer Daves, coincidiendo con la crítica anterior tambien creo que esta subvalorada, apesar de que su atmósfera (plagada de escenarios tan duros como oníricos), sus diálogos (de una naturalidad y profundidad garrafales ), y extraordinarias interpretaciones son casi míticas; es así como un argumento sencillo y bastante simple (sobre el papel), manejada con oficio y estilo, se puede convertir en una obra maestra indiscutible del género.
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11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Excelente western, rebosante de lirismo y tensión.
Tercer western de los seis famosos que rodó Delmer Daves entre 1956 y 1959, y se basa, como la mayoría de ellos en el sempiterno conflicto entre moral campesina y moral ciudadana, tema muy cercano al universo creativo del cineasta, el dilema entre naturaleza y civilización. Un western árido y modesto pero soberbio, que ensambla de forma sencilla la tensión dramática con el romanticismo y el intimismo más lirico, manteniendo los apuntes realistas de la cotidianidad y lográndolo sin que el film, un poema visual, se resienta en ritmo, en hondura y en claridad. Todo ello en un espectacular blanco y negro y formato panavisión. Su pulso vigoroso refleja en cada encuadre, en cada plano, la visión de quien es un autentico creador.

Dan Evans (Van Heflin) es un modesto ranchero al que la sequía le ha llevado a una situación de extrema penuria; cuando le niegan un préstamo de 200 $ para poder mantener a su familia mientras espera la providencial llegada de las lluvias, debe encontrar otro trabajo. El honesto Dan, padre de dos hijos y una abnegada esposa, desesperado, acepta la recompensa por escoltar a un peligroso y mezquino – pero en el fondo un romántico: “Me gustaría tener una esposa como la suya” – jefe de unos bandidos llamado Ben Wade (Glenn Ford) hasta el tren que debe conducirle a prisión. Bien observado el ranchero Evans resume en su personalidad las mismas características que el cineasta Daves: su deseo de eludir los conflictos que no le afectan, su amor por el trabajo bien hecho. Si Evans accede a dejar el núcleo familiar, es sólo por circunstancias extraordinarias y el menor tiempo posible.

Un punto crucial del film – y su más bello fragmento – consiste en una lírica historia del pistolero con la cantinera Emmy (Felicia Farr) contribuyendo al esplendor poético. La película es honesta y bien trabajada que en el fondo, sirve de base para una reflexión también típica del cineasta: la convivencia entre el ranchero y el pistolero, muestra la tosquedad del hombre bueno, demasiado ingenuo fuera de su ambiente, y la elegancia y simpatía del hombre malo, un tanto vulnerable para ejercer de bandido, cuya capacidad de seducción afecta incluso a la fiel Alice (Leona Dara), esposa del ranchero. Una película donde la aridez desértica dará paso a la lluvia reparadora de tensiones y conflictos. Las grúas combinadas con panorámicas son muy bellas, narrada con brío, con amor, y con talento, lo que permite que la película permanezca en nuestra memoria para siempre.
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9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Si llega a tener un final más acorde tendría un 10 como la copa de un pino.
Western en un magnífico blanco y negro del año 1957 protagonizado por un magnífico
Glenn Ford como el forajido Ben Wade y por un más que notable Van Heflin en una de sus mejores actuaciones ante una cámara de cine.
Todo ello está dirigido por el buen artesano Delmer Daves (Jubal, Lanza Rota...) logrando por casi todo el metraje (a excepción del citado final) un gran western, un clásico sin duda ninguna de cine del oeste, con grandes toques de suspense, de thriller, sin grandes tiroteos, sin atronadores disparos, pero con tensión muchísima tensión por la historia que estamos presenciando llevada a la pantalla a la perfección, maravillosamente hecha, con todo bien puesto, con todo en su sitio asta que en el clímax se pifia y creanme es una verdadera lástima porque con un final más acorde hubiera sido un gran western, un western de 10 pero pasó de ser eso a dejar al espectador (a mí por lo menos) con la miel en los labios, con una sensación agridulce, con un sabor a auténtico western que se transformó de pronto en algo que no sabe muy bien que es.
Como he dicho es una pena que un peliculón como este mucho mejor que su remake de 2007 tenga un final que no encaja nada bien, en fin que le vamos a hacer.
Todo bajo mi humilde opinión dicho está.
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8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Semiclásico del western
Un granjero que sufre las penurias de la sequía (Van Heflin) acepta un dinero por trasladar al líder de una banda de forajidos (Glenn Ford) hasta el tren que le llevará al presidio de Yuma.

Un semiclásico del western, que bebe de "Solo ante el peligro" y da de beber a "El último tren de Gun Hill".
No convenció demasiado su desenlace, si bien se trata de uno de los mejores títulos firmados por Delmer Daves, muy estimable en todos los aspectos. Justo medio siglo después se estrenaría un remake.



"Hay muchas cosas ante las cuales uno tiene que resignarse a ver y callar."
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6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
El héroe que no quería serlo
"El tren de las 3:10" es una película del Oeste que me gusta mucho, como todas las que he visto basadas en relatos de Elmore Leonard. La parte que transcurre en el interior de la habitación del hotel de Contention City tiene algo de mágico, es especial, no sé si por Glenn Ford y Van Heflin, si por la fotografía en blanco y negro, por la dirección de Daves, o por todo a la vez.

Ford interpreta a un bandido peculiar, pues es embaucador, mujeriego, manipulador, frío, calculador, y también sanguinario -mata a un hombre de su banda y a un empleado de la diligencia al comenzar la película-, pero al mismo tiempo es capaz de devolver un favor, y su progresiva empatía con Van Heflin anuncia una posible amistad, tal vez porque se da cuenta de que su enemigo está a su altura. Ojalá Ford se hubiera prodigado más en estos papeles de malo-bueno. El personaje de Heflin es también peculiar: un granjero acuciado por las deudas y la sequía, que no quiere arriesgarse, ni hacerse el héroe -como vemos durante el atraco a la diligencia- pero que, finalmente, se arriesga, primero por el dinero, y después por cumplir con su deber, en medio de un ambiente lleno de gente acobardada, como el del previo "western" "Sólo ante el peligro" (High Noon, 1952), dirigido por Fred Zinnemann. El personaje de Felicia Farr es, por desgracia, muy corto, pero no es prescindible, o no lo es del todo, porque sirve para conocer el pasado de Ben Wade, el bandido interpretado por Ford. Leora Dana, que es la esposa del granjero interpretado por Heflin, es por eso el principal personaje femenino. Richard Jaeckel está muy bien en su papel de compinche de Glenn Ford.

El desarrollo de la acción es muy absorbente porque ésta no se pierde en detalles, va al grano, y se sustenta sobre personajes muy sólidos, incluso carismáticos, en el caso de Ben Wade. Daves sabe construir una historia que va creciendo en interés a la vez que va creciendo la tensión. Éste es un "western" con mucho de "thriller" y algo de cine negro, en el que el paso del tiempo adquiere una gran importancia, como en el ya citado largometraje de Zinnemann. Sin duda, es de lo mejor de la filmografía de su director, y uno de los mejores "westerns" del cine estadounidense.
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6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Una historia intemporal.
Es una de esas películas que se enmarcan en el Oeste por cuanto es un espléndido marco para dibujar una sólida fotografía, llena paisajes míticos en lo más universal del cine.

Contiene elementos psicológicos muy interesantes, con un cuidadoso estudio de personas, personalidades y personajes. Con situaciones que dibujan un determinado entramado social y costumbrista.

Atmósferas intimistas y opresivas y una muy buena interpretación tanto de los protagonistas como de los secundarios y característicos.

Un deleite de cinta a considerar, en mi opinión, como una de los clásicos inolvidables de segunda fila en la historia no solo del western, sino del cine en general
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6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Tres dieces al Tren.
Si, tres dieces es la calificación que para nosotros merece esta cinta.
El primero por los aspectos técnicos. Comienza con un paisaje fordiano en el que "La diligencia" marcha veloz allá a los lejos. La fotografía, muy contrastada y con magníficos juegos de sombras en los rostros, es sencillamente perfecta. Lo mismo que el uso de los planos picados reduciendo el tamaño de los personajes de abajo en contraposición a los que miran desde arriba. Véase la impresionante escena del entierro tomada desde el punto de vista de la habitación del hotel donde se hallan los protagonistas. Las sombras tan alargadas que se proyectan sobre la calle. Por otra parte, la banda sonora acompaña perfectamente en cada momento, ahí está en la escena del entierro que acabamos de citar el ronco sonido del tambor que tañe el niño que encabeza la comitiva.
El segundo de los dieces lo merece el guion de Halsted Welles, sin fisuras, con un complicado conjunto de personajes cuya forma de ser vamos conociendo poco a poco. No son prototipos o estereotipos, son personas normales y corrientes a las que el destino lleva a una situación límite. Todo ello sin contradicciones, con normalidad, con esa aparente sencillez que solo puede alcanzarse a través de la maestría en la dirección.
Nada tiene que ver Dan Evans (Heflin) cuando contempla impotente la escena del asalto de la diligencia ante la mirada reprobadora de sus propios hijos, como luego de su esposa Alice (Dana), con el que toma la decisión de subir al tren con el preso, "Porque tengo que hacerlo y nada más", después de ver que el borracho del pueblo, Alex Doc Potter (Jones) ha pagado con su vida por esa misma causa.
Tampoco tiene nada que ver Ben Wade (Ford) que no duda en disparar a sangre fría sobre uno de sus compinches y sobre el mayoral de la diligencia (el interés individual subordinado al del grupo), con el que poco después decide quedarse arriesgando su vida con la joven de la cantina, Emma Nelson (Farr), una antigua cantante que conoció tiempo atrás que ha venido a parar allí en busca de un clima seco debido a su tisis con sus frecuentes accesos de tos.
Todo es cambiante. También la actitud de la gente del pueblo que duerme rigurosamente la siesta de una a dos de la tarde. Hasta el sheriff, "Si no es un asesinato no voy a avisarle, si solo se trata de un robo no lo despierto". Valentones primero, tímidos y pusilánimes cuando llega la hora de la verdad. Incluido el orondo dueño de la diligencia asaltada, Grayson Butterfield (Emhardt), o el mismo hermano de la víctima.
Por cambiar lo hace hasta la climatología. En medio de una gran sequía que arruina a los rancheros, 200 dólares necesita Dan para alargar la agonía de sus animales seis meses más, y por ellos va a jugarse la vida a la espera de la ansiada lluvia que parece llegar en los fotogramas postreros.
Y el tercer diez lo merece ese desenlace que tan poco parece gustar a los críticos. No tengan la menor duda, Delmer Daves y Halsted Welles están describiendo por primera vez la historia clínica perfecta de un síndrome de Estocolmo, y eso 25 años antes que Janne Olson retuviera a sus rehenes en el famoso asalto al Banco de Crédito de Estocolmo, que luego dará nombre a esta conocida reacción psicológica en la que la víctima de un secuestro o retención en contra de su voluntad, desarrolla una relación de complicidad y un fuerte vínculo afectivo con su retenedor. De hecho, bien pudo llamarse "Síndrome del Tren de las 3:10" al que ahora damos el nombre de la ciudad sueca. No hace falta ser un gran psiquiatra para comprobar la tremenda empatía de Ben hacia los Evans. La primera al despedirse en su propio rancho, "Señora, procuraré devolverle a su marido sin novedad". Los infinitos intentos para convencerlo de que lo deje libre, no tanto por "comprar" su libertad con dinero, que también porque conoce sus necesidades económicas, cuanto por salvarle la vida. Y confía y persevera en sus propuestas tratando de ablandar su voluntad, siempre pensando más en salvar la vida de su captor que en la suya propia. Pero estamos hablando de desenlace y esto corresponde a la zona spoiler.
Tres dieces como tres soles para este "Tren de las 3:10", si señor. No dejen de verlo, lo mismo si son aficionados al western como si lo son al cine en general.
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6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Un western de magnifica calidad no reconocido debidamente como debiera
El tren de las 3.10 a Yuma, (1957) western en blanco y negro entrega un desarrollo de accion impresionante sin caer en los trucos fáciles de la violencia a punta de gatillazos y puños. Tanto Van Heflin como Glenn Ford transmiten un retrato de personalidades de admirable nivel interpretativo que maravillan por su exhibición de talento. Especialmente Ford superando el simple dibujo de su personaje, demostrando que él solo, sin aspavientos ni efectos, puede cubrir con su actuación la película completa. Un Ford genial como nunca. Una exposicion de poderío interpretativo tratado con sobriedad pero a nivel simplemente magistral que hiela al espectador y lo mantiene atado al asiento en el contexto de un relato genialmente dirigido por su director enfocado en emocionar y cautivar a la audiencia, echando mano mayormente a la fuerza inmensa de sus personajes más que en la acción propia de las películas de este género. La hermosa y sentimental música es interpretada por Frankie Laine,maestro en el acompañamiento de grandes películas. El resultado es un grandioso filme que puede verse con el mismo deleite más de una vez. Una de las grandes películas del género que jamás podría ser superada ni igualada por las recientes reposiciones técnicamente más modernas del hollywood de hoy pero pobres de inspiración. Entretenidísima y emocionante.
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
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