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51 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
9
Las 64 manos, las 3 versiones, una épica melancólica
"The Grandmaster" es una película que conmueve y desorienta. Conmueve porque imprime a la biografía de Ip Man (Tony Leung) una dimensión melancólica, fatalista, con una brillantez formal indudable. Desorienta porque esta biografía no cubre toda la vida del biografiado (no llegamos a la época en la que da clases a Bruce Lee) y además la historia se pierde en otros personajes, especialmente el de Gong Er (Zhang Ziyi), su rival en las artes marciales, y su amor secreto. En conjunto, queda un film sin duda brillante, pero irregular; un film confuso en tanto que biografía, pero con momentos, escenas e imágenes de una fuerza visual impresionante. La pelea en la estación de tren, o el cortejo que camina sobre la nieve, o la lucha bajo la lluvia del principio, son buenos ejemplos de ello.

Lo que quizá sorprende más en este apasionado y melodramático film de artes marciales es la aparición, en el tramo final, del tema de Deborah que Ennio Morricone compuso para la magistral "Érase una vez en América" (Once Upon a Time in America, 1984), la última película de Sergio Leone. Wong Kar-Wai no sólo hace un homenaje a Leone, además emplea este tema musical para dar a su historia una categoría melancólica que hable del paso del tiempo, de lo que pudo ser y no fue, de la grandeza de los maestros de las artes marciales.
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8
Grandmasters
Tras una larga ausencia Wong Kar-Wai vuelve a sentarse en la silla de director para brindarnos una película que, si bien no es completamente ajena a sus escenarios habituales (recordemos que "As Tears go By" y "Ashes of Time" ya tomaban el tema de la lucha y las artes marciales como punto de referencia), si supone un nuevo paso en el modo de trabajar de uno de los directores más aclamados del cine asiático actual.

Y es que The Grandmasters, como no podía ser de otro modo viniendo de quien viene, presenta una fotografía sublime con un registro de colores, una atención por el detalle y una concepción de los espacios que encandila, deleita y sorprende desde el primer momento. Así, incluso en las vertiginosas escenas de combate (la "gran" novedad de la cinta con respecto a los ritmos y situaciones a las que nos tiene acostumbrados el director), podemos encontrar el sello de identidad de un maestro que, alejándose de la voluptuosidad, colorido, magnificencia y hasta extravagancia de las producciones más recientes del género (pienso en "Tigre y Dragón", "Hero", "La Casa de las Dagas Voladoras", etc), se centra en la contundencia, la técnica y la ferocidad de la lucha para ofrecer un espectáculo visual donde, increiblemente, los pirueteos o la presentación excesivamente coreografiada de otras cintas están aquí completamente ausentes. No encontraremos en The Grandmasters luchadores saltarines, combates que más parecen bailes o efectos especiales que convierten el arte marcial en un teatro efectista para el forzado deleite del espectador. Y sin embargo, el genial tratamiento de dichas escenas, con cuidada atención a cada golpe, bloqueo, giro y posicionamiento o desplazamiento de los pies de los contendientes, les confiere tal atractivo que engancha y deleita gracias también a un magnífico uso del sonido, que en todo momento engrandece y enfatiza la contundencia de la batalla. El trabajo de cámara, por su parte, brilla con luz propia cuando, unido a una edición y un montaje más que sobresalientes, nos permite disfrutar de unos combates donde la ferocidad de la violencia dialoga armónicamente con la delicadeza de los detalles y los lentos primeros planos, dando lugar a un ritmo muy particular que, sin verse forzado pese a lo complejo de dicho tratamiento, confiere una notable personalidad a cada escena. Todo ello enmarcado en unos escenarios cuya atmósfera (un lluvioso y oscuro callejón en medio de la noche, una nevada estación de tren azotada por el viento, la recargada estancia de una "Casa de Placer" de la china de los años treinta...) dota a cada escena de una ambientación completamente única y cargada de personalidad.

No se queda atrás tampoco, como también es habitual en las cintas del autor, el excelente trabajo del equipo artístico. Esta vez, bajo el paraguas de unos años 30 que se debaten entre la pervivencia de la cultura tradicional china y el advenimiento de la modernidad industrial de principios del siglo XX, asistimos a una bella caracterización de escenarios y personajes en los que todo elemento, desde los uniformes, trajes y vestidos de l@s protagonistas y secundarios hasta la decoración de las salas, escuelas y exteriores, está cuidado al detalle. Una delicia estética que combina sabiamente abundancia y austeridad sin caer en ningún caso en el boato y sobrecarga.


Por último, cabe resaltar el que a nuestro juicio es el punto más flojo de esta nueva película; el tratamiento del argumento y la historia. Bien es sabido que Wong Kar-Wai no es precisamente un devoto de las reglas del guión y la planificación previa. De hecho, es usual que el director conciba y construya cada escena directamente cuando se encuentra frente al escenario elegido para cada circunstancia. En The Grandmasters, sin embargo, este método libre, improvisado y “rebelde” que tan buenos resultados dio en su filmografía previa (sobre todo en títulos como Days of Being Wild, Chungking Express o Fallen Angels) pasa factura ante las dificultades de imbricar una historia compleja en la que personajes, contexto histórico, teoría, práctica y evolución de las artes marciales y vivencias personales interactúan entre ellas como si de un protagonista más se tratara. Así, ante el habitual cambio de foco hacia las historias de los personajes que enriquecen el universo personal de Ip Man, el supuesto protagonista, en ocasiones resulta complejo para el espectador encontrar un hilo conductor que mantenga la atención e interés y permita agarrarse al centro recurrente de la trama que se está narrando. De hecho, si comprobar como el protagonismo se alterna alternativamente entre el personaje masculino y el personaje femenino de la historia resulta un atractivo notable (llegando incluso esta última a eclipsar en interés y actuación a la del propio Ip Man), en ocasiones dicha dualidad afecta a la continuidad del relato sin que el espectador comprenda muy bien como se ha llegado a cierto punto de la historia del otro. Sensación que se ve acentuada ante los constantes y difíciles cambios de ritmo de la película; de frenéticas (y excepcionalmente realizadas) escenas de acción a lentos monólogos interiores o descripciones de contextos que de nuevo se ven súbitamente interrumpidos por una nueva pelea, disputa o tensión dramática. Un ritmo atragantado en el que cada una de las partes es una pieza perfecta y bien construida, pero que difícilmente encajan entre sí de manera armónica al contemplarse en conjunto como una sucesión de acontecimientos.

En definitiva, una cinta notable por su factura técnica, visual y artística que deja de lado el estilo rebelde y dinámico de las primeras producciones de Kar-Wai para dar paso a una etapa de “madurez” en la que la perfección estética y formal relevan a las imágenes borrosas, los escenarios caóticos y las cámaras imprecisas de sus etapas previas, alejándose igualmente de los “cánones establecidos” del Nuevo Cine de Artes Marciales inaugurado ya hace años por Ang Lee con su Tigre y Dragón.
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7
Buena
Una película ágil y entretenida , bien contada y sin pausa,merecidamente gano el oscar asiatico, por sus grandes escenas y efectos especiales y por la gran labor de sus actores Tony Leung Chiu Wai, Zhang Ziyi,Chang Chen.
Una historia que yo en particular ya había escucha y la verdad me ha sorprendido lo bien que ha sido lograda, buena trama, y gran intriga.
Muy buena.
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8
Un viaje emocional a través de la vida de un legendario maestro de artes marciales
Película extraordinaria de artes marciales, que destaca por su dirección impresionante y su diseño de producción visualmente impactante. La actuación de Tony Leung y Zhang Ziyi es impresionante, con una química en pantalla que te mantiene cautivado.

Además, la historia de Ip Man es contada de una manera emocionante y conmovedora, que te hace sentir profundamente conectado con los personajes. Los momentos de lucha son excelentes y están coreografiados de forma magistral.

En resumen, "The Grandmaster" es una obra maestra del cine de artes marciales, que ofrece una experiencia cinematográfica inolvidable y es un ejemplo de cómo el cine puede conmover y entretener al mismo tiempo.
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5
Tan preciosista como peñazo.
No es sencilla la valoración de una película que tiene tres montajes diferentes: ¿Será mejor o peor que los otros el que nos ha tocado en las salas españolas…? Opinaré, pues, con la debida cautela.

Tras un paréntesis "occidental" (My Blueberry Nights), Wong Kar-Wai regresa haciendo añicos las leyes de un género tan codificado y sometido a clichés como es el biopic (en este caso la vida de Ip Man, maestro de Bruce Lee). Pero ésta no es como la típica-tópica de Mandela…

No; aquí prima la atmósfera sobre el argumento. Una atmósfera onírica, un paisaje propio de la ensoñación, una ficción alucinada que funciona como presentación fantasmal de amores frustrados y pasados tan gratos como irrecuperables.
Una narrativa no lineal refuerza esa sensación de irrealidad al descoyuntar tiempo y espacio.

Película fuertemente intimista por mucho que contenga espectaculares coreografías de artes marciales; pues también en esas escenas se presta atención al detalle íntimo (la lucha entre el prota y la chica es como una danza de claras alusiones sexuales, una hermosa danza de sentimientos, un combate de grácil sensualidad).

The Grandmaster restaura el verdadero espíritu de las artes marciales mostrándolas como una práctica contenida, virtuosa, elegante, muy lejos de la burda violencia de tantos subproductos.

Tony Leung borda el papel con su clase y seguridad habituales, bien acompañado por la guapísima Zhang Ziyi.

Consignadas sus virtudes no oculto que The Grandmaster es un rollo patatero, y que los escasos espectadores fueron abandonando la sala sin prisa pero sin pausa, quedándonos tan sólo mi acompañante y yo hasta el final.
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2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Inmortalizando gotas de agua.
El legendario director hongkonés, creador de joyas como Deseando amar y 2046, retorna con la vida y obra de Ip Man, maestro de Bruce Lee, para otorgar un genial y vigoroso poema en movimiento, a ralentí del arte marcial, de arrolladora elocuencia lírica que, junto con su impagable hazaña visual, hipnotiza a ritmo coreográfico. Minucioso detallista y enfermizamente escrupuloso en su búsqueda de la exquisitez, The Grandmaster supone una regeneración, o más bien una continuación, de sus dotes narrativas para enlazar en armonía el intimismo del romance con la espectacularidad épica de los combates.

Son particularmente en estas escenas de acción donde Kar-Wai se recrea con bravura e inmortaliza su realización a través de la dispersión y fragmentación de los puntos de vista, que añaden riqueza y ritmo a sus secuencias. La lógica emocional, tan habitual en sus películas previas, da paso aquí a la lógica corporal, pues los combates condensan lo físico y lo filosófico en un solo atributo, llenando de energía el ritmo interno del relato. Apelando a su función puramente plástica, su espectacularidad es absolutamente abrumadora.
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1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
El bello arte de la guerra.
Una escena de dos meses y medio. Un rodaje que se alarga durante tres años. Una idea que tarda diez años en fraguarse. Con todas estas cifras de por medio, nadie puede negar que Wong Kar Wai se entrega en cuerpo y alma en sus proyectos cinematográficos. Convertido en director fetiche de festivales, en su última incursión tras las cámaras, el cineasta asiático va más allá de la narración de la vida de Ip Man, el legendario maestro de artes marciales del gran Bruce Lee; ofreciendo un despliegue artístico acorde a su estilo elegante y exquisito que va un paso más allá en el cuidado de las formas; narrando con una belleza grandilocuente las vicisitudes de un estilo de vida, por momentos, alejado de la mentalidad occidental.

"The Grandmaster", centra su trama en los códigos y principios básicos y vitales de las artes marciales. Lejos de la simple coreografía del combate, el director de "Deseando amar" se adentra en las entrañas más personales del legado generacional y tradicional que durante siglos, ha acompañado a alumnos y maestros del ilustre arte marcial de la pelea. Recorriendo el complejo entramado moral de las bases del kung-fu, el que honor y valor pasean unidos de la mano, Wong Kar Wai retrata la cultura asiática vertebrando un relato que aúna acción, reflexión existencial y melodrama a partes iguales.

Por desgracia, ese cóctel explota tras la cámara del realizador en un libreto construido con escenas certeras de gran belleza formal que golpean fuerte al espectador por su enorme carga artística y poética; pero que carecen de un hilo conductor sólido sobre el que fundamentarse haciendo que la obra del director pierda lustre al esbozar las pinceladas de su hermoso lienzo. La fotografía es exquisita; el cariño del director acaricia a sus actores en cada plano; la coreografía y planificación de las peleas es magnífica; pero el guión, no encuentra el grado de implicación apropiado para con el espectador, algo raro en el cine de este realizador.

Al final, aunque las escenas mantengan nuestra atención, al finalizar la película, resulta imposible no sentir una ligera sensación de vacío por la ocasión perdida de quedar noqueados por una cinta, que si hubiera buscado un poco más de alma entre toda su perfección, sería sin duda una obra maestra grandiosa. Pese a ello, un bello film que añadir a la biografía de Wong Kar Wai.
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6
El arte del pensamiento Kung Fu
La empecé a ver con miedo debido a las críticas despiadadas que fui leyendo que la atribuían como "la peor película que he visto en mi vida de artes marciales". Pero a mi, sin ser lo que más me ha gustado de Wong Kar-Wai ni de lejos, me ha parecido bellísima.

Sólo Wong Kar-Wai sabe expresar tanto y emocionar con sólo silencios, es una virtud poco frecuentada actualmente. Visualmente, impecable. Además la distinción entre los planos a cámara lenta frente a la cámara a tiempo real que emplea en las peleas de Kung Fu, da esa sensación de adrenalina que supongo que pretendía el director. Apasionantes y bellísimos combates de Kung Fu. No sólo es una película sobre artes marciales, sino sobre la filosofía y la forma de vida de los maestros de Kung Fu. Por lo que entiendo perfectamente la sensación del espectador medio que no ha visto algo de este director, va esperando una película más de artes marciales y se encuentra con algo muy distinto.

Aludo a ello esas malísimas críticas que ha obtenido por muchas personas, pero para los que ya conocemos al director no sorprende ni mucho menos. Cierto es que la narración en esta es mucho mas enrevesada. También he de reconocer que la he visto subtitulada y que el texto iba tan rápido que en infinidad de frases no pude leer del todo el diálogo, pero aún así se intuye con sólo los gestos y expresiones de los personajes.

Me ha gustado mucho, no por ser una película de artes marciales, sino por ser una película que muestra la decadencia de una estirpe y una filosofía que ante los cambios mundanos a pasos agigantados no puede evitar perderse la tradición.
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6
Wong Kaw-Wai vuelve a rodar una película muy bonita, con una fotografía difícil de encontar en una pantalla de cine, pero cuya historia es bastante compleja y difícil de comprender, llegando a aburrir
El director Chino Wong Kar-Wai siempre realiza películas diferentes. Al margen del cine convencional intenta explorar universos diferentes, y sus películas se pueden considerar de culto. En sus inicios rodó dos grandes películas como " Happy together " y " Chungking Express " .
Pero su película más extraña y que más me gusta es " Deseando amar " , que se introduce en los submundos de la noche de Hong Kong de la década de los 60. Años después volvió a realizar una película con temática similar (una segunda parte encubierta de la anterior ), pero que había perdido la originalidad e hipnotismo de la primera.
Con " The Grandmaster " intenta hacer una película muy original, con unas magníficas imágenes de una China del siglo pasado. A esa fotografía tan variada y atractiva le acompaña el sonido. Pero para que una película sea redonda tiene que tener un buen guión y montaje, y en este proyecto esos dos aspectos son muy deficientes. Ese intento de contarnos una historia que avanza en el tiempo, pero vuelve hacia atrás para contarnos ciertos aspectos de la historia crea confusión.
En la parte central hay muchos momentos que no sabemos lo que ocurre, pese a aparecer carteles identificativos con el año y lugar donde transcurre la historia. Muchas veces es más complicado seguir estas películas asiáticas de ritmo tan rápido, por ser difícil identificar a los intérpretes. Pero en esta película no existe este problema por ser actores conocidos y emplear un vestuario que les identifica.
La película se está vendiendo como la historia de " Ip man " , el maestro del Kung fu y que entrenó a Bruce Lee, y ese tema se aborda muy por encima, aunque es verdad que el personaje que interpreta Tony Leung es " Ip man " .
Lo mejor son las escenas de peleas y luchas, por el empleo de una fotografía muy particular, que parece congelar las luchas.
Las imágenes en la oscuridad también están muy logradas. Hace tiempo que no veía una película con una gran cantidad de escenas bonitas y diferentes (algo parecido me ocurrió con " To the wonder " , la última película de Terrence Malick, en que esas imágenes tan buenas no estaban en consonancia con la historia ).
Destaco también la actuación de Zhang Ziyi y Tony Leung, los dos muy solventes y expertos en este tipo de películas. Esta misma película en manos de Zhang Yimou hubiera sido diferente, cosa que ya demostró el director Chino en películas como " Hero " o " La casa de las dagas voladoras " .
De vez en cuando aparecen imágenes de archivo, que nos muestran cómo estaba China en la década de los 30, 40 y 50 del siglo pasado.
Una vez conocidas las nominaciones a los Oscar 2014 la película se ha quedado sin opción a premio en la categoría de película de habla no inglesa. Pero sorprendentemente (y de forma merecida ) ha sido nominada en las categorías de fotografía y vestuario. Por una vez la academia ha actuado de forma coherente, ya que ha nominado a esta película por sus aspectos más destacados. Es la primera película de Wong Kar-Wai que recibe algún tipo de nominación de la academia de Hollywood.
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6
CUENTO BASADO EN HECHOS REALES
El problema de The Grandmaster es que no sabemos ante que tipo de historia nos encontramos; si es un film bucólico sobre un mundo que se acaba, una narración sobre el kung fu, un retrato familiar intimista, la historia personal de un protagonista que se reinventa a si mismo, o inclusive el relato de un amor imposible. El fallo no es que el guión sea incompleto y le falten engarces o elementos en la historia, sino que las distintas subhistorias pertenecen a estilos diferentes y no hay un elemento que las conjugue. El depurado estilo de Wong Kar-Wai viene a crear más incoherencia; una película con connotaciones históricas y biográficas es ejecutada con esas cámaras lentas, esos planos en detalle y esas escenas compuestas con personajes hieráticos más propios de la pintura. The grandmaster a pesar de basar su narración en la historia del kung fu y en la biografía personal de Ip Man recibe un tratamiento más propio de un cuento o inclusive de un sueño. Dada su calidad cinematográfica habrá que dar a The grandmaster unos años, volver a revisar el film y ver si Won Kar-Wai acierta y todos nosotros somos unos ignorantes .
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7
Ip Man, de Wong Kar-Wai
No se fue el personal demasiado contento de aquella 62ª edición, y como las primeras impresiones (las de la 63ª Berlinale, se entiende) son vitales, la primera película que iba a ver la prensa aquel año era la que con toda seguridad, y siempre a priori, claro, podía considerarse como el plato más fuerte que iba a poder degustarse aquel año en la capital alemana. Porque, y con todo el respeto hacia nuestros peludos amiguitos del bosque, más importante que el hecho de que ''Los osos hubieran vuelto a la ciudad'' (así se promocionaba el festival por aquel entonces: echando mano, cómo no, de su icono más reconocible) era el que un tal Wong Kar-Wai hubiera vuelto a los menesteres cuyo ejercicio, con toda justicia, le hicieron tan grande. Ha vuelto, (ya en presente... y ya era hora), al noble, muy agradecido y nada sacrificado oficio de la dirección cinematográfica, en el que había estado inédito desde su discutido (por puro snobismo) desembarco en suelo americano con 'My Blueberry Nights', efeméride que ya va a cumplir cinco años, que se dice pronto.

Un lustro sin el maestro se hace muy largo... más aún cuando durante los últimos años hemos estado conviviendo con la promesa de un proyecto que, como mínimo, iba a marcar un antes y un después en su carrera, por lo menos en lo que a ambición se refiere. Después de su road trip por los Estados Unidos, Wong Kar-Wai decidió hacer las maletas y volver a su amada Hong Kong para quitarse una espina que tenía clavada desde el estreno de su filme maldito -y muy masacrado- 'Ahes of Time', cinta de artes marciales cuya productora se encargó de dejar irreconocible con respecto al montaje original. Su autor, por cierto, no pudo empezar a resarcirse hasta el estreno de la versión ''Redux'', apaño que no acabó de convencer a nadie, también sea dicho. Con 'The Grandmaster' se puede decir que el director de las eternas gafas de sol vuelve a la escena del crimen. La diferencia es que ahora llega con la lección aprendida... y con la reputación suficiente para que cualquier trabajo sobre el que ponga las manos sea inmediatamente sacralizado y, por lo tanto, quede fuera (se supone) del alcance de las manazas de cualquier pez gordo de la industria con ínfulas autorales (... y ni así nos hemos salvado de la engorrosa multiplicidad de montajes).

Con esta reconfortante certeza y con el consabido tiempo de espera bajo el brazo, no es de extrañar que los grandes festivales de todo el mundo quisieran adjudicarse esta esperadísimo biopic sobre el legendario Ip Man, mentor del no menos legendario Bruce Lee. En su día sonó Cannes, pero no. ¿Para Venecia, pues? Tampoco. ¿Y San Sebastián? Va a ser que no. A Wong Kar-Wai debió convencerle más la oferta de Dieter Kosslick, la cual incluía el cargo de Presidente del Jurado, con la consiguiente condonación de la responsabilidad (?) de participar en la Sección Oficial a Competición. Fueran cuales fuesen las condiciones, lo cierto es que Berlín se anotó un puntazo con este fichaje, aunque más cierto es que mientras se producía la rifa entre los distintos certámenes, la cinta tuvo tenido tiempo para estrenarse en su país de origen. Esto último se dijo con la boca pequeña... y a voz todavía más baja debería comentarse la alarmante falta de World Premieres de la que adolece la Berlinale durante sus últimos años, aunque esto es otro asunto.

Cierro paréntesis porqué el magnetismo de Tony Leung se apropia una vez más -y qué gustazo- de la gran pantalla. El galán fetiche de Wong Kar-Wai se pone en forma (¿alguna vez la ha descuidado?) para dar vida al mítico maestro del Kung Fu en una película cuyo mayor y nada desdeñable logro es el de de llevar a los terrenos del más rabioso cine de autor un género que se mostraba alérgico (o esto nos habían querido enseñar) a este tratamiento. El referente obvio lo encontramos en el díptico 'Ip Man', de la dupla Wilson Yip & Donnie Yen, y si bien estrecha lazos con la película que ahora nos concierne (sobre todo en lo referente a la creación de una mitología semi-fundacional de carácter muy similar al western clásico), los vínculos se diluyen en una ejecución que luce siempre de la forma más orgullosa la inimitable marca ''In the Mood for Love'' (y ''Cungking Express'', y ''2046'', y...). De lo que se trata aquí es que el instrumento (hablamos de géneros y etiquetas) se adapte a las necesidades de quien lo utiliza. Complicadísimo, y todavía más valiente, de verdad: la estética y la adrenalina vuelven a convivir en esplendorosa armonía. Como con con Zhang Yimou, pero diferente... y mejor.
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6
¿Cuándo pelea Ip Man?
Para bien o para mal tengo que comparar este film con las anteriores películas sobre Ip Man y en este caso la cinta de Wong Kar-Wai sale perdiendo.
Estamos ante un film rico en imágenes bonitas, esa cámara lenta, esos copos de nieve, esa lluvia, pero carece de lo más importante en este tipo de films y son las propias artes marciales, creo que son tres momentos contados donde aparecen imágenes de luchas, eso sí, bastante bien realizadas.
Excesivamente larga y llega, en momentos, a resultar confusa, se pierde por las ramas por decirlo de alguna manera, y ya no sabes realmente si el film es sobre Ip Man o sobre otros protagonistas, incluso estas esperando un enfrentamiento entre dos de sus protagonistas y éste nunca ocurre.
Muy bonita estéticamente pero larga, confusa y pobre en momentos de acción, definitivamente las cintas Wilson Yip, (Ip Man, Ip Man II) son mejores y mucho mas entretenidas.

Un 6.

http://filmefilico.blogspot.com.es/
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8
En el tablero de la vida
En "The grandmaster", Wong Kar-wai levanta un retrato de la China post-imperial desde la óptica de las escuelas de artes marciales, y lo hace a partir de la historia de Ip Man, el legendario maestro de Kung Fu que más tarde pasaría su legado a Bruce Lee. Con Ip Man recordamos la lucha norte-sur durante la República, la invasión de Japón y la posterior Guerra Civil... para terminar en Hong Kong y ver cómo esos luchadores han tenido que adaptarse a los tiempos, en algunos casos cuestionando su código de honor. Sin embargo, tratándose de Wong Kar-wai da lo mismo cuál sea la historia concreta que nos dé, porque los temas de fondo se repiten como lo hacen también su esteticismo visual y su narrativa fragmentada y llena de elipsis: es, en definitiva, un autor. De esa manera, su cine se alimenta de una preocupación constante por el paso del tiempo, por la fugacidad de la vida y especialmente del amor, con dramas personales que se esconden en las rendijas de la memoria y con sentimientos evanescentes que se evaporan como los humos de sus películas.

El director de Hong Kong siente que se le escapa el tiempo y por eso quiere controlarlo. En ocasiones trata de ralentizarlo para exprimir unos instantes de amor o de honor, y en otros de acelerarlos para recoger el inexorable discurrir de esas manecillas del reloj que tantas veces enfoca. Para ese cometido, pocos materiales resultan tan idóneos como las artes marciales, que en sus acrobacias permiten congelar el momento clave de la lucha o proyectarlo sobre el espacio con una puesta en escena espectacular. Como hiciera en "Deseando amar (In the Mood for Love)", la cámara se mueve como un personaje más en unos ambientes de ensueño, en un baile acompasado en el que observa a los personajes relacionándolos con un diálogo de miradas. Abundan los primeros planos y los ojos expresan un mundo interior de nostalgia y melancolía, de dolor sangrante y de amor no consumado, de traición y de venganza.

Una extraordinaria fotografía y muy filtrada busca los claroscuros como si tratara de escudriñar la conciencia o la memoria de los personajes -magníficos son esos planos de la lluvia o del humo al ralentí, como lo son los anocheceres o los parajes nevados-, a la vez que difumina los fondos de forma hiper-estilizada para crear ese aire de irrealidad. Mientras, la música sinfónica y envolvente intensifica el sentimiento de nostalgia que la historia encierra, y arrebata al espectador para llevarle hacia aterciopeladas sensaciones emocionales. Estupendas son, por otra parte, las interpretaciones de Tony Leung y de Zhang Ziyi, y admirable la sintonía que logra entre ellos al dar vida a dos almas que se aman... pero que nacieron y se conocieron en un momento que no les correspondía. Los personajes de "The grandmaster" se encuentran, además, en la disyuntiva de mirar hacia adelante y adaptarse a los tiempos o de echar la vista atrás para recuperar unos valores -un legado- que está en peligro, y ahí radica su dilema moral.

Porque, a fin de cuentas, la historia de artes marciales es secundaria. Lo realmente importante es ese código de honor y ese amor imposible encerrado en un botón y apenas manifestado, ese paso del tiempo que todo lo devora y que solo deja una pátina de recuerdos. Y por eso, la clave del Kung Fu que el grandmaster trata de inculcar a sus discípulos -volverse y saber mirar atrás- cobra entonces todo su valor, y la técnica queda relegada ante la inteligencia y la ética. Y también por esa razón, la película se convierte en una "ópera de la vida" (espectacular son la puesta en escena y los combates), o mejor... en "un tablero de ajedrez" donde las piezas tratan de construir su futuro, para terminar aceptando que "el destino depende de los dioses".
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8
La belleza de las artes marciales
Uno de los cineastas más laureados de la posmodernidad y uno de los que más influenciará en el futuro, el hongkonés Wong Kar-Wai, nos presenta una cinta de gran producción con las artes marciales como universo, en principio un tema muy diferente comparando con el resto de su filmografía.

La película se convierte en una clara obra de autor, con todas las reglas formales que conjuga el universo del cineasta de Hong Kong; una película de una gran belleza visual con una utilización de las texturas y los elementos prodigiosa, que recuerda a anteriores títulos del género como Hero (2002) aunque diferente en su gamma de colores y con un virtuosismo en los combates menos recargado en la obra del hongkonés.

A eso acompaña que el eje central temático no acaba siendo la lucha ni la acción si no temas ya manidos por Kar-Wai en anteriores cintas y que la dotan de mayor profundidad; y de una narración poco lineal y muy sútil que podrá hacer que algunos espectadores se vean abrumados y perdidos.

Un deleite visual y unos magníficos Tony Leung y Zhang Ziyi hacen de esta película mucho más que un título cualquiera de artes marciales. Una película para seguidores de Wong Kar-Wai y para interesados en el arte de la lucha oriental y su pensamiento.
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8
Deseando luchar
La figura de Ip Man es poco conocida fuera del mundo oriental. Sólo los más fanáticos fans de Bruce Lee le reconocerán como el que fuera su maestro de Kung Fu en Hong Kong. Sin embargo, sería injusto recordarle sólo por este hecho, que en el fondo es prácticamente una anécdota, ya tuvo una vida bastante intensa sobre todo durante los años 30 con la ocupación japones y el posterior advenimiento del comunismo en China que lo acabaron llevando a Hong Kong. Aunque los distribuidores del film, no han querido arriesgarse y han preferido que la sombra de Bruce Lee planee sobre la promoción del film.

Esto puede perjudicar al film, ya que, desde mi punto de vista se han dirigido al “target” equivocado puesto que aunque ciertamente el film habla de kung fu, para el realizador Wong Kar-Wai, no exactamente lo que más le interesa retratar. El film se ambienta sobre todo en China en los años previos a la invasión japonesa, en un momento en que están los diversos estilos de Kung Fu están en pleno esplendor. En ese ambiente, destaca Ip Man (Tony Leung), quien es reconocido por un viejo maestro kung fu de una fría provincia del norte de China, antes de retirarse a una vida más tranquila. Sin embargo, Ip Man quedará prendado por la hija del viejo maestro, Gong Er (Zizy Zhang). En realidad, el realizador se lleva la historia a su terreno particular puesto que tiene mucho más interés en explicarnos la historia de amor entre estos dos personajes que la de hacer un film de artes marciales al uso. De hecho, sobre la figura de Ip Man se han hecho varias aportaciones en clave de acción en los últimos años, aunque no han llegado a nuestro país.Por lo que, Wong Kar-Wai se aleja claramente del camino marcado por films anteriores (recomiendo buscar los films de Wilson Yip o Herman Yau).

Y no es que el film no hable de artes marciales, ni haya escenas de lucha. Ni mucho menos. Pero pasado por el tamiz y la sensibilidad de Wong Kar-Wai, estas cuestiones van quedando paulatinamente relegadas a un segundo plano. La excelente ambientación de los escenarios donde se reunen los maestros de Kung Fu (curiosamente elegantes burdeles) y los diversos estilos de lucha que componen este arte marcial, es el marco donde se conocen Ip Man y Gong Er. Un flechazo, que como suele pasar en las historias que retrata el realizador, es muy difícil de consumar, puesto que a ambos les obligan rígidas normas escritas y no escritas, las cuales no pueden impedir que se amen.

Pero, a pesar de estar más interesado en la historia de amor que hablar de las artes marciales Wong Kar-Wai no descuida de ofrecernos algunas escenas de lucha que más que espectaculares son bellísimas piezas estéticas en las que los contendientes prácticamente parecen bailar elegantemente. La mejor de todas (sin desmerecer ninguna de las que aparece en el film) es la que enfrenta a ambos personajes, en la que el realizador vuelca toda su sensibilidad y su buen hacer tras las cámaras, dejándonos que mientras pelean en realidad hay una fuerte atracción entre ellos.

No cabe duda que el film está mucho más cerca de “Deseando amar” que no de “Furia oriental” aunque no por ello se trate de una película que deba pasar desapercibida ya que hay pocos cineastas que sepan tratar de forma tan lírica y con tanta sensibilidad el desamor, la distancia, a lo que hay que añadir el retrato de un mundo que se ve obligado a cambiar, a su pesar, debido a los acontecimientos que no entienden de sensibilidades, tradiciones y otras ñoñerías.

Unos de los aspectos que más perjudican al film son ajenos al realizador. Aquí nos ha llegado una versión recortada de 130 minutos (la original está por encima de los 160 minutos), y los tijeretazos se notan ya que a menudo tenemos la sensación que el film va dando saltos en el tiempo para detenerse en momentos significativos, que sólo nos sitúa los fundidos en negro con la voz en “off”. Esta da una impresión de inconsistencia que nos impide valorar el film en su justa medida. En cualquier caso, aviso los amantes del cine de artes marciales no quedaran muy satisfechos, mientras que los que acabaron cautivados por “Deseando amar” o “2046” saldrán encantados.
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7
El estilo Kar-Wai
Más que un gran maestro, dos grandes discípulos se disputan el escenario y la atención de un público adicto a la épica de las artes marciales y la poesía del cine oriental, que admiró a Bruce Lee en películas mediocres y refinó sus propios gustos hasta preferir el actual wuxia pian a las imitaciones y estupideces gringas por el estilo de Matrix.

Ip Man (Tony Leung) pierde un combate con Gong Er (Ziyi Zhang). Más allá del relato, él será maestro de Bruce Lee y ella morirá invicta, sin que la derrotara nunca ningún hombre, sino el opio.

Ip Man pierde también como protagonista, pues resulta más interesante la historia de Gong Er, hija y discípula de Chan Wah-shun, gran maestro que unificó primero dos estilos clásicos de kung fu y después a las escuelas de norte y sur de China. Tras la jubilación de éste, su sucesor Yixiantian, alias “El Navaja”, colaboró con los invasores japoneses y fue premiado con un puesto en el gobierno títere, traición que desató la ira de su antiguo maestro, muerto al expulsarlo en circunstancias algo confusas. Gong Er vengó la muerte de su padre con un costo muy alto, renunciando al amor, a la felicidad… Con ella, que nunca se casó ni tuvo hijos, murió también “el legado de las 64 manos”.

La obsesiva fascinación de Zhang Yimou ante el rostro de Ziyi es superada por la de Wong Kar-Wai y su director de cámaras Philippe Le Sourd, quienes crean exquisitas imágenes de belleza melancólica. Ella puede aparentar todavía 20 años de edad, pero con suficiente madurez para una sabia economía facial (inclusive sin maquillaje, al menos en apariencia) que lo mismo transmite odio que profunda tristeza, prácticamente sin gesticular. Con la misma sabiduría de las artes marciales y el recurso de la técnica, en su actuación, la precisión del movimiento logra fuerza expresiva y emotividad.

Aunque las peleas no son tan espectaculares como suele ser el wuxia pian, y resultan confusas a ratos, la película es una auténtica lección de kung fu y un homenaje personal, pero falla en el pretencioso intento de concentrar filosofía milenaria y descripción didáctica en dos horas de metraje, que además contienen un poema visual. La narración es discontinua y farragosa.

En términos estéticos, el resultado es magistral, oscuro y seductor. La fotografía se hace una con la dirección artística o el diseño de producción, desde la escenografía y el vestuario hasta la coreografía y el ralentí, a través de una cuidadosa edición.

De no ser por la irrupción bélica de Japón en la historia de China, esta película sería un relato atemporal.

La cursilería solemne del final tiende al autosabotaje.
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8
The Grandmaster – Revisión Kar-Waiana del Kung-Fu
El maestro hongkonés Wong Kar-Wai, responsable de la icónica y rompedora Deseando amar decide en esta ocasión retratar la vida del legendario Ip Man, guerrero que domina plenamente las artes marciales y que entrenó a Bruce Lee. Pero, como no podía ser de otra manera, no nos ofrece un biopic al uso, sino un depurado y preciosista bombón audiovisual resultado de varios años de rodaje y miles de horas en la sala de edición muy centrada en las emociones y en el amor que comparte más con Deseando amar que con Hero.

Esto no quita que, sin embargo, las batallas sean, a gusto de quién suscribe estas líneas, los momentos más apasionantes de esta cinta (que por otra parte ve su ritmo perjudicado por ciertos rumbos que toma la narración), de una abundancia de planos de todo tipo pero idéntica belleza, manejando las aceleraciones con la cámara lenta (centrada sobre todo en la vibración del agua o la nieve tras los impactos) articulados con un montaje apabullante, en secuencias de una realización asombrosa que sin duda no hubiese sido posible sin días de rodaje y muchas horas de brutos, de las que obtener miles de planos útiles. Queda claro que debe haber tanto material restante que las versiones de edición podrían ser infinitas, y en este caso sobre todo comprendemos que una película realmente nunca se acaba.

Una vez más la estética es preponderante, y aparte de una hermosa escenografía y vestuarios, posibles gracias a un generoso presupuesto, cada plano, mayormente cortos, cuidan la composición y buscan una función estética más que narrativa. La meláncolica y sensorial música de Shigeru Umebayashi crea una vez más una atmósfera embriagadora, y de nuevo encontramos un amor no correspondido y un peculiar estilo narrativo lento, sensorial y meditativo, corroborado por una voz en off, elipsis temporales amplias y un uso de material de archivo que ralentiza el ritmo, al igual que un abanico de personajes cuya importancia varía a lo largo de la trama, de modo que el espectador duda en ocasiones a que hilo argumental atenerse, y cuáles tan sólo se esbozan.

A pesar de estas lacras, nos encontramos ante una película bella y reivindicable de fórmula ya no novedosa pero que podrá ganar en visionados futuros.
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5
No llega a emocionar
Wong Kar-Wai sin duda para mi uno de los mejores directores que he tenido la oportunidad de poder disfrutar de su filmografía. Aquí vuelve a sus comienzos, a sus primeras películas, recurre a las peleas dejando a un lado lo mejor que tiene para mi, sin duda en "the grandmaster" se nota la abundancia de recursos, cosa que en sus comienzos no disponía, aun así la cinta no llega a convencer en casi ningún momento. Demuestra su gran virtuosismo a la hora de rodar secuencias de acción, esta vez vuelve a utilizar la cámara lenta como en todas sus anteriores películas y lo hace acompañado de la lluvia, que le da un efecto mucho mas espectacular, lo de la cámara lenta y la lluvia fue uno de sus recursos mas utilizados en la que es para mi su mejor película; "deseando amar", con ella comencé a seguirlo y para mi se quedó siendo la mejor con mucha diferencia. En cuanto a "the grandmaster" decir que si es verdad que hace virtud de sus recursos estéticos y de una visualización muy buena, pero la historia desde mi punto de vista tiene poco que aportar, entre que no me gustan las películas de peleas y estamos ante una de sus peores películas mi nota no debe ser superior; sin duda una cinta que no quedará en mi recuerdo.
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6
La estética por sobre la historia
A lo largo de una década desde su debut en 1988 con "As Tears go By", el cineasta chino Wong Kar Wai logró deslumbrar a los críticos y el público gracias a títulos como "Chungking Express" y "Happy Together" (por el cual fue elegido mejor director en Cannes), y en 2000 la bella y melancólica "In the Mood for Love" terminó por consagrarlo a nivel internacional, convirtiéndose además en una de las cintas de referencia del cine reciente. Pero desde entonces, aunque volvió a cautivar con "2046", en los últimos años no ha logrado alcanzar las cumbres expresivas a las que llegó con sus anteriores títulos: en 2007 su primer film en inglés y con reconocidas figuras internacionales, "My Blueberry Nights", no entusiasmó a pesar de desplegar el habitual talento del cineasta, y su más reciente trabajo, "El arte de la guerra", que inauguró el Festival de Berlín 2013, tampoco convenció demasiado pese a contar con innegables atractivos y reconocibles elementos típicos del director asiático.

Inspirada en la vida real de Ip Man, una leyenda de las artes marciales conocidas como Wing Chun, quien fue el gran maestro de distintas generaciones y tuvo como su discípulo más famoso a Bruce Lee, "El arte de la guerra" aborda sucesos que comienzan en los años 30 del siglo XX y se extienden por distintas décadas, incluyendo rivalidades, problemas familiares y teniendo como marco de fondo el agitado y cambiante contexto político y social de su época en China.

En apariencia este nuevo film se aleja de las historias habituales que aborda Wong Kar Wai, pero en verdad no es su primer trabajo en el que los elaborados combates son tan importantes como las historias sentimentales de sus personajes, ya que en 1994 desarrolló muy bien esa fusión en uno de sus títulos más subvalorados, la notable "Ashes of Time". Tal como era de esperar, acá las peleas, coreografiadas por una eminencia como Yuen Woo-ping (el mismo de "Matrix", "El tigre y el dragón" y "Kill Bill"), están muy bien logradas, incluyendo extensos y fantasiosos enfrentamientos bajo la lluvia, en escaleras o en una estación de trenes. Pero más allá de eso, en el fondo estamos en los territorios de siempre que se han convertido en un sello del cineasta: los amores y sentimientos no expresados, las atmósferas sutiles y melancólicas, las huellas que el implacable paso del tiempo va dejando en sus protagonistas. Todo en medio de una cuidada ambientación, y filmado de una manera estilizada y detallista, con una visualidad que deslumbra -muy merecidas las nominaciones al Oscar 2014 como mejor fotografía y vestuario, ¡las primeras en toda la filmografía del realizador!- y un uso de las imágenes y la música que ya hace mucho se ha convertido en referencia e inspiración para el cine y la publicidad.

El problema es que en esta ocasión Wong Kar Wai se queda atrapado en lo estético y no logra desarrollar bien las historias y las motivaciones de sus personajes, enredándose en lo narrativo con las idas y vueltas a lo largo del tiempo, por lo que a pesar del buen desempeño actoral de un elenco encabezado por reconocidas figuras ya presentes en anteriores títulos suyos -con su actor fetiche, el siempre sólido Tony Leung, como protagonista-, el resultado es hermoso, pero algo plano, frío y monótono. Cerca del final, un guiño musical a la maravillosa partitura de Ennio Morricone para "Erase una vez en América", la incomprendida obra maestra de Sergio Leone con la que "El arte de la guerra" guarda más de una conexión, entrega algo de emoción y acentúa la sensación de que este nuevo film de un autor de enorme talento, pero algo errático en el último tiempo, pudo ser mucho mejor.
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7
No todo está perdido
Curiosa película, desde luego muy alejada de las mejores obras de este director, pero al menos mejora a las anteriores 'The Hand' y 'My Blueberry Nights'.

Wong Kar-Wai es un director especialista en pequeñas historias, que estructura en base a anecdotas, ciertos momentos en la vida de sus personajes y poco más consiguiendo crear un ambiente y unas sensaciones en el espectador muy poderosas.
Es por esto que creo que 'The Grandmaster' no acaba de funcionar narrativamente, se busca contar de la vida de Ip Man y todos los cambios que fueron ocurriendo en China a lo largo de su vida, algo para lo que WKW no es el más indicado. Sí lo es para crear una belleza en las artes marciales pocas veces vista anteriormente, más enfocada en los movimientos y los pequeños detalles que las acompañan. También tiene muchas frases muy buenas en los dialogos, mucha gente suele destacar frases de películas en sus críticas, a mi es algo que no me suele llamar la atención, ya que quitando excepciones (Billy Wilder, Mankiewicz y otros guionistas del estilo) si quiero sacar frases buenas me leo un libro antes que ver una película, con una película busco cosas que no puedo encontrar en un libro, pero aquí la verdad es que dicen algunas que se te quedan marcadas (seguramente no sean cosa de WKW sino que procedan de filósofos chinos y proverbios).

Desde 'Deseando amar' Wong Kar-wai entró en una obsesión por la forma, por el puro manierismo, y no ha vuelto a salir de ella, no sé si volverá a hacer algo similar a su cine de los años 90, así que a pesar de las lagunas y los defectos que tiene esta película recupera una cierta belleza y emoción, algo forzadas pero que no llegan a ser del todo falsas que hacen de esta película algo bastante interesante. Está claro que la fotografía de Christopher Doyle era más auténtica, pero bueno, sigue siendo una película hermosa visualmente.
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