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19 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
7
Imprescindible o necesaria
Con Loach sucede que cierto sector de la crítica suele ser adverso a los planteamientos de sus películas, a veces con justicia por los sesgos que se aprecian en los mensajes de ciertos trabajos, pero sobre todo por su perfil netamente crítico y claramente próximo a un tipo de izquierda tan escasa como incómoda. De aquí que se trate de la película que se trate, surge siempre una tentativa de menoscabar sus logros, de ignorar su relevancia entre los estrenos semanales y de buscar cómo cuestionarla, ni que sea recurriendo a argumentos banales.

Bien, pues mi consejo es que el público ignore a los críticos profesionales y se acerque con interés a esta obra, pues se trata de un muy buen trabajo cinematográfico, aunque ciertamente desolador. De manera muy descarnada, el cine de Loach no transporta esta vez a los transfondos de la ocupación iraquí; no acerca a los ridículamente denominados "daños colaterales", y nos muestra a las claras la conducta criminal con que ciertos sectores de los países desarrollados se comportan en ese conflicto. Al mismo tiempo, Loach nos habla del precio que deben pagar aquellos que se ven inmersos en la violencia iraquí, que tanto se cobra en secuelas físicas, como psíquicas o vidas perdidas.

Con Loach prosigue el crudo relato de nuestro tiempo, un tiempo de oscuridad que poco tiene que envidiar al recientemente superado siglo XX y en el que a medida que avanzamos, no sólo desaparece el optimismo hacia lo que podemos llegar a ser, sino que comprendemos que las cosas van a ponerse peor. Sólo si sabemos donde estamos exactamente tendremos la oportunidad de romper esa tendencia. Y algunos como Loach nos ayudan mucho a conseguirlo.
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18 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
La carretera más peligrosa del mundo
Frankie, era un soldado fuera de lo común: Firme y justo. Odiaba las corbatas porque, bien seguro también sabía que son el símbolo de la hipocresía; y estaba peleando contra Irak porque a veces estamos “en el lugar equivocado en el momento equivocado”. En la Ruta Irish (carretera que une al aeropuerto de Bagdad con la llamada Zona verde), considerada, entonces, por muchos como la más peligrosa del mundo, Frankie es asesinado junto a tres soldados colombianos que lo acompañaban. Su gran amigo, Fergus Malone, excompañero de estudio, de luchas y de juergas, se duele en el alma con lo sucedido y ahora quiere saber la verdad a cualquier precio, ¡cuéstele lo que le cueste!

Un fuerte y esclarecedor guion de, Paul Laverty, que nos permitirá ver desde adentro algunos de los sucios manejos que se produjeron en la inventada guerra contra Irak, sirve de nuevo al director, Ken Loach, para poder confirmar que toda guerra es sucia.

Infamias, manipulaciones, complicidades, intereses mezquinos e individualistas, atropellos contra la sociedad civil, abusos de autoridad, prepotencia y salvajismo… son algunos ingredientes que aquí están muy bien mezclados y mejor servidos (incluso con ayudas documentales), para corroborar que toda guerra es asquerosa. Con razón, tantísimos soldados, luego de cada guerra, se vuelven esquizofrénicos, depresivos y/o suicidas... y es que haber visto lo que se ha visto y tener que callarlo; o haber hecho lo que se ha hecho y tener que recordarlo una, y otra, y otra vez, puede volver loco a cualquiera.

Con estupendas actuaciones de, Mark Womack (Fergus), el ex-combatiente herido en el alma, dispuesto a esclarecer la muerte de su mejor amigo a costa de la propia vida si es necesario; y de Andrea Lowe (Rachel), la mujer que también busca la verdad mientras su corazón comienza a sentir que puede amar lo que mucho apreciaba su fallecido compañero, Loach se adentra en los asuntos de la guerra, prefiriendo los intríngulis internos que nos permiten comprender que, los intereses de quienes incitan a la guerra, no se parecen en nada a los que trasmiten a los soldados para que por ellos maten o se hagan matar.

Con maestría y sobriedad, con objetividad y espíritu confiable, Ken Loach demuestra, una vez más, lo mal que estamos manejando este planeta que nos tanta esperanza nos pusieron a cargo... y si a mí me preguntaran: ¿Cuál es la carretera más peligrosa del mundo? Diría que es cualquiera que lleve a un hombre con el firme deseo de eliminar a otro hombre, porque es indefectible que, al único que puedes hacerle daño es a ti mismo… y siempre llegará el día en que puedas comprobarlo.

Título para Latinoamérica: LA VERDAD A CUALQUIER PRECIO
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8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Guerras privadas
Por ''Route Irish'' se conoce a la carretera que va del aeropuerto de Bagdad a la llamada Zona Verde de la capital iraquí. Conecta las que en teoría son las áreas más seguras de toda la nación, aquellas en las cuales se orquesta la reconstrucción de un país sumido en el caos. Mientras se esté en una de ellas, supuestamente no hay que temer por nada. Sin embargo, y precisamente por esto, el trayecto de una a la otra es un auténtico infierno. Un caramelo al que los terroristas acuden en masa y con las peores intenciones. Por algo es oficialmente, la carretera más peligrosa de todo el mundo. El terreno ideal para, o bien frivolizar un poco y recibir un buen chute de adrenalina, o bien ponerse serio y documentar una realidad aterradora.

¿Adivina alguien qué ruta ha elegido Ken Loach para su nueva película? Efectivamente, la segunda; la única que conoce, o al menos aquella en la que se siente más a gusto. Hora pues para adoptar un posado serio, dejar las risas para otro rato y afilar el dedo acusador, que en esta ocasión hace una finta antes de apuntar a su verdadero objetivo. A saber, el detonante de la historia de 'Route Irish' es un accidente que tiene lugar en Irak, pero la fuente del mal está, cómo no, en occidente, que por decirlo claro, acaba comiéndose lo que ha estado cocinando a lo largo de estos últimos años de infames políticas imperialistas: un plato indigesto y de horrible sabor, cuya ingesta no desearíamos ni a nuestro peor enemigo.

Ken Loach sin embargo lo saca del recetario de los horrores, lo cocina a fuego lento y nos lo estampa en la cara, como a él le gusta hacer. Para que el que esté delante de la pantalla pase un mal rato, para crear conciencia... la respuesta queda en manos del espectador. Lo que no admite discusión es que, para bien o para mal, 'Route Irish' es la enésima evidencia de que el veterano Mr. Loach tieme tiene una fe inquebrantable hacia su manera de entender el cine. Deudor de la vieja, viejísima tradición documentalista británica, su ojo huye siempre de cualquier adorno o filigrana técnica para intentar mostrar la realidad tal como es, si es que esto es posible en el cine, incluso en cualquier tipo de arte.

De este modo, palabras como ''diversión'' y ''espectáculo'' quedan debajo de todo en el ranking de prioridades de dicho cineasta, que por convicción, lo empeña todo al poder de una historia, a ser posible con connotaciones de drama social, y que debe valerse por sí misma. En esta ocasión Loach ofrece no obstante algún que otro detalle a destacar, como la fijación en seguir parte de la historia a través de la omnipresente red de redes (ya es innegable, la revolución 2.0 ha pasado a jugar a todos los niveles un papel fundamental en nuestras vidas), o el poco miedo a introducir breves pero intensas escenas de acción, filmadas sin excesivas pretensiones, como era de esperar, pero con buen resultado.
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8 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
¿A quienes salvan los mercenarios?
La Ruta Irlandesa era una de las carreteras más peligrosas del mundo, unía el aeropuerto de Bagdad con el centro de la ciudad: destruida y en construcción, arruinada y emergente, miserable y vivero de grandes negocios. Los enemigos podían ser de origen indeterminado y la muerte, que no sabe de ideologías, podía estar tanto al servicio de los turbantes como de las corbatas y viajar en oxidados Kalashnikovs o en delicados maletines de auténtica ternera de Yorkshire.

Ken Loach intenta, una vez más, explicar lo que se oculta bajo el envoltorio de plexiglás en el que, supuestamente, van envueltos los paquetitos de libertad y democracia con los que Occidente salva a las pobres víctimas de los tiranos locales. Resulta que nada más desanudar el lacito, caen al suelo millones de dólares y libras esterlinas que no sirven para curar heridas, ni para dar una rebanada de pan con Nocilla a un niño hambriento.....; ¡no hay más que dinero!; ni un juguete, ni una inyección de morfina.... Dinero para comprar un país, petróleo incluido; dinero para pagar a los perros de la guerra (mercenarios), que se encargarán de mantener a raya a los molestos y famélicos aborígenes, que no acaban de entender en qué consiste su salvación.

La maquinaria de guerra suele ser muy efectiva y la propagandística mentira consigue hacernos creer que el uso del dinero público, transformado en misiles y tanques, es tan solo una rentable inversión a medio plazo; no obstante, de cuando en cuando, hay que eliminar alguna pieza defectuosa que ha dejado de hacer su labor mecánica y puede que se haya convertido en una amenaza para el buen funcionamiento del monstruo biónico. En la ficción de Ken Loach, con guión de Paul Laverty, una de estas herramientas inservibles resulta ser el amigo de Fergus, ex-contratista privado, que se repone en el Reino Unido de un atracón de servicios prestados a la causa última de la invasión: la obtención del máximo de riqueza para las multinacionales.
A estas alturas, ¿alguien puede dudar de los verdaderos objetivos de los "nuestros" en Irak?. Todo es tan elemental que hasta esta película podría resultar obvia y la denuncia innecesaria, por infantil; pues bien, seguirán acusando al director británico de manipulador al servicio de intereses estalinistas y algunos dirán amén mientras comulgan una colosal rueda de molino.
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5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Ruta Irlandesa; “Una cinta de Ken Loach para Reflexionar”
Interesante cinta de este excelentísimo director con una trama escalofriante y escenas filmadas con tremenda crudeza para hacerlas más reales y creíbles.

Una denuncia social que conmueve a los espectadores de principio a fin, hechos que ocurren día a día en la Bagdad ocupada por los imperialistas yanquis y su coalición. Contados en el guión de este film con excelentes actuaciones de un reparto que convence al espectador. Un canto, a lo que es, en realidad, la verdadera amistad entre los hombres.

Una película que recomiendo a todo aquel que ame la paz y que esté en contra de las torturas más bárbaras que todavía se ven en el mundo, en pleno siglo XXI y que van mas allá de las cometidas por los nazis en la segunda guerra mundial.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Impasible frialdad
Esta "Ruta irlandesa" surge de otro guión más de los que tiene ya costumbre escribir Paul Laverty para Ken Loach. La muerte de un soldado en la guerra de Irak dará pie a que su mejor amigo y su novia no se resignen con la versión oficial e indaguen en lo sucedido. A partir de ahí, drama y thriller se entremezclan con irregular resultado.

Si bien el componente dramático en las relaciones entre los protagonistas y en su sentimiento hacia el fallecido se desarrolla de modo natural, llevando hasta un lógico clímax donde el tormento interior y la sed de venganza se anteponen al amor o la amistad, no sucede lo mismo con la parte que se supone de intriga y tensión según evolucionan las investigaciones. Dicha evolución aparece bastante descafeinada entre farragosas y vertiginosas revelaciones carentes de emoción y sumamente previsibles, hasta tal punto que se termina por transmitir al espectador cierta frialdad que a su vez acaba empañando a los personajes y afectando a la propia visión del drama que finalmente crea más indiferencia por el destino de los personajes que inquietud.

Realización, interpretaciones, fotografía, música..., todo correcto, demasiado correcto, tan correcto que carece de alma propia, sirviendo así a ahondar ese sentimiento de frialdad. La película se deja ver, pero no revuelve las entrañas como debiera lo que se supone que nos cuenta sobre la brutalidad de la guerra y la corrupción de quienes en ella se implican. Simplemente el espectador se deja llevar para ver en qué acaba todo esto, y aunque el desenlace sube algunos enteros, no termina de compensar más de anodina hora y media.

Mientras la veía me venía a la memoria "Missing" de Costa-Gavras, seguramente porque es un buen ejemplo de una temática similar pero en la que guión y dirección saben reunirse para que drama e investigación se complementen llegando a absorber al espectador e introducirle de lleno en la odisea de los protagonistas que igualmente luchan por desentrañar la verdad que se esconde tras una versión oficial en un conflicto. No, definitivamente el incidente en la ruta que une el aeropuerto de Bagdag con la zona verde iraquí no causa en este caso la misma desazón y angustia que aquel periodista desaparecido durante el golpe de Estado de Pinochet en Chile.
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7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Guerra privatizada
A sus 75 años, Ken Loach es el director europeo de cine social más reconocido en España. Sus, hasta el momento, veintiún largos de ficción y su treintena de telefilms serán tesoros en manos de aquellos estudiosos de generaciones futuras que deseen profundizar en la realidad actual más allá de la verdad oficial.

Sistemática y paradójicamente, sus cintas reciben la crítica de adoptar una posición maniquea. Sin embargo, en la última, «Route Irish», el personaje principal, bajo cuyo punto de vista se desarrolla la trama, es un malo auténtico a quien difícilmente se justifica. A quien, sin embargo, se comprende.

El objetivo del film es la denuncia de los desmanes de la guerra, en la que los indeseables y los perversos no se encuentran sometidos a otra ley que la de la fuerza, la debilidad del ciudadano de base ante los juegos de poder que deciden la deriva de los hechos.

La guerra de Irak, como la construcción de obra civil en España, ha enriquecido tanto a siniestros personajes como expoliado las arcas comunes. En el centro del bocadillo quedan la población del país asiático y aquellos soldados occidentales y de otros continentes atraídos por salarios nunca alcanzables en su entorno habitual. El pan lo forman contratistas globales de una guerra privatizada en la que se mueven grandes cifras para la seguridad y la reconstrucción del orden en urbes previamente devastadas a conciencia.

A la trama se incorpora un relato de amistad que constituye una de las líneas del guión más interesantes por lo inhabitual en el cine actual. Un argumento que fue profusamente tratado en tiempos, por ejemplo de Paul Newman y Robert Redford.

El film está bien interpretado, transcurre a ritmo muy atractivo, transmite sentimientos y mantiene la llama de la denuncia. Sólo se ve lastrado por un final absolutamente inverosímil. Hasta llegar a este último punto, todo fue tremendamente creíble, horriblemente cierto.
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3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Ruta Loach
Las descripciones históricas requieren siempre un alto grado de compromiso, no sólo con la realidad, sino también con el contexto en el que se llevan a cabo. La narración de un conflicto tiene que ser siempre consecuente y saber contemplar con especial delicadeza todos los elementos que la componen. En este sentido, las guerras son particularmente susceptibles de ser contadas desde la frivolidad, hechos gratamente explotables en lo cinematográfico que se convierten automáticamente en un producto de puro ocio. Sin ir más lejos, la demonización casi irracional que se emplea en muchas películas hacia la Alemania nazi deviene una excusa para reducir conceptos a la mínima expresión, minimizándolo todo al bien y el mal. Grandes nombres del cine han caído en la trampa de la futilidad en lo que a la descripción de conflictos armados se refiere, prescindiendo con mayor o menor intención de la carga de drama real que dicho conflicto ha generado. Hablo de títulos como Malditos Bastardos, La Chaqueta Metálica, con la que Kubrick –a diferencia de su Senderos de Gloria– se deja llevar por la euforia cinematográfica obviando en demasía su responsabilidad como comunicador, o de En tierra hostil, de Kathryn Bigelow, que omite por completo cualquier mensaje o posicionamiento y se beneficia sin pudor de una desgracia que no le es ajena, al igual que lo hiciera Stallone con sus lamentables secuelas de Rambo.

En esta dirección, Ken Loach siempre ha tenido claro su cargo de intermediario entre la realidad y la descripción ociosa, comprometido con los hechos que transmite y dotándoles del correspondiente valor humano, con mayor o menor éxito. Route Irish sigue esta estela al pie de la letra, siendo un thriller de ficción en continuo cortejo con la realidad, en la que el director y su guionista por excelencia se mojan. Esto es, la historia que nos cuentan Loach y Laverty no es de naturaleza contemplativa ni complaciente, sino inquieta e implicada; no rehúye de ser juiciosa ni evita unas denuncias que sin duda incrementan el valor de su conjunto. El argumento nos sitúa en el contexto de la reciente guerra en Iraq y las subyacentes ampollas que de ella van naciendo. Una de estas es la de los contratistas, que acrecientan el conflicto con ejércitos de mercenarios al servicio del dinero, poco más, y entre las que combate el protagonista y su mejor amigo, ambos implicados en un turbulento caso de crímenes de guerra. Con todo, la trama suscita un interés que sin embargo carece en su técnica, poco grácil en el ritmo e impersonal en el estilo, en una conjugación que Loach tiende a combatir con desigual resultado. Si en El viento que agita la cebada o en Mi nombre es Joe las carencias del director pasan desapercibidas, en Route Irish son más evidentes, empequeñeciendo el film e impidiéndole aspirar a grandes cotas.

(Sigue en spoiler SIN SPOILER)
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2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Interesante, de 6.
Disfruto con la última película de Ken Loach editada en DVD, "Route Irish", titulada así por la carretera que lleva al aeropuerto de Bagdad, donde a través de un hermoso canto a la amistad, el director inglés nos muestra los efectos colaterales que, para la población civil, comportó la contratación de cuerpos de seguridad privados por parte de los contratistas que participaron en la reconstrucción de Irak. La ambientación es estupenda (uno de los protagonistas es un veterano de la guerra de Irak), muy buena la fotografía, acertada la resolución de las escenas bélicas (con inclusión de fotogramas reales), sólidas las interpretaciones y los artísticos movimientos de cámara contribuyen a que nos creamos la indignación que siente el realizador. De 6.
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2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
No es de lo mejor de Ken Loach
El nombre original de la película, “Route Irish”, hace referencia a una peligrosa carretera que une el aeropuerto de Bagdad, con la zona internacional de la ciudad. La historia se centra en la relación entre dos soldados británicos, Fergus (Mark Womack) y Frank (John Bishop), que han participado en la Guerra de Irak, y que han sostenido a través de los años una relación de amistad muy fuerte, compartiendo una situación de cuasi hermandad, incluso llegando a enamorarse de la misma mujer. La muerte de Frank, naturalmente golpeará a Fergus, transportándolo continuamente a sucesos que ha vivido en el pasado junto a su amigo y hasta quizás recriminándose en algún sentido. Una vez llegado a su país, y al funeral de Frank, disconforme con la forma en que se dio el deceso del mencionado, iniciará una búsqueda frenética para saber quien fue el responsable de la muerte, el por qué de la misma, y en que forma se dieron los hechos.

A medida que vaya avanzando en la recolección de información, de datos sueltos, y atando cabos, Fergus tendrá que luchar contra variaciones en los relatos, mentiras múltiples, ocultamiento de información, amenazas que le pasarán de cerca, y circunstancias de toda índole, que entorpecerán el camino a la ansiada verdad. Rachel (Andrea Lowe), la mujer de la cual ambos estaban enamorados, ofrecerá su colaboración, también preocupada por la instancia vivida, aunque por momentos y también acongojada por la muerte de Frank, y por el clima tenso que todo lo acaecido genera, añadirá instancias de confrontación.

Si bien la cinta tiene una dosis de compromiso político, siempre presente en el cine de Ken Loach, y la historia tiene su buena línea argumental, dotado de ciertas matices que le brindan la fuerza necesaria, no llega a convencer del todo, siendo por momentos algo confusa, y en otros tantos, excedida. Es claro que el foco de "La Verdad a Cualquier Precio" está puesto en la guerra, y las secuelas que suelen darse en las mismas, pero también hay situaciones incluso innecesarias, que no son del todo funcionales en el desarrollo mismo del relato. No obstante, termina siendo llevadera, el final termina siendo acertado, y como toda película de Ken Loach, es un film válido de ver, que deja sus aporte a la causa, pese a no destacarse del todo en la extensa filmografía de este gran realizador.
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2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
POR UN PUÑADO DE LIBRAS
Loach sigue ahí, perenne e incansable con su estilo propio, ajeno a modas y tendencias, golpeando insistentemente en nuestras conciencias, con su cine social, denunciando el día a día el lado oscuro de su sociedad, extrapolable al resto de la humanidad.

Ahora toca hablar de los buitres (con perdón para los animales) que se aprovechan para enriquecerse con los despojos de países y sociedades que ya bastante han sufrido con sus dictadores como para seguir sufriendo con sus supuestos "salvadores".

Bajo una envoltura de thriller vuelve a poner sobre la mesa el horror y la insensibilización a la que es capaz de llegar el ser humano en su afán de riqueza.

El retrato de esos mercenarios, profesionales sin escrúpulos, aventureros que acaban consumidos por su propia locura, sometidos a un stress emocional brutal, solo puede acabar en caminos extremos.

Si bien Loach no consigue una de sus mejores cintas si que nos motiva a la reflexión. Con ritmo pausado, buenas interpretaciones, el guión se estanca en ocasiones y el perfil de los personajes es algo plano apoyándose en premisas demasiado simplificadas y subrayadas, aunque no por ello carentes de valor.
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1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
El Loach menos Loach
Route Irish es el nombre que recibe una ruta peligrosa en los alrededores de Bagdad, justo la zona en la que Frankie muere en extrañas circunstancias. Desde Inglaterra, Fergus, ex soldado de la Guerra de Irak y amigo de Frankie, investiga la trágica desaparición de su compañero. La guerra, que en un principio era una escapatoria para ganar dinero, acaba traumatizando a Fergus. Él asume la investigación de la muerte de Frankie como una empresa personal. Está dispuesto a todo por vengar a su alma gemela. Y en su camino hacia la verdad incluso llegará a enamorarse de la mujer de Frankie.

Una trama oscura que Paul Laverty es incapaz de dotar de cierto ritmo. Y Loach es incapaz de rodar una película de imágenes vistosas. Se entiende que Loach, en su empeño por dibujar una filmografía comprometida con la actualidad política y social de su país, haya querido dejar su particular visión de la Guerra de Irak. No es una película bélica, acaso un thriller sobre las consecuencias de los que vuelven del campo de batalla. Una historia que llega tarde y en la que tan sólo se reconocen las buenas intenciones. Una historia de intriga muy débil que se proyectó en el Festival de Cannes por sorpresa y con malas críticas.

Hagamos borrón y cuenta nueva: Route Irish es un desliz considerable, como mínimo el Loach menos Loach que recordemos. Nadie la citará cuando hagamos balance de la carrera de Loach. Y lo de Najwa Nimri es mucha mala suerte: después de que su personaje en También la lluvia quedase fuera del montaje definitivo del film de Icíar Bollaín, en Route Irish apenas tiene una escena y cinco minutos de protagonismo. Los mismos minutos en los que Route Irish pasa de ser un largometraje prometedor a una trama de redención totalmente previsible.

Xavier Vidal, Cinoscar & Rarities
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3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Varias “verdades” en distintos niveles
“Route Irish” es un film de casi dos horas, realizado por la veterana dupla Laverty-Loach, que se interesa en presentar varias “verdades” en distintos niveles.
Hay un primer nivel, mucho más superficial y necesario para el transcurso de la ficción, donde vamos a ver al personaje principal del film en busca del asesino de su mejor amigo. Esta búsqueda, a su vez, lo va a llevar a tratar de desentramar otras cuestiones de fondo relacionadas con los negocios de la guerra de Irak.
Este nivel se muestra verosímil e interesantemente planteado alrededor de un celular, sin embargo, a veces omite algunas explicaciones que serian de mucha ayuda a la hora de entender un poco mejor y corre el riesgo de perder la atención del espectador.
En este sentido y a diferencia de varios films norteamericanos que presentan una temática similar -“The Kingdom” por ejemplo- “Route Irish” no se queda en este nivel y, de hecho, quizás sea el menos importante.
Otro nivel toma fuerza. Más profundo, desplaza lo ficcional a lo moral y el entretenimiento a la reflexión, creando imágenes del soldado desde varias miradas: la del propio soldado, la de la esposa, la del iraquí fuera de la guerra, la del iraquí masacrado en la misma y la del soldado que, envuelto en el caos y la locura de una guerra mostrada con una finalidad muy lejana a la de liberación de una tiranía, sólo parece ser una ficha de un juego mucho mas grande y siniestro.
Mas allá del contenido, el film es prolijo al montar imágenes documentales con ficcionales, aunque abusa de una musicalización monótona que por momentos le baja demasiado el ritmo.
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1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Entretenida y crítica
La película es, sobretodo, entretenida por una trama y un guión que enganchan. Quienes busquen una gran película de denuncia -al más puro estilo Loach- saldrán decepcionados aunque, si bien no es su objetivo prioritario, pone en evidencia las miserias de la privatización de la "seguridad" estadounidense y británica en el exterior, además de una sutil crítica a la tortura.

El actor protagonista hace un gran papel y encarna a la perfección el perfil medio de un militar de bajo rango. El lenguaje utilizado es muy coloquial, lo que ayuda a empatizar con los protagonistas, si bien descubriremos que tienen sus aristas más oscuras.

En definitiva, una buena película con una compleja trama que te dejará enganchado a la pantalla, sin grandes alardes de fotografía y efectos especiales, altibajos en la acción, buenos diálogos, personajes conseguidos y unas gotitas de denuncia.

No te dejará indiferente.
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6
El papel de Womack
Aunque la película no acabó de convencerme mucho de un guion que tenía un asunto bien interesante por resolverse, lo que sí logró es hacerme prendar de un actor al que, creo, veo por primera vez. La actuación de Mark Womack aquí es brillante, refleja un trabajo disciplinado y talentoso a la vez, conjugando en la personalidad de Fergus Molloy (el personaje) lor ires y venires, los padecimientos y desesperanzas de un raro ex combatiente en Irak.
Por supuesto, queda la idea de que algo extraño pasa en Bagdad y que en juego hay una serie de condiciones mercenarias que, aunque lógicas, resultan desalmadas y perturbadoras; pero es Womack el que realmente conmueve y agita hasta estos asuntos dándole a su personaje las muestras claras de esta perturbación.
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6
DEMASIADO BUENOS PARA IRAK
Ken Loach se le ha conocido por denunciar con insistencia las irregularidades de un sistema que ha beneficiado a unos pocos en contra de una gran mayoría de la población obrera o de clase baja en su Reino Unido Natal, ese gran paraíso de la colonización, el comercio, la industrialización pero también el de la lucha de clases. Activista de pro detrás y delante de las cámaras films como “Riff-Raff” (1991), “Lloviendo Piedras” (Raining Stones, 1993) “Ladybird, Ladybird” (1994) o “La Cuadrilla” (The Navigators, 2001) demuestran ser una buena pincelada del o que clama su cine a los cuatro vientos: los derechos básicos de un pueblo azotado por la falta de trabajo, la compleja burocracia de la administración pública o incluso las pésimas condiciones de vida en que tienen que malvivir o subsistir.

En los últimos años, el director natural de Nuneaton (Inglaterra) no ha dejado de sorprender tratando otros temas sin escapar de su mensaje de denuncia prominente. Ya lo hizo tratando el agitado y convulso conflicto irlandés con “Agenda Oculta” (Hidden Agenda, 1990) y “El Viento que Agita la Cebada” (The Wind That Shakes the Barley, 2006). Pero en los primeros años del siglo XXi, con la Guerra de Irak y la posterior intervención del país, entre otros por el ejército inglés, hasta la reconstrucción como etapa más violenta y en algunos momentos silenciada por la cadena de atentados surgidos por movimientos insurgentes no relacionados directamente con Al-Qaeda. Esa bomba de relojería era el dia a dia que vivieron muchos soldados contratados por mercenarios privados con la función de proteger, vigilar y matar sin pestañear a merced de las empresas interesadas que los contrataban sin darse cuelta que la ocultación de algunas pruebas se les acabaría yendo de las manos.

Ken Loach no necesita de actores conocidos para virtualizar (gracias a Paul Laverty en el guión) realismo y denuncia ante un tema tan delicado disfrazando un thriller serio y sin demasiadas concesiones a la acción pero sí a una intriga recurrente para su argumento. El título, “Route Irish”, se refiere a la ruta o trabajo sucio que hacían muchos de esos protectores a merced de francotiradores y emboscadas diversas por lo que se la calificó a la carretera más peligrosa del mundo: la que llevaba el Aeropuerto de Bagdad a la misma capital.
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3
Mercenario con corazoncito
Es ésta una historia de mercenarios, personas -hay que recordarlo- que se postulan al mejor postor para matar. Sin preguntas, sin titubeos, sin escrúpulos. Los mercenarios y las mercenarias (conviene también aquí utilizar el lenguaje no sexista, porque haberlas, debe haberlas) son gente sin principios, si no, no se explica el oficio. Pues bien, partiendo de esta figura tan novelesca, Route Irish nos propone la historia de un mercenario muy bueno al que matan unos mercenarios muy malos, como si "bueno" y "malo" fuesen calificativos distintos aplicables a idéntica calaña (malos, muy malos y peores, sería más apropiado). La noticia de la muerte del "mercenario menos malo" le llega a un camarada del alma que, desde la distancia (de Inglaterra a Irak), investiga ese asesinato que, al cabo, no es sino un asesinato más de los muchos que componen una guerra larga e insensata como tantas de las muchas de Oriente próximo.

Desde estas premisas, y con tintes de trascendencia y denuncia, Route Irish compone una trama muy compleja y difusa que mezcla hechos de allí y de entonces, que se intentan resolver ahora y acá con los archivos de un teléfono móvil (¿una prueba? Ja), llamadas y más llamadas y con un sinfín de historias cruzadas e infinidad de personajes que sólo llegamos a conocer de nombre. En definitiva, uno toma interés y acaba perdiéndose en elucubraciones y conjeturas hasta que se da cuenta de que la historia es de una simpleza insultante, que no vale nada y que el dramatismo es falso y muy forzado para lograr, finalmente, el refrito de un buñuelo pringoso y sentimental sin mucho fundamento.
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1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Sobre el alter ego
¡Caramba! Si la vida fuese así, que difícil sería. De todas formas es una historia bien contada en forma reiterada de Flash backs, que no cansan, si no que ubican todo aquellos pormenores, cuando en mi mente trato de hallar responsabilidades y estar en paz conmigo mismo. Esta idea permite, por supuesto, que las caracterizaciones sean excelentes.

Pero también el film trasciende sobre del búsqueda del alter ego cuando de encontrarlo desesperadamente se trata. En este contexto, algún pequeño eco hay sobre el film “Fight club”, con Tyler (Brad Pitt) y algunos puntos de encuentro con el hombre Fergus en el film de ken Loach.

Y así nos podríamos estar escribiendo sobre los alter ego. Para quienes desean regocijarse en este tema también está el film “Being Julia”, de István Szabó, donde Julia no deja de “conversar” con su alter ego.
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4 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
Wrong Time Wrong Place
El lucrativo y prolífico team Laverty/Loach/O'Brien (ganadores de la Palma de Oro en Cannes por "El viento que agita la cebada") nos ofrece una película aburrida y previsible sobre los desalmados contratistas de seguridad privada que operan en IraK, la mayoría de los contratistas y empresas de este tipo son de origen estadounidense. Uno de los mercenarios que trabaja para una de estas poderosas corporaciones militares es asesinado de manera misteriosa en Bagdad y su amigo (el desconocido actor Mark Womack, clónico de Peter Mullan) investigará el suceso para llegar al meollo del asunto. El escocés Paul Laverty utiliza el nombre de una de las rutas más peligrosas de Irak para dar título a una historia absurda, torpe, y en ocasiones ridícula que filma sin complicaciones el inglés Ken Loach, alejándose de su acostumbrado british social realism para ofrecrnos un thriller frío, distante, y lleno de los peores tópicos y clichés. La música es de George Fenton, la fotografía del gran Chris Menges (cinematógrafo de títulos tan interesantes como "The Killing Fields", The Boxer", y "The reader" entre otros). Como dato curioso, me gustaría añadir que la actriz vasca Najwa Nimri tiene una fugaz aparición en este fallido film.
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3 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
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