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38 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
7
“Hay una fortaleza en el Sur, donde hace algunos años se cometió un asesinato
Así comienza esta película que no llego a España hasta finales de los 70, cuando la censura ya había sido erradicada del país. Quizá mejor, porque haber mutilado esta película hubiera sido desastroso para futuros visionados. En una escena, Brando llega del trabajo y sale al jardín, Taylor está sentada en una hamaca. Ella, una ninfomanía que no se siente correspondida, habla de su caballo, un purasangre blanco (Firebird). Él la reprocha ese amor por un animal y ella, levantándose para irse aún tiene tiempo de espetar:
- ¡Es un semental!

La cara que se le queda a Marlo Brando es tan expresiva que ya nos pone en aviso. La película no ha hecho más que comenzar.

La elección de Brando (por aquel entonces una de las estrellas de Hollywood) para interpretar a un oficial del ejercito homosexual fue ciertamente casual. Su papel, iba a interpretarlo Montgomery Clift, pero su muerte antes de la producción hizo que Huston barajara otros nombres entre los que se encontraba Richard Burton o Lee Marvin. Al final, fue Brando el que acabó interpretando al oficial Penderton alegando que escogió el papel porque le daba la oportunidad de montar a caballo. Pero curiosamente, cuando se le pidió que montara en su primer día de rodaje, Brando admitió su terror a los animales. Quizá por ello, esas casualidades que a veces ocurren, Brando hace suya la ansiedad de Penderton por ser un buen jinete. Y en una de las escenas más brutales, Brando haciendo de Penderton (o quizá al revés) desata toda su represión sexual con el animal indefenso. Su escape agresivo lo plasma Huston sin palabra ni diálogo alguno, con unos latigazos que son interrumpidos por el “cuerpo (desnudo) del deseo” del soldado raso Williams (Robert Forsters).

Leonor (Elizabeth Taylor) se muestra desde su primer instante dominante, jugando con la fusta, domando a los que a su alrededor está. Y uno de ellos, es el amigo de Penderton, el coronel, Morris Langdon (Brian Keith) casado con Alison (Julie Harris). Huston nos enfrenta a dos hombres completamente diferentes. Por un lado esta Penderton, incapaz de satisfacer los deseos sexuales de su mujer, mal jinete y de gustos extraños (la escena de la crema es cuanto menos significativa). Por el contrario, Langdon es la masculinidad: un líder, machista, gran jinete (de nuevo simbología sexual), rechaza aquellas cosas extravagantes como música clásica o la cultura. A su vez, se abre otros interrogantes en la trama sobre la débil Alison y su extraña relación con el criado (el eunuco filipino Anacleto).

Abrónchense los cinturones porque esto continua
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93 de 94 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El ojo del pavo
Drama realizado por John Huston (1906-1987) y escrito por Chapman Mortimer, Gladys Hill y Francis Ford Coppola. Adapta la novela corta “Reflections in a Golden Eye” (1941), de Carson McCullers (1917-1967), pseudónimo de la escritora Lula Carson Smith, natural de Columbus (Georgia), que muere 12 días antes de la presentación de la película. Se rueda en Long Island (NYC) y en Roma y alrededores (Italia), con un presupuesto estimado de 4,5 millones de USD. Producido por Ray Stark y John Huston para Warner/Seven Arts, se proyecta por primera vez en público el 11-X-1967 (EEUU, preestreno). En el film, la acción dramática tiene lugar en una base militar de Georgia, en tono a 1948.

Los protagonistas son Leonora Penderton (E. Taylor), casada con el mayor Weldon (Brando), fogosa, sensual, dominante, veleidosa, caprichosa y de luces limitadas. Weldon Penderton sobrelleva una homosexualidad latente y reprimida, que le provoca reacciones agresivas con los animales, sobre todo con los caballos de la base. Jinete mediocre, es un personaje solitario, taciturno y rígido, que se refugia con frecuencia en la soledad de su despacho. El teniente coronel Morris Langdon (Keith) está casado con Alison (Harris), cultiva lo que él considera que son las virtudes de la masculinidad: es buen jinete, desprecia la música clásica y la lectura y tiene una amante habitual. El soldado Private Williams (Forster) sirve como mozo de cuadra y es asistente del mayor Penderton. El capitán Murray Weincheck (Dugan) encarna la figura del militar considerado de insuficiente capacidad para el mando: es aficionado a tocar el violín y lector apasionado (lee a Proust).

El film desarrolla una historia compleja en la que se combinan prejuicios, adulterios, homosexualidad, enfermedades mentales, fetichismo, afanes de dominación, tendencias sádicas, deseos insatisfechos y frustraciones. Con la ayuda de un guión bien escrito y correctamente estructurado, Huston construye una historia dramática que avanza con fluidez, orden y un crescendo impecable. Pese a la truculencia de los temas que se abordan, la narración se mantiene dentro de los límites de la sobriedad y la elegancia. Evita las formas y expresiones propias de los melodramas al uso. No hay sentimientos desbordados ni reacciones desmelenadas. El relato interioriza los sentimientos de los protagonistas y sitúa el drama en el ámbito de la intimidad personal. Con ello consigue evitar las expresiones explícitas desgarradas sin perjudicar la intensidad y profundidad de las tensiones, frustraciones e insatisfacciones de los protagonistas. La obra de Carson McCullers es pionera en el tratamiento explícito de temas como el adulterio, la homosexualidad y el racismo.

…/
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56 de 59 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Retrato psicológico cruel de la pareja
Poco conocida película del maestro Huston. E injustamente, pienso yo, ya que se trata de un excelente film que recoge lo mejor de la tradición del cine negro y lo mejor del retrato psicológico desgarrado de las relaciones de pareja.

Aquí unos soberbios Marlon Brando (no me cansaré de decir que es el mejor actor de todos los tiempos), Elisabeth Taylor, Brian Keith y Julia Harris (especialmente convincente en el papel de esposa débil y neurótica) como dos parejas absolutamente a la deriva cuyos problemas emocionales y de personalidad trastocan el devenir de sus vidas.

A destacar el debut de un enigmático Robert Forsters (nominado al Oscar muchos años después por Jacky Brown de Tarantino), que tan sólo con su mirada (apenas habla su torturado personaje) consigue una interpretación sobresaliente.

En fin, retrato duro y despiadado del ser humano muy al estilo de obras como ¿Quién teme a Virginia Woolf? o De repente, el último verano, y que pone de manifiesto una vez más el absoluto dominio y versatilidad de Huston en todos los géneros cinematográficos.
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30 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Voyeurs, triángulos y represiones
Sintiéndolo mucho, Carson McCullers no es Tennesse Williams, y para mí las comparaciones sobran. Williams atenazaba de tensión, altas temperaturas y traumas magníficamente desgranados. McCullers lo más que consigue en mi escala es bosquejar conflictos, que prometen lo suyo, pero comete el error de quedarse a la mitad.
Aunque puede ser que lo que se quede a la mitad sea la adaptación cinematográfica de Huston. Hasta la fecha, ningún traslado de las obras de Williams a la gran pantalla me ha decepcionado, lo cual es un indicativo relevante. En cambio, la versión rodada para “Reflejos de un ojo dorado” de McCullers sí que me causa cierta decepción.
Los dilemas subrepticios no son moco de pavo. Un matrimonio desacertado entre un comandante rígido y reprimido, y una mujer explosiva y veleidosa. Él se refugia en sus espartanos principios para esconder su cercenante inseguridad y para oponer una fría indiferencia ante los encantos y la sensualidad de su esposa, que no le despierta deseo. Ella desahoga sus expansiones naturales y su fogoso temperamento con sus aficiones (la equitación, los naipes…) y con un amante, un coronel cuya esposa también es desgraciada. Secretos a voces consentidos silenciosamente por el marido cornudo, y mal soportados por la esposa humillada y de quebradizo equilibrio psicológico.
En escena aparece un soldado misterioso, callado, ermitaño, que trabaja como mozo de cuadras en la casa del comandante. Casi no pronuncia palabra, cumple las órdenes a su irritante manera y cuando está solo, que es la mayor parte del tiempo, le gusta cabalgar desnudo por el bosque. Pronto el extraño soldado descubre una parafilia que le consume las noches: observar sin ser visto a la esposa de su superior y practicar el fetichismo, solazándose con sus prendas de vestir y sus objetos personales.
Y ahí cada cual con sus secretos y sus mentiras, sus infelicidades, sus fingimientos, y su búsqueda de algo que haga la vida cotidiana más llevadera y soportable. Tendencias inconfesables, inadmisibles en el ejército, férreamente anclado en prejuicios, y temor a que salte cualquier escándalo que dé al traste con las carreras militares. Adulterios. Una mujer enferma de soledad. Un hombre hecho y derecho que ofrece una imagen falsa. Y un joven sexualmente obsesionado con el objeto de sus pasiones.
Como dije, dilemas suficientes para haber dado cuerda a un drama absorbente, que sin embargo sólo llegan a medio camino en sus pretensiones.
Y un desenlace que es más bien un anticlímax.
Una lástima.
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32 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
La caja de los truenos
Curiosamente, “Reflejos en un ojo dorado” no se cita como una de las primeras películas que abrieron nuevos caminos hacia el New Hollywood, siendo muchísimo más transgresora que “El graduado”, “Bonnie & Clyde” o “Adivina quién viene esta noche”, todas del mismo año. Este melodrama sureño toca temas tabú para la época como el vouyerismo, la homosexualidad, el adulterio, el fetichismo o la represión sexual, con unos personajes envueltos en una serie de circunstancias donde se masca la tragedia. John Huston, basándose en la novela de Carson McCullers y con Coppola en el guión, construye un intenso puzzle emocional, con un Marlon Brando reprimido y torturado, un Robert Forster psicótico aficionado a montar caballos desnudo (¿un precedente de “Equus”?), una Elizabeth Taylor sin escrúpulos, un Brian Keith machista como contrapunto del protagonista y una Julie Harris paranoica que mantiene una extraña relación con su sirviente asiático. Impresionante el instante en que Taylor, corrompida por el odio, golpea insistentemente con la fusta la cara de Brando, y él totalmente impasible. El final te golpea con tanta virulencia (excelente uso de la cámara y la fotografia de tono amarillento) que resulta estremecedor, y termina por descubrir a una de las piezas maestras de los 60. Apoteósica.
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23 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
MATICES QUE TE ENVUELVEN.
Yo también opino que tal vez sea la mejor película de Huston. Cuajada de matices que debes permitir te invadan para desentrañar.

Una trama sencilla en su complejidad, una historia que se cuenta a través de miradas, gestos, actitudes y engaños. Un volcán de pasiones que afloran y oscurecen. Una película que todos deberíamos ver, pero fundamentalmente habría que considerarla materia de estudio en cualquier escuela de cine.

Un acierto que Marlon Brando la interpretase, aunque no fuera la primera elección para el papel principal. El resto de actores brillantes y, como ya he dicho John Huston en su mejor realización, según mi criterio.


Un 8
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21 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
1
La jaula de los mirones.
Pues otra vez estoy como siempre: hemos visto todos la misma película? A ver cómo cuento lo que yo he visto sin destripar el asunto. Estamos en un campo de entrenamiento militar donde viven una serie de personajes que están como una chota, a cuál peor. Paso a enumerarlos, para que os hagáis una idea:

1. Marlon Brando. El oficial jefe, un homosexual reprimido con cierto toque narcisista que aborrece a su esposa y desea secretamente a un soldado raso bastante buenorro, al que mira obsesivamente cayéndosele la baba al tiempo que, suponemos, se le levantan otras cosas.

2. Elizabeth Taylor. La esposa, una especie de estúpido papagayo ambulante que no para de parlotear, soltar risotadas y mover el culo de un lado a otro. Si yo fuera su marido también me haría homosexual. La señora además está más salida que el pico una plancha y le pone los cuernos a su esposo con su mejor amigo, y a su vez es objeto de deseo del soldado raso al que desea secretamente su marido. Cágate lorito.

3. Brian Keith. El coronel amigo del mayor con el que le pone los cuernos su señora. A su vez está casado con otra pirada. Éste es casi el más normalito, si es que cabe esa palabra en este filme.

4. Julie Harris. La pirada anteriormente mencionada, que se pasa el día encerrada en su habitación, mirando por la ventana lo que hacen los de al lado y haciendo manualidades (y no es un eufemismo, no) con un criado filipino a cuyo lado Fidel el de Aída es un dechado de virilidad.

5. Robert Forster. El soldado raso que desea secretamente a la Taylor, y que a su vez es secretamente deseado por el mayor. Éste es el personaje más pirado de todos, lo cual tiene bastante mérito. Se dedica a pasearse por mitad del bosque en pelotas y a montar a caballo también en pelotas, y luego por las noches se viste por fin, que ya era hora, fuerza la cerradura de la casa del mayor, se cuela en la habitación de la señora... y se pasa la noche entera, oigan, pero entera enterita, mirando dormir a la Taylor!!!!! Lavirrrgen, es o no es fuerte la cosa?

Todos mirando, venga a mirarse unos a otros. Yo te miro a ti, tú miras a aquél, aquél mira al otro, el otro mira al de la moto, el de la moto me mira a mí, y así sucesivamente. Y ésta es básicamente la película. Qué os parece?
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39 de 68 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
¿Estamos hablando de...?
Me gusta el cine velado. Me gusta por la creatividad que implica para mostrar lo oculto; si no puedes (o no quieres) decir las cosas abiertamente, el director y los actores tiene que componérselas como puedan paran sugerirlo, insinuarlo o reflejarlo de tal modo que el espectador no se pierda y entienda a la perfección lo que nos están contando.

Pero no me gusta el cine tan, tan, tan velado... Tan sutil que termina siendo confuso y se queda, para su desgracia y la nuestra, a medio cocer.

«Reflejos en un ojo dorado» (nombre enigmático donde los haya) pierde la fuerza que podría haber tenido con algo más de claridad a la hora de plantear los personajes. Está todo tan tapado, con suaves pinceladas, que es casi imposible hacerse un retrato cabal de las situaciones: el comportamiento injustificado del soldado Williams, claramente enfermizo; el por qué del matrimonio entre Leonora y Penderton; y lo que realmente une al matrimonio Langdon, con una desequilibrada Alison y un criado filipino que parece servir sólo como contrapunto y alter ego del mayor Weldon. ¿No queda mucho por saber?

Todo esto contribuye a que, además, la historia sea demasiado rebuscada por momentos, poco creíble incluso, y a veces muy lenta, entreteniéndose en partidas de cartas, simbólicos paseos a caballo y pinturas a acuarela que desvían y retrasan la verdadera historia de la película: la pasión oculta de Weldon Penderton.

Porque eso sí, Marlon Brando está excepcional. Reconozco que me gusta tanto su físico, que a veces se me olvida valorarle como mero actor; pero aquí es imposible no quedarse maravillada de su labor interpretativa. Asombroso su paseo en Pájaro de fuego, por ejemplo. Si no te habías dado cuenta antes de sus tendencias sexuales, ahí lo verás retratado con una claridad bárbara. Y el final... el final es lo mejor de la película (algo más en spoiler.)

Vamos, que sólo por Brando, ya vale la pena verla. Por lo demás, rara película, bien dirigida, pero con una historia no lo suficientemente atractiva. Aún así, aceptable.
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17 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Miradas
Si, como decía Hemingway, un buen relato es como un iceberg: sólo explicita una séptima parte de lo que es; este es excelente ya que muestra mucho más de lo que dice.
El título, acertado y sugerente, insinua la clave de la narración: las miradas secretas. Así, Penderton -Marlon Brando-, no podrá dejar de mirar al soldado montado "en cueros y a pelo"(según expresión de Leonora -Elisabeth Taylor), el soldado espiará a Leonora, Alison mirará cómo su marido y Leonora se tocan los pies por debajo de la mesa camilla, Penderton se contemplará en el espejo, el ojo del caballo pregonará su terror ante el bastón etc.
Excepcionales interpretaciones de todos los actores (¡versión original! no os perdáis el cambio de tono de voz de la Leonora tras la muerte de Alison) y magnífica narración de Huston.
Una pregunta para terminar: ¿el personaje de Anacleto es un guiño a Murnau? Si alguien lo sabe, que me lo diga.
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15 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
De caballos y mosqueos
Carson McCullers, grandísima escritora que en mi otra vida terminaré de leer una de sus novelas que tengo empezada desde hace años (no creo que lo haga pero así me doy ánimos), requería un tratamiento digno a la hora de interpretar su Reflejo en un ojo dorado (sólo el título, ya impone). Huston, uno de los grandes no podía fallar. Además contaba con excepcionales actores, un marco adecuado y bonitos caballos. Así que la película no puede ser mala.

El trasfondo y todo lo demás es plomizo, sin ser malo. El campamento está lleno de flipados. Tíos a caballo en pelotas, otros que se dedican a mirar a gente durmiendo. Un filipino muy raro… Sí puede llamar la atención… Hay que tener en cuenta la época en la que escribía esta señora, tiempos de represión social, prejuicios, etc. Todo muy denso. En un film como éste lo que cuenta son los resultados y aunque la película no sea mala, es un pestiño. Las historias deben correr como el viento, ser ágiles y llamativas. Por aquí aconsejan verla, pero, repito, es un rollo de categoría. Aunque te gusten las novelas de corazones solitarios.
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13 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Más que un simple triángulo amoroso
Basada en la novela “Reflections in a Golden Eye” (1941) de la escritora estadounidense Carson McCullers (1917-1967). La novela es una historia de sexo, traición y perversión desarrollada en un campo militar. La escritora McCullers es una pionera del tratamiento de temas como el adulterio, la homosexualidad y el racismo.

El film es la historia de un oficial del ejército norteamericano, Mayor Weldon Penderton (Marlon Brando), y las desventuras de su conflictivo matrimonio con su muy extrovertida y caprichosa esposa Leonora (ElizabethTaylor).

Leonora, cansada e insatisfecha de la virilidad de su esposo, mantiene una relación sentimental con otro de los oficiales que viven en la base militar, el Coronel Morris Langdon (Brian Keith), pero el asunto es más complicado que un simple triángulo amoroso, el hombre es casado.

La esposa del Coronel Morris, Alison Langdon (Julie Harris), vive atormentada mentalmente y mantiene una relación un tanto equívoca con su criado filipino.

Pero además el capitán tiene una actitud narcisista en privado, y empieza a sentir una fijación erótica hacia un joven militar llamado Williams (Robert Forster), que a su vez siente una atracción especial hacia Leonora.

La película tuvo un presupuesto $4,5 millones y generó $2,1 millones por la venta de alquiler en los videoclubes.
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12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Reflejos en los ojos violetas
Pocos personajes tan fascinantes como el de Marlon Brando en Reflejos en un ojo dorado, un comandante del ejército felizmente casado con Elizabeth Taylor. ¿Felizmente casado? Parece que la Taylor atrae los matrimonios turbulentos (tanto en la realidad como en la ficción) como en La gata sobre el tejado de zinc o Quién teme a Virginia Woolf. Pero aquí es menos evidente el conflicto, la sordidez se esconde bajo capas y capas de pose y apariencias.

Porque la Taylor, insatisfecha de un Brando dócil, tiene un romance con el Coronel Morris, que a su vez tiene una esposa algo desequilibrada. Y en esto que aparece un soldado a cargo de Brando que realizará trabajos en su casa. Lo que por argumento puede ser una historia de lo más convencional, un culebrón sin sentido, se convierte en un extraño universo amoroso, de todo menos esperado, constituyendo una de las historias de amor más trágicas, de las más brillantes de la historia del cine, renovando sus cánones por completo.
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11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
La infelicidad según Huston.
La película más turbia de Huston, una de las menos consideradas por la crítica y, sin embargo, al contrario que buena parte de su filmografía, esta sí es una buena película.
Es una parábola amarga y pesimista acerca de la propia condición de vivir en la que se cuenta la historia de un campamento militar americano dónde se dan todo tipo de conductas sexuales: adulterio, homosexualidad, voyeurismo, fetichismo... Se trata de personajes inmorales, complejos, infelices e insatisfechos, derrotados por la cantidad de frustraciones que arrastran resultando memorables dos de ellos. Por un lado, Marlon Brando como mayor afeminado y cornudo; por otro lado Brian Keith como delirante voyeur fetichista enamorado de la esposa de Brando, la petulante, gruesa y sobrevalorada Liz Taylor. Una película a revisar, la obra más apreciada a nivel técnico por su realizador, con guión a seis manos, con Coppola en ese trío.
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8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Red de insatisfacciones
El tema que recorre toda la película es la insatisfacción sexual, insatisfacción que tienen cada uno y todos los personajes de este film. Un gran hallazgo es haber centrado el tema en la insatisfacción sexual que sufre el comandante Penderton (Marlon Brando) cuyo deseo sexual, insatisfecho, hacia un soldado, le impide satisfacer a su mujer Leonora (Elizabth Taylor). A partir del personaje magníficamente interpretado por Brando vamos descubriendo la sutil cadena que se ha creado en esa escuela militar, pero sin entrar en las intimidades de los personajes, solo como reflejos que pasan ante los ojos del espectador, el cual tendrá que ir descubriendo, desde sus propios sentimientos, lo que ocurre. Huston, en una muestra de su maestría, nos va contando lo que ocurre en un lugar determinado y en un tiempo concreto, con imágenes que son las frases de las cuales el espectador va sacando su conocimiento de la historia. Quizás una de las mejores secuencias sea la del caballo desbocado que monta Marlon Brando y la reacción de este con el caballo con continuidad de la reacción de su mujer con la fusta. La fotografía es especialmente apta para la historia entre militares y en algunos momentos se permite subrayar la poesía con tonos dorados y naranja en una estación de tren. Y la música, y la escenografía, y los vestuarios, y los maquillajes (ojo con Brando), y la peluquería, todo muy controlado para esta historia y no otra.
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7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Un microcosmos cerrado y enfermizo
Una película que a pesar de su calidad, resultó ser un fracaso comercial, lo que por otra parte no me extraña, ya que está muy adelantada a su tiempo, ya que trata temas polémicos sin ningún rubor, como la homosexualidad, el nudismo, el adulterio y la enfermedad mental, encima en un entorno tan conservador y cerrado como el ejército, los actores están sobresalientes en sus respectivos papeles, Marlon Brando por ejemplo, como el oficial recto como una vara, exogente consigo mismo y no digamos con los demás, que lucha por reprimir su homosexualidad,Liz Taylor por otra parte como su excesiva mujer, sensual, algo golfa y un auténtico espíritu libre y para acabar Brian Keith como el prototipo de macho alfa militar, casado sin embargo con una mujer de salud mental frágil y excesiva sensibilidad en un entorno como el militar. Una gran película del maestro Huston , que se atrevía con lo que le echaran.
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6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
“Había un fuerte en el sur donde se cometió un asesinato”
Usando su propio apellido (Carson) y el apellido de su esposo (McCullers), Lula Carson Smith se convirtió en Carson McCullers para firmar sus libros, pues se sumó a la idea de que, solo mostrando una ficticia identidad masculina, las mujeres podían vender sus obras en un mundo prejuiciado que las menospreciaba muy torpemente… ¡Y qué ironía! ¡Entre los más notables libros que, por millones, leyeron los más machistas hombres en la América de los siglos XIX y XX, un alto porcentaje fueron escritos realmente por mujeres! George Eliot, Isak Denisen, Fernán Caballero, George Sand, Michael Strange y muchos otros nombres que enaltecieron la literatura, fueron valientes y calificadas mujeres de diversas partes del mundo, que estuvieron dispuestas a demostrar que, el conocimiento y el talento no eran exclusividad masculina. ¡¿No es encantadora la manera como -a lo largo de la historia- la mejor parte de la humanidad se ha mofado siempre de las necedades, represiones y ambiciones de la otra parte?!

Carson McCullers, fue una mujer declaradamente crítica con la sociedad que le tocó vivir. Nacida en el sur de los Estados Unidos de Norteamérica (Columbus, Georgia), en sus novelas enfiló sus baterías contra el racismo, la discriminación de clases, el maltrato animal... y también contra el militarismo. Su novela, “Reflejos en un ojo dorado” (1941), apunta directamente hacia todos estos temas y habría de convertirse en una de sus obras más exitosas cuando el director, John Huston, decidió llevarla al cine.

Interesado en que esta novela -a la que tuvo siempre en la más alta estima-, fuera trasladada a guión por la propia autora para asegurar su fidelidad, Huston vio frustrado su deseo porque, Carson, tuvo otra recaída de las muchas que tuvo en sus 50 años de frágil vida, y entonces el guión debió pasar a manos de Chapman Mortimer y Gladys Hill, a condición de que mantuvieran la mayor fidelidad posible al texto original.

Elizabeth Taylor estaba encantada de que su gran amigo, Montgomery Clift, protagonizara otro filme junto a ella… pero cuando ya todo estaba listo y su contrato firmado, una trombosis acabó con la vida del actor el 24 de julio de 1966 y el papel pasó entonces a manos de Marlon Brando, cuya voz bastante atorada entonces, siento que mejora viendo el filme con un buen doblaje.

La historia transcurre en los alrededores y dentro de un fuerte militar ubicado en el sur de los EEUU, y la relación se centra en el comandante Welton Penderton, un hombre de fuerte apariencia pero de débil carácter, cuya mujer le es infiel con su amigo, el teniente coronel Morris Langdon, mientras que un “leal” soldado, L.G. Williams, vive fascinado también con ella y osa ingresar a su alcoba, en ausencia de sus rivales, con el único deseo de contemplarla dormida y oler sus delicadas ropas.

Contando con la liberalidad que había traído consigo la década de 1960, Huston aprovecha para dar cabida a la hasta entonces vedada homosexualidad, y con finas sutilezas (la manera de doblar una envoltura de chocolatina, ciertas miradas, el acomodarse el pelo…) deja plantada esta inclinación que, también entonces, podía darse entre los militares.

Elizabeth Taylor (Leonora), tiene aquí una nueva ocasión de representarse a sí misma, pues lo que para otras actrices podía resultar bastante complejo, para ella era pan comido porque bien habituada estaba a poner en sus sitios a los hombres… ¡Varios matrimonios le habían dado la suficiente experiencia!

Con todo, y aunque un poco ajeno a las constantes del cine hustoniano, el filme resulta de notable interés, pues posee elementos narrativos y estéticos de connotado virtuosismo. Lástima que no hayamos podido apreciar los marcados tonos dorados que el director aplicó al original del filme, así que queda esperar que alguna copia en Blu-ray u otro formato, consiga un día recuperarlos.

En "REFLEJOS EN UN OJO DORADO", se aprecia muy claramente uno de esos fangos en los que aún sigue cayendo la especie humana.
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
no es oro todo lo que reluce...
Película fallida del gran director John Huston.
A pesar de sus grandes atractivos: los dos protagonistas (Marlon Brando y Elizabeth Taylor), el director (John Huston) y la colaboración en el guión de Francis Ford Coppola, la peli en algunos momento se hace aburrida e incluso tediosa.
Es un placer que la hayan editado en dvd y poder disfrutar de las voces de sus protagonistas en versión original. Es maravilloso el tono de voz tan desagradable con el que empieza la película Elizabeth Taylor y como ese tono va madurando a lo largo de la película. Por momento Marlon Brando está soberbio y en otros cae en la sobreactuación.
No me parece una película bien construida ni que esté narrada con fluidez. El gran atractivo de ver al gran Marlon Brando haciendo de gay reprimido pierde interés a medida que vas viendo la película. No se crea suficiente tensión sexual en el trio protagonista y hay secuencias que carecen absolutamente de credibilidad.
Los movimientos de cámara del último plano son de vergüenza ajena, así y todo bravo por Huston por experimentar y por terminar la película como le dio la gana... pero el paso del tiempo no le ha sentado bien al film.
A pesar de todo creo que es una película que hay que ver, porque tiene situaciones y momentos interesantes.
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9 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El reflejo distorsionado del alma.
93/13(19/05/16) Notable film de John Huston, obra adelantada a su tiempo, arriesgada y provocadora, su obra más turbadora y velada, historia agria, revestida de morbo malsano, pesimista, compleja, densa, sombrío acercamiento al universo de represiones sexuales, frustraciones, tormentos, acontecen en lugar tan marcial y cuadriculado como un fuerte militar, microcosmos poblado de personajes con patologías y angustias, afloran adulterios, voyeurismo, homosexualidad latente, adulterios, fetichismo, cleptomanía, exhibicionismo y crímenes pasionales, lugar donde reina la infelicidad, la ociosidad y la insatisfacción. Sostenido por un guión turbio, bien desarrollado, en increscendo dramático sofocante, por notable puesta en escena, destaca esa tonalidad hiperrealista del patinado dorado, y sobre todo un fenomenal elenco de actores. Escrito por Chapman Mortimer y Gladys Hill (“El hombre que pudo reinar”), adaptan la novela corta “Reflections in a Golden Eye” (1941), de Carson McCullers, pseudónimo de la escritora Lula Carson Smith. El historiador británico Anthony Slide, considera el libro una de las cuatro novelas homosexuales conocidas en idioma Inglés en la primera mitad SXX, las otras tres son “Nightwood” (1936) de Djuna Barnes, “Other voices, other rooms” (1948) de Truman y “The city and the pillar” (1948). La película no llego a España hasta finales de los 70 con el final de la censura.

Desarrolla una historia escabrosa, repleta de secretos, mentiras, traiciones, prejuicios, demencia, sadomasoquismo, exhibicionismo, y más, gracias a un guión hábil en trenzar una telaraña que va apresando en su red los sentimientos reprimidos de unos personajes encerrados en sus rutinas, en su aburrimiento, en su ordinariez, de la que intentan escapar de modo truculento. Un collage de protagonistas con un atormentado mundo interior, que Huston explora y transmite con elegancia, en una evolución de situaciones que mezclan de modo turbador intensidad dramática con un humor áspero que te hace sentir incómodo, emitiendo profundidad en base a una dirección de actores con marcado enfoque en los gestos y miradas, con silencios muy expresivos, con incisivas alegorías tanto verbales como visuales (la de los caballos con los sementales, de cómo Leonora adora a los equinos por serlo y Penderton lo contrario), con punzantes elipsis, en un acentuado relato de insatisfacciones, de dolor anímico, de hipocresía, de falsas apariencias. Todo enmarcado en un lugar tan rígido y encorsetado como un fuerte militar, en medio de la rutina de paz vemos clases, fiestas, partidas de cartas, salidas a caballo, donde los contrastes son más ácidos, con sobreentendidos, con muchas insinuaciones, traiciones. Un relato que radiografía con bisturí envenenando las represiones sexuales derivadas de la homosexualidad, provocan comportamiento malsanos, enfermizos, rozando lo patológico, obsesiones tórridas, que se dirigen hacia la tragedia remarcada en la sobreimpresión del inicio.

Tiene uno de sus fuertes en el enfrentamiento de personalidades: Penderton un oficial amanerado, acomplejado, insatisfecho, vejado por su esposa, incapaz de hacerle el amor, un cleptómano fetichista, que acaricia lascivamente los elementos robados, en realidad un homosexual reprimido que vive hastiado, y que encuentra una razón en la naciente obsesión por un soldado con el que cree haber conectado; Leonora, su esposa, una mandona dominante, y dominatrix, de carácter, promiscua, humilla y se ríe de la frigidez de su esposo, una avezada amazona que siente conexión con los caballos por ser sementales, lo contrario a su marido, entre los dos se deconstruye una relación nociva; El oficial Morris Langdon, símbolo de la machismo arcaico, tiene sometida a su esposa, tiene un affaire con Leonora, tipo rudo, y alegre; Alison, la esposa de Morris, una depresiva y neurótica que llegó a cortarse los pezones al perder a su hijo, vive atemorizada en su casa, alejada de su esposo, solo con la compañía de su afeminado criado Anacleto; El cadete Williams, no lo escuchamos decir palabra, peros sus silencios dicen mucho, un extraño tipo, con costumbres singulares como montar a caballo desnudo por el bosque, espiar al matrimonio Penderton, infiltrarse en el dormitorio de Leonora para verla dormir oliendo su ropa interior; Y Anacleto, un amanerado con mucha pluma que se convierte en la muleta de Alison construyendo entre los dos un mundo cerrado.

El lírico título del film proviene de una acuarela que pinta Anacleto para Alison, en ella se ve un pavo real (símbolo de la fatuidad pomposa), y en él resalta un ojo dorado, alegoría de la fuerza sugestiva tienen en el relato las miradas, miradas de Penderton a Williams, las de Williams a Leonora, las de desprecio de Leonora a su marido, de Williams espiando, las libidinosas miradas de Penderton a objetos robados, en espejos, miradas triste de Alison , para ello gran importancia tienen las ventanas, todos miran una y otra vez por ellas.

Puesta en escena excelente en su expresionismo, notable diseño de producción de Stephen B. Grimes (“Memorias de África”), rodándose en Long Island (Nueva York-USA) y en Roma (Italia), recreando con sobriedad el fuerte, con los bucólicos bosques por los que montan a caballo o las caballerizas, pero lo que sobresale es la acentuada e hiperrealista fotografía de Aldo Tonti (“Las noches de Cabiria”) y sin acreditar Oswal Morris (“Lolita”), en color (technicolor) y panavisión, exhibiendo la belleza de la naturaleza en contraste con el mórbido alma de los protagonistas, mucho mimo por el detalle en primeros inquietantes planos, jugando con contraluces, semioscuridad, siendo puntal el tórrido patinado dorado (alegoría del título), convirtiéndose en la nocturnidad en tono sepia, compone cuadros de una beldad tremenda, influenciados por la pintura de Rembrandt o Caravaggio, estos recursos imprimen intensidad dramática, sensaciones de cuasi-surrealismo visual, turbación.... (sigue en spoiler)
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5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Los placeres ocultos
"Reflejos en un ojo dorado" es tanto la descripción de la vida en una base militar situada en el sur de los EE. UU. como la crónica de dos matrimonios en crisis que viven en ella, así como la narración de las pasiones y deseos de esos dos matrimonios, y de algunos personajes más (Zorro David como un criado filipino, Robert Forster como un soldado) que viven cerca de ellos. El personaje de Elizabeth Taylor -que hace una gran interpretación- es bastante insoportable, y el de Marlon Brando, un militar de alto rango que enseña tácticas y estrategia, y está ligeramente trastornado, viene a ser un curioso anticipo del Coronel Kurtz que Brando encarnó de forma inolvidable en un film inolvidable como "Apocalypse Now" (1979), de Francis Ford Coppola.

Se trata de un film muy para adultos, en el que los comportamientos extraños, o moralmente ilícitos, de los personajes, se acumulan y se mezclan, normalmente en un plano sexual, implícito o explícito: desnudez masculina y femenina con tintes de exhibicionismo, sadismo, homosexualidad, voyeurismo, fetichismo, locura, infidelidad matrimonial...El relato consigue mantener un necesario tono de misterio, de sugerencia, hasta un desenlace final que consigue sorprender al espectador. Para mí es un estupendo largometraje, que un buen guión, una buena dirección y un gran reparto de actores y actrices consiguen hacer creíble, dotándolo de densidad y alejándolo de cualquier posible tentación de sensacionalismo.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Caleidoscopio de hirientes soledades
Los demonios que habitan estos seres morbosos y retorcidos, en algún lugar del Sur de los E.E.U.U., juegan, y apuestan, a quién será el primer mortal en autodestruirse. Utilizan las herramientas adecuadas: pasión, culpabilidades, "sexo impropio", insatisfacción...., y en algunos momentos se les nota que disfrutan especialmente pues babean mientras introducen el dedo en las purulentas llagas de los pobres individuos.
Claramente se ve que los Weldon, Leonora, Morris, Willians, Alison, Anacleto..... no controlan la situación en ningún momento, y solo son títeres en manos de sus complejos, sus taras mentales, su enfermiza sexualidad y sus educaciones hipócritas. Su existencia es un caleidoscopio de hirientes soledades y parecen candidatos idóneos para servir de combustible a las calderas de Pedro Botero.
Y es que, ya lo he dicho en otras ocasiones, si existiera el infierno y hubiera que buscarle un lugar ideal, por aquello de los estudios de mercado y demás, la opción de los estados sureños de U.S.A. contaría con pocos rivales. Por alguna razón en estas tierras se dan bien el pecado y la maldad, condición esta última, imprescindible para que el atroz individualismo revolotee carroñero sobre sus víctimas.

Los actores, poseídos por la maldición de sus personajes, parecen fundidos en sus papeles y hasta te da por pensar que alguna dentellada o ponzoñoso picotazo se llevaron para casa, mientras el pícaro de John Huston, con enigmática sonrisa, se fumaba un puro.
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