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45 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
9
El discreto encanto del nacionalsocialismo
El pequeño Oskar Matzerath es la caricatura del outsider vocacional: se cree muy especial, se cree poderoso, se enorgullece de no pasar por el tubo... pero su máxima gesta consiste todo lo posible para tener una apariencia física que lo distinga del resto de la Humanidad.
Y si, tras las travesuras de rigor, lo que toca es servir al poder y hacer de mono de feria del ejército nazi, pues venga, así es la vida.

Y mira qué puñetero Günter Grass, que ahora, dentro de los actos de promoción de su último libro, va y reconoce públicamente que en sus años mozos no es que hiciera de mono de feria como Oskar sino que incluso formó parte del brazo de combate de las Schutzstaffel, la temible unidad paramilitar a las órdenes de Himmler.
Y dice que es que era jóven y crédulo... y la cosa funciona y las ventas de su autobiografía se disparan como la factura del gas de Birkenau a partir de 1940.

Pero no seré yo quién tenga los cojones de juzgar al bueno de Günter.
Por muy ex-SS que sea, también es uno de los escritores más cracks de todos los que corretean por el mundo. Vale la pena leerlo, empezando por El tambor de hojalata y terminando quizá por esta autobiografía que promociona de forma tan rastrera.

Y la peli, bueno, ya se sabe, resume un poco el asunto y da una visión más superficial de la historia del Peter Pan tamborilero, pero tiene escenas inolvidables y no deja de ser una maravilla.
Hay quién la califica de realismo mágico, pero también podríamos decir que resucita el expresionismo alemán y quedarnos tan anchos.

Nota: excelente.
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57 de 73 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Oskarcito no me jodas...
Ni he leído el libro ni tengo intención de hacerlo. Siendo como soy un lector en pañales me imagino que no me pierdo nada si paso un huevo del tamborilero de Grass y dedico el resto de mi insignificante vida literaria a leer otras cosas ¿no?. Existen cientos, qué digo cientos, MILES de obras de otros autores que fueron algo más consecuentes consigo mismos y no se presentaron como adalides intelectuales de los derechos humanos después de haber pertenecido a una cofradía tan filantrópica y caritativa como la Schutzstaffel. O sea que dejemos a Grass pelando cebollas y centrémonos en ese tal Schlöndorff y su adaptación cinematográfica.

La peli arranca bien. De hecho, por momentos, tuve la quimérica sensación de volver a experimentar ese estado de shock metafísico y sensorial que me dispensó “Léolo”. Pero no. A medida que va avanzando el metraje la peli se va tornando cada vez más y más aburrida y, pese a que en todo momento exhibe buenas hechuras, no hay manera de dejarse subyugar por su contenido dramático ni de empatizar con Oskarcito. Un mequetrefe que no deja de dar la lata... con su tambor de hojalata. Al final todo queda reducido a una fábula bastante desangelada, con tintes fellinianos, que adolece de lo que a “Léolo” le sobra: fascinación a borbotones.

Respecto a la palma de oro de Cannes tan sólo diré que otorgársela ex-aequo con “Apocalypse now” me parece tan esperpéntico como pedir ostras de primero y mollejas de segundo.
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71 de 103 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
No sólo el tambor era de hojalata
A mí me importa un huevo que el amigo Günter fuera un ninfo ario o un polaco forjador de titanio. Al visionar este gran pupurrí de imágenes (algunas tremendamente bellas) sentí una desazón que no conseguí quitarme hasta horas después. Veamos... ese niño... es un niño? es un enano? es una pulga antropomórfica adoradora de Satán? Lo cierto es que da el pego amigos. Pocas veces han conseguido revolverme las tripas con un ser tan atroz. ¿Crítica? ¿Parodia? Quien sabe amigos. A mi El tambor de hojalata me dejo tan indiferente como un estofado de lentejas con anchoas.

Su visión particular aunque original de la gestación del Uwe Boll de bigote sobre las masas pensantes alemanas está bien tratado aunque falto de fuerza. Destaco a la madre del diablillo entre el elenco que por allí pulula y también cada una de las reuniones familiares que de cuando en cuando aparecían en pantalla. A pesar de sus virtudes escénicas es un film bastante plano que sólo pueden seguir con interés los adeptos a la novela u otras personas con mucho tiempo libre y amplia capacidad de análisis. A mí me pareció un cuadro que se movía o alguna otra gilipollez similar. Un abrazo.
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93 de 149 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Metáforas, alegorías, simbolismo...
Uno de los títulos más célebres del "nuevo cine alemán", ganador en Cannes y del Oscar a la mejor película extranjera, quizás demasiado premio para una película simplemente notable, pero del todo explicables tal es la naturaleza y el poder simbólico que tiene el film, fruto de la inolvidable novela del Nobel Günter Grass.
Es la historia de Oskar (inmejorable elección física del protagonista), un niño que al cumplir tres años y ver el absurdo mundo adulto que lo rodea, se tira por las escaleras del sótano y decide no crecer más, acompañándose inseparablemente desde aquel instante de un tambor de hojalata que le han regalado.... Son los albores del nazismo. Película por encima de todo de caracter tenazmente hipersimbólico, dónde metáforas y alegorías se cruzan y entrecruzan constantemente. Así, el hecho de no crecer (una metáfora del estancamiento de Alemania con el advenimiento nazi y símbolo de que se es mejor un niño eternamente que un adulto si hay que habitar en el horror), los chillidos con que el niño rompe los cristales cuando algo lo perturba (referencia directa a la triste noche de los cristales rotos), el propio rostro del niño/adulto, una idónea mixtura de tenebrismo y ensimismamiento (Alemania quizás también...), la parte diríamos de sátira dramática en la que un grupo de enanos al que se ha unido Oskar devierte circensemente a las tropas nazis, que a cambio les ayudarán cuando se produce un ataque (una alegoría antinazi obvia: aquellos que creían gigantes y no eran sino espectadores engrandecidos, en verdad enanos, de un espectáculo bufonesco, simplón y nada alegre en el que el amor del mundo y ejemplar caracter de raza cedieron a ser peleles arrinconados y diminutos, aunque el tardofascismo se empeñe en lo contrario...) Y así toda la película, que ya en una lectura final de las múltiples que tiene se ve cómo Oskar, tras ser derrocado el nazismo quiere (porque puede) crecer, para lo cual arroja su tambor de hojalata sobre el ataúd de su fascista padre (spoiler), pero es demasiado tarde pues su crecimiento se liquida por el atontonamiento que le produce un involuntario morrillazo en la cabeza. Todo eso, aplicable a la más tétrica y reciente historia de Alemania y acabando el film dónde comienza, o sea, con el personaje de la abuela de Oskar, el más puro e incontaminado de vicios de poder y gloria, personaje que al final recorre todo el film.
Así pues, una obra de gran calado político y social, de sólido guión, y que es tan interesante y necesaria como quizás sobrecargada de lecturas. No obstante, de una novela así partía, y demasiado meritoria es su adaptación, bastante lógica además pues está cargada de figuras literarias: metáforas, alegorías, antitesis... Es necesario ver la película una docena de veces para desentrañar todos sus significados, muchos de ellos de las formas más curiosas para reflexionar sobre el siniestro y vomitivo poder fascista.
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35 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Pedirle peras a Schlöndorff
“El realismo mágico existe mucho antes que el término en sí (...) Me encantó García Márquez en cuanto lo descubrí, pero leí a Günter Grass antes; 'El tambor de hojalata' está escrito mucho antes que 'Cien años de soledad'”. John Irving.
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Como adaptación que es, la película tiene un buen punto de partida que luego se desinfla. Tengo muchas ganas de leer la novela y creo que me pondré con ella (y con 'El rodaballo', ya que estamos) este verano. Entonces podré tener una perspectiva de la peli desde la lectura de la obra de Grass. Pero prefiero opinar así, virgen, blanca y pura, valorando la cinta sin influencias de la novela.

Como digo, la idea de esta alegoría es fantástica, ese niño que se niega a crecer y va denunciando lo que tiene alrededor “a grito pelao” con su tambor; una suerte de conciencia del salvajismo de la época.

Pero la atmósfera del film es bastante seca y creo que esa aspereza acaba contagiando al espectador, que no es capaz de sentirse identificado con ningún personaje ni de implicarse realmente con lo que le están contando ni con el contexto histórico (y mira que esto último es difícil).

El equilibrio le resta encanto y la alegoría deja de ser mágica para convertirse en excesivamente reflexiva, fría y desapasionada. Por tanto ese supuesto “realismo mágico” es curioso y poco más, sirve apenas como apéndice. Supongo que esto importunará a muchos, pero a mí, concretamente, me ha molestado más que la descripción realista tampoco esté a la altura. No puedo exigirle a Schlöndorff objetivos que no encajan con su perfil artístico, pero sí puedo exigirle una película artesanal, dramáticamente interesante. Tampoco. Me quedo a medias en ambos campos.

Entiendo que ese niño (casi un símbolo), los toques de realismo mágico, la cuidada realización de Schlöndorff, la probablemente (no lo sé) certera adaptación de esta novela, las amargas contradicciones que denuncia, así como la recreación del apasionante momento histórico son elementos que pueden atraer a un buen número de cinéfilos... Pero a mí, pese a momentos de fenomenal crudeza y momentos de (menos fenomenal) humor negro, me deja indiferente y con la sensación de que había para mucho más (el sexo, por ejemplo, parece un trámite que el director no podía eludir pero que trata de soslayo).

Y sí, además se hace larga. Pero no es la cuestión principal. Que una película sea larga o aburrida en algunos tramos no debería suponer un problema para según qué films.

En conclusión y a modo resumen, que lo de Cannes y el Oscar me parecen premios excesivos.

Curiosidad: se pensó en Dustin Hoffman para el papel de Oskar. Desde luego, hubiese sido pa verlo...
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35 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
2
La obra maestra de Günter Grass
A mí Günter Grass siempre me ha parecido un palizas. Cada vez que leo una entrevista o declaración suya, que suelen ser rollos macabeos, me ha dejado indiferente y he pasado la página del periódico ipso facto. Pero reconozco que es un tipo muy astuto. Lo de revelar, ahora, que en su juventud perteneció a las SS para vender más su autobiografía seguro que lo enseñan el año que viene en las ecuelas de marketing. Pero el muy zorro preparó hace un cuarto de siglo un plan infalible para que le perdonásemos su pecadillo de juventud: dejó que perpretasen esta película basada en su novela.

Recuerdo que vi este bodriete más o menos con la misma edad que Günter gustaba de saludar brazo en alto, y vete a saber qué hacía con el otro. A la media hora de peli ya me daban ganas de estamparle el tambor en el tarro del niñato y meterle las baquetas por sálvese la parte. Vamos que me entraron instintos homicidas. Y ahora oigo una vocecilla de Herr Grass que me dice entre risas: "Jajaja ¿Me vas a juzgar tú por pertenecer en mi juventud a las SS? ¡Si a ti mismo a esa edad te salía una vena nazi viendo esta película!" ¡Qué cabrón! Esto si es una obra maestra de la autoindulgencia.

En fin, aunque esta peli la vi hace un porrón de años, no pienso revisionarla porque larecuerdo como uno de los mayores pestiños de mi juventud. En cuanto la novela, ni la he leido, ni tengo ningún interés en hacerlo. Si naufrago con sólo este libro puede que lo haga, pero no se, igual me sirve para hacer una buena fogata.

PD: Para los despistados quisiera aclarar que el título de esta película no hace referencia a los personajes de "Bambi" y "El mago de Oz". Es "Peter Pan" pero en coñazo.
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49 de 81 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Un Peter Pan grotesco en una sociedad analfabeta e hipócrita.
Estamos ante una obra que llega a la cumbre de lo bizarro. Al igual que films imperecederos como de Fellini o Lynch, esta obra goza de una buena salud, su calidad es innegable, pero no es una película accesible para todo el mundo. No todo el mundo sabrá apreciarla, algunos les sabrá a un bodrio sin sentido alguno, pero otros caerán irremediablemente ante el encanto de la obra de Volker Schoendorf, pues su cuidado y calidad son irreprochables, pero en ocasiones padece ciertos altibajos que no hacen que sea una obra maestra.

Esta película parte de la misma de idea de “Peter Pan”, donde un niño que cuando llega a cumplir los ocho años decide dejar de crecer para el resto de su vida. Este hecho se debe también al regalo que recibe por esa fecha por sus padres, un tambor de hojalata de color blanco y rojo que se convertirá en el buque insignia de la presencia y de la personalidad de su protagonista. El tambor hace alusión a la infancia eterna. Aunque el chico mantenga el mismo aspecto y estatura, si crece intelectualmente. Abarca desde su nacimiento hasta llegar a la edad de 21 años. Donde vamos averiguando las experiencias que va viviendo, fruto de su crecimiento junto con su entrada en la etapa de la adolescencia. Todo conlleva a su acercamiento a sus primeros amores y su apetito sexual, junto a su curiosidad, muy precoz ya desde su corta edad.

Al ver además su gran poderío para que los adultos le respeten, haciendo que no tenga que renunciar a su corta edad manteniendo siempre a su lado su tambor, el objeto es el que hace alusión a mantener su edad. Pero a pesar de ello, vemos a través des de los peculiares ojos de Oskar todos los oscuros momentos que padece Alemania con la llegada del nazismo y la entrada en la 2ª Guerra Mundial. El director Volker Schoendorf tiene además la oportunidad de hacer una fuerte crítica a la sociedad, pero no directamente al nazismo, sino a la hipócrita sociedad que acepta la malvada doctrina de este movimiento, haciendo que la gente agache la cabeza a sus superiores con una falsa sonrisa bien grande.

Es una historia extraña, altamente peculiar y única, hay que tener paciencia con ella, pues también tiene sus fallos, su ritmo va decayendo durante su desarrollo. Pues su inicio y primera parte es fulminante, impecable, pero se va alargando y perdiendo interés a partir de su segunda parte, todo parte a ser algo más grotesco a la vez que primitivo. Aunque sea interesante, no tiene el mismo empaque que su introducción, pero “El Tambor de Hojalata” es una bizarra obra que no todo el mundo sabrá apreciarla, incluso llegando a repudiarla por su rareza, pero aquel que no tenga miedo, y tenga hambre de visionar algo bueno y nuevo, sabrá gozar en todo momento de la obra alemana de Schoendorf.
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19 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
1
Una de las peores películas que he visto, y de las que más me ha costado olvidarme.
Sencillamente horrible. Lo siento para los que les gustó pero así es como me sentía al verla. Nauseas, malestar generalizado, incompresión por todo lo que sucedía, aburrido de lo larga que es...No sería capaz de rescatar ninguna sensación positiva de este film, quizá la caracterización de época y el apartado técnico en definitiva...pero no retiro todo lo anterior. Una experiencia horrorosa. ¿Y esto ha ganado en Cannes? Si esconde alguna maestría oculta, alguna sensación positiva al verla, no seré yo quien lo descubra...no pienso darle una segunda oportunidad.
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28 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Película Inquietante
Esta es una película que deja sensaciones extrañas, pero en ningún caso te puede dejar indiferente. Creo que sólo se puede amar u odiar. A veces resulta lenta, pero tiene muchas secuencias de extraña belleza y gran fuerza visual. La historia en sí puede resultar a veces dispersa y confusa por el constante cambio de escenarios y tiempos. En este sentido, la II Guerra Mundial no creo que sea más que el telón de fondo y la excusa que permite ubicar en el tiempo la historia y hacerla avanzar.

Los motivos por los que el pequeño Oskar decide dejar de crecer no me quedaron muy claros. En cualquier caso Oskar resulta un personaje muy complejo e interesante. A veces inspira ternura y conmiseración, otras veces inquietud y otras veces incluso odio. Oskitar no crece físicamente, pero sí mentalmente y vemos como a medida que pasa el tiempo crecen en él unos sentimientos de ira y frustración reprimidos por no poder disfrutar una sexualidad completa. Estos sentimientos se juntan además con unos celos crecientes por parte del chaval hacia los amantes y hombres que se acuestan con las mujeres que él desea.

Evidentemente es una película seca y dura, el complejo de Peter Pan llevado hasta sus últimas consecuencias. Una huída hacía adelante. Pero no hay que olvidar que gran parte de la dureza de algunas escenas que pueden resultar chocantes son debidas al hecho de que la mente de un adolescente, casi un adulto, está atrapada en el cuerpo de un niño.

La película en sí resulta una gran paradoja. Lo que al principio parecía una maravillosa idea -no crecer- acaba convirtiéndose en una maldición: El prisionero que se atrapa a sí mismo.
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11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
¿Y ésta era?
Me la habían pintado como una película extraordinaria, prohibidísima, muy transgresora. Y tanto, que a los trece años mi madre no quiso que la viera. Será que tenía miedo de que después no quisiera crecer.
Pero me aburrió. Si la terminé de ver, fue para sacarme de encima ese mono que venía arrastrando desde los trece, y que en cualquier caso no me produjo un subidón. O sea, que es un bodrio. El mito de Peter Pan pero sin mensaje añadido y con un argumento gratuito y saltarín que no va a ninguna parte. Un mero racconto de sucesos, puramente anécdoticos, como para rellenar. Habría que leer la novela quizá, y si es mejor que la película (seguro que lo es) pues peor para ésta.
Lo único que me impresiona es que hayan utilizado a un niño tan pequeño para interpretar un personaje tan retorcido. ¿Cuánto le habrán pagado a sus padres?
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18 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
2
Deja de joder con el tambor, niño.
¿De qué va?:

Un niño de tres años decide dejar de crecer, y en lugar de hacerlo dejando el Cola Cao como todo el mundo se pone a aporrear un tambor mientras ante sus ojos los mayores se afanan en cumplir sus quehaceres guerramundialísticos de cada día.

Crítica:

Me aburre Schlondorff, me aburre Gunter, me aburre Grass, y me aburre mayormente toda la película en sí. Para realismo mágico me sigo quedando con Macondo y para ver a un tío que no crece nunca y se pasa el día tocando el tambor me quedo con Manolo el del bombo y su sincera y casi pueril afición a la roja. Es cierto que el doblaje tampoco ayuda mucho, pero no creo que escuchar alemán a estas alturas me vaya a hacer cambiar de opinión. De lo más coñazo que he visto últimamente, antes me comería tres kilos de pescado del que se zampa la madre de la criatura que verla otra vez, si la hace un español diríamos que es una basura pero es alemana, y claro, ese contexto de la segunda guerra mundial, el nazismo y los uniformes y tal molan y sientan muy bien, ¡pues yo la mando a galeras a hacer compañía a Aguirre, la cólera de Dios!.

Insufrible.
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12 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
1
Qué patada en la boca le daba yo al niño ese!!
Después de leer unas cuántas críticas aquí expuestas, y siempre partiendo del punto de que las respeto todas, debo concluir dos cosas: O no hemos visto la misma película o soy yo la que tiene un problema muy grave. Un 10? En serio? Vayamos por partes.
Esta película la vimos durante la carrera en un horario poco afortunado para el alumno al que le gustaba salir de juerga los jueves y tenía clase los viernes a las 9 de la mañana. Supongo que fue la conjunción de ambos factores, pero la verdad es que verla me dio un ascazo del copón.
Ese niño/enano/engendro que parece el resultado del aborto entre un hobbit y un ornitorrinco transexual me insuflaba ganas de matar. Fue la primera vez que vi con buenos ojos el infanticidio, en serio. Siempre con el puto tambor, dale que te pego, con ese soniquete retumbando en mi cabeza necesitada de sueño. Y sus gritos!! Deja de gritar, pequeño terrorista!!! Aaaah, lo matoooo!!! (pausa para respirar). Vale, ya puedo seguir.
No quiero desvelar detalles del argumento (para eso tengo el spoiler), pero es que prefiero no recordar demasiado lo que supuso esa película para mi cerebro. Tal vez sea una obra maestra, tal vez el libro de Günter Grass haya ganado el Nobel, tal vez Filmaffinity la haya puntuado con un 7. No me importa. Es horrible, despreciable y asquerosa en muchas ocasiones. No la quiero ni regalada, qué digo, ni bajada del Emule.
Tal vez muchos de vosotros, sobre todo a los que sí os gustó, os estéis rasgando las vestiduras y estaréis preparando vuestras armas para venir a buscarme allí donde esté y descerrajarme un tiro entre ceja y ceja. Pero os lo advierto: Tengo un tambor de hojalata y no dudaré en usarlo!!
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16 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Entre metáforas y digresiones
El alemán Volker Schlöndorff pertenece a esa ilustre galería de cineastas europeos que durante los años 60 y 70, revitalizaron el panorama cinematográfico del viejo continente, entre sus mejores obras se encuentra “El tambor de hojalata”, ganadora del Oscar extranjero y vencedora en Cannes junto a “Apocalypse Now” de Francis Ford Coppola en 1979. Adaptación de la novela homónima del premio Nobel Günter Grass en la que recrea los tiempos convulsos previos a la llegada del nazismo al poder, la mediocridad de una sociedad pequeño burguesa vista a través de la mirada de Oskar, un niño alemán que al cumplir los tres años se niega a seguir creciendo, tras regalarle sus padres el tambor que da título al film.

Posiblemente no se trate de un film magnífico como se proclamó en su época pero tampoco es, ni mucho menos, una obra que deba caer en el olvido por más que buena parte de sus méritos sean patrimonio del texto original del escritor Grass y adaptador Jean-Claude Carriére. Sin embargo más de 30 años después de su estreno, la película es ingeniosa e incluso brillante a todos los niveles, tanto en lo que se refiere a su exposición de los hechos – una metáfora sobre la historia de la Alemania de mediados del siglo XX narrada desde el insólito punto de vista de un adulto con cuerpo de niño – el cineasta presume de un sentido de la imagen, no exento de inesperados toques de ironía al que hay que reconocer su mérito.

“El tambor de hojalata” conserva a día de hoy como principal atractivo, un ingenioso juego estético que se desarrolla a dos niveles. Por un lado, el ingenio del escritor, las peripecias de Oskar, pequeño en estatura pero grande en intelecto y capacidad reflexiva se desarrollan sobre el telón de fondo histórico en pleno proceso de cambios sociales y políticos. Por otro lado, el ingenio del cineasta, una digresión sobre la evolución estética del cinematógrafo. Consistente en el divertido prólogo del film, en el que se nos detalla el pintoresco origen de la familia de Oskar, está rodado con la estética que retrotrae la del cine mudo. No es casual que el parto de Oskar, personaje bajo cuyo punto de vista se desarrolla el relato, esté visualizado en plano subjetivo, del mismo modo que los momentos más relevantes de su existencia se encuentren subrayados, bajo el signo de lo fílmico.

Las manifestaciones recuerdan al cine de Leni Riefensthal, y a medida que Oskar se integra en la “troupe” del espectáculo de los enanos, las imágenes se tiñen de la fantasía del universo de Fellini. Tampoco es casual, ese grito agudo liberador de la rabia que siente en ocasiones Oskar, capaz de destrozar todos los cristales y vidrios cercanos, están emparentados seguramente como una metáfora de la irrupción del cine sonoro que acabó destrozando el cine anterior silente que habíamos conocido. Todo ello dota al film de una peculiar atmósfera, poética e indescriptible, que se ve reforzada por pequeños apuntes surrealistas que contribuyen a una obra muy estimable.
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6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
1
Odio a este enano de mierda
David Bennent es un engendro que jamás debió nacer; además se parece en forma alrmante a Anthony Hopkins y ese detalle ya me enferma. La película es un sinfín de situaciones estúpidas y asquerosas protagonizadas por este bicharraco hediondo y repugnante. El tambor de hojalata es vulgar, idiota, vacía, pedante; una mierda en realidad. Admiro a todo ser viviente capaz de encontrar en esta garcha algo digno de apreciar.
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28 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Qué poca gracia la del niño...
Para que entre bien "El tambor de hojalata", y sólo me refiero a la película, es imprescindible sentir un mínimo afecto hacia el niño que desde su tercer cumpleaños se niega a crecer. No hablaré de Günter Grass y su literatura, ni de su participación de jovenzuelo en las azañas nazis de la época, para mí la historia de esta familia en la ciudad de Danzig, vecina de Polonia, tiene que ver con las imágenes que Volker Schlöndorff ofreció en 1979 y cuya polémica arrastra desde entonces. Como digo, si ese niño Oskar no cae bien, la película fracasa irremediablemente. El repaso que se hace a través del niño de la historia de Alemania en esa primera parte del siglo XX resulta original porque se realiza a través de su protagonismo, a través del elemento mágico y misterioso de un hecho a lo Peter Pan pero sin su gracia.

Hay muchas películas que retratan ese pedazo de historia crucial para Europa, no sólo para Alemania, pero ninguna a través de un crío que está obsesionado con un tambor, siempre el mismo, y que cuando no entiende algo o le invade una libido incontrolable se dedica a gritar y romper cristales, vidrios o cosas parecidas. La originalidad de "El tambor de hojalata" se fundamenta en el niño y para mí produce de todo menos simpatía o apego. Ese niño no me seduce, no me gana, todo lo contrario, me repele, y así es difícil, es imposible que la película me convenza. No tiene nada que ver pero que se parezca a Anthony Hopkins tampoco le ayuda...

Hay hechos que se narran de forma ejemplar, hay cosas que me han gustado con independencia del niño, de ahí que mi nota no sea un descalabro absoluto, de manera que las anguilas que salen de la cabeza de caballo en lugar de asquearme pienso que supone una imagen elogiosa por su potencia visual. Que la madre se atiborre de pescado crudo es, por lo menos, impactante, por no hablar de ese final (spoiler, lógicamente) Sin embargo la inaudita gira circense por París no me ha parecido buena idea, para mí está fuera de lugar.

En definitiva buen repaso por la historia de Alemania, buen repaso por los problemas sexuales de una familia (tal vez la sociedad entera) que lo acaba condicionando todo, la felicidad, la estabilidad familiar, el presente y el futuro. Parecerá burdo, pero por entre las piernas de la mujer alemana se suceden las mil y unas razones que derivan en los hechos de "El tambor de hojalata" Y ello incluye a un niño muy mal parido...
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7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Expectativas perdidas
Tenía muchas expectativas por ver esta película tan comentada y la verdad es que me llevé una gran decepción. Un comienzo interesante que hace recordar al checo Jiri Menzel, por su sátira y estética, pero se convierte en un arroz con mango, una mezcla de escenas y casos que no conducen a ninguna parte, en un collage ecléptico carente de sentido, con excepción de intentar buscar polémica, lo cual tampoco logra. Como espectador esperé hasta el final para ver si allí estaba la clave de la película, pero ni esperando hasta el único crédito, logré descifrar el objetivo de lo presentado. Al leer las críticas en este site, me encuentro con una gran cantidad de opiniones adversas, al igual que la mía, y algunas opiniones que colocan la puntuación perfecta a este desastre, pero con la particularidad de que las críticas favorables que leí, solo apuestan a decir que es un bien film, pero no dan una explicación de por qué hacen esa afirmación. Es como decir que la película es buena porque ganó algún festival y el Oscar, pero no porque les pareció buena. Una vez leí en relación al mejor guitarrista eléctrico de todos los tiempos que para qué decir que es Steve Howe, Eric Clapton u otro, si puedes decir que fue Jimmy Hendrix y quedas bien. Es lo mismo, para qué decir que esta película es un horror si puedes decir que es buena porque además gano un Oscar, premio por demás de bajísima credibilidad
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6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
¿Qué es lo que diferencia esta película de otra que retrate la [pre- post-] guerra en Polonia?
Pues ese factor fantasía. Ese es el punto que te hace ganar el interés en esta película, aparece un niño que no quiere crecer y, por lo tanto, no lo hace. Por otra parte, ese no es el único punto de fantástico que tiene, pero no quiero tampoco contar demasiado.

Yo dividiría la película en tres partes.
La primera, desde el prólogo (muy bueno, ojo al nacimiento, que es interpretado por el mismo actor jaja), hasta que aparece el personaje del circo. En este tramo de la película cabe destacar, como he dicho, el prólogo, y toda la historia donde se ve como hace usa de su "anormalidad" para hacerse querer o hacerse odiar, los irritantes chillidos, el aun más irritante tambor que no para de tocar (ni en clase, ni en ningún lado). Y otras escenas de las que nombraré la sopa de ranas y el discurso nazi (Una de las mejores escenas en un discurso de este tema casi desde Chaplin, diría yo). Verlo para comprobarlo.

Pero luego viene la segunda parte, bastante más tediosa, se centra más en el drama familiar, una familia con la que no has acabado de congeniar, y te interesa más bien poco (A mí al menos) los líos que se monten entre ellos, por lo que lo que lo que había ganado esa primera parte se pierde en gran medida.

Y llegamos al último tercio (o tal vez un poco más tarde), donde, a raíz de una muerte llega un nuevo personaje que revitaliza ese interés. Pero no solo eso, si no que muestra un nuevo lado de la actitud de los personajes, en especial en el de Oskar, que ya tiene unos cuantos años más, por eso su cambio, pero sigue con la pinta de niño ¿?mono¿? que le permite campar a sus anchas por todo, y si digo por todo, es por todo. Aquí a resaltar los momentos con la nueva integrante de la familia, con el magnesio (bastante asqueroso) y las escenas subidas de tono, cuanto menos curiosas pero sin muchos excesos. A partir de ahí, el final más final, tampoco lo veo en la línea, vuelve a las reminiscencias de la guerra, decae un poco otra vez, pero no es desentonante.


Con lo dicho, ¿Es el tambor de hojalata una crítica? ¿Tal vez una reflexión? ¿O es tan solo una fábula, con vaga moraleja y sin importar lo que venga después?. A eso no sabría que responder, pasen y vean.
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5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
¡TÓCALO OTRA VEZ, OSKAR!
Adaptación de la famosa novela de Gunther Grass acerca de un niño, Oskar (David Bennent, que aparecería en el papel de elfo en "Legend" (1984) de Riddley Scott), nacido en el Danzig de entreguerras con una habilidad increible de romper cristales con agudos chillidos y que su enanismo provocado por accidente no le impedirá desprenderse de su primer regalo de infancia; el tambor del título. Consciente y orgulloso de que no volverá a crecer jamás por su acto de rebeldía, su inmadurez también se verá reflejada en el decrecimiento de un país a punto de estallar en guerra y unos mayores que tampoco se quedan cortos en varias situaciones de la vida cotidiana. Porque en el plano familiar será testigo de la incestuosa relación de su madre con su primo Bronsky mientras su padre se inscribe en el Partido Nacionalsocialista. También escarba en los sentimientos del propietario de la tienda de juguetes donde compra los tambores, el señor Marcus (Charles Aznavour) que también está enamorado de su madre. Cuando los nazis se hacen con el poder, el entorno de Oskar se derrumba frente a su orgullo de muchachote curioso y explorador (de sexo de vello púbico, especialmente) así como sus evasiones por Europa con una curiosa banda circense formada por variopintos hombres y mujeres de su misma condicion física.

Oskar conoce la depresión, la Muerte, el sexo y los celos. Narrado con voz en off de niño inocente pero maleducado y falto de palizas bien recibidas, los merecedores castigos irán a por los que más quiere ante su mirada indiferente y silenciosa. Oskar esta en su mundo, intocable, siempre a la defensiva, demostrándola con la fuerza de repiques de las decenas de tambores que llega a adquirir por ser tan buen niño.

Palma de Oro en el Festival de Cannes de 1979, ex-aequo con "Apocalypse Now" de Francis Ford Coppola.
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4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
A Oscar o se le ama o se le odia y yo lo tengo claro
Lo bueno de ver una película con críticas tan dispares es que sabes con total seguridad que no te será indiferente. Así que me enfrenté a "El tambor de hojalata" sin saber si me parecería una obra de arte o un bodrio. Por supuesto, eso de leer antes el libro no se me ha ocurrido jeje. Me ha parecido demasiado lenta, demasiado larga, demasiado absurda y además ese niño es un pesado!

¿De verdad es arte la escena en la que nace Oscar? Ver a un niño mayor interpretar a un bebé recién nacido no solo no es bonito, es que es hasta obsceno.
¿La idea era provocar? Pues anda que no me ha provocado bostezos esta película.

Reconozco que es transgresora en los temas que toca (sexo, guerra, nazismo, violencia...) y que el director no hace mal trabajo pero el niño es odioso e insoportable ¡y es el protagonista!
¿Una película puede ser transgresora y aburrida a la vez?, ¿Quizás me falta cultura cinematográfica para poder apreciar esta película? Quizás, pero hoy por hoy me parece insoportable.
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4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
"Freaks" en la Alemania de entreguerras
La de la Alemania de entreguerras era una sociedad tan gravemente enferma que no extrañan el fracaso del —por otra parte, encomiable— experimento socialdemócrata de Weimar y el correlativo ascenso de Hitler y sus secuaces al poder.
A partir de la novela homónima de Günter Grass, premio Nobel otrora reverenciado —“Humano, demasiado humano”, la admiración, un mínimo respeto incluso, van y vienen como las mareas—, Volker Schlöndorff hace un feroz retrato de aquélla —si bien la acción se sitúa en el corredor de Danzig, una de las varias meteduras de pata, geopolítica en su caso, en que incurriera el revanchista Tratado de Versalles— sin escatimar en detalles escabrosos, con especial regodeo en los más desagradables.
Envuelve a “Die Blechtrommel” una atmósfera como de realismo mágico a la europea en el que los elementos bizarros se acentúan hasta, insisto, rozar la caricatura cruel. De hecho, hacia su último cuarto la película se adentra en territorios temáticos y narrativos que remiten de manera innegable a “Freaks” (La parada de los monstruos, 1932).
Contribuye a la inquietud del espectador, y no precisamente poco, la insólita fisonomía de David Bennent, actor que da vida a Oskar, sempiterno niño protagonista y metáfora horrenda de un régimen político malogrado apenas dados sus primeros pasos. Cabeza visible —pese a su corta estatura— de un florilegio de no sé si decir personajes o más bien tipejos, lo verdaderamente terrible es que este chiquillo de pura cepa nietzscheana no es el peor de todos. Sólo se salva, si acaso, el melancólico juguetero judío interpretado por Charles Aznavour.
En definitiva, “Die Blechtrommel” es una de las cintas más incómodas que he visto nunca. Los franceses, que en cuanto a consumo cinematográfico gustan de platos bien condimentados, la premiaron —“ex aequo” junto a “Apocalypse Now”— con la Palma de oro en el Festival de Cannes de 1979.
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