Viendo en rojo: Historias de Comunistas Americanos (1983)

Se parte de 1930, justo después del crack del 29; época de gran crisis. Las clases más pobres acusan con crudeza el golpe económico y empiezan a producirse huelgas, protestas y demás. El Partido Comunista, que surgió después de la Revolución Rusa (1917) y se propagó por todo el mundo, aprovecha para movilizar a las masas; instruirlas, adoctrinarlas y organizarlas; darles la esperanza de un mundo mejor, más justo y solidario.
En Nueva York tienen la sede de decisiones y son años de vitalidad y (cierto) poder. Época en la que son capaces de llenar el Madison Square Garden con 20.000 personas y celebrar el Primero de Mayo con alegres desfiles.
El año 36 se produce la Guerra Civil Española y las Brigadas Internacionales ayudan; los comunistas americanos también.
Entre el 30 y el 45 se produce el periodo de mayor expansión y dominio. Están "controlados" pero tienen cierta influencia y visibilidad. Después del fin de la Segunda Guerra Mundial la cosa cambia, llega la Guerra Fría, el Partido Comunista es considerado como un simple satélite de la Unión Soviética y comienza el acoso constante. El siniestro McCarthy se convierte en el jefe de una persecución (la famosa "Caza de brujas") policial, política, judicial y propagandística. A los comunistas se les considera enemigos de la nación, traidores a la patria. Algunos abandonaron. La puntilla la da el informe de Jrushchov (año 56), en el que se denuncian alguna de las espantosas atrocidades cometidas durante el régimen de Stalin. Más del 80% abandonan el Partido.
Todo esto nos lo cuentan hombres y mujeres ya mayores. Predominan la nostalgia y el orgullo. El recuerdo emocionado de los años de juventud y lucha se mezcla con la tristeza por el paso del tiempo y el fracaso del proyecto soviético/comunista.
Al final, una pregunta asoma: ¿Cómo pretendían cambiar la sociedad aceptando la imposición de un Partido rígidamente jerárquico y extremadamente burocrático, sin libertad real? Contestan que sacrificaban los medios por los fines. Otros dicen que no saben por qué lo hicieron. Alguno se arrepiente de haber sido tan "borrego". En realidad, más parece que esa ceguera fue muy humana, demasiado humana; el ansia de poder mezclada con el deseo de justicia, la necesidad irrefrenable de ser alguien (lo reconoce una anciana al final -cuando subía a un estrado a hablar ante la gente era feliz), de sentirse importante. Y la oportunidad para ciudadanos con capacidad, pero nulas posibilidades; no creo que sea casualidad que en este documental hablen negros, mujeres y obreros; personas inteligentes pero sin voz, que se negaron a aceptar su destino.
Finalizan las entrevistas con "alegría" (el "happy end" también invade los documentales, ¿por qué no?): se reafirman en su pasado idealista, creen que hicieron bien y que sus valores y sueños todavía son posibles.
P.D.: los pobres todavía no habían "padecido" la caída/derrumbe estrepitosa de la Unión Soviética y el descrédito (casi) total de la ideología por la que ellos lucharon.