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Retratos en un mar de mentiras (2010)

Retratos en un mar de mentiras
90 min.
6,8
250
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Trailer
Sinopsis
Tras la muerte de su abuelo en un alúd de lodo, Jairo, un fotógrafo ambulante, y Marina, su prima muda y amnésica, deciden ir a recuperar la tierra de la que fueron desplazados años atrás. Viajan desde Bogotá a la costa colombiana en un viejo y destartalado Renault 4. Durante el viaje Marina comienza a revivir su traumático pasado. (FILMAFFINITY)
Género
Drama
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Colombia Colombia
Título original:
Retratos en un mar de mentiras
Duración
90 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Premios
2010: 3 Premios Macondo: Mejor película, actriz (Baldión) y guión
10
Colombia
Es una cinta bastante dramática que maneja dos entornos plagados de la misma miseria. La ciudad en los suburbios y el campo en Colombia. Juzgo fascinante que el director en un revuelo de pretensiones integre distintas disciplinas con esta hermosa forma de hacer arte, llamada cine. Porque en el cine hay espacio para muchas disciplinas y así como vimos alguna vez y con buenos ojos, películas plagadas de surrealismo también existen momentos para darle duro al coco. Es cierto, Colombia es el segundo país con mayor desplazamiento alrededor del globo, pero quizá no se conformen con esos datos:
*Colombia cumplió el año pasado 60 años de conflicto interno.
*Colombia tiene la guerrilla más absurda jamás creada, que purga a la comunidad internacional la imagen de defender ideales políticos, pero que se estanco en el negocio del narcotráfico.
*La lucha contra las drogas impulsada desde E.E.U.U., ha creado una cultura de la muerte en la que se desconocen condiciones civiles.
*El negocio del narcotráfico ha invadido las más altas esferas del gobierno, las fuerzas militares y hasta las dignidades legislativas.

Si uno se lo piensa bien, nuestro pueblo tiene pocas opciones. Porque cada día hay más víctimas de desplazamiento, secuestro, violación, corrupción y uno simplemente se pasa por la calle y es difícil en la ciudad, siendo mejor favorecido, ver las esperanzas de personas que dejaron atrás todo lo que tenían, paradas en los semáforos, sentados en las esquinas, hacinados en centros de paso para desplazados temporales, porque la guerra se los arrebato todo, en serio, da pena. Porque si la presión internacional no ha logrado emancipar la enajenación de este gobierno de mierda, la fácil es decir, solo soy una persona, no hay mayor cosa que pueda hacer en estas condiciones. Y pienso que para mí, como para cualquier otro colombiano de bien, es más penosa esa actitud de ignorar esa situación, de soportarla, de acostumbrase a ella, que cualquier otra cosa. Entiendo imprescindible adentrarse en esas maderas atrincheradas, construidas con bareque a lo largo de zonas con alto grado de deslizamiento, porque para comenzar el SER Humano, no tiene ningún sentido de SER en las condiciones que ofrecen las dificultades financieras de la nación. Hay muy poco para ofrecer a nuestros hijos, porque resulta que los intereses norteamericanos junto a la tendencia oportunista de unos pocos abren los hilos a este maltrecho teatro donde las muertes las pagan los colombianos, donde las desgracias, las pagamos nosotros, los colombianos. Dicho esto, que continué en Colombia la perpetuación de las políticas del centavo para nuestros patriotas, que el imperio se siga expandiendo entre nuestros suelos o cambiemos esta mierda, démosle un vuelco al asunto, más allá de las implicaciones internacionales, que nunca nada justifique que se siga matando y persiguiendo a nuestra gente.
Gritemos Todos:
"LEGALICEN ESA MIERDA".
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7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Catarsis
El cine es arte, y una de las funciones del arte es hacer catarsis, hacer reflexionar a través de la realidad. En esta estupenda película el espectador hace una dolorosa catarsis, se ve obligado a mirar allí donde no gusta mirar.

Seguramente volverá la crítica insistente sobre la realidad adherida a la gran pantalla, se dirá que es otra cinta más sobre la violencia de Colombia, que si acaso no sabemos hacer algo diferente en este país, que Colombia es más que violencia. Carlos Gaviria, su director y guionista, afirma que es un asunto inevitable hablar sobre lo que se vive y se ve. “Uno vive en Colombia y no se puede hacer una película donde todos salgamos bailando y levantando la patica. Somos un país violento. Hemos estado en una guerra civil que ha durado 60 años y que ha producido 10% de desplazados. Esa cifra es una barbaridad y un hecho innegable”, confiesa. En efecto, uno de cada 10 colombianos ha sido sacado de su casa contra su propia voluntad, y este filme retrata una de tantas historias que produce esta situación alarmante en los países con conflictos armados.

Sí, no es una película perfecta, quien entre a ver esta producción se encontrará con una desigual antología de cuadros de costumbres típica de las películas de carretera y con aquellos rasgos de humor fácil con los que suele agobiarnos la comedia colombiana en el cine y en la televisión, pero también tendrá enfrente un relato corajudo que no se calla las verdades que nos siguen agobiando aunque nos muramos de las ganas de negarlo, una serie de imágenes de pesadilla que vale la pena rescatar del basurero de nuestra realidad y una actuación compleja, contenida e inteligente de esas que le prueban a la gente del público que ha visto un largometraje que puede recomendar sin correr ningún peligro.
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
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