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María y el Araña (2013)

María y el Araña
90 min.
6,5
27
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Trailer
Sinopsis
María, una chica de trece años, vive en una villa de emergencia de Buenos Aires junto a su abuela y el oscuro compañero de ésta. Candidata a recibir una beca para continuar su escolaridad, María está terminando la primaria y trabaja al mismo tiempo en el subte. Allí conoce a un chico de 17 años que se gana la vida haciendo malabares disfrazado de Hombre Araña. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Romance Pobreza
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Argentina Argentina
Título original:
María y el Araña
Duración
90 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Argentina-Francia-Ecuador;
7
Los ángeles del subte
Al borde de los 13, María, la protagonista, habita una villa urbana muy cerca de la exclusiva zona residencial de Puerto Madero en Buenos Aires. Su madre la ha abandonado desde muy pequeña pero vive con su abuela y la perversa pareja de ésta, destacándose como buena alumna en la escuela. En las horas libres trata de sumar algún peso al magro salario familiar y subsiste vendiendo guías en los subtes. En ese ámbito, un día conoce a un chico de 17, que
recibe algunas monedas por malabares y acrobacias vestido como el hombre Araña.
A partir de la transparente historia de amor que surge entre estos dos adolescentes angelados, la película profundizará también el marco de callados abusos en medio de la ceguera social del entorno más próximo, aunque evitando en todo momento lo explicito, siempre desde la sutileza, sin regodearse en la miseria: poesía y luminosidad en medio de la sordidez.

Como en su ópera prima “El Cielito” 2004, la directora María Victoria Menis vuelve a explorar el tema de los más vulnerables y desamparados, que a pesar de las múltiples limitaciones sociales buscan abrirse camino a su manera. Esta vez se sumerge en el mundo de los adolescentes al borde de la marginalidad, distantes años luz de los frívolos jóvenes consumistas que circulan por la última película de Sofía Coppola.

A pesar de ser un film fuerte, en donde se tematiza el abuso, el trabajo juvenil y la pobreza, “María y el Araña” no se apoya en las manipulaciones emocionales ni en las sobreexplicaciones. No hay diálogos de más sino elipsis, hechos y situaciones que están por sobre lo textual. Esa austeridad verbal es funcional a la historia, aunque si este mecanismo funciona es porque gravitan también las buenas interpretaciones y la dirección de actores: en su debut cinematográfico, Florencia Salas, que nunca antes había actuado, hace un trabajo espectacular, y el resto del elenco también entrega actuaciones formidables, particularmente
Mirella Pascual (recordada por Whisky) y Luciano Suardi, un actor de sólida formación teatral.
La dinámica de pocas palabras pero generosa en miradas y gestos, se apoya en una banda sonora trabajada en todos sus niveles. Se prefiere el sonido diegético: desde la respiración hasta el goteo de una canilla adquieren protagonismo.

También la música ingresa en la trama, con sus pegadizos acordes para bailar y sus letras para interrogar, aportando a una suerte de resistencia poética que afirma la alegría aún
en medio del dolor, lo que se corresponde con una fotografía que captura el brillo de los lugares oscuros, disminuyendo la sordidez de los espacios.
Otro elemento que la directora trabaja es la utilización de diferentes lugares a partir del contraste entre sí: los rascacielos y el bajo villero, el museo Ernesto de la Cárcova, con sus frías esculturas clásicas y la murga festiva en la playa marginal. También se resalta la combinación de vulnerabilidad y fuerza en los protagonistas; el amor y lo bestial; el lazo solidario y el aislamiento; la creatividad y la explotación; los primeros besos y la inocencia del amor adolescente, en oposición al horror que surge en el otro extremo del relato.

Tan perturbadora como llena de encanto, “María y el Araña” resulta una película tan atrayente como necesaria.
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
El determinismo de María y el Araña
Película hiper realista anclada en el melodrama. Obediente, sin renegar a las leyes del género, no escapa al mensaje moralista, la anticipación y al didactismo. Sin embargo, el apego al canon no incluye al factor inspirador de toda historia contada con el corazón, lamentablemente en el film no hay pasión o mejor dicho rabia.

El amor entre adolescentes es una formula siempre ganadora. Rodeado de pobreza y adultez decadente, esta pareja de chicos se presenta entrañable por su frágil aspecto, sus oficios callejeros y ser llanamente promesas ante la adversidad.

Limitaciones del elenco provocan ausencia de naturalismo y excesos, por ejemplo en el semblante de la protagonista. Sin embargo, posee virtudes la dirección de arte y la dirección de foto al construir un mundo sombrío, hacinado y laberinto sin escape.

Su estructura centrípeta se cierra mecánicamente sobre sí mismo dejándolo sin aire por adelantado, asfixia desde afuera, sin posibilidad a vagar o ver las capas de esas ruinas humanas y urbanas donde el metraje nace y muere, sin dejar huella.

Desaprovecha aquellos grandes silencios de la protagonista, como medio para poetizar su infierno y el vecindario cómplice en el que vive. El silencio de ella nota su fuerza dramática con rasgos expresionista en una de las mejores escenas cuando vemos una lágrima correr tensa por su mejilla en la madrugada bajo la sombra del abusador.

Se podría interpretar que todo está dicho adentro y afuera de esa vidas, que es conocido todos lo que pasa, que no hace falta más preguntas y nos convoca a seguir ocultando el crimen sin mínima vergüenza. Es una película horrenda por el descarado determinismo y evasión que promueve.

Con ese enfoque, cabe interpretar la última escena que muestra a María caminando con su bebe en brazos y en contraplano se acerca su amor platónico, el Araña. Realidad o ilusión. Esa es la altura del discurso que concluye con nuestra mirada (subjetiva) alienada en una parada de tren que jamás pasó.

Guayaquil, 19 diciembre de 2015
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