Comando Patos Salvajes (1984)

Producción italo alemana de acción bélica, encabezada por el Statham de entonces, Lewis Collins y apoyado en un elenco de actores prejubilados o famosillos para darle empaque y cierta categoría. Sin embargo el resultado es un mediocre film de acción, con graves problemas de continuidad y de coherencia en el guión. Recordando Comando en el mar de China de Aldrich, uno no puede evitar echar en falta tiempos y talentos pasados. Aunque trata de beber de filmes de mercenarios como la original Patos Salvajes (a la que casi plagia el nombre y crea confusión) o El último tren a Katanga, es un film de su tiempo, que ha envejecido fatal, sobretodo si se compara con filmes de entonces como Acorralado. Hay escenas absurdas, como la persecución en coche, y otras lamentablemente resueltas, como el combate final con el helicóptero pequeñin.Y a Morricone ni se le oye.

Serie B bélica que ha envejecido mal, de los últimos estertores del cine europeo en este género, que fue abandonando para ser sustituido por mediocres películas de origen estadounidense directas al dvd.

Antonio Margheriti, parapetado bajo el pseudónimo de Anthony M. Dawson, dirige un film de acción trepidante muy en la línea del cine de acción USA de esos mismos años. El resultado es un poco decepcionante, aunque el guión no está mal -tampoco demuestra mucha originalidad- y la acción, que no da tregua nunca, es espectacular, con muchas explosiones, disparos, ráfagas de metralleta y todo eso.

Da la impresión de que Margheriti quiere hacer mucho más hincapié en la acción que en todo lo demás, sacrificando, o desaprovechando, así, la presencia en el reparto de actores y actrices tan interesantes, para mí, como Lee van Cleef -al que se ve muy envejecido- o Mimsy Farmer. De hecho, ver a Van Cleef y a Farmer juntos es una de las pocas cosas que dan interés a esta película. A mediados de los años 80, el otrora potente e interesante cine de género europeo (el italiano, al menos) era un tipo de cine que estaba en declive, y eso se nota, por desgracia, en este largometraje. La veteranía, si no senectud, de las estrellas (Van Cleef, Kinski, Borgnine) es un fiel y triste reflejo de ello. De ahí que sea una película cuya visión induce, a cualquier buen aficionado, a la melancolía.