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Let's Get Lost (1988)

Let's Get Lost
120 min.
7,8
1.660
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Sinopsis
Documental sobre la vida del trompetista y cantante estadounidense de jazz Chet Baker, dirigido por el famoso fotógrafo Bruce Weber, y que adquirió un valor adicional tristemente inesperado al fallecer el propio Chet Baker durante el montaje del film. Baker fue una de las figuras más destacadas del mundo de la música del siglo XX. "Let´s get lost" surge de la enorme fascinación de Weber por este genio del jazz. Inicialmente la idea era hacer una serie de fotos del músico, pero tras la relación surgida entre ambos, el director terminó haciendo una película de más de dos horas de duración sobre la figura de Baker, el jazz y dos de sus grandes pasiones: los coches y las mujeres. En 1989, la película fue nominada al Oscar al Mejor Documental, y se alzó con el Premio de la Crítica en el Festival de Venecia poco después del aparente suicidio del protagonista en un hotel en Amsterdam. El documental narra los últimos días de Baker valiéndose de material rodado durante la última gira del músico, con entrevistas con el propio Baker, sus esposas, hijos, amigos y novias. La película es un documento explícito que presenta, a modo de advertencia, las trampas en las que pueden caer los personajes famosos y llenos de talento. (FILMAFFINITY)
Género
Documental Documental sobre música Jazz Biográfico
Dirección
Reparto
Documental
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Let's Get Lost
Duración
120 min.
Guion
Fotografía
Compañías
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Premios
1988: Nominada al Oscar: Mejor documental
1988: Festival de Venecia: Premio Cinecritica
1989: Sundance: Nominada al Gran Premio del Jurado
1989: Círculo de Críticos de Nueva York: Nominada a mejor fotografía y documental
1989: Asociación de Críticos de Boston: Mejor documental
6
El perseguidor
Fui a ver esta película porque Chet Baker es uno de mis músicos preferidos. Por eso mismo esperaba encontrar algo más que un repaso a sus temas, que ya conozco de sobra. El resultado no decepciona, aunque desconcierta un poco: revisa la vida del protagonista sin seguir un orden cronológico, a través de los testimonios de sus ex-mujeres, ex-hijos y ex-conocidos, de una forma que al principio parece algo caótica. No se empieza a comprender el asunto hasta que se va acercando el final, cuando uno se da cuenta de que lo que se nos está presentando es una mezcla de ficciones contradictorias, encabezadas por las del propio Baker.

Chet no fue un músico prometedor perdido por la droga. Chet fue, como el Charlie Parker que retrató Cortázar, un perseguidor. Alguien que desde el principio buscaba algo, ni él mismo sabía qué, y que como Parker logró sobrevivir aferrado a su trompeta, a la deriva (lo que sería una buena traducción del título).

Una de sus parejas lo presenta como un esclavo de la droga, pero probablemente las mentiras de Chet, su autocompasión, su afán de provocar también la compasión de quienes le rodeaban, se debían a algo más profundo. Algo que se intuye conforme avanza el documental.

Pero sólo se intuye: el documental no lo cuenta. Porque esta obra exige un esfuerzo del espectador, que debe, a partir de los materiales que se le ofrecen, reconstruir la figura de Baker. Una película que, como la buena literatura, es también obra del espectador.

Lo dificultan un poco (al menos para mí) la fotografía, ese blanco y negro tan duro, y la reiteración en ese movimiento de cámara que se mueve sobre una colección de fotografías mientras escuchamos conversaciones fragmentarias o mentiras de Chet.

Y es que sobre estas mentiras y ficciones, sobre el patetismo del rostro destruido del músico, sobre las no menos patéticas escenas de las películas de serie B en las que participó, sólo queda algo auténtico: su música.
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23 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Su voz
La voz de Chet Baker acaricia. Su ritmo pausado, tan cercano a la canción de cuna, acaba envolviendo. Como una mano que aprieta casi imperceptiblemente un hombro; como pasear al final de una tarde; como rozar una rodilla o como un abrazo de verdad. Calidez sería la palabra. Ternura magullada, la definirían.
Este documental, en que lo único interesante que sale de la boca de Chet Baker es su música, supone un acercamiento a su personalidad. Después de casi dos horas, por fin, los últimos minutos consiguen empapar al espectador de algo más que no sea pose o actuación. -¿Recordarás estos días como algo bonito?- le pregunta Bruce Weber al trompetista ya casi al final. -Diablos - responde - no puede ser de otro modo- y, pensativo, concluye: "Aún así, esto ha sido un sueño... Estas cosas no suceden en la vida real.
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16 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
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