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El hombre de mimbre (1973)

El hombre de mimbre
85 min.
7,0
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Sinopsis
Una carta que hace sospechar que una joven desaparecida ha sido asesinada lleva al sargento Howie de Scotland Yard hasta Summerisle, una isla en la costa de Inglaterra. Allí el inspector se entera de que hay una especie de culto pagano, y conoce a Lord Summerisle, el líder religioso de la isla... (FILMAFFINITY)
Género
Intriga Terror Religión Vida rural Policíaco Secuestros / Desapariciones Sectas Sátira Película de culto
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Reino Unido Reino Unido
Título original:
The Wicker Man
Duración
85 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
The Wicker Man
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9
En Summerisle nadie puede oír tus gritos
Injustamente olvidada durante muchos años (pero por suerte reivindicada cada vez con más fuerza como una de las cumbres indiscutibles del terror de todos los tiempos), «The wicker man» se nos presenta como un film con diversas capas de lectura, que se articula principalmente sobre el conflicto imperecedero y universal del choque entre civilizaciones opuestas y que plantea con habilidad la dicotomía entre etnocentrismo y relativismo cultural, haciéndonos reflexionar sobre cuestiones como el grado de tolerancia que poseemos hacia tradiciones ajenas que nos resultan imposibles de comprender o la diferencia esencial entre libertad y libertinaje.

Con verdadero aroma lovecraftiano, recordando en su planteamiento inicial y turbia atmósfera a maravillosos relatos como «La sombra sobre Innsmouth» o «El ceremonial» (aunque sin la presencia de elemento fantástico o sobrenatural alguno), el film nos lleva de la mano por un viaje a las profundidades de la naturaleza humana a través de Summerisle, enclave perfecto para desarrollar esta aventura de horror personal, por ser un lugar aislado del espacio y diríase casi que del tiempo, donde las leyes de la lógica se subvierten y parece que cualquier cosa pudiera llegar a ocurrir.

Avanzamos en la trama gracias a la intrusión de un elemento extraño en la isla que, en su investigación, va chocando con todo lo establecido. Se potencia así una sensación continua de extrañamiento (de la que deviene la fascinación del espectador), la que proyecta la mirada ortodoxa del Sto. Howie sobre las costumbres paganas de los habitantes del lugar. Cabe destacar, en este punto, el acertadísimo uso de las canciones, bajo cuyos agradables acordes se esconden unas envenenadas y provocativas letras que van definiendo poco a poco la tradición cultural de los habitantes de Summerisle.

La película propone un inteligente análisis sobre la religión como elemento alienante, indispensable para la paz interior del ser humano (por las esperanzas que en ella se depositan) pero causante, a su vez, de conflictos sociales basados en la intolerancia y la incomprensión del otro. Robin Hardy contrapone la cultura de la gente de Summerisle al puritanismo religioso del Sto. Howie para sacar a la luz el sinsentido de ambos extremos; si bien la actitud del sargento resulta más inane, podemos deducir que siglos atrás y en otro contexto habría podido liderar con gusto cualquier proceso inquisitorial contra esta comunidad de herejes a la que se enfrenta.
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157 de 177 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
GUERRA DE RELIGIONES
La aparente narración de un caso policial simple se va cargando de tensas connotaciones teológicas, mediante dos toques de etnología y unas pocas alusiones al antiguo culto solar (reforzadas con música de aire celta).
Uno de los primeros diálogos ya da la pauta: un oficial de Policía regresa de viaje y pregunta a un subordinado si durante su ausencia ha habido algún problema serio. "Lo de costumbre: violación, sodomía, sacrilegio, ya se sabe...", es la respuesta.
Una carta anónima pide al oficial (Woodward) ocuparse de la desaparición de una niña en una isla escocesa. Allí se desplaza en hidroavioneta, y su investigación se va convirtiendo en un episodio de la confrontación ancestral entre las paganas religiones campesinas y un cristianismo impuesto a menudo por vía inquisitorial. Siglos de historia europea al fondo.
Con estilo seco, espartano y siniestro, muy a la manera del Polanski que define el modus operandi del mal, el hormigueo del terror crece cuando se adivina la inminencia de un sacrificio ritual, para garantizar las cosechas.
El sorprendente giro final (cuyo contenido aquí no se anticipa) cambia el signo de todos los datos, digno de un Wilder malévolo.
La trabajada interpretación de Woodward, las magnéticas apariciones de Christopher Lee y la generosa desnudez de Britt Eckland, o su doble de cuerpo, contribuyen a redondear una película singular, cruel y recomendable.
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70 de 91 usuarios han encontrado esta crítica útil
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