Las secretas intenciones (1970)

Una película que tiene algunas imágenes sugestivas y que podía haber salido mejor si se hubieran eliminado los horripilantes planos finales y el realmente indigesto sentido del humor del que con mucha frecuencia hace gala. Lo que parece increíble es que un hombre tan serio y tan centrado como era el talentoso Rafael Azcona pudiera intervenir en un guión como este que más bien parece obra de unos dementes. La película es una sucesión de desvaríos de variada índole y el espectador no sabe como reaccionar ante tal cúmulo de detalles infortunados. Querejeta ya había producido otra película de Eceiza bastante alocada que era "De cuerpo presente" pero aunque esa obra también tenía un sentido del humor bastante particular se podía asimilar bien y no anunciaba para nada esta otra experiencia fílmica de Eceiza que puede contarse entre las películas más raras de la historia del cine español. Lo delirante, lo morboso, lo absurdo y lo falsamente humorístico se mezclan y dan como resultado un cóctel explosivo. Y encima tiene una extraña música incidental que resulta grotesca. Quien es capaz de aguantar la película hasta el final se siente liberado cuando acaba. Una obra fallida que presenta una amplísima gama de defectos. Jean-Louis Trintignant y Haydee Politoff aportan talento y personalidad a la película. Esta pareja protagonista y algunos detalles de ambientación son las únicas cosas positivas del film.

Siento el mayor respeto por Elías Querejeta, a quien conocí en persona hace años en Arzak. Le admiro por su coraje, tozudez y empeño en sacar adelante un cine español digno y progresista, comercial y artístico a la vez. Reseñar aquí sus grandes logros como productor ocuparía todo el espacio disponible, pero bastará con recordar joyas como El espíritu de la colmena, El sur, El desencanto, A un dios desconocido, Los lunes al sol y todas las buenas películas de Saura (aunque malas también hubo). Pero no siempre acertó. Su asociación con Antonio Eceiza siempre dio como fruto pequeños desastres. Las secretas intenciones cuenta con Trintignant y la dulce muñeca Haydée Politoff, la Coleccionista de Rohmer, y Yelena Samarina, y López Vázquez en un papel episódico, pero ese tufillo a "art et essai" trasnochado no cuenta con un guión a la altura, y las situaciones son mayormente absurdas cuando no irritantes. Esa historia de amor sadomaso escasea en sus ingredientes y a medida que avanza se embrolla cada vez más. Mala suerte.