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No profanar el sueño de los muertos (1974)

No profanar el sueño de los muertos
93 min.
6,2
2.524
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Disponible en:
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Trailer (INGLÉS)
Sinopsis
Los cadáveres de una morgue inglesa próxima a una abadía de Manchester vuelven a la vida a causa de un experimento del gobierno que utiliza ultrasonidos para combatir la contaminación. Pero el experimento consigue también que los insectos de la zona enloquezcan y se devoren unos a otros. Al mismo tiempo, los muertos salen de sus tumbas con hambre y sed de venganza. (FILMAFFINITY)
Género
Terror Ciencia ficción Zombis Policíaco Película de culto
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Italia Italia
Título original:
Non si deve profanare il sonno dei morti (Don't Open the Window)
Duración
93 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Italia-España;
Links
Premios
1974: Festival de Cine Fantástico de Sitges: Mejor actriz (Cristina Galbó), efectos especiales
6
A los hermanos
Anunciaron No profanar el sueño de los muertos para emitirla un viernes por la noche en TVE. De aquel anuncio hace ya un tiempo infinito. Yo por aquel entonces estaba haciendo el año de catequesis para la primera comunión. O sea, la tira.

Cuando al fin llegó la madrugada de aquel viernes, mi madre con toda su buena fe nos mandó a todos a la cama mientras ella quedaba expectante ante la televisión.
No vi la película, sólo la viví simbólicamente. El hecho de estar despierto sabiendo que en la habitación contigua se proyectaba "No profanar el sueño de los muertos" ya era una gozada. Sin verla la disfruté como el que más. Cualquier sonido distorsionado que llegaba desde la tele a mis oídos atravesando las paredes me producía un subidón de adrenalina. El título acojonaba. Ni tan siquiera sabía de qué iba la cinta. La evidencia sólo decía que había unos señores que estaban muertos y era muy recomendable no provocarlos. Ufff... sin haberla visto, fue la película de terror que más disfruté en la niñez.
A lo largo de sus 90 minutos nos preguntábamos los hermanos exaltados a qué se podría deber ese grito que salía del altavoz del televisor; ¿qué estará pasando?; ¿Habéis notado ese gruñido? ¡Sí, yo también lo he oído!; ¿Será un muerto?...

A día de hoy vi por primera vez la película de Jorge Grau. Evidentemente la tensión no es la misma. También eché en falta esas otras tres nerviosas voces de quienes eran niños como yo. Tenía la velada un aire melancólico. Sólo ente la tele, sin más compañía que la mía propia. La he visto entre sonrisas, pensando en que no cambiaría una película de terror vista a los 35 por una imaginada a los 9, y por supuesto, con la mejor de las compañías.
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117 de 130 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Ideal para una “noche de lobos” cojonuda
Tal vez catalogarla como joya de filmoteca resulte excesivo pero no creo que ningún conocedor de la peli de Grau pueda negarme un dato irrebatible: “No profanar el sueño de los muertos” constituye un magnífico paradigma de aquel cine que durante los últimos estertores del franquismo consiguió esquivar los tentáculos del destape y del compromiso sociopolítico para ofrecernos una alternativa cinematográfica distinta. La del cine de género.

Porque si bien es cierto que el cine de terror hispano contaba ya por aquellos entonces con una arraigada tradición en productos de serie B (León Klimovsky, Jesús Franco, Amando de Ossorio...), la peli de Grau constató que con un poco de esmero y entusiasmo podían conseguirse mayores objetivos. Suficientes, al menos, para poder rivalizar con prestigiosas productoras como, por ejemplo, la Hammer. Y si no, a las pruebas me remito. “No profanar el sueño de los muertos” arranca de forma algo irregular, de acuerdo, pero cuando empiezan a aparecer muertos vivientes en ese oscuro y neblinoso paisaje inglés la escrupulosa sensación de estar viendo una coproducción hispanoitaliana desaparece por completo.

Espero y deseo, sin embargo, que a nadie le defraude su condición de secuela. “No profanar el sueño de los muertos” bebe de “La noche de los muertos vivientes”, la mítica cinta de Romero, pero en ningún momento se limita a sobrescribirla. Es más, la peli de Grau cuenta con ciertos detalles que la hacen única, como ese omnipresente y profético alegato ecologista o ese conflicto generacional latente entre dos formas de ver la vida diametralmente opuestas: la del infame inspector McCormick (encarnado por el siempre solvente Arthur Kennedy) y la de George, el joven anticuario hippy (Ray Lovelock).

Por lo demás, nada que no podamos encontrar en cualquier peli del terror al uso: tensión correctamente administrada, un par de sustos bien dados, algún desnudo (gratuito, eso sí), buenas dosis de casquería y final sorpresa en toda regla.

Ideal, como diría un buen colega alicantino de esta página, para disfrutar de una “noche de lobos” cojonuda. Palabra.
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58 de 63 usuarios han encontrado esta crítica útil
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