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La Gioconda está triste (1977)

La Gioconda está triste
47 min.
6,3
109
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Sinopsis
Sin motivo alguno, un día el cuadro de Leonardo da Vinci "La Gioconda" ha perdido su sonrisa, ahora tiene un gran gesto de tristeza. E igual que en el cuadro original, lo mismo sucede con todas las copias, fotografías y reproducciones de la obra de arte. ¿Tiene motivos para estar triste? ¿Se avecina una desgracia?. (FILMAFFINITY)
Género
Fantástico Mediometraje
Dirección
Reparto
Año / País:
/ España España
Título original:
La Gioconda está triste
Duración
47 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
5
Sad Mona Lisa
”Tina her sister laughs at her/Which is something of a contradiction
From an unmarried mum from the council slums/With a heroin addiction”

Television Personalities - Sad Mona Lisa

Hubo un tiempo en el que el responsable de atrocidades tales que Farmacia De Guardia, Verano Azul, Planta Cuarta y la inenarrable Tobi (la del niño ángel en el Parque de Atracciones de Madrid) iba para homólogo español de Rod Serling, el diosazo tras The Twilight Zone. No al ritmo del estadounidense, claro: Antonio Mercero un año se cascaba La Cabina y dejaba pasar dos para estrenar Los Pajaritos, Manchas De Sangre En Un Coche Nuevo y La Gioconda Está Triste a producto por año, nada de veinte episodios por temporada. Eso, o al menos algo muy similar, ya lo intentó Narciso Ibañez Serrador durante la década de los sesenta con sus Historias Para No Dormir; de ahí algunos episodios en lo argumental –que no en su realización, a años luz de distancia- nada que envidiar tenían a los que escribían Richard Matheson, Ray Bradbury y compañía para la serie de Serling, siendo algunos adaptaciones directas de los originales americanos . Verbigracia, El Asfalto y La Pesadilla. No obstante Mercero abandonaba los decorados teatrales de plató en sus dos superproducciones televisivas y sólo mantenía cierto tono formal del palo en Los Pajaritos, quizá la más cutrona de todas las cuatro obras de la época dignas de reivindicar: la ya mentada, la archiconocida –y con razón- La Cabina, el intento de repetir el éxito de la anterior que se acometió con La Gioconda Está Triste y el film Manchas De Sangre En Un Coche Nuevo, la única con forma y duración de film al uso además de el único guión de esta tetralogía elaborado sin ayuda de ningún otro y sin partir de idea ajena alguna. Porque el hijo de puta de Garci nunca dice que su guión de La Cabina parte de un relato del gran Juan José plans, el que hiciera el magnífico relato de base para la todavía más esencial La Mancha. Así es Jose Luis, alguien que para una vez que parece que ha hecho algo bien resulta que la idea es de otro y se lo calla.

Aquí el que se deje escurrir por el sumidero de lo inane una idea de partida brillante no es sólo cosa de Garci. Igual de culpable o todavía más fue el propio Mercero, ya a lo loco y sin frenos en esos terrenos de lo tierno en el sentido más infantil y lo simplón en su faceta más absolutista y simplista en los que se desenvolvería ya durante el resto de su carrera y de la que La Noche Del Licenciado quizá sea el más claro ejemplo. La movida es que un día a la Gioconda se le quita la expresión jijiji de la cara para ir trocando primero en una así rollo tristona, como de perro pachorro, y llegar a una mueca de semiasco, rollo que le dan a oler mierda con un palo mientras la retratan. Una desgracia que trasciende el mundo del arte, pues no es el equivalente a que en El Grito de Munch su retratado susurre, sino que implica una serie de colateralidades de esas de ragnarok inminente, de las de cuando se extinguen las abejas. Y esa idea, un suceso a todas luces inmarcesible por la ciencia o la razón que ha de ser enmendado so pena de que se acabe el mundo, Mercero y Garci lo llevan por el peor de los lugares posibles: por la senda de la subnormalidad pura. Resulta que la bajona de la Gioconda se contagia a todos los humanos, los cuales, incapaces de reír ninguno, terminan por freírse a bombazos. Y esto no es a modo de reflexión sobre lo imprescindible del humor en la vida y blablablao, sino como alegoría moralista y moralizante de dos personas que, precisamente, no han tenido ni un ápice de gracia en su puta vida. Irse a cagar los dos, de verdad.

Empero, sirva esto al menos para recomendar Manchas De Sangre En Un Coche Nuevo, no quedarse sólo con que Garci y Mercero son dos individuos superdotados para malograr ideas fenomenales. Un film que viene a ser un El Corazón Delator meets Muerte De Un Ciclista en el que Mercero –lo de antes era mentira- si que consigue hacer reír a base de sátiras bastante acertadas del tardofranquismo pudiente y Jose Luis López Vázquez vuelve a realizar el enésimo papelón de su imprescindible filmografía.
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4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
A todo el orbe terráqueo
Acabaríamos de una vez por todas con los chistes malos (es decir, todos, bien), las comedias (las románticas por favor lo pido yo), los monologuistas (gracias, señor), todos los humoristas (sin más dilación), los presentadores de todas las galas (y de los Goyas especialmente, bravo), las risas enlatadas (y las forzadas, también todas), las teleseries españolas (y con ellas todo el cine, de paso, de raigambre patria), los vodeviles, cócteles, premios, la hipocresía universal, el triunfo (todos perderíamos por fin completamente), la felicidad, la alegría..., seríamos definitivamente animales puros, honestos, recién salidos de la lavadora, sin mácula ni torcida inteligencia, buenos, verdaderos, de una pieza, exactos como los diamantes, plenos y llenos, como nuevos, con sistema y reglas, casi, casi, casi seres amorosos y achuchables como un oso panda, polvorones, perros pachones o vecinos armoniosos, no remolones. Ahí es nada.
La tristeza (y las lágrimas como mares) es más bella y siniestra, más fría y hermosa; perfecta, eterna.
Esta obra, es el caso, retoza entre la fantasía metafísica más sencilla, el cuento más pueril y un afán de trascendencia esmerado, irreprochable, asequible.
Es de una gozosa ridiculez, amañada, artesanal y tierna. Su cancionero clásico que la arropa te derrite los afectos a los que te entregas como un niño de cuerpo entero, con el corazón roto, sangrando de emoción y tiritando de pena, como titilan las estrellas en el agonizante universo nuestro.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
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