Brighton Rock (2010)

Remake de un largometraje del mismo titulo que se filmó en 1947, basado en la novela homónima de Graham Greene, pero ambientada en la Inglaterra de 1964, en un tiempo en que los jóvenes estaban divididos (los mods, y los rockers) y enfrentados.

Con una lograda ambientación, este largometraje de Rowan Joffe, hijo de Roland Joffe (Los gritos del silencio, Encontraras dragones) nos cuenta la historia de un carterista de poca monta, que ante la muerte de su protector pretende hacerse con el control de la zona, aunque para ello tenga que asesinar a sus antiguos compañeros e incluso a la chica que esta enamorada de él.

Con unos secundarios de lujo como John Hurt (Los crímenes de Oxford) y Hellen Mirren (Red, The Queen) este largometraje contiene los ingredientes necesarios para mantener al espectador atento a la pantalla, la única pega que se le podría sacar es que tiene un final demasiado complaciente

Como curiosidad, el parecido físico que tiene Sam Riely (Control, Franklyn) que realiza una actuación sobria y correcta, con Leonardo Di Caprio.

Nunca en este tiempo había sentido la sensación de que escribir una crítica pudiera tener un valor social: hoy sí, "Brighton Rock" es sencillamente horrible; una película de la que medio cine dejó la sala y medio se lo tomó a risa; una película que te hace sentir timado; que te lleva a pensar que tiraste el tiempo y el dinero.

El argumento era notable, lástima. Tras oficiar la venganza contra el ratero que por orden de Mr. Corleone mató a su compañero, Pinky se propone seducir a la única testigo que podría incriminar a la banda. Rose, una tímida camarera de intensos valores religiosos y que vive reprimida bajo su padre, cae rendida ante Pinky en una relación marcada por la tortura psicológica.

Joffe partía de un estupendo material, la novela que Graham Greene (autor de "El tercer hombre", "El americano impasible", etc.) publicara en 1937 y que llevara a la pantalla John Boulting en 1947 con Richard Attenborough en el papel protagonista. El film de Boulting, sin llegar a la cima de Carol Reed, cumplía y la razón es que el espectador veía crecer al protagonista, se interesaba por lo que le sucediera a los caracteres, se contaba la narración de una forma ordenada. Era cine noir de género. Un entendía lo que pasaba y se sentía parte de ello. La pobre Rose contagiaba lástima, el malvado Pinky causaba interés.

La otra cuestión es que Brighton Rock parte una novela anterior, "A gun for sale". Esto resulta clave en la película ya que las decisiones de Pinky, el malvado protagonista, de traicionar a quien fuera como su padre están mediatizadas por cuanto sucede en la novela anterior. Claro, de esto nada se nos dice en el film de Joffe. Uno ve confuso cómo el jovencito que parecía tan bueno como el pan pasa en dos minutos a ser Mr. Satán. Estas son las cosas que en la primera media hora un buen director con oficio hubiera resuelto. Espacio, tiempo, personajes... Sin embargo, Joffe decide jugar con el sobreententido en una media hora que pasamos de la esperanza al fastidio. Y de ahí va a peor.

"Brighton Rock" es un tremendo despropósito porque el dibujo de caracteres se simplifica y contradice durante toda la película. Si la viera, el pobre y bipolar Greene se tiraría de los pelos. Se nos cuenta una historia que viene de la nada y a la nada va, causándonos más fastidio que indiferencia, con personajes robóticos y planos y diálogos inverosímiles y estúpidos. Parece increíble que actores como John Hurt y Hellen Mirren hayan participado en semejante bazofia.

No dirán que no se lo avisé: naufragio absoluto.