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El quinteto de la muerte (1955)

El quinteto de la muerte
87 min.
7,5
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Sinopsis
En una casa aislada y próxima a las vías del tren vive la señora Wilberforce, una venerable anciana que alquila dos habitaciones al misterioso profesor Marcus y a los cuatro miembros de su siniestra banda de música. (FILMAFFINITY)
Género
Comedia Crimen Comedia negra Robos & Atracos Vejez / Madurez
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Reino Unido Reino Unido
Título original:
The Ladykillers
Duración
87 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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Premios
1956: Nominada al Oscar: Mejor guión original.
1955: Premios BAFTA: Mejor actriz británica (Johnson) y guión británico. 4 nominaciones
8
La última gran comedia de los estudios Ealing (7.9)
Pues qué queréis que os diga, es salir Alec Guinness con esa chepa, esos dientes salidos, esos ojos de besugo remachados por ojeras pronunciadas, esa bufanda larguísima que arrastra por los suelos y se enreda en cualquier resquicio, esos aires ridículos de superioridad intelectual, y yo es que me parto. Fue un actor que se ganó a pulso su fama de camaleónico, y los estudios Ealing con sus comedias de posguerra contribuyeron especialmente. Ésta es la última comedia producida por ellos antes de ser adquiridos por la BBC ese mismo año (1955) y entrar en una decadencia que no han sabido remontar hasta el día de hoy. Pero no tengo ganas de lamentaciones tras haber visto la película, sólo me vienen pensamientos alegres a la mente. Me vienen la adorable Señora Wilberforce y su ingenuidad, Peter Sellers y su excitación nerviosa —memorable su primera entrada en la casa lanzando miradas paranoicas a cada esquina con la inquietud y desconfianza propias de una de esas aves silvestres tan huidizas; ¿y sabían ustedes que les puso voz a los papagayos?—, el gramófono que sigue reproduciendo cuando ya no queda nadie en la habitación, la casa de arquitectura surrealista, la inoportuna reunión de viejecitas, las desastrosas confabulaciones para acabar con la vida de la anciana, la visita nocturna del policía... Y tras estos recuerdos trato de comprender a esas personas que comentan que es aburrida y que no les hace ninguna gracia, pero es misión imposible.
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84 de 96 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Monster House.
Divertida, edulcoradamente negra, fantásticas interpretaciones y el encanto de ese extrarradio londinense forjado a través de transparencias... Por no hablar del flequillo y la hilera de dientes que dominan todas y cada una de las escenas.

Le cuesta arrancar algo en su primera mitad, con alguna deficiencia en la construcción del gag (no consigue esa sensación de cadencia impetuosa, como si el origen inglés y su flema archiconocida aplacaran las supuestas intenciones de slapstick) y el ritmo (algo pesado en ocasiones), pero luego ya avanza a aceptable velocidad. Se sobrepone especialmente una vez el robo ha sido perpetrado, en el tercer acto. Final de puro trámite, también es cierto, envejecido irremediablemente pero sin afectar demasiado al conjunto. El color también, mezcla improbable de iluminación artesanal de estudio y de cierto hiperrealismo (el eterno amanecer del final tiene toda la frialdad y deformación de un amanecer auténtico).

Y luego está la casa de la anciana. Una enorme cabeza que se levanta al lado de la estación, entre la niebla. Negra, con constantes chimeneas y tejadillos empeñados en negarle uniformidad a la fachada; a contraluz, con diminutas ventanas ámbar y diminutos techos. Y esas escaleras arqueadas, esos cuadros torcidos, esas paredes oblicuas que se curvan de forma imposible en las esquinas, achicando las puertas, rozando las cabezas de los actores. Esos decorados nos recuerdan durante todo el metraje que, a ratos, el cine es un acto de artesanía más que de genialidad. Y esta peli en eso da una lección en toda regla. Casi hueles el polvo de la moqueta del suelo.

Pero si le pongo un 7, un notable, es por lo siguiente:

Es una de esas pelis para ver de niño. Ése es su hábitat natural. Ahí se marcan a fuego los loros, la persistente Señora Wilberforce, los pintorescos ladrones, esa serpiente en forma de bufanda que estrangula a Guinness y los retazos victorianos. No es mi caso, la he visto ya talludito. Pero le agradezco la hora y media de infancia en estado puro que me ha procurado.
Como los parques de atracciones, los helados de chocolate y los cómics de Spiderman, esta película tiene el hechizo propio de los recuerdos. La sensación de viernes noche, una película que empieza y la promesa de que la vuelta al cole queda bien lejos…

Silencio, papá, coño.
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58 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
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